Sábado, 24 de octubre
TRES DESEOS
Revisando viejos
papeles que había guardado no se sabe bien por qué para qué, me encuentro con
un cuaderno con casi todas las hojas en blanco. “Cosas que me gustaría hacer
antes de morir” se titula una de las escasas anotaciones, sin fecha. Son tres
las cosas que por entonces, finales de los setenta me imagino, no me gustaría
morir sin haber hecho. La primera es dar la vuelta al mundo. Ni la he dado ni
me apetecería nada darla. Los años le vuelven a uno más cómodo y menos
fantasioso a lo Julio Verne. Ahora me conformaría con poder pasar de vez en
cuando un fin de semana en París o Palermo, en Londres o Lisboa, y dos semanas
al año en Nueva York. Lo segundo es dirigir una gran editorial. Escribí eso:
una gran editorial, no una editorial a secas. Supongo que por aquellas fechas
me imaginaba alguna como Seix Barral, no como Planeta (ahora son la misma
cosa). También en este aspecto me he vuelto más comodón: me gusta escribir
libros, comentar libros, editar libros (en el sentido anglosajón), pero no me
interesa nada que tenga que ver con el mercado del libro; esos dolores de
cabeza se los dejo para otros más sacrificados, como Abelardo Linares o mis
amigos de Impronta. La tercera cosa que yo no quisiera morir sin haber hecho era
tener un hijo. Quizá entonces bromeara, pero ahora me lo estoy pensando.
Todavía estoy a tiempo. Un hijo o una hija, claro. Habría cumplido treinta años,
o estaría a punto de cumplirlos, cuando se celebrara mi centenario, podría
hacer en esos fastos un buen papel.
Lo del centenario sí que es una
broma, lo del hijo no. Yo creo que habría sido, y todavía podría ser, un buen
padre soltero.
Domingo, 25 de octubre
OTRO DESEO
Cambiar de ciudad, cambiar de país, pero sin cambiar de casa.
Lunes, 26 de octubre
ELOGIO DE LA WIKIPEDIA
“La capa española,
habitual en él, no le impidió fundar en 1933 la Asociación de Amigos de la
Unión Soviética con, entre otros, don Jacinto Benavente, Lorca, Díaz Fernández,
Arderíus y Ricardo Baroja (no don Pío, como viene en la Wikipedia)”, leo en un
libro sobre Madrid a propósito de Pedro de Répide.
Señalar los errores de Wikipedia se
ha convertido ya casi en un género literario. ¿Cuántos artículos habrán
dedicado ilustres colaboradores periodísticos –de Marías a Millás-- a reírse de
esos errores? Pero son errores, y no más que los de cualquier enciclopedia, que
pueden corregirse al instante: basta pulsar la tecla de editar y seguir las
instrucciones.
No se puede decir lo mismo de los
que aparecen en el elegante volumen –ejemplo de buen hacer tipográfico, y que
merece un comentario detenido al margen de estas minucias-- en que se señala el
error de hablar de Pío cuando se debía hablar de Ricardo Baroja. A don Juan
Prim se le llama “el general bonito”, apelativo que páginas antes se ha
aplicado –en este caso correctamente-- al general Serrano. De Larra se dice que
tuvo una hija (“inventora del primer timo piramidal”) y un hijo “también
escritor”, olvidándose de la otra hija, Adela, que fue amante de Amadeo de
Saboya y aparece en los Episodios Nacionales. A Bécquer se le hace morir unos meses
antes que su hermano Valeriano (fue exactamente al revés). Se da por cierta la
leyenda de que Cadalso desenterró el cadáver de su amante para darle un último
abrazo (leyenda surgida a partir de sus Noches lúgubres) y se da
como lugar del suceso la iglesia de San Sebastián, como si una actriz pudiera
enterrarse en una iglesia. ¿Vale la pena seguir? A la primera república se le
añade un año más de duración, 1873-1874, como indica la Wikipedia, aunque
durante la dictadura de Serrano era tan república España como monarquía durante
la de Franco.
A diferencia de los errores de la
Wikipedia, corregibles en cuando se detectan, los de este libro, como los
muchos más que aparecen en la premiada biografía de Galdós que firma Yolanda Arencibia,
perduran aunque se corrijan en otra edición, porque siempre quedarán ejemplares
de la primera.
Lo curioso es que si uno tiene la
curiosidad de comprobar la lista de firmantes del Texto Fundacional de la
Asociación de amigos de la Unión Soviética encontramos en ella no solo a
Ricardo Baroja, pintor, sino también a Pío Baroja, novelista. O sea que no
había tal error ajeno, sino unos cuantos errores propios.
Miércoles, 28 de octubre
DEBERÍA SER MÁS AMABLE
“No hay por qué
mostrar desabrimiento; no es preciso decir que las cartas que se reciben ,
algunas cartas, son impertinentes”, leo en uno de esos descabalados libros
últimos de Azorín a los que vuelvo de vez en cuando. “Cada cual tiene derecho a
escribir a quien se le antoje; no se puede negar tal prerrogativa a ningún
ciudadano. Y en su derecho está también el que recibe esas cartas a
contestarlas o no contestarlas; pero no cabe esparcir a los cuatro vientos, que
fastidian. Con recibirlas y no contestar, todo en silencio, discretamente, es
como se cumple con humanidad y con delicadeza”.
Ahora las cartas han sido en buena
medida sustituidas por comentarios en Internet. Yo recibo bastantes, muchos de
ellos anónimos, y me temo que no utilizo en la respuesta la “humanidad y
delicadeza” que pedía Azorín. Tengo poca paciencia para las anónimas tonterías.
Hago mal, lo sé. ¿A qué ofender? ¿A qué herir gratuitamente susceptibilidades?
Si yo mismo defendía ayer a capa y espada a un político defenestrado por sus
correligionarios y hoy me parece que juega a ser el ogro filantrópico, del que
hablaba Octavio Paz, ayudado en su labor por los diecisiete enanitos
autonómicos, ¿cómo no respetar a quien piensa hoy de manera distinta? ¿Cómo voy
a negar a los demás el ejercicio de un derecho, el de equivocarse, del que yo
he usado y abusado tanto? Claro que yo soy de los que llaman al pan pan y al
memo memo sin por eso dejar de respetar al pan y al memo.
En 1967 o 1968, Dámaso Alonso, a
quien admiraba mucho, fue a dar una conferencia a Avilés. Al final, me acerqué
a pedirle que me firmara su libro Poesía
española. Ensayo de métodos y límites estilísticos, en el que yo había aprendido a leer de verdad la poesía clásica
española (todavía recuerdo sus ejemplos: “Infame turba de nocturnas aves /
gimiendo tristes y volando graves”). Me puso mala cara, estaría cansado (tenía
por entonces la edad que yo tengo ahora) y me lo firmó, apresuradamente y sin
mirar, con un garabato. Muchos años después publicó su último libro de poemas, Duda y afirmación sobre el ser supremo, una nadería –ya estaba enfermo-- que los
reseñistas habituales de los suplementos de referencia pusieron por las nubes
como si se tratara de un nuevo Hijos
de la ira. Yo me ensañé un poco
con aquellos malos versos. Ya publicado mi comentario, y algo arrepentido, me
acordé de aquel mal gesto de Avilés y pensé que, sin darme cuenta, tantos años
después, me estaba vengando.
¿Cuántos estarán deseando vengarse
de alguna impertinencia mía? Debería hacer más caso a Azorín.
Jueves, 29 de octubre
NO CONVIENE ACOSTUMBRARSE
“El uso de la mascarilla afecta a nuestro rostro, ya que
provoca falta de oxigenación, sudor y roces en las zonas de más presión.
Además, si la prenda en cuestión tiene un acabado rugoso, facilita la aparición
de acné, rojeces, sequedad e incluso dermatitis y descamación”.
¿Por fin
los dermatólogos, y las autoridades sanitarias, nos advierten de los riesgos
del uso excesivo de las mascarillas? En absoluto, siguen con su culposo
desinterés por la salud de los ciudadanos. De ningún medicamento se puede
autorizar la venta, sin la indicación de las contraindicaciones y los riesgos
de aumentar la dosis. Esa norma ha dejado de tener efecto. Lo que importa es
que no aumenten ciertas confusas estadísticas; para evitarlo, vale todo,
incluso encerrar a los ciudadanos en una jaula.
----Algo de
razón tienes, Martín: a mi mujer y a mi hija se les está llenando la cara de
granos. ¿De dónde has sacado esa información? En el centro de salud ni les dan cita
por esa nimiedad. Como no tengas un infarto, te atienden en la calle y por
teléfono. Y aún con infarto, no sé yo.
----De un anuncio de cosméticos
adaptados a la nueva normalidad.
-----Desengáñate,
Martín, has perdido la partida. Estamos jodidos para mucho tiempo. Tendrás que
acostumbrarte a la barbarie institucionalizada. A todo se acostumbra uno.
----Sí,
pero hay cosas a las que no conviene acostumbrarse.
Viernes, 30 de octubre
DEL IMPOSIBLE REGRESO
En el paraíso,
todas las puertas son de salida.