sábado, 29 de mayo de 2021

Después y todavía: Cómo leer la prensa

 

Sábado, 22 de mayo
EL CRIMEN DE PLAZA BOLÍVAR
 

Al hojear un número de Nuevo Mundo correspondiente a abril de 1913 –ya se sabe que las viejas revistas son mi lectura favorita, mi máquina de viajar en el tiempo--, me tropiezo de pronto con un pelotón de soldados que fusila a tres hombres; se inclinan a uno y otro lado como peleles. La imagen tiene la fuerza del famoso cuadro de Goya, pero un patetismo mayor. En la mitad superior de la página, hay otra foto no menos impactante contemplada después de la anterior. Un militar está leyendo unos papeles; detrás de él, hay otros militares en actitud distendida (uno  cruza las manos en la espalda, otro se acerca caminando) y un grupo de civiles que miran distraídos hacia fuera de cámara. Detrás y a un lado, en la mitad derecha de la fotografía, tres campesinos esperan tranquilamente sentados, con el sombrero puesto; tienen las manos juntas sobre las piernas. Nadie imaginaría que son los reos ejecutados un instante después. Lo que se está leyendo es su sentencia de muerte, pero ellos no parecen enterarse.

            Esos tres hombres que escuchan impasibles su sentencia de muerte y luego se inclinan a uno y otro lado, sin levantarse del asiento, como muñecos, tras recibir los disparos, son Fabián Graciano, Fermín Pérez y Virgilio Mulatillo, que habían agredido a machetazos, pocos días antes, a Manuel Enrique Araujo, presidente de la República de San Salvador.

            Araujo había sido elegido presidente en 1911, el año en que se conmemoraba el centenario de la independencia, y fue un personaje carismático. Cambió la bandera y el escudo del país, se enfrentó a Estados Unidos y a las grandes empresas cafeteras, creó la primera ley de accidentes laborales, se preocupó de mejorar la salud pública y la educación. Por las mañanas, de nueve a once, concedía audiencia; recibía a todo el que quisiera hablarle, a todos escuchaba. Cuando ejerció la medicina, asistía gratuitamente a la gente pobre y su sueldo de presidente lo donaba íntegro y en secreto al Hospital Rosales. ¿Qué interés podrían tener esos tres indígenas en asesinarle? Una hermosa tarde de verano austral –la del 4 de febrero de 1913-- el presidente salió a pasear con unos amigos, sin escolta ninguna, según costumbre, y se sentó en un banco de la plaza Bolívar, un lugar a esas horas muy animado, ya que tocaba la banda municipal. Los jóvenes solteros paseaban en una dirección mientras las solteras, luciendo sus mejores galas, paseaban en la dirección contraria con el fin de intercambiar miradas y sonrisas al cruzarse. Los progenitores de las damiselas ocupaban el fondo de la plaza; un poco apartados del resto, estaba la gente del pueblo, que gustaba de asistir al doble espectáculo, el de la música y el del paseo de la gente elegante. A las ocho y media, tres hombres se abalanzaron machete en mano contra el presidente; también se oyeron disparos. Se produjo de inmediato una gran confusión, la gente corría, chocaban unos con otros tratando de escapar. El presidente había recibido cinco heridas de arma blanca y un balazo en un hombro  Aún así, se alejó de allí caminando; sus amigos le subieron a un carruaje. Le trataron primero en una casa cercana, donde perdió el conocimiento. Lo recuperó después, ya en su residencia particular. Durante unos días parecía que podría sobrevivir. Incluso dicen que se levantó del lecho y que dictó algunas órdenes ministeriales. La más importante de ellas fue nombrar como sucesor a Carlos Meléndez, por renuncia del vicepresidente. Lo hizo la mañana del 9 de febrero. Poco después le operaron en el Hospital Rosales y murió como consecuencia de la operación. Apenas una semana después, tras un proceso sumario, se fusiló a los tres atacantes. Un militar, Fernando Carmona, fue detenido como autor de los disparos, uno de los cuales impactó sobre el presidente; murió tres días más tardes, al parecer suicidado. Nunca se supo quien estaba detrás de aquel asesinato; lo que parece cierto es que hubo mucho interés en que desaparecieran pronto, antes de que hablaran demasiado, los autores materiales. Hay muchas hipótesis sobre el magnicidio, como en el caso de la muerte de Kennedy; las menos verosímiles aluden a líos de faldas, ya que el elegante Araujo era un pertinaz don Juan. Se habló también de la implicación de Estrada Cabrera, el presidente de Guatemala, el Señor Presidente de la novela de Miguel Ángel Asturias, pero sin negar del todo ese hecho, parece que su propio sucesor, Carlos Meléndez, tuvo algo o mucho que ver. Con él se inaugura la dinastía de los Meléndez-Quiñones, en el poder hasta 1927. A mí el asesinato de Araujo me recuerda, más que al de Kennedy, al de Prim.

            ¿Habrá escrito alguien la historia de estas otras víctimas, Fabián Graciano, Fermín Pérez, Virgilio Mulatillo? ¿Quién les puso el machete en las manos, quién los lanzó contra el presidente? Ni siquiera parece que entendieran muy bien el castellano. A mí, viendo la fotografía de Nuevo Mundo me vienen a la memoria los versos finales de “Los fusilamientos de la Moncloa”, el soneto de Manuel Machado: “Y en confuso montón agonizante, / a medio rematar, por tandas viene / la eterna carne de cañón al suelo”.      

Lunes, 24 de mayo
HABLO CON EL DIABLO
 

¿A quién escogerías, hombre o mujer (o ni una cosa ni otra), para acompañarte el resto de tu vida?

----Yo soy más de acompañantes para el fin de semana. Y no me gusta repetir más de dos veces seguidas.

¿Qué gran premio literario te parecería mejor para coronar tu trayectoria, el Cervantes o el Nobel?

----El Cervantes no, que tiene muy graves efectos secundarios. Hoy va a tu casa a entregártelo el rey y mañana te mueres. Y el Nobel tampoco: soy tan vanidoso que no podría resistir la tentación de rechazarlo.

Imagínate que eres rey de un país en cuya constitución se indica –como dicen que dice la de España-- que puedes hacer lo que te dé la gana sin tener que responder ante ningún tribunal. ¿Qué harías?

----Abdicaría de inmediato. Me avergonzaría ser jefe del Estado de un país que tuviera una constitución así.

Se descubre una pócima que garantiza la inmortalidad. ¿La beberías?

----Me enteraría antes de lo efectos secundarios. Recuerdo el caso de aquella sibila a la que Apolo prometió la vida eterna, pero no la juventud, y llegó a un momento en que lo único que deseaba es morir. A mí la inmortalidad me parece demasiado. Me conformaría con vivir otros setenta años en las condiciones en que vivo ahora. Aunque no te aseguro que no volviera a pedir otros setenta años allá por 2091.

Y si fueras Dios, ¿qué es lo primero que harías?

-----Detendría el mundo, me dedicaría el tiempo que hiciera falta a arreglar los desperfectos y luego lo pondría de nuevo en marcha.

Miércoles, 26 de mayo
MENTIR CON LA VERDAD

Para razonar correctamente, ese deporte tan poco practicado por mis contertulios habituales, hacen falta dos cosas, las mismas que para que un coche funcione correctamente: un buen motor y gasolina. El motor son las reglas de la lógica y la gasolina la información adecuada.

            Yo no tengo otras fuentes de información que la prensa oficial, la prensa endeudada y subvencionada, y sin embargo las conclusiones que saco de ella sobre la actual situación de emergencia, y sobre sus causas y responsables  son muy distintas a las de la doctrina oficial. A menudo basta con leer hasta el final un  artículo para desmentir lo que da a entender su titular. 

Jueves, 27 de mayo
 LA PRIMERA OBLIGACIÓN

----“La primera obligación de un político es hacer todo lo posible para mantenerse en el poder” afirmaba Maquiavelo. No sé si Pedro Sánchez ha leído a Maquiavelo, pero seguro que sus asesores sí.

----¿Todo lo posible? ¿Incluso al margen de la ley?

----La ley es interpretable y maleable, como saben bien los buenos juristas.  En España tenemos experiencia en pasar de un régimen dictatorial a otro democrático sin quebrantar, al menos formalmente, ninguna ley y conservando en sus puestos a todos los jerarcas del antiguo régimen, comenzando por el jefe del Estado.

----Pero lo que quiere hacer Pedro Sánchez, indultar a los presos del procés, es pan para hoy y hambre para mañana. Así puede sostenerse hasta el 23, pero entonces arrasará la derecha con el apoyo de la izquierda nacionalista española, mucha de ella en el PSOE.

----Dos años en estos tiempos líquidos y calamitosos es una eternidad. Lo que pase entonces ya se verá, quizá cuente Sánchez con el espantajo de Vox para mantener agrupado el rebaño de la izquierda.

----Tú estás contento porque crees que ese indulto es un paso más hacia la República Catalana, que es lo que a ti te gusta.

----Que es lo que parece que le gusta a la mayoría de los catalanes. A mí ni me gusta ni deja de gustarme. A mí lo que me gusta es Cataluña, forme parte del Estado español (que de España, tal como yo la entiendo, formará parte siempre) o no.

Viernes, 28 de mayo
LA ETERNIDAD Y YO

“Escribo, no para la siguiente generación, para dentro de dos generaciones”, leo en el Diario de Gide. Yo, en cambio, siempre he escrito para ahora mismo, además de para toda la eternidad. ¿Para toda la eternidad? Mucho tiempo es ese. A la mayoría de los escritores, si viven lo suficiente, se les deja de leer bastantes años antes de su muerte. Y a bastantes no se les lee nunca más allá de las lecturas obligatorias o piadosas de amigos y familiares.

            Yo, que a la falsa modestia prefiero la falsa vanidad, alardeo siempre de que se me seguirá leyendo cuando nadie sepa –algún erudito lo indicará en nota-- quién  fue el hipocondríaco Caligulín que tanto nos hacía reír por no llorar. Si me equivoco, tampoco pasa nada. Lo que interesará a los lectores de dentro de cien o doscientos años no lo sabe nadie. Leerán, sobre todo, como siempre ocurre, a sus contemporáneos por placer y a un puñado de clásicos por obligación. De lo que estoy seguro es que, de vez en cuando, rebuscando en una librería de viejo, algún curioso descubrirá un libro mío –quizá Enigmas con jardín o Sin propósito de enmienda--, comenzará a hojearlo y seguirá leyéndolo con asombro y felicidad. Y si eso no ocurre, como para entonces es casi seguro que ya estaré muerto, pues tampoco me voy a llevar un gran disgusto.



 

 

sábado, 22 de mayo de 2021

Después y todavía: Aún no

 

Sábado, 15 de mayo
ORACIÓN EN LA GUÍA
 

Subo hasta la ermita de la Guía, en la desembocadura del Sella –a un lado el monte Corberu y los acantilados con cicatrices de las iras marinas, al otro la placidez de la ría y la villa--, y pienso que hay lugares sagrados en los que se está más cerca del cielo o más cerca de nosotros mismos. Siempre estuvieron dedicados a alguna divinidad, a algún dios o a alguna diosa de cambiante nombre, pero de idéntico poder.

Es un día vagamente lluvioso,  con una luz que difumina los colores y acentúa la soledad. ¿Qué puedo ofrecerle yo al dios o a la diosa del lugar para que me sean propicios los días que se avecinan? Solo somos el tiempo que nos queda tituló Caballero Bonald sus poesías completas. Soy el que soy ahora, no los que fui. Y el tiempo que me importa es el que me queda por vivir, no el que he vivido.

Doy las gracias por todos los errores que me han traído hasta aquí. Si hubiera hecho en todo momento lo adecuado, ahora quizá tendría más dinero, vendería más libros, no viviría solo, me habría jubilado en lo más alto del escalafón.

            Pero tengo todo el dinero que necesito, publico todos los libros que escribo, nunca he vivido solo, aunque lleve medio siglo viviendo solo, y lo de escalar escalafones es un deporte que tiene mucho de humillante y que a mí nunca me ha tentado.

            Los malos ratos de mi vida, de cualquier vida, ya es como si le hubieran pasado a otro, como imágenes de una vieja película. Ahora estoy aquí, soy todo lo feliz que se puede ser en un mundo donde se mata y se muere por las mejores causas, o sin causa ninguna, donde el resbalón acecha a cada paso que damos. Ahora estoy aquí y nunca volveré a ser tan joven ni tan dueño de mí como lo soy ahora.

            No sé el tiempo que me queda y ojalá no lo sepa nunca. Cierro lo ojos y formulo un deseo: Que pase de este tiempo a otro tiempo sin tiempo sin que nadie me avise del tiempo que me queda.

            Un cuervo, hasta ahora inmóvil sobre la más alta peña, alza el vuelo de pronto y planea sobre mí. ¿Eres tú, negro cuervo, el dios o la diosa de este lugar? Defiéndeme de todo mal y, sobre todo, defiéndeme de mí.

Domingo, 16 de mayo
LO DIFÍCIL

 Lo difícil no es hacer lo que se debe, sino saber lo que se debe hacer.

Lunes, 17 de mayo
ACERCA DEL ÉXITO

Nos seguimos esforzando, libro a libro, por llegar a la cima, sin darnos cuenta de que hace tiempo que hemos llegado a nuestra pequeña cumbre y nos deslizamos cuesta abajo.

Martes, 18 de mayo
NO ME CITA

El diario es un género literario que parece escribirse solo. Por eso tienta tanto a tantos, por eso está tan de moda como el aforismo y el haiku y otros chispazos más o menos ocurrentes. Leo Tiempo ordinario, de Eduardo Laporte, y sonrío ante alguna ingenuidad: “Ya no me invitan a la comida en el Ritz en la que se reunía lo más granado del ámbito literario para dar un premio de postín, en una editorial a la que he dedicado bastantes entrevistas y reseñas en un periódico que ningún interés económico tiene en dicho sello”. Ese premio me imagino que sería el Loewe y yo recuerdo, de cuando se lo dieron a algún amigo, que no sé si asistía lo más granado del gremio literario, pero sí que aquella selecta reunión la presidía Ana Botella, alcaldesa de Madrid.

El diario es un género menor, pero yo, que no leería ninguna novela de Eduardo Laporte, periodista cultural del Diario de Navarra (tampoco ninguna de sus admirados Sergio del Molino o Alberto Olmos, a quienes cita con frecuencia), me entretengo con el suyo mientras tomo el primer café de la mañana. Más ingenuidades: “Viajo por el último tomo de Trapiello, Mundo es, por la curiosidad de ver si salgo. Habla de un verano en los cursos de El Escorial, el año que lo entrevisté, pero no me cita”. ¡Cómo nos gusta ver nuestro nombre en los libros de los demás! Por eso ningún castigo mayor que la conspiración del silencio, por eso los escritores más o menos famosillos, cuando responden a algún detractor, se cuidan mucho de escribir su nombre.

Miércoles, 19 de mayo
SENTAR CÁTEDRA

¿De dónde me viene este antipático elitismo, este mirar por encima del hombro a tantos escritores, sobre todo si han sido muy premiados? Siempre he tenido muy claro el sentido de las jerarquías. Hay jugadores de primera, de segunda y de tercera y luego la legión de los que no dan ni darán nunca la talla y que suelen asociarse a la caza de recitales y subvenciones.

Claro que estas cosas pueden pensarse, casi todos las pensamos, pero no deben decirse. Y no se trata de que unos autores sean de mi grupo o de mi gusto y otros no. Yo distingo –siempre he distinguido--  entre un poeta que me interesa poco, su estética no es la mía ni su mundo tiene que ver con mi mundo,  y un escribidor de versos que no interesa nada, ni a mí ni a nadie, aunque acumule esos premios que tienen más de baldón que de galardón.

            Tengo mi propia escala de valores, qué le vamos a hacer. No soy de los que se dejan guiar por el renombre periodístico. Con Nobel o sin Nobel, la poesía de Louise Glück no vale mucho y su último libro, Noche fiel y virtuosa, no vale nada. Pero reconozco que puedo estar equivocado, faltaría más.

Jueves, 20 de mayo
TÓPICAS FRASES

Por el Facebook de Xuan Bello me entero de que ha muerto Xosé Bolado, el gentleman del asturianismo, y que también ha muerto Francisco Brines, a quien tanto admiré. A la memoria me viene su “Epitafio romano”, un poema de Aún no que, como tantos de ese libro, me sé de memoria desde que lo leí por primera vez a poco de su aparición, allá por 1971 o 1972. Los primeros versos traducen una inscripción latina: “No fui nada, y ahora nada soy. / Pero tú, que aún existes, bebe, goza / de la vida…, y luego ven”. A continuación, la glosa: “Eres un buen amigo. / Ya sé que hablas en serio, porque la amable piedra / la dictaste con vida; No es tuyo el privilegio, / ni de nadie, / poder decir si es bueno o malo / llegar ahí. / Quien lea debe saber que el tuyo / también es mi epitafio. / Valgan tópicas frases / por tópicas cenizas”.

Viernes, 21 de mayo
LA VENGANZA DE CALIGULÍN

Todos los días me pregunta algún amigo si me he vacunado. En cuanto les digo que no, comienzan las descalificaciones: “¡Eres un negacionista!”, “¡Eres un irresponsable!”, “¡Eres un terraplanista!”, “¡Eres un Miguel Bosé!”. Y las amenazas: “¡No te van a dejar salir de España!”,” ¡No te van a dejar salir de Asturias!”,  “¡No te van a dejar salir de casa!”, “¡Te van a obligar a andar con una campanilla, como a los leprosos, para que la gente decente se aparte de ti!"

            ----Calma, calma, borreguinos míos, que si aún no me he vacunado es porque todavía no me han llamado, a pesar de que, como a mí me gusta repetir, para ser un anciano venerable ya solo me falta ser venerable.

            ----¿No te han llamado? Qué raro.

            ----Un conocido, bien relacionado con las altas instancias, me dice que se debe a una orden directa de cierto mandamás: “A ese perro, que no ha perdido ocasión de ridiculizarme llamándome Calígula, monaguillo de Sánchez y cosas peores, lo dejáis para cuando no quede más que una dosis de AstraZeneca y, si es posible, ya caducada”.



sábado, 15 de mayo de 2021

Después y todavía: Elogio de la censura

 

Sábado, 8 de mayo
FUEGO AMIGO

El daño que pueden hacernos los enemigos es insignificante comparado con el que puede hacernos la gente que amamos. Yo no sé si tengo muchos o pocos enemigos, pero sí todos son de la misma clase: poetillas de cuyos versos me he burlado o, peor aún, a los que nunca he tenido en cuenta y colegas a los que he puesto algún reparo a esas publicaciones propias de nuestra profesión que nadie, salvo quizá yo, tiene la costumbre de leer. Su venganza no es precisamente terrible: que preparan unas lecturas poéticas financiadas por esta o aquella institución oficial, pues tienen la costumbre de no invitarte, cosa que por lo general agradezco; que organizan un congreso sobre Ángel González, o algún otro tema de tu conocimiento, pues no te invitan para que brilles por tu ausencia.

            El daño, el daño de verdad, nos lo hace siempre la gente que queremos. Yo siempre estoy en guardia contra las debilidades del corazón, o eso creo. Pero soy un sentimental, de esos que lloran en el cine, y enseguida me encariño con cosas y personas. Y luego pasa lo que pasa.

            El odio de los enemigos no deja cicatrices. El fuego amigo me ha hundido estos días en la miseria y cualquier día puede llevarme por delante.

Domingo, 9 de mayo
UN MAESTRO DESCONOCIDO

Leí emocionado, a poco de su aparición, el homenaje que Héctor Abad Faciolince dedicó a su padre, asesinado por sicarios en el Medellín de los años ochenta. Veo ahora con la misma emoción El olvido que seremos, la película de Fernando Trueba que adapta ese libro. Me parece un acierto utilizar un blanco y negro que le da un aire de documental para los años finales, los del crimen, y rodar en un color algo irreal el tiempo de la infancia, cuando el padre aparece mitificado ante los ojos del niño.

            Termina la película con el soneto que el doctor Héctor Abad Gómez llevaba en el bolsillo de su chaqueta en el momento de su muerte. Son unos versos que se publicaron firmados por Jorge Luis Borges, aunque no están incluidos en su poesía completa: “Ya somos el olvido que seremos. / El polvo elemental que nos ignora / y que fue el rojo Adán y que es ahora / todos los hombres, y que no veremos. / Ya somos en la tumba las dos fechas / del principio y el término. La caja, / la obscena corrupción y la mortaja, / los ritos de la muerte, y las endechas. / No soy el insensato que se aferra / al mágico sonido de su nombre. / Pienso con esperanza en aquel hombre / que no sabrá que fui sobre la tierra. / Bajo el indiferente azul del cielo / esta meditación es un consuelo”.

            Al llegar a casa, con el eco de ese soneto en la memoria, leo “Un poema en el bolsillo”, la fascinante indagación erudita de Héctor Abad Faciolince sobre los enigmas que ese soneto plantea. La pista de esos versos misteriosos le lleva de Nueva York a París, de Buenos Aires a la provinciana Mendoza, donde se publicaron por primera vez en un folleto titulado 5 poemas que lleva prólogo de Jaime Correas. Esos poemas, se lee en el prólogo, “aparecieron casi mágicamente” a principios de 1986. Después de su investigación minuciosa y novelera, Héctor Abad concluye que son de Borges, quien se los habría entregado, en septiembre del 85, a un escritor francés que fue a entrevistarle. ¿Pero cómo iba a Borges a entregar unos poemas inéditos sin guardar copia? ¿Y quién hizo esas copias mecanografiadas? Si no fue a María Kodama, ¿a quién dictó Borges esos poemas inéditos que al parecer guardaba en un cajón de su dormitorio?

            Ni “Ya somos el olvido que seremos”, el soneto que el doctor Abad leyó en una emisora de radio poco antes de ser asesinado, ni los otros espléndidos sonetos que se reprodujeron en varias revistas y suplementos literarios a lo largo de 1987 firmados por Borges, pueden considerarse obra póstuma del autor de Los conjurados. Pero alguien tuvo que escribirlos. La investigación, casi una novela corta de Henry James, que Héctor Abad Faciolince publicó en Traiciones de la memora debería haber continuado, sin cerrarse inverosímilmente en falso, hasta dar con el nombre de ese maestro desconocido.

Lunes, 10 de mayo
MEDALLA DE ORO

Cuando Ramón Gómez de la Serna volvió a Madrid, en los años cuarenta, entre otros homenajes, recibió la Medalla de Oro del Ayuntamiento. Ya de regreso a Buenos Aires, y apurado de dinero, decidió llevarla a una joyería de su confianza para venderla. Allí le dijeron que de oro aquella pesada medalla solo tenía un ligero baño. Por los mentideros de la ciudad se contaba –lo cuenta José Manuel Castañón en su libro Mi padre y Ramon Gómez de la Serna-- que el escritor había decidido colocar aquel galardón municipal en el lugar de honor que se merecía: como empuñadura en la cadena de la cisterna del baño de su casa.

Martes, 11 de mayo
UN DESEO

Que los días tengan velocidad de crucero, pero que los años avancen lentamente.

Miércoles, 12 de mayo
IMPIADOSA TRITURADORA

Leemos y comentamos en la tertulia virtual de los miércoles algunos poemas de José Manuel Caballero Bonald y la verdad es que no sale muy bien parado: retórica rimbombante que no resiste el mínimo análisis crítico. “¿Y te parece bien –me pregunta Enrique Bueres-- hacerle pasar por la Trituradora con el cadáver aún caliente?”

            Pero en los últimos años publicó poesía con más frecuencia que nunca y sus libros fueron recibidos y promocionados como obras maestras por los suplementos literarios. Que alguien diga la verdad, más o menos en privado, no creo que pueda hacerle daño. José Manuel Benítez Ariza trata de disculparle: “Cierto que la media docena de libros que publicó después de Diario de Argónida, que es de 1997 --y que yo reseñé, por cierto, en Clarín--, quizá no valgan mucho, pero no me negarás que tenía derecho a escribirlos y a publicarlos. En 1997 tenía la edad que tú tienes ahora, Martín, y vivió cerca de un cuarto de siglo más. ¿Te parecería adecuado que se le prohibiera publicar con el pretexto de que ya había dicho todo lo que tenía que decir y que solo le quedaba repetirse? ¿Tomarás tú la decisión de no publicar ya más para evitar ese riesgo?”

            No tuve tiempo de contestar. Otro de los contertulios compartió en pantalla un hermoso y desolado poema de Caballero Bonald –“La botella vacía se parece a mi alma”-- que ha resistido la usura del tiempo, luego fueron apareciendo otros y se nos quitó el mal sabor de boca de tanta retórica vacua aplaudida por babelias y culturales, pero al cerrar el ordenador, al quedarme solo en casa, recordé la pregunta de Benítez Ariza y ya no fui capaz de quitármela de la cabeza.

            Por supuesto que no tomaré esa decisión, no será necesaria. La “fermosa cobertura”, el estilo sonajero, nunca ha sido lo mío. Yo nunca he hecho virtuosismos de estilo, a lo Fray Gerundio de Campazas, ni rebusco palabras en el diccionario, ni tengo turiferarios que –sin necesidad de leerlo--  lancen las campanas al vuelo cada vez que publico algo. No soy, ni seré nunca, lectura obligatoria, momia ilustre, a los lectores tengo que seguir seduciéndolos para que sigan leyéndome.

Jueves, 13 de mayo
GIDE EN LA PICOTA

En el modélico prólogo a la edición completa de los diarios de Gide, de la que han aparecido los dos primeros tomos, afirma Ignacio Echevarría que han resistido mejor el paso del tiempo que el resto de su obra literaria, ya algo apolillada y abandonada en ese desván al que solo entran los eruditos. Suele ser frecuente. Las obras mayores acostumbran a envejecer peor que las escritas sin grandes pretensiones. Pero el diario de Gide, al que añaden interés documental pero no literario, las incorporaciones póstumas, resulta a menudo tedioso y con frecuencia indignante. El comportamiento sexual de Gide hoy habría tenido como consecuencia el repudio público y, muy probablemente, largos años de cárcel. ¿Vivimos en un tiempo más puritano que el suyo? En absoluto, solo con más sensibilidad moral para ciertos abusos, que si fueran de carácter heterosexual ya habrían sido denunciados y el ilustre prohombre de las letras puesto en la picota.

Viernes, 14 de mayo
PEZ GLOBO

¿Tiene que haber llevado una vida ejemplar el escritor que admiramos para que sigamos admirándole? Que Borges era un racista queda claro en diversas entrevistas y en el libro que le dedicó Bioy Casares. ¿Debemos repudiarle por eso? Eduardo Zamacois nos cuenta que Rubén Darío, cuando llegaba borracho a casa, más de una vez golpeó a Francisca Sánchez. ¿Debemos dejar de admirar sus versos por eso? Muchos escritores, muchos seres humanos, se parecen al pez globo, en parte delicia gastronómica y en parte mortal veneno. Borges tuvo buen cuidado de no dejar que sus discutibles opiniones contaminaran su obra literaria; Gide quiso dejar constancia de sus abusos en notas que poco a poco se fueron incorporando a su diario como una confesión sin propósito de enmienda. Una mala persona puede ser un gran artista, pero sus obras de arte no justifican sus malas acciones. El tiempo es el gran censor: de los autores de ayer solo debe rescatarse y homenajearse lo que no ofende a nuestra sensibilidad de hoy, el resto debe quedar en los archivos como testimonio de barbarie.



sábado, 8 de mayo de 2021

Después y todavía: Porros, donuts y vacunas

 

Sábado, 1 de mayo
EN COLUNGA

Después de pasar la mañana en Lastres, comemos en una fonda de Colunga. En una mesa cercana, toma sidra gente de la localidad (debemos ser los únicos turistas, esa denostada plaga ahora convertida en exótica rareza), y del murmullo de la conversación me llega el comentario de un anciano: “El teléfono acerca a los que están lejos y aleja a los que están cerca”. ¿Lo habrá leído en algún sitio o es una muestra de esa sabiduría popular que siempre acostumbra a dar en el clavo?

Domingo, 2 de mayo
UNA NACIÓN INFERIOR
 

La historia que se enseña en las escuelas y la que conmemoran los periódicos suele ser un cuento basado en hechos reales. Conmemorar el motín del 2 de mayo como un hecho glorioso siempre me ha parecido una barbaridad. La llamada Guerra de la Independencia fue un episodio de la guerra entre franceses e ingleses librado en suelo peninsular, con aliados españoles en ambos bandos.

Conmemoro el día, que antes era fiesta nacional y ahora solo es fiesta madrileña, leyendo un libro de Alicia Laspra, Intervencionismo y revolución. Asturias y Gran Bretaña durante la Guerra de la Independencia, que aclara algunas cosas. Fue la Junta de Asturias la primera en pedir ayuda a Gran Bretaña, que se la concedió de inmediato con la condición –primero implícita, luego cada vez más explícita-- de que les dejaran a ellos el mando de las operaciones. “Hasta entonces –escribe Alicia Laspra--, Napoleón había sido más o menos capaz de presentar su expansión imperialista bajo el velo de la ‘modernidad’, heredada de la Revolución: el ‘liberador’ de los pueblos de Europa, sojuzgados por monarquías absolutas, impopulares y ancladas en el pasado. Pero la fórmula falla estrepitosamente cuando sobreviene el caso de España, y el Reino Unido se encontró con que se le servía en bandeja el insólito papel de ‘liberador de Europa’, un papel que habría sido impensable unos años antes”.

            La gloriosa Guerra de la Independencia (“Oigo, patria, tu aflicción / y escucho el triste concierto / que forman, tocando a muerto, / la campaña y el cañón”) en buena medida no fue sino un choque entre dos imperios y un caso claro “de intervencionismo en los asuntos de una nación inferior”. El calificativo de “nación inferior” aplicado a España no es mío, sino de Raymond Carr en el prólogo al libro de Adriana Laspra.

Lunes, 3 de mayo
TODO EL MUNDO

De vez en cuando –pero cada vez menos, sé que he perdido la partida--, discuto con los amigos que todavía me aguantan unos presuntos remedios contra la enfermedad de moda, unos remedios a menudo absurdamente ineficaces y de vez en cuando peores que la enfermedad, y siempre, cuando se les acaban las razones, tratan de cerrarme la boca con la siguiente afirmación: “Pues en todo el mundo hacen lo mismo, Martín. ¿Todo el mundo está equivocado menos tú?”

            Y eso me ha llevado a hacer colección de casos en que, si no todo el mundo, sí al menos la mentalidad colectiva, estaba equivocada. Algunos son bastante pintorescos. Por el libro Así fue mi Londres, de José Pla Cárceles, que he leído en estos días, me entero de que, a principios del siglo XX, era una acción subversiva enseñar español tal como se habla y no tal como se escribe. Se le echaron encima todos los otros profesores, quisieron denunciarle a la Real Academia, cuando comenzó a explicarle a sus alumnos ingleses que en español no se diferenciaba la “b” de la “v”. Nadie la distinguía, nadie la distinguió nunca (salvo en ciertas zonas por influjo de la lengua autóctona), pero todos preferían reconocer su mala pronunciación, la de todos los millones de españoles, “antes de reconocer el prejuicio anclado en la escritura”. Todavía en los años cincuenta había maestros empeñados en que sus alumnos distinguieran en la pronunciación la “b” de la “v” , ya que así “mejoraría mucho la ortografía”.

            ¿Una estupidez? Pues de esa estupidez participaban, hasta las primeras décadas del XX la mayoría de los expertos y era doctrina oficial de la Academia de la Lengua. Había quienes discrepaban, como hay quienes se ríen hoy de las autoridades político-sanitarias que tratan de contener una epidemia a golpes de toques de queda –que la gente se meta en su casa a las diez o a las once--, abre-cierre de bares según confusas estadísticas y mascarillas a troche y moche, pero somos los menos.

Martes, 4 de mayo
GRACIAS, PABLO, GRACIAS, PEDRO

----¿Estarás contento, Martín? Todo ha ocurrido a medida de tus deseos.

----Mentiría si dijera que el resultado de las elecciones madrileñas me disgusta.

----¡Y pensar que tú eras de izquierda!

----De la izquierda descerebrada que encierra a los niños y que saca el ejército a la calle para mantener a los ciudadanos en sus casas, ni lo he sido ni espero serlo nunca.

----¡No hagas demagogia! Fue por razones sanitarias.

-----Se sabe ahora, y se sabía entonces (las epidemias víricas no nacieron ayer), que el contagio es mayor en los lugares cerrados que al aire libre, donde resulta prácticamente imposible si no te metes en una aglomeración. Menos mal que luego, el mismo Pedro Sánchez que mandó a los soldados a impedir que ningún anciano, al ir o venir a la compra (eso por lo menos se podía hacer) se sentara ni un segundo en un banco (yo vi en directo una de esas brillantes actuaciones militares), impidió que Barbón nos volviera a encerrar a los asturianos, como era su más ardiente deseo.

----¿Y por eso te alegras de que la derecha fascista arrase en Madrid?

-----Fascista, fascista… Eso es como decir que la bien intencionada gente de Podemos son estalinistas. A mí lo que más me gustó de estas elecciones es lo que tuvieron de cuento tradicional o de recreación de una milenaria fábula. Un patito feo, una cenicienta, una metepatas profesional se enfrenta a la más brillante estrella de la nueva política, al que llegó de la nada, de las aulas universitarias, a vicepresidente capaz de opacar con su brillo político al presidente, y lo noquea de un derechazo –nunca mejor dicho-- y lo lanza por los aires lejos del cuadrilátero. ¡Cuánto nos habremos reído de Isabel Díaz Ayuso cuando Pablo Casado se la sacó de la manga, o de entre las faldas de Esperanza Aguirre, para encabezar la lista de Madrid! Los momentos más hilarantes del Intermedio –yo entonces veía el Intermedio, ahora no veo ninguna cadena generalista española-- a ella se deben; nos lo hacía pasar mejor que Bárcenas, era como Esperanza Aguirre ministra de cultura que decía admirar a una escritora llamada Sara Mago. Quisieron convertirla en la tonta del bote, la de la película de Lina Morgan, y ella demostró ser más lista que nadie. Fue capaz de convertir a Pablo Iglesias en su mejor aliado político. Su discurso de ganadora debería haber terminado con estas palabras: “Y agradezco a Pablo Iglesias que tuviera la delicadeza de dejar la vicepresidencia del gobierno para venir a enfrentarse conmigo; gracias a él, lo que eran solo unas elecciones regionales, se convirtieron en una contienda que a nadie dejó indiferente. Gracias a él soy un referente de libertad en toda España; gracias a él, y al presidente del Gobierno (gracias, Pedro) que vino en mi ayuda saltando al ruedo para echarle una mano (al cuello) al soso de Ángel Gabilondo”.

Miércoles, 5 de mayo
MANTERNER LAS DISTANCIAS

No te tomes demasiadas confianzas con nadie, ni siquiera contigo mismo.

Jueves, 6 de mayo
UN MUNDO MEJOR

Cuentan –no sé hasta qué punto será verdad—que el desarrollo de la industria relojera en la ciudad de Ginebra tiene motivos religiosos. El puritanismo calvinista prohibió los adornos suntuarios y los joyeros de la ciudad acabaron convirtiéndose en fabricantes de las únicas joyas que estaban permitidas: los relojes.

Besullo es un pequeño pueblo del concejo de Cangas del Narcea que ha dado más cantidad de nombres importantes  –Alejandro Casona es el más conocido-- que ningún otro. Y ello se debe a que allí, tras la revolución del 68, se estableció la primera iglesia evangélica de Asturias, que lo primero que hizo fue abrir una escuela para niños y niñas. Y daban apoyo a los alumnos más aventajados para que pudieran cursar estudios superiores. El obispado de Oviedo, allá por 1880, dio dinero para que se creara otra escuela con el fin de conseguir que se “extinguiera esa secta herética”.

La religión no solo son unas creencias más o menos irracionales, más o menos ridículas (todas lo son para los que creen en una religión distinta), sino una forma de estar en el mundo que puede mantenerse incluso cuando se abandonan esas creencias: es el caso de los cristianos nuevos en la España del Siglo de Oro, cristianos de verdad, pero con hábitos –como el de la lectura o el amor al trabajo intelectual—que los distinguían de los cristianos viejos.

Un amigo me pasa el libro de fotografías que Andrea Ramos ha dedicado a Besullo, Lleva  unas palabras preliminares, precisas y sabias, de Juaco López y yo pienso, al leerlas y al admirar rostros y lugares trabajados por el tiempo, que no hay lugar en el mundo, por pequeño que sea, que no pueda convertirse en una de las capitales del mundo y en punto de partida para un mundo mejor.

Viernes, 7 de mayo
REÍR POR NO LLORAR
 

----¡Anímese caballero, anímese señora, hay regalos para todos, para el nene y la nena! ¿Qué le parecería tener gratis, durante un año, un tierno donut a la hora del desayuno? ¿Que a usted no le gusta el dulce? Pues, si demuestra tener más de 21 años, cambiamos el donut por una cervecita. Y no se vayan, no se vayan, que aún hay más. Un porrito de vez en cuando relaja y a nadie viene mal. Nosotros se lo regalamos, gratis total. Y también hay bonos de cien dólares y hasta de quinientos si usted trabaja en un banco. ¡Tiramos la casa por la ventana! ¡La América de Joe Biden tira la casa por la ventana! ¿Y que tiene que hacer usted a cambio! Nada, prácticamente nada, solo alargar el bracito para que le pongamos una vacunita. Con todas las garantías, oiga, con todas las garantías. Si la vacuna tiene efectos secundarios, le garantizamos ante notario que su viuda seguirá recibiendo el donut, o el regalo que usted haya elegido, completamente gratis durante todo un año.

            (Leo la crónica de la corresponsal en Estados Unidos de El País, “Cervezas y porros para incentivar la vacunación”, y no sé si reír o llorar.)



sábado, 1 de mayo de 2021

Después y todavía: Tres huevos fritos

 

Sábado, 24 de abril
EL DEDO SOBRE EL MAPA

Como en la adolescencia, vuelvo a viajar con el dedo sobre el mapa o con una de esas invitaciones que me salen al paso en las librerías de viejo. En 1940, mal año para andar por esos mundos, Antonio Pérez de Olaguer da su segunda vuelta al mundo. Yo entretengo mis melancolías acompañándole. “¿Qué nos reserva el porvenir?”, se pregunta. “Realmente, después de viajar en uno de estos enormes Savoias, todo puede esperarse. Dentro de cincuenta años se navegará por el aire como hoy se surca el mar. Habrá grandes trasatlánticos aéreos capaces para unos cuantos miles de personas. Este Savoia en que viajo transporta cómodamente a treinta pasajeros. Cada uno de ellos tiene, aparte de un holgado espacio para moverse, su mesita de escritorio para que, durante el viaje, si es financiero, pueda trazar sus números, y si es poeta pueda tejer sus versos. El ancho pasillo permite pasearse y los amplios ventanales asomarse al exterior, como a un balcón, y contemplar el paisaje sin par de las nubes y del sol y del azul, y, allí abajo, el contorno en dilatada perspectiva de la tierra y el mundo, tan pequeños”. Tras una hora de vuelo desde Roma, el avión desciende en la ciudad marítima de Ancona, donde ha de tomar un hidroavión que lo lleve a Trieste: “Al contrario del Savoia  este ‘Hidrovolanti Bimotore Machi MC 94’ es menudo y entrometido. Parece, todavía en el puerto, juguete de las olas revueltas; y en el aire da la impresión de un gorrión, joven y audaz, que gusta de aventuras de vuelo con inconsciencia de adolescente”.

            Con inconsciencia de adolescente, me subiría yo a ese hidroavión que revolotea sobre las olas, me asomaría a esos amplios ventanales del soñado Savoia para contemplar desde lo alto las tempestades de un mundo en guerra.

Domingo, 25 de abril
PUDIERA SER

Los listos, los triunfadores --no digo las grandes farmacéuticas para que no me apedreen por negacionista-- encuentran primero la solución y luego crean el problema.

Lunes, 26 de abril
UN GUION ORIGINAL

Me entero de que Una joven prometedora, la impactante película de Emeral Fennell que ayer vi en el cine, ha ganado el Oscar al mejor guion original y sonrío al recordar una pequeña pifia en la que nadie parece haber reparado. Una compañera en la universidad de la protagonista, arrepentida, le entrega el vídeo que se grabó durante una etílica fiesta, con violación incluida, y que anduvo circulando entre los participantes. El hecho ocurrió hace siete años y ella se lo pasa en su teléfono de entonces. “Guardo todos mis teléfonos viejos –le dice--, para conservar las fotos”. Nos parece que no hemos oído bien. ¿No se le ocurre que el vídeo puede enviarlo por correo o por Whatsapp? ¿Cómo lo recibió ella? ¿Le entregaron también un teléfono? ¿Y no ha oído hablar de la obsolescencia de la tecnología? ¿Sigue funcionando un teléfono que dejamos de usar hace años? ¿Alguien usa los teléfonos viejos como álbum de fotos? ¿Ha oído hablar de la nube Emeral Fennell, directora y guionista? ¿Nadie más que yo se fija en esos pequeños detalles que dan verosimilitud a una historia?

Martes, 27 de abril
COSAS DE LA EDAD 

“No hay monumento de civilización que no sea un monumento de barbarie”, escribió Walter Benjamin. En la reciente edición facsímil de Tobogán, revista de las postrimerías del ultraísmo en la que la vanguardia apenas si se limita a la estética de la cubierta, tropiezo con unas “Nuevas notas sobre don Juan”, de Gregorio Marañón, puro disparate, como casi todo lo que escribió este benemérito sabio sobre las diferencias entre hombre y mujer (baste un ejemplo: la mujer se caracterizaría por “su simplicidad amorosa y su ideal monogámico”) y me golpea en la cara uno de los aforismos que firma Antonio de Hoyos y Vinent: “Cuando para una entrevista de amor hacemos muchos preparativos, no es que deseemos, es que aspiramos a que nos deseen a nosotros. Cuando un hombre desea realmente a una mujer, la tumba sin preparativo ninguno”.

            Esto se escribía en 1924, pero hace solo cinco o seis la protagonista de Una joven prometedora sería una loca vengativa dispuesta a amargar el futuro de unos buenos chicos que se habían pasado un poco –cosas de la edad-- en una fiesta universitaria.

Miércoles, 28 de abril
MENUDA EMPANADA

En la tertulia virtual de los miércoles, tenemos una sección que se titula “La trituradora”, Llevamos un poema de un autor conocido, no decimos su nombre, y lo leemos con una mínima exigencia crítica. Algunos, pocos, resisten; la mayoría se desmoronan y no nos queda en las manos ni un verso indemne. ¿Qué ocurriría si aplicáramos el mismo criterio al trato que los diarios serios dan a la actual situación sanitaria? Se me ocurre hacer la prueba con uno que firma hoy Antonia Laborde, corresponsal el Washington de El País. “Estados Unidos permite a los vacunados no llevar mascarilla al aire libre”, dice el titular. La noticia se amplia en la primera frase: “Estados Unidos anunció ayer que las personas completamente vacunadas –es decir, transcurridas dos semanas del último pinchazo--  no están obligadas a llevar mascarilla al aire libre, salvo en aglomeraciones”. Se nos indica a continuación que esas restricciones ya había sido levantadas a principios de marzo por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. Y continúa: “los que no han recibido el primer pinchazo” también pueden ir con el rostro descubierto “cuando salgan a andar, correr o montar en bicicleta”. Señala luego las diferencias entre vacunados y no: los primeros pueden liberarse de la mascarilla cuando hagan deporte en el exterior solos o con convivientes y también en las terrazas de los restaurantes. O sea, exactamente lo mismo que los no vacunados. Señala que los CentroS para al Control de Enfermedades “advierten que las actividades multitudinarias al aire libre siguen representando un riesgo e instan a los ciudadanos, independientemente de si han recibido o no la vacuna, a usar la mascarilla en eventos deportivos y espectáculos en vivo”. Las actividades de mayor riesgo siguen siendo “encuentros en espacios cerrados donde la gente cante, grite, no pueda mantener la distancia física o que no que no estén bien ventilados”. Y continúa para enredarlo más: “Por ahora, la evidencia sugiere que las personas vacunadas completamente tienen menos posibilidades de contagiarse o transmitir el coronavirus a otras personas. Lo que aún se desconoce es cuánto dura la protección de las vacunas y cuánto protegen contra las variantes de virus emergentes”. O sea, que no se sabe cuánto protegen ni por cuánto tiempo. Y no se vayan porque aún hay más. Copio el párrafo final del artículo: “Cada vez más científicos cuestionan el uso de las mascarillas al aire libre, ya que las brisas dispersan las partículas que pueden transportar el virus. La agencia europea dedicada al control de las enfermedades infecciosas, por ejemplo, solo recomienda llevar el cubrebocas en el interior de los locales públicos y sugiere que se puede considerar su uso en entornos al aire libre con mucha gente”.

            Antes ha indicado que “según apunta la guía” (una guía que no menciona) “relajar ciertas medidas para las personas vacunadas puede ayudar a mejorar la aceptación de los fármacos contra el coronavirus” (muy poca confianza tienen en esos fármacos quienes nos los promocionan si necesitan sobornar con un regalito al paciente)..

            ¡Menuda empanada mental la de Antonia Laborde! El artículo pretende ser un alegado en favor de las vacunas y lo único favorable que dice que ellas es que, si nos vacunamos, a lo mejor nos dejan no usar mascarilla en los lugares en que la mascarilla no sirve para nada. Y lo más aterrador es que esa empanada parece ser la doctrina oficial de los medios de comunicación.

Jueves, 29 de abril
CONFUSIONES

Leo las memorias londinenses de un José Pla que no es el José Pla que todos conocemos. Muchos de los artículos del primero aparecen en las bibliografías del segundo, más famoso, y aún hoy es difícil decidir la autoría de alguno. Félix Grande me contó una vez que, a poco de comenzar él a darse a conocer, cuando ya había publicado Blanco Spirituals y se hacía un nombre como autor comprometido, empezaron a aparecer en las revistas de la época poemas religiosos firmados por Félix Grande. Sus amigos se asustaron pensando en una conversión repentina. El autor de esos textos era otro Félix Grande, un sacerdote que tuvo cierto relieve en el franquismo. El primer Félix Grande lo demandó y logró que la justicia le obligara a firmar como Félix Grande García. Lo malo es que el siguiente apellido del José Pla menos famoso, profesor primero en Londres y luego funcionario de la Sociedad de Naciones en Ginebra, era Cárceles. Al escritor Miguel Rojo le salió en el mismo diario en que colabora habitualmente otro Miguel Rojo, que no está dispuesto a añadir a ese eufónico Rojo ningún Martínez. Yo he tenido suerte. Mi nombre está entre los más vulgares del mundo. Hay docenas de personas que se llaman como yo, pero milagrosamente ninguna se dedica a lo mismo que yo. Recuerdo que una vez me invitaron a una conferencia en Zaragoza y que el taxista que enviaron a buscarme me indicaba una y otra vez lo mucho que le había alegrado el encargo. Ni que decir tiene cómo halagaba eso mi vanidad. 

             ----Tiene usted que recoger a José Luis García Martín, me dijeron. ¡A José Luis García Martín!, me repetía yo sin acabar de creérmelo. 

             A mí ya me estaba pareciendo un poco raro tanto entusiasmo. Por fin se aclaró el enigma: “Figúrese usted que yo también me llamo José Luis García Martín”.

 

Viernes, 30 de abril
DESAYUNO EN MANILA

Como en la adolescencia, los libros se han convertido en mi vehículo favorito para viajar en el espacio y en el tiempo. Sigo dando la vuelta al mundo con el carlista Antonio Pérez de Olaguer. En Trieste, me emociono ante la tumba de Carlos V, “in prosperis modestus in adversis constans”, modesto en la prosperidad y en la adversidad constante, y sonrío luego ante el paraíso gastronómico de Filipinas: “Verdaderamente, en Manila se comía bien. Su solo recuerdo produce ciertos mareos íntimos. ¡Ah, amigos míos! En el Casino Español, por ejemplo, ustedes no podían pedir nunca un par de huevos fritos. No. Eso no se estilaba. Tres huevos, como mínimo, nadando en aceite entre diques de jamón, era lo normal. Yo, desde luego, sufro al evocarlo. Había en Manila cierto hidalgo –filipino de pura cepa—que tuvo la osadía de desafiarme --¡a mí!—a ver quién de los dos comía más en un desayuno. Nos citamos a las diez de la mañana en Tom’s Divie Kitche. Luché desaforadamente en tan original concurso. Lo hice –pueden ustedes creerme—por puro patriotismo y a fin de dejar bien sentado el pabellón nacional. Y gané… Gané por un muslo de pollo, una lata de hígado condensado y cinco plátanos. Le saqué esta ventaja, que les dará a ustedes idea de lo que fui capaz en aquel desayuno, del que tardé cinco días en reponerme…”