sábado, 31 de diciembre de 2022

En la retaguardia: Todavía aprendo

  

Sábado, 24 de diciembre
LA VISITA INESPERADA

Estaba en la cafetería Orígenes esperando a que llegaran Enrique Bueres y Martín Bueres para entregarles el primer y el último número de la revista Clarín, cuando un antiguo contertulio entra a saludarme.

            —¿Esta noche no la pasas en Avilés, como de costumbre?

            —La reunión familiar la dejo para mañana.

            —Yo he pasado más de una Nochebuena solo y te aseguro que son las que menos problemas dan. En una de ellas tuve inesperada compañía. Me acababa yo de separar de mi primera mujer, a los niños les tocaba pasar con ella la Navidad y mi estado de ánimo era como puedes figurarte. Varios amigos y familiares me invitaron a cenar en Nochebuena, pero yo prefería no ver a nadie. Cargué el maletero del coche con comida y bebida, más bebida que comida, y me fui a la aldea de Belmonte. Desde que murió mi madre, allí no vivía nadie. Nuestra casa estaba en bastante buen estado, incluso funcionaba la calefacción, y allí me metí dispuesto a pasar la noche, y todas las noches que hiciera falta, sin más compañía que la de algún oso o algún lobo que quisiera venir a saludarme. Hacía bastante frío, el clima no era como ahora, y cuando salí de Oviedo se anunciaba una tormenta de nieve. Llegué y me puse a beber, no te lo aconsejo, beber solo es lo peor que hay, sobre todo si te ha dejado tu mujer y estás en la casa en que fuiste feliz de niño. Ni siquiera saqué los alimentos del coche, bebía y bebía y de pronto me acordé de que en algún lugar se guardaba todavía la escopeta de caza de mi padre. “A lo mejor funciona”, pensé y me puse a buscarla, no te diré con qué intención. Pero en ese momento me pareció oír pasos y al poco sonaron unos golpes en la puerta. Fui a abrir, extrañado. Había allí dos tipos, uno joven y otro de más edad, poco abrigados, temblando de frío. “¿Podemos pasar?”, dijo uno de ellos. Me hice a un lado, vieron sobre la mesa la botella y se les encendieron los ojos. “¿Un traguito para entrar en calor?”, sugerí. A aquel trago siguió otro y otro. “¿No tendrá algo que comer?”, dijo el más joven. “No hemos probado bocado en todo el día”. “En el coche hay algo”. Sacaron todo lo que había, que era como para alimentar un regimiento, y el mayor, que al parecer había trabajado de cocinero, preparó un festín que ríete tú del festín de Babette. Conoces el cuento de Isak Dinesen, ¿no? Comimos, bebimos, cantamos, fue la mejor Nochebuena de mi vida, como si Dios —yo no creo en Dios, pero eso no importa— hubiera enviado dos ángeles para quitarme malas ideas de la cabeza. Uno era cocinero, pero el otro, el más joven, resulta que sabía griego. Me dijo que había estudiado para cura. Ya sabes que a mí, desde que tuve como profesor en el Instituto a Escudero, igual que Almuzara, me interesan mucho la lengua y la filosofía griegas. Había llevado conmigo un tomo con los diálogos de Platón. Traducimos los dos, mano a mano y sin diccionario, el pasaje de la muerte de Sócrates. Acabamos llorando los tres de la emoción y de la borrachera. No se me ocurrió preguntarles quiénes eran, qué hacían por allí. Qué importa. Fue la mejor Nochebuena de mi vida, mientras fuera caía la nieve, brillaba la luna y se oía aullar a los lobos. Me desperté muy tarde al día siguiente y ni rastro de aquellos dos viajeros. Si no fuera por el montón de botellas vacías y de cacharros sin fregar pensaría que todo había sido un sueño. Pero  volvieron a llamar.. “Serán ellos que salieron a dar una vuelta”, pensé. Pero era una pareja de la guardia civil que había recibido aviso de que habían visto dirigirse hacia el lugar a unos fugitivos de la cárcel de Villabona. Negué que por allí hubiera pasado nadie. “Avísenos de inmediato si los ve, son peligrosos”. No volví a verlos, no supe más de ellos. Al parecer eran etarras. A mí me salvaron la vida.

Domingo, 25 de diciembre
FERRATER Y YO

La biografía de Gabriel Ferrater escrita por Jordi Amat me ha llevado a hojear los muchos libros que tengo suyos, casi todos de notas dispersas, y a releer su poesía, que ha seguido sin interesarme demasiado, salvo el impactante “In memoriam”.

            —Era un personaje tan brillante como autodestructivo, le digo a un amigo que me encuentra en uno de los rincones favoritos de mi biblioteca, el McDonald’s de Los Prados.

            —A ti, en cambio, como no sabes conducir te sobra el auto. 

Lunes, 26 de diciembre
ASOMBRO Y MITO

Sin importarme los muchos peros que le ponen los entendidos, voy a ver la segunda entrega de Avatar. Extraño un poco al principio la artificiosidad de las imágenes, como de diorama de feria, en tres dimensiones. Pero no tardo en dejarme seducir. Cameron nos devuelve a aquel tiempo en que los mitos eran de verdad mitos y no materia de estudio. Me dejo llevar por ese mundo otro, como los oyentes de aquellos bardos que iban por los pueblos de Grecia recitando de memoria los versos de Homero, que aún no habían sido escritos. Las magias, las astucias, los asombros de la Odisea están aquí (y las hazañas bélicas de la Iliada en el combate final).

Olvidamos que esos venerados hexámetros, que hacen la delicia de los filólogos, antes de ser materia erudita, fueron luz y color, una explosión de maravillas en la mente virgen de los primeros oyentes. Como ellos, no racionalizo, no me pongo a cuestionar si el mensaje ecologista es demasiado simple, si el canto a la familia o el papel de la mujer demasiado tradicionales. Soy como un niño (“sois como niños” decían los egipcios de los griegos), abro los ojos asombrados tras las negras gafas y dejo deslizarse las tres horas como un sueño feliz.

Miércoles, 28 de diciembre
LO QUE QUEDA DE AZÚA

“¿Qué te ha hecho Félix de Azúa? —me preguntan de vez en cuando—. Le tomas por un muñeco de feria, siempre parece que estás jugando con él al pin pan pun”.

            No me ha hecho nada la verdad, e incluso he leído con admiración y provecho algunas de sus páginas ensayísticas. Pero el comentarista político es otra cosa. A su lado, incluso Savater es un modelo de finura dialéctica. Ayer dio una conferencia sobre estética en el Museo de Bellas Artes. Hoy le entrevistan en el periódico. No dudo yo, faltaría más, de que en la conferencia dijera cosas de interés sobre una materia que ha enseñado en la universidad durante treinta años (aunque seguro que no se privaría de soltar perlas contra Podemos), pero en la entrevista solo habla de sus obsesiones políticas.

            “Ellos aseguran que ahora Cataluña está mejor que antes de que llegasen al gobierno. ¿Usted cómo lo ve?”, pregunta el periodista.

            Y atención, mucha atención, que esto es lo que responde literalmente Azúa, no lo invento yo para caricaturizarle: “Eso es como decir que el Congo está mejor ahora que en tiempos de Leopoldo de Bélgica. Hombre, un poco mejor sí que están, porque no se comen crudos a los misioneros. Pero es el mismo país: un país totalitario. No tiene vuelta de hoja”. ¡La barbarie del Congo belga, una explotación privada del rey, donde se esclavizaba, masacraba a la población indígena, donde se exterminaban aldeas enteras, donde se cortaban las manos como castigo; la barbarie que Conrad refleja en El corazón de las tinieblas, uno de los mayores atentados contra la humanidad que ha habido nunca, reducida a que “los negros se comían crudos a los misioneros”, como en la peor literatura racista!

            Azúa, Azúa, no sé yo si el independentismo es bueno o malo para Cataluña; lo que sí sé es que para tu inteligencia y sensibilidad moral ha sido como un arma de destrucción masiva.

Jueves, 29 de diciembre
UN TESORO

“Yo creo que el premio se lo deben dar a un hombre, que ya está bien… Ya es hora de que los hombres nos emancipemos”. Este es el deseo de los participantes en el premio Café Gijón, pero la mayoría afirma —como viene siendo costumbre en los premios importantes— que será para una mujer.

            Leo un tomo de El Español, que compré por cuatro euros en la librería Don Quijote. Es de 1954, pero por las quejas de que las mujeres van copándolo todo en el mundo literario y los artículos contra Rusia parece escrito ahora mismo. Yo me salto la rusofobia y la francofilia y disfruto con todo lo demás. Las entrevistas a Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y Carmen Laforet, los estrenos de López Rubio y Buero Vallejo, el relato de Aldecoa, el anecdotario de Eugenio d’Ors y Cela, los escándalos de espionaje, la crónica de grandes crímenes en Francia o Alemania.

            A Ana María Matute la corrige continuamente su marido. “¿Y por qué un muñeco se llama Andrea?”, le preguntan. Ella: “Pues yo que sé; porque sí”. Y él: “El artista es libre incluso para ponerle a sus muñecos los nombres que le da la gana”. Luego le preguntan por otros novelistas, además de Baroja, al que admira, y Mercedes Formica, de la que se siente muy afín, y responde: “Prefiero no hablar”. Su marido sí lo hace, poniendo en solfa a los autores más conocidos: “su voz, que parece bajar directamente del Sinaí después de una tormenta. Va sirviendo de música de fondo al murmullo como de agua de manantial de la voz de Ana María”. Toda la historia de ese matrimonio —del que la novelista tuvo que escapar dejando atrás a su hijo— está ya en esta entrevista.

            Sonreímos cuando Cela, exitoso conferenciante en Londres, presume de ser el único escritor español que no ha recibido ni aceptará jamás ningún premio.

Juan Aparicio sería nuestro Goebbels, según dicen, pero la verdad es que en las revistas que él dirigió o promovió a la literatura —y especialmente a la nueva literatura— se le dedicaba una atención que no ha vuelto a recibir nunca más.

Viernes, 30 de diciembre
ME PARECE QUE NO

Envejezco por fuera, como todo el mundo, aunque sin prisa ninguna, pero por dentro me parece que no. Quizá solo sea una ilusión mía


 

6 comentarios:

  1. Los nacionalismos periféricos han sacado lo peor del nacionalismo español. Es patético leer artículos de Azúa, Savater e tutti cuanti. Una vez acabado el franquismo, los nacionalismos periféricos han cumplido esa funcion de enemigo que algunos necesitan para sentirse vivos. Cada vez que leo a Camus más lamento la miseria intelectual de este pais.

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  2. Tras muchos meses de laburo en el Yang-Tse, vuelvo a casa por Navidad y aprovecho para enviarle a JLGM (y a la parroquia resistente) un saludo cordial.

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  3. Ciertamente Azúa suelta, no sé si últimamente o siempre, unas chorradas inmensas. En el último número de El Cultural le entrevistan y, entre otras muchas perlas, dice estupideces sin fundamento como esta: "España es particularmente agresiva porque ha estado sometida a la jerarquía católica durante cinco siglos. La gente ve hoy en los políticos lo que sus padres veían en el párroco del pueblo. La obediencia es ciega e irracional. Este es un país de fanáticos." Por supuesto, todos los españoles son fanáticos menos él. Y eso que yo comparto la idea de que Cataluña no está mejor ahora que en el 2017.

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  4. Yo estoy muchas veces en desacuerdo con Azúa, que me parece cada vez más dogmático. No obstante, esa afirmación suya que usted tanto discute no me parece en absoluto descabellada. Lo que, a mi entender, quiere decir con ella es que en España falta, y ha faltado históricamente, tradición de pensamiento crítico, a falta de la cual se cae fácilmente en el dogmatismo, en el "o estás conmigo o contra mí"; y que en eso tiene no poca culpa una iglesia demasiado aferrada, precisamente, al pensamiento dogmático, y poco amiga de la consideración crítica. Y esa idea, repito, no me parece en absoluto descabellada. Respecto a su otra objeción, si yo digo que éste es un país de gente aficionada al fútbol, NO estoy diciendo que todos y cada uno de sus habitantes lo son menos yo mismo (a quien deja más o menos indiferente); sólo que una mayoría suficiente como para ser característica sí gusta del fútbol.

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  5. Ha dicho muchas cosas ese buen señor, pero lo del Congo del rey Leopoldo que solo ha mejorado en que entonces se comían los negros a los misioneros y ahora ya no, creo que es insuperable incluso por él mismo.

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  6. Félix de Azúa... Según él, a Ada Coláu le cuadraba mejor la comandancia de un puesto de verduras en la Boquería que la poltrona que ocupa hoy como alcaldesa. Y eso lo dice quien apostó por los ciudadanos Rivera y Arrimadas... Todo cerebro guarda un recoveco donde incuba Idiotez en sus más variadas expresiones.

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