Sábado, 19 de septiembre. FELICIDADES
“Cuéntame un cuento, padrino”, me dice Martín cuando se cansa de corretear en bici, jugar con los colegas del colegio o a solas con el agua de la fuente, de buscar caracoles o saltamontes, coger moras o arrancar ramitas de hierbabuena que crecen cerca de las ortigas. “¿De dragones o de dinosaurios?”, le pregunto. “¡De la rata vieja!”, suele responder. La rata vieja es un personaje que él ha inventado, que asoma la nariz por las alcantarillas y que le fascina desde que era pequeñito. “Ya soy grande”, proclama esta mañana orgulloso mientras desenvuelve impaciente los regalos que encuentra en mi casa: un microscopio y un telescopio. “Para ver los bichitos que andan dentro de una gota de agua y los dragones de la luna”, me dice. Hoy Martín cumple cuatro años. Y ya sé que estas cosas no deberían decirse en público, pero yo soy feliz viéndole cada día más listo. También la abuelidad se inventa, que diría Antonio Machado.
Domingo, 20 de septiembre. SOFÍA Y TÚNEZ
Qué distinta la dolorosa Bulgaria de Kapka Kasabova, que ella odia y ama (ama a su pesar) de la que yo he entrevisto en mis estancias allí. La primera en 2005, con Luis Alberto de Cuenca y Paulina Cervero, para hablar de Cervantes y de Víctor Botas. Desde ese viaje inicial me enamoré de Plovdiv (iba a decir en Plovdiv, pero esa es otra historia) y ahora el Maritsa es uno de mis ríos y las empinadas callejuelas de la ciudad antigua uno de mis escenarios favoritos para estar solo o en buena compañía. Qué distinto un país, para los que lo llevan dentro como una herida que no acaba de cicatrizar y para los que no tienen allí raíces, están siempre de paso y lo convierten en inagotable escenario de sus mejores sueños.
Martes, 22 de septiembre. TAMPOCO ES PARA TANTO
¿Soy una mala persona? Probablemente sí, pero cuando alguien hace el ridículo en público no soy capaz de reírme solo en privado. Paso revista a mis malas acciones, esas que han hecho que me odie tanta buena gente: lamenté en unas líneas de mi diario la separación de un poeta que había hecho del canto a la esposa y a la vida familiar uno de sus temas principales; dije “no seas facha”, en una charla que yo creía amical, a un librero cuando hablábamos no sé ya si de Cataluña o de la emigración; en la reseña a una antología de los aforismos de Juan Ramón Jiménez señalé errores de principiante; discrepé de algunos puntos, muy razonadamente por supuesto, cuando se publicó una tesis doctoral sobre Ángel González, a la que un apreciado amigo había dedicado muchos años… Busco y rebusco y todas las maldades que encuentro son del mismo tipo: haber herido los sentimientos de alguien, sin ser consciente de ello (a veces, siéndolo), o no haber admirado lo suficiente a algún colega escritor que decía admirarme (y no era verdad: solo un préstamo que debía ser devuelto con intereses).
¿Soy una mala persona? Es posible. Quien lo dude que pida informes sobre mí a Miguel d’Ors, José Manuel Valdés, José Luis Morante, Ricardo Labra y tantos otros damnificados. Pero seguro que hay peores personas que yo. El mundo sería bastante mejor si no fuera así.
Miércoles, 23 de septiembre. SE ME OCURRE PENSAR
Paso de una cadena
de televisión a otra, para desconectar antes de ir a la cama, y siempre acabo
deteniéndome en algún programa sobre platillos volantes y extraterrestres. Mi
favorito es Ancient Aliens. Me gusta cómo salta de un lugar arqueológico
a otro, siempre con seductoras imágenes, y me fascinan los “expertos” que
aparecen, capaces de defender sin sonrojo los mayores disparates. Mi favorito
es Giorgio Tsoukalos. ¿Habrá gente que se crea que los dioses griegos eran en
realidad alienígenas, que la virgen de Fátima no era la virgen María, sino un
alienígena? Claro que, bien mirado, tan absurdo como creer que era un
alienígena es creer que era una buena mujer que vivió hace muchos siglos en
Galilea y que, como en el cielo no tiene cosa mejor que hacer, de tarde en
tarde se aparece a algún pastorcillo para convertir un lugar cualquiera en un
concurrido lugar turístico.
Nos reímos de los que creen en
platillos volantes y no nos reímos –por la cuenta que nos tiene-- de quienes
creen en resurrecciones y dioses extraterrestres, cada uno de ellos el único Dios
verdadero. ¿Qué tienen en común el archimandrita de Jerusalén, el papa
Francisco y el infatigable perseguido de alienígenas ancestrales Giorgio
Tsoukalos? Que todos ellos viven, y en algún caso muy bien, de la credulidad
ajena. Baja la audiencia, desciende el número de creyentes, y comienza a
peligrar el negocio.
Jueves, 24 de septiembre. EN EL SUEÑO
Viernes, 25 de septiembre. LA ZORRA Y LAS UVAS
En eso me comporto como si fuera tan inteligente como me gusta creer que soy. En eso y en pocas cosas más.