domingo, 22 de febrero de 2015

Nadie lo diría: Eso lo fastidia todo


Sábado, 14 de febrero
UNA APARICIÓN

Se hablaba de milagros y de falsos milagros y entonces aquel desconocido, que se había pesentado en la tertulia matinal de los sábados por primera vez, dijo: “A mí, hace algún tiempo, me ocurrió una historia singular. Me acababa de separar de mi primera mujer y vivía solo en un pequeño apartamento en uno de los nuevos barrios madrileños, lo más lejos posible del piso que habíamos compartido y en el que se quedó ella, con nuestra hija. De sobra está decir que mi estado de ánimo no era el mejor de los posibles. No había sido una separación amistosa ni de mutuo acuerdo. Un día me encontré con las maletas en la puerta, sin más explicación. Pero no es de eso de lo que queria hablar ahora, perdonad, sino del milagro, o lo que sea, del que fui protagonista. Yo estaba de baja, tomaba bastantes pastillas y las mezclaba con más alcohol del habitual. Me había quedado además sin amigos. Todos los amigos comunes se pusieron de parte de mi mujer, que era la que tenía el trabajo más vistoso –periodista, había comenzado a colaborar en El País—y la más sociable. Una tarde fui a la presentación de un poemario en la librería Alberti. De los asistentes, media docena, solo conocía a José Cereijo, con el que había coincidido en alguna tertulia. Él fue quien me dijo, cuando supo que me destinaban a Avilés, que pasara a verte, que estabas en el Atrio todos los sábados. Al volver a casa, bastante tarde, después de estar con Cereijo, que me comentó su último libro de poemas, y luego dando tumbos por garitos de mala muerte, me di cuenta de que había olvidado la llave del portal. Llamé a varios vecinos, pero no me abrían. No conocía a nadie en el edificio. Algunos amenazaron con llamar a la policía si no los dejaba en paz. No tuve más remedio que esperar a que entrara o saliera alguien. Tuve suerte, no era una noche desapacible. Me quedé dormido. Entre sueños oí una voz que me llamaba por mi nombre y al abrir los ojos allí estaba ella. Sonreía, vestía un túnica blanca, me pareció que sus pies no tocaban la tierra. Se me pasó la borrachera de golpe, me puse en pie de un salto, aunque de lo que tenía ganas era de ponerme de rodillas. “Señora”, dije. Y ella seguía sonriendo mientras que su figura se iba volviendo transparente. Me alargó la flor que llevaba en la mano y se desvaneció. Entonces abrió el portal un vecino madrugador. Aproveché para entrar. Afortunadamente, no había olvidado la llave del apartamento. Puse la flor en una jarra de agua. Ahí sigue, sin marchitarse. Y yo descubrí de pronto que no estaba enamorado de mi exmujer, que hacía tiempo que había dejado de quererla, que separarnos era lo mejor que me podía haber ocurrido. En lugar de medicarme, comencé a correr por las mañanas. Volví a escribir poemas, Cereijo me animó mucho.  Todavía no he publicado nada, pero quedé finalista en varios concursos. ¿Fue un milagro lo que me ocurrió? Lo más probable es que se tratara solo de una alucinación. Pero lo fuera o no, los efectos para mí fueron los mismos”. Nos enseñó la flor que no se marchitaba en el móvil. Se trataba de una rosa blanca. “Al fundador del Opus también se le apareció la Virgen y le entregó una rosa, es la que aparece como emblema en los libros de la editorial Rialp”, dije yo. Mi tono era burlón, como siempre que oigo hablar de vírgenes y milagros. El desconocido –nos había dicho su nombre al llegar, pero lo recuerdo--, quizá algo molesto por mi tono, pidió disculpas por haber hablado tanto, se quedó en silencio el resto de la tertulia.


Domingo, 15 de febrero
EL DIVINO DEMENTE

“¿Es el universo obra de un demente?”, se pregunta Ignacio Darnaude en su último libro. “Fallos del diseño planetario que imposibilitan una convivencia civilizada” titula uno de los capítulos.
            Resulta curioso que hasta ahora ha nadie se le hubiera ocurrido poner en cuestión la estabilidad mental de Dios. Quizá solo a Woody Allen.


Lunes, 16 de febrero
EL ARTE DE LA TERTULIA

En Vidas contadas (Renacimiento), la nueva selección de las espléndidas entrevistas literarias que Marino Gómez-Santos publicó en los años cincuenta y sesenta, me encuentro con unas palabras de Eugenio Montes: “La tertulia es una reunión a la que puede acercarse todo el que quiera y al mismo tiempo es un círculo cerrado. El arte de dirigir una tertulia es muy difícil, más que el de presidir un salón. A un salón van solamente los convidados, y uno ya sabe a quién convida; pero a la tertulia no se puede impedir que vayan advenedizos. Es delicado dirigir una tertulia. El cortar una discusión que se puede poner violenta, el orientar la charla de modo que el que está deseando contar una anécdota graciosa tenga ocasión de ello... Es como tocar un instrumento musical”. Pone como ejemplo a Pedro Mourlane Michelena: “No conocí a nadie que tuviera tal arte para dirigir una tertulia como él. Era el Rubenstein de las tertulias”.
            Si me hubiera conocido a mí, Eugenio Montes me pondría como ejemplo de todo lo contrario. En una discusión que se puede poner violenta, lo único que sé es echar más leña al fuego. Yo el arte tocar un instrumento musical o de templar gaitas lo domino poco. Lo único que sé hacer bien es tocar son las narices.


Martes, 17 de febrero
SEMANAS ENTERAS

La edad nos alcanza a todos. Me temo que estoy dejando de ser un adolescente. Cada vez necesito más tiempo para recuperarme entre un amor y otro. A veces incluso paso semanas enteras sin  encontrar a nadie que me haga perder la cabeza.


Miércoles, 18 de febrero
VOY  A IR AL INFIERNO

“Eso se llama morir con las botas puestas”, me dice mi amigo Ángel ¡ mientras me alarga el último número de El cultural con la reseña que Ricardo Senabre escribió poco antes de morir inesperadamente.
            ----No es una mala manera de acabar la vida, leyendo y escribiendo hasta el último minuto. Aunque no sé yo si sus lecturas eran las mejores. Se nota que este último novelón de Gustavo Martín Garzo no le gustó demasiado. Inverosímil, lleno de detalles innecesarios, de misterios gratuitamente complicados y de frases “poéticas” en el peor sentido de la palabra: “Estaba muy guapo, con esa belleza que tienen las cosas cuando nadie las mira”. Triste oficio leerse cada semana un libraco y luego redactar sobre él un desganado folio.
            ----Exactamente lo que llevas haciendo tú todas las semanas desde hace no sé cuántos años, por lo menos treinta.
            ----Pero yo no reseño novelas.
            ----Reseñas tochos peores, mamotretos académicos de esos que nadie lee. Pero a veces da la impresión de que, cuanto peor sea el libro, mejor te lo pasas. Tienes un punto sádico. Te gusta hacer sangre. Y eres vengativo. Como no te pusieron en el comité editorial o científico de esa revista de la Universidad de Oviedo dedicada al estudio de la poesía contemporánea, Prosemas, te vengas haciendo lo que nadie hace, ni siquiera sus directores, leer atentamente las colaboraciones para luego cachondearte inmisericordemente de los disparates de un benemérito hispanista.
            ----No tengo perdón de Dios. Voy a ir derechito al infierno.
            ----Al infierno no sé, pero de lo que estoy seguro es que, cuando te jubiles, tus colegas no te van a dedicar ninguno de esos tomos de homenaje a los que son tan aficionados. Más bien respirarán con alivio.
            ----Me sobrevaloras. A veces tengo la impresión de que la única persona que me lee es Susana Rivera para contrarrestar cualquier mención mía a Ángel González y la nonata Fundación con una andanada de enlaces a todo lo que yo dije o dejé de decir sobre el poeta en las últimas décadas.
            ----Nonata ¿por culpa de quién?
            ----Permíteme que sea un caballero y no añada una palabra más.


Jueves, 19 de febrero
TRISTE OFICIO

Unos trescientos mil argentinos se manifiestan en Buenos Aires para que se respete la investigación de la muerte de Alberto Nisman, que cada vez “se aleja más de la hipótesis inicial del suicidio”. Parece que una joven que entró como testigo junto con el operativo policial en el apartamento del fiscal relató al diario Clarín –a cuál si no-- los nuevos datos que llevan a pensar en el homicidio: “los agentes repasaron la documentación esparcida sobre la mesa de Nisman, tocaron su teléfono y usaron los baños y la cafetera”.
            La razón por la que esa falta de pulcritud de los agentes y la urgencia urinaria de alguno pueda hacer descartar la hipótesis del suicidio y sustituirla por la de asesinato es algo que yo no acabo de comprender. Nadie desmiente que el fiscal apareció muerto de un disparo en el interior de su cuarto de baño, apoyado contra la puerta, con la pistola a un lado (pistola que le había prestado el día anterior un amigo), en un piso con la puerta cerrada con la llave puesta por dentro en la cerradura. ¿Había o no ventana en ese cuarto de baño? ¿Cabía o no por ella un hombre? Dado que el apartamento estaba en un piso 13, ¿existía una escalera de incendios que permitiera llegar a ella desde el exterior? ¿Y cómo es que el asesino ni siquiera llevaba un arma consigo y tuvo que rebuscar en los cajones para encontrar la que le habían prestado al fiscal?
            Estas cuestiones elementales no se las plantean los periodistas de Clarín o de El País. ¿No se las plantean o no dejan sus jefes que se las planteen? Triste oficio el vuestro, Leila Guerriero, Martín Caparrós.


Viernes, 20 de febrero
NO ME CONFORMO

Me paso la vida quejándome, en eso es casi en lo único que soy como todo el mundo, y sin embargo si me dieran a escoger un lugar para vivir, una época, escogería exactamente el lugar en que vivo –el planeta Tierra-- y este siglo XXI, y si me preguntaran por la edad que me gustaría tener respondería sin dudarlo: la que ahora tengo. Pero si me hablan de amores... Ese punto es el único en el que no me conformo con lo que tengo. Y eso lo fastidia todo.




domingo, 15 de febrero de 2015

Nadie lo diría: El secreto del corazón


Sábado, 7 de febrero
MISTERIOS Y FALSOS MISTERIOS

Afirma Valery que no hay misterios, sino falta de datos o cortedad de la mente. No estoy muy de acuerdo. Hay misterios, no solo falsos e interesados misterios, como los del suicidio del fiscal argentino (aún siguen mareando la perdiz del asesinato) o las finanzas de Podemos. Hay misterio: basta con mirarse al espejo para encontrar un enigma sin solución.


Domingo, 8 de febrero
CUESTIÓN DE TAMAÑO

Somos del tamaño del amor que nos tienen. Hoy soñé que, como el protagonista de no sé qué película, yo me iba volviendo más y más pequeño hasta el punto de correr el riesgo de que cualquier transeúnte me aplastara con sus zapatones.
            Si yo fuera del tamaño del amor que tengo, podría alcanzar la luna con la mano.


Lunes, 9 de febrero
ESTAR DE MÁS

Sigo con Valery: “Escribir es necesitar a los demás”. Vivir es necesitar a los demás. Si no necesitas a nadie, es que estás muerto. ¿Y si todo el mundo empieza a necesitarte cada vez menos? Bah, eso es normal, eso es solo que te estás haciendo viejo.


Martes, 10 de febrero
ME APUNTO A UN GIMNASIO

Entrenarse para ser feliz como se entrena uno para tirar al blanco.


Miércoles, 11 de febrero
EL CASO MONTORO

----Qué calladito estás, Martín, cuando te conviene. Anda una señora poniéndote verde por los periódicos y las redes sociales y tú sin decir ni mu. Acusan con pruebas a tus amigos de Podemos de cometer fraude fiscal y tú a mirar para otro lado. Y menos mal que no tratas de convertir el caso Monedero en el caso Montoro.
            ----Yo procuro hablar lo menos posible de política. Trato de que ni siquiera se sepa si voto a un partido o a otro. ¿Y sabes por qué? Por respeto a los lectores. Tengo lectores de todas las ideologías y no quiero molestar a ninguno.
            ----¡Qué hipócrita eres! No sé si tienes pocos o muchos lectores, pero de lo que estoy seguro es de que cualquiera de ellos sabe de qué pie cojeas... y no solo en el sentido político.
            ----Soy de los que piensan que un caballero nunca habla de política, si puede evitarlo, ni anda por ahí contando con quien se acuesta o con quien se levanta. Otra cosa es que me guste razonar. Mira uno de los editoriales de El País de hoy. Ya sé, ya sé que siempre utilizo el mismo periódico. Pero es que es un periódico al que, como a mí, le gusta dar lecciones de rigor y de ética a los demás. Y hasta de vez en cuando acepta alguna regañina del defensor de los lectores. Dice el editorial que Monedero “ha ofrecido datos sobre los saldos de sus cuentas, pero la información hecha pública no despeja las incógnitas abiertas”. Cualquier persona normal, pensaría que las despeja. Si El Mundo dice en portada que Monedero tiene setecientos mil euros en la cuenta de tal banco y él muestra un documento del banco con el saldo de su depósito, muy inferior, ya queda aclarado ese asunto. Pero El País se sale por la tangente y lo que nos dice es que esos documentos bancarios no aclaran las dudas que “hacen referencia a la procedencia de ese patrimonio y su relación con la financiación del partido”. Ni las aclaran ni tienen que ver con esas dudas. Sí aclaran la mentirosa portada de un determinado diario, a la que El País no alude porque puede más el afán denigratorio de Podemos que la rivalidad periodística. Continúo: “El hecho de haber presentado una declaración fiscal complementaria indica que el propio Monedero era consciente de la naturaleza evasiva de las operaciones que había realizado”. De lo que era consciente es de que iban a por él. ¿Es ilegal crear legalmente una empresa para pagar menos impuestos? Pues que empiecen a investigar todas las empresas creadas por futbolistas, conferenciantes de lujo, cantantes y demás. Lo que resulta raro es que un particular pague por los mismos ingresos mucho más que una empresa. Pero no entremos en eso. Quedémonos en que el editorial de El País engaña a sus lectores: Monedero si aclaró la falsedad de los informes sobre sus cuentas y, a pesar de ello, y gracias a editoriales como ese, se siguen repitiendo como verdad  determinadas mentiras.
            ---Pero no me dirás que no te asquea, a tí que eres tan ético, eso de cobrar dinero por asesorar a un gobierno como el de Venezuela.
            ---A mí no me asquea trabajar para ningún gobierno democrático. Hacer negocios con gobiernos dictatoriales que además humillan especialmente a las mujeres, el de Arabia Saudí sin ir más lejos, y servir de intermediario en esos negocios como el anterior Jefe del Estado (cobrando o sin cobrar, que eso nunca lo sabremos) si que me asquearía un tanto.


Jueves, 12 de febrero
FOTOS ÍNTIMAS

Cualquier día es una caja de sorpresas que comienza a abrírse al despertar cada mañana y uno nunca sabe lo que contiene. Lo primero que vi en ella hoy fue una cara sonriente que mi miraba sin decir nada. Lo segundo, que aquella habitación en la que me había despertado no era la misma en la que me había acostado, o creía haberme acostado porque poco a poco, desvanecidas las nieblas del sueño, comenzaban a venirme algunos inconexos recuerdos a la memoria. "Entonces, ¿me quedé en tu casa?", "Eso parece". Habíamos estado hablando hasta muy tarde, comentando sus poemas y algunas lecturas comunes. Lo último que recuerdo es que hablamos de Pessoa y de lo tedioso que había acabando resultando el juego de los heterónimos en manos de sus imitadores. "Tú también parece que has incurrido en él, ¿o no?". Me ruboricé un poco ante lo que me pareció un reproche y luego me volví a ruborizar al darme cuenta de que estaba desnudo, completamente desnudo, bajo las sábanas. Lo que había ocurrido entre una cosa y otra se me había borrado por completo de la memoria. "Bueno, voy a preparar el desayuno mientras te vistes. No quiero que por mi culpa llegues tarde a clase”. Miré entonces la hora y me sobresalté al comprobar que eran más de las ocho y media. "No voy a tener tiempo a desayunar", dije y comencé a vestirme rápidamente. "Para un café y un zumo sí que tendrás tiempo". De la cocina llegaba ya el aroma del café recién hecho. Apuré de un sorbo una taza de café solo y muy caliente, como a mí me gusta, y sin apenas despedirme bajé a la calle. Al salir del portal me desorienté un poco. No reconocía aquella calle. Y lo más preocupante no sabía cómo había llegado hasta allí. Pero me bastaron unos pasos para que todo volviera a estar en su sitio. Me encontraba en un barrio nuevo, entre el Campillín y San Lázaro. Pasaban ya de las nueve, no iba a llegar a tiempo a clase. Recordé entonces que era jueves y que en el nuevo cuatrimestre tengo libre ese día. Me tranquilicé un poco y pensé en volver y disculparme por mis prisas, me había ido sin siquiera despedirme y sin agradecer la hospitalidad. No fui capaz de encontrar el portal, todos parecían iguales, y por otra parte tampoco recordaba el piso. Volví a casa, me duché y cuando me ponía a escribir, como hago todas las mañanas, sonó el teléfono. "Te he llamado a las diez en punto para cogerte entre clase y clase. Me apetecía volver a oír tu voz. Te fuiste tan deprisa que hasta te olvidaste de despedirte. Tienes que volver para acabar de contarme la historia de Pessoa y Ofelia. ¿Es cierto que la rechazó dos veces? Ese Pessoa sería un gran poeta, pero a mí, ¿qué quieres que te diga?, me parece un hijo de puta". Me dolía la cabeza como si hubiera bebido, pero yo no bebo nunca, y el dolor fue acrecentándose con aquella cháchara, que parecía que no iba a acabar nunca". "Perdona, tengo que colgar". "Me llamas cuando termines", "Descuida". Comenzaba a recordar y a ruborizarme. Incluso en algún momento jugueteamos con el teléfono móvil. ¿Con el mío o con el suyo? Con el mío desde luego, según pude comprobar en el archivo de fotos. Comencé a borrar imágenes compulsivamente, y luego un archivo de video. Esperemos que solo hayamos jugueteado con mi móvil. ¿Y si alguna de estas imágenes anda ya correteando por la red? Se cree uno más listo que nadie y acaba incurriendo en las mismas exhibicionistas majaderías que cualquier adolescente. Cada día, una caja de sorpresas. Y no siempre agradables. Bueno, algo agradable sí que hubo...


Viernes, 13 de febrero
DESCANSO Y VACACIONES

Un amigo, que me ve entrar o salir los domingos en el Milán, me pregunta extrañado: “¿Pero tú no descansas ni los días de fiesta?”
            La verdad es que no tengo muy claro si no descanso nunca o si no trabajo nunca. Lo que sí es cierto es que nada detesto más que las vacaciones, o eso que la gente llama vacaciones. Desconectar e irse a pasar una semana, o incluso quince días, a Benidorm o al Caribe, sería para mí una pesadilla, algo que no me veo capaz de soportar.
            Encuentro la explicación leyendo un maravilloso libro de Michel Tournier, Celebraciones: “Los músculos de nuestro cuerpo necesitan de promedio unas ocho horas de sueño cada día para descansar. Solo un músculo escapa a esa discontinuidad, el músculo cardíaco. Late toda la vida sin parar. ¿Quiere ello decir que no descansa? Muy al contrario, sin duda descansa más y mejor que los demás. El secreto del corazón consiste en que descansa durante la fracción de segundo que separa dos latidos. Dicho de otro modo, su reposo, su sueño, sus vacaciones están pulverizadas e íntimamente mezcladas con el trabajo”. Y de ahí el ideal de vida que él propone: “Trabajar como un corazón. Realizar un trabajo tan agradable, tan creativo, variado y sobre todo tan integrado en la vida cotidiana, tan rítmico en sus fases de esfuerzo y maduración que contenga en sí mismo su descanso y sus vacaciones”.




domingo, 8 de febrero de 2015

Nadie lo diría: Por qué Podemos


Sábado, 31 de enero
SILBAN LAS BALAS

La sensación, tan conocida, de que las balas silban a mi alrededor, y cada vez más cerca.


Domingo, 1 de febrero
LA DESCONOCIDA DE CAPRI

No tenía ganas de volver a casa, tampoco de hablar con nadie, y paseaba en el atardecer desapacible por las calles nuevas que han surgido más allá de mi casa, en los alrededores del centro comercial Los Prados. Me gustaba esa sensación de extrañeza, de encontrarme muy cerca y a la vez en un lugar desconocido que podría estar en cualquier parte. Me veía a mí mismo con la misma extrañeza que al lugar. “Qué rara, y a la vez qué trivial mi vida, cualquier vida”, pensé. Y entonces una mujer que salía del portal con la bolsa de basura en la mano se me quedó mirando. “¿Eres tú?”, dijo. “Sí, soy yo –respondí--. ¿Quién iba a ser si no?”. “Anda, sube”. Y sin pensarlo dos veces subí al piso de aquella mujer a la que veía por primera vez. Mientras ella abría la puerta, estuve a punto de darme la vuelta y marcharme de allí. Pero no lo hice. La seguí hasta una habitación llena de libros, me indicó con un gesto un sillón confortable junto a una lámpara de lectura encendida y me dijo: “En seguida vuelvo. Voy a la cocina y te traigo algo de beber”. “No te molestes”, respondí, pero no sé si me oyó. Yo estaba ya más tranquilo. Seguramente me conocía de haberme leído o se trataba de una antigua alumna. Tardaba en volver. Cogí el libro que estaba abierto y boca abajo sobre una mesita cercana. Era una obra de Alberto Bevilacqua, Carta a mi madre sobre la felicidad, publicada por Tusquets, y que yo recordaba vagamente. Había un párrafo subrayado en la página donde al parecer se había interrumpido la lectura: “Estoy en Capri. En el hotel Punta Tragara. Tú siempre has soñado con venir aquí. Toda Capri se halla contenida en este hotel, desde los Faraglioni, a los que da la suite que normalmente me asignan, al revoque rojo siena de la construcción y los peldaños que bajan hasta el mar. Uno de sus lados da a la callecita que conduce al Arco Natural. No existe ningún lugar en el mundo que me produzca con tanta fuerza la sensación de que determinados lugares se hallan dotados de una fatalidad misteriosa, de que tienen un alma que se corresponde a la nuestra, un pasado de recuerdos, nostalgias, sueños, que es el reflejo exacto de nuestro pasado emocional. Son lugares-mujer de los que uno se enamora como de una mujer a la que descubrimos a la medida de nuestro deseo”.
            Apareció entonces la desconocida con una bandeja en la que había dos tazas de café y unas pastas. “¿Sigues sin probar el alcohol? Si quieres te traigo otra cosa”. Recordé entonces de qué trataba el  libro de Bevilacqua, de cómo su vida se vino abajo cuando fue acosado y acusado por una presunta admiradora. De pronto, me entró el pánico, un pánico absurdo y me fui de aquella casa sin apenas despedirme, farfullando una excusa. Y, ya en la calle, recordé de qué conocía a aquella mujer. Pero todo ocurrió hace muchos años, demasiados, y yo no me porté precisamente como se comporta un caballero. Si hubiera echado cianuro en el café que me servía, no me habría extrañado nada. De pronto, crucé una calle y ya estaba junto al centro comercial, en un lugar conocido. Respiré aliviado. El mundo volvía a ser un lugar familiar. En cuanto me salgo de la rutina, la realidad comienza a obedecer a leyes distintas. O así me lo parece. Por eso me esfuerzo en hacer todos los días lo mismo y a la misma hora; en ir a los mismo sitios repitiendo exactamente los pasos del día anterior. Más allá hay monstruos, me digo. Y ninguno más peligroso que una inocente bestia herida.




Lunes, 2 de febrero
UNA CURIOSIDAD GRAMATICAL

No te empeñes, no insistas. El verbo amar no admite el imperativo.


Miércoles, 4 de febrero
PARA HACER CAJA

No apetece salir de casa, pero nieve o truene yo no soy persona capaz de quedarse mucho tiempo encerrado. Me abrigo bien y salgo huyendo de no sé qué fantasmas, esos que siempre acechan a un hombre que vive solo en cuando comienza a oscurecer.
            Una súbita y violenta granizada me obliga a refugiarme en un portal. En cuando amaina un poco, me dirijo a la cafetería de costumbre. Está casi desierta, como era de esperar en esta tarde de perros. Abro el libro que me ha llegado esta mañana, Saber de grillos, de Vicente Gallego, que yo mismo contribuí a premiar hace unos meses. Releídos ahora, estos poemas sapienciales me dejan la misma impresión contradictoria. De tan simples, a veces parecen quedarse en nada. "Del natural", subtitulado "Homenaje a Ramón Gaya", se reduce a estos cuatro versos: "Por no hacerlo de menos, / lo dejo aquí tal cual: / el llanto del rocío / sobre la telaraña". Picoteo acá y allá. Por un poema que se salva, un montón de naderías. Los versos finales tratan de dar trascendencia a una observación trivial. "En el horno" puede servir de ejemplo: "Quema aún en las manos. / Me lo han dado crujiente / --como la hoja de otoño--, / mi pan de cada día. / ¡Si ahora toco verdad, / si al tocar este pan toco mi espanto!"
            ¿Habría escrito este libro Vicente Gallego si no existieran los concursos literarios, si no tuviera muchas posibilidades --Chus Visor y García Montero en el jurado-- de ganar uno? Habría escrito unos pocos poemas, habría roto la mitad, habría dejado reposar un tiempo los restantes. Pero no hay tiempo para el reposo ni para la autocrítica cuando la poesía se convierte en una precaria manera de hacer caja. ¿Y podría serlo sin concursos literarios? No, un libro de poemas cada tres o cuatro años, que suele ser el tiempo medio que lleva su escritura, aunque se venda bien, no da para comer ni para cenar ni siquiera para desayunar.
            Quizá en esta tarde gris y desapacible me deje llevar por mi animadversión hacia los concursos literarios, en los que yo nunca participo. Como concursante, quiero decir. Como jurado, algunas veces.
            Sé que hay poemas atinados en el libro de Vicente Gallego, mínimas maravillas, los subrayé en el original anónimo que finalmente voté. Pero ahora solo encuentro los otros. "De amanecida", por ejemplo: "No le apena al rocío lo que llores: / él sabe que tu llanto es su frescura, / tu noche su alborada".
            Cierro el libro, con el que probablemente soy injusto. Me divierte más escribir poemas de Vicente Gallego que seguir leyendo. De los malos escribo media docena en un cuarto de hora; de los buenos, solo uno (en el mismo cuarto de hora):

            Cómo se cuentan su secreto,
            cuando nadie las mira,
            las palabras.

            No manzanas de oro,
            no pomas mitológicas,
            todo el sol del verano
            feliz de aquella infancia
            que no he vivido nunca
            de nuevo aquí conmigo
            en forma de naranja.
           
            No se quiebra esa rama,
            tan leve
            como hilo de araña
            y que sostiene el mundo.

            La hora de la siesta
            y ese rayo de sol
            en el que danzan
            su inquietante ballet
            las musarañas.
           
            Míralos. En el charco
            del río chapotean
            felices y desnudos
            mi reflejo y el tuyo.
           
            Tu nombre es un insulto,
            babosa, y sin embargo
            con envidia te miro,
            indiferente a todo,
            deshaciéndote en gozo.

            Cuánta palabrería
            para no decir nada.
            A la noche le basta
            un poco de silencio
            para decirlo todo.


Jueves, 5 de febrero
DOS GOTAS DE AGUA

----Martín, Martín, lo aguantaste todo, Filesa, los Gal, Roldán, el remiendo constitucional con Zapatero. ¿Y ahora me dices que no los piensas votar, que te vas con Podemos? No lo entiendo, Martín.
            ----Fueron dos las gotas que colmaron el vaso. Una, Cataluña; yo no puedo votar a un partido que está de acuerdo con que se impida a los ciudadanos de Cataluña expresar libre y democráticamente su opinión. Dos, yo no puedo votar a un partido que esté de acuerdo con una lectura de la Constitución (no avalada, por cierto, por el Tribunal Constitucional) que permitiría a un delincuente ser Jefe del Estado sin que la justicia pudiera intervenir.
            ----¿Quieres decir que el anterior Jefe del Estado tiene en el extranjero dinero obtenido en negocios de dudosa legalidad como un Pujol cualquiera?
            ----Yo no digo eso, yo digo que, si así fuera, la justicia, según la interpretación comúnmente aceptada, no podría ni siquiera investigar porque habría obtenido ese dinero sucio cuando era “inviolable”. Con Podemos, el pacto mafioso que garantiza la impunidad se vendría abajo.



domingo, 1 de febrero de 2015

Nadie lo diría: El arte de perder


Sábado, 24 de enero
MALA CONCIENCIA

Hay pocas cosas que me gusten tanto como no hacer nada”. “No te creo. Si te pasas la vida haciendo cosas...”. “Cierto. Lo que más me gusta es no hacer nada después de haberlo  hecho todo para calmar mi mala conciencia de no ser, en el fondo, más que un holgazán”.


Domingo, 25 de enero
REPROCHES DE PAREJA

"Cuando tienes un problema, eres demasiado orgulloso para pedir ayuda a nadie, y menos que a nadie a mí. Tengo que adivinar lo que te pasa y pobre de mí como no lo haga; esa es una ofensa que aunque te la calles, como te lo callas todo lo que de verdad te importa, no perdonas nunca".
            "Tonterías", digo. Sé que tiene razón, pero jamás lo reconocería.


Lunes, 26 de enero
EL TUIT DELATOR

La novela del mal periodismo continúa. En la información sobre el caso Nisman, el diario El País --que yo, inasequible al desaliento, leo desde mayo de 1976-- se supera a sí mismo, ¿Qué trae hoy en portada? Pues nada menos que el siguiente titular "Me pregunto si mi tuit arruinó el plan de alguien" y como subtítulo "Habla el periodista que huyó a Israel por amenazas tras desvelar la muerte del fiscal".
¿Por desvelar la muerte del fiscal? ¿Pero no encontraron el cadáver su madre y un guardaespaldas e inmediatamente se personaron en el piso la policía y las autoridades judiciales? Pues parece que todos ellos querían mantenerlo oculto y el periodista Damian Pachter les fastidió el plan con el siguiente tuit: "Encontraron al fiscal Nisman en su casa sobre un charco de sangre. No respiraba".
¿Y cómo se enteró él antes que nadie? Pues por "una fuente de su total confianza" que le citó en un lugar secreto en el que también había alguien más. Tras dar a conocer la noticia en su tuit, le siguió "durante varias horas un hombre con vaqueros, chaqueta tejana y gafas de sol Ray Ban". Un informante le aseguró que era un agente de seguridad argentino. Ese misterioso informante --al que llama "su fuente"-- también sacó una fotografía en la que aparecen el periodista y su perseguidor. En Israel se la muestra orgulloso, como prueba, a Noga Tarnopolsky, la periodista que envía tan sustanciosa crónica, digna de figurar en portada, a El País.
Los montajes de los personajillos que se juntan y separan en Sálvame tienen más rigor y ni siquiera Kiko Hernández se habría dejado engañar, como el director del presunto “diario de referencia”, por este Alberto Isla deseoso de fama mediática.
Su tuit --dejó "entrever" (es la palabra que emplea Noga Tarnopolsky) en una entrevista-- "podría haber ayudado a que no se pudiera alterar la escena en que fue encontrado muerto". Pues salvo el charco de sangre, que es lo único que menciona, todo podía ser alterado para que el suicidio pareciera asesinato o para que el asesinato pareciera suicidio, que ya no se sabe que es lo que más convenía al gobierno argentino, al parecer el único objetivo de este atentado contra el más mínimo rigor periodístico.
            Seguirá informando El País del caso Nisman y nos seguiremos riendo sus veteranos lectores como se ríe el audaz periodista presuntamente amenazado al comprobar el éxito de su montaje, según la foto que el propio periódico publica ilustrando la sustanciosa crónica. Y si yo fuera mal pensado me preguntaría: ¿Qué negocios de la empresa editora de El País dificulta el gobierno argentino para que se obligue a su director a hacer el ridículo de semejante manera?


Martes, 27 de enero
EN EL DIVÁN

Me llamaron de una emisora de radio para hacerme una entrevista de pocos minutos sobre un libro de escándalo que, al parecer, se presenta en Oviedo mañana. Luego, mientras tomo un café en Vetusta y hojeo un libro de Juan Mayorga que acabó de comprar (me veo reflejado en Claudio, el perverso adolescente de El último de la fila) me entretengo entrevistándome a mí mismo, uno de mis deportes favoritos.
----¿Cual sería para usted el máximo éxito literario? ¿Conseguir el premio Nobel, vender cientos de miles de ejemplares?
----A mí lo que me gustaría es tener más talento. El éxito, cualquier éxito, siempre sería bien venido, pero no lo necesito.
----¿Prefería ser autor de novelas, como las de Pérez-Reverte o María Dueñas, que venden miles y miles de ejemplares, o de una obra maestra que se quedara inédita en un cajón?
----Creo que ya está contestado en la pregunta anterior. Preferiría ser el autor de una obra maestra, pero que no se quedara inédita. Tampoco hace falta que vendiera mucho. Me conformaría con que dentro de cien o de cien mil años siguiera teniendo tan pocos lectores como tengo ahora.
----Más de una vez  ha afirmado que el único cargo político para el que tiene condiciones es el de dictador. Supongo que se trata de una broma. ¿O hablaba en serio?
----Una broma, por supuesto, pero ya se sabe que yo solo digo la verdad cuando hablo en broma. Todo para el pueblo, pero sin el pueblo, ese sería mi lema, como el de los déspotas ilustrados del siglo XVIII.
----O sea que, como Borges, tiene poca simpatía por la democracia.
----No exactamente. Reconozco una cierta tendencia autoritaria, pero nunca he tenido ocasión de ejercerla. Es una de mis frustraciones.
---.Tiene fama de decir siempre lo que piensa.
----Una fama inmerecida..
----¿Qué edad le gustaría tener?
----La que tengo, pero con las cualidades propias de otro edad. Me gustaría ser tan inteligente y tan lleno de curiosidad como era, por ejemplo, a los seis años.
----¿Prefiere ser admirado o amado?
----Admirado, por supuesto. El amor siempre me ha incomodado un poco.
----¿Y eso por qué? ¿Ha consultado con algún psicoanalista?
----Sí, conmigo mismo, como hago ahora mismo Y no encuentro explicación.


Miércoles, 28 de enero
NI JAVIER MARÍAS

¡Quién te ha visto y quién te ve, Enzensberger! El ensayista alemán que nos deslumbró con su lucidez en los años ochenta, en los años de Cuadernos del Norte y de Juan Cueto, publica ahora Reflexiones del señor Z., un libro en el que se recogen los pensamientos de una especie de Sócrates actual, de un Juan de Mairena bávaro. Con ironía y humor reflexiona el señor Z., una máscara del Enzensberger último, sobre todo lo humano y lo divino. Uno de los fragmentos nos cuenta que se le acercó un chico de dieciséis años y le preguntó "si todavía usaba el teléfono". El señor Z. respondió "cuando no tengo más remedio". "No lo entiendo", dijo el chico. "El teléfono es molesto, anticuado y superfluo. A la gente de mi edad ya no le apetece perder el tiempo hablando de tonterías. Un SMS tiene ciento sesenta caracteres, Todo el mundo chatea, bloguea y tuitea, y con eso es suficiente. Debería dar de baja el teléfono".
            Ni Javier Marías podría superar una cosa así. Enzensberger ha oído campanas digitales y no sabe dónde. ¿Los jóvenes consideran el teléfono molesto, anticuado y superfluo? ¿Los adolescentes ya no pierden el tiempo hablando de tonterías? ¿Un SMS tiene ciento sesenta caracteres? ¿Todo el mundo se dedica a chatear, blogear y tuitear desde sus ordenadores y por eso ya no utiliza el teléfono?
            Sorprende que alguien sea capaz de escribir una tontería semejante y que un editor serio sea capaz de publicarla.


Jueves, 29 de enero
UN PÁJARO EXTRAÑO

"El pensamiento es un pájaro extraño que se alimenta de sus propios errores", escribió Ortega. A mí a veces se me indigestan.


Viernes, 30 de enero
THE ART OF LOSING

Acaba todo casi antes de empezar y yo trato de sonreír y seguir mi vida. El arte de perder se aprende pronto, como afirma Elisabeth Bishop en su poema más memorable: “The art of losing isn’t hard to master”.
Pero yo debo de ser muy bruto. Me he pasado la vida tratando de aprenderlo y aún no lo he conseguido..