Sábado, 18 de marzo
LOS CRÍMENES DE ATLANTA
En un número de Gimlet, la “revista policíaca y de
misterio” que dirigió Vázquez Montalbán allá por los años ochenta, encuentro
una doble página del ABC con información del crimen de los Urquijo: “Su
yerno los mató, según confesión propia, por considerarlos responsables del
fracaso de su matrimonio”. La fecha es del sábado, 11 de abril de 1981. Pero lo
que me llama la atención es un breve suelto que aparece al dorso.
Titular: "Son ya veintitrés los niños y jóvenes
negros hallados muertos en Atlanta". Antetítulo: "Dos que están por
desaparecidos se dan también por asesinados".
Copio el
texto íntegro: “Atlanta (Estados Unidos) (Agencias). El cadáver del muchacho
negro hallado el jueves en un inmueble abandonado de Atlanta ha sido
definitivamente identificado como el de Larry Rogers, de veintiún años, aunque
al ser deficiente mental no aparenta más de quince. Rogers había desaparecido
el 30 de marzo pasado, y ya desde entonces se pensó que podía convertirse en
una víctima más de la cadena de asesinatos de niños y muchachos negros que
desde julio de 1979 viene azotando a esta ciudad”.
“Ahora,
aunque la policía no ha facilitado aún las causas de la muerte, nadie duda de
que Roger ocupa ya el número 23 en la larga lista de negros muertos
violentamente por una o varias manos asesinas, ya que el criminal sigue sin
aparecer, ni de él se dispone de una pista sería. El mismo jefe de la Seguridad
Pública de Atlanta, Lee Brown, manifestó a los periodistas que, desde luego, la
estimación policial es que se trataba de un nuevo homicidio”.
“De la
larga cadena de delitos entre personas de color, todos ellos eran niños, a
excepción de Larry Rogers y de Eddy Duncan, también de veintiún años, y así
mismo deficiente mental, cuyo cuerpo apareció flotando sobre las aguas del río
Chattaoochee, en las afueras de Atlanta y a escasos seis kilómetros de donde se
encontró el cadáver de otro negro, Timothy Hill, de trece años”.
“El cuerpo
de Larry Rogers estaba solo vestido con un ‘short’ (pantalón corto) y no
llevaba zapatos. Poco antes de su desaparición fue visto por unas personas que
declararon a la policía que le habían visto introducirse en un automóvil verde,
conducido por un negro de unos cincuenta años que tenía un bigote muy poblado,
al parecer postizo. La descripción del sospechoso permitió a la Policía
confeccionar un retrato-robot, posteriormente difundido”.
“Todavía
quedan dos niños desaparecidos, cuya vida puede haber corrido la misma suerte
que los 23 asesinados. Se trata de Joseph Bell y Darron Glass”.
Lo
curioso es que, al contrario que del crimen de los Urquijo, de ese otro caso de
asesinatos en serie, tan de serie televisiva, no recuerdo nada.
Domingo, 19 de marzo
LA REALIDAD Y OTRAS DUDAS
Releo el recorte del ABC y me pregunto qué sería de
Joseph Bell, de Darron Glass. Tecleo en Google y en seguida comienza a aparecer
información. Al primero se le encontró poco después estrangulado; el segundo
todavía no ha aparecido. Seguramente seguí con atención aquella historia en los
periódicos, pero la he olvidado por completo. Ahora sé que sobre ella escribió
Martin Amis y se rodó más de una película.
Recreo yo en mi cabeza aquellas turbias imágenes. Christopher
Richardson, de doce años, camino de la piscina; Aaron Vyches, de diez años,
entrando en un chrevolet azul cerca del supermercado; Yusuf Bell, de nueve años, yendo a buscar
tabaco para una vecina a una tienda cercana… Luego las imágenes de los cuerpos
semidesnudos, en un edificio abandonado o flotando en el río.
Se detuvo al presunto culpable, Wyne Bertram Williams. de
23 años, promotor de música y fotógrafo, también negro. Se le condenó a dos cadenas
perpetuas. Siempre se declaró inocente. Las evidencias fueron circunstanciales.
Se habló de la intervención del Ku Klus Klan, de que había gente importante
involucrada. Pero era más cómodo que a los niños y jóvenes negros los matara
otro joven negro. Víctimas y verdugos eran de la misma especie, los buenos
ciudadanos de América pueden descansar tranquilos.
Leo el editorial de Vázquez Montalbán en Gimlet: "La novela policíaca implica una
toma de posición y una reflexión sobre el mal social en el mundo contemporáneo.
Pero tampoco hay que exagerar, amigo; si quiere documentarse sobre el mal
social lea otra cosa. La novela policíaca se limitan a ofrecer un paisaje moral
sobre el que se mueven personajes a los que se les escapa la risa porque saben
que lo son".
Las
novelas policíacas nos tranquilizan porque sus enigmas tienen solución, al
contrario que los de la realidad.
Lunes, 20 de marzo
PAREJAS
Se hablaba en el Vetusta
de varios casos de parejas tan compenetradas que la muerte del uno acarrea al
poco tiempo la muerte del otro. Casi siempre son parejas de ancianos que han
pasado la vida entera juntos. No importa que no se llevaran demasiado bien.
Acaban siendo como un solo organismo con dos cuerpos.
––Lo comprendo perfectamente, aunque no tenga ni haya
tenido pareja. Me quiero tanto a mí mismo que, si me muero, seguro que no soy capaz de
seguir vivo ni un día más.
Martes, 21 de marzo
SIN POESÍA
Hoy comienza la primavera
y se celebra el día de la poesía, lo que dice mucho de la idea que de la poesía
que tienen algunos. Yo suelo celebrarlo no leyendo, ni mucho menos escuchando,
ningún poema (aunque a veces no hay más remedio, qué se le va a hacer). Tampoco
el día del libro compro ningún libro. Para eso están el resto de los días del
año.
Miércoles, 22 de marzo
DE AYER A HOY
leemos en clase un
reportaje de Josefina Carabias publicado en Estampa
en 1933, “Las mil estudiantes de la Universidad de Madrid” Comienza recordando a la primera mujer que se
presentó en la Facultad de Medicina de Londres dispuesta a matricularse. Para
nos hagamos idea del revuelo que se armó, pregunta: “¿Ustedes se imaginan lo que pasaría
si mañana don Miguel de Unamuno, por ejemplo, manifestase que quería torear en
Vista-Alegre, alternando con el Niño de Haro?”
Recuerda luego a la primera mujer que decidió estudiar
Filosofía y Letras. Fue autorizada después de amplias deliberaciones, pero se
la expulsaría de inmediato si la muchacha “provocaba disturbios entre los
escolares o producía alteraciones del orden en las clases”. Todas las
precauciones parecían pocas: “Tan pronto llegaba la chica a la Universidad, los
bedeles la conducían al Decanato y la encerraban hasta que no llegaba el
catedrático encargado de dar la primera clase. Este la acompañaba al aula y,
una vez allí, la hacía sentarse, no en los bancos de los alumnos, sino en una
sillita traída al efecto y convenientemente separada de todos Luego este mismo
profesor la volvía a dejar en el Decanato y allí esperaba ella la llegada de la
clase siguiente, y así hasta la hora de marcharse, en que con las mismas
precauciones que al entrar volvía a ser conducida por los bedeles hasta la
puerta”.
Más adelante se menciona a Victoria Kent, que fue la
primera estudiante de Derecho, y un exigente catedrático de Medicina. “Yo tengo
dentro de un momento examen… ¡Y con Negrín! ¿Se hace usted cargo?”
Al salir de clase, pienso en cómo la historia se repite,
pero a menudo, por suerte, convirtiendo en farsa lo que primero fue tragedia. ¿La
conspiración del ala conservadora y pactista del PSOE
contra Pedro Sánchez no reproduce de alguna manera la del coronel Casado contra
Negrín al final de la guerra?
La cara de respetabilidad que proporcionaba Besteiro,
ahora se la daría el presidente asturiano, al que sin duda Rajoy tratará mejor
que Franco al bien intencionado catedrático de Lógica. Entonces se dio un golpe
de mano para entregarle al dictador, “cautivo y desarmado”, lo que quedaba del
ejército rojo; en este… Pero mejor no seguir con los paralelismos.
Afortunadamente la historia no ha terminado.
Jueves, 23 de marzo
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA
Leo en el titular de la
entrevista a un psiquiatra: “Ser agradecido mejora nuestra salud mental”.
No estoy yo muy de acuerdo. A mí la manera que tienen
algunos de expresar su gratitud me pone enfermo. Habría que escribir alguna vez un elogio de la descortesía. Claro que,
bien mirado, nada más descortés que pasarme media hora, en una conferencia de
una hora, dando las gracias a los organizadores, a los patrocinadores, al
presentador y a todo el que pasaba por allí. Tengo infinitas manías, una de
ellas las conferencias y los recitales de poesía; solo asisto a unas y otros
–salvo que sea yo el protagonista, claro— por imperativo legal. Soy muy
impaciente y alérgico a las palabras vacuas.
Claro que también la pesadez habitual de los actos más o menos
académicos tiene su lado bueno. Casi todos mis poemas breves y la mayor parte
de mis aforismos los he escrito en ellos.
Viernes, 24 de marzo
BAJITO, MIOPE, PARLANCHÍN
Sigo dándole vueltas al
caso de los asesinatos de Atlanta. Rafael Escobedo murió en la cárcel y se habló
mucho sobre si era o no culpable. Argucias periodísticas, Cometió el asesinato
“solo o en compañía de otros”. Más dudas me parece a mí que hay en el caso de
Wayne Bertram Williams. Se le condenó por dos crímenes basándose en evidencias
circunstanciales y se supuso que era el autor de los otros. Todo ello a pesar
de que parecía la persona menos adecuada para cometer tanto asesinatos, y
empleando además distintos procedimientos, en tan poco tiempo. Tenía 23 años,
era bajito, muy miope, de manos delicadas, un tanto afeminado, muy parlanchín.
Había dejado la universidad y trabajaba como promotor musical. Buscaba, sin
demasiada suerte, jóvenes negros con talento. Era un fantasioso: se le encontró
un documento firmado por la CIA en el que se afirmaba que, a
los diecisiete años, había recibido entrenamiento para el uso de armas blancas.
Algo tuvo que ver en su condena John Douglas, que colaboraba con el FBI elaborando el perfil de los criminales en serie. A
él se debe que se pensara en un único asesino para crímenes tan diversos. Quizá
se debe también a él que uno o varios criminales quedaran libres. Uno de ellos,
al parecer, llegó luego a senador. Qué novela habría escrito Truman Capote con
esta historia cerrada en falso.