sábado, 21 de junio de 2025

Al servicio de quien me quiera: El arte de envejecer

 

Sábado, 14 de junio
HABLO DE POLÍTICA

Nunca llueve a gusto de todos. Antes me reprochaban que no hablaba más que de política; ahora, con la que está cayendo, que no dedique ni una línea a cónyuges, hermanos y demás corruptos.

            ---Eres como todos. Cuando se pringan los tuyos, miras para otro lado.

            ---Al  contrario, que se pringuen los míos me indigna doblemente, me parece que me salpican también a mí. Lo del hermano, la mujer del presidente y el fiscal general no me salpica de ninguna manera, ni al presidente ni a nadie, solo a las juezas y jueces que han decidido desde el principio que son culpables y luego, como en Alicia en el país de las maravillas, ya se verá de qué. Y el que la oposición pusiera el grito en el cielo y hablara de mafia y apocalipsis con esa guerra judicial de libro, con esas acusaciones populares y jueces por oposición arrimando el ascua a sus intereses políticos, nos ha venido bien. Se han quedado sin adjetivos para calificar lo que es una vergüenza y un mayúsculo escándalo. ¿Cómo pudieron ser ministro y viceministro oficioso ese par de impresentables? Lo del taimado Santos Cerdán es otra cosa: tan cauto que podía engañar al lucero del alba. Y lo habría engañado si no fuera porque al tal Koldo, menudo ejemplo de ascensión social y de hombre hecho a sí mismo, le dio por jugar a Villarejo y grabar las conversaciones con sus compinches. En esta trama, Santos Cerdán quiso jugar al papel de Alfonso Armada, aparecer como salvador cuando estaba más implicado que nadie. De aquel golpe con impulso soberano nos salvó la terquedad de Tejero, de esta suciedad nos salvó la estupidez de Koldo, tan listo por otra parte. Tendremos que agradecérselo.

            ---Tú siempre tratando de darle la vuelta a la tortilla. Pero me imagino que ya te habrás caído de la burra en lo que se refiere a Pedro Sánchez. Le apoyaste desde el principio cuando le expulsaron de la secretaría general. Por las hemerotecas, anda tu clamor de entonces. E incluso te afiliaste al PSOE, tú tan alérgico a cualquier disciplina, solo para votarle en aquellas primarias en las que, al contrario de lo que ocurre en otros países, no podían votar los simpatizantes.

            ---Cierto.

            ---Ahora, me imagino, estarás no solo arrepentido, sino avergonzado.

            ---Ahora estoy con Pedro Sánchez más que nunca. Es la viga maestra que impide que se derrumbe sobre nosotros la negra marea de los Trump, los Milei y los Netanyahu. Espero que no se rinda, que plante cara y que solo se vaya cuando lo decida el parlamento.

            ---¡Eres de lo que no hay!

---Hay bastantes como yo, no te preocupes; por lo menos media España, aunque repartidos desigualmente.

            ---Muy poquitos en la España de verdad y muchos en la que no quiere ser España.

            ---No nos metamos en ese jardín. Quedémonos en lo que tiene de bueno el asunto. Hemos encontrado una panda de facinerosos, o de presuntos facinerosos (esperemos que los jueces hagan ahora su trabajo), y ninguno de ellos podrá disfrutar de su botín en Abu Dabi, que afortunadamente la constitución española solo da licencia para corromperse a un español: el que ocupe le jefatura del Estado.

            ---Estás descalificando la constitución más democrática que hayamos tenido nunca.

            ---No la descalifico yo, la descalifican los “expertos” (pero no, por lo que yo sé, el tribunal constitucional, que no se ha pronunciado) que afirman que, por muchos indicios que haya del cobro de comisiones ilegales y de utilización de dinero público para fines particulares (encuentro con amantes, por ejemplo, que se lo pregunten a Bárbara o a Corina) por parte del anterior jefe del Estado no hay lugar a investigarlo y llevarlo ante la justicia por que esas vergüenzas las tapa la constitución. Aterra pensar que a un Koldo en la jefatura del Estado no habría quién le tosiera. Para hacerse de inmediato republicano. Afortunadamente la constitución (que yo voté y no me arrepiento) no dice eso: el Rey solo no es responsable de su actividad política, esto es, de los actos que son refrendados por el presidente del gobierno o por el ministro correspondiente, que son los responsables de los mismos. En su vida privada, si atropella a alguien cuando conduce bajo los efectos del alcohol o defrauda a Hacienda, se le aplica el código penal, como a cualquier ciudadano. De la constitución no se deduce otra cosa, a no ser que se lea de mala fe o con intenciones espurias.

Martes, 17 de junio
MARTILLAZOS

Me temo que no escogí bien la lectura para el primer café en este día de mi cumpleaños. José Ingenieros titula uno de sus capítulos de su libro El hombre mediocre “La vejez niveladora” y sus frases van cayendo sobre mí como martillazos:

“La sensibilidad se atenúa en los viejos y se embotan sus vías de comunicación con el mundo que los rodea”.

            “El viejo tiende a la inercia, busca el menor esfuerzo; así como la pereza es una vejez anticipada, la vejez es una pereza que llega fatalmente en cierta hora de la vida”.

            “El viejo odia todas las fuerzas vivas que crecen y avanzan, siente un sordo rencor contra todas las primaveras”.

            “La psicología de la vejez denuncia ideas obsesivas absorbentes. Todo viejo cree que los jóvenes le desprecian y desean su muerte para suplantarle”.

            “¿Cómo asombrarnos de que la vejez nos haga avaros, misántropos, regañones, cuando no va entorpeciendo paulatinamente los sentidos y la inteligencia, como si una mano misteriosa fuera cerrando todas las ventanas entreabiertas frente a la realidad que nos rodea?”

            Yo no me veo así, pero qué importa: “Es evidente que el individuo ignora su propio crepúsculo; ningún viejo admite que su inteligencia haya disminuido”.                

Como mi admirado Sherlock, tendré que ir pensando en dedicarme a la apicultura y dejar para otros la tarea de aclarar los enigmas de la condición humana.

Miércoles, 18 de junio
MUERTE EN VENECIA

Me llega la noticia de que ha muerto en el Lido veneciano el pintor Elías García Benavides. Un lugar muy literario para morir. No estaba allí como turista. Pasaba la mitad del año en Venecia, donde tenía casa con una altana desde la que se veía alzarse sobre los viejos tejados el esbelto campanile de los Santi Apostoli.

            Ilustró, con grabados originales, un libro mío de aforismos y poemas sobre la ciudad de Venecia editado por Fermín Santos. La tirada era mínima, creo que treinta ejemplares, y el precio prohibitivo. No sé si se vendería alguno. Lo presentamos en una librería y taller de grabados que estada al lado de Ca Foscari, junto a un puente muy concurrido de estudiantes y un sigiloso canal.

En uno de mis aforismos, que leí en la presentación, decía algo así como que la última pincelada a la obra de arte que es Venecia se la había dado Napoleón. Buena la hice. Uno de los asistentes protestó indignado y se le unieron en seguida otros venecianos de pro. Napoleón es una bestia negra en aquella ciudad, casi tanto como el turismo. No recuerdo cuántos cientos de iglesias me dijeron que había destruido. Pero yo, que no me amilano y que como don Juan Tenorio donde quiera que voy llevo el escándalo conmigo, insistí: “Sin Napoleón, la plaza de San Marco que está en la memoria de todos no sería lo que es; y Venecia, sin la espina dorsal de la Strada Nova, también napoleónica, resultaría inhabitable”.

            Benavides hizo, comoFortuny. de Venecia su ciudad, captó sus cambiantes colores, sus silencios y su música, y murió en el Lido, como el torturado personaje de Thomas Mann. Le recuerdo recriminándome mi falta de tacto (elogiar aquí a Napoleón es como elogiarlo el dos de mayo en Madrid) y llevándome luego a una galería de arte muy cerca de la iglesia de San Moisés en la que se vendía la cabeza de un dios, obra de mi escultor favorito, Igor Mitoraj, por solo medio millón de euros. 

Jueves, 19 de junio
DECÁLOGO
 

Diez cosas, por lo menos, que me ponen de buen humor:

            Dios y don Quijote, la Biblioteca de Alejandría y el Museo del Prado.

            Los periódicos que cada día traen un nuevo capítulo de mi novela por entregas favorita, la historia del mundo.

            Nueva York y Venecia, Aldeanueva del Camino y Segura de Toro.

            Los libros que leer cada día y que me esperan sin falta cada día en la mesa de novedades, en un mercadillo o el buzón del correo.

            Haber olvidado el daño que me hicieron y no poder olvidar, aunque lo intente, el que hice.

            No haber tenido hijos, pero sí nietos.

            El café y el vaso de agua que me traen sin pedirlos en cuanto entro en Noor, en Los Porches o en el McDonald’s de Los Prados, siempre con un libro en las manos.

            Que me toque recoger a los niños a la salida del colegio.

            La conversación interminable con fieles o cambiantes amigos que empezó en 1980 y que todavía continúa todos los viernes a la siete de la tarde.

Haber conocido el amor y haber salido indemne.

Viernes, 20 de junio
UN CANTAR

“El arte de envejecer / es un arte complicado, / pero qué fácil parece / si me llevas de la mano”.


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