sábado, 29 de octubre de 2022

En la retaguardia: Todo es magia

  

Sábado, 22 de octubre
SIETE LEGUAS

Como todo el mundo, soy contradictorio. Me gusta la apacible rutina, hacer todos los días lo mismo y a la misma ahora, pero también calzarme de vez en cuando las botas de siete leguas. Hoy la primera zancada me ha llevado hasta Peñafiel, con su alargado castillo sobre el cerro y su inmensa plaza cuadrada para los espectáculos taurinos (o los autos de fe, en otro tiempo). Mi primer recuerdo ha sido para uno de mis maestros, señor de estas tierras, el infante don Juan Manuel, que aquí vivió y aquí está enterrado. Él me enseñó que escribir es reescribir viejas historias; a la mejor de las suyas, “El brujo postergado”, el toque final se lo dio Borges. Me despierto en el convento de las Claras, cruzo el río Duratón, y me acerco hasta San Pablo a saludar al primer narrador cruzando ante la casa del Molino, que se despereza con los primeros rayos de sol. Luego, desde lo alto del castillo contemplo el caparazón de las bodegas Protos y, a su lado, el cementerio. Recuerdo los versos de Li Po, que tanto me han acompañado desde que los escuché por primera vez, sin saber que eran suyos, en la adolescencia: “Vivir y morir luego, he aquí la sola / seguridad del hombre. / Y ahora llenad mi copa, es el momento / de vaciarla de un trago”. Al fondo se entrevé, entre una hilera de álamos, como en los versos de Machado o en la prosa de Azorín, el río Duero.

            Otra zancada y estoy en el castillo de Cuéllar, que a mí me trae el recuerdo de Espronceda y su Sancho Saldaña, pero todavía queda gente a la que le trae otros recuerdos. En el libro en el que los visitantes dejan unas palabras, leo: “Yo conocí este castillo convertido en penal, con la guardia civil paseando por las almenas”. Ahora alberga un instituto de segunda enseñanza y las voces adolescentes tapan los gemidos de ayer mismo y la intrigas de la época de Enrique IV y Beltrán de la Cueva. Ante la hermosa fachada renacentista, dorada por el sol, quiero imaginarme que entre estos muros también hubo horas felices en el tiempo antiguo como las hay ahora para la mocedad despreocupada.

            El castillo de Coca sustituye la altivez de la piedra por la humildad y la docilidad del ladrillo. Si yo situara aquí una historia, algo tendría de las voluptuosas fantasías de las mil y una noches, no sé bien por qué, o sí: parece ilustración de un cuento oriental. Desde sus ventanas se contempla una alta torre, la de San Nicolás, que da al paisaje un aire metafísico, a lo Giorgio de Chirico. La fotografío una y otra vez, como un enamorado. Es medieval, a su lado se construyó una iglesia en el siglo XVIII que ha resistido menos. Ahora hay en este castillo, que acabó siendo, como casi todo, de los duques de Alba, una escuela de capataces agrícolas, En el patio central, cada mes del año se glosa con un poema: “Otoño de manos de oro, / ceniza de oro tus manos dejaron caer al camino”. Antes de marchar, me acerco hasta la puerta principal de la muralla y saludo primero a los verracos (me recuerdan a los lorquianos toros de Guisando, “casi muerte y casi piedra”) y luego al emperador Teodosio, sabio y justo, según una inscripción que figura en lo alto del arco de entrada.

            ¿Qué tienen en común la desdichada Juana, hija de Isabel la Católica, y Pilar, hermana de José Antonio Primo de Rivera? La una vivió aquí, en el castillo de la Mota, los primeros episodios de su locura; la otra, el esplendor de su grandeza. Por fuera sigue siendo una poderosa fortaleza, de las primeras de su tiempo; por dentro, todo es oscuridad y años cuarenta. Yo me alojé aquí y en cuanto podía escapaba al pueblo, donde en cualquier esquina podía tropezarme con Lázaro de Tormes.

            Vuelvo a dormir al convento de las Claras. Antes de acostarme doy un paseo por la plaza del Coso, más inmensa y desolada que nunca a esta hora, cerrados los párpados de madera de las fachadas, que se abren de par en par —las casas no tienen otra fachada— para el espectáculo.   

Domingo, 23 de octubre
RIBERA DEL DUERO

Ayer las botas de siete leguas me llevaron de castillo en castillo, hoy camino por la orilla del Duero, aprovechando las antiguas sendas de pescadores. Me acompaña el otoño en todo su esplendor. Entre Peñafiel y Quintanilla ,hay cerca de cuarenta kilómetros, pero yo no los recorro todos, por supuesto. Cruzo el río en Pescadera de Duero por la pasarela que tiene una gracia escultórica en sus curvas y sus sombras, y camino por la otra orilla. El río, muy quieto, es de un verde turbio. De vez en cuando, se escucha a lo lejos alguna voz que subraya el silencio. Poco a poco, siento que mi paso se acompasa al latir del mundo. No pienso en nada, soy todo ojos, nariz y oídos, soleada mañana de domingo. ¿Cuánto tiempo estuve caminando? Como aquel monje que oyó cantar a un jilguero durante lo que él creyó unos minutos y cuando regresó al convento habían pasado quinientos años, yo también tuve un atisbo de eternidad. Pero cuando volví al pueblo, mis compañeros de viaje todavía no habían terminado de visitar la bodega de Tinto Pesquera. Salieron cargados de botellas y de tintineantes copas. Para ellos, yo, que no bebo (nunca me harán un etílico monumento como al ínclito Fernando Savater), me entretuve mientras tanto dando un paseo. ¿Cómo decirles que había encontrado un tesoro y que lo traía conmigo, aunque no llevara nada en las manos?

Lunes, 24 de octubre
MEMORIA HISTÓRICA

En Pesquera de Duero, llaman a la plaza mayor plaza de José Calvo Sotelo; en la hermosa iglesia, hay una placa de mármol que recuerda a los caídos, encabezados por José Antonio Primo de Rivera y Onésimo Redondo Ortega, y en la calle de Adalberto Moro otra con su yugo y sus flechas y la inscripción “muerto gloriosamente / por Dios y por España / en Cueva Valiente (Guadarrama) / el 30 de agosto de 1936”. Parece que las leyes de la Memoria Histórica no se aplican en este pequeño lugar, idílico para los que pasamos por él, quizá no tanto para los que viven en él.

            En Peñafiel solucionaros de la manera más inteligente el problema con las turbulencias de la historia. Las calles llevan ahora su nombre tradicional y debajo, en otra placa de menor tamaño, se explican los cambios. La calle del Barriondillo se llamó entre 1931 y 1937 calle de Ruiz Zorrilla y entre 1937 y 2000 calle de Francisco Núñez; la calle de San Sebastián fue de Pablo Iglesias entre 1931 y 1937 y de los Héroes del Alcázar entre 1937 y 2000.

            Hace falta que pase un tiempo para que las víctimas de los dos bandos sean honradas por igual y los verdugos condenados de la misma manera. En las guerras civiles y en las no civiles, que también lo son, se enfrentan siempre seres humanos, con sus razones y sinrazones, nunca la bestia y el ángel. La barbarie de Churchill arrasando las ciudades alemanas (lo de Putin con las de Ucrania es un juego de niños comparado con ella) o la de los partisanos franceses con los colaboracionistas no la borra la barbarie del bando contrario, por execrable que sea. 

Martes, 25 de octubre
CALLAR LO QUE ESTOY DICIENDO

Nada me gusta más que decir lo que todos saben, pero callan, por lo que pudiera pasar: que el rey está desnudo, por ejemplo, como en el cuento de don Juan Manuel que luego reescribió Andersen.

            Prefiero entretenerme con paradojas que a nadie molestan, en lugar de decir lo que pienso de ciertas odas a la herbívora Europa y otras democráticas patrañas. Que soy un escritor sin éxito, por ejemplo, pero que estoy muy contento con el éxito que tengo.

Jueves, 27 de octubre
ELOGIO DEL EDITOR

Nunca he sido un buen vendedor de mí mismo. Nunca podría ser un escritor profesional. Publico mucho, pero trato de esquivar todo lo que puedo las molestias de la promoción. Hay quien publica un libro y lo presenta diez o doce veces; yo lo presento una vez y solo uno de cada tres. Hoy lo pasé bien, sin embargo, en la librería Cervantes porque me acompañaba mi amiga Rosa Navarro Durán y porque el libro del que hablaba, Ulises en Rodiles, no lo siento como mío, sino como un conjunto de romances populares que yo he tenido la suerte de encontrar y recopilar.

            Como escritor, me siento más bien heredero de Garcilaso o de don Juan Manuel que de ganapanes como Balzac. No sé de dónde me viene este aristocrático desdén por el dinero. Quizá de que siempre he necesitado poco. Quienes peor llevan esta despreocupación mía son los editores. A pesar de que no les hago ganar mucho (ni poco, me temo), me siguen editando. Tiene su mérito.

Viernes, 28 de octubre
PERPETUO ASOMBRO

Todo es magia --leí, creo, en alguna parte--, salvo la magia, que suele tener truco.



domingo, 23 de octubre de 2022

En la retaguardia: De un castillo a otro

 

 

Sábado, 15 de octubre
LA BARBARIE POPULAR

Me gusta decir cosas obvias en las que nadie ha reparado, al menos que yo sepa. Releo los Recuerdos de un anciano, de Antonio Alcalá-Galiano, y descubro que nada se parece más el Madrid de 1936 que al Madrid de 1808. ¿Porque en ambos casos el heroico pueblo de la capital luchaba contra fuerzas que pretendía dominarlo, el ejército rebelde o el ejército de Napoleón? Eso ya fue un tópico en la propaganda republicana.

“No existía en Madrid autoridad ni fuerza alguna moral o material”, escribe Alcalá-Galiano. Así comenzaron los desmanes de la turbas, según su relato: “Se había quedado en Madrid don Luis Viguri, intendente que había sido en la isla de Cuba, muy amigo de don Diego Godoy, el hermano de don Manuel, y a quien habían acusado de afirmar en una conversación con un coronel, allá por 1807, que deseando el rey Carlos IV descargarse del peso del gobierno, y no queriendo dejárselo al príncipe su hijo, bien podría el Príncipe de la Paz ser declarado regente. Fuese por esta razón o por otra, es lo cierto que habiendo Viguri maltratado a un negro, su esclavo, y quejándose este calumniando a su amo juntó gente a los gritos, y la fama no buena en el concepto popular del desdichado amo produjo un alboroto en que cayó muerto Viguri, atándose en seguida una soga a su cadáver con la cual fue arrastrado por las calles entre gritos de gente frenética, si no malvada”.

Aquel solo fue el comienzo: “Con la crueldad irreflexiva propia de días de loco entusiasmo, fue pronto olvidada aquella víctima de la furia popular, y si quedó de ella memoria, fue para crear un verbo atroz, pues hacía materia de risa lo que debía serlo de anatema, pues se llamó vigurizar a la acción de asesinar y en seguida arrastrar el cuerpo exánime del asesinado”. También al término “paseo” se le dio un nuevo significado en el Madrid del 36. Pero sigo en el heroico 1808. Llegaron por fin a Madrid tropas españolas que habían vencido a los franceses en Valencia. Así las vio Alcalá-Galiano: “Los soldados, mal vestidos, desgreñados, sucios, de rostro fiero, de modos violentos, carentes de toda disciplina, presentaban un aspecto repugnante”. La gente de educación y clase media se llenó de terror; la plebe, acostumbrada a los crímenes, los miraba como amigos y con quienes podía contar en caso de necesidad: “A los dos o tres días de la entrada de los valencianos, hubo un alboroto en las cercanías de la plaza de la Cebada, en que cayó muerto un hombre, no pudo averiguarse por qué razón, y el cadáver fue arrastrado como el de Viguri”.

Hubo héroes y bestias en el Madrid de 1808 y en el Madrid de 1936. Del segundo no digo nada, pero del primero sospecho que los crímenes más atroces —al contrario de lo que se nos ha enseñado— no los cometieron ni los franceses ni los afrancesados.

Domingo, 16 de octubre
UNA BUENA SEÑAL

Que te preocupen ciertos problemas que llenan las primeras páginas de los periódicos, que si Sánchez dice esto y Feijoo dice lo otro, es una buena señal: indica que no tienes problemas personales importantes.

Lunes, 17 de octubre
NO SÉ QUÉ LLEVO PEOR

No sé qué llevo peor si que dejen de quererme o que dejen de admirarme”, me digo en una de esas conversaciones que tengo conmigo mismo y que me avergonzaría repetir en voz alta.

            —Conociéndote, sospecho que lo segundo. Eres tan narcisista que para lo primero seguro que te basta contigo mismo.

            —La verdad es que no sé de qué me quejo. Yo mismo tengo la costumbre de detestar a quien antes admiraba.

            —Te pasó con Aleixandre…

            —Cuando comencé a escribir, era la figura mayor de la poesía española, como Juan Ramón Jiménez en los años veinte. Cuando le dieron el Nobel, dejó de interesarme.

            —Siempre te ha gustado ir a la contra.

            —No me atrevería a negarlo. A mí me basta con que todo el mundo esté de acuerdo en algo para que comience a dudar de ello.

            —Te pasó con Bousoño.

            —Me pasó con Bousoño, me pasó con Brines, me pasó con otro poeta al que conocí y admiré, Ángel Crespo, me pasó con Villena… La verdad es que no debería extrañarme que me hagan probar mi propia medicina.

            —Y es normal. Uno evoluciona, crece, tiene gustos distintos.

            —-Será normal, pero fastidia bastante, al menos a mí. Y no es que yo necesite muchos admiradores, con media docena tengo bastante. Pero soy exigente a la hora de conceder ese título.

            —¿Les pones un examen?

            —Pues claro, pero sin que se den cuenta. Si a alguien que habla muy bien de mi libros, le oigo elogiar la poesía de Manuel Vilas, inmediatamente le tacho de la lista.

Martes, 18 de octubre
CURADO DE ESPANTO

En alguna parte leí que Dios estaba curado de espanto. Quién como Dios.

Miércoles, 19 de octubre
UN PATRIOTA

Se acercan los franceses a Madrid, Alcalá-Galiano y su familia deciden marchar a Cádiz. Los viajes eran lentos. Tardan cinco días en llegar a Manzanares. Alojados en una posada, a poco de llegar se presentó en su cuarto un mozo alto, robusto y de modos amenazadores. “Aquí tienen ustedes al hombre que más franceses tiene muertos en la Mancha”, dijo. Y comenzó a referir sus hazañas. Una de ellas es que entrando en un hospital de franceses había quitado la vida a los enfermos que estaban en sus camas y que, como uno de ellos le dijese “español, agua de tisán” (y se burlaba de su acento al contarlo), él le había respondido “toma tisana” magullándole los sesos.

            —Pero peor que los franceses son los traidores que los apoyan, yo he matado a muchos, pero aún quedan más, todos los que como ustedes huyen de Madrid sin quedarse a defenderlo, por ejemplo.

            No contaré cómo lograron salvar la vida Alcalá-Galiano y su madre de semejante patriota, cuyo nombre quizá figure con letras de oro entre los héroes de aquel tiempo. 

Jueves, 20 de octubre
ALERTA MÁXIMA
 

Me aterran los días en que todo sale bien. Son aquellos que el destino prefiere para ponerte la zancadilla.

Viernes, 21 de octubre
RECINTO MURADO

De vez en cuando, conviene echarse la mochila al hombro y salir a dar una vuelta por esos mundos de Dios. Este fin de semana lo paso visitando castillos. Comienzo por el de Peñafiel, para seguir por los de Cuéllar y Coca y terminar con el de la Mota, en Medina del Campo. Todos los castillos tienen para mí sabor de infancia. Me recuerdan aquellas tardes, las mejores de mi vida, en que acompañaba en sus correrías al Capitán Trueno o a Ricardo Corazón de León. Luego hubo otros castillos, como el de Franz Kafka, o el de Teresa de Jesús. En el primero nos esperan, pero nunca podemos cruzar sus puertas; en el segundo, somos nosotros los que cerramos las puertas para que nadie entre.

            Un viaje, por pequeño que sea, es para mí siempre el Viaje, la búsqueda de un El Dorado o una Ítaca que no están en ninguna parte, de un lugar fueran del mapa y del calendario donde “vivir no duela como una postura incómoda”. Un castillo, cualquier castillo, es para mí siempre el Castillo, recinto murado que me protege de los riesgos de la intemperie y me da la libertad que me quita.

 

sábado, 15 de octubre de 2022

En la retaguardia: Del desastre del mundo

 

Sábado, 8 de octubre
EL ENGAÑO A LA VISTA

“La distopía está aquí, el mundo de Matrix está aquí, lo que ves no es lo que hay, sino lo que quieren que veas”. Hasta hace poco yo era uno de los que se reían de esos discursos apocalípticos. Ahora soy yo el que está al otro lado, el que ha abierto los ojos, el profeta al que nadie hace caso.

            ¿Pero estoy de verdad al otro lado? No, estoy con un pie en cada uno de ellos. El engaño a la vista no es cosa de ahora, no se inventó con las nuevas tecnologías. En la Edad Media bastaban el púlpito y la hoguera, en el franquismo los medios de comunicación adictos. Entonces, como ahora, había disidentes, por supuesto.

            En la Edad Media te ponían un sambenito, una caperuza grotesca y te paseaban por las calles entre las burlas de todos. Ahora también te ponen en la picota, si eres famoso, o te ignoran si eres, como yo, un donnadie.

            ¿Qué pasaría si yo dijera que la guerra de Ucrania es una guerra civil, una guerra de secesión que comenzó en 2014 y en la que progresivamente se han incorporado combatientes extranjeros, como en la guerra española la Unión Soviética ayudaba a unos y Alemania e Italia a otros? No lo podría decir en ningún medio público de la Unión Europea, sí en algún rincón privado donde esa verdad pasara como una ocurrencia de un escritorcillo al que le gusta llevar la contraria.

Domingo, 9 de octubre
SI EL DÍA DE MAÑANA

Desde el inicio del bienio negro, o la Tontemia como yo la llamo, no había vuelto a la televisión generalista. Preferí informarme por otros medios donde me fuera más fácil separar la propaganda de los hechos, pero hoy no podía perderme la vuelta de Salvados con un entrevistado que tiene mucho de protagonista de novelón decimonónico, Mario Conde. Seguro que a Balzac le habría gustado contar su historia. Además, fue el banquero y el solucionador del Rey Perjuro, ese borrón en la historia de España para el que aún no hemos encontrado quitamanchas. No me defraudó. Calló y dijo lo que le convenía, como era de esperar, pero con lo que dijo de su querido amigo ya hubo bastante para que nos avergonzáramos un poco más de haber sido ciudadanos de un país donde se tapaban con dinero público las sinvergonzonerías del heredero del Caudillo. Lo que no me esperaba fue el brío con que dijo en horario de máxima audiencia lo mismo que yo llevo diciendo desde hace décadas en papeles que nadie lee.

La inviolabilidad no es creíble. No es creíble para una persona sensata que en pleno siglo XXI se admita en un sistema jurídico occidental y moderno que una persona puede robar, matar, asesinar y violar sin responsabilidad penal alguna. No es posible. No existe tal sistema jurídico. Es una interpretación que viene de arrastre del concepto franquista que no separa la persona privada del jefe del Estado. No solo es un error, es que es también una trampa, porque si el día de mañana hay un referéndum acerca de la corona, unos van a decir, si tenemos un presidente de la República que usted elige si quiere y si no quiere, no, y si comete un delito ese presidente lo mete en la cárcel; si elige monarquía, usted tendrá un monarca que no puede elegir y, además, con patente de corso para cometer cualquier delito. Pero eso es mentira, y es imprescindible para el futuro de la monarquía que quede claro que don Felipe de Borbón es inviolable en cuanto rey, esto es, en sus actos como jefe del Estado, pero no en cuanto persona particular. Yo si fuese él lo dejaría claro.

Lo ha dejado todo lo claro que le permite su papel constitucional, expulsando de España a su antecesor, a pesar de que los paniaguados de turno siguen insistiendo en todo lo que hizo por la democracia. Otros son los que tienen que pedir perdón por haber interpretado la constitución española —que yo voté— de tan retorcida manera que, no ya Luis Roldán, sino ni siquiera Jack el Destripador tendría problema alguno con la justicia si fuera jefe del Estado español. 

Lunes, 10 de octubre
 INTIMIDAD

Tengo fama de no guardar secretos, pero los guardo muy bien, sobre todo los míos. De lo que otros me cuentan —salvo expresa advertencia, y entonces prefiero que no me digan nada— sí cuento lo que me parece que debe contarse, lo que tiene interés público.

            Los límites de la propia intimidad los pone cada uno. Si yo para vender libros o conseguir votos, saco a relucir a mi santa esposa, a la que tanto quiero, pues no debe extrañarme que un diario más o menos sensacionalista o un programa de cotilleo entrevisten a mi amante.

Martes, 11 de octubre
DIAMANTES DE SANGRE

No escucho mucha música. Puedo vivir perfectamente sin ella. Me gusta, pero la temo. Abre puertas dentro de mí que preferiría permanecieran siempre cerradas. Esta tarde asisto al concierto que en el teatro Filarmónica se ofrece en honor de quien fue y sigue siendo mi maestro, Emilio Alarcos. Al director de Filarmonía Ibérica, Melani Mestre, le gusta entremezclar lo consabido con raras piezas inéditas o poco habituales. Esta tarde al concierto para piano y orquesta nº 21 de Mozart le acompaña el Concerto Grosso “Palladio” de Karl Jenkins, que comenzó siendo el acompañamiento musical de un anuncio publicitario. Y no de cualquier anuncio, sino de la empresa De Beers, la de “un diamante es para siempre”. Fue fundada en 1888 nada menos que por Cecil Rhodes, el creador de Rodesia, el símbolo de todo lo que en el Imperio Británico había de racismo y de explotación. La empresa De Beers, que tuvo durante muchos años el monopolio en el comercio de diamantes, ha promovido golpes de Estado, expulsiones de indígenas, barbaries varias para hacer más lucrativo el negocio. Dicen que sus diamantes de sangre estuvieron en el origen de la guerra civil de Sierra Leona. Por eso la modelo Imán, la viuda de Bowie, como tantas otras supermodelos, se negó a trabajar con ello. Pronto el Concerto Grosso de Jenkins se convierte en la banda sonora de una película que yo me monto en mi cabeza. Y respiro tranquilo. Ya no estoy solo con la música, ya no hay riesgo de que me encierre en mi mismo y me obligue a abrir puertas que yo preferiría que permanecieran siempre cerradas.

Miércoles, 12 de octubre
THAT IS THE QUESTION

Me quejo mucho de los pequeños problemas de cada día. Cuando no es una cosa es otra, pero casi siempre ando azacaneado e inquieto por nimiedades que me ponen de mal humor.

            Pero peor es cuando el días transcurre sin sobresaltos, cuando todo está en su sitio y nada altera la confortable rutina, la cárcel de oro que yo mismo me he creado. Entonces es cuando asoman su rostro los verdaderos problemas, los que se esconden tras de los otros. ¿Envejecer, morir? Sí y no. Lo que tenga que ser será cuando tenga que ser. Todavía este tiempo es mi tiempo y me siento menos ajeno al mundo en que vivo que hace treinta o cuarenta años. Y la idea de la muerte que sigue aterrándome es la de la gente que quiero, no la mía. La nada siempre me ha parecido un lugar muy confortable, la gran creación de Dios, más que el universo. La posteridad literaria es un lugar con pocos asientos y no parece que vaya a haber uno para mí, aunque quién sabe… Sospecho que, al menos por un tiempo, se me seguirá leyendo tan poco como ahora y no faltará quien se alegre al encontrar un libro mío en una librería de viejo.

            ¿Cuál es entonces ese gran problema que se esconde tras los problemas de cada día y que solo asoma su feo rostro cuando soy feliz? La conciencia de que caminamos todos por una fina capa de hielo que en cualquier instante puede quebrarse y adiós muy buenas. No me preocupa la muerte, siempre que llegue a su debido tiempo, y la inmortalidad del alma me preocupa tanto como la inmortalidad del cangrejo; me preocupa la muerte que llega antes de tiempo o la que se retrasa demasiado y nos deja sin vida verdadera aquí en la vida.

Jueves, 13 de octubre
LO QUE YO HARÍA

Los trapos sucios se lavan en casa. Qué gran verdad. Pero cuando los trapos sucios afectan a la jefatura del Estado, convienen luz y taquígrafos, un gran acto de higiene a la vista de todos.

            —¿Tú encarcelarías al anterior jefe del Estado?, me pregunta un amigo.

            —Primero le retiraría el título anticonstitucional de rey y luego dejaría actuar a la justicia.

Viernes, 14 de octubre
ESTAS TARDES

Del desastre del mundo, me consuelan estas lentas tardes de otoño en que todo está en su sitio y hasta Dios, allá en su cielo, me envidiaría  si existiera.





 

sábado, 8 de octubre de 2022

En la retaguardia: Vivir para ver

  

Sábado, 1 de octubre
SAVATER Y YO
 

“Como todos los enemigos mortales, comenzamos siendo los mejores amigos”. De Fernando Savater ni soy enemigo mortal ni he sido nunca amigo. Le admiré mucho, eso sí, y me contagió a menudo su entusiasmo por lecturas y lugares, pero luego su nacionalismo antinacionalista, me fue alejando. Enemigo no soy, pero creo que he escrito cosas poco agradables sobre este catedrático de ética. Recuerdo un artículo en el ABC, a propósito de no sé qué libro suyo, en el que dudaba, no ya de que lo hubiera escrito él, sino de que ni siquiera lo hubiera leído. Era la transcripción de los guiones de una serie sobre escritores y ciudades con errores de bulto, y bien risibles. Para no enfadarme, aunque sigo leyendo el diario en el que colabora, hace tiempo que dejé de leer sus columnas. Hoy me llama un amigo escandalizado.

            —Si había alguna duda de tu deriva, no ya hacia la derecha, sino hacia la extrema derecha, acaba de desaparecer. ¡Coincides con Fernando Savater en aplaudir a Giorgia Meloni! Nunca creí que pudieras caer tan bajo.

            No me queda más remedio que leer lo que dice Savater. Y ciertamente, salvo las dos últimas frases, coincidimos. Sonrío cuando, en estilo indirecto libre, parodia la escandalera de los democratoides: “¡Nuestras instituciones comunes están en peligro, que nos salve Bruselas! Si los europeos no saben lo que les conviene, los fondos para la recuperación se los va a dar Rita. ¡Hasta ahí podíamos llegar!”

            —Qué difícil es hacer razonar a los defensores de las esencias. A la mayoría de la gente solo les cabe una idea en la cabeza, y esa de perfil. Estar de acuerdo con una de las medidas que aplica un político, no significa aplaudir todo su programa.

            —También Hitler, como Meloni, llegó al poder en unas elecciones.

—Hitler es muy socorrido en estos casos. Que yo sea vegetariano, como al parecer lo era él, no significa que aplauda el Holocausto. De Giorgia Meloni me gusta que fue la única que no se apuntó al gobierno Draghi para participar en el botín de los fondos europeos (que no sé yo muy bien de dónde salen, teóricamente la economía de todos los países mermó con la alocada gestión de la pandemia) y que protestó cuando los ciudadanos que, haciendo uso de su derecho, no se vacunaron quedaron excluidos de la vida civil, parias que debían organizarse por su cuenta para poder viajar de una ciudad a otra. Aplaudo eso. Del resto de su programa discrepo en casi todo. Pero de ahí a pensar que su elección pone en peligro la democracia va un cierto trecho.

—Pone también en cuestión la Unión Europea y la unión de todos contra Rusia.

—Pues qué quieres que te diga, a mí que ponga en cuestión ese chiringuito, que cada vez huele peor, no me parece del todo mal, lo que no significa que yo haya dejado de ser europeísta, como Londres no ha dejado de ser Europa, de lo mejor de Europa, por haber conseguido abandonar cierto club que, al menos teóricamente, era voluntario.

—De ti yo ya me espero cualquier cosa.

            —Que yo grite “bravo, Savater” por reírse en la cara, y en su periódico, que es el mío, de los demócratas de boquilla, no quiere decir que esté de acuerdo con él en todo. Eso de que hay “entusiastas del terrorismo sentados en el Parlamento chantajeando al gobierno” es una grave acusación contra jueces, fiscales y hasta el tribunal constitucional que mirarían para otro lado ante semejante barbaridad. Si eso fuera así, no ya la Venezuela de Nicolás Maduro, sino hasta la Rusia de Putin podrían darnos lecciones de respeto a la ley. Qué mala opinión de España tienen los españolistas. En fin, que coincido con Savater, amigo Piquero, ma non troppo.

Domingo, 2 de octubre
BOWIE Y YO

Veo Moonage Daydream, el documental de Brett Morgen sobre David Bowie, tan caótico como hipnótico, y se me ocurre pensar que Bowie, el hombre de las mil caras, fue el Fernando Pessoa de las estrellas del rock. Sus heterónimos no los llevó al papel sino al escenario. Era más o menos de mi edad —nació tres años antes— y me dedico a comparar su vida, no con la de Pessoa, sino la mía. Cara y cruz. El músico que concitaba multitudes y el solitario que pasa la vida de incógnito, el que vive errante por el mundo y el que apenas duerme una noche o dos fuera de casa. Pero de vez en cuando, entre el glamour y el maquillaje, asoman las sombras de la vida privada: esa distante madre, ese admirado hermano mayor que padece esquizofrenia, ese miedo a las trampas del amor. Pessoa también estuvo obsesionado con la locura. ¿“A debida distancia, / cualquier vida es de pena”, como escribió Francisco Brines? También todo lo contrario: de asombro y maravilla. ¡Qué antiguas nos resultan todas las escandalosas modernidades del primer Bowie! Admiro su capacidad de reinvención y búsqueda, su aceptación del caos como único principio organizador del universo. Y él, con toda su fama, esté donde esté, hoy me admiraría a mí, que sigo vivo, que sigo siendo el rey del mundo, aunque nadie más que yo —y quien me quiere— lo sepa.

Lunes, 3 de octubre
MACHADO Y YO

No sé si, como Antonio Machado, soy un hombre bueno en el buen sentido de la palabra (me temo que solo soy bastante bueno), pero de lo que estoy seguro es de que no soy “un hombre al uso que sabe su doctrina”, alguien que, ante cualquier cuestión, responde exactamente lo que se espera de un votante de la derecha, extrema o no, o de la izquierda más o menos lerda.

Martes, 4 de octubre
VÁLGAME DIOS

Al artista le sienta bien un poco de misterio. ¿Es necesario conocer la biografía de un autor para entender mejor su obra? Sí, pero sin entrar en demasiados detalles. Los que figuran en la solapa de un libro deberían ser suficientes. Las menudas anécdotas biográficas humanizan a veces, pero más a menudo simplemente empequeñecen. La imagen que el autor nos transmite a través de su obra es su verdadera biografía. En sus “memorias informales”, Personas y personajes, cuenta Alfredo Marqueríe que, entre 1927 y 1929, se reunía en el Café del Norte con otros jóvenes estudiantes segovianos. Un sábado vieron entrar a Antonio Machado; tomó asiento junto a una mujer que le estaba esperando. “Morenucha y delgada”, se parecía “enormemente” a Leonor, indica Marqueríe, Salieron poco después cogidos del brazo. A la tarde siguiente, abordaron a la mujer, “que montaba allí su guardia a la caza de posibles clientes”: “¿Conoces mucho a ese señor?”, “Viene todos los sábados a buscarme”, “¿Y sabes quién es?”, “Debe ser un sabio. Entiende de todo y me dice cosas muy bonitas. Tiene conmigo unas delicadezas que no merezco, como si en lugar de ser lo que soy fuera una señorita”, “¿Cómo le conociste?”, “Como a todos. Le dije: ¿Quieres venirte conmigo? Y cuando le despido le digo que vuelva pronto y le llamo serrano”, “¿Por qué?”, “Porque así llaman en mi pueblo a los de Segovia. Y creo que es de allí. Le gustan mucho unos tiestos con rosas que tengo en mi balcón, en la calle de Válgame Dios. Por las mañanas se despierta cuando suenan las campanas del convento de las Góngoras. Y a veces escribe algo en un cuadernillo”.

            Añade Marqueríe que, gracias a esa mujer, pudo descifrar algunos versos de Machado: “Y rosas en un balcón / a la vuelta de una esquina, / Calle de Válgame Dios. / Amores por el atajo, / de los de ‘vente conmigo’, / ¡que vuelvas pronto serrano!’ / Me despertarán / campanas del alba / que sonando están”.

            La anécdota apesta a apócrifa. ¿Cómo iba a saber Marqueríe, nacido en 1907, que aquella mujer se parecía extrañamente a Leonor, muerta en 1912, y de la que entonces no se conocían fotografías? ¿Cómo iba a dormir el poeta, cuando volvía de Segovia el fin de semana, fuera de la casa que compartía con la madre y el hermano? Todo parece inventado a partir de los versos que supuestamente se pretenden explicar. Pero no importa. ¿Tendría sentido que un biógrafo minucioso se pusiese a averiguar si Machado frecuentaba o no prostitutas, cómo se llamaban estas y cuánto les pagaba? Después de leer la biografía que Miguel Dalmau le dedica a Gil de Biedma, tardamos en poder volver a sus versos. También después de leer su diario póstumo. A veces es el propio escritor el más desconsiderado biógrafo de sí mismo y nos cuenta cosas, como si estuviera en un confesionario, que hubiéramos preferido no saber.

Miércoles, 5 de octubre
VENTAJAS DE NO SER NADIE

En todo hay pros y contras. No ser una celebridad tiene la ventaja de que nadie va a dedicar años de su vida a indagar sobre tu vida y sacar a luz todos tus trapos sucios, reales o inventados.

            —¿Tienes tú muchos trapos sucios, Martín?

            —Creo que no. Solo triviales miserias, como todo el mundo.

Jueves, 6 de octubre
QUÉ COSAS

“Bruselas prepara un nuevo paquete de sanciones contra Rusia”, leo. Pero son los ciudadanos europeos los que se echan a temblar. Vivir para ver.

Viernes, 7 de octubre
YA LO DIJO WILDE

Hay dos clases de comentaristas políticos: los inteligentes y aquellos cuya opinión no coincide con la nuestra.