Sábado, 27 de abril
PEQUEÑOS DETALLES
Más que
viajar al pasado, lo que tengo es la sensación de viajar al futuro, Las
entrevistas de José Martí Gómez y Josep Ramoneda, que ahora encuentro reunidas
en un libro, Hagan juego, señores, se publicaron en la revista Por
favor allá por 1975, previo paso por la censura que mutiló unas y eliminó
otras.
Las
leí entonces y al releerlas ahora es como si aquel joven viajara al futuro y
supiera lo que iba a ser de las figuras y figurones que preparaban el
postfranquismo. Muchos desaparecieron pronto por el escotillón mientras que
otros tuvieron un largo recorrido. Yo me fijo en los pequeños detalles que
retratan un tiempo. Un tal Eduardo Tarragona, a la pregunta de qué es lo que
más le ha ofendido de todo lo que le han dicho hasta el momento, responde: “No
me han dicho ni ladrón ni maricón; no me ha molestado nada. En política se
pueden decir muchas cosas, menos esas dos”.
No
menos sorprendente resulta Antonio Gala: “Yo hace tiempo cada vez que me
levantaba daba gracias a Dios porque España no era exactamente el culo del
mundo, quedaba Portugal. Ahora me levanto y no tengo de qué dar gracias. Tomo
un pequeño estimulante, que conoce la gente muy poco y que recomiendo: se llama
captagón y me ayuda a mantener el día”.
Ahora el captagón lo conoce bastante
más gente, aunque no creo que por recomendación de Antonio Gala. Es la cocaína
de los pobres, la droga de los terroristas, el sostén económico de Siria y de
los talibanes, una píldora milagrosa que ayuda a olvidar el dolor y el miedo,
que dota –eso dicen-- de una energía sobrehumana y permite soportar las bombas,
las largas caminatas por el desierto e incluso, más difícil todavía, varias
noches encadenadas de “fiesta”.
En tiempos de Antonio Gala era fácil
conseguirlo sin receta. Ahora también, pero no se suele recomendar
públicamente.
Domingo, 28 de abril
EL FILO DE LA
NAVAJA
Civil
War sería otra
película más sobre la odisea de unos periodistas en tiempo de guerra, si esa
guerra tuviera lugar en cualquier república africana o sudamericana. Pero
transcurre en Estados Unidos y en tiempo presente y no resulta demasiado inverosímil.
Sospecho
que tampoco lo sería una película semejante ambientada en España. Hay un
momento en que los periodistas se detienen en una gasolinera de la que se ha
apoderado un grupo rebelde. Cuelgan de un cable dos hombres a los que están
torturando. La periodista más joven, todavía no acostumbrada al horror, los
mira espantada. “Este –dice uno de los torturadores, señalando al que le
suplica piedad-- fue conmigo al instituto. Entonces ni me hablaba, ahora es más
locuaz”.
A
partir de ese momento, sin dejar de verla, abandono la película para entrar en
otra en la que los rebeldes no avanzan hacia la Casa Blanca con la intención de
acabar a tiros con el presidente, sino hacia la Moncloa. Y me da por ir
haciendo una lista de los amigos y familiares que estarían en un bando y en el
otro. Si caigo en sus manos, ¿hasta dónde llegaría la saña de algún poetastro
maltratado por mí? No quiero ni pensarlo.
Al salir del cine, sonrío aliviado.
Una situación así, una nueva guerra civil, sería inviable en España, como lo es
en Estados Unidos. O eso quiero creer.
Lunes, 29 de abril
QUÉ SE LE VA A
HACER
--Trabajas
demasiado…
--¡Qué se le va a hacer! A mi edad, ya no está uno para otra cosa.
Martes, 30 de abril
ME LO ESTOY
PENSANDO
Se
queja un amigo de que, entre sus clases y atender a la familia, apenas si tiene
tiempo para leer y escribir, y yo me quejo de que me sobra tiempo para todo.
---¡Qué suerte tienes!
--- ¿Suerte? Carezco de excusas. Si
no tengo éxito, no es por falta de tiempo sino de talento.
---De talento para medrar sí que
careces.
---El éxito del que yo hablo es el
de escribir algo que valga la pena, no el de vender mucho o ganar premios.
---¡Cómo te gusta la falsa modestia!
Hay gente que piensa que has escrito algo que vale la pena, tú el primero.
Cambiaría mi vida por la tuya.
---Y yo la mía por la tuya sin
dudarlo un instante. Lástima que eso solo sea posible en los cuentos de hadas:
el príncipe que cambia sus ropas con el mendigo. Yo saldría ganando, tienes dos
hijos maravillosos y el trabajo que siempre has querido tener. Te arrepentirías
de inmediato antes que yo. De joven, estaba muy a gusto siendo como soy; ahora,
lamento no haber formado una familia.
---Pues aún estás a tiempo.
---No te creas que no lo estoy pensando. A fin de cuentas, si ahora tengo un hijo, a sus veinte años yo solo tendré noventa y cuatro, que tampoco es mala edad si uno tiene la suerte de conservarse bien de salud. Además, yo soy de maduración lenta. Todavía no he dejado atrás las impertinencias ni los caprichos de la adolescencia. Hasta me vendría bien haber retrasado un poco las responsabilidades de la paternidad.
Miércoles, 1 de mayo
SER OTRO
Como
todo el mundo, he vivido una vida real y otras imaginarias, no por eso menos
reales. El libro Cuando Abd el-Krim quiso negociar con Franco lo leí por
primera vez hace años y me fascinó: esa vida de corresponsal extranjero y
espía, un poco como de personaje de Graham Green, es la que a mí me habría
gustado llevar. El libro aparecía calificado como novela, aunque a mí entender
tenía mucho de novelesco, pero poco de novela.
Los
historiadores no lo creyeron así y nunca lo tuvieron en cuenta. El domingo
volví a encontrarlo en el Fontán y lo releí con el mismo interés que hace
treinta o cuarenta años. Pero ahora, maravillas de Internet, he encontrado un
artículo de un historiador que sí lo toma en cuenta: “Abd el-Krim et la
libération du Maroc dans les années 50”, de Bernabé López García, publicado en NAQD, revista argelina “d’Etudes y
Critique Sociale”.
Nasser, que aspiraba a ser el líder del mundo árabe,
concertó una entrevista de Fernando P. de Cambra, corresponsal de La
Vanguardia en Oriente Medio, con Abd el-Krim, que quería negociar con
Franco la creación de una república del Rif. Franco no quiso ni oír hablar de
ese traidor. Las idas y venidas de Fernando P. de Cambra se cuentan con mucho
detalle en su libro. ¿Fantasías de un periodista megalómano? López García ha
encontrado, en la Fundación Francisco Franco, el informe sobre esa propuesta
que Cambra hizo llegar, por caminos no oficiales, al Caudillo.
El corresponsal de La Vanguardia fue
testigo de la destitución de Mohamed Naguib, primer presidente de la república
de Egipto que se oponía a los planes dictatoriales de Nasser; se entrevistó con
el pachá de Marraquech, enemigo del futuro Mohamed V, y conocido como “El león
del Atlas” o “La pantera del desierto”, fue invitado a colaborar en el envío de
armas, repuestos y equipos de campaña a la zona del Rif: “Tengo entendido que
usted conoce bien el litoral de Marruecos”, “Durante cuatro años cumplí
navegaciones de cabotaje; desde Agadir hasta el Oranesado. Hice escalas en
Mogador, Mazagán, Casablanca, Fedhala, Kenitra, Larache, Arcila, Tánger, Ceuta,
Río Martín, Uad Lau, Melilla, Mostaganen y Orán… Conservo pésimo recuerdo de
los inviernos y de los puertos con barra, especialmente Kenitra y Larache”.
Leo esos nombres y vuelven a mí todas
las ensoñaciones de mi adolescencia. Hubo un tiempo en que yo creía que quería
ser Fernando Pessoa, pero quien quería ser en realidad era Corto Maltés. Y lo
sigo queriendo.
Jueves, 2 de mayo
UN
RECUERDO INFANTIL
Cuando
escribe Fernando P. de Camba su libro de memorias, le falla un poco la memoria,
o no tomó la precaución de contrastar ciertos datos: fecha en abril del 57 la
visita de Mohamed V a Madrid para firmar la independencia. pero fue un año
antes.
Uno
de los recuerdos de mi infancia es haberle visto cruzar por delante de mi casa
en una caravana de grandes coches negros, su rostro triste mirando un momento
por la ventanilla. “Ahí va el rey de Marruecos”.
No
sé cómo pudo ser eso posible. Mi casa, en Aldeanueva del Camino, estaba junto a
la carretera, la antigua Vía de la Plata, pero yo tenia por entonces seis años
y no es nada seguro que el rey, que desembarcó en Barajas y volvió a tomar el
avión en Sevilla, pasara por allí.
No
me fío mucho de ese recuerdo infantil, pero sí de lo que le cuentan a Cambra:
“Su general Franco humilló profundamente al rey de Marruecos al obligarle a
presentarse en Madrid para firmar el Tratado de Independencia. No solo era rey,
era descendiente de Alí y sultán absoluto temporal y religioso de sus súbditos.
Y es rencoroso, no olvida jamás las humillaciones que recibe. Sabe esperar para
vengarse la ocasión propicia”.
La
primera tuvo lugar poco después, en Sidi Ifni; la segunda la llevó cabo su
hijo, fue la Marcha Verde.
¿No he vivido la vida que hubiera querido llevar? Digamos mejor que no vivo solo una vida, esa monótona y rutinaria que está a la vista de todos, sino muchas. La historia de todas las personas y cosas que me interesan es la historia de mi vida.
Una apreciación histórica sin mayor importancia. La Marcha Verde la organizó solo o en compañia de otros --eso dicen-- el V de los Mohamed. El VI, hijo según parece del V, no tiene tiempo, se tambalea mucho por París.
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