viernes, 31 de diciembre de 2021

Elogio de la cordura: Mi muerte civil

  

Sábado, 25 de diciembre
ADIÓS, MUCHACHOS

Pasé el día de ayer despidiéndome. Primero fue en Noor. Al salir, le dije al dueño: “Adiós, amigo, y hasta que Barbón quiera, dentro de un mes o dentro de un año”. Como había mostrado interés por mi último libro, le regalé un ejemplar dedicado: “A Abbás, creador / de este café y biblioteca, / paraíso abierto a todos / y cerrado para mí / por orden de la superioridad”.

            Luego tocó el turno de Los Porches, en Las Salesas. “Este es el último día que vengo. A partir del lunes, Barbón no me dejará entrar”, les dije a Jose (buen lector) y a Íñigo. “¡Usted siempre podrá entrar aquí, faltaría más! Yo no le pediré ningún papel”, me respondió Íñigo. Se lo agradecí, pero de sobra sé que donde hay patrón no manda marinero. Yo ya estaba tomando café en la mesa redonda cuando él comenzó a trabajar y probablemente también cuando él nació.

            Por la tarde, toca el Savanna, en la calle de la Luna. La tertulia no comenzó aquí, allá por 1980, sino en la cafetería  que le da nombre, el Óliver de la Avenida de Galicia, pero llevamos en él ya unos cuantos años y siempre hemos tenido al mismo camarero, Hugo, elegantemente distante, que no se permite ninguna familiaridad. Cuando me despido, me dice: “Bueno, hombre, creo que podrán seguir viniendo; a esa hora no suele haber nadie”. El Savanna es un bar de copas, cuando comienzan a llegar clientes es cuando nosotros cambiamos al Chelsea. Durante la última tertulia en el local, dos amigos me dieron especialmente la tabarra: “¿Y por qué no te vacunas, Martín? Hazlo por nosotros, quítanos esa preocupación, te queremos bien, no queremos que te pase nada”. Yo me limité a agradecer su preocupación, pero pensé: “A este joven poeta cualquier día le nombran consejero de Salud, ya disparata como si lo fuera”.    

Domingo, 26 de diciembre
RACIONES DE FELICIDAD

Me despido de los Yelmo a lo grande. Ayer vi Matrix Resurrections, hoy el West Side Story de Spielberg. Una doble ración de felicidad. Prescindo de hacer comparaciones entre el mundo de Matrix y la situación actual. Aquella realidad virtual hacía a los hombres creerse felices, esta los mantiene aturdidos y aterrados. El cine para mí sigue siendo el mundo de los sueños, de las secretas fantasías, y mientras dura la película soy de nuevo Neo, este Neo crepuscular, que no distingue la realidad de sus alucinaciones porque juegan a intercambiar papeles.

Ayer ese mundo futuro en el que las máquinas tienen sometidos a los humanos y, mientras les explotan, les hacen creer que viven en el mejor de los mundos posibles. Hoy, las bandas de aquel barrio de Nueva York que desapareció para dejar sitio al Lincoln Center. Suenan melodías que he oído cientos de veces y que no han perdido nada de su magia ni de su capacidad de seducción. “María, María…”. Cuando sus compañeros sacan a hombros el cadáver de Tony, como en el funeral de un semidiós, no puedo contener las lágrimas.

            Me emociona ver, al comienzo de la película, un cartel con la imagen del futuro Lincoln Center sobre los edificios a medio destruir. No solo me despido del cine este domingo, al que siempre fui fiel –más de una vez, en la época en que lo cerraban y lo abrían caprichosamente, estuve yo solo en la sala--, sino también de las óperas del Met. Adiós, Rigoletto; adiós, Ariadna en Naxos; adiós, Turandot; adiós, Lucía de Lammermoor, adiós, adiós, adiós.

Lunes, 27 de diciembre
HABLO EN SERIO

A media tarde, me llama un amigo (siempre hay alguien con prisa para darnos las malas noticias): “Martín, acaba de publicarse la disposición de la Consejería de Salud que te condena a la muerte civil. Entra en vigor a las doce de la noche”.  “Solo no me dejan entrar en bares ni ir al cine, no exageres”. “No exagero. Junto a la disposición que impone el pasaporte Covid, se publica otra que lleva un anexo con ‘Medidas especiales de carácter extraordinario, urgente y temporal de prevención, contención y coordinación, necesarias para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por la Covid-19’. No obliga porque no puede –todavía existen el Tribunal Constitucional y el Tribunal de Estrasburgo--, pero recomienda a quien no esté vacunado que no salga de casa, que no se reúna con ningún familiar, que no participe en ningún acto público (¡despídete de las presentaciones de libros!) y la recomendación vale también para quienes organizan actos públicos o los familiares que quieran ver al loco que no se vacuna. Y ya sabes cómo es la gente: si el consejo viene nada menos que de la Consejería de Salud, cómo no tenerlo en cuenta. Eres un paria, Martín. Todavía en 1935, cuando los nazis llevaban ya dos años en el poder, los judíos en Alemania tenían más derechos que tú y ni en las peores pesadillas podían imaginarse lo que les esperaba. Pero no se te ocurra comparte con los judíos en tu diario. En Holanda, ya multan a quienes hace esa comparación, así que aquí no tardarán. Pero no te creas que eso es todo, aún hay más. El punto sexto de la disposición sobre el pasaporte-Covid, “Colaboración ciudadana”, dice textualmente así: ‘La ciudadanía deberá colaborar activamente en el cumplimiento de las medidas sanitarias preventivas adoptadas por esta resolución’. Ese es el punto que más miedo debería darte: no es ya que se pida incluso a los niños mayores de doce años que no salgan de casa, que no se reúnan con familiares, que no jueguen con nadie por tiempo indefinido (¿un mes, un año, las décadas que dure esta situación anómala?), sino que pide que los ciudadanos se conviertan en delatores, como en Cuba o en la antigua Alemania democrática, o que formen cuadrillas de somatenes, como en la época de Primo de Rivera, para impedir que ningún no vacunado salga de casa por los siglos de los siglos.  Y hablo en serio, Martín”.

            No me lo creo, pienso que mi amigo exagera. Me manda el enlace al BOPA y quedo aterrado. Exagera, por supuesto. Lo de la creación de somatenes armados de garrotes para ir por las calles apaleando a los no vacunados (un poco como cuando en la epidemia de cólera que se cuenta en el último Planeta se degollaba a los frailes, acusados de causarla), no me parece que ni como remota posibilidad haya pasado por la mente del consejero de Salud, Pablo Ignacio Fernández Muñiz (quede aquí su nombre para la historia), que firma estas disposiciones.

Martes, 28 de diciembre
NO ES NO

Escribo con temor y temblor estas palabras. Tengo que tener mucho cuidado. Soy un paria. No me amparan los derechos que me reconoce la Constitución. Por eso ruego que no se entienda que estoy acusando de ningún delito (lo cual sería delito), al consejero de Salud, a la junta de Gobierno del Principado ni mucho menos (¡Dios me libre!) al Tribunal Superior de Justicia que los ha avalado. Seguro que las apariencias engañan y la exigencia del pasaporte Covid se ha hecho ateniéndose a la más estricta legalidad. Pero yo he leído –hasta tres veces, con lápiz en la mano, subrayando anacolutos e incongruencias-- las quince páginas que justifican ese pasaporte y no he encontrado ni la más mínima justificación. Todo es un corta y pega de gráficos, datos que no vienen a cuento (incluso se habla de la necesidad de camas en los hospitales del Reino Unido) y pasajes de la Wikipedia, pero ni una línea explica por qué el pasaporte Covid va a contribuir a cortar la difusión del virus. Lo más parecido a una justificación indica que “dicha utilización podría tener efecto en el incremento de la vacunación en sectores de personas que no se han vacunado aún”. Pero es más bien un chantaje, algo prohibido en el código penal:  “Vacúnate, y te dejo ir al cine”.

No es no. Y eso vale no solo para el consentimiento en las relaciones sexuales. ¿Se imaginan que ante el rechazo de una mujer el acosador le impidiera salir de casa, ir al cine, reunirse con familiares? Seguro que los tribunales actuarían de inmediato. Pues “no es no” también en la vacunación. Si yo no acepto vacunarme, por las razones que sean, nadie tiene derecho a pedirme explicaciones de por qué no lo hago ni a chantajearme para que lo haga. ¿Se entera usted, señor consejero de Salud del  Principado de Asturias? No digo yo que haya usted cometido un delito firmando esta resolución (espero que eso algún día lo decidan los tribunales), pero sí que da la impresión de que no ha leído la justificación que debe legalmente avalarla, porque en ese caso habría exigido a sus subordinados que se lo curraran más, que en Asturias aún queda gente que no se traga cualquier cosa en cuanto le dicen “buuuú, que viene el coco”. Sea el coco Delta o el coco Ómicron.

Viernes, 31 de diciembre
FIN DE AÑO

Es un clásico. Durante el último medio siglo, lo he escuchado referido a Perón, a Salazar, a Franco y hasta a Nicolás Maduro. Hoy me lo vuelven a contar con el presidente del Principado como protagonista: “¡Asturianos, asturianas y asturianes! ¡Hace un año estábamos a un paso del abismo! ¡Hoy, gracias a la exitosa campaña de vacunación impulsada por mi gobierno, envidia de España, Europa y el mundo, hemos dado un paso al frente!”



miércoles, 29 de diciembre de 2021

Intermedio: Ahi queda eso

 

----¿Qué te pasa, Martín? Te veo con mala cara.

----No he podido pegar ojo en toda la noche

----¿Y cómo es eso? Tú que siempre presumes de dormir como un bebé y de levantarte con ganar de comerte el mundo… ¿No me dirás que es porque desde ayer no puedes entrar en los cafés de costumbre a leer un rato? ¡Tampoco es para tanto! Y tienes la solución al alcance de tu mano, o de tu brazo, te vacunas y santas pascuas, a tomarte un café donde te da la gana. Y te aseguro que solo causa molestia a muy pocas personas. Yo anduve dolorido dos días, mi mujer una semana. Pero somos la excepción. La inmensa mayoría ni lo nota.

----No se trata de eso, aunque también. Es que cometí el error de leer las dos disposiciones de la Consejería de Salud aprobadas el día de Nochebuena, como regalito navideño, y publicadas en la tarde del lunes. ¿Tienes mucha prisa? Las he impreso y las traigo conmigo para releerlas porque no me lo acabo de creer. Quizá haya sido todo un sueño. Las dos disposiciones las firma el consejero de salud, Pablo Ignacio Fernández Muñiz, pero todo hace indicar que las ha firmado sin haberlas leído y, si las ha leído, todavía es peor.

----¡Bromeas! ¿Y el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, que las ha dado por buenas, tampoco las ha leído?

----Pues, si las ha leído lo ha hecho muy deprisa, y con poca atención (las aprobó de un día para otro). Me explico. No pongas esa cara, que yo sí que las he leído –sospecho que soy el único--  y muy atentamente. Una de esas disposiciones es el “Acuerdo de 24 de diciembre de 2021 del Consejo de Gobierno, por el que se establecen medidas especiales de carácter extraordinario, urgente y temporal de prevención, contención y coordinación necesarias para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por la Covid-19, en el territorio del Principado de Asturias”.

----Creo que esa medida se refiere al cierre de los locales nocturnos.

----Exacto. La otra disposición es el “Acuerdo de 24 de diciembre de 2021, del Consejo de Gobierno, por el que se aprueba la medida urgente de requerimiento de certificado Covid-19, de carácter extraordinario y temporal de prevención, contención y coordinación, necesaria para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por la Covid-19”.

----Y ahí es dónde te duele.

----La primera disposición ocupa 16 páginas en el Boletín oficial del Principado de Asturias; la segunda, 17. Y la primera sorpresa es que la mayor parte de las páginas de ambas disposiciones son exactamente iguales. Al principio, creí que se trataba de un error. Las dos disposiciones tienen tres partes; “Antecedentes de hecho”, “Fundamentos de derecho” y “Acuerda” que contiene, como su propio nombre indica, la disposición legal propiamente dicha (la única que leen los periodistas y los afectados). Los antecedentes de hecho y los fundamentos de derecho parece que valen lo mismo para un roto que para un descosido, apenas si tienen ninguna relación con la medida que se acuerda. Eso es especialmente llamativo en la exigencia del pasaporte Covid. No se indica ninguna razón, ni una sola, que justifique su utilidad. Todo lo contrario. Se dan argumentos para descartarlo por innecesario

----No te creo. La consejería de salud tendrá asesores expertos y el consejo de gobierno no puede aprobar cualquier cosa.

----¿Asesores expertos? Funcionarios que se dedican al corte y pega seguros de que basta con que parezca que justifican una decisión ya tomada. Estos antecedentes de hecho, si fueran un trabajo escolar, supondrían un suspenso inmediato. No es ya que den la impresión de que para elaborarlos recurren al rincón del vago; es como si un alumno, para preparar un trabajo sobre Antonio Machado, recurriera a esa socorrida página Web y mezclara párrafos que se refieren a él con otros que hablan de su hermano Manuel o del cultivo del trigo en Castilla.

----No te creo. Tratas de ridiculizar a muy honorables funcionarios.

----No ridiculizo nada. Se ridiculizan ellos solos. Te leo uno de los datos “científicos” con los que tratan de justificar la implantación urgente del famoso pasaporte: “… como resultado del muy alto número de infecciones actuales, las hospitalizaciones en el Reino Unido alcanzarán niveles altos en aproximadamente 2 semanas incluso si la transmisión se reduce pronto, porque hay retrasos entre las infecciones, la aparición de los síntomas y la hospitalización (nivel de confianza alto). Es probable que haya entre 1.000 y 2.00 ingresos hospitalarios por día en Inglaterra a finales de año. Muchas de ellas serán personas que ya están infectadas ahora o que se infectarán en los próximos días…”

---¿Y a qué viene eso?

----A que, de lo que se trata, es de copiar, sin orden y concierto, gráficos y datos para que el lector se aburra pronto, se lo salte, y piense que allí hay una gran fundamentación científica. Todo es un engañabobos. Indican por ejemplo que “hay ciertos aspectos del comportamiento del virus que pueden ya considerarse como establecidos y más allá de toda duda razonable”. Y uno de esos aspectos “más allá de toda duda razonable” es que el virus que causa la Covid-19 “parece propagarse de manera más eficiente que la gripe”. ¿Nos imaginamos una sentencia que diga que tal persona “parece” culpable “más allá de toda duda razonable”? Dudas más que razonables es que estos expertos en el corta y pega hayan utilizado siempre páginas fiables (mejor habrían hecho limitándose a la Wikipedia) al explicarnos cómo ocurren la infecciones (“cuando las personas tosen, estornudan, cantan, hablan o respiran se producen gotitas respiratorias”, etc). Esas gotitas “respiratorias”, si son pequeñas, “pueden formar partículas muy pequeñas cuando se secan muy rápidamente en la corriente de aire”. Los físicos tiene mucho que aprender de estos maestros del corta y pega: las gotitas de saliva, si se secan rápidamente, se convierten en partículas (¿atómicas o subatómicas?, pregunto yo). Sigo. En la página 13 leemos: “La transmisión cualitativa del riesgo de transmisión por aerosoles, en función de las distintas actividades asociadas a una mayor emisión, el tiempo de exposición, el espacio abierto o cerrado (bien o mal ventilado) y el uso de mascarilla, se resumen en la siguiente figura”. Una nota nos indica: “Figura extraída del documento: Evaluación del riesgo de la transmisión de SARS-Cov-2 mediante aerosoles. Documento técnico del Ministerio de Sanidad”. Perfecto. Pero los del corta y pega se olvidaron de incluir la figura y nadie la echó de menos ni el consejero, que firma, ni el Tribunal Superior de justicia de Asturias que avala la vulneración de mis derechos.

----No me lo puedo creer.

----De la redacción ni hablo, En el bachillerato suspenden a quienes redactan así. Te leo un párrafo: “En relación con la vacunación, el informe anteriormente mencionado del 15 de diciembre del ECDC señala que la eficacia de las vacunas contra los resultados graves causados por la variante Delta y potencialmente para la Ómicron, por otra parte las dosis de refuerzo aumentarán la protección, y se espera que el impacto poblacional sea mayor si la dosis de refuerzo se administra a la mayoría de la población adulta”

----No entiendo nada

----Son los inconvenientes del corta y pega, se habrán saltado alguna línea, pero qué importa eso si saben que nadie va a leer un texto que justifica la vulneración de los derechos de un millón de personas.

----Tampoco te pases. Tomas el café en la terraza y ya está.

----No se trata de eso. Yo, un día después, ya tengo nuevas costumbres, sino de encontrar la justificación de la necesidad del pasaporte Covid. ¿Se han olvidado de ello con el confuso amontonamiento de datos incongruentes? Casi al final, parece que sienten la necesidad de aludir a ello (deben pensar que, aunque sus jefes políticos ya tienen tomada su decisión y no es necesario que les den justificación alguna, por lo menos hay que disimular un poco, que puede que no todo el mundo sea tan distraído o tonto). Al final de la página 14 escriben: “En relación a la exigencia del certificado/pasaporte Covid-19 algunas comunidades han introducido la solicitud del certificado/ pasaporte Covid para el acceso a algunos establecimientos y actividades consideradas de mayor riesgo”. Tras indicar que inicialmente se estableció como requisito para facilitar la libre circulación en el seno de la Unión Europea, señalan la única ventaja de este pasaporte que podemos encontrar en este documento, unida a razones que desaconsejarían su uso: “Dicha utilización podría tener cierto efecto en el incremento de la vacunación en sectores de personas que no se han vacunado aún. No obstante es importante señalar que la vacunación no eximen de tener una infección activa y la utilización de su uso a algunos recintos por tanto no eximiría de seguir manteniendo de forma estricta el control sobre el resto de medidas en interiores señalados en el Acuerdo de Gobierno de 10 de octubre y en su primera modificación de 10 de diciembre”

----Qué sintaxis, qué concordancia. Deja de leer, que me da dolor de cabeza. No me extrañaría que ni el consejero que lo firma fuera capaz de leer eso.

----Te resumo. Es inútil la implantación del pasaporte Covid porque los vacunados pueden contagiarse y contagiar igual que los no vacunados y por eso lo único eficaz es seguir manteniendo para unos y para otros las medidas que están establecidas.

----¿Y eso se dice en el mismo documento legal que obliga a utilizarlo? ¿Pero es que piensan que los asturianos somos idiotas?

----Por lo menos nos tratan como a tales. Pero no te vayas, porque aún hay más. Esta parte del acuerdo la fotocopié y la fui repartiendo entre los hosteleros amigos, que se hacían cruces al leerla. En relación con el requerimiento de certificado covid-19, se indica: “A efectos de lo establecido en este apartado, la exhibición de la información requerida solo podrá ser solicitada en el momento de acceso al establecimiento o recinto”. O sea que si no hay portero, o no hay puertas (como en Los Porches de Las Salesas) y un cliente entra sin que nadie le diga nada y se sienta en una mesa a esperar al camarero, cuando este llega ya no puede pedirle el pasaporte. ¿Qué razón tiene esta norma? ¿Qué los bares contraten a un portero? ¿Qué la arbitraria disposición, que los mismos que la promulgan son incapaces de explicar que sirva para algo se aplique de manera laxa y, aunque uno se olvide el  pasaporte en casa, no esté vacunado o sea una persona con cierta dignidad y se niegue a pasas por el aro, pueda tomar un café dentro cuando llueve o usar el servicio si lo toma fuera? Pues yo no sabría responder. Y lo dejamos aquí, que bastante lección de surrealismo hemos tenido esta mañana.

 

sábado, 25 de diciembre de 2021

Elogio de la cordura: Qué estafa

 

Domingo, 19 de diciembre
VACUNATE, HO

Cuando voy a entrar en el kiosco, un conocido se para junto a mí y lee en voz alta el titular de uno de los periódicos: “Barbón, contagiado con la variante ómicron, llama desde el HUCA a ponerse la vacuna”.

            ----¡El maestro Ciruela, que no sabe protegerse y pone escuela! Cómo voy a disfrutar leyendo lo que comente usted  de este hombre el próximo domingo. Es capaz de morir gritando: “Vacúnate, ho, que la vacuna ye buena”. Y ya ve lo que dicen los médicos: “Sin ella, podría estar en la UCI”. O jugando a los bolos, digo yo, porque se habría descuidado menos y no habría tenido esa falsa sensación de seguridad que dan –daban-- estas vacunas. Me recuerda este Miguel Bosé del vacunacionismo, ciego a cualquier evidencia, aquella historia que se contaba en mi pueblo. Una mujer muy piadosa rezaba a la Virgen y le hizo un generoso donativo para que su hijo aprobara no sé qué difícil asignatura. Suspendió y la buena mujer se sintió estafada y fue al párroco a pedirle que le devolviera su dinero. “¿Qué nota sacó su hijo?”. “Un cuatro”. “Pues si usted no hubiera rezado a la Virgen habría sacado un tres o incluso un dos”. Aquel cura era de la escuela de esos presuntos médicos del HUCA. Pero bueno, le estoy aburriendo, solo quería decirle que disfrutaré leyendo lo que publique el próximo domingo.

            ----Pues me parece que no voy a escribir nada. La codicia de unos pocos y la estulticia de muchos nos ha llevado a esto. Solo nos queda joderse y aguantarse. Y a los que no comulgamos con las ruedas de molino de Pfizer o Moderna prepararnos para resistir. Yo creía que en Asturias era el único, pero he logrado contactar con otra persona que también ha decidido no vacunarse. Estamos organizando una red de apoyos  por lo que pueda pasar. Ya sabe, primero no te dejan entrar en un restaurante y luego te impiden acudir a tu puesto de trabajo. Creo que al menos una década, que es lo mínimo que va a durar este tira y afloja (hoy te dejo un poquito de libertad y mañana te asusto con una nueva variante para que continúe la ronda de las vacunaciones), podremos resistir. Luego ya se verá.

            ----A lo que no creo que pueda usted resistirse es a cachondearse de don Vacúnate Ho.

Lunes, 20 de diciembre
DIOS MISMO

Vivo en este edificio de la calle Murillo desde 1988. Fui el primer vecino en llegar, el uno de agosto porque el día antes acababa mi contrato de alquiler en el apartamento de Melquiades Álvarez. Luego fueron llegando los vecinos de los demás pisos y ha habido muy pocos cambios hasta hoy. Solo uno de los diez pisos, hasta donde llegan mis noticias, ha ido cambiando de inquilinos. Hubo, en esos más de treinta años, alguna muerte, pero ningún nacimiento. Hasta hoy. Desde las nueve de la noche, tengo una nueva vecina: Yara. Poco antes estuve acompañando a su madre y al pequeño Martín en un paseo por el parque. La madre se paraba a cada rato. “Creo que Yara se impacienta, no va a esperar hasta dentro de una semana, que es cuando le toca”. El padre, mi amigo Cristian David López, es ahora mismo la persona que más envidio en este mundo.

            El nacimiento de un niño es un prodigio al que, por muchos años que viva, nunca terminaré de acostumbrarme. Es como si de pronto volviera a nacer el universo. No hay espectáculo más asombroso que verle sonreír por primera vez, decir la primera palabra, dar los primeros pasos, ir descubriendo tesoros.

            Hasta mí llega hoy la felicidad de los padres. Yo también me siento –y no encuentro mejor manera de decirlo, aunque soy ateo militante-- como si Dios mismo hubiera venido a vernos.

Martes, 21 de diciembre
SERVET Y CALVINO

Hablando de Baruch Spinoza, o Benito de Espinosa, como él le llama, escribe Salvador de Madariaga: “Es notorio que para un español castizo solo hay dos estados de equilibrio: el de hereje o el de inquisidor”. Sería en su tiempo. Hoy diría yo que para un español típico (lo de castizo me suena a jota y traje de charro) solo hay dos estados, que a menudo se dan conjuntamente: el de sumiso borrego o el de inquisidor.

            Herejes vamos quedando pocos. Aunque me temo que yo soy un hereje con cierta vocación de inquisidor. Tengo algo de Miguel Servet (espero no acabar como él, pese a los talibanes del vacunacionismo), pero también bastante del rigorista Calvino.

Miércoles, 22 de diciembre
EL DISCURSO DE SÁNCHEZ

“Españolas, españoles, he dado orden de que se suspenda de inmediato la campaña de vacunación. Existen evidencias incontestables –la mayor parte de los contagiados a día de hoy están vacunados con pauta completa-- de que las vacunas actuales resultan ineficaces ante las nuevas variantes de la covid-19. Los millones de euros que destinábamos a su compra serán empleados en reforzar el sistema sanitario, con la contratación inmediata de personal médico y de enfermería y el desvío a clínicas privadas –si fuera necesario--  de quienes no puedan ser atendidos en la sanidad pública. He destituido a la ministra de Sanidad, sin que eso suponga poner en duda su honradez, pero en política no solo cuentan los hechos, sino también las apariencias y ella daba la impresión en sus declaraciones de que atendía más a oscuros intereses farmacéuticos que a proteger la salud integral --no solo de covid muere el hombre-- de los españoles. Quiero hacer también una llamada a la calma, combatir las noticias alarmistas. Las nuevas variantes de la covid-19, aunque resulten más contagiosas que las anteriores, producen síntomas más leves, o ningún síntoma, en la inmensa mayoría de los casos. Este virus es uno más de los virus con los que lleva conviviendo la humanidad desde el principio de los tiempos. No es en absoluto perjudicial para la mayoría. Los grupos de riesgo, a las que causa daños, que pueden ser mortales, están ya perfectamente delimitados. Las medidas que tomemos a partir de este momento irán dirigidas a proteger la salud de esas personas, no a dañar la salud de todos, como se ha hecho ahora. Pido perdón por la responsabilidad que pueda haber tenido en esas políticas y espero que los responsables autonómicos sigan mi ejemplo. Españoles, españoles, todas las evidencias científicas indican que vamos a convivir con este virus durante bastante tiempo. No aumentemos su peligrosidad con medidas dañinas, producto de hipocondrias y de oscuros intereses cada vez más claros. He dado orden de que desaparezcan todas las restricciones, salvo las que tienen que ver con las personas vulnerables. Niños, jóvenes, adultos sanos, recuperad vuestra vida. La alegría de vivir es la mejor medicina. El miedo irracional, que nada tiene que ver con la racional prevención, es el primer aliado del virus. Y dicho esto, y tomadas las medidas adecuadas, anuncio mi irrevocable dimisión. Una persona que, como yo, sin ninguna razón sanitaria y sin respetar la Constitución, no os permitió salir solos de casa a respirar aire puro (salvo si teníais perro) y encerró a los niños sin ninguna excepción posible no merece seguir siendo presidente de esta país ni seguir residiendo en él. Parto, en el primer vuelo, para Emiratos Árabes Unidos. Salud y buenas noches”-

 

Jueves, 23 de diciembre
OLÉ, MACARENA

Por razones de higiene mental, no suelo leer noticias por la noche. Pero un amigo me mandó un mensaje: “Despídete de tus saludables paseos solitarios por el parque de San Julián de los Prados. A partir del viernes tendrás que hacerlos con un trapo en la cara. Pedro Sánchez lo acaba de anunciar”. Tardé en dormirme, tuve las peores pesadillas. Campos de concentración, cosas así. Para tranquilizarme, me levanté y me dedique a escribir el texto del discurso que, si tuviera dos dedos de frente y algo de conciencia, debería pronunciar Pedro Sánchez.

            Hoy paseé todo lo que pude por las calles, sabiendo que era el último día --¿por cuánto tiempo?-- en que podía respirar libremente. “No es para tanto, Martín –me reprochan los amigos, hartos de mis quejas--, a las mascarillas se acostumbra uno, yo ya ni me acuerdo de que la llevo”. “También acaba uno acostumbrándose a la escayola cuando se rompe un brazo, pero eso no justifica que Sánchez obligue a los españoles a llevar escayolados los brazos sanos por si acaso. Más que la mascarilla perpetua, que dificulta la respiración y daña la piel, me indigna la ofensa a la inteligencia que supone obligar a llevarla cuando, según se indica expresamente, no es necesaria”. “Vas a acabar votando a Vox”. “Votarlos no sé, pero después de escuchar a Gabriel Rufián y a Macarena Olona en el Congreso, me dan ganas de gritar ‘Olé, Macarena’ y ‘Ocúpate de tu independentismo, Rufián, y deja estas cosas para los mayores’. El segundo ha dicho que hay que imponer el pasaporte Covid en la cafetería del Congreso para proteger la salud de sus muchos empleados” (aún no se ha enterado de que quien contagia es el contagiado, esté vacunado –como la mayoría de los contagiados actuales-- o no). En ese guirigay de declaraciones, solo Macarena Olona –quién lo iba a decir-- ha sabido defender la razón y la dignidad de todos: “Como española,  mujer libre y vacunada con pauta completa, me negaré a facilitar el pasaporte Covid en los lugares que lo exijan y anuncio que Vox lo recurrirá por vía judicial hasta llegar al Constitucional”. Y no es la primera vez que un partido al que se acusa de ser inconstitucional defiende la Constitución cuando todos los demás, atolondrados por el miedo u obedeciendo a determinados intereses (si hubo tráfico de comisiones o no, lo sabremos algún día), esconden la cabeza bajo el ala.

Viernes, 24 de diciembre
DEJAD TODA ESPERANZA

¿Quién se imaginaba hace un año que la Navidad siguiente iba a ser todavía peor? Entonces al menos teníamos esperanza. Las vacunas nos permitirían volver a la vida de siempre. Ahora sabemos que esas vacunas –que todavía se siguen imponiendo, lo que al menos indiciariamente resulta delictivo-- no fueron más que un vano espejismo. De constituir la solución se han convertido en el problema. Mientras sean el negocio del siglo –contratos blindados y secretos, precios sin posibilidad de discusión--, siempre habrá una oportuna variante que airear para que la gente acuda en masa a recibir una nueva dosis. “Lasciate ogni speranza, voi che’entrate”, se lee en la boca del infierno de Dante. Esas mismas palabras valen para este otro infierno que ha creado la codicia de unos pocos, la estulticia de muchos y la borreguil docilidad de la ciudadanía.



 

sábado, 18 de diciembre de 2021

Elogio de la cordura: Mentes preclaras

Sábado, 11 de diciembre
QUE CONSTE 

Me gusta tener razón, no lo niego, y sé que eso me vuelve bastante insoportable. Pero no puedo evitarlo. Desde niño he sido incapaz de conformarme con lo primero que me contaban. Siempre he tratado de indagar lo que había detrás de las apariencias, he procurado no confundir publicidad encubierta e información. Como me gusta tener razón, hago lo posible por tenerla: leo, pregunto, reflexiono, separo hipótesis de certezas. Y cambio de inmediato de opinión en cuanto nuevos datos me demuestran que estaba equivocado. Mi verdad solo la defiendo cuando creo que se aproxima lo más posible a la verdad. Pero solo la defiendo hasta que le encuentro alguna fisura.

            Sé que la razón en cualquier asunto la tiene quien mejor se informa y mejor razona, que no es un don del cielo ni algo que se encuentra en el argumentario del partido.

            Pero debo reconocer –no soy perfecto-- que hay algo que me gusta más que tener razón: tenerla frente a la mayoría de la gente. Disfruto viéndome como un Gary Cooper solo ante el peligro del prejuicio y la estulticia.

            Fui uno de los primeros en decir que la Constitución española no amparaba a ningún delincuente, y menos todavía si era el jefe del Estado. Aún quedan mentes “preclaras” que afirman lo contrario. La historia no los absolverá.

            No sé si fui el primero, pero sí soy uno de los pocos que afirmar que vacunar a quien no pertenece a un grupo de riesgo obedece a razones comerciales y políticas, no sanitarias. Sonrío al leer que Pfizer –siempre Pfizer, cómo me gustaría ser uno de sus accionistas: el dinero no huele-- tiene  a punto de sacar al mercado un nuevo tratamiento en pastillas, el Paxlovid, que reduce en un 89 % el riesgo de hospitalización o muerte de los pacientes más vulnerables, esto es, los que padecen hipertensión, obesidad o diabetes. No sé yo si ese Paxlovid será eficaz (si sé que nuestra ministra de Sanidad, según costumbre, antes de que lo aprueben los expertos, anunciará que en España se va a aplicar masivamente), lo que si sé es que las vacunas tienen una utilidad, mayor o menor (en cualquier caso, menor de lo que se pensaba) solo para tales pacientes.

            Estas cosas, tan obvias, la del rey perjuro (juró cumplir las leyes y no las cumplió, por lo menos las fiscales) y la del negocio de las vacunas para el nene y la nena (¡y no porque las necesiten, sino para proteger a los abuelos!), más pronto o más tarde serán compartidas por todos. Pero yo he llegado antes, que conste.

Lunes, 13 de diciembre
UNIVERSOS

¿El gusto literario se desgasta con la edad? ¿Quién se dedica profesionalmente a la literatura acaba perdiendo la sensibilidad literaria? Siempre he tenido una cierta prevención contra los profesores de literatura y los jurados habituales de premios de poesía, también contra los críticos que comentan cada semana un libro de poesía. Y me temo que pertenezco (o he pertenecido) a las tres categorías, o sea que debo desconfiar bastante de mí mismo. La editorial Hiperión publica Uni-versos, una antología de poemas de un solo verso, más de ciento cincuenta poemas mínimos de otros tantos autores (comienza con Antonio Machado y termina con Rosa Berbel). Los antólogos han sido el editor Jesús Munárriz “y sus amigos”, según se indica en la cubierta. Se han lucido uno y otros. Los poemas apenas pasan de media docena. El resto es vaguedad y tontería. No se salva ni Juan Ramón Jiménez. “La rosa, ¿es geométrica?”, dice su aportación a esta antología de la nadería universal.

Yo, que siempre ando un poco sobrado, me digo: “Esto lo mejoro yo en una hora”. Y en la hora que paso en Dos de Azúcar, de siete a ocho de la tarde, escribo en cada página o un poema de un solo verso o un aforismo más o menos poético (tampoco en la antología de Munárriz se distingue entre un género y otro). Y creo que, salvo en el caso de Antonio Machado (“Hoy es siempre todavía”), supero a la mayor pate y al menos igualo al resto. Fernando Pessoa: “Quien tiene flores no necesita a Dios”. Yo: “La nada es Dios de incógnito”. Rafael Alberti: “Venus, madre del mar de los azules”. Yo: “El mar, siempre desnudo”. René Char: “¿Cómo me oís? Hablo de tan lejos…”. Yo: “Qué lejos a veces lo tan cerca”. Juan Gelman: “Sol es como tu rostro”. Yo: “Sin amor no es hermosa la hermosura”. Gabriel Aresti: “…Y sus intestinos se desparramaron por el suelo”. Yo: “Mi única bandera, tu cabellera al viento”. Andrés Trapiello: “¡Oh! Mágico mundo es el silencio, onda que lleva”. Yo: “En casi todo hay magia, a excepción de en la magia, donde solo hay truco”.

Se ve que una hora sin nadie con quien charlar ni nada que leer da para mucho: “Todas las flores mueren en la flor de la edad”, “Los muertos callan todo lo que saben”, “Una tontería, si está en verso, es doble tontería”, “La soledad se soporta mejor en buena compañía”, “Estar vivo es requisito imprescindible para hacer cualquier cosa”, “No me miras, pero no puedes dejar de verme”, “Los muertos resucitan en los vivos”. Y así hasta 152. No son gran cosa, ciertamente, pero mejoran mucho después de leer la antología que ha preparado Jesús Munárriz.

(Debo acordarme de borrar esta entrada de mi diario. Ya se sabe que los grandes hombres solemos ser muy modestos.)

Martes, 14 de diciembre
VIDA PRIVADA

Tengo el día dividido en franjas de aproximadamente una hora cada una. Antes de las nueve, ya estoy ante el ordenador. En torno a las diez, toca café en Noor, en la Avenida de Torrelavega, con el primer libro del día. Ahí no espero a nadie, mis amigos no madrugan ni andan por barrios. Con Abbás, el camarero y dueño paquistaní, intercambio las primeras palabras. El día, como todos los días, tiene sus más y sus menos, pero la última franja horaria también suele ser motivo de tranquila felicidad. A las ocho, dejo la cafetería de la tarde, en la que de vez en cuando recibo alguna visita, y antes de volver a casa paso por el supermercado. Nunca estoy más que diez minutos. Compro poco, pero todos los días, y ese es uno de mis pequeños placeres. Dejo la compra en casa y hasta la hora de la cena me voy a mi despacho del Milán. Allí trabajo –es un decir, mi amigo López-Vega suele repetir que yo no trabajo, sino que juego a que trabajo-- hasta cerca de las diez: leo y respondo al correo de la Universidad, que nunca miro en casa; imprimo y corrijo algún texto, rastreo artículos difíciles de encontrar; escribo los aforismos del día. Ana Vega me regaló un libro de hojas en blanco, más de dos mil finas páginas. He tomado la costumbre de llenar una cada día. A veces cuido la letra, a veces me olvido y lo que escribo resultará ininteligible incluso para mí. A las diez menos cuarto abandono el despacho. La facultad, a estas horas, está vacía, y yo camino por los solitarios pasillos pensando que me costará dejar este lugar, parte de mi vida desde hace treinta años. A las diez ya estoy cenando. Una cena ligera, que preparo en pocos minutos. La de hoy: tomate kumato, queso fresco, media docena de aceitunas (pueden ser cinco o siete, tampoco soy tan maniático) y unas briznas de atún claro; luego una pera y para terminar, siempre, un poco de kéfir con una galleta (una) de avena con chocolate. Luego enciendo el televisor: alguna serie vagamente entretenida, un viaje en tren a menudo con Michael Portillo, un documental de National Geographic sobre arqueología. Les dedico media atención pensando vagamente en lo que he de escribir al día siguiente (la preparación real la hago mientras duermo). Mi nana favorita es siempre la misma: el programa Aliens con su teoría de los antiguos astronautas. Me gusta que me lleve de un extremo al otro del mundo y me divierte ver a Giorgio A. Tsoukalos y a Erich von Däniken exponiendo con total seriedad peregrinas teorías. A su arrullo se me van cerrando los ojos dulcemente y cuando voy a la cama suelo dormir como un bebé.

Jueves, 16 de diciembre
LA QUE SE AVECINA

“Scholz promete mano dura contra los antivacunas en Alemania”, amenazan desde la primera página del periódico. “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”, pienso. Trato de comentarlo con un amigo y me interrumpe de inmediato: “Nada de demagogias, Martín, que te veo venir. Esto no tiene nada que ver con lo que pasó con los judíos, pobres, no se lo merecían, eran buena gente. Los antivacunas, en cambio, se merecen cualquier cosa, lo peor de lo peor, son el cáncer de la sociedad, como está científicamente demostrado”.

Viernes, 17 de diciembre
FELIZ NAVIDAD

¿Cuánto hace que Pedro Sánchez sacaba pecho por haber salvado la Navidad gracias a su campaña de vacunación, la más exitosa de Europa? Ahora, ante otra Navidad echada a perder, la Ministra Portavoz de Pfizer y los expertos acólitos siguen cantando la excelencia de los productos de esa empresa. Pues que santa Lucía les conserve la vista a mentes tan preclaras.



 

 

sábado, 11 de diciembre de 2021

Elogio de la cordura: Espera y verás

 

Sábado, 4 de diciembre
ESO LO ACLARA TODO

¿De dónde me viene esta incapacidad para estar mucho tiempo quieto en casa? No importa que llueva, que sople un viento helado, que nada apetezca más que abrir un libro al calor del fuego. No pasa una hora sin que tenga que salir a seguir leyendo –pero otro libro--  en una cafetería que nunca es de las que tengo al lado de casa. Y luego a pasear un rato, a ser posible por la orilla del mar, hasta acabar empapado a pesar de llevar paraguas.

            Se lo cuento a mi psicoanalista –no tengo psicoanalista-- y él me responde con una sonrisa: “De sobra sabes por qué. ¿Cuánto tiempo estuviste encerrado en una celda, sin saber si era de día o de noche, en una celda de la que solo salías para ser interrogado no muy amablemente”. “Pues la verdad es que apenas si recuerdo. Todo eso es como si le hubiera pasado a otro”. “Tú no recuerdas, pero tu cuerpo sí”

Domingo, 5 de diciembre
YO, CONSPIRANOICO

Vuelve Matrix, la película de las hermanas Wachowski, a las salas comerciales. Todavía no estamos en ese futuro, con la Inteligencia Artificial dueña del planeta y los humanos convertidos en cobayas que les suministran energía, pero ya estamos un poco más cerca que en 1999, cuando se estrenó. El mundo real, lo que tomamos por el mundo real, no es más, en el futuro en que transcurre Matrix, que el producto de un sofisticado sistema informático. Solo unos pocos, capitaneados por Morfeo, han logrado escapar de ese engaño, vivir libres en covachas oscuras. Luchan por liberar a quienes no quieren ser liberados porque la felicidad, aunque sea ilusoria, es también felicidad. Como en los viejos tiempos, al salir del cine, comento la película con un amigo.

----O sea que, en tu opinión Martín, las grandes empresas farmacéuticas son las que hacen ahora la función de la Inteligencia Artificial y controlan el mundo, los líderes políticos bailan al son que ellas tocan y tú sueñas con hacer de Keanu Reaves y ser Neo, el elegido que salva al mundo. ¡Eres un conspiranoico, Martín!

            ---Yo hace tiempo que he dado la batalla por perdida. Me resigno a ser un paria en el mundo que se avecina. Me cuentan que ya en Estados Unidos, en estados de mayoría demócrata, por supuesto, separan en los transportes públicos de la gente normal a los no vacunados, les dejan los últimos asientos, y que tampoco pueden usar los baños públicos, solo unos especiales para ellos. En Alemania no los permiten sentarse en los bancos de los parques y si lo hacen hay brigadas de jóvenes voluntarios, --se distinguen por unos brazaletes con una cruz-- que lo conminan de inmediato a levantarse. En Austria han de asistir a misa en bancos separados, lo más lejos posible del altar. Por supuesto, pronto se exigirá la pureza de sangre, esto es, haber sido vacunado las suficientes veces para presentarse a cualquier oposición o aspirar a un cargo público. A los no vacunados se les reservarán los trabajos más serviles, limpiar letrinas y cosas así.

            ---Eso son bulos, Martín, eso no pasa en ninguna parte.

            ---Espera y verás. 

Lunes, 6 de diciembre
VIVA LA CONSTITUCIÓN

Voté en su momento la Constitución española, después de leerla atentamente y pensármelo mucho, y tantos años después no me arrepiento de haberlo hecho, aunque ahora esté llena de goteras. Pero eso ocurre en los mejores edificios si se descuidan las tareas de mantenimiento. De lo que me avergüenzo es de que la hayan querido convertir en un tapa vergüenzas del presunto delincuente que tuvimos como jefe del Estado. Ahora, una examante suya, y cómplice en turbios negocios,  le demanda por acoso, difamación, amenazas y otros feos delitos cometidos en colaboración, no con un cualquiera, sino con el que entonces era director del CNI, o sea, del organismo encargado de la seguridad nacional. Le demanda en Londres, claro, que en España esa demanda habría ido directamente a la papelera. El prestigioso abogado del anterior jefe del Estado lo defiende diciendo que, si esos delitos se cometieron antes de 2014, no pueden ser llevados a los tribunales porque se aplicaba entonces la inmunidad “ratione personae”, y si después tampoco “porque en el alambicado diseño constitucional español del que Juan Carlos I es piedra angular mantiene su condición de monarca y de miembro de la Casa Real de España”.

            No me sorprende que diga esas cosas. Un abogado debe tratar de salvar a su cliente sea como sea, para eso cobra. Lo que me sorprende es que jueces, fiscales, políticos y catedráticos de derecho constitucional españoles sean de la misma opinión. Cuando se concedió la extradición de Pinochet, uno de los argumentos empleados fue que “si un jefe de Estado mata a su jardinero en un ataque de rabia, difícilmente puede concebirse, ni siquiera estirando la imaginación, que haya realizado ese acto en funciones de jefe de Estado”.

            No lo concebirá un juez inglés, pero aquí lo concibe hasta quien fue presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, amigo y colaborador de la revista Clarín, según las declaraciones que leo hoy consternado.

            ¡Pues sí que tiene que ser alambicada la Constitución española para permitir esas barbaridades! ¿Acaso sabían ya los padres de la patria que el Elegido por el Caudillo no era trigo limpio y decidieron tomar todas las precauciones?

            Afortunadamente, no fue así. Y yo, que soy español, que sé leer, que no tengo ningún amaño que defender, reto al abogado inglés, a Pérez de los Cobos y a los fiscales que quieren archivar los “presuntos” delitos fiscales del rey Juan Carlos, a que me indiquen dónde dice la Constitución que su inviolabilidad alcanza a aquellos actos que no necesitan refrendo del gobierno, esto es, a su actividad privada. Para defender su tesis necesitan mutilar uno de los artículos. Que lo lean completo, por favor, pidan perdón y dejen de avergonzarnos para siempre.

            Ojalá caiga pronto todo el peso de la ley –inglesa o suiza, por supuesto-- sobre quien juró ”cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes” y no cumplió ni una ni otras. 

Martes, 7 de diciembre
NO ME PUEDO QUEJAR
 

La mayor parte de la gente que me odia me conoce solo de oídas, pero los que me aman, los que me aman de verdad, esos me conocen en cuerpo y alma.

Miércoles, 8 de diciembre
COSAS DEL PERIODISMO

Qué ridículamente mezquinos ciertos vetos. Hace unas semanas me llamaron de un periódico local porque estaban haciendo una serie de reportajes sobre las tertulias y querían hablar de la nuestra, una de las más veteranas. Dije que muy bien, que encantado, que nos llevamos reuniendo desde 1980, desde la época de Suárez y la Unión Soviética, y tenemos mucho que contar. Dije que me alegraba que le hubieran dado permiso para entrevistarme porque hasta hace poco era persona non grata, borraban mi nombre y me cortaban de las fotos cuando participaba en un acto colectivo. “Ah, ¿sí? No sabía nada”. “Pues consulta, no sea que vayas a trabajar en vano”. No volví a saber de él. Hace dos días me llamó una periodista con la misma encomienda. Le conté lo que había pasado con su compañero. “Ah, ¿sí? No sabía nada. Voy a consultar”. Hoy me escribe disculpándose. “Tenía usted razón, parece que no va a poder ser, disculpe”. Y a mí me divierte comprobar que cambia la dirección del periódico en el que colaboré hace años, que se jubilaron o prejubilaron la mayoría de los periodistas de entonces, pero que sigo condenado a perpetuo ostracismo por haberme ido a la competencia.

Cuento esto en la tertulia virtual de hoy –ya la tertulia no es solo presencial-- y un amigo me dice: “No te preocupes, Martín, gana el premio Nobel y ya verás como sí te entrevistan”. No hace falta llegar a eso: bastaría que se enteraran de que yo me había contagiado de Covid sin haberme puesto antes todas las dosis de la Pfizer (creo que ya van por la tercera o la cuarta) para que apareciera ridiculizado en primera página: “Líder del movimiento antivacunas muestra síntomas leves compatible con la Covid”.

Periodismo riguroso y al servicio de los lectores se llama esa figura. 


Jueves, 9 de diciembre
YO, ROBOT
 

Leo Mejor pensar, de la pianista y matemática Eugenia Cheng, que me defrauda bastante con su tono de libro de autoayuda, y de pronto me siento aludido: “Alguien puede que diga algo que no es verdadero en términos estrictamente lógicos, pero en realidad está intentando decir otra cosa, puede que algo con contenido emocional fuerte que deberíamos escuchar si somos seres humanos inteligentes en vez de inteligentes robots sin emociones”.

            Me temo que yo, cuando discuto y trato de aplastar dialécticamente a mis amigos, me comporto más como un robot sin emociones que como un ser humano.

Viernes, 10 de diciembre
NO ME LO CREO

“Ser más listo que nadie” y “creerse más listo que nadie” son dos frases que no significan lo mismo, sino más bien todo lo contrario. Yo soy muy dado a lo segundo, pero siempre tengo buen cuidado de no confundirlo con lo primero. No sería tan listo como me creo si no supiera que no soy tan listo como creo.



viernes, 10 de diciembre de 2021

Intermedio: "Soy antipático de vocación"

 

José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1950) no tiene pelos en la lengua ni en la pluma. Y así lo demuestra, domingo tras domingo, en su diario, publicado en las páginas de El Comercio. El escritor, crítico literario y profesor emérito de Literatura en la Universidad de Oviedo publica Sin propósito de enmienda (Renacimiento), un libro que relata la llegada del covid a nuestras vidas y lo que vino después desde su peculiar óptica.

–¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ficción en su diario?

–Yo creo un personaje, pero sin inventar nada. Acentúo mis rasgos, mis manías... A mí lo que me gusta es callar las cosas buenas. No me parece elegante decir: «Qué bueno soy, qué generoso, qué solidario». Si soy bueno, que no se note. Me gusta ir de malo. Es mucho más divertido. Ser bueno en la vida privada y malo en público. Al contrario que tantos políticos, que van de buenos y luego son todos una especie de rey Juan Carlos en pequeño. 

–En sus páginas, ha sido muy crítico con el emérito y también con la gestión de la pandemia...

–Este libro abarca desde septiembre de 2019 hasta junio de 2020. Es decir: el tiempo anterior a todo esto y los meses más duros. Es una especie de Episodio nacional, como los de Galdós. Y, además, tiene una ventaja, que todo esto fue dicho en público en su momento, tal y como se veían las cosas terribles que ocurrieron. Sin censura. Yo vi la barbaridad como una barbaridad. Otros la ven ahora. Fernando Simón reconoció hace poco que se mataron moscas a cañonazos. Y a cañonazos no se matan las moscas: se destruyen edificios y personas, pero las moscas siguen por ahí. Los virus también siguen por ahí.

–¿A qué barbaridad se refiere?

–A la barbarie descerebrada de las autoridades político-sanitarias, que negaron lo que se sabe ahora y se sabía entonces: que lo más saludable es el aire libre, que lo peor es el encierro. Y encerraron a la gente, de tal manera que, si había un contagiado, contagiaba a toda la familia, porque tenían que estar conviviendo veinticuatro horas. Aquí pusieron al Ejército, por si no fuera bastante la policía, a perseguir a la gente que salía sola de casa, que andaba por un bosque o por un prado. Esa barbarie la denuncié entonces y la denuncio ahora.

–¿Qué hubiese hecho usted de estar al mando?

–Yo hubiese seguido un principio elemental: si no sé qué hacer, no hago nada. No doy palos de ciego, que fue lo que se hizo. Matar moscas a cañonazos y dar palos de ciego. Eso fue lo habitual.

–También queda claro que no le gustó la gestión de Barbón.

–Adrián Barbón ha tenido dos etapas. Y es curioso, porque el cambio de rumbo coincidió, exactamente, con la victoria de Díaz Ayuso. Antes, era el que lideraba las restricciones. El primero que obligó a utilizar mascarillas aunque no fuesen necesarias (y antes de que tuviese capacidad legal para hacerlo, pero esa es otra historia). El que prohibió a los de Avilés acercarse al mar porque estaba a dos pasos pero en otro municipio... A partir de la victoria de Díaz Ayuso, el halcón se volvió paloma. No nos pone el pasaporte covid, no aumenta las restricciones aunque llegue la Ómicron... Ha cambiado radicalmente. Yo creo que su asesor le ha dicho que ser duro antes daba muchos votos y ahora ya no da tantos. Que Díaz Ayuso arrasó sin ser dura y hay que seguir su ejemplo.

–¿Dónde pone los límites a la hora de sentarse frente a la hoja en blanco, si es que los hay?

–Un diario es una obra literaria: está hecho para permanecer. Lo escribo para los lectores, así que no publico nada que no crea que no les interese. De mi vida cuento solo lo que creo que puede interesar a los demás. Creo que se confunde la intimidad con la privacidad. Cuento cosas íntimas: que me enamoro, que me han desilusionado profundamente mis compatriotas, tan sumisos... Pero la privacidad es cuando uno entra en el baño o cuando unos amantes entran en una habitación y cierran la puerta. Ahí no hay nada que contar. Yo nunca oculto nada por miedo, sino por que no interesa.

–¿Sufre ante el folio?

–Escribo solo una hora al día ya sé lo que voy a decir. El problema del diario es decidir  de qué hablas. Yo, por ejemplo, siempre me hago el propósito de no hablar de las vacunas. Y siempre acabo hablando. Mis amigos están hartos.

–Pues hablemos de vacunas. ¿Se las ha puesto ya?

–No. Ni pienso. Pero a mí me parece muy bien que la gente se vacune, si eso les quita el miedo. Pero me parecen mal chantajes y amenazas. En ese asunto, como en cualquier otro, lo que hay que hacer es informar con claridad y dejar que la gente decida. Si alguien dice que no, pues es que no. Y punto. No tienes ni que insultar ni que calumniar. Allá él. Me aterra es esta afición a convertir al que, por las razones que sean, decide no vacunarse, en chivo expiatorio, como hicieron con los judíos. Me acusan de irresponsable cuando soy una persona que cuida mucho su salud, que no se deja traer y llevar por las autoridades político-sanitarias. Quien, con el pasaporte covid, se mete en una discoteca abarrotada y estás hasta las tantas bailando y bebiendo, sospecho que corre bastante más riesgo de contagiarse y contagiar que yo.

–Habrá quien le deteste por sostener esto...

–Bueno, yo soy antipático de vocación. Me gusta tocar las narices. No participo en el «me elogias, te elogio». Como crítico, lo mismo destrozo el libro de un amigo que pongo por las nubes el de alguien que no conozco de nada. Me gusta el papel de abogado del diablo. Y, luego, me he dado cuenta de que mucha gente es muy simplona. Solo sabe pensar en blanco y negro. Me acusan de estar en contra de las vacunas, porque estoy en contra del abuso de las vacunas, del ponérselas caso obligadamente a quienes no las necesitan, primando las razones económicas y políticas sobre las sanitarias. Estar en contra del abuso de los antibióticos no es estar en contra de los antibióticos. Una persona joven y sana, ¿para qué quiere una vacuna? Y de los niños, encerrados durante meses, y ahora a punto de vacunarse para que el negocio siga próspero, ya ni digo nada.

–En un mundo con tantos egos, ¿acumula muchos odios?

–Para odiar de verdad a una persona, hace falta haber estado casado antes con ella o haber tenido que repartir una herencia. Y de esos odios de exparejas, de reparto de fincas o de luchas por escalar en el escalafón, no tengo ninguno. La gente que me odia es por razones más superficiales. Porque a lo mejor dije que no era un gran poeta... 

–¿Sobre la oficialidad del asturiano se pronuncia?

–La mitad de mis amigos está a favor, la otra mitad en contra. Yo digo que no es algo que deba dividir. Debe haber una petición clara de la sociedad asturiana. Que no se convierta en media Asturias contra otra media.

–Y, para terminar, ¿qué espera de 2022?

–Qué espero, no, qué temo. Pues temo a otro perro de la misma raza. Que sigamos con las olas que van y vienen, que en cuanto la gente se relaje, vuelvan con otra variante y nos metan el miedo en el cuerpo antes de saber si es más dañina que las anteriores. La cuestión es que no nos olvidemos de que hay que vacunarse cada cierto tiempo. Yo creo que las medidas contra la pandemia han causado más daño en la salud de la gente que la propia pandemia y las empresas farmacéuticas han encontrado el negocio del siglo en los países ricos, porque no respetan ni a los niños, porque es necesaria una nueva dosis cada pocos meses... Y, pongan el precio que pongan, los políticos se lo van a pagar. El negocio es redondo. No interesa que acabe. Y no va a acabar en los próximos años, salvo que haya algún político serio, en algún país, que diga: «Se acabó. Esta es una enfermedad como cualquier otra y, a partir de ahora la trataremos como a cualquier enfermedad». Es una decisión política terminar con esta pesadilla, pero no parece que nadie la vaya a tomar. Al menos, a corto plazo. Hay muchos intereses en juego.

 

 

sábado, 4 de diciembre de 2021

Elogio de la cordura: Rezo por ti

 

Jueves, 25 de noviembre
DECADENCIA

A veces pienso que soy mejor enemigo que amigo. Como tengo la manía de la imparcialidad, cuando comento un libro lo trato con mayor rigor si es de un amigo que si es de un enemigo. Por eso tiene tanto mérito ser escritor y ser amigo mío. Abelardo Linares lo es desde los años setenta. Dejó de serlo un tiempo y luego volvió a serlo gracias a los buenos oficios de Andrés Trapiello.

            Viene hoy a Gijón a presentar un libro y yo aprovecho, con el pretexto de enseñarle la ciudad, que no conoce, para volver a disfrutar de tantos rincones familiares, tomar un café en el Dindurra y subir hasta el cerro de Santa Catalina, pese al viento y la lluvia,  a escuchar el canto de las sirenas.

Del periodismo y la literatura del primer tercio del siglo XX, Abelardo Linares lo sabe todo. Lo que vino a continuación le interesa algo hasta los años ochenta; después ya no hay poetas, ni creadores en general, que valgan la pena. Yo me río un poco de ese pensamiento apocalíptico, que se dio en todas las épocas. Vamos cumpliendo años y confundimos que el presente pierde interés para nosotros con que deja de tener interés. De momento, eso no me ocurre a mí, pero debo irme preparando para cuando, más pronto que tarde, llegue a la edad de mi amigo Abelardo..

Viernes, 26 de noviembre
SUERTE

Entro en el café el primero como siempre, me siento en la mesa de siempre, poco a poco comienzan a llegar los amigos y continuamos una charla sobre los libros y la vida que comenzó una tarde de viernes hace más de cuarenta años, cuando buena parte de mis amigos de ahora ni siquiera habían nacido.

            Soy un hombre afortunado, pienso. “Te cambio tu tertulia por el Premio de las Letras de la Asociación de Escritores de Asturias”, me dice un bromista Lucifer.

            “Pero si no vendes nada, si a nadie le importa tu opinión, si vives solo, si no tienes ni perrito que te ladre, ¿cómo estás tan encantado de haberte conocido?”, me pregunto. De sobra sé la respuesta: “El que soy se parece bastante al que siempre quise ser”. No del todo por mérito mío. He tenido esa suerte.

Domingo, 28 de noviembre
RIQUEZA

Me entero hoy de que hace unos días ha muerto Charo Piñeiro, que fue mi profesora hace más de medio siglo. A ella y a su marido, Jesús Neira, machadianamente sabio y bueno, les debo estar donde estoy. Ella me daba clase de Historia y él de Lengua en la Escuela de Magisterio. Por entonces. él era un tímido solterón al que rondaban, todos los alumnos nos dábamos cuenta, dos profesoras que también iban camino de quedarse solteras. El involuntario don Juan se rindió por fin a una de ellas, Charo Piñeiro, y la felicidad de aquella mujer enamorada la notamos todo. Hasta de Fernando VII, al que odiaba particularmente, nos habló bien aquellos días. Luego yo comencé a trabajar como maestro y a estudiar Filosofía y Letras. Aunque el expediente final era bueno, ni el catedrático de Literatura, Martínez Cachero, ni el de Lengua, Emilio Alarcos, mostraron el menor interés en que yo me quedara como becario en la Universidad. La verdad es que me faltaba una de las cualidades imprescindibles para ello: el servilismo. Lo mío, ya desde pequeñito, era la impertinencia y el creerme más listo que nadie. Y fue aquí donde intervino el azar y un mujer. Resulta que yo, a la vez que estudiaba y enseñaba a leer en una aldea perdida, había comenzado a publicar la revista, Jugar con fuego. Un ejemplar lo recibió Ángel González en Albuquerque. Y se lo comentó a su amigo Jesús Neira. Y este recordaba mi nombre y su mujer también y a ella se le ocurrió que yo podía solicitar la plaza de profesor interino que había sido convocada en la Escuela de Magisterio. Pero el plazo acababa ya y no tenían mi dirección ni, por supuesto, mi teléfono. Charo Piñeiro puso todo su empeño en averiguar por dónde andaba yo y llamó al colegio y me urgió a que presentara la solicitud. Y ahí empezó todo.

            La verdad es que haber estado cinco años dando clases como maestro me sirvió de mucho. Ya sé que esto no debería decirlo, pero después de eso, las clases en la universidad nunca fui capaz de considerarlas un trabajo.

            Jesús Neira, bastantes años mayor que Charo Piñeiro, murió en 2011. Ahora nos deja ella, pero no su memoria. Haberse encontrado con personas así es una riqueza que no se  acaba nunca.

Lunes, 29 de noviembre
RAZONAR

Leo en El Ciervo un artículo de Jordi Sierra i Fabra, exitoso autor de narrativa juvenil, sobre la lectura en los centros escolares: “Hoy hay un problema añadido del que se habla poco y que, sin embargo, es mi caballo de batalla desde hace tres décadas: la censura. Cualquier joven puede ver el cine que quiera, matar bichos en videojuegos o ver porno en Internet. Todo libre. Pero los libros que lee se miran con lupa. ¿Por qué solo los libros? Hay profesores con miedo a poner según qué lecturas porque basta una sola madre loca pegando gritos para que le echen”.

            Ejem, ejem, don Jordi Sierra y Fabra, ¿dónde aprendió usted a razonar? ¿Cómo es eso de que solo los libros que se leen en clase o se ponen como lectura obligatoria se miran con lupa? ¿Conoce usted algún colegio que ponga a los alumnos películas escandalosas  o videojuegos o porno en clase? Fuera de clase, en su tiempo libre, también pueden leer cualquier cosa que les apetezca. Y eso de “una madre loca pegando gritos”… ¿Y por qué no un padre o una madre responsable?

            Razonar correctamente no es una costumbre que suela tener la gente.  Y ahí están las autoridades político-sanitarias y los exitosos escritores que viven del público cautivo de los centros escolares para demostrarlo.

Martes, 30 de noviembre
TONTEMIA

----Nunca fue más cierto eso de que el mundo está loco. ¿Tú has visto, Martín? Primera página de un periódico serio, de esos que nos alertan continuamente contra las fake news y los bots que vienen de Rusia: “La Organización Mundial de la Salud y el G-7 coincidieron ayer en alertar a la comunidad internacional de los riesgos que representa la variante del coronavirus ómicron, detectada en Sudáfrica. Los ministros de Sanidad del grupo de los siete países más ricos, bajo presidencia británica, avisaron de ‘la amenaza de una nueva y altamente transmisible variante de la covid-19, que exige una acción urgente’. Por su parte, la OMS advierte en un documento técnico de que el riesgo global por la ómicron se evalúa como muy alto”. Lo más curioso, Martín, es que, tras un punto y aparte, la noticia de la primera página continúa así: “La comunidad científica no tiene certeza de que esta versión del virus sea más transmisible y escape a las vacunas”.

            ----Son esas profecías que se auto cumplen. Si el Banco de España afirma que la situación de una entidad financiera cualquiera, escogida al azar, es alarmante, aunque se trate de la más sólida, de inmediato se convierte en realidad: todos los inversores se apresuran a retirar su dinero. La variante ómicron no tiene la culpa del golpe que se ha dado a la economía de Sudáfrica, de la caída de las bolsas y de la nueva ola de pánico que recorre el mundo. La tienen la OMS y los ministros de Sanidad, pero eso lo sabemos tú y yo.

----Y lo sabe todo el mundo que sepa leer y quiera enterarse.

----Tú y yo y nadie más. Esa declaración alarmista y el que a continuación suspendan los vuelos de Sudáfrica, como si no bastara con controlar a los viajeros a la llegada, y no sé cuántos disparates más, no escandaliza a nadie.

----Martín, Martín, vas a tener tú razón. La epidemia vino acompañada de una tontemia de origen desconocido que afectó especialmente a las autoridades político-sanitarias y a los burócratas de cualquier especie.

Miércoles, 1 de diciembre
CIERTO
 

Vivo solo, pero no vivo solo.

Jueves, 2 de diciembre
EJEMPLO

Cuando Miguel Hernández agonizaba en el reformatorio de adultos de Alicante, uno de sus primeros protectores, el obispo Almarcha, prohombre del franquismo, se negaba a ayudarle hasta que no regularizara su relación con Josefina Manresa y dejara de vivir en pecado. Dejó de vivir, a secas, antes de que tan piadoso amigo --todo lo hacía por el bien de su alma-- intercediera por su libertad.

            Yo también tengo mi Almarcha particular. Un amigo, enterado de que no participo en esa lucrativa farsa del vacunas para todos, para el nene y la nena, además de mandarme un artículo, no sé si de Rosa Montero o de António Damásio --basado en estadísticas científicamente probadas por supuesto-- titulado “Solo se mueren los tontos”, me dice que reza por mí. Lo que no me aclara es si reza para que me decida a aceptar la gracia salvífica de las Pfizer y las Modernas --¡Vade retro, AstraZeneca y Janssen!-- o para que me contagie de una puta vez --¡ya va siento hora, tío!-- y deje de ser un mal ejemplo.