Sábado,
25 de marzo
LLENA
DE LUZ
Exposición sobre el viejo Avilés, pero no tan
viejo que yo no lo recuerde, en la Casa de Cultura. Una fotografía panorámica
de más de metro y medio de largo que abarca los terrenos en los que se estaba
construyendo Ensidesa, figura como “donativo de José Luis García Martín”. Debería
llevar el nombre de Andrés Trapiello. Él fue quien la encontró un domingo en el
Rastro. No figuraba autor ni fecha —es de
Alonso y fue hecha en 1954— y como en una esquina del sobre que la contenía
alguien había escrito “Avilés”, a Trapiello se le ocurrió regalármela.
¡Cuánta
historia mía en estas viejas fotos! En torno a 1954, vino mi padre a trabajar a
Avilés y luego se trajo a la familia. Hay dos imágenes que reflejan toda la
dureza de aquellos días. Están tomadas en el Fondo de Valliniello y en ellas
aparecen ruinosas viviendas pegadas a los muros de la siderurgia. En una de
esas casas, pasé parte de mi infancia. La escuela era un improvisado barracón
de madera donde se amontonaban niños llegados de todas partes con un solo maestro,
don José Ramón. Estas dos fotografías de Valliniello parecen tétricas estampas
de los años más duros de la revolución industrial. Pero en mi memoria aquella
dureza está llena de luz.
Domingo,
26 de marzo
EL
PRESIDENTE EN LA NUNCIATURA
La quema de conventos a principios de la
República es un tema recurrente en los conversos al revisionismo histórico. Con
Abelardo Linares, con Andrés Trapiello, he discutido más de una vez del tema.
Para ellos, como para la primera propaganda franquista, el principal
responsable de esos desmanes fue Manuel Azaña, a quien Miguel Maura —encargado entonces del orden público—
atribuyó años después una frase muy repetida: “Todas las iglesias de Madrid no
valen lo que la vida de un solo republicano”. Un artículo de Francisco Madrid,
publicado en el diario habanero Alerta allá por 1950, rescatado ahora
por Renacimiento y no me parece que tenido en cuenta por nadie, añade nueva luz
sobre esos sucesos.
—Don Niceto Alcalá Zamora, aquel domingo, 11 de mayo de 1931, se hallaba en El Pardo. Al enterarse de lo que ocurría en Madrid, subió de inmediato a su automóvil y se dirigió al palacete en que residía monseñor Tedeschini, nuncio del papa. Alcalá Zamora iba a presentar sus disculpas por lo que estaba sucediendo. Le hicieron pasar al salón principal de la nunciatura mientras avisaban a Tedeschini. Al poco, entró el nuncio con gesto no precisamente amigo. A pesar de ser uno de los más atentos diplomáticos, incapaz de una incorreción, apareció altivo y ofensivo. Alcalá Zamora, tras saludarle, le dijo que ya podía suponer a lo que iba y luego volvió la mirada hacia la pared principal del salón. Comprobó que el rostro de Tedeschini se demudada al ver lo que había sorprendido al presidente unos momentos antes: bajo un dosel con la bandera bicolor, los retratos del rey y de la reina. El nuncio balbuceó excusas: “Como apenas se usa este salón, no nos hemos dado cuenta de que siguen ahí los retratos de los reyes. Los mandaré quitar ahora mismo. La iglesia se comprometió a respetar el régimen político que se ha dado el pueblo. Ha sido un descuido imperdonable. Un olvido que.. .que…”. El presidente aprovechó su tartamudeo para decir: “Pues como se han olvidado ustedes de quitar esos retratos, se han olvidado los sacerdotes de respetar desde el púlpito a las autoridades legales”. Monseñor Tedeschini se ablandó inmediatamente y Alcalá Zamora, fervoroso católico, pudo hablar con mayor serenidad, prometiendo hacer todo lo posible para acabar con los ataques a la iglesia mientras el nuncio se comprometía a que los clérigos respetaran un régimen reconocido por el Vaticano y no hicieran política en las iglesias. Esto lo contó Alcalá Zamora a algunos ministros reunidos antes del Consejo del 12 de mayo. A mí me lo refirió Marcelino Domingo y me lo confirmaron después Fernando de los Ríos y Casares Quiroga.
Lunes,
27 de marzo
CON
MACHADO
Me alegra coincidir cada vez más con lo que
afirma Antonio Machado en su borrador del discurso de ingreso en la Academia:
“Soy poco sensible a los primores de la forma, a todo cuanto en literatura no
se recomienda por su contenido. Lo bien dicho me seduce solo cuando dice algo
interesante, y la palabra escrita me fatiga cuando no me recuerda la
espontaneidad de la palabra hablada”.
Martes,
28 de marzo
FALSO
TESTAMENTO
No es la primera vez que un escritor quiere
demostrar una tesis y demuestra exactamente la contraria. Guillermo Gortázar —historiador metido a político en las
filas de la derecha, aunque comenzara, como tantos, en el extremo opuesto— nos
desvela en El secreto de Franco que su testamento fue escrito por un
joven político, Javier Carvajal, y no por encargo del dictador, sino por
iniciativa propia. Logró hacérselo llegar a Franco y a este le gustó tanto que
no solo se limitó a aceptarlo como suyo, sino que se levantó moribundo de la
cama, se encerró en su despacho y lo copió a mano para que nadie pudiera dudar
de su autoría. Tiene razón Gortázar al insistir en que ese mensaje supuso un
gran apoyo a los reformistas del régimen y que sin él le habría sido más
difícil al rey llevar a cabo el desmontaje, tan inteligentemente pilotado por
Fernández-Miranda, de la legalidad franquista para dar paso a otra legalidad.
De ahí que más de uno dudara de su autenticidad y que se pensara que procedía
del entorno del sucesor, a quien estaba destinado uno de los principales
párrafos: “Por el amor que siento por nuestra Patria, os pido que perseveréis
en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro rey de España, don Juan Carlos
de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le
prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he
tenido”. Parece que Adolfo Suárez presumió ante Juan Carlos de ser el
inspirador de esas líneas que Arias Navarro leyó lloriqueante, y que de ahí
partió su inicial buena fortuna.
Ante
las dudas sobre el testamento, la duquesa de Franco concedió una entrevista a
Alfonso Paso, publicada en El Alcázar, el 26 de marzo de 1976, en la que
desvela que ese testamento no lo dictó Franco, sino que lo encontró manuscrito
en su despacho. Y por primera vez se reproduce el manuscrito. La letra parece
corresponderse con la de Franco, pero no ha sido posible comprobarlo
adecuadamente porque ese documento se encuentra en paradero desconocido.
Pero un Franco moribundo y con Parkinson no iba copiar a mano, como un escolar aplicado, el texto que había escrito a máquina un colaborador de acuerdo con sus indicaciones, solo garabatearía su firma. La existencia de ese inverosímil y desaparecido manuscrito confirma la falsedad del testamento, al contrario de lo que pretende Gortázar. Quien, por cierto, no deja de aprovechar la ocasión para arrimar el ascua a su sardina y criticar a esos desagradecidos revisionistas que critican la ejemplar transición y pretenden reabrir heridas sacando los restos de los vilmente asesinados de las cunetas y dándoles digna sepultura.
Miércoles,
29 de marzo
GOBIERNO
MILITAR
“Buenos días, soy el comandante Pinto. Le
llamo desde la Delegación de Defensa”. Larga pausa. “Creo que se ha equivocado
de número”, respondo yo un tanto inquieto.
Pero no se había equivocado. Mi amiga Ana Vega
le había dado mi nombre para que fuera jurado en el concurso literario en el
que los escolares han de escribir una carta a un militar.
Acepté encantado. La actual Delegación de
Defensa sustituye al antiguo Gobierno Militar y a ese edificio de la plaza de
España tuve que acudir yo durante 1975 a firmar todas las semanas —al principio tenía que desplazarme
hasta Madrid— mientras me encontraba en situación de
libertad provisional. Recuerdo el temor con que entraba, temiendo que no me
dejaran salir. Volveré casi medio siglo después y me siento un poco como si yo
también, aunque en mínima parte, fuera historia de España.
Jueves,
30 de marzo
EL
DELITO MAYOR
Hace cien años, en marzo de 1923, pasó Unamuno
por Avilés invitado por la Biblioteca Popular Circulante que había fundado el
poeta Luis Lumen pocos años antes. Hizo una lectura comentada de algunos de sus
poemas. Causó especial impresión el dedicado al Cristo yacente de Palencia, un “Cristo
pesadilla” que parece decirnos: “No es ni un sueño la vida; todo no es más que
tierra; todo no es sino nada, nada, nada… ¡y hedionda nada que al soñarla
apesta!”
Unos
meses después comienza la dictadura de Primo de Rivera, que trae consigo el
destierro de Unamuno; luego, la efímera ilusión republicana interrumpida por la
guerra civil. A Unamuno se le rompe el corazón el último día de 1936, a Luis
Lumen lo fusilan en su Avilés unos meses más tarde, el día en que cumplía 45
años, por el delito de haber fundado la Biblioteca Popular Circulante que ponía
en las manos de todos libros como los de Unamuno. También los puso en las mías,
cuarenta años después de que la visitara Unamuno.
A propósito de A.Machado:
ResponderEliminar'Las viejas de Castilla', el poema inédito de Antonio Machado
Ha aparecido en el Fondo Zugazaga que atesora la Institución Fernán González. Aún se está estudiando y analizando, pero todo apunta a que es, en efecto, desconocido, y que el universal autor andaluz pudo desecharlo para su libro 'Campos de Castilla'
https://www.diariodeburgos.es/noticia/Z98FAC8AD-0344-C7CD-1433D4A4B2F4C3B9/202303/las-viejas-de-castilla-el-poema-inedito-de-antonio-machado
Ya hemos comentado ese poema en nuestra tertulia virtual de los miércoles. El poema es de Machado, pero el título parece una mala transcripción: quizá fuera "viajes" en vez de "viejas".
ResponderEliminarPues vamos a contenidos revisionistas, amigo José Luis. Presta atención a las declaraciones de Yolanda Díaz en su lanzamiento como candidata a presidenta, más inteligentes que las del cínico de Sánchez,.
ResponderEliminar"Los partidos son herramientas", dice. Esta mujer que procede de la extrema izquierda gallega, lo cual da un poco de yuyu, ha superado el marxismo-leninismo, el socialismo incluso.
¿Cabe una izquierda liberal?, ¿hay banqueros anarquistas?
No me extiendo.
Salud
No creo que Yolanda Díaz venga de la extrema-izquierda. Y sigue estando a la izquierda.
ResponderEliminarNunca voy a Palencia (he ido unas cuantas veces, aunque no hay ninguna razón para ir a Palencia) sin acercarme a ver ese Cristo en las Clarisas. Es imponente y terrorífico, el reverso espeluznante del Cristo del Otero en la misma ciudad.
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