sábado, 27 de enero de 2024

Coraje y alegrìa: Orgullo y prejuicio

 

Sábado, 20 de enero
ADIVINANZAS

Era tan antipático que para conseguir algo necesitaba el doble de esfuerzo y de talento que cualquier otra persona.

            Nunca empleaba menos de seis páginas para decir lo que cabía holgadamente en media, pero su retórica abrumaba.

            Insistía tanto en su vanidad que acababa resultando poco creíble.

            Era un poeta muy sensible, en cuanto dejaba de ser el centro de la conversación se deprimía. 

Domingo, 21 de enero
OTRA PELÍCULA

A los pocos minutos de empezar, ya sospecho que La zona de interés, de Jonathan Glazer, no es más que un pretencioso bodrio. Qué idea tan original. Las autoridades encargadas de los campos de concentración no tenían cuernos ni rabo, no comían carne cruda, no maltrataban a sus mujeres, querían a sus hijos. Vivían incluso en casas con jardín y piscina, paseaban por los alrededores a caballo. Y para que nos imaginemos el sufrimiento inimaginable de los que están tras de los muros del campo al director no se le ocurre otra cosa que dejar interminables minutos la pantalla en rojo o en gris mientras suenan sonidos extraños.

Se aguante como se puede esta tediosa versión descafeinada de la novela de Martin Amis, aunque hay algunos valientes que se atreven a dejar la sala sin miedo a que los acusen de antisemitas. Yo me entretengo imaginando otra película, esta sí provocadora y hasta quizá útil: el eficaz comandante que cumple órdenes y disfruta todo lo que puede de la vida de familia forma parte del ejército de Israel y al otro lado de los muros el campo de concentración donde se masacra, por vengativas razones, a hombres, mujeres y niños no se llama Auschwitz, sino Gaza.

Lunes, 22 de enero
MÁS ANÓNIMOS

---¿Has leído el último número de Calle del Aire? ¿Qué te parece lo que se dice de ti?

            ---¿Hablan de mí? Lo he leído, me han interesado los poemas de Salvago y las minucias de Abelardo sobre Chaves Nogales, pero no vi que hablaran de mí.

            ---Te dedican una de las reseñas anónimas de “Mesa de novedades”. Yo no he leído ese libro, Ideas al vuelo, al parecer una selección de tus aforismos preparada por no sé qué profesor, pero me ha divertido mucho lo que dicen de Amazon. No sé lo que sabrá el anónimo de literatura --a lo mejor sabe mucho, y acierta en sus palos--, pero del mundo real sabe poco.

            ---Se tratará de Juan Bonilla, resentido por algunos de los reparos que puse a sus novelas y otros trabajos alimenticios.

            ---Pues a lo mejor como literato vale algo, pero como analista del mundo contemporáneo mejor que se dedique a otra cosa. Mira lo que escribe a propósito de tu libro: “Disponemos de dos ejemplares, uno enviado por el editor y otro comprado en Amazon, que es el único lugar donde se vende. El primer tomo es no solo digno, sino sobresaliente: tapa dura, lomo cosido, buena impresión, buen gramaje de papel. El segundo es un ‘print on demand’ (¿cómo traducir ‘print on demand’ sino demandando al impresor?). Son una fotocopias en folio blanco, en tapa blanda, en el que el corte de la guillotina casi se come la última letra del título, lomo pegado que decuajaringa el volumen en cuanto se abre. Es evidente que Amazon sirvió al editor una cantidad de ejemplares bien confeccionados y que luego pone a la venta –bajo petición-- un apresurado proceso de impresión que resulta denunciable”.

            ---¿De verdad ha escrito eso? Sería la primera vez que un crítico, además del ejemplar que le regala el editor, compra otro. Y es un comprador algo despistado, porque basta teclear el título en Google para comprobar que el libro se ofrece en dos formatos: en tapa dura, al precio de 22 euros, y en tapa blanda a 19,76 euros. Él pidió, si es que lo pidió y no todo es autoficción, el ejemplar más barato y por eso no estaba encuadernado, al contrario del que le regaló el editor. Por lo que cuenta, si lo que cuenta es cierto, le llegó un ejemplar defectuoso y en lugar de hacer lo que haría cualquier persona normal, devolverlo, elucubra una teoría sobre el funcionamiento de Amazon y no solo la expone en la mesa del café, sino que tiene el atrevimiento de escribirla con manifiesto desprecio de la inteligencia de sus lectores (quizá por eso lo del anonimato): los libros que vende Amazon constan de dos ediciones, una de lujo para el editor y una chapuza denunciable para los compradores. ¡Menuda manera de hacer negocio! ¿Cómo se explicará el bueno de Juan Bonilla el éxito de Amazon? ¡Una empresa que acaba con todos los competidores a base de defraudar a los usuarios! Pensamiento infantil o pensamiento mágico se llama esa figura.

            ---Mucho te odia cuando para devaluar un libro tuyo no duda en hacer el ridículo.

            ---No lo creo, solo no le caigo bien. Es un profesional que malvive de lo que escribe y yo de vez en cuando me he permitido poner reparos a su mercancía. Pero no creo que mi opinión –al contrario que la de Vargas Llosa que le hizo agotar dos ediciones de un libro sobre Mayakovski con una página en El País— influya en las ventas de sus productos.

            ---También dice que hay en ti “un invencible narciseísmo, es decir, un gustarse a sí mismo con tal fuerza que parece que el suelo le tiembla”. Y añade: “como decía Julio Caro Baroja de Juan Benet, tiene tan alta opinión de sí mismo que es muy difícil estar de acuerdo con él”.

            ---Qué bien me conoce. Mejor que a Amazon.

 

Martes, 23 de enero
YA ERA HORA

Me encuentro con Felipe, hermano del Juan Manuel Pendás obsesionado siempre con la literatura (y unos años conmigo), autor de centenares de cartas a los periódicos, que una vez, en los primeros ochenta, me dedicó un artículo ditirámbico --“El genio de Rivero” se titulaba (yo aún vivía en la casa a la que vuelvo todos los sábados)-- que terminaba con una frase que me hizo mucha gracia: “Solo hay una cosa que no comprendo, ¿cómo un hombre tan inteligente puede ser socialista?”

            La vida no fue demasiado amable con él ni con su familia. Era sobrino de Juan Benito, el fundador de Tribuna Ciudadana. Al padre de Juan Benito, al abuelo de Pendás (así le conocíamos todos), lo asesinaron en 1937 por haber sido concejal de Izquierda Republicana en el Ayuntamiento de Oviedo. Tenía la enfermedad que transmitió a varios de sus descendientes. Un capitán médico firmó un certificado afirmando que estaba sano y era asesinable.

Tras evocar viejas historias, Felipe me dice de pronto:

            ---¿Te has enterado de que han despedido a Savater de El País después de 46 años?

            ---¡Ya era hora!

            ---¿Te parece bien?

            ---Me parece que han tardado mucho. Hace tiempo que no leía su columna de los sábados para no indignarme. Savater, aunque seguía firmando así, hacía tiempo que había dejado de serlo. Intelectualmente fue una de las víctimas de ETA. Una parte de su cerebro dejó de funcionar. Y por ahí sigue, como un zombi, dando palos de ciego contra todo lo que suene a progresismo.

Miércoles, 24 de enero
PASEO SOLO

Para presentar un libro, llego a Avilés al atardecer, la hora más melancólica del día. Paseo solo por las viejas calles y me dejo asaltar por los fantasmas. Los reconozco a todos y los voy saludando por su nombre. Pienso que pronto (esperemos que no demasiado pronto) yo también seré uno de ellos, y un poco después, cuando nadie nos recuerde, ellos y yo nos desvaneceremos para siempre. No me pone triste ese previsto final. Hay que ir dejando libre el escenario para que lo ocupen otros.

Jueves, 25 de enero
VANIDAD

Me gusta alardear de defectos que no tengo para esconder mejor los que me avergüenzan.

¿Soy tan vanidoso como aparento? ¡Ya me gustaría! El vanidoso es un ser inseguro que necesita de continuo la aprobación ajena. A mí me basta con mi propio reconocimiento, que no es fácil de conseguir. Las medallas, los premios, los homenajes para quien los necesita. En mi caso, serían un incómodo desperdicio.

Viernes, 26 de enero
ORGULLO

No todo son desventajas en esto de cumplir años. Se inaugura en Gijón una exposición sobre la poesía española a partir de 1975. Todos los libros que se exponen de algún interés los fui leyendo según aparecían; en bastantes de las guerras literarias de esos años, participé; asomo en algunas fotos; apenas hay poeta de algún nombre del que no tenga algo que contar, para bien o para mal.

 Aunque yo figurara muy en segundo plano, la historia de la poesía española del último medio siglo es también, de alguna manera, mi propia historia. Suplente o titular, me alegra haber jugado en esa liga, aunque las medallas se las llevaran otros. A mí me basta con formar parte de un club del que también formaron parte Bécquer, Machado o Juan Ramón.



 

sábado, 20 de enero de 2024

Coraje y alegría: Verbos irregulares

 

 

Sábado, 13 de enero
ENEMIGOS ÍNTIMOS

Soy demasiado racionalista y eso no siempre es razonable. Quiero buscarle una explicación a todo y no todo tiene explicación o, si la tiene, es tan compleja y está tan oculta que conviene actuar sin esperar a dar con ella.

            Hay gente que me quiere, y que me sigue queriendo y apreciando desde hace medio siglo, o más. Debería celebrar eso y no tratar de buscar explicación al odio de otros.

            A veces, demasiadas veces, meto la pata o doy un pisotón. En cuanto lo advierto, pido disculpas. Unos las aceptan y otros no. En el primer caso, tan amigos; en el segundo, pues qué se le va a hacer, adiós, muy buenas.

            Pero la verdad es que –da un poco de vergüenza confesarlo-- no podría vivir teniendo solo amigos. Necesito un puñado de enemigos escogidos con los que quedar de vez en cuando para una buena pelea. Dialéctica, por supuesto. Nada de puñetazos ni de hacer sangre.

No vale cualquiera para enemigo mío. Tiene que ser inteligente, incluso más que yo (aunque tampoco hay que pasarse). Tiene que ser de noble corazón, como en las novelas de aventuras. Saber ganar y saber perder. No ser rencoroso. 

No resulta fácil encontrar enemigos así. Yo los cuido mucho. Sin ellos, yo sería menos yo y mi vida peor. También me gusta tener algunos gigantes y cabezudos con los que jugar al pim pam pum. Tienen que estar muy encumbrados; si no, sería bullyng. Reírse de un artículo de Vargas Llosa en el que pone a Cercas por encima del pobre Galdós (que no entendió las innovaciones de Flaubert) o de una novela detectivesca de Pérez-Reverte o de unas declaraciones sobre estética de Gamoneda está bien; reírse de un premio Planeta o Nacional de Poesía puede resultar crueldad innecesaria.

            Pero hay enemigos, o amigos, que se enfadan de veras y no practican el fair play. En ese caso, mejor no explicar nada. Dejarlos de lado y a otra cosa, mariposa.

            ---¿Y si ellos no olvidan fácilmente y se dedican  a perseguirte y calumniarte?

            ---Pues no entrar al trapo y esperar a que se aburran. Se aburren pronto; he tomado la precaución de no ser importante.

Domingo, 14 de enero
DÍAS PERFECTOS
 

Como todo el mundo (salvo las excepciones habituales) quedo fascinado con Perfects Days, la película de Wim Wenders. La verdad es que el protagonista se me parece mucho, o se parece mucho a una versión idealizada de mí mismo. Un trabajo rutinario, hecho con amor, y una atención constante a los pequeños prodigios de la vida cotidiana.

            Luego lo pienso mejor y veo que no se me parece tanto. Habla poco, todo le parece bien, es un santo varón contemplativo.

            Exactamente, lo contrario que yo. 

Lunes, 15 de enero
LEER O NO LEER

No estoy yo muy de acuerdo con los versos de Bergamín: “Amigo que no me lee, / amigo que no es mi amigo, / porque yo no estoy en mí, / sino en aquello que escribo”.

            Yo acabo no leyendo a mis amigos, al menos a los que tengo más trato, porque me sé de memoria lo que van a decir. Me limito a hojear y elogiar cada nuevo libro suyo. Con eso basta y sobra para conservar la amistad.

            Y si yo no leo con demasiada atención a los amigos a los que más frecuento, no sé por qué ellos iban a leerme a mí. Supongo que harán conmigo lo que yo con ellos.

            Los otros amigos, los que no conozco, son los que me leen, y para los que de verdad escribo. Me leen, pero no siempre, que si leyeran todo lo que escribo no iban a tener tiempo para hacer otra cosa.

Martes, 16 de enero
CRUZAR UN PUENTE

Como cada mañana, en torno a las diez, atravieso el parque de Santullano y saludo a la iglesia entre los abedules, para ir a tomar el primer café con el primer libro a Noor. De pronto, encuentro cerrado el paso.

Van a tirar el puente que cruza la autopista y hoy por primera vez resulta impracticable. Ayer, sin saberlo, lo crucé por última vez. Ahora tengo que dar un rodeo para llegar a mi destino. Se acabó por un tiempo este grato paseo matinal. Será para bien: el entorno de San Julián de los Prados y la Fábrica de Armas quedará mucho mejor. Pero eso no evita el topetazo de la melancolía.

Recuerdo un viejo poema mío, escrito cuando cumplí cuarenta años: “Hoy, como cada día, he de cruzar un puente, / su frágil armazón de inseguros instantes”. Ese puente metafórico lo seguiré cruzando cada día.

Miércoles, 17 de enero
NOSTALGIA REPUBLICANA

Siempre tuve a Romanones por un figurón de la vieja política. Pero de vez en cuando cae en mis manos un libro suyo y mi consideración va cambiando.

Hoy le toca el turno a Los cuatro presidentes de la Primera República Española (que en realidad fueron cinco, todo el mundo se olvida de Serrano). No parece el tema más adecuado para un libro publicado en 1939, sobre todo porque tiene mucho de apologético: “Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar son magníficos ejemplares de la mentalidad española y señalan uno de los momentos de mayor esplendor de la elocuencia parlamentaria. Su talento grande y no menos grande su cultura; moralidad llevada hasta el escrúpulo, cada uno en su género modelo de patriotas”.

No faltan elogios, como no podía ser de otra manera, al bando triunfante en la guerra civil, pero todo el libro parece una critica a los nuevos tiempos: “En el siglo pasado, y aún bien entrado este, era axiomático que la cultura extensa constituía la más útil preparación para el hombre de Estado. En la hora presente, tal prejuicio se ha desvanecido, pues quienes se imponen como dueños y señores de los destinos de los pueblos no son Humanistas, ni Polígrafos, ni Universitarios, ni poseen elocuencia suma. Para comprobar este aserto, no es necesario citar nombres, bien presentes se encuentran en la memoria de todos”. (El primer nombre que vendría a la memoria de todos sería precisamente el de Franco.)

            Para acabar con la Primera República, fue necesario disparar unos pocos tiros al aire, los de Pavía al entrar en el Congreso,  pero luego todo se recompuso ordenadamente hasta que, un año después, llegó el nuevo rey.

Romanones, que ayudó al desmontaje sin trauma de la monarquía, soñaba con que la Segunda República acabara como la primera y diera paso, sin derramamiento de sangre, a una restaurada monarquía liberal. De ese ensueño procede este libro.

Romanones no se hace ilusiones sobre el nuevo tiempo: “La Libertad ha muerto, lo afirmo con emoción verdadera, no en balde durante cincuenta años la rendí culto”. Y termina el prólogo con la emocionante expresión de su desengaño: “Cuando se pierde la fe en las convicciones políticas, si estas son sinceras y profundas, se produce en el alma un vacío imposible de llenar al término de una vida, como al ser abandonado por la mujer querida o traicionado por el amigo del alma”.

Jueves, 18 de enero
PARA UN HOMENAJE

Conocí al poeta Pelayo Fueyo, el más poeta que yo haya conocido (y no sé si eso es bueno o malo), cuando se presentó en mi casa, acompañado de José Luis Piquero, para proponerme que organizáramos un homenaje a Luis Cernuda, de cuya muerte se cumplían veinticinco años y nadie parecía acordarse. Pero resulta que andaban un poco despistados: estábamos en 1987 y el aniversario era al año siguiente. Hoy, en la presentación del nuevo libro de Pelayo, se habla de la intención de proponerle al Ayuntamiento de Oviedo un homenaje a Víctor Botas con motivo del treinta aniversario de su muerte. ¡Treinta años ya! Los suficientes para que hayamos podido comprobar que su poesía sigue viva, que no es benemérita arqueología.

            ---¿Y qué homenaje se le podría proponer al Ayuntamiento?, me preguntan.

            ---Cualquiera que no sea la creación de un premio literario con su nombre.

            ---A lo mejor a él le gustaría, quizá no les tenía la manía que tú les tienen.

            ---Pues no se presentó a ninguno, algo querrá decir eso.

            ---Un premio no, entonces. Una mesa redonda y una lectura poética parece poca cosa. Estuvo muy bien el homenaje del Club de Tenis, con la película de José Havel.

            ---Yo creo que lo mejor sería colocar una placa en su casa natal. Ya la tienen José García Nieto y Antonio Gamoneda, aunque muy mal redactadas. Podrían servir para trazar un itinerario literario en Oviedo. Víctor Botas nació en un hermoso edificio que hace esquina entre el paseo de los álamos y la calle Milicias Nacionales, su vecino es Woody Allen. Seguro que tienen muchas cosas de las que charlar.

            ---Pues no me parece mala idea. El nombre, las dos fechas, 1945-1994, y una frase memorable como las que solía redactar Eugenio d’Ors.

Viernes, 19 de enero
CADA DÍA

Pudiera pensarse que, con el paso de los años, se va acentuando la monotonía y decrecen los sobresaltos. Pero no. Como en el poema de Auden, cada día sigue trayendo nuevos verbos irregulares que hay que aprender a conjugar.

            Aunque basta con uno, ”vivir”, que es el más irregular de todos.



sábado, 13 de enero de 2024

Coraje y alegría: Un oficio de riesgo

 

 

Sábado, 6 de enero
EL MEJOR REGALO

Terminan estas fiestas de Pascua, que suelen hacerme la pascua alterando todas mis costumbres, de la mejor manera posible: con la alegría impaciente de mis personajes literarios favoritos desenvolviendo los regalos que los Reyes les han dejado en mi casa.

            Solo donde hay niños es Navidad, solo donde hay niños hay Reyes; sin ellos no hay más que una sucesión de comilonas y un barullo en los centros comerciales.

Domingo, 7 de enero
EL ASOMBRO DEL PAPA

En 1923 viene Einstein a España a dar una serie de conferencias. Lo entrevistan en el tren que lo trae de Barcelona a Madrid: “Mi vida es muy irregular. A veces, cuando me preocupa un problema, no trabajo durante días enteros; me paseo, voy vengo en mi casa, fumo, sueño y pienso. Por el contrario, hay semanas en las que no ceso de trabajar”.

            Exactamente como un poeta. Cuando no trabaja –cuando los demás creen que no trabaja--  es cuando trabaja de verdad. Es entonces cuando aparecen los descubrimientos, el resto es ponerse mecánicamente a escribir o a trajinar en el laboratorio.

            La entrevista con Einstein la encuentro esta mañana en un libro, El periódico del siglo, que conmemora los cien años del ABC. Está lleno de firmas ilustres, de media historia de la literatura del siglo XX, pero a mí más que los artículos literarios, sean de Cela o de Borges, me interesan los textos propiamente periodísticos. La entrevista con Einstein o la de José Juan Cadenas con Benedicto XV.

Estamos en 1915, cuando la Gran Guerra, y el papa le pregunta al periodista, si España continuará con su neutralidad. Y esta es la reflexión del periodista: “¿Y qué hemos de hacer sino seguir siendo neutrales? Nos ha sorprendido el conflicto europeo distanciados de la política internacional. En el juego de las alianzas no representamos ningún papel… Es el resultado de treinta años de política imprevisora, ignorante y torpe. Las grandes potencias han confundido a la nación española con los políticos que nos gobiernan, y en el desprecio que siente por estos han envuelto a la nación entera… Se nos considera como un Portugal más grande. No se cuenta con España para nada… Se la desconoce… Se la ignora… Los hombres que vagabundeamos por países extraños nos damos cuenta de esta dolorosa verdad, que nos hace sufrir y nos arranca lágrimas de impotencia y de rabia”.

            El papa, como nosotros, se queda atónito ante esas afirmaciones. “¡La guerra es terrible! –murmura--. Mejor mil veces la neutralidad”.

            Pero parece que entonces había españoles que consideraban que no luchar con unos o con otros, que no ofrecer algunos miles o millones de muertos en aquella casi inimaginable hecatombe, era un desdoro para el honor de España. ¿Cómo íbamos a creernos semejante barbaridad si no la leemos en un periódico de la época y enunciada nada menos que ante el papa?   

Lunes, 8 de enero
BELLE ÉPOQUE

La mayor parte de los libros de versos, de las novelas, de las obras de teatro que se publicaron o se estrenaron en 1914 han dejado de tener interés. Pero, en cambio (¡quién lo iba a decir!), la guía del Real Automóvil Club de Asturias que se publicó ese año resulta apasionante. Era la belle époque, bella solo para unos pocos.

En el Real Automóvil Club no podía entrar cualquiera: “El ingreso se determinará por votación, con bolas blancas y negras entre todos los señores socios, entendiendo que seis bolas negras determinan la no admisión del candidato”. Y se podía ser expulsado si el comportamiento no se atenía a determinadas normas: “Será dado de baja el socio que falte a las leyes del honor o de la delicadeza, dentro o fuera del recinto del domicilio social,  haya perdido la pública estimación o se dedique a negocios o industrias que pudiesen perjudicar el buen nombre de la sociedad”. Nos gustaría que se nos explicaran algunos ejemplos de la falta de delicadeza o qué negocios o industrias pueden hacer perder el buen nombre del Club.

            Averiguamos también que la gente bien viajaba entonces con sus sirvientes y que estos tenían un precio especial en los hoteles. En el Hotel La Serrana, de Avilés, la pensión completa es de nueve pesetas, pero para sirvientes solo de cuatro y media (seguro que los alojaban en las peores habitaciones y les  daban de comer las sobras).

No dejan de sorprendernos las aclaraciones que en ese tiempo era preciso hacer a los automovilistas: “Un hombre embriagado, tendido en mitad del camino, que se obstina en no levantarse a pesar de oír perfectamente el toque de la bocina, no nos autoriza a pasar sobre él si podemos evitar su encuentro. Si no nos es posible evitarlo, nuestra obligación consistirá en detenernos. Nuestro derecho no llegará nunca al poder de atropellarle”.

Y sorprendidos nos deja la insistencia en el papel terapéutico del automovilismo.  “¿Puede el uso del automovilismo ejercer influencia favorable sobre ciertas enfermedades?”, se pregunta el redactor. Y no duda en contestar que sí.

Y no solo eso, hasta parece que puede competir con Lourdes. El automóvil descubierto, a velocidad moderada, cura el insomnio. También las enfermedades de la piel, el asma, los catarros, la tuberculosis, las enfermedades del estómago y hasta la tosferina de los niños.

Martes, 9 de enero
ME LO VOY PENSANDO 

“Estos duros días de invierno ¿no se te hace muy cuesta arriba vivir solo?”, me preguntan o me pregunto.

            ---Se me hace.

            ---¿Y no has pensado en buscarte quien te haga compañía? Ya vas teniendo edad.

            ---Lo pienso siempre que estoy enfermo. O sea, pocas veces.

            ---Pues a partir de ahora van a ser muchas más veces. La biología no perdona.

            ---Por una pareja tradicional no creo que me decida. Yo, como en las películas antiguas, preferiría un ama de llaves o un mayordomo. El de Batman no me vendría mal.

            ---Cualquiera de esas opciones te saldría mucho más cara, y además tendrían vacaciones y fines de semana libres.

            ---Tendré que ir pensándomelo.

Miércoles, 10 de enero
ELOGIO DE UN REPUBLICANO

Tomo un café con Ángel Miguel González, el nuevo director del periódico en el que colaboro desde hace años. Es el tercer director que conozco. No viene de fuera. Era subdirector desde hacía ya veinte años.

No parece que, en lo que a mí respecta, vayan a cambiar mucho las cosas. Le agradezco que me deje seguir disfrutando de la misma libertad que Íñigo y Marcelino. Con frecuencia, yo afirmo una cosa en mi colaboración dominical, y el editorial de ese día defiende la contraria.

            ---Alguna vez me han llamado para quejarse –me confiesa, aunque no me dice quién--, pero yo respondo que los colaboradores son libres, que no representan la opinión del periódico. Mientras no me llamen de la Casa Real… –bromea--.  Entonces tendría que pensármelo.

            ---Sospecho que de ahí no te van a llamar. Me parece que la opinión que los reyes tienen del anterior jefe del Estado se parece bastante a la mía, si no es peor por estar mejor informados. Felipe VI no puede decir lo que piensa, obviamente, pero sus actos hablan por él: expulsó de España a su antecesor y si no le retiró el título “honorífico” de rey fue porque no se lo concedió él sino Rajoy en una disposición que firmaba, creo recordar, el propio rey Juan Carlos. Y eso cuando ni jueces ni fiscales se atreven a investigar, con el curioso pretexto de que la Constitución permitiría a Luis Roldán o a Al Capone ser reyes de España. Felipe VI cumple con sus obligaciones, es lo contrario de su antecesor. Solo un vez me parece que, mal aconsejado, perdió los papeles. Fue cuando el discurso con motivo del conflicto catalán, ahora ya más o menos encarrilado, gracias a la fuerza de los votos..

Jueves, 11 de enero
LAS FAMOSAS AMENAZAS

Curiosa teoría la de mi amigo Abelardo Linares. Me reprocha que yo hable en público de cosas privadas. “¡Hombre! –le digo--. Escribo un diario personal, no la crónica parlamentaria. De algunas cosas privadas tendré que hablar”.

            ---De las tuyas, no de las ajenas. Si alguien te amenaza en privado, en privado debe quedar.

            ---Si un escritor me amenaza con cortarme el cuello si vuelvo a referirme a sus libros, ¿no crees que eso deben saberlo los lectores?

            ---Nadie te ha amenazado con cortarte el cuello ni con partirte las piernas, solo te ha dicho que si vuelves a mencionar su nombre tendrás que atenerte a las consecuencias.

            ---Y me atengo. Todos los días antes de subirme al coche reviso cuidadosamente los bajos.

            ---¡Pero si tú no tienes coche!

            ---Las precauciones nunca están de más. ¡Hay que ver cómo se las gastan algunos poetas andaluces!

Viernes, 12 de enero
INCREÍBLE, PERO CIERTO

No digo nada nuevo si digo que el mero hecho de vivir es el mayor deporte de riesgo. Lo que no me imaginaba es que el de crítico literario pudiera ser un oficio tan peligroso como el de corresponsal de guerra.


 

sábado, 6 de enero de 2024

Coraje y alegría: Personal y político

 

 

Lunes, 1 de enero
EL MEJOR REGALO

Me levanto a las siete y media, como de costumbre, y en seguida me pongo con la reseña de la semana. Hoy le toca a una biografía de César González Ruano, un escritor con tanto talento como pocos escrúpulos.

Escribo todos los días, pero no mucho tiempo: antes de las diez, ya he terminado mi trabajo. Luego me queda el resto del día para leer, pasear, charlar o aburrirme. Admiro a esos escritores capaces de pasarse seis o siete horas ante el ordenador. Yo no suelo pasar de hora y media, a menudo menos. Y aún así dicen que escribo demasiado, y probablemente sea verdad.

Constancia y rutina, ese es mi lema. Hacer lo que tengo que hacer a primera hora de la mañana para luego darme el gusto de no hacer nada, de estar disponible, al servicio de quien me quiera.

Nada más terminar mi trabajo del día, me llama un amigo. "Nos vamos a la playa. ¿Te quieres venir con nosotros?". No lo dudo ni un momento. "Te esperamos abajo, en el coche".

Me imagino que vamos a Rodiles, la playa favorita de Martín y Yara, pero vamos más allá. Paramos en Berbes, un hermoso lugar con sus calles en cuesta, sus casas de indianos y su antigua mina de fluorita. Está desierto esta primera mañana del año y tiene algo de escenario dispuesto para el rodaje de una película, parece que de un momento a otro van a comenzar a aparecer los actores.

Bajamos luego hasta la playa de Vega, de la que ni había oído hablar. El mar nos saluda antes de llegar, agitado y muy azul. No hay nadie en la playa, inmensa, partida en dos por un manso arroyo. Como todos los sedentarios, tengo nostalgia de las aventuras que no he vivido, salvo en las novelas de Verne y Stevenson. Cierro los ojos y por un momento me embarco hacia un destino ignoto en busca de un tesoro. Los abro y ese tesoro está aquí, en torno mío y a mis pies: cientos de cantos rodados de las más diversas formas y colores, cuarzos y fluoritas que resplandecen como joyas.

La primera comida del año es en el desfiladero de Entrepeñas, que había entrevisto al llegar antes de atravesar un pequeño túnel. Lo ha excavado el río Acebo entre las altas peñas coronadas de árboles. Han puesto en su breve y curvo recorrido mesas y bancos de madera. El sol, que luce tibiamente, no llega hasta aquí abajo, pero el frescor del día se soporta fácilmente. Las risas de los niños, el rumor del agua clara, las altas peñas: el primer regalo de año es el mejor regalo que se le puede hacer a un solitario que nunca ha querido y siempre ha soñado con formar una familia.

Me fijo de pronto en que en medio del desfiladero hay una placa conmemorativa. Me acerco a leerla, temiendo que sea un burocrático manchón –como en tantos lugares hermosos-- que trate de inmortalizar al politicastro que lo inauguró o que índique que fue reformado con fondos europeos. Pero no. Lo leo en voz alta y no puedo evitar emocionarme: "Nada trajimos y nada nos llevamos, / solo las vivencias que hemos disfrutado. / Es difícil asumir que ya no estás, / pero es bonito ver cuántos te quieren / y no te olvidan. / Siempre contigo y siempre con nosotros / Goyo 9-6-2008".

¿Quién sería este Goyo al que se le recuerda en un rincón tan hermoso? Sin duda amaba este lugar y por eso sus amigos quisieron dejar memoria suya aquí para siempre.

Rutina y sorpresa, asombro y emoción. Que todos los días del año que empieza sean como este primer día.

Martes, 2 de enero
DIARIO OFICIAL

Un amigo bibliófilo, Daniel Rodríguez Rodero, poeta y opositor a notarías, me presta un tomo del Diario oficial del Ministerio de la Guerra que ha encontrado en el mercadillo leonés que frecuenta los sábados. Corresponde al tercer trimestre de 1936 y pasar sus páginas es ver la historia de otra manera, con detalles que no encontramos en ninguna  otra parte.

En el número del sábado 18 de julio aún no parece haber pasado nada. Comienza con un decreto, que firman Manuel Azaña y Santiago Casares Quiroga, en el que “se autoriza a la Casa Deutsche Zeppelin Reederei, para instalar y explotar en el Aeropuerto de Sevilla los servicios de abastecimiento y maniobra de sus aeronaves”. El permiso lo ha solicitado por conducto de la Embajada de Alemania en España. Siguen otras disposiciones, en una de las cuales se autoriza a un coronel médico para que disfrute del permiso de verano en Francia y Portugal. Unos días antes se ha declarado reglamentaria “para uso de la tropa, la camisa sport de algodón caqui, cuya descripción, características de confección y calidad, y pruebas a que han de someterse los tejidos se detallan a continuación”. Y siguen largos y minuciosos párrafos en que se habla del dobladillo y de los canesús, de cómo han de ser los ojales y de la resistencia al planchado.

La casi doméstica cotidianidad se ve interrumpida en el diario del día siguiente con un decreto de Manuel Azaña: “A propuesta del Ministro de la Guerra y de acuerdo con el Consejo de Ministros, vengo en decretar la anulación del estado de guerra en todas las plazas de la Península, Marruecos, Baleares y Canarias, donde se haya dictado esta medida, quedando incursos en las máximas responsabilidades penales los infractores de este decreto y relevadas de obediencia a los jefes facciosos las fuerzas militares. Dado en Madrid a dieciocho de julio de mil novecientos treinta y seis”. ¡Lástima que un estado de guerra no se pueda anular por decreto!

El siguiente número del Diario no aparece hasta el 26 de agosto, casi un mes después. Y los primeros decretos que publica, subrayan el caos y el desconcierto que siguió a la sublevación: se admite la dimisión de Casares Quiroga como presidente del Consejo y ministro de la Guerra, se nombra ministro de la Guerra al general José Miaja, se admite la dimisión de José Miaja y se nombra ministro de la guerra al general Luis Catelló Pantoja, y todo ello el 19 de julio. No aparece, por cierto, el nombramiento de José Giral como presidente del gobierno.

            El gobierno y el ejército republicano desaparecieron el 18 de julio; fue el pueblo armado, por decirlo a la manera decimonónica, quien evitó que triunfara en toda España la sublevación. Luego uno y otro se reconstituirían con Largo Caballero y Negrín. Pero esa es otra historia muchas veces contada. La del desconcierto inicial está en estas páginas del diario oficial mejor reflejada, sobre todo en las páginas ausentes, que en ninguna otra parte.

Miércoles, 3 de enero
DOS EN UNO

¡A saber a quien odia la gente que me odia! Seguro que no es a la misma persona que quiere la gente que me quiere.

Jueves, 4 de enero
SALVAR LAS JOYAS

La lectura de una nueva biografía de González Ruano me lleva a releer al que en un tiempo fue su discípulo predilecto, Marino Gómez Santos, autor de una divertida crónica del café Gijón que motivó su expulsión del mismo y también, por solidaridad, la del maestro.

A Gómez Santos, como a Zunzunegui, le adjudicaron una fama de gafe que le amargó la vida, a pesar de su creciente éxito como biógrafo de grandes personalidades. No conocía su libro La reina Victoria Eugenia, de cerca. Es una crónica rosa que pasa por alto las muchas sombras de su desdichado matrimonio, pero alguna se deja entrever. Habla Victoria Eugenia de sus lecturas: “Como me casé muy joven y el rey era muy severo, no le gustaba nada que yo leyese, por ejemplo, una novela francesa. Como los ingleses entonces eran muy decentitos y buenos, yo leía a los ingleses”. ¡El rey adúltero era, sin embargo, “muy severo” con su mujer y vigilaba sus lecturas! Nada de novelas francesas, perniciosas para la moral.

La reina Victoria Eugenia vivió veinticuatro años con una suegra acostumbrada a mandar y de costumbres contrarias a las suyas. “Ella estuvo siempre, siempre con nosotros”, le indica al biógrafo. “Conmigo se mostró muy cariñosa”. Un pequeño apunte nos deja adivinar el calvario: al conocer la desaparición de Lord Kitchener en 1916 –el barco en que viajaba chocó con una mina, la regente –austriaca--, no pudo evitar expresar su alegría; Victoria Eugenia, que lo había conocido de niño, calló su tristeza, pero el esfuerzo por contenerse hizo que sus uñas dejaran un desgarro en el mantel.

De la noche del 14 de abril, que pasó sola, abandonada de su marido, nos cuenta algo que no lo deja en buen lugar. “Yo tuve que pasar la noche en Palacio, justamente para sacar varias cosas que interesaban al rey. Mis propias cosas las tenía ya embaladas”. ¿Y qué es lo que no había tenido tiempo de llevarse el rey? “Las joyas las tenía yo en mi cuarto y podía disponer de ellas en cualquier momento; pero debía recoger las de la reina Cristina, que el rey me había encargado que las sacase, y había que hacerlo durante la noche aquella”.

Viernes, 5 de enero
DOLOR Y NIÑERÍAS

Un amigo de Madrid, personal y literario, me cuenta que otro amigo de Sevilla, personal y literario, le ha leído las cartas que un amigo de Rota, solo literario, me escribió y que al parecer anda haciendo circular por ahí. Amenaza con destruir por completo mi reputación si vuelvo a mencionarlo. ¡Pobre Felipe, con tanto talento y perder el tiempo en esas niñerías de patio del colegio!

Otro amigo de siempre es el que ahora me preocupa. Durante largos meses he tratado de frenarle en su carrera autodestructiva, cada vez más acelerada, y no he tenido más remedio que dejarle ir para que no me arrastrara consigo.

De sobra sé que no podía hacer otra cosa, pero eso no evita el dolor del corazón.