sábado, 26 de marzo de 2022

Elogio de la cordura: Mi deporte favorito

 

Sábado, 19 de marzo
PIENSO COMO UN NIÑO

Me he pasado la vida escribiendo sobre los libros de los demás, pero sobre los míos se ha escrito poco. No he practicado el intercambio de elogios. Y no es que me moleste demasiado, salvo por lo que pudiera tener de publicidad que ayude a la venta. De ahí mi sorpresa cuando hojeando la nueva edición de Teatro de variedades, que recibí hace unos días, me encuentro con que Juan Bonilla me dedica un capítulo, “Agarrar la vida”. Halaga mi vanidad, aunque no salgo muy favorecido. Aprovecha para sacarse algunas espinitas que al parecer le he ido clavando desde hace años en mis diarios y en mis reseñas (he comentado puntualmente casi todos sus libros). Lo que yo diga en estas últimas no le preocupa por su escaso efecto: “Nadie —que yo conozca— me lee porque él me haya recomendado, y nadie —que me importe algo— me deja de leer por haber oído el sonido de sus palmetazos”. Una sana actitud que deberían compartir otros escritores, más o menos ilustres, a los que trato sin los miramientos habituales. Pero no todo el mundo es tan equilibrado como Juan Bonilla. En otro capítulo del libro, dedicado a las memorias de Alice Denham, se refiere a esos autores que “a pesar de sus gloriosas ventas, de sus apariciones en revistas, radios y televisiones, son tan débiles que una pequeña nota negativa en cualquier periódico provinciano consigue que se les derrita la seguridad y entren en depresión”. Afortunadamente, Juan Bonilla no es de esos. Yo tampoco. Y por eso sonrío cuando leo: “José Luis García Martín, cuando se mete en política, habla como un genio, porque está a punto de convencerte de sus sofismas, hasta que te das cuenta de que piensa como un niño que cree en los Reyes Magos y en los derechos de autodeterminación de las regiones millonarias o en la posibilidad de que un tirano más o menos venezolano sea menos tirano de lo que es porque quienes lo denuncian no son santos”.

            Lo primero es como decir que el derecho al voto está bien en los países pobres, pero no en los ricos. Y de lo segundo, mejor no hablar. ¿Un tirano Hugo Chávez? Poco sabe de tiranos el bueno de Bonilla. No sé si sus políticas —aplicadas siempre con el apoyo mayoritario de los ciudadanos democráticamente expresado, con referéndum revocatorio incluido— fueron buenas o malas para su país, pero sé que la catastrófica situación actual de Venezuela se debe menos a esas políticas que a las sanciones aplicadas por Estados Unidos, con el apoyo, como de costumbre, de los monaguillos de la Unión Europea, para derribar primero a él —se les adelantó la enfermedad— y luego a su sucesor. En cualquier caso, criticar los métodos “democráticos” de la oposición para derribarle no me parece a mí que sea defenderle.

            ¿Eso es pensar como un niño? Bueno, ya se sabe que el genio es la infancia recuperada a voluntad. 

Lunes, 21 de marzo
HABLA DE MÍ

Al entrar en el despacho del Milán, me encuentro, como casi siempre, con un regalo. Víctor Vázquez Quiroga, al que apenas conozco (me escribió a través de la editorial para quejarse de mis reparos a Mainer), me envía desde Monforte de Lemos, donde vive, el tomo del diario de Julien Green correspondiente a los años 1946-1950. Lo acaricio, huelo el papel amarillento (tiene los mismos años que yo) y lo abro al azar: “Cuando tiene razón, tiene razón de una manera agresiva; la bondad en él toma un aire de condescendencia y uno está tentado, a pesar suyo, de ponerse del lado de sus adversarios”. Habla de Claudel, pero me parece que podría estar hablando de mí.

Martes, 22 de marzo
SOY UN DEMAGOGO

“¿No te conmueve su situación?”, me dice un amiga que pide dinero para los refugiados de Ucrania. “¡Tienes un corazón de piedra!”

Es posible, pero una cabeza que todavía funciona y se niega a hacerle el juego a Biden, Macron, Boris Johnson y otros líderes que han encontrado en Ucrania el remedio seguro para sus problemas electorales.

—Y para fastidiar a políticos que no te gustan te niegas a aliviar las penalidades de los pobres refugiados.

—Trato de ayudar a los que más lo necesitan, pero es difícil hacerlo. Nadie pide para ellos. Ayer leí una crónica de Silvia Ayuso que cuenta cómo el albergue juvenil de Calais se ha convertido en centro de acogida para refugiados ucranios. Es casi un hotel de lujo, a dos pasos del mar, con jardín. Allí, además de productos básicos, reciben ayuda para gestionar de inmediato sus papeles. Lo pueden hacer por Internet. Si tienen que acudir al consulado británico, que se ha abierto para ellos en una localidad cercana, tienen un vehículo continuamente a su disposición. En Gran Bretaña los reciben con los brazos abiertos, a fin de cuentas han sacado a Johnson de la resaca producida por las cervezas que al parecer se bebía durante el confinamiento. Todo perfecto, si no fuera porque en torno a ese lugar, cercano al puerto, hay que atravesar carreteras, calles y parques  rodeados de vallas y hasta muros de hormigón con concertinas. Se trata de dificultar el acceso a los miles y miles de migrantes que tratan de llegar a territorio británico. Muchos han huido también de un país en guerra, pero de una guerra más o menos remota a la que no se puede sacar rendimiento electoral. Muchos vieron como sus compañeros se ahogaron al cruzar el Mediterráneo en patera y ahora quizá se ahoguen ellos al tratar de cruzar a nado el canal de la Mancha.

—¡Eres un demagogo! Esas pobres gentes no son europeos, como los de Ucrania.

—No, no son arios. Son musulmanes e incluso negros. Hace bien la culta Europa en pagar a Turquía para que los retenga en campos de concentración y el gobierno de España en traicionar a los saharauis para que Marruecos contenga mejor a esa chusma de desarrapados.

Miércoles, 23 de marzo
CHAPUZA MUNICIPAL

A Antonio Gamoneda, de quien fui admirador y amigo y de que quien me distanciaría progresivamente (el guerra civilismo poético de los ochenta nos colocó en trincheras enfrentadas), le han homenajeado colocando una placa donde estaba su casa natal. Conocía el lugar, en la calle Melquiades Álvarez, al lado de una tienda de ultramarinos de las de antes, Casa Veneranda, y esta mañana me acerco a verla. Quedo espantado. Menuda chapuza. ¿Pero es que no hay nadie en el Ayuntamiento de Oviedo con un mínimo de sensibilidad estética? Copio el texto: “En este solar, el / 30 de mayo de 1931, / nació el poeta / Antonio Gamoneda, / premio Europa y premio Cervantes / de las letras españolas”. Qué horror, qué inmenso horror. ¿Pero a quién se le ocurrió hacer nacer al poeta en un solar? ¿Y encabalgar el artículo en la primera línea? ¿Y qué premio es ese, el Europa, que algún resumidor del currículum ha considerado digno de figurar en el bronce? ¿Y lo de llenar una línea con “de las letras españolas”, como si hubiera un Cervantes de las letras húngaras o catalanas?

            Es en casos como este cuando lamento ser un don nadie, no tener ningún poder. Si lo tuviera, le diría al alcalde: “Quite usted esa torpeza, indigna de la ciudad y del homenajeado y coloque de inmediato otra placa más adecuada, pagándola de su bolsillo, por supuesto”. Incluso me atrevería a sugerirle un texto:

ANTONIO GAMONEDA
POETA DE LA POBREZA Y LA MEMORIA
NACIÓ EN ESTE LUGAR
EL 30 DE MAYO DE 1931
 

            También podría ser “poeta / de la lucidez y el compromiso”, como él prefiriera. Redactar una inscripción que se pretende memorable, señor alcalde, no está al alcance de cualquier rutinario funcionario. 

Jueves, 24 de marzo
TOCAR LAS NARICES

Acabo gozosamente fatigado, tras tres horas y media de debate en la tertulia virtual de los miércoles. Eran todos contra mí, o mejor, yo contra todos, que es mi modo de combate favorito. Se hablaba de lo políticamente correcto y si suponía o no un nuevo modo de censura. Naturalmente, del mayor al menor —de Jon Juaristi a Daniel Rodríguez Rodero— todos estaban en contra. Ya se sabe que en España lo políticamente correcto es presumir de no ser políticamente correcto. Yo, como siempre, me atuve al sentido común: criticar los abusos no es criticar el uso. Un coplilla más o menos popular dice así: “Me casé con un enano / pa jartarme de reír. / Le puse la cama en alto y no podía subir”. Que no se cante ya en público, ¿es un triunfo de la censura? La tolerancia cero en los abusos sexuales, ¿supone convertirnos en una sociedad represiva? No reírnos de la bromas que menosprecian a la mujer —lo de los cabellos largos e ideas cortas, que decía Schopenhauer—, ¿es haber perdido el sentido del humor?

            Claro que si ser políticamente correcto es aceptar borreguilmente la verdad oficial de cada momento, yo sería lo menos políticamente correcto del mundo. A fin de cuentas, tocar las narices siempre ha sido uno de mis deportes favoritos. “Pues cualquier día te rompen la tuya”, me advierte un amigo. Por suerte sigo ágil y hábil en el arte de driblar y esquivar los golpes.



 

 

 

 

sábado, 19 de marzo de 2022

Elogio de la cordura: El pasado que vuelve

 

Sábado, 12 de marzo
UN PUÑETAZO

Hubo un tiempo en que yo soñaba con encontrar tesoros, pero no de joyas ni monedas, sino de libros que no se encontraban en ninguna parte. Por Ínsula, que leía en la biblioteca Bances Candamo, sabía de la obra de Sender, de Ayala, y sobre todo del poliédrico Max Aub, pero ninguno de sus libros estaba a mi alcance. Hoy encuentro en la casa de Avilés Mis páginas mejores de Max Aub, quizá lo primero que se editó de él en España tras la guerra civil —yo lo compré a finales de los sesenta— y lo hojeo con emoción. Ahora soy yo el escritor “en los umbrales de la vejez” que habla en el prólogo: “No hice sino escribir porque es lo único que me divierte. Llevo la literatura en la sangre. Mi amargura es no ser mejor escritor del que soy”.

            “Hice lo que pude”, añade luego y aclara que mintiendo. ¿Hice yo lo que pude? Creo que sí. Podrá faltarme talento, pero no ganas ni tiempo ni voluntad.

            Hojeo el libro dejándome llevar por la melancolía, pero de pronto siento un puñetazo. En “Las conversaciones de San Cristóbal”, una de las partes de la ficticia biografía de Jusep Torres Campalans, habla el pintor con el biógrafo, que lo creía muerto y lo ha encontrado en una aldea de Chiapas: “Las mujeres son aquí como las había soñado: agradecidas en cualquier momento. Siempre dispuestas a lo que se quiera: obedientes. No esclavas: es su gusto, serviciales y calladas. Físicamente, para los europeos, tienen el defecto de no ser del mismo número: de la cintura para arriba uno, de ahí para abajo menores. Se acostumbra uno fácilmente. Y una piel como no la hay. Con la gran diferencia de que aquí están deseando tener hijos, no para echárnoslos encima, sino para tenerlos ellas, porque es lo natural. En Europa, al contrario, lo que temen es quedar preñadas”.

            Pocos párrafos tan ofensivos para las mujeres y tan representativos de la mentalidad colonial. Obedientes, serviciales, calladas, siempre dispuestas a dar placer al hombre, así debían ser. Y dejarse preñar y malcriar luego a sus hijos como pudieran sin molestar al varón.

            Es una novela, esa era la mentalidad de la época, ¿de qué me escandalizo? De que el autor, que aparece también como personaje, no replique nada. De que la novela se reedite sin que nadie ponga peros a ese párrafo.

            —¿Y qué harías tú? ¿Censurarlo?

            —Comentarlo, no dejarlo pasar sin más.

            Vuelvo a Oviedo, busco el libro, y respiro aliviado al ver que esas palabras terminan con una nota. “Seguro que Max Aub se distancia de alguna manera”, pienso. Pero en la nota solo se lee: “¿Hasta qué punto, pienso, se trasluce aquí cierta amargura contra Ana María Merkel?”

            A Max Aub, como a sus lectores de entonces, esas palabras le parecían una gracia, o quizá una exageración, pero nunca una barbaridad. Algo hemos cambiado, y para bien.

Domingo, 13 de marzo
VER LO QUE NO VEÍAMOS

Algo hemos cambiado. No podemos leer hoy como leíamos ayer. En el Fontán encuentro Del sentimiento trágico de la vida en una edición de 1931. Yo leí ese libro de Unamuno muy joven y tardé en recuperarme de la impresión. Seguro que entonces no me percaté —hemos tardado todos en percatarnos— de lo que inmediatamente me llama la atención al releer, sentado en un banco al grato sol primaveral, el primer capítulo. Se titula “El hombre de carne y hueso” y en sus diecisiete páginas repite no menos de ochenta veces la palabra “hombre” y una sola la palabra “mujer”.

            —Martín, ya estás como esas feministas enloquecidas. “Hombre” en tiempos de Unamuno, y hoy en día, significa tanto hombre como mujer. Es el término no marcado de la oposición masculino-femenino. Si a alguien le preguntan si tiene hijos, le preguntan por los hijos y las hijas.

            —De sobra me sé ese argumento gramatical. Pero la realidad es otra. Cuando Unamuno habla de hombre se refiere quizá, en su intención, al ser humano en general, pero consciente o inconscientemente deja fuera a las mujeres. Y eso se puede demostrar. Te leo un párrafo: “El teléfono puede servirnos para comunicarnos a distancia con la mujer amada. Pero esta ¿para qué nos sirve?”

            El teléfono le sirve al hombre, entre otras cosas, para comunicarse con la mujer amada. El hombre del que habla Unamuno no es el ser humano en general.

            Otra prueba: “A medida que se cree menos en el alma, es decir, en su inmortalidad consciente, personal y concreta, se exagera más el valor de la pobre vida humana. De ahí arrancan todas las afeminadas sensiblerías contra la guerra”.

Esas sensiblerías afeminadas son las de ciertos hombres, a los que les ha dado por el pacifismo; a las mujeres no se les puede descalificar como “afeminadas”.

            Las mujeres —ciertas mujeres— nos han enseñado a leer de otra manera. Y los maestros de antaño nos muestran ahora sus desconchones.

Lunes, 14 de marzo
POR QUÉ SOY TAN ANTIPÁTICO

—Hay dos cosas, Martín, que te perjudican mucho y que deberías tratar de cambiar. Una, esa manía tuya de creerte más listo que nadie; la otra, cuando comentas un libro, aunque sea de tu mejor amigo, destacar siempre los puntos débiles.

            —No es que yo me crea más listo que nadie, qué tontería. Soy bastante bueno para detectar el talento ajeno, el talento literario sobre todo, pero no solo. No me creo más listo que nadie, Xuan, faltaría más, aunque a menudo pueda dar esa impresión. ¿Y sabes por qué? Si se colocan varios diapasones muy cerca uno del otro, cuando se golpea uno todos se ponen a vibrar con la misma nota. La gente común, la mayoría de la gente, es igual. La prensa oficial les dice que Rusia es culpable y todos se ponen a aullar contra Rusia mientras corren a alistarse en la División Azul.

            —¡Ya estás defendiendo otra vez a Putin! Eres incorregible.

            —Yo no defiendo a Putin ni a Biden, que en la guerra de Ucrania —a la que ni siquiera tiene que enviar soldados— ha encontrado la manera de sacarse la espinita de Afganistán, y cuenta con que le salve las elecciones de mitad de mandato en las que los republicanos parecía que iban a arrasar. Hará todo lo posible para que el gobierno de Ucrania tarde en llegar a un acuerdo razonable para ambas partes; no le interesa que el conflicto se arregle demasiado pronto y le fastidie las elecciones.

            —Ya estás otra vez haciéndote el listo. Lo que ocurre, y esto es lo que dicen los expertos en diarios y telediarios, es que Putin se volvió loco, se creyó Napoleón y decidió conquistar Ucrania como primer paso para luego invadir Polonia, Rumanía y el resto de Europa.

            —En fin, dejemos eso. Reconozco que el no dejar de pensar cuando todos dejan de hacerlo y se ponen a bailar al son que tocan me vuelve antipático, pero qué le vamos a hacer. Habrá que resignarse.

Martes, 15 de marzo
GRACIAS, AMIGOS

No sé quién lo dijo, Wilde o Nietzsche, pero me parece muy verdadero: “La soledad, la esencial soledad del ser humano, solo se hace llevadera en buena compañía”.

Jueves, 17 de marzo
TIEMPO DE AVERÍAS

Últimamente se multiplican las averías. Hoy no funciona un grifo, mañana pierde agua la cisterna, pasado se funden los plomos. Todos los días llamando al Seguro o recurriendo a la ayuda de un vecino mañoso. Llevo viviendo en este piso de la calle Murillo —sin hacer reforma alguna— desde hace casi cuarenta años  y eso comienza a notarse. Llevo viviendo en este mundo desde hace exactamente 71 años, 9 meses y 8 horas. Y eso comienza a notarse.

Viernes, 18 de marzo
VOTÉ QUE SÍ

Me envían, anónimamente y por correo ordinario, fotocopia de un artículo que publiqué allá por 1986 en defensa del voto afirmativo en el referéndum sobre la OTAN. “¿Pero tú has escrito esto?”, me dicen en la tertulia cuando lo enseño. “¿O sea que para ti la OTAN es un invento belicista de Estados Unidos en el que los países europeos actúan como comparsas, culpable de la situación bélica en que vivimos, quien arma y financia y anima a Zelenski para que resista cuanto pueda, aún a sabiendas de que tendrá que acabar pactando, solo para debilitar a Rusia y hacer caer a Putin, sin importarles los muertos y la ruina de Europa que eso conlleve, y luego resulta que tú animaste a que nos metieran en ella? ¡No me lo puedo creer!”

            —Eran otros tiempos —digo en mi defensa—. Aún existía el pacto de Varsovia y en ese referéndum el “no” era más contra Felipe González que contra la OTAN.

            —Las hemerotecas no perdonan. Debería caérsete la cara de vergüenza.

            —Pues no se me cae. Cambian los tiempos, cambian las circunstancias y yo cambio con ellos. En lo que no cambio es en el pensar que, antes de tomar partido en un conflicto, hay que escuchar a las dos partes. Y aquí a una se la silencia con el pretexto de que no dice más que mentiras.




sábado, 12 de marzo de 2022

Elogio de la cordura: Los malhechores del bien

 

Sábado, 5 de marzo
NO ENTIENDO NADA

“No entiendo nada”, comento por teléfono con mi amigo Abelardo Linares. “Pues si no lo entiendes tú, no se quién lo va a entender”, se burla.

            Aquí en Asturias tuvimos un dirigente sindical que controlaba los votos del partido socialista y ponía y quitaba presidentes. Que este no hacía las cosas a su gusto, pues podía despedirse del cargo porque en las próximas elecciones se presentaba a otro candidato. Era el gran defensor de los trabajadores, el mejor amigo de Alfonso Guerra. ¡Vaya mítines que daban los dos! ¡Lenin y Rosa Luxemburgo en una pieza! Pues un día, cuando no sé qué ministro de Hacienda permitió regularizar los capitales no declarados al fisco, cogió un maletín que guardaba bajo la cama y se presentó en la oficina bancaria más cercana para ingresar dos millones de euros. Regularizó fiscalmente ese dinero, abonando la cuota correspondiente, pero ahí comenzó su calvario judicial, que todavía no ha terminado. Se avisó a Anticorrupción, se le preguntó por el origen de esa fortuna y él dijo que era una herencia de su madre, que tenía un chigre en la Cuenca y los mineros eran muy generosos con las propinas. De la herencia de su padre, dijo Jordi Pujol que procedía el dinero oculto en Andorra. Aunque eso resulta algo más verosímil, no le creyeron y todavía están investigando si procedía de comisiones ilegales. Jordi Pujol fue arrastrado por el fango, perdió todos sus privilegios de expresidente y, aunque tantos años después aún no se ha encontrado ninguna prueba contra él (no hablo de su familia), por ahí anda empapelado y a punto de ir a juicio. Al anterior jefe del Estado, nadie le pregunta en cambio de dónde le vino la fortuna que tenía oculta en paraísos fiscales (no toda, claro, solo la que ha descubierto la justicia suiza); él la regulariza un poco forzadamente y santas pascuas.

            —A ti lo que te fastidia es que para archivar la causa los fiscales se apoyen en la inviolabilidad que la Constitución reconoce al rey. Te fastidia que hagan más caso a lo que dicen los expertos que a lo que dices tú.

            —Que hagan más caso a lo que dicen los catedráticos de Derecho Constitucional que a lo que dice la Constitución. Basta leer, completo, no solo la primera frase, el articulo 56.3 para entender que la inviolabilidad abarca solo a los actos que necesitan refrendo del gobierno, que es el responsable de los mismos. De los actos privados no dice nada, ni tenía por qué decirlo. Están sujetos al código penal, como los de cualquier ciudadano.

            —¿O sea que, según tú, si el jefe del Estado español cobra comisiones ilegales como Luis Roldán, aquel director de la Guardia Civil de infausta memoria, o acosa sexualmente, o financia sus amoríos con dinero público, no está protegido por la Constitución? ¿Las víctimas tienen derecho a denunciarle y los jueces las obligación de investigar esos posibles delitos? Pues los catedráticos opinan otra cosa. Y yo me fío más de ellos que de ti, que de literatura sabrás algo, pero de la Constitución…

            —La he leído, cosa que recomiendo a esos catedráticos y a los fiscales del reino. Y si encuentran alguna duda en el punto 56.3 (no hay ninguna si se lee completo) que le pidan al Tribunal Constitucional que la aclare. Hasta ahora nadie se ha atrevido a hacerlo.

            —¿Y por qué será, sabio Martín? Seguro que tú tienes la respuesta.

            —Porque los presuntos delitos del anterior jefe del Estado, de carácter no enteramente privado en muchos casos, no habrían sido posible sin la complicidad, activa o pasiva, de los sucesivos jefes de Gobierno. Pedro Sánchez es él único libre de esa lacra. Por eso es el que se muestra más duro con ese señor (por llamarlo de alguna manera) y por eso el evasor evadido está seguro de que no le va a pasar nada: si cae él, si se le investiga en serio, cae un régimen del que, hasta hace unos años, nos sentíamos tan orgullosos.      

Domingo, 6 de marzo
NUESTRO BATMAN

De pronto, no sé por qué, me da por pensar que ese pasmado y atormentado Robert Pattinson en The Batman, la película de Matt Reeves, se parece mucho a un Felipe VI que al igual que él ha tratado de eliminar la corrupción en su democrático Ghotam sin conseguirlo. Un asesino en serie será más eficaz, al llegar donde la justicia no alcanza: un alcalde y un fiscal a sueldo de la mafia. La película tiene algo de la turbiedad de las pesadillas. Bruce Waine, el millonario que se disfraza de Batman, descubre que su venerado padre formaba parte de la trama, había mandado matar a un periodista a punto de publicar un oscuro secreto. La historia reciente de Gotham se basa sobre un gran éxito —la redada que acabó con el mafioso Sal Maroni— que no fue más que una farsa, y como la imaginación es libre a mí se me ocurre pensar en aquellos días de febrero que “salvaron” la democracia en España. El salvador de entonces, investigado por la justicia española (obligada por la europea), escapó a un país nada democrático mientras se le investigaba. Exonerado de mala manera, quiere volver a Gotham. El mundo al revés. Antes, cuando alguien era investigado, no podía salir del país y debía estar a disposición de las autoridades judiciales; ahora escapa  mientras se le investiga y pretende volver cuando sabe que nada tiene que temer.

            Veo una película y veo algo más que una película. La realidad supera en disparatada inverosimilitud a cualquier ficción. En este Gotham en que vivimos la corrupción voló tan alto tan alto que nadie podrá darle alcance. Ni nuestro Batman particular, con las manos no del todo libres por obvias razones familiares, aunque nadie le niegue las mejores intenciones.

Lunes, 7 de marzo
DEL NUEVO ARTE DE LA GUERRA

Cómo tirar piedras contra el propio tejado.

            Que yo me quede ciego con tal de que tú te quedes tuerto.

            Cuanto peor para mí, mejor.

Martes, 8 de marzo
ME EQUIVOQUÉ

Si rectificar es de sabios, yo muy sabio debo ser. Me paso la vida rectificando. Con lo de Ucrania me equivoqué por completo. No era Putin quien estaba jugando al gato y al ratón con Macron y con Biden, sino la OTAN quien le estaba tendiendo una trampa. Ucrania no podía llegar a ningún acuerdo, por muy beneficioso que fuera para ambas partes, porque se trataba de provocar a Putin para que invadiera el país y así convertirle en el malo de la película y justificar la militarización de Ucrania, con armas, mercenarios y dólares para convertirla en la bomba de relojería que más pronto o más tarde hará saltar por los aires la Federación Rusa. Así lo veo ahora, con los datos que tengo, lo cual no implica que no tenga que rectificar más adelante. A fin de cuentas, con las guerras, como con todo lo demás, pasa que hasta que no acaban no se sabe cómo acaban. Antes pensaba que sería un conflicto de corta duración: Ucrania (una nación sin Estado durante la mayor parte de su historia) se comprometería a ser neutral y Rusia retiraría sus tropas. Ahora creo que va para largo. Volvemos a una lucha entre el mundo libre y el imperio del mal, como en los tiempos de la guerra fría, aunque ahora caliente. Y con España enviando armas (tropas no, porque no son necesarias) a uno de los países en conflicto. Esperemos que, por lo menos, no las envíe gratis en concepto de ayuda humanitaria.

Miércoles, 9 de marzo
MEGALOMANÍAS MÍAS
 

Soy de lo más modesto, pero últimamente parece que se me nota poco. “A este paso —me dicen en la tertulia—, el único interlocutor que acabarás considerando a tu altura va a ser Dios. Y le dirás que no tiene ni idea, por supuesto”-

Jueves, 10 de marzo
LA BUENA CONCIENCIA

En el vestíbulo del Milán, el antiguo cuartel hoy Facultad de Filosofía y Letras, desde hace varios días se amontonan paquetes de comida para Ucrania. Al lado mismo, en la calle Murillo, hay colas ante unas dependencias parroquiales que reparten comida dos días a la semana para los necesitados del barrio: a ningún universitario se le ocurre aportar algo, por supuesto. De estos pobres españoles no se habla en los telediarios. ¿Tiene algún sentido enviar “arroz, pasta, cacao, azúcar, galletas” a la distante Ucrania o a Polonia o Rumanía donde se refugian los que huyen de la guerra? ¿Cuánto encarece esos productos el transporte? ¿No sería mejor, si fuera necesario, enviar dinero para que compren allí lo que les apetezca en el supermercado más cercano? ¡Qué lejanos los tiempos en que Unamuno decía que la Universidad era el templo de la inteligencia!

Viernes, 11 de marzo
CONFIEMOS

No salimos de una y entramos en otra. ¿Cómo crees que va a acabar esto?

Pues mal o muy mal, dentro de unas semanas o unos cuantos años. Todo depende de que se negocie con la cabeza fría lo mejor para ambas partes o que una de las partes, la que mejor maneja a la opinión pública, quiera aprovechar la ocasión para acabar con el imperio del mal. A la Gran Guerra fueron los soldados cantando y pensando que iba a acabar antes de Navidad. Confiemos en que el interés mutuo —los intereses creados— pueda más que la ideología y los malhechores del bien no nos hagan la pascua.



 

sábado, 5 de marzo de 2022

Elogio de la cordura: Erre que Erre Today

 

Sábado, 26 de febrero
CIBERATAQUES

“Ante la certeza de los ataques recibidos, de que hay cuentas de usuarios de Uniovi comprometidas, y del riesgo acreditado de ciberataques como consecuencia del conflicto bélico de Ucrania, el conjunto de las Universidades Españolas, coordinadas por la CRUE, hemos procedido a incrementar las medidas de seguridad de nuestros sistemas informáticos”.

            Como consecuencia, no puedo entrar en mi correo a pesar de que me paso la tarde tratando de incorporar “las medidas adicionales de doble factor de autenticación”. Seguro que, con ese doble factor o sin él, un hacker ruso (porque solo los hay rusos, por supuesto, otros países no saben de eso) no tardaría ni medio segundo en entrar en mi correo. Siempre que le interesara, claro, cosa de la que dudo bastante.

            Dicen que cuando hay una guerra, la primera en salir por la ventana es la verdad. Puede ser, pero en segundo lugar sale la inteligencia. Militar, por supuesto. 

Domingo, 27 de febrero
INCOMPETENCIA OFICIAL

No llevo ni cinco minutos de película, cuando me doy cuenta de que he cometido un error. Competencia oficial, de Gastón Duprat y Mariano Cohn, dos aclamados directores de la televisión y el cine argentinos, no es más que un pretencioso bodrio. Así que, desde el principio, comienzo a tomar notas mentalmente como si fuera un proyecto que me presentaran.

            Un error de guion. ¿Pero a quién se le ha ocurrido que el director de una farmacéutica, quiera, para mejorar su imagen, financiar una película sobre cualquier tema? ¿Recuerda alguien al productor de cualquiera de las diez más aclamadas de los últimos años? ¿O de la historia del cine? ¿Quién puso el dinero para hacer El gatopardo? Otra cosa es que quisiera producir una película sobre la historia de su familia, desde que salió del gueto hasta que salvó al mundo vacunándolo, por ejemplo.

            Un error de casting. ¿A quién se le ocurrió seleccionar a Penélope Cruz como la famosa directora que va a dirigir esa presunta obra maestra? No da el papel ni de lejos. Cualquier actriz con menos pinta de estrellita de Almodóvar y más parecido a Isabel Coixet encajaría mejor.

            Y no es que yo sepa mucho de cine, pero más que los guionistas de este engendro parece que sé. ¿Qué director o directora ficha a Viggo Mortensen o a Brad Pitt y luego los pone a prueba haciéndoles repetir “buenas noches” hasta que suena a su gusto? Yo, más que a una directora de cine, veía a un director de teatro de los de antes dando clases a alumnos ambiciosos capaces de aguantar cualquier cosa. Todas las pruebas a que somete a los actores quizá tuvieran gracia en un concurso de televisión de esos que hace sufrir a los concursantes. Aquí no tienen ninguna, aunque las acompañara alguna risa nerviosa de los contados espectadores.  Lo de enrollar con cinta aislante y convertirlos en una especie de momia a los famosos actores mientras se destruyen su trofeos hay que verlo para creerlo. Y el ejercicio de que uno se insulta a otro es como si, para que Daniel Craig, desempeñara adecuadamente su papel le entrenaran con sesiones de insultos al actor que va a hacer de malo en el último James Bond. No sigo. Más que una película parece una función de teatro de esas que llenan el Palacio Valdés porque las representan actores muy conocidos. Un engañabobos, que quizá engañe a algún crítico, pero no al espectador.

Y de la escena del beso en el bosque de micrófonos, mejor no hablar. Penélope, Penélope, ¿no tenías nada mejor que hacer que hacer de manera tan estrepitosa el ridículo?  

Lunes, 28 de febrero
CENSURAR CON LIBERTAD

Ya empiezo a recibir anónimos más o menos amenazantes e insultantes por, supuestamente, defender a Putin. ¿Pero desde cuándo defiendo yo a Putin? No hemos cambiado nada desde los tiempos en que veíamos en los programas de sesión doble las películas del salvaje oeste. Los vaqueros son los buenos y los indios los malos. Pero yo no tengo tan claro quiénes eran los buenos y los malos entonces ni quiénes lo son ahora. En cualquier caso, antes de decidir, me gustaría informarme. Pero los vaqueros, defensores de la libertad de expresión, no dejan escuchar las razones de los malos: prohíben “Russia Today” porque no dice más que mentiras, al contrario que “Fox News”.

Martes, 1 de marzo
HISTORIA DE DOS PALOMAS

Cuando vuelvo de tomar mi café matinal en Noor (y de la primera sesión de lectura del día), me encuentro con dos palomas coqueteando sobre una fuente. De pronto, una de ellas escapa indignada. A la memoria me vienen unos apócrifos versos de Iriarte (o de Samaniego), así que me siento en un banco y se los dicto al teléfono: “Dos palomas a una fuente / fueron juntas a beber / y una por otra algo siente /que no puede contener. // ---Contigo me he de casar / o moriré en el intento, / antes se secará el mar / que cambiará lo que siento. // ---Palomo, paloma mía, / tu amor es correspondido, / pero un secreto querría / antes poner en tu oído. // ---Dime, dime lo que sea, / que yo te querré lo mismo. / ---Aunque parezca europea, / procedo de un negro abismo. // ---¿No serás rusa, por Dios? / ---Rusa soy a mi pesar, / que nací en Vladivostok. / ---Por ahí no puedo pasar. // ---¿Nuestro amor no puede ser? /---Adiós, basura del Este, / y que no te vuelva a ver / por el parque del Oeste”. 

Miércoles, 2 de marzo
PREMIUM

También entre los refugiados hay una opción Premiun. No es lo mismo escapar de las guerras interminables de Siria, Libia o Irak que de esa otra guerra que escandaliza al mundo libre. En un caso, te cierran las fronteras de la Unión Europea (o pagan a un tercer país para que te las cierre y a ti te encierre en un campo de concentración); en el otro, te reciben con los brazos abiertos, no necesitas ningún papel (ni siquiera el pasaporte que acredita la dosis completa), te buscan trabajo; periódicos y televisiones compiten porque les cuentes tu historia, cómo has conseguido escapar de la bota rusa. “Quién fuera ucranio”, gimen todos los refugiados del mundo.

            —Sabes que eres un cínico, Martín. Esas bromas tuyas lo único que hacen es favorecer a Putin. Y luego te quejas de que se metan contigo. Yo te prohibiría publicar esas fake news.

            —¿Me prohibirías entonces escribir que Pedro Sánchez está consensuando con la oposición una nueva medida de presión contra Putin: prohibir que en los restaurantes sirvan ensaladilla rusa?

            —Esa es una tontería que se le ocurrió a Gabriel Rufián. No serviría de nada. La llamarían “ensaladilla imperial”, como en los tiempos de Franco.

Jueves, 3 de marzo
ME RESERVO MI OPINIÓN

¿Has ido a alguna manifestación contra la guerra de Ucrania, Martín?

—-No.

¿Fuiste a alguna contra la guerra de Irak?

A todas.

Está claro que para ti hay guerras buenas y malas.

Como para todo el mundo.

—-Entonces estabas a favor de las víctimas, ahora parece que estás a favor de los verdugos.

Las cosas no siempre son lo que parecen. Yo tengo muy desarrollado el sentido común, como Sancho Panza. Creo que en cualquier conflicto, antes de tomar partido, hay que escuchar a las dos partes. Aquí solo nos dejan escuchar a una. La otra, según nuestros democráticos políticos de Bruselas, o los capitostes de la OTAN, no dice más que mentiras. Puede ser, pero yo, hasta que no escuche a la otra parte, me reservaré mi opinión.

Cómo si no la supiéramos. Tú quieres que esta guerra acabe pronto y que Rusia consiga lo que busca: una partición de hecho del país, con un estatus especial para las provincias del Este (que no serían independientes formalmente, pero sí a casi todos los efectos: un poco como Euskadi en el Estado español), y una declaración de neutralidad; la nueva Ucrania se comprometería a no formar nunca parte de la OTAN.

Ya te digo que no tengo opinión formada porque no me dejan escuchar las razones de una de las partes. Lo que sí parece es que esta guerra va a ser un poco menos duradera que la famosa “Libertad duradera” de Afganistán. Si me atreviera a hacer una profecía, diría que va a durar diecinueve años y algunas semanas menos. También que dejará miles y miles y miles de víctimas menos.

—-Tú equivocaste la vocación. Tú deberías ser político. Te gusta el ordeno y mando. Tienes madera de dictador.

De dictador no, pero de monarca del despotismo ilustrado no te diré que no. Me habría gustado ser Carlos III, o Federico II de Prusia, el que se carteaba con Voltaire, o ¿por qué no?, Pedro el Grande.

Y del siglo XX, ¿qué político te habría gustado ser?

Mustafá Kemal Ataturk.

Viernes, 4 de marzo
PIENSO, LUEGO INSISTO

—¿Cómo te las arreglas, Martín, para sobre cualquier asunto tener siempre una opinión distinta a la de los demás?, me pregunta Xuan Bello.

—Pienso.

—¿O sea que para ti el resto de la gente son solo borreguinos que se dejan engañar por los medios de comunicación y van siempre a donde interesa a los mayorales que conducen el rebaño?

—Exacto.