Viernes,
21 de abril
CLAROS
CLARINES
Como la sede central del Cervantes, también la
Biblioteca Pública de Gijón fue en principio un banco, uno de esos bancos que se
disfrazaban de templos griegos para disimular mejor lo mucho que tenían de
guarida de Al Capone.
Con
su solemne columnata y las dos estatuas que la guardan, tiene un empaque entre
neoclásico y germánico que a mí me fascinó desde la primera vez que me detuve
ante ella: así debe ser siempre la entrada al paraíso.
La
visito hoy con motivo de la exposición sobre Clarín, que se inaugura con
material nuevo. No se podrá quejar la revista de sus funerales. ¿Funerales? Ahí
sigue, tan viva como siempre, y siempre con una inédita sorpresa para el lector
que se encuentre cualquiera de sus números en una biblioteca pública o en una
librería de viejo.
Recuerdo
mi asombro cuando descubrí —mediados
de los años sesenta— que en la biblioteca Bances Candamo de Avilés tenían la
colección completa de la Revista de Occidente. Uno a uno fui leyendo
aquellos elegantes tomos. Iba de maravilla en maravilla: de los primeros versos
de Cernuda a las precisas notas de Benjamín Jarnés o de Fernando Vela. Recuerdo
bien unas páginas de Baroja dedicadas a Marsella y el comienzo del ensayo en
que Antonio Marichalar da noticia del Ulises: “Cesa de llover; cae la
última gota en la Rue de L’Odéon. La atmósfera, recién esmerilada, hierve en
imperceptible borboneo. De súbito, perforando la gris veladura, desemboca un
claror; llega el silencio solemne de un espléndido Rolls. Trae ingrávido el paso
y apagado el mirar de cristal de sus faros estupefactos. Apenas ocasiona rumor
el mullido girar de las ruedas que se van despegando suavemente del suelo
mojado”.
De Jarnés, de Marichalar, de tantos
otros colaboradores de la Revista de Occidente aprendí que la crítica
literaria podía ser literatura, gran literatura. ¿Descubrirá algún lector los
tomos de Clarín, dentro de treinta o cincuenta años, con el mismo
entusiasmo deslumbrado?
“Ahora estas cosas no interesan e interesarán cada vez menos, ahora los jóvenes están solo atentos al móvil”, dirá algún trasnochado apocalíptico. Pero sospecho que tampoco, cuando yo la descubrí, la Revista de Occidente era la lectura favorita de los jóvenes. Al terminar la licenciatura, allá por 1976 (lo he contado ya varias veces), un compañero se vanagloriaba de haber aprobado la asignatura de Martínez Cachero, y con buena nota, sin haber leído ninguna de la lecturas obligatorias: le bastaron los resúmenes de La vida es sueño o de La Regenta para responder adecuadamente a la preguntas de control. No lo volví a ver hasta años después, cuando daba clases en un instituto de Luarca. Le pregunté qué tal le iba: “No me puedo quejar, pero los alumnos son un desastre, no son como nosotros, no les interesa la literatura, no leen nada”.
Sábado,
22 de abril
ACERCA
DEL PARAÍSO
De vez
en cuando, antes de dormirme, y para tener buenos sueños, me gusta imaginarme
el paraíso, ese paraíso que cada uno inventa a su medida, y que no se parece en
nada —al menos en mi caso— ni al de las
huríes del profeta ni al de los translucidos bienaventurados que cantan
perpetuamente la gloria de Dios.
Soy tan poco imaginativo, o tan
conformista, que en el paraíso no añadiría nada a la vida que llevo, solo le
quitaría algunas cosas: seguiría pasando el tiempo, pero solo para los niños y
los jóvenes (los mayores de sesenta tendríamos siempre sesenta y pocos años),
nadie enfermaría, nunca me enamoraría, seguiría viniendo a Avilés los sábados,
tomando un café a las doce en Las Salesas, saboreando libros nuevos cada día…
La verdad es que esta vida es la
mejor de las vidas. Para ser perfecta, solo bastaría con que Dios hubiera sido
un poquito humilde y antes de crear el mundo se hubiera dejado aconsejar por
algún experto. Yo mismo le podría haber dado algunos buenos consejos.
Domingo,
23 de abril
LO QUE
NO SE DICE
Si amas la lectura, detestarás la mayor parte
de los libros.
¿Compra
muchos libros? Seguro que lee poco.
El
peor regalo que nos puede hacer un amigo es un libro escrito por él.
La
industria editorial no necesita lectores, sino compradores de libros.
Si
solo te interesa la buena literatura, no te metas a editor ni a librero.
Martes,
25 de abril
ALTOS COMISIONADOS
—¿Has
visto la desfachatez de Lula en el Parlamento portugués? ¡Atreverse a pedir que
el gran Zelenski y el impresentable de Putin pacten la paz! ¡Y atreverse a
formular semejante ignominia nada menos que el 25 de abril, cuando se conmemora
la revolución de los claveles, la fiesta de la democracia! No, señor. No,
señor. Zelenski tiene que ser el nuevo Churchill y no cejar hasta que Rusia,
como la Alemania de Hitler, sea completamente arrasada, hasta que no quede
piedra sobre piedra ni en Moscú ni en San Petersburgo. Y si para ello son
necesarios millones de muertos, pues que haya millones de muertos. Cualquier
sacrificio es poco para mantener a salvo la democracia.
—Tampoco hay que pasarse, Josep. No es
necesario arrasar Rusia. Basta con recuperar Crimea y el Donbás, expulsar a
todos los habitantes que no se sientan ucranianos, sino rusos, aunque sean
mayoría, y llevar allí a los ucranianos que tenemos acogidos en la Unión
Europea, que buenos dineros nos cuentan. Con eso basta para acabar el problema.
—Qué complaciente eres, Ursula.
Rusia es culpable. Rusia deber ser aniquilada, aunque perezcamos todos en el
empeño. Eso es lo correcto, eso es lo único que debemos pensar aquí en Bruselas.
—Eso es lo que los mandamases de la OTAN quieren
que pensemos, Josep, que siempre has sido un ingenuo. Como a Biden le convenga
hacer las paces para ganar las elecciones, ya verás como acaba invitando a
Putin a la Casa Blanca. Todo dependerá de lo que digan las encuestas.
—¡Rusia debe ser arrasada, arrasada!
Y luego la reconstruimos con Fondos Europeos, pero a condición de que entre en
la OTAN.
—No me seas halcón, Josep.
—-No me seas paloma, Ursula,
Miércoles,
26 de abril
YO NO TENGO
ESE PROBLEMA
Era tan insignificante que nunca consiguió que
nadie le odiara, ni siquiera su exmujer.
Jueves,
27 de abril
DECIDME
DÓNDE SE ESCONDE
Todas las mañanas, al salir de casa, mientras
esperaba en el semáforo para cruzar la calle y contemplaba el árbol que
florecía al otro lado, junto a la imprenta de la Universidad, me venían a la
memoria unos versos de Eugénio de Andrade. “Despertar, ser en la mañana de
abril / la blancura de este cerezo, / arder de las hojas hasta la raíz, / dar
versos o florecer de esta manera. / Abrir los brazos, acoger en las ramas / la
luz, el viento, los ojos de la gente; / sentir latir el tiempo, / mientras teje
el corazón de una cereza”.
Pero
ya no es posible. El pasado nueve de marzo, “temprano madrugó la madrugada”,
temprano levantó la muerte el vuelo. Mientras los niños iban al colegio, el hacha
homicida lo destrozó con saña. Alguien quiso protestar, saber la razón del
atropello. “Señora, déjenos hacer nuestro trabajo”, le respondieron con malos
modos. No eran bárbaros venidos de no se sabe dónde, eran dóciles empleados municipales.
Martín, un niño, que no acaba de acostumbrarse a ver destrozar los árboles a
los operarios de Parques y Jardines, ni de contemplar cómo asesinan minuciosos,
en cuanto asoman su blanca sonrisa, a las margaritas del parque de San Julián,
les dijo: “¿Y no podéis ganaros la vida de otra manera?”
Juan
Carlos Villaverde, que no quiere que quede impune ese atentado contra la
primavera, me cuenta hoy, mientras esperamos a que salgan los alumnos del Novo
Mier, que está investigando de dónde partió la orden. Le han dicho que ese
terreno no depende del Ayuntamiento sino de la Universidad. El decano del Milán
no sabe nada, ya le ha preguntado. Es un buen investigador, se mueve como nadie
por los dispersos archivos que esconden los restos de la España aljamiada,
encontrará la mente perversa y odiadora
de la belleza que dio la orden. Y ya me encargaré yo de hacer circular su
nombre, para vergüenza eterna, junto con el verso final del romance del
prisionero: “¡Dele Dios mal galardón!”
https://elcuadernodigital.com/2023/04/27/trifon-carmenes-y-los-escolasticos-de-cafeteria/
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Le falta a Ricardo Labra mencionar a la Chata de Pumarin, ignoro si lo hace en otro lugar.
Eliminar"Eso lo sabe hasta la Chata de Pumarin", decimos en Oviedo. Y esta señora, según creo, existió alguna vez. Vendía verduras, o chuches, donde la avenida Pumarin pierde su nombre, un pequeño alto.
Oviedo es una ciudad siniestra. De la mano de Angel González podríamos dar.una vuelta por sus oscuros muros y callejones, que conocía bien. Otro día.
Alfonso X y José Luis Martín: Hablen con Él.
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