Jueves, 17 de diciembre
HISTORIA NEGRA
Se alza el telón y el escenario aparece dividido en dos
partes. En la superior, un grupo de soldados, vestidos con uniformes negros
vagamente nazis, cantan: “Viva la Spagna, evviva iluso re!”; en la inferior,
desolados ciudadanos recogen los cadáveres mientras murmuran: “Sia Spagna
maladetta e il suo re. / Ovunque il terror l’accompagna, / rischiaran i roghi
sua fe! / Morte alla Spagna, morte al suo re!”
¡Muerte
a España, muerte a su rey!, repiten. Cerca de mí, una espectadora indignada
exclama en voz alta: “¡Otra vez la maldita leyenda negra!”
Cuentan
que cuando se estrenó el Don Carlo de
Verdi en París, la emperatriz Eugenia de Montijo, para dejar constancia de que
se sentía ofendida en su españolismo, volvió la silla del palco de espaldas al
escenario. Nadie hace hoy lo mismo en Il
duca d’Alba, la ópera de Donizetti que terminó Matteo Salvi, pero una
cierta incomodidad recorre al público del Campoamor. No a todos: bastantes de
los abonados habituales han preferido quedarse en casa y su lugar lo ocupan
espectadores adolescentes. Algunos asisten a una ópera por primera vez y se
divierten con los aparatosos guerreros en escena, las armas escondidas en los
barriles y el canto a la cerveza: “Liquor che inganna, / del vin l’ebbrezza, /
pien di tristezza / ci lascia il cor. / I sensi afana / e d’ogni lite / ê della
vite / causa l’umor! / Viva la birra!”
Yo, a la
vez que disfruto con la música, las maravillosas voces y la melodramática peripecia
que se entremezcla a la lucha por la libertad, pienso en ese curioso
sentimiento que se llama patriotismo, cuando es propio, y nacionalismo, cuando ajeno.
Si un
alemán no se siente en la obligación de salir a defender a Himmler al oír enumerar sus crímenes al frente de la
Gestapo, ¿por qué los españoles apelamos a la leyenda negra cuando se habla de
la actuación del tercer duque de Alba, don Fernando Álvarez de Toledo y
Pimentel, en los Paises Bajos? Hubo días en que ordenó quinientas ejecuciones.
Incluso el Estado Islámico se vería con dificultades para superarlo. Y mataba,
como ellos, para defender su fe.
¿Leyenda
negra? Historia negra, de la que ningún país se salva.
Viernes, 18 de diciembre
APLICADO APRENDIZ
Se acerca a la tertulia Avelino Fierro, fiscal de menores
en León, y me deja el nuevo tomo de su diario, Ciudad de sombra, recién editado. En la solapa, tras un elogio de
Félix de Azúa, aparece otro mío: los dos somos amigos suyos. Y es que Avelino
Fierro domina el arte de ser amigo de todo el mundo. Le envidio por eso, además
de por su curiosidad infinita y su inteligente bonhomía. Yo soy maestro en otro
arte: el de ser enemigo de todo el mundo. ¿Maestro? Exagero. En eso, como en
todo, no paso de aplicado aprendiz.
Sábado, 19 de diciembre
JORNADA DE REFLEXIÓN
La paso leyendo Une génération perdue. Les poètes guerriers dans
l’Europe des années 1930, de Maruzio Serra, escuchando a Mozart y
escribiendo haikus.
Lo que habrá visto
la luna y nunca a nadie
le dice nada.
Sabes de sobra
que lo poco que sabes
también te sobra.
Cómo echo en falta
todo aquello que aún
tengo conmigo.
Domingo, 20 de diciembre
CUENTAS Y CUENTOS
Parezco humilde y errante, como Baroja, pero en el fondo
soy de esas personas a las que nada les gusta más que sentirse diferentes y, si
es posible, superiores a los demás. O sea, que soy como todo el mundo.
Mientras
me acerco a votar, pienso que pocos españoles tendrán más experiencia en esto
que yo. Voté las dos veces que ganó Suárez, las cuatro veces de Felipe
González, las dos de Aznar, las dos de Zapatero y la de Rajoy. Voté también en
los varios referéndums: el de la reforma política, el de la constitución y el
de la OTAN. Sin duda, hay otros españoles que igualan mi récord,
pero que lo superen no lo creo: tendrían que tener más de cien años para haber
votado en las elecciones de febrero del 36 y no haberse abstenido luego nunca.
Como soy
algo Sheldon Cooper, el insoportable y tierno protagonista de Big Bang Theory, mientras tomo el
habitual café de los domingos les planteo a mis amigos cuestiones al estilo de “Diversión con banderas”: ¿Quién fue
presidente del gobierno de España sin haber ganado nunca unas elecciones a la
presidencia del gobierno? Calvo Sotelo. ¿Quién fue el único presidente del
gobierno de España que no perdió antes ninguna elección? Rodríguez Zapatero.
Irse
haciendo viejo también tiene su gracia. Ya puede uno contar parte de la
historia de España desde un punto de vista estrictamente autobiográfico. No
todos podemos ser protagonistas de nuestro tiempo (ya me habría gustado a mí,
ya), pero todos podemos ser testigos: para eso basta con no morirse demasiado
pronto y vivir con los ojos abiertos.
Lunes, 21 de diciembre
AL BUEN CALLAR LLAMAN SANCHO
Me preguntan mi opinión sobre el resultado electoral.
Prefiero no darla. Ya hay demasiadas opiniones, una para el gusto de cada
votante. A mí no me gusta hablar de política. Es difícil hacerlo sin que se
enfade alguien. Siempre que hablo de Cataluña se irritan mis amigos catalanes,
que son todos, voten a izquierda o a derecha, de los de España una por la gracia
de Dios, o de la Constitución. En realidad, en política (como en todo quizá)
solo hay dos clases de opinión: la equivocada y la que coincide con la nuestra.
Ya se sabe que el mejor analista político, a juicio de cada cual, es el que
encuentra convincentes razones para justificar nuestros prejuicios.
––Pues a
mí también me gustaría conocer tu opinión – me dice mi amigo Marcos–. No vas a enfadar
a nadie porque yo no la voy a repetir. ¿Qué opinas del resultado de Ciudadanos?
––Te voy
a contestar con refranes, como haría Sancho Panza, y el que quiera entender que
entienda. ¿Ciudadanos? Lo que viene fácil, fácil se va.
––Podemos.
––Mucho
ruido y pocas nueces.
––Partido
Popular.
––A cada
cerdo le llega su San Martín.
––Izquierda
Unida.
––Quien
tiene boca, se equivoca.
––Socialistas.
––A mal
tiempo, buena cara.
––Por el
partido de tu amigo Andrés Trapiello y tu admirado Savater no te pregunto. Ya
sé lo que me vas a contestar: menos es nada.
Martes, 22 de diciembre
NO CERVANTES, SINO CERBANTES
Anuncian una nueva edición del Quijote (Reino de Cordelia) con la peculiaridad de “respetar la
voluntad de Cerbantes, que siempre firmó con b”. Sonrío imaginándome lo
nerviosos que va a poner a los talibanes de la ortografía, esos que creen que
el olvido de una hache en un mensaje telefónico socava los cimientos de la
civilización occidental. Y recuerdo una anécdota, quizá apócrifa, de Francisco
Rico. Visitaba con otro académico, popular novelista, una exposición cervantina
y este, al salir, le dijo muy serio: “Queda claro que Cervantes era un ingenio
lego, ni siquiera sabía escribir correctamente su nombre”. Luego le preguntaron
a Rico que puntuación se daba a sí mismo como académico. “Un cuatro”,
respondió. Y la periodista: “¡Qué modesto!”. Y él: “¿Modesto? Usted no sabe la
puntuación que doy a mis colegas”.
Miércoles, 23 de diciembre
MIS OBRAS DE MISERICORDIA FAVORITAS
Ya no están de moda las obras de misericordia, pero yo
practico dos todos los días: corregir al que yerra y dar consejo al que lo ha
de menester (e incluso al que no, soy así de generoso). Puedo asegurar que no
es una actividad que despierte demasiadas simpatías.
Jueves, 24 de diciembre
HOY COMAMOS Y BEBAMOS
Día propicio para el recuento y la melancolía. Mejor
comer hasta hartarse, beber hasta emborracharse y cantar hasta enronquecer
alegres villancicos: “La Nochebuena se viene, / la Nochebuena se va / y
nosotros nos iremos / y no volveremos más”.