Sábado, 14 de junio
HABLO DE POLÍTICA
Nunca
llueve a gusto de todos. Antes me reprochaban que no hablaba más que de
política; ahora, con la que está cayendo, que no dedique ni una línea a cónyuges,
hermanos y demás corruptos.
---Eres como todos. Cuando se
pringan los tuyos, miras para otro lado.
---Al contrario, que se pringuen los míos me indigna
doblemente, me parece que me salpican también a mí. Lo del hermano, la mujer
del presidente y el fiscal general no me salpica de ninguna manera, ni al
presidente ni a nadie, solo a las juezas y jueces que han decidido desde el
principio que son culpables y luego, como en Alicia en el país de las
maravillas, ya se verá de qué. Y el que la oposición pusiera el grito en el
cielo y hablara de mafia y apocalipsis con esa guerra judicial de libro, con
esas acusaciones populares y jueces por oposición arrimando el ascua a sus
intereses políticos, nos ha venido bien. Se han quedado sin adjetivos para
calificar lo que es una vergüenza y un mayúsculo escándalo. ¿Cómo pudieron ser
ministro y viceministro oficioso ese par de impresentables? Lo del taimado
Santos Cerdán es otra cosa: tan cauto que podía engañar al lucero del alba. Y
lo habría engañado si no fuera porque al tal Koldo, menudo ejemplo de ascensión
social y de hombre hecho a sí mismo, le dio por jugar a Villarejo y grabar las
conversaciones con sus compinches. En esta trama, Santos Cerdán quiso jugar al
papel de Alfonso Armada, aparecer como salvador cuando estaba más implicado que
nadie. De aquel golpe con impulso soberano nos salvó la terquedad de Tejero, de
esta suciedad nos salvó la estupidez de Koldo, tan listo por otra parte.
Tendremos que agradecérselo.
---Tú siempre tratando de darle la
vuelta a la tortilla. Pero me imagino que ya te habrás caído de la burra en lo
que se refiere a Pedro Sánchez. Le apoyaste desde el principio cuando le
expulsaron de la secretaría general. Por las hemerotecas, anda tu clamor de
entonces. E incluso te afiliaste al PSOE,
tú tan alérgico a cualquier disciplina, solo para votarle en aquellas primarias
en las que, al contrario de lo que ocurre en otros países, no podían votar los
simpatizantes.
---Cierto.
---Ahora, me imagino, estarás no
solo arrepentido, sino avergonzado.
---Ahora estoy con Pedro Sánchez más
que nunca. Es la viga maestra que impide que se derrumbe sobre nosotros la
negra marea de los Trump, los Milei y los Netanyahu. Espero que no se rinda,
que plante cara y que solo se vaya cuando lo decida el parlamento.
---¡Eres de lo que no hay!
---Hay
bastantes como yo, no te preocupes; por lo menos media España, aunque
repartidos desigualmente.
---Muy poquitos en la España de
verdad y muchos en la que no quiere ser España.
---No nos metamos en ese jardín.
Quedémonos en lo que tiene de bueno el asunto. Hemos encontrado una panda de
facinerosos, o de presuntos facinerosos (esperemos que los jueces hagan ahora
su trabajo), y ninguno de ellos podrá disfrutar de su botín en Abu Dabi, que
afortunadamente la constitución española solo da licencia para corromperse a un
español: el que ocupe le jefatura del Estado.
---Estás descalificando la
constitución más democrática que hayamos tenido nunca.
---No la descalifico yo, la descalifican los “expertos” (pero no, por lo que yo sé, el tribunal constitucional, que no se ha pronunciado) que afirman que, por muchos indicios que haya del cobro de comisiones ilegales y de utilización de dinero público para fines particulares (encuentro con amantes, por ejemplo, que se lo pregunten a Bárbara o a Corina) por parte del anterior jefe del Estado no hay lugar a investigarlo y llevarlo ante la justicia por que esas vergüenzas las tapa la constitución. Aterra pensar que a un Koldo en la jefatura del Estado no habría quién le tosiera. Para hacerse de inmediato republicano. Afortunadamente la constitución (que yo voté y no me arrepiento) no dice eso: el Rey solo no es responsable de su actividad política, esto es, de los actos que son refrendados por el presidente del gobierno o por el ministro correspondiente, que son los responsables de los mismos. En su vida privada, si atropella a alguien cuando conduce bajo los efectos del alcohol o defrauda a Hacienda, se le aplica el código penal, como a cualquier ciudadano. De la constitución no se deduce otra cosa, a no ser que se lea de mala fe o con intenciones espurias.
Martes, 17 de junio
MARTILLAZOS
Me temo
que no escogí bien la lectura para el primer café en este día de mi cumpleaños. José
Ingenieros titula uno de sus capítulos de su libro El hombre mediocre
“La vejez niveladora” y sus frases van cayendo sobre mí como martillazos:
“La
sensibilidad se atenúa en los viejos y se embotan sus vías de comunicación con
el mundo que los rodea”.
“El viejo tiende a la inercia, busca
el menor esfuerzo; así como la pereza es una vejez anticipada, la vejez es una
pereza que llega fatalmente en cierta hora de la vida”.
“El viejo odia todas las fuerzas
vivas que crecen y avanzan, siente un sordo rencor contra todas las primaveras”.
“La psicología de la vejez denuncia
ideas obsesivas absorbentes. Todo viejo cree que los jóvenes le desprecian y
desean su muerte para suplantarle”.
“¿Cómo asombrarnos de que la vejez
nos haga avaros, misántropos, regañones, cuando no va entorpeciendo
paulatinamente los sentidos y la inteligencia, como si una mano misteriosa
fuera cerrando todas las ventanas entreabiertas frente a la realidad que nos
rodea?”
Yo no me veo así, pero qué importa:
“Es evidente que el individuo ignora su propio crepúsculo; ningún viejo admite
que su inteligencia haya disminuido”.
Como mi admirado Sherlock, tendré que ir pensando en dedicarme a la apicultura y dejar para otros la tarea de aclarar los enigmas de la condición humana.
Miércoles, 18 de junio
MUERTE EN VENECIA
Me
llega la noticia de que ha muerto en el Lido veneciano el pintor Elías García Benavides.
Un lugar muy literario para morir. No estaba allí como turista. Pasaba la mitad
del año en Venecia, donde tenía casa con una altana desde la que se veía
alzarse sobre los viejos tejados el esbelto campanile de los Santi Apostoli.
Ilustró, con grabados originales, un
libro mío de aforismos y poemas sobre la ciudad de Venecia editado por Fermín
Santos. La tirada era mínima, creo que treinta ejemplares, y el precio
prohibitivo. No sé si se vendería alguno. Lo presentamos en una librería y
taller de grabados que estada al lado de Ca Foscari, junto a un puente muy
concurrido de estudiantes y un sigiloso canal.
En
uno de mis aforismos, que leí en la presentación, decía algo así como que la
última pincelada a la obra de arte que es Venecia se la había dado Napoleón. Buena
la hice. Uno de los asistentes protestó indignado y se le unieron en seguida
otros venecianos de pro. Napoleón es una bestia negra en aquella ciudad, casi
tanto como el turismo. No recuerdo cuántos cientos de iglesias me dijeron que
había destruido. Pero yo, que no me amilano y que como don Juan Tenorio donde
quiera que voy llevo el escándalo conmigo, insistí: “Sin Napoleón, la plaza de
San Marco que está en la memoria de todos no sería lo que es; y Venecia, sin la
espina dorsal de la Strada Nova, también napoleónica, resultaría inhabitable”.
Benavides hizo, comoFortuny. de
Venecia su ciudad, captó sus cambiantes colores, sus silencios y su música, y
murió en el Lido, como el torturado personaje de Thomas Mann. Le recuerdo
recriminándome mi falta de tacto (elogiar aquí a Napoleón es como elogiarlo el
dos de mayo en Madrid) y llevándome luego a una galería de arte muy cerca de la
iglesia de San Moisés en la que se vendía la cabeza de un dios, obra de mi
escultor favorito, Igor Mitoraj, por solo medio millón de euros.
Jueves, 19 de junio
DECÁLOGO
Diez
cosas, por lo menos, que me ponen de buen humor:
Dios y don Quijote, la Biblioteca de
Alejandría y el Museo del Prado.
Los periódicos que cada día traen un
nuevo capítulo de mi novela por entregas favorita, la historia del mundo.
Nueva York y Venecia, Aldeanueva del
Camino y Segura de Toro.
Los libros que leer cada día y que
me esperan sin falta cada día en la mesa de novedades, en un mercadillo o el
buzón del correo.
Haber olvidado el daño que me
hicieron y no poder olvidar, aunque lo intente, el que hice.
No haber tenido hijos, pero sí
nietos.
El café y el vaso de agua que me
traen sin pedirlos en cuanto entro en Noor, en Los Porches o en el McDonald’s
de Los Prados, siempre con un libro en las manos.
Que me toque recoger a los niños a
la salida del colegio.
La conversación interminable con
fieles o cambiantes amigos que empezó en 1980 y que todavía continúa todos los
viernes a la siete de la tarde.
Haber conocido el amor y haber salido indemne.
Viernes, 20 de junio
UN CANTAR
“El
arte de envejecer / es un arte complicado, / pero qué fácil parece / si me
llevas de la mano”.
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