Sábado, 22 de noviembre
UN PINTOR CHINO
“Nunca harás nada porque
eres incapaz de estar sin hacer nada”, me digo. Y recuerdo aquel apólogo sobre
un pintor chino al que el emperador le encargó un cuadro que representara un
amanecer sobre los jardines de palacio y las Montañas del Este. El pintor pidió
ser alojado en una habitación del palacio con hermosos ventanales. Varios meses
pasó acostándose tarde y levantándose pronto para ver la llegada de la aurora,
sin tocar siquiera el pincel. Durante el día escuchaba música, leía versos,
probaba los mejores vinos, cortesía de su anfitrión. Cuando el emperador le
preguntaba por el encargo, respondía que aún no estaba listo y volvía a la contemplación
matinal y a la buena vida durante el resto de la jornada. Los cortesanos
murmuraban: el pintor no era más que un holgazán y lo único que pretendía era
darse la mejor la vida a costa del soberano. La paciencia del emperador se
agotó un día. Le llamó a sus estancias y le dijo que o comenzaba a pintar el
cuadro o aquella misma tarde ordenaba que le cortaran la cabeza. El pintor sonrió:
“Ya está terminado” Los cortesanos pensaron que se había vuelto loco. El pintor
pidió entonces que le trajeran un lienzo blanco y sus pinceles y en unos pocos
minutos pintó el más asombroso amanecer que se haya visto nunca, síntesis perfecta
de todos los que había visto aquellos días en que no había hecho nada.
Domingo, 23 de noviembre
AUTORRETRATO DE DESCONOCIDO
Deja que las cosas maduren
dentro de ti, pero evita que se pudran.
Hay días en que la vida parece que se ha encaprichado con
nosotros y nos acaricia en público sin pudor ninguno.
Todas las religiones son verdaderas, pero ninguna está en
lo cierto.
Me basta estar seguro de una cosa para que comiencen a
entrarme dudas.
Soy el que mejor me desconoce.
Lunes, 24 de noviembre
CARA Y CRUZ
Qué hermosa, a veces,
puede ser la vida.
Sin dormir, sin parar, iluminado,
escribo y canto y te sueño
al lado,
recorro mares, gano mi
partida.
El mundo, un buen amigo que
sonríe.
Con su mejor careta me
enamora,
me hace creer que ayer es
siempre ahora,
me da su mano para que
confíe.
El mundo, camuflado
cementerio,
donde doy tumbos con mi
tumba a cuestas,
quiere hacerme creer que
está de fiestas,
me ofrece amor, oculta su
misterio.
Dentro del ataúd vivo
escondido.
Martes, 25 de noviembre
TRISTES TÓPICOS
Una veterana y ponderada
periodista, Pilar Rubiera, pasa por clase para hablar de su oficio. Dice cosas muy
sugerentes y provechosas para los alumnos, pero les repite más de una vez: “El
problema de los jóvenes es que leéis poco, bastante menos de lo que leíamos
nosotros, y sin muchas lecturas no se puede ser periodista”.
No se me ocurre replicar, claro, al menos mientras está
ella delante, pero luego no puedo dejar de poner los puntos sobre las íes:
“Oiréis muchas veces eso de que los jóvenes cada vez leen menos; ya se decía
allá por 1970, cuando yo tenía veinte años. Y es cierto que los jóvenes siempre
leen menos de los que nos gustaría que leyeran, pero casi siempre suelen leer
más que los adultos que les reprochan su falta de interés por la lectura”. Y
les conté la anécdota, que siempre cuento, de aquel compañero que, en el último
curso de la licenciatura, se jactaba de haber sacado buena nota sin leer
ninguna de las lecturas obligatorias (para pasar el examen le bastó con el
resumen que circulaba entre los más avispados) y al que no volví a ver hasta
diez años más tarde cuando daba clases de Lengua y Literatura en un instituto.
“¿Y qué tal te va?”, le pregunté. “Bien, bien, pero los alumnos de ahora son un
desastre, no son como nosotros, no leen nada”.
Miércoles, 26 de noviembre
MI DEPORTE FAVORITO
Ya sé que no debía decir
esto, que voy a enfadar a la mayoría de mis lectores y que en otros tiempos
sería acusado de alta traición (Blasco Ibáñez fue encarcelado por declararse a
favor de la independencia de Cuba), pero me parece admirable la firmeza
democrática con que están actuando los catalanes en defensa de sus derechos. Y
de todos los políticos catalanes el que está dando mayor talla de estadista es
Artur Mas, hasta el punto de que su última intervención ha dejado con un
palmo de narices, no ya a Mariano Rajoy, que de estas cosas no se entera, sino
al mismísimo Oriol Junqueras: ese Artur Mas de quien tanto se burlaron a este
lado de la futura frontera cuando perdió la mayoría absoluta en las anteriores
elecciones anticipadas. Yo creo que está haciendo historia, dando un ejemplo al
mundo. Y si me equivoco o no ya lo dirán los manuales dentro de unos pocos
años.
Estas cosas no suelo comentarlas con nadie (los que nos
criamos en el franquismo nunca hemos perdido por completo el miedo a opinar
libremente en asuntos políticos), pero no sé cómo todos los que me conocen
saben lo que pienso al respecto. “¿Y no te preocupa que si se declara la ley
marcial como respuesta a la declaración unilateral de independencia vuelvas de
nuevo a la cárcel?”, me pregunta un amigo. “Hombre,
espero que no lleguemos a tanto. Si eso ocurre, volveré a sepultar el libre
pensamiento en las catacumbas, como en los tiempos de Felipe II o Francisco
Franco, pero mientras tanto no quiero privarme de un lujo del que tan poco
hemos disfrutado en la historia de España”.
“Me parece a mí que tu único lujo, tu deporte favorito,
es opinar sobre cualquier asunto lo contrario de lo que opinan los demás”.
Jueves, 27 de noviembre
HISTORIA DE HOY, HISTORIAS DE AYER
En el palacio de Toreno,
Abla Saadat, esposa de un dirigente del Frente Popular de Liberación de
Palestina encarcelado desde el 2002, habla de la situación de los presos
palestinos. Cuenta muchos pequeños detalles exactos y terribles, como que los
presos son una fuente de ingresos para Israel: a los familiares les está
prohibido llevarles ropa o comida, dicen que por razones de seguridad, y ellos
han de comprarlo todo en el economato de la cárcel, a un precio varias veces
superior al de la calle. Y a mí entonces me vino a la memoria el economato de
Carabanchel, hace ahora exactamente cuarenta años. Dentro de la cárcel no
funcionaba el dinero, sino unos vales que hacían sus veces. Yo recuerdo que uno
de los primeros días que salí al patio compré un bocadillo para matar el
hambre, la comida que nos daban era muy deficiente, y al recibir la vuelta me
di cuenta de que me habían dado de más. Lo dije en voz alta y traté de devolver
aquel vale que sobraba (una cantidad insignificante, quizá una peseta),
chocando con los que se apretujaban para hacer su compra, y entonces alguno de
los que se amontonaban ante la ventanilla me sacó fuera de un empujón y me
dijo: “Eh, chico honrado, ¿qué haces tú en tan mala compañía?”. Me escabullí
como pude entre las risas de todos. No sé por qué, mientras Abla Saadat
hablaba, yo recordé aquella anécdota sin importancia. O la otra en que mi
absurda cabezonería me puso en riesgo de perder la vida, o eso llegué a pensar.
Resulta que en aquel mundo fuera del mundo que era la séptima galería de
Carabanchel en 1974 se les daba por las tardes un vaso de vino a los reclusos
que lo querían. El reparto era en el patio. Se formaba una larga cola ante las
grandes garrafas y los que bebían, para que no pudieran repetir, pasaban al
comedor hasta que terminara el reparto. Yo contemplé con curiosidad, como hacía
con todo en aquel planeta insólito, la operación y luego, al subir a las
celdas, me encontré con que mis compañeros –yo estaba con los más peligrosos,
con los fuguistas, con los que manejaban el cotarro y hacían allí dentro lo que
les daba la gana– se habían quedado con el vino sobrante y me invitaban a
compartirlo con ellos. Respondí que no bebía. Insistieron. Seguí negándome.
Comenzaron a mirarme con malos ojos. Uno de ellos dijo: “Este tío raro es un
chivato”. Otro sacó un pincho (una cuchara con el mango afilado y punzante) y
lo acercó a mi pecho: “Ya sabes lo que hacemos aquí con los chivatos”. Y yo, a
pesar de ello, seguí en mis trece: “No soy un chivato, pero no bebo”. Al final
me dejaron por imposible: “¡Tiene cojones el tío!”
No sé por qué recordé estas cosas mientras Abla Saadat
contaba la barbarie israelí, el sufrimiento palestino. ¿Por ese afán que todos
tenemos de ser protagonistas en cualquier situación? Quizá. Aquellas viejas
historias mías ya hace tiempo que son agua pasada que no mueve ningún molino,
ni el del rencor ni el del resentimiento, pero Palestina ahí sigue, encarcelada
y masacrada, y nada puede hacer para mejorar su situación, cualquier acción en
defensa propia es replicada con el ciento (o el mil) por uno. Atendemos a las
palabras de Abla Saadat en el palacio de Toreno, nos conmovemos, nos
solidarizamos, escuchamos después al Ocas Jazz Ensemble, apuramos de un trago
la copa de la buena conciencia y volvemos cada uno a nuestros asuntos.
Viernes, 28 de noviembre
NADA QUE DECIR
Lo que más me cuesta aprender
es a callar cuando no tengo nada que decir.