sábado, 12 de julio de 2025

Café con libros: Una hermosa criatura

 

---¿Qué interés puede tener un libro como La emperatriz Eugenia íntima, que el pasado sábado encontré en un mercadillo de León? En principio, puede parecer el mismo que una colección apolillada de Hola o almibaradas películas del tipo ¿Dónde vas Alfonso XII o Sissi, emperatriz? Pero a mí me fascina todo lo que tenga que ver con la historia privada de las naciones y, en particular, con el Segundo Imperio.

            --A ti te fascinan todos los fastos imperiales, Martín. No me extraña que admiraras a Mao y sigas admirando a Chaves y Napoleón.

            ---¿A Mao? Ni siquiera como poeta. La primera novela de Baroja que leí no fue ninguna de las famosas, sino Las tragedias grotescas, que transcurre durante el Segundo Imperio. Todavía recuerdo las conversaciones entre don Fausto, el protagonista y su amigo Yarza. “Estas grandes ciudades no enseñan más que una cosa, que hay que tener dinero”, decía Yarza. Un día fueron de excursión al parque de Saint-Cloud y desde la terraza contemplaban París inundada por el sol. “¡Qué admirable ciudad!”, dijo don Fausto. “Sí, qué admirable sería saquearla”, respondió Yarza.

            ---¿Y qué intimidades se nos cuentan de esa famosa Eugenia de Montijo de la que tanto hablan las coplas?

            ---Tuvo su importancia política, por tres veces ocupó la regencia. Ella fue quien llevó al imperio a su mayor gloria, con la inauguración del estrecho de Suez, y al desastre de Sedán. Cuando el desfile triunfal por el estrecho, escoltada por barcos de todas las naciones, casi como si fuera la emperatriz del mundo, unos marineros españoles tuvieron la idea de acercarse en barca a su navío y darle una serenata. Al oír las primeras coplas, Eugenia se asomó a la portilla de su camarote y para sorpresa de todos unió su voz a la del improvisado cantaor: “La pena y lo que no es pena / todo es pena para mí…”. Todo fue pena para ella en el medio siglo que siguió viviendo después de que acabara su papel en la historia.

            ---Veo que hay una página marcada por un menú con el escudo real.

            ---Me ha divertido comparar lo que se servía en las comidas palaciegas de entonces con lo que se come en las de ahora, si he de juzgar por las poquísimas a las que yo he asistido. Os leo: “Había cuatro servicios dobles, es decir, dos sopas, cuatro principios, dos segundos platos, dos asados…”.  Parece que no se preocupaban de guardar la línea. En el Palacio Real de Madrid, la comida del pasado 22 de abril, consistió en sopa de tomate, suprema de merluza y un poco de queso ahumado con nueces y membrillo. Pero en ambos casos, “el servicio se hacía con tanta prontitud y orden que las comidas más espléndidas no duraban más que tres cuartos de hora”.

            ---Pues en Madrid no me extraña, pero en París no me parecen que tuvieran tiempo de masticar adecuadamente.

            ---También está la historia de Home, el espiritista que hacía girar mesas, volar candelabros y oír músicas celestiales que nadie parecía interpretar. Un marqués le prometió una fortuna si le ponía en contacto con su amada, que había muerto hacía poco. “Venid esta noche a mi casa y hablaréis con ella”. Le mandó pasar a una habitación y le dijo que se acostara. A la mañana siguiente, en el dormitorio se encontraron dos cadáveres: el del marqués y el de una joven de sonrisa angelical vestido aún con la mortaja de su entierro.

            ---Con esos libros que te gusta leer, no me extraña que te aburran las novelas, Martín. ¿Cómo seleccionas tus lecturas?

            ---El libro que voy a leer por la tarde, me suele estar esperando, sin que yo sepa siquiera que existe, por la mañana en la librería. Hoy, antes de Los Porches, he pasado por Cervantes y nada más hojear Con la vida por detrás, de Antoine Compagnon, sé que está escrito para mí. Nació en 1950, se jubiló el mismo año que yo y este libro, que reúne su último curso en el Colegio de Francia, habla de la vejez en la literatura y en el arte. de las obras finales de Tiziano o de Rembrandt, de Chateaubriand o de Gide, a veces obras maestras con un brillo distinto, lo “sublime senil”, y otras senilidad y decadencia a secas.

            ---Y lo que tú escribes ahora, ¿dónde lo incluyes’

            ---Ni en lo sublime ni en lo senil, me parece. Yo sigo en mi tono habitual, quizá con algo más de diplomacia, pero no estoy muy seguro.

            ---Tú has sido muy cruel con los escritores viejos. Recuerdo lo que dijiste del Dámaso Alonso de Duda y afirmación sobre el Ser Supremo o del Jorge Guillén de Final, incluso afirmaste que incluía algunos de los peores poemas de la literatura española. ¿No te arrepientes?

            ---No.

            ---¿Ni siquiera de burlarte de los últimos libros de Luis Alberto de Cuenca?

            ---No me he burlado, solo he deplorado que entre sus innumerables amigos y estudiosos no haya alguno capaz de asesorarle adecuadamente.

            ---A tu edad, ya pocos poetas publican algo que valga la pena. ¿No estás pensando en retirarte?

            ---A mi edad Borges publicaba sus mejores libros de poemas.

            ---Pero tú no eres Borges. Ni Pessoa.

            ---Y bien que lo siento.

            ---Cambiemos de tema, Martín. Yo he comenzado a leer este otro libro que tienes aquí, El último vuelo, de Fernando Castillo. ¿Qué te parece?

            ---El tema no puede ser más sugerente, Enrique. Habla de los últimos dirigentes republicanos que abandonaros la Península y de los fugitivos de la Alemania nazi y la Francia colaboracionista. Fernando Castillo, historiador, no escribe novelas, pero es nuestro Patrick Modiano.

            ---Demasiado minucioso para mi gusto. Se pierde uno entre tantos personajes y personajillos. Yo prefiero sus libros sobre Biarritz o Tánger. A veces me recuerda a Juan Manuel Bonet, otro escritor que gusta de acumular fichas y más fichas, Lo edita Abelardo Linares, que anda ahora metido en una hilarante polémica a propósito de unas crónicas de Chaves Nogales recientemente rescatadas y restauradas. ¿Qué opinas de Abelardo como editor?

            ---Que es un excelente poeta y también un poeta, o un Quijote, de la edición. Debería escribir sus memorias. A mí me gustan mucho las memorias de editores. Las últimas que he leído son las de Jacobo Muchnik, Editing, que encontré en un saldo de libros a un euro (sorprende la cantidad de obras maestras o simplemente curiosas que pueden encontrarse por ese precio). Muy seguro de sí mismo, escribe con precisión e inteligencia. Esto le dijo Manuel Aguilar: “El negocio editorial no se basa en la cantidad de gentes que leen libros que no les cuestan nada, porque nunca los compran, sino en esos otros que compran libros con la sana intención de leerlos, aunque no los lean nunca”. Y Robert Laffont: “La relación con los autores se parece a cualquier relación de pareja. Muy agradable y llena de ilusiones al principio. Después, los gruñidos, los reproches, el descontento. Los esfuerzos que el editor hace en favor del autor no valen nada, son bien pronto reducidos a obligaciones incumplidas. Es como si, tarde o temprano, la verdadera cosecha del editor tuviese que ser la ingratitud”. Pero en Editing no hay solo editores y autores, hay también una mágica presencia que ni siquiera se anuncia en el índice. Qué sorpresa entrar en casa de Arthur Miller y encontrarse con Marilyn Monroe como anfitriona.

            ---Creo que tú escribiste algunos poemas suyos. Llevan años circulando por la red, a su nombre, y son muy leídos.

            --No los escribí yo, solo le ayudé a escribirlos. Alguno todavía lo recuerdo: “Soñamos con que nos quieran, / soñamos con amar a alguien, / pero es solo un mal sueño / del que conviene despertar. / La quimera del amor / ha hecho más daño al mundo / que lobos y que ratas y asesinos feroces”. Amigo, traductor y editor de Arthur Miller, Jacobo Muchnik le visitaba siempre que pasaba por Nueva York: “El criado me abría la puerta, pero inmediatamente aparecía Marilyn, resplandeciente como si de veras le acompañara una enceguecedora y misteriosa aureola; siempre solícita, cariñosa. Me tomaba del brazo, me introducía en el estudio de Arthur sin dejar de preguntarme por mi esposa, por mi hija y por mi olvidada úlcera de estómago. Me dejaba con Arthur, anunciaba que iba a salir de compras, se iba y al cabo de un buen rato reaparecía para ir a la calle, con gafas oscuras ‘para no ser reconocida’ y con un gran vaso de leche”. Había oído que era bueno para la úlcera de estómago y nunca se olvidaba de traérselo. Jacobo Muchnik nos ofrece dos o tres estampas de aquella felicidad doméstica que no duró demasiado. Una vez Marilyn leyó en el diario de Arthur Miller, dejado a la vista como por descuido, que en ocasiones se avergonzaba de ella, de su ignorancia. No fue capaz de superar aquel golpe de quien tanto admiraba. Era una estrella, pero seguía siendo una niña desvalida. “Si alguien te preguntara cómo es verdaderamente Marilyn Monroe, ¿qué le contestarías?”, le preguntó a Truman Capote. “Seguro que dirías que una estúpida, una sentimental”. “Por supuesto –le respondió--, pero también diría que eras una hermosa criatura, más hermosa aún por dentro que por fuera”.



           

 

jueves, 3 de julio de 2025

Café con libros: Técnica del golpe de Estado

 

        

---¿Pero es cierto que te han amenazado, Martín, por participar en la Semana Negra? ¿Qué oscuros secretos vas a revelar? Yo que tú me lo pensaría dos veces. Mira lo que le pasó a Julian Assange.

             ---Solo voy a presentar un libro. Lo que parece cierto, según me avisó Xuan Bello, es que por las redes sociales circularon amenazadores insultos. Pero yo no los he leído ni pienso hacerlo.

            (Desde hace algún tiempo, desde 1980 exactamente, todos los viernes, a las siete en punto, voy a tomar café con libros y amigos en una cafetería que ha ido cambiando, pero pocas veces y por razones de fuerza mayor, a lo largo del tiempo. Los libros son el pretexto para una charla en la que no solo se habla de libros.

Algunas de esas tertulias andan por ahí impresas; a la mayoría de ellas, como debe ser, se las lleva el viento. Este verano, mis jefes en el periódico, me han pedido que las transcriba, aunque sea resumidamente, para solaz del lector curioso. Y yo acepto con gusto el encargo.)

            ---Solo voy a presentar un libro que ya se ha presentado varias veces. Es una obra que podrían haber escrito Leonardo Sciacia o Emilia Pardo Bazán, especialistas los dos en crímenes reales. De Pardo Bazán comenté muchas veces en clase un cuento sin ficción, “Como en las cavernas”, en el que anticipa la actual novela policíaca, tan lejana de los acertijos intelectuales y de los sospechosos encerrados en la biblioteca de una casa de campo a la espera de que llegue Poirot y lo aclare todo. El misterio de un crimen, decía Pardo Bazán, no consiste en que se ignoren los autores. “El misterio de un crimen es su psicología, los abismos del corazón que descubre, la luz que arroja sobre el alma humana, sobre el estado social de la nación”. ¡Y qué abismos del corazón descubre el libro que voy a presentar y cuánta luz arroja sobre una ciudad y sobre una universidad que en los años setenta todavía no había dejado atrás el clasismo y el caciquismo decimonónico! Pero mejor hablemos de otra cosa, Ángel. De esta nueva antología de Campoamor, que acabo de preparar, por ejemplo. Me parece que esta vez es la definitiva. Quien lea sin prejuicios De todo lo visible y lo invisible no tendrá más remedio que reconocer que es uno de los pocos poetas del siglo XIX español ha resistido el paso del tiempo y que aún se pueden leer con gusto. El resto queda para los estudiantes de literatura.

            ---Exageras, Martín. No creo que se pueda poner al lado de Bécquer y Rosalía.

            ---Pues yo creo que sí. Y no es menos memorable: “Perdí media vida mía / por cierto placer fatal, / y la otra media daría / por otro placer igual”.

            ---Los poemas breves pase, pero no los “pequeños poemas”. Que no son, por cierto, precisamente pequeños.

            ---Están llenos de malicias y sorpresas. Incluso en uno de ellos se califica a un personaje de “bisexual”, yo creo que por primera vez en la historia de la literatura española.

            ---¡Parece mentira que propongas leer a Campoamor en estos tiempos! ¡Con la que está cayendo! Cerdán en la cárcel y Sánchez como si tal cosa.

            ---Como si tal cosa, tú lo has dicho, Daniel. Gobernando de manera ejemplar y dando ejemplo en unos tiempos en que los líderes de la Unión Europea, los presuntos modelos de democracia, miran para otro lado ante los crímenes de Netanyahu a la vez que corren “a besar el culo”, a Trump”, como él mismo afirma, guiados por el servil secretario de la OTAN.

            ---Eres maestro en el arte de desviar la atención. Ahora nos hablarás de las comisiones ilegales del anterior jefe del Estado y de sus amoríos financiados con dinero público. ¿No se te cae la cara de vergüenza al ver entrar en la cárcel a Cerdán, la mano derecha de tu admirado Sánchez y gestor de los pactos que le llevaron al poder?

            ---No es vergüenza lo que siento, sino indignación. Los jueces están para hacer justicia aplicando la ley, no para hacer política al margen de la ley.

            ---Cuidadito con lo que dices, que te estás metiendo en terreno pantanoso.

            ---Seré muy cuidadoso. Santos Cerdán no ha sido condenado todavía y es posible que no lo sea nunca. De momento se le está investigando, como a Ábalos y a Koldo. De estos dos últimos hay evidencias claras de conducta irregular. En Koldo, cuantiosos incrementos de su fortuna y la de sus allegados; en Ábalos, ciertos alquileres que le fueron abonados por integrantes de la trama corrupta que encabeza no sé qué empresario paseado y jaleado como un héroe por las televisiones. Sobre Cerdán hay muchos rumores, pero ninguno ha llevado a descubrir en él, hasta la fecha, nada presuntamente ilegal. Los dos primeros están en libertad. Al segundo, se le manda a prisión “por el riesgo de destrucción de pruebas”. ¿Qué pruebas va a destruir que no haya tenido tiempo de destruir entre la fecha en que apareció el informe de la UCO y la de su declaración? ¿No mandó registrar el juez la sede del PSOE para encontrarlas? ¿Por qué no hizo lo mismo con su domicilio si pensaba que en él se podía encontrar pruebas incriminatorias? Pues porque la sede del PSOE tiene un efecto político del que carece un domicilio particular. Se le manda a la cárcel, no porque hubiera ninguna razón para ello (Cerdán sigue siendo inocente hasta que se demuestre lo contrario), sino por el bombazo político que supone, como un disparo a la línea de flotación del gobierno.

            ---No sé por qué defiendes tanto a estos corruptos, si tú nunca has tenido ni aspiras a tener ninguna sinecura política.

            ---Defiendo la verdad y la justicia. En la Edad Media, las confesiones se obtenían mediante torturas. Ahora no. Aunque, si bien se mira, hay muchos modos de ablandar a un detenido, sobre todo si es un buen padre de familia que nunca ha pensado que pisaría la cárcel. Imagínate tú que a Cerdán le proponen un pacto. “Si colaboras, sales de inmediato en libertad”. Y que para colaborar no tiene que confesar ningún delito, solo decir que una vez, no sé dónde, oyó decir no sé qué, a un constructor que era amigo de otro constructor que conocía a Pedro Sánchez. Bastaría eso para que salga en libertad, se pasee por todas las televisiones. Sabe de sobra que no van a por él. Que la pieza que se quieren cobrar es otro, el que sostiene un gobierno de libertad y progreso que puede ser el último por muchos años.

            ---Las urnas son las que deciden, Martín.

            ---Pues ya veremos lo que deciden cuando toque y no cuando quieran los que buscan una especie de golpe de Estado. Antes eran los militares los enemigos de la democracia, ahora la han aceptado plenamente y son otros los que la amenazan.

            ---Hablemos de libros, Martín, que es lo tuyo. Esta novela, Misterio en el barrio gótico tiene muy buena pinta. ¿Por qué no la presentas en la Semana Negra en lugar de esa otra que saca a la luz viejas historias de familia?

            ---Porque no me lo han pedido. Es de Sergio Vila-San Juan, conocido mío, excelente periodista. Aún no la he leído. Parece la mejor lectura para una tarde de verano.

            ---¿Y ese otro libro tan curioso que tienes ahí? Euskaleriaren yakintza. ¡A ver si te van a acusar otra vez de colaborar con ETA!  

            ---Uno de esos regalos del azar. Procede del convento de las Pelayas, que están aligerando su biblioteca. El autor, Resurrección María de Azkue, obtuvo la primera cátedra de euskera en 1888 y entre sus contendientes estaban Sabino Arana y Miguel de Unamuno. Se publicó en 1935 y trata de las supersticiones y costumbres de los vascos, Está ilustrada por los mejores pintores del país, entre los que destaca Pablo Tillac. Esta dedicado a su madre, principal informante: “Mientras estando juntos en muchos años, frente a frente en una mesa, al comer y cenar, este vuestro hijo, aficionado a viejos datos, pareciéndole más dulces que la miel los que brotaban de vuestro cerebro, a cada momento sacaba del bolsillo algún papelucho y se ponía gozoso a escribir. Cuántas veces decía la madre a sus hijas, mis hermanas: ¿Para qué querrá nuestro cura estas cositas?”

            ---Qué curioso el capítulo “Seres terribles”, que incluye a los agotes y a los judíos junto al hombre-lobo y a las brujas.

            ---¿Tú crees en las brujas, Martín?, pregunta Aida.

            ---Yo, de todo lo visible y lo invisible, creo solo en el amor, que es increíble.



sábado, 28 de junio de 2025

Al servicio de quien me quiera: Crímenes sin castigo

  

Sábado, 21 de junio
POR FIN

Paso por Gijón con motivo de la feria del libro y, mientras tomamos un café en la terraza del Dindurra, se habla del libro sobre la primera mujer del profesor Alarcos que se acaba de publicar. A Miguel Barrero le interesaría presentarlo en la Semana Negra. “¿Querrías hacerlo tú?”, me pregunta.

---No se atrevería --dice José Luis Argüelles--. Tendría que despedirse para siempre de ser jurado en cierto premio.

---Una razón más para aceptar. Cada año se me hacía más cuesta arriba ese sinsentido. Y la cena final, con el ganador del año anterior abriendo los ojos atónitos ante la cháchara insultante de Josefina, contra algún amigo (“Al Cabezón lo meto en la cárcel cuando me dé la gana”) o contra mí había acabado convirtiéndose en una inverosímil pesadilla. No sé por qué no me he escapado antes. Supongo que, por un mal sentido del deber, creía que era capaz de poner un poco de cordura en aquel disparate y que se lo debía al profesor Alarcos, un sabio al que ahora veo los pies de barro. Si quieres que se presente Desde un jardín de Lausana en la Semana Negra, cuenta conmigo. Ningún escenario mejor para esa historia negrísima.

Lunes, 23 de junio
LA SOSPECHOSA CONFIESA

Qué razón tenían los asesores legales o amicales de la doctora Morató al aconsejarle silencio en la polémica a propósito de su edición de las crónicas de Chaves Nogales.

Hoy María José Solano le hace una amable y extensa entrevista en Zenda y, a vuelta de mucho victimismo y “cientifismo” (¡ella hace ciencia, no como Trapiello y otros simples opinadores!), afirma: “Cuando Abelardo Linares me pasa ese volumen de artículos de Chaves que dice que ‘me encarga’, lo primero que le pregunto es: ‘¿Este trabajo de transcripción quién lo ha hecho?’. Como filóloga que ha dedicado mucho tiempo a la lingüística forense, enseguida divisé algunas cosas que me hicieron sospechar de que ahí había varias manos. Su respuesta fue ‘lo hemos hecho nosotros; la editorial Renacimiento’. No pude obtener otra respuesta más clara”.

            Dejemos a un lado su dedicación a la lingüística forense, lo que resulta demostrado por confesión propia es que Abelardo Linares le pasó un “volumen de artículos” que luego ella se llevó a otra editorial.

            Se burla a continuación del viaje a Cuba de Abelardo Linares para conseguir la colaboración de Chaves Nogales en el Diario de la Marina: “Todo aquel que investigue sobre el periodista sabe que ese viaje a Cuba era del todo innecesario, al menos en lo que concierne a Chaves Nogales, pues sabemos que esos artículos están en la Hemeroteca Nacional y se pueden consultar, leer y estudiar: la mayoría de los números de esos diarios se encuentran digitalizados”.

El que la mayoría de los números estén digitalizados implica que no todos están digitalizados y que, por lo tanto, si se publica una edición completa de los artículos de Chaves Nogales sobre la Segunda Guerra Mundial (como afirma la doctora Morató que es la suya), alguien ha de ir hasta Cuba para consultar los números no digitalizados del Diario de la Marina. Es lo que hizo Abelardo Linares para luego pasarle esos artículos a quien entonces estaba preparando su edición para Renacimiento.

            Queda así claro, y por confesión propia y enteramente voluntaria, sin coacción alguna, que se apropió del trabajo ajeno, del de Abelardo Linares y del de los empleados de su editorial.

Para aliviar la conciencia por ese hecho tan poco presentable recurre a minusvalorar el monto económico de lo apropiado: “En cuanto al dinero invertido en las transcripciones que reclama Linares es de chiste, como si no hubiera ya modo de convertir una imagen en texto editable en un segundo con un dispositivo móvil”.

¡Cuántos empleados de la industria editorial irían a la calle si fuera verdad! Según ella, escaneamos las colaboraciones de un autor en un periódico y en tres o cuatro segundos, con el dispositivo móvil adecuado, ya los tenemos listas para la imprenta.

            Por si faltara alguna prueba adicional de su poco ejemplar proceder, añade que en la tercera edición (parece que la polémica que inicia Juan Bonilla tras la respuesta de Abelardo Linares al reportaje promocional de Babelia le ha resultado provechosa) agradece “al escritor peruano Javier Ponce Gambirazio las imágenes de El Sol que me proporcionó, porque era necesario contrastar todas las fuentes”.

¿Se la proporcionó antes o después de la primera edición? Si fue antes, ¿por qué no se las agradeció en ella? Parece que porque entonces de esos artículos –no uno ni dos, sino más de cien-- solo había visto las transcripciones que le facilitó Abelardo.

            Explica eso que, cuando un artículo aparece en El Sol y en un diario brasileño, prefiera traducir el artículo portugués (incluso es posible que con ayuda de algún dispositivo) que publicar el texto español: los artículos en portugués están digitalizados y a su alcance. Trata de recurrir al material proporcionado por Abelardo Linares lo menos posible, solo cuando no tiene más remedio, como tratando de disimular o atenuar su falta.

Martes, 24 de junio
UN TRIUNFADOR

Me habla José Luis Piquero, que estos días está por Oviedo con Bárbara, de un poeta al que los dos admiramos un tiempo y al que ahora admiramos más bien poco, yo aún menos que él. “Ha envejecido mal. Antes era muy divertido. Ahora se ha convertido en un amargado. Afortunadamente tenemos poco trato. Antes podía llamarme al teléfono a las cuatro de la tarde y estar hasta las nueve contándome sus enfermedades y despotricando contra el gobierno. Tú has envejecido mejor”.

            ---Yo siempre he sido bastante insoportable. Lo que no soy es un amargado, como tantos poetas de mi edad, por el poco caso que se me hace. A mí siempre se me ha hecho poco caso, estoy acostumbrado. Incluso me divierte estar vetado en tantos sitios.

            ---Ya –dice Bárbara--, en el mundillo poético tú eres como un elefante en medio de la habitación al que todos se esfuerzan en no mencionar, pero en el que no son capaces de dejar de pensar.

            ---No puedo estar amargado por la falta de éxito literario porque tengo todo el que necesito, que es poco, la verdad. O mucho, según se mire. A mí, para sentir maravillosamente realizados mis sueños de adolescente enamorado de la literatura, me basta con escribir todos los días y publicar todo lo que escribo.

            ---Pero si luego no le interesa a nadie, no sé de qué te sirve. Pero tú eres de los que todavía confían en la posteridad, tú estás seguro de que van a leer dentro de cien o doscientos años…

            ---Interesa, interesa lo que hago. Y seguirá interesando, no te preocupes. Formo parte, aunque sea en letra pequeña y en una nota a pie de página, de la literatura, pero no del mercado editorial. Mi obra es de dominio público, por decisión propia, como la de Bécquer o Bartrina, y quienes me publican no aspiran a ganar dinero, se conformarían con no perderlo.

            ---Villena, en cambio, ganó bastante, tuvo mucha atención mediática. Incluso a ti, por la época de Las voces y los ecos, te parecía un gran poeta. Luego pasó de moda, se repitió mucho, dejó de estar invitado a todas partes y eso es lo que no ha llevado bien. Menos mal que ya ha dejado de llamarme por teléfono.

            ---Tú disimulas, Martín –añade Bárbara--, pero seguro que te gustaría entrar en la Academia y, cuando seas aún más viejecito, que te den el Cervantes. O que cada vez que publicaras un libro fueras portada en todos los suplementos culturales, como Cercas, Vila-Matas o Pérez Reverte.

            ---Eso último entusiasmaría a mis editores, sin duda. Y a mí no me molestaría, para qué nos vamos a engañar. Pero tiene sus inconvenientes. Tendría que publicar novelones, que no me interesan nada, o disfrazar lo que hago de novela y dejar pasar el tiempo entre un libro y otro para no saturar el mercado.

            ---Eres como la zorra de la fábula. Como no puedes alcanzar las uvas que te tientan, te alejas desdeñoso alegando que están verdes.

            ---Exacto. Esa es toda mi filosofía. Pero las uvas académicas o las colas inmensas en las ferias del libro, te aseguro que me tientan poco. Yo me aburro después de firmar cuatro ejemplares y empiezo a poner garabatos ilegibles.

            ---¿Y a qué aspira uno después de cumplir setenta y cinco años?, me pregunta Bárbara.

            ---Pues a seguir otros setenta y cinco llevando la vida que llevo: levantarme pronto, escribir una hora más o menos, hojear media docena de libros nuevos cada día, leer uno o dos, charlar con algunos amigos, cuidar mis plantas, hacer fotos y subirlas a mi red social favorita, pasear por sendas perdidas, escribir cartas, ejercer de abuelo. Cosas así.

            ---¡Eres un hombre feliz!

            ---La mitad de un hombre feliz. La otra mitad vive angustiada por la marcha del mundo. Estamos en manos de asesinos sin escrúpulos. ¿Sabes a quien me recuerda Trump? A la Tomasa de la presunta novela alarconiana con aranceles en las orejas y misiles en las garras. 



sábado, 21 de junio de 2025

Al servicio de quien me quiera: El arte de envejecer

 

Sábado, 14 de junio
HABLO DE POLÍTICA

Nunca llueve a gusto de todos. Antes me reprochaban que no hablaba más que de política; ahora, con la que está cayendo, que no dedique ni una línea a cónyuges, hermanos y demás corruptos.

            ---Eres como todos. Cuando se pringan los tuyos, miras para otro lado.

            ---Al  contrario, que se pringuen los míos me indigna doblemente, me parece que me salpican también a mí. Lo del hermano, la mujer del presidente y el fiscal general no me salpica de ninguna manera, ni al presidente ni a nadie, solo a las juezas y jueces que han decidido desde el principio que son culpables y luego, como en Alicia en el país de las maravillas, ya se verá de qué. Y el que la oposición pusiera el grito en el cielo y hablara de mafia y apocalipsis con esa guerra judicial de libro, con esas acusaciones populares y jueces por oposición arrimando el ascua a sus intereses políticos, nos ha venido bien. Se han quedado sin adjetivos para calificar lo que es una vergüenza y un mayúsculo escándalo. ¿Cómo pudieron ser ministro y viceministro oficioso ese par de impresentables? Lo del taimado Santos Cerdán es otra cosa: tan cauto que podía engañar al lucero del alba. Y lo habría engañado si no fuera porque al tal Koldo, menudo ejemplo de ascensión social y de hombre hecho a sí mismo, le dio por jugar a Villarejo y grabar las conversaciones con sus compinches. En esta trama, Santos Cerdán quiso jugar al papel de Alfonso Armada, aparecer como salvador cuando estaba más implicado que nadie. De aquel golpe con impulso soberano nos salvó la terquedad de Tejero, de esta suciedad nos salvó la estupidez de Koldo, tan listo por otra parte. Tendremos que agradecérselo.

            ---Tú siempre tratando de darle la vuelta a la tortilla. Pero me imagino que ya te habrás caído de la burra en lo que se refiere a Pedro Sánchez. Le apoyaste desde el principio cuando le expulsaron de la secretaría general. Por las hemerotecas, anda tu clamor de entonces. E incluso te afiliaste al PSOE, tú tan alérgico a cualquier disciplina, solo para votarle en aquellas primarias en las que, al contrario de lo que ocurre en otros países, no podían votar los simpatizantes.

            ---Cierto.

            ---Ahora, me imagino, estarás no solo arrepentido, sino avergonzado.

            ---Ahora estoy con Pedro Sánchez más que nunca. Es la viga maestra que impide que se derrumbe sobre nosotros la negra marea de los Trump, los Milei y los Netanyahu. Espero que no se rinda, que plante cara y que solo se vaya cuando lo decida el parlamento.

            ---¡Eres de lo que no hay!

---Hay bastantes como yo, no te preocupes; por lo menos media España, aunque repartidos desigualmente.

            ---Muy poquitos en la España de verdad y muchos en la que no quiere ser España.

            ---No nos metamos en ese jardín. Quedémonos en lo que tiene de bueno el asunto. Hemos encontrado una panda de facinerosos, o de presuntos facinerosos (esperemos que los jueces hagan ahora su trabajo), y ninguno de ellos podrá disfrutar de su botín en Abu Dabi, que afortunadamente la constitución española solo da licencia para corromperse a un español: el que ocupe la jefatura del Estado.

            ---Estás descalificando la constitución más democrática que hayamos tenido nunca.

            ---No la descalifico yo, la descalifican los “expertos” (pero no, por lo que yo sé, el tribunal constitucional, que no se ha pronunciado) que afirman que, por muchos indicios que haya del cobro de comisiones ilegales y de utilización de dinero público para fines particulares (encuentros con amantes, por ejemplo, que se lo pregunten a Bárbara o a Corina) por parte del anterior jefe del Estado no hay lugar a investigarlo y llevarlo ante la justicia porque esas vergüenzas las tapa la constitución. Aterra pensar que a un Koldo en la jefatura del Estado no habría quién le tosiera. Para hacerse de inmediato republicano. Afortunadamente la constitución (que yo voté y no me arrepiento) no dice eso: el Rey solo no es responsable de su actividad política, esto es, de los actos que son refrendados por el presidente del gobierno o por el ministro correspondiente, que son los responsables de los mismos. En su vida privada, si atropella a alguien cuando conduce bajo los efectos del alcohol o defrauda a Hacienda, se le aplica el código penal, como a cualquier ciudadano. De la constitución no se deduce otra cosa, a no ser que se lea de mala fe o con intenciones espurias.

Martes, 17 de junio
MARTILLAZOS

Me temo que no escogí bien la lectura para el primer café en este día de mi cumpleaños. José Ingenieros titula uno de sus capítulos de su libro El hombre mediocre “La vejez niveladora” y sus frases van cayendo sobre mí como martillazos:

“La sensibilidad se atenúa en los viejos y se embotan sus vías de comunicación con el mundo que los rodea”.

            “El viejo tiende a la inercia, busca el menor esfuerzo; así como la pereza es una vejez anticipada, la vejez es una pereza que llega fatalmente en cierta hora de la vida”.

            “El viejo odia todas las fuerzas vivas que crecen y avanzan, siente un sordo rencor contra todas las primaveras”.

            “La psicología de la vejez denuncia ideas obsesivas absorbentes. Todo viejo cree que los jóvenes le desprecian y desean su muerte para suplantarle”.

            “¿Cómo asombrarnos de que la vejez nos haga avaros, misántropos, regañones, cuando no va entorpeciendo paulatinamente los sentidos y la inteligencia, como si una mano misteriosa fuera cerrando todas las ventanas entreabiertas frente a la realidad que nos rodea?”

            Yo no me veo así, pero qué importa: “Es evidente que el individuo ignora su propio crepúsculo; ningún viejo admite que su inteligencia haya disminuido”.                

Como mi admirado Sherlock, tendré que ir pensando en dedicarme a la apicultura y dejar para otros la tarea de aclarar los enigmas de la condición humana.

Miércoles, 18 de junio
MUERTE EN VENECIA

Me llega la noticia de que ha muerto en el Lido veneciano el pintor Elías García Benavides. Un lugar muy literario para morir. No estaba allí como turista. Pasaba la mitad del año en Venecia, donde tenía casa con una altana desde la que se veía alzarse sobre los viejos tejados el esbelto campanile de los Santi Apostoli.

            Ilustró, con grabados originales, un libro mío de aforismos y poemas sobre la ciudad de Venecia editado por Fermín Santos. La tirada era mínima, creo que treinta ejemplares, y el precio prohibitivo. No sé si se vendería alguno. Lo presentamos en una librería y taller de grabados que estada al lado de Ca Foscari, junto a un puente muy concurrido de estudiantes y un sigiloso canal.

En uno de mis aforismos, que leí en la presentación, decía algo así como que la última pincelada a la obra de arte que es Venecia se la había dado Napoleón. Buena la hice. Uno de los asistentes protestó indignado y se le unieron en seguida otros venecianos de pro. Napoleón es una bestia negra en aquella ciudad, casi tanto como el turismo. No recuerdo cuántos cientos de iglesias me dijeron que había destruido. Pero yo, que no me amilano y que como don Juan Tenorio donde quiera que voy llevo el escándalo conmigo, insistí: “Sin Napoleón, la plaza de San Marco que está en la memoria de todos no sería lo que es; y Venecia, sin la espina dorsal de la Strada Nova, también napoleónica, resultaría inhabitable”.

            Benavides hizo, como Fortuny, de Venecia su ciudad, captó sus cambiantes colores, sus silencios y su música, y murió en el Lido, como el torturado personaje de Thomas Mann. Le recuerdo recriminándome mi falta de tacto (elogiar aquí a Napoleón es como elogiarlo el dos de mayo en Madrid) y llevándome luego a una galería de arte muy cerca de la iglesia de San Moisés en la que se vendía la cabeza de un dios, obra de mi escultor favorito, Igor Mitoraj, por solo medio millón de euros. 

Jueves, 19 de junio
DECÁLOGO
 

Diez cosas, por lo menos, que me ponen de buen humor:

            Dios y don Quijote, la Biblioteca de Alejandría y el Museo del Prado.

            Los periódicos que cada día traen un nuevo capítulo de mi novela por entregas favorita, la historia del mundo.

            Nueva York y Venecia, Aldeanueva del Camino y Segura de Toro.

            Los libros que leer cada día y que me esperan sin falta cada día en la mesa de novedades, en un mercadillo o el buzón del correo.

            Haber olvidado el daño que me hicieron y no poder olvidar, aunque lo intente, el que hice.

            No haber tenido hijos, pero sí nietos.

            El café y el vaso de agua que me traen sin pedirlos en cuanto entro en Noor, en Los Porches o en el McDonald’s de Los Prados, siempre con un libro en las manos.

            Que me toque recoger a los niños a la salida del colegio.

            La conversación interminable con fieles o cambiantes amigos que empezó en 1980 y que todavía continúa todos los viernes a la siete de la tarde.

Haber conocido el amor y haber salido indemne.

Viernes, 20 de junio
UN CANTAR

“El arte de envejecer / es un arte complicado, / pero qué fácil parece / si me llevas de la mano”.


sábado, 14 de junio de 2025

Al servicio de quien me quiera: No quise saber

 


Sábado, 7 de junio
MIRO PARA OTRO LADO

---¿Has leído la novela de Lio Schumer, que en realidad se llama Lioba Schuhmacher y es catedrática de Filología Inglesa en tu universidad?

---Yo no leo novelas y menos de aficionados al género.

---Desde un jardín en Lausana no es una novela es una investigación sobre un “true crime” en la que por razones legales se disfrazan, poco, los nombres de los protagonistas, un prestigioso lingüista, una joven alumna suya que lo seduce y la esposa del primero a la que someten a un minucioso tormento para privarla de su hijo, sus bienes y hacerla enloquecer. Cuentan para ello con la complicidad de las gentes de Vetusta. Un crimen perfecto que si ahora sale a luz es por la saña con la que se quiso borrar cualquier vestigio de esa mujer maltratada durante los homenajes en el centenario del ilustre académico. A tu admirado Ángel González, que hace un breve cameo, se le llama Serafín Gómez.

---Pues lo siento mucho pero no pienso leer una supuesta novela que parece más bien un vengativo libelo.

---Sí, mejor que no la leas. Ese crimen tuvo muchos cómplices, en mayor o menor grado, toda la bien pensante Vetusta, y no vaya a ser que al final descubras que tú fuiste y has seguido siendo uno de ellos. Mejor practica la técnica del avestruz, mira para otro lado, que es lo más recomendable para llevar una vida sin problemas.



Lunes, 9 de junio
DE DÓNDE VENIMOS

Ayer vi en el escaparate de la librería de viejo que tengo al lado de casa, y que tantas alegrías me proporciona, una edición facsímil del semanario falangista Arriba. Hoy, cuando paso a comprarlo, ya no lo veo. Me extraña que se haya vendido tan rápido. “No, no se ha vendido –me dicen--. Lo quitamos del escaparate porque nos dijeron que podíamos ir a la cárcel”. Sonrío. ¡Hay que ver cómo interpretan algunos las leyes de la memoria histórica!

Junto a la reproducción de Arriba, viene la de No importa, que lo sustituyó tras el triunfo del Frente Popular. El editorial de uno de los últimos números, el del 6 de junio de 1936, se titula “Justificación de la violencia”. Con letras mayúsculas se afirma: “Ya no hay soluciones pacíficas”. Y continúa: “La guerra está declarada y ha sido el gobierno el primero en proclamarse beligerante”.Termina reclamando para la Falange “los laureles frescos de la primacía en esta santa cruzada de la violencia”.

Paso la página y me encuentro con un suelto anónimo: “Un falangista muerto y vengado”. En un enfrentamiento de dos falangistas con veinticinco o treinta comunistas (muchos parecen), estos hirieron mortalmente de un tiro a Pascual López Gil. “Dos días después irrumpieron en una taberna de la calle Cartagena, donde esos comunistas se reúnen, varios camaradas del caído, y con armas de fuego y blancas, dieron muerte a cuatro de los comunistas”.

Conviene recordar de dónde venimos, pero confiemos en que no sea una profecía de a dónde vamos.



Miércoles, 11 de junio
TINTA DE CALAMAR

¿Pero has visto la que se está armando con el asuntillo ese de Chaves Nogales? Réplica va y contrarréplica viene. Ahí echa su cuarto a espadas hasta el lucero del alba. Lo que me sorprende es que la principal afectada, la doctora Morató, no diga ni pío. ¿No te lleva eso a sospechar que pueda ser un heterónimo de Juan Bonilla?”, escucho en un mensaje de voz a mi amigo José María Sánchez y Torreño.

“La verdad es que he dejado de seguir esa polémica”, le respondo por escrito. Todo es tinta de calamar esparcida por Juan Bonilla para tapar el poco elegante, por decirlo de alguna manera, comportamiento de su esposa, la doctora Morató. Que no es, por cierto, un invento suyo, como quizá lo sean algunos de los (y de las) comentaristas que intervienen en esa batallita; de serlo, tendría mejor prosa. Lo único que ha quedado claro es que lo que textualmente afirma en su nota a la edición (“Los artículos pertenecientes al medio argentino fueron localizados por el editor y poeta Abelardo Linares”) resulta incierto: antes de él los localizaron otras personas. Lo que tendría que hacer no es esconderse tras su locuaz cónyuge, sino pedir disculpas del error y redactar esa nota como debería haberla redactado desde el principio: “Los artículos aparecidos en el diario argentino El Sol me fueron facilitados por el poeta y editor Abelardo Linares, quien viajó a Buenos Aires para repasar número por número la colección del periódico, los fotografió, encargó su transcripción, revisión y una primera maqueta de los mismos con destino a su publicación, junto a otros encontrados y transcritos por mí, en la editorial Renacimiento; esa edición la firmaría y la prologaría yo”. Y que luego explique su oficioso abogado defensor, si puede, por qué cuándo se marchó, por muy respetables razones, en las que no vamos a entrar, a otra editorial no devolvió el trabajo ajeno o al menos pidió permiso para utilizarlo,



Jueves, 12 de junio
EL AZAR OBJETIVO

Me llega un tomo con “los textos esenciales” de un filósofo argentino, Vicente Fatone, al que ni siquiera había oído mencionar, y al hojearlo al azar lo primero que me encuentro es un artículo que a más de uno de mis contertulios habituales le parecería que habla de mí. “Yo siempre tengo razón”, se titula. Y la frase inicial: “Quien no piensa como yo está equivocado”.

Y algo puede aplicárseme, me temo, aunque yo matizaría el título para hacerlo verdadero: “Yo siempre tengo razón, salvo cuando no la tengo”. Pero eso ocurre pocas veces, añadiría.



Viernes, 13 de junio
EL ESQUELETO EN EL ARMARIO

No quise saber y, sin embargo, supe” se lee al comienzo, tan impactante y tan memorable, de Corazón tan blanco. Yo no quise leer y sin embargo leí Desde un jardín en Lausana,  aunque sospechara que de su lectura no podía salir indemne. Es la historia de un crimen legal. Apenas conocí a la víctima, a la solo que alguna vez vi, ya como Ofelia con la razón perdida, toreando el tráfico en las calles de Oviedo, pero he tenido mucho trato con los verdugos y sus cómplices.

El acto central de esta Tragedia en tres actos, como la novela de Agatha Christie, es el pleito para lograr una anulación matrimonial. Ya sé que ninguna separación es fácil, que en todas la parte contraria es un ser deleznable, que suele asomar en ellas lo peor del ser humano, pero en este caso, en tiempos en que no había divorcio e intervenía un tribunal eclesiástico, la negrura y la crueldad se acentuaron.

La autora toma partido por la esposa, cierto, y sus opiniones y su información pueden resultar discutibles, pero los documentos que aporta son irrefutables. El 17 de junio de 1969 –yo cumplía 19 años y era estudiante universitario-- se reúnen los abogados de ambas partes y, ante la petición de la mujer de que le sea concedida “la posibilidad de continuar en el uso de la vivienda común de la que, realmente, el marido poco uso hace”, el representante del marido responde que quien debe quedarse con la vivienda es este por ser un catedrático de universidad de reconocido prestigio y tener en ella su despacho y biblioteca. Su mujer y madre de su hijo, que entonces cursa estudios universitarios en Valladolid, “en rudo contraste es una mujer sola, sin carrera ni profesión de ninguna clase, que encuentra sencillo y fácil acomodo y acogida en régimen de habitación con derecho a cocina, o sin ella, o incluso en régimen hotelero; y no digamos si, como mujer que no puede desconocer ‘las labores propias de su sexo’ colabora en el régimen doméstico, limpieza, arreglo de camas, etc., habitual en toda casa”.

A Clarisse Grenier, hija de un catedrático suizo, con estudios universitarios (aunque sin título, los abandonó al casarse), esposa durante mas de veinte años de un profesor que acabaría en catedrático ilustre, madre de su hijo, colaboradora de muchas de sus obras (le traducía la bibliografía científica de las lenguas que él ignoraba o conocía insuficientemente, le mecanografiaba los textos), se la expulsó de casa, se la condenó a vivir de pensión en pensión, no se le concedió ayuda económica alguna. ¿Cómo no iba a enloquecer hasta convertirse en objeto de mofa para la clasista Vetusta y morir, abandonada de todos, en un centro psiquiátrico? Su hijo, que entonces no fue capaz de reaccionar y hacer lo que debía, ahora, arrepentido, colabora en esta reivindicación de una mujer ejemplar, despojada de todo con el permiso de la autoridad competente.

Yo hubiera preferido no leer, pero he leído, y ya no puedo considerar de la misma manera a quien tuve por maestro y a quienes tuve por amigos.



sábado, 7 de junio de 2025

Al servicio de quien me quiera: Increíble, pero cierto

 


Domingo, 1 de junio
COMIENZAN LOS REGALOS

La película que voy a ver este domingo, siguiendo con una costumbre a la que soy fiel desde la adolescencia, comienza con una fecha: 1950. “Podía ser la película de mi vida”, me digo. Pero no. Es solo el primer regalo de mi cumpleaños, porque hoy –caigo de pronto en la cuenta– comienza el mes en que nací y a mí me parece poco un día para celebrar tan fausto acontecimiento. Siempre lo celebro el mes entero y así se multiplican los regalos.

El primero es espectacular, nada menos que una nueva película de Wes Anderson, mi cineasta favorito. La historia que nos cuenta La trama fenicia, si no la contara él, podría resultar un indigesto disparate. Pero qué maravilla. Algo tiene del mundo de los tebeos, de las viejas enciclopedias, de los libros de viaje con grabados ilustrados a mano.

Como siempre, me identifico con el protagonista, ese empresario sin escrúpulos que escapa de todos los peligros, y también con casi todos los otros personajes, especialmente con ese tutor que tanto sabe de insectos y que es además agente doble.

–¿Y cuántos años cumples?, me pregunta un amigo cuando, al salir del cine, mientras regreso a casa, me lo encuentro en el parque de Santullano.

–Cuarto y mitad, como a mí me gusta decir. Medio siglo veinte y un cuarto del veintiuno. O sea, setenta y cinco.

–Pues no los aparentas, pero no sé cómo a esa edad te quedan todavía ganas de celebrar el cumpleaños. Yo hace poco que cumplí sesenta y no estaba para fiestas.

–¡Sesenta! Plena juventud. Pero los setenta y cinco tampoco están mal, te lo aseguro. Yo ahora mismo firmaría por seguir teniéndolos durante los próximos treinta años por lo menos.


Lunes, 2 de junio
DE BUENA SE HA LIBRADO

Me envían un artículo de Juan Manuel de Prada protestando de que se haya rechazado la candidatura de Luis Alberto de Cuenca a la Academia. Sonrío al leerlo. El bueno de Prada es como un niño con una metralleta. Menos mal que es una metralleta verbal y así no nos salpica la sangre.

La primera ráfaga: “Una señora detuvo un día en la calle a Paul Valery y le pidió ayuda porque no era capaz de explicar a su hijo la diferencia que hay entre un toro y un buey. Entonces el gran poeta francés le dijo: Un toro es un escritor antes de entrar en la Academia y un buey es el que ya ha entrado”.

La mala intención está clara, el raro funcionamiento cerebral también. Pasemos por alto que Paul Valery fue académico, por lo que mal podía dar esa respuesta, y que si hubiera una madre con semejantes preocupaciones –que ya es suponer– no buscaría un poeta para aclarárselas, pero lo que se deduce de esa anécdota es la suerte que ha tenido Luis Alberto de Cuenca al ver rechazada su candidatura.

En lugar de disparatar indignado, lanzando insultos a diestro y siniestro, Prada tendría que haber felicitado a su amigo.

–Enhorabuena, Luis Alberto. ¡De buena te has librado! Has estado a punto de perder tus atributos viriles, con lo que a ti te gustan las buenas mozas. No se te ocurra volver a intentarlo. ¿Qué pintas tú en uno de esos sillones con olor a pis rancio?

Pero pedir racionalidad a ciertos escritores, a ciertos periodistas, es como pedir peras a un cactus o bondad de corazón a la inteligencia artificial.

Leo y releo el artículo de Prada y cada vez me fascina más. Es como el cerdo, ibérico por supuesto, no tiene desperdicio. Le reprocha a los académicos lo que hicieron allá por 1920 o 1930. ¿Se habrá creído acaso eso de que son inmortales? Y luego arremete contra los periodistas de El País que “le lamían las almorranas” a Cebrián y contra “el gremio de los lingüistas” y contra los departamentos universitarios, “atestados de mediocrillos y casposos que, como los eunucos, saben cómo se hace pero no pueden hacerlo”. Y concluye que a esa caterva de bueyes (bueyes solo por haber entrado en la academia, recordemos, donde debe haber un capador que actúa de oficio tras el discurso de entrada) “un poeta que escribe como los ángeles les jode”.

¿Un poeta que escribe como los ángeles? ¿O que escribía? ¿Habrá leído Ala de cisne, el último libro de Luis Alberto de Cuenca? A los que le admiramos y le queremos nos resulta doloroso pasar de un presunto poema u otro todavía más presunto y plano. La decadencia empezó hace algunos años, pero ahora ya es imposible mirar para otro lado. Nadie, sin embargo, se atreve a decir nada y yo menos que nadie, por supuesto, pero no tengo claro si este callar y elogiar y dejarle hacer el ridículo no es más cruel que advertirle sinceramente de que ya solo añade borrones a una limpia ejecutoria.

Me queda la sospecha de que, no ya los periodistas culturales, que elogian lo que toca cada semana, sino incluso aplicados estudiosos de la obra de Luis Alberto de Cuenca, como el infatigable Adrián J. Sáez, organizador de congresos y autor de varias ediciones críticas, sepan distinguir entre los poemas de La caja de plata y los de Ala de cisne. Quizá no practiquen esa virtud para la que yo soy negado, la diplomacia, al elogiar su último libro y lo hacen con toda sinceridad.


Miércoles, 4 de junio
GUERRA DE GUERRILLAS

El mismo día en que Abelardo Linares publica su réplica al acrítico ditirambo aparecido en Babelia sobre el primer tomo de los presuntos diarios de Chaves Nogales que edita Yolanda Morató (aparecida en el ABC porque El País no quiso acogerla) le responde Juan Bonilla en Jot Down. Rapidez se llama esa figura.

Me divierte leer que la editorial Renacimiento publica muchos libros, “no todos mediocres”. Claro, ¿cómo van a ser todos mediocres si ha publicado más de una docena de libros suyos y el único de la Dra. Morató, que es como él llama a su mujer, Yolanda Morató?

“Como todos los enemigos mortales, comenzamos siendo los mejores amigos”, podrán decir a partir de ahora Bonilla y Abelardo, que hasta hace poco comían juntos todas las semanas y el primero dirigía la revista Calle del Aire (no sé si por amor al arte, como hacía yo con Clarín) que publicaba el segundo, además de prologar incontables rescates de la casa. Es frase que yo repito mucho.

Pero no creo que el segundo sea nunca enemigo mortal del primero. Le dolerá un poco esta réplica, por lo que tiene de amistad traicionada, pero seguro que le divierte más. Juan Bonilla da la impresión de hablar por boca de ganso, de limitarse a adornar, muy en su estilo, con una anécdota ciclista unos argumentos que alguien le ha pasado. Por supuesto, recurre al victimismo feminista. Abelardo Linares se dedicaría a ningunear a las mujeres. Una de las ninguneadas sería Lola Burgos. Fue ella quien dio noticia de las colaboraciones de Chaves Nogales (y de Corpus Barga) en el diario El Sol. Es posible que Lola Burgos haya sido ninguneada, pero no por Abelardo Linares, sino por la propia Yolanda Morató. En la “Nota a la edición” de los Diarios de la Segunda Guerra Mundial –que no son diarios– escribe: “Los artículos pertenecientes al medio argentino fueron localizados por el editor y poeta Abelardo Linares”. Y ni una palabra para Lola Burgos, la “segunda mujer borrada”, según Bonilla, por el editor de Renacimiento, ese “cornudo que tiene derecho a la queja lastimera”.

No sigo glosando. ¿Para qué? Da la impresión de que el panegirista de la Dra. Moratón no ha leído con atención el libro que defiende, en el que no escasean los párrafos repetidos ni las frases de dudosa gramaticalidad. El propio Bonilla cuenta que Abelardo Linares estaba preparando un volumen con los nuevos artículos de Chaves Nogales. Y si los tenía, ¿por qué no los publicó?, se pregunta retóricamente. Y él mismo se responde: “estaba esperando que la Dra. Morató se los editara”. Claro, le había encargado a ella la edición. Ya le había publicado otro libro, una investigación de corte académico, Manuel Chaves Nogales. Los años perdidos. Pero resulta que la Dra Morató cortó su relación con Renacimiento molesta porque el editor no la citaba en las entrevistas que le hacían. Y se fue con la edición que preparaba a la competencia, llevándose no solo los artículos que había encontrado ella, sino los que le había pasado el editor que abandonaba, localizados y escaneados –no hay versión digital-- en sus viajes a Buenos Aires.

No sé qué nombre habría que darle a eso, admirado Juan Bonilla (cuando haces literatura, no cuando te metes a abogado defensor), pero seguro que ninguno suena demasiado bien.

Lo de la historia del cable submarino como justificación de que, para disimular el hurto, se prefiera traducir a Chaves del portugués antes que utilizar el original español quede para otro momento. Es una historia de surrealista humor que no superaría Gila.


Viernes, 6 de junio
OTRO REGALO

No hay día sin regalo en este mágico mes. Hoy me llegan los primeros ejemplares de mi antología de Campoamor, un poeta denostado al que no me canso de reivindicar ni de citar: “Todo en amor es triste, / mas triste y todo es lo mejor que existe”. El título procede de otro dístico suyo: “De todo lo visible y lo invisible, / crees solo en el amor, que es increíble”.