Sábado, 18 de mayo
LA PROMESA DEL REY
Soy de
esas personas, tan insoportables, que siempre quieren tener razón. Eso no
quiere decir que siempre la tenga, aunque sí más a menudo que quienes se
conforman con el primer bulo acorde con sus prejuicios. Para estar equivocado
lo menos posible, conviene mantenerse alerta y analizar con atención los
argumentos de quienes no piensan como nosotros, comprobar la solidez de los
datos con que los sostienen.
Cuando los ataques de Unamuno y
Blasco Ibáñez al rey a propósito del golpe de Estado de Primo de Rivera, de
inmediato se publicaron réplicas en defensa del monarca. Releyendo dos de ellas
esta aburrida tarde de sábado (aburrirme es una de mis ocupaciones preferidas),
encuentro un dato en los que me parece que no han reparado los historiadores.
La marcha del rey el 14 de abril pudo sorprender a alguno de sus ministros,
pero no a quien la tenía largamente pensada y anunciada.
Alfonso R. de Grijalba, en Los
enemigos del rey, de 1924, recoge unas palabras que Alfonso XIII le dijo a
Gumersindo de Azcárate: “Yo quiero tanto a mi patria, yo quiero ser tan
respetuoso con la voluntad nacional, que el día en que la mayoría de los
españoles signifique su deseo de cambiar de régimen, yo abandonaré el trono sin
discutir, y mi primer acto consistirá en dirigirme al nuevo jefe del Estado
para rogarle que me permita, al frente de uno cualquiera de los regimientos del
ejército, seguir prestando mis servicios a la República y a España”.
Hermosas palabras, ciertamente. Y no
fueron dichas en una única ocasión. Al año siguiente, publica Manuel Bueno España
y la monarquía donde recoge una variante que él mismo escuchó al monarca
“en una grata conversación”: “Si a mí me constase que la mayoría de los
españoles fuera republicana, no solo no lucharía por conservar la corona contra
la voluntad nacional, sino que dejaría mi alta investidura, contentándome con
ser un simple ciudadano de mi patria”.
A
continuación, el panegirista de la monarquía lanza un reto: “Conque ya lo saben
los republicanos: a conquistar la voluntad nacional. Todo lo demás se les dará
por añadidura”.
Eso
hicieron. Y el 14 de abril ocurrió exactamente lo que había profetizado Manuel
Bueno.
Domingo, 19 de mayo
VAYA PAR
Humanamente,
qué poco atractivos esos dos escritores que llenaron una época, Cela y Umbral.
Cuando murió el primero, el segundo, que había sido uno de sus aduladores,
publicó sobre él un libro despiadado que no quise leer en su momento. Más que
un libro, Cela: un cadáver exquisito, es un amontonamiento apresurado de
papeles, viejos y nuevos. Lo abro al azar, en el puesto de mercadillo donde lo
venden por un euro, y encuentro un ingenio que me resulta familiar: “El destino
de toda gran obra es acabar roma y triste en la mente de unos adolescentes
embrutecidos. Es lo que llaman Enseñanza Media”.
De las muchas cosas (no todas malas, pero casi) que Umbral dice de Cela, me sorprende su insistencia en que, aunque ganó dinero con la literatura, nunca ganó lo suficiente para vivir como vivía, siempre tuvo algún mecenas, unas veces conocido, como el dictador venezolano Pérez Jiménez o el constructor Duarte, y otras secreto, aparte de ser un maestro en el arte de exprimir los caudales públicos. Seguía una tradición ilustre, la de los escritores de la Edad de Oro, siempre arrimados a algún mecenas.
Lunes, 20 de mayo
NO SOY MEJOR
Observando
a los demás es como mejor me conozco a mí mismo. Hacer el bien está muy bien,
pero hay que saber hacerlo. Yo sospecho que no he aprendido, quizá por poca
práctica. Más de una vez me he lamentado (pero solo interiormente) de lo
desagradecidas que son algunas personas a las que siempre he intentado
favorecer. Ahora que lo soy yo con quien insistentemente se entromete y trata
de comprarme con favores no solicitados, comprendo su actitud.
Si ayudas a alguien, procura que no se note. Si haces un favor, que parezca que te lo hacen. No esperes gratitud, a menudo resentimiento disfrazado. Si la recibes, acéptala como una generosa propina. Raro es el favor que no encubre, aunque quien lo hace no lo sepa (o se lo oculte a sí mismo), un intento de soborno.
Martes, 21 de mayo
SIN INSULTAR
Leo con
asombro unas palabras de Netanyahu en respuesta a la Fiscalía del Tribunal
Penal Internacional que ha solicitado su detención como presunto autor de
crímenes de guerra: la considera una muestra del nuevo antisemitismo.
Si combatir los crímenes de guerra,
el masivo asesinato de civiles indefensos, muchos de ellos niños, es ser
antisemita, yo soy antisemita, orgullosamente antisemita, como toda persona
decente.
Afortunadamente, no es así. Y se
puede reprobar el terrorismo de Hamas o del Isis, sin ser islamófobo, sino todo
lo contrario; y se puede reprobar la barbarie que parece no tener otro fin que
el exterminio o la expulsión de los palestinos de Gaza, sin por eso ser
antisemita, sino todo lo contrario´.
No me insultes, Netanyahu.
Antisemita lo serás tú, además de presunto criminal. A los judíos de bien, como
a toda la gente de bien, les avergüenza tu comportamiento y el de quienes te
apoyan o incluso te jalean.
Miércoles, 22 de mayo
VAYA CON BUENO
La
deriva ideológica de Manuel Bueno, uno de los nombres fundamentales de la
generación del 98 en sus comienzos, es bien conocida, lo mismo que el bastonazo
con el que dejó manco a Valle-Inclán o su asesinato en 1936. Pero en 1925, en
su libro en defensa de la monarquía, hace un análisis de la situación en el
protectorado marroquí que coincide más con la tesis de la izquierda que con el
militarismo del monarca: “En Marruecos no se ha hecho nada útil. Allí donde
había que crear intereses no se ha atendido más que a hacer sensible un yugo no
ciertamente blando”. La primera iniciativa, tras formalizarse el protectorado
allá por 1907, no es atraerse a la población indígena ni facilitar su
desarrollo, sino crear la sociedad “Minas del Rif” patrocinada por elementos
políticos de primera fila. “Lo que se procura es lo de siempre: vivir sobre el
país, sin afanarse por mejorar su vitalidad natural por los procedimientos
técnicos usuales”. La consecuencia es aumentar el ejército por las necesidades
de la ocupación. ¿Y quién se beneficia de esa política absurda? Quienes han
hecho de la guerra una saneada fuente de ingresos. Y a continuación escribe
Manuel Bueno unas palabras feroces: “Yo he oído decir a una ilustre
personalidad de nuestro periodismo que para resolver definitivamente el
problema de Marruecos habría que empezar por destruir a cañonazos la ciudad de
Melilla”.
Jueves, 23 de mayo
CUALQUIER DÍA
Discurre
el día con rara perfección, todo ajustado a la rutina: el café matinal con un
libro de Fernando Castillo, que es como un diorama de ciudades entrevistas en
el cine y la literatura; la sonrisa de Yara, al salir de la guardería; la
librería de viejo, a un paso de casa, que me sorprende siempre con un regalo
inesperado; el cielo súbitamente azul, como si hubieran apartado de un manotazo
el telón de nubes; la foto que me envía un amigo, de paso por Nápoles, una
ventana en el Gambrinus, a la que se asoma San Francisco de Paula; las pruebas
de un nuevo libro; unos versos, no sé si míos o ajenos, que me vienen a la
cabeza mientras voy camino del supermercado: “No te quejes de tu suerte / pues
aunque no tienes nada / tampoco te falta nada / y la luna viene a verte”.
Sonrío pensando en lo que suele decirme Martín López-Vega: antes eras un poeta
y ahora te has convertido en un ripioso coplero.
Ya
no tengo ambición ninguna, ni literaria ni de otro tipo. Mi broma favorita es
que me llaman para decirme que me han dado el premio Nobel y yo respondo: “¿No
podrían dárselo a Andrés Trapiello, que le hará más ilusión?”
A mí que no me den más que lo que tengo, si
acaso un poco de compañía, que eso nunca cansa.
Pero al llegar a casa, y escribir estas líneas, ante mí se estremece mi futuro, como en el soneto de Guillén. A un día sucede otro día y en alguno de ellos, pronto o tarde, aguarda la piedra de la desdicha, que ya va golpeando a gente cada vez más cercana.
Viernes, 24 de mayo
RENTABLE NEGOCIO
Muñecos
con que jugar al pin pan pun, los personajes públicos. Sirven de desahogo para
los bajos instintos de la buena gente, un poco como los partidos de fútbol. Y
si insultan y calumnian de un lado, qué difícil resistir y no insultar y
calumniar también del otro.
Yo procuro no insultar a nadie,
aunque sí ironizar, pero en el partido que se está jugando tengo claro quiénes
son los míos: los que no apoyan a Milei ni a Netanyahu ni a la perpetuación de
la guerra de Ucrania, ese rentable negocio.