sábado, 9 de marzo de 2024

Coraje y alegría: Corazonadas de la razón

 

Sábado, 2 de marzo
PLAN DE VIDA

---En todos mis días, invierno o verano, festivos o laborables, procuro que haya una hora para escribir, cuatro para leer (en cuatro lugares distintos) y tres para la conversación inteligente. Lo último me cuesta bastante conseguirlo.

            ---Y eso que la inteligencia la pones tú y a los interlocutores solo nos pides atenta admiración. 

Domingo, 3 de marzo
CODEPENDENCIA

“Querer ayudar es muy noble, pero mucha gente no quiere ser ayudada en la forma en que tú lo haces”. A veces basta abrir un libro al azar para encontrar respuesta a nuestras preguntas. No es necesario que sea la Biblia ni el Tao ni las obras completas de Shakespeare. El que hoy me aclara muchas cosas me lo enviaron al despacho del Milán (no tienen mi dirección actualizada) y parecía de muy poco interés. Lo edita en Oviedo la editorial Mañanes, de la que hay muy poca información en Internet, y su autora es Ximena Rodríguez, de la que no hay ninguna, y que no figura en la cubierta (donde, por cierto, el título, aparece mal escrito. Todo invita a no perder el tiempo con este libro. Pero antes de descartarlo lo hojeo, como tengo por costumbre, y al hablar de la codependencia veo que habla de mí. “Necesito alguien que me necesite”, he escrito en más de una ocasión.

            Ayudar es un arte que yo no domino. Nunca está claro quién necesita más a quién: si el que da la ayuda o el que la recibe. Si yo tuviera mucho dinero y pudiera ser mecenas (mi vocación frustrada), todas las ayudas que diera serían rigurosamente anónimas. Así me ahorraría muchos malos ratos.

            Pero Ensayo sobre lo social no es el bodrio más o menos pretencioso que todo hacía suponer. Se trata de una especie de novela didáctica, un poco a la manera dieciochesca, costumbrista y ágil. Yo me he divertido leyéndolo y he aprendido un poco más de mí. ¿Qué más se le puede pedir a un libro?  

Lunes, 4 de marzo
LA META ES EL OLVIDO

Produce un poco de melancolía encontrarse en una librería de viejo con un libro afectuosamente dedicado e intonso. Huberto Pérez de la Ossa –no había oído hablar de él—dedica en julio de 1925 a Gonzalo de Merás Polifonías, publicado tres años antes. Yo, al contrario que el tal Gonzalo, corto cuidadosamente las páginas y lo leo en Atípiko mientras tomo el habitual café. Sonrío al comprobar con qué cuidado corrigió a mano una mortificante errata.

Está escrito entre 1915 y 1922, entre los dieciocho y los veinticinco años (ya me he informado sobre el autor) y la mayoría de los poemas son de un trasnochado modernismo. Pero su versión de los famosos eneasílabos de Rubén Darío (“Juventud, divino tesoro”) no carece de interés: “¡Oh juventud, tesoro eterno! / ¡Gracia que nunca pasará! / Vienen las nieves del invierno; / la primavera va detrás”. Y hay una elegía al amigo de la adolescencia, “un alma maravillosamente clásica”, que todavía conserva su emoción: “¡El dolor! No, ya no es tu historia / --a lo sumo, será la mía--; tu alma fue hecha para la gloria, / para la luz y la armonía”.

Creo que se salva también el poema final sobre las diversas corrientes de la época y su apartamiento de ellas. “Pero no, no estoy solo; voy con mis dos hermanos: / mi pasado, mi rubio hermano adolescente; / mi porvenir, mi hermano de faz desconocida”.

            En una foto de 1923, aparece junto a Lorca y Buñuel, Jarnés y Barradas. Estaba en el mejor sitio en el mejor momento. Antes de la guerra civil, publicó mucho y tuvo algún importante premio, pero solo ensayo y narrativa; después de la guerra (vivió hasta los años ochenta) se dedicó al teatro como director y adaptador. No sabemos qué fue de Cancionero de las cosas humildes, el libro que se anunciaba en Polifonías. Ni qué pensaba cuando sus compañeros de aventuras literarias eran glorificados y nadie recordaba que había sido uno de ellos.

            Un poeta menor que llegó a la meta, el olvido, antes que los demás y que a mí me ayuda esta melancólica mañana a olvidarme de los apaleamientos en mis andanzas de buen samaritano. 

Martes, 5 de marzo
BIEN QUE ME ARREPIENTO

Últimamente no puedo quitarme de la cabeza una coplilla popular que escuché cantar no sé cuándo ni dónde: “Hice algunas cosas malas / y no quiero arrepentirme, / pero bien que me arrepiento / de aquel favor que te hice”.

Miércoles, 6 de marzo
LO QUE A MÍ ME BASTA

Se hablaba de una discusión en Facebook a propósito de que una joven poeta, a la que habían invitado a leer sus versos, dijo que ella solo lo haría si le pagaban trescientos euros.

            ---Hombre, si se cobra entrada, y hay público suficiente, pues me parece perfecto.

Y luego pensé, aunque no me atreví a decirlo --uno va de duro por la vida-- que yo soy tan poco profesional que me basta con algo de admiración y un poco de cariño.

Jueves, 7 de marzo
DESENMASCARILLADOS

---La verdad es que para los que no habíamos perdido la cabeza y padecimos como un insulto a la inteligencia la obligación de ir con mascarillas a todas partes, fueran o no necesarias, y tuvimos a la policía, a la guardia civil e incluso al ejército vigilando que no saliéramos a tomar el aire sin ellas, aunque fuera de noche y por lugares solitarios, el sainete del caso Koldo tiene algo de justicia poética. Sobre todo, si no pagan solo los meros comisionistas, sino las autoridades político-sanitarias que convirtieron el cubre bocas en un objeto del deseo que había que conseguir, y en cantidades millonarias, aunque luego se pudrieran en un almacén, a cualquier precio. La dañina estupidez --¡cuántas muertes por obligada mala praxis médica durante la pandemia!-- me parece un delito mayor que quedarse con un puñado de euros del montón de dinero público que se despilfarra sin control ninguno.

            ---¿O sea que, según tú, quien tendría que dimitir e irse a su casa no sería el impresentable Ábalos, sino Pedro Sánchez? Y ya puestos, supongo que también Feijoo, y todos los que eran presidentes autonómicos cuando Sánchez, muy astutamente, les cedió la gestión de la cosa para que hicieran el ridículo por cuenta propia.

            ---Volvería a ser peor el remedio que la enfermedad. Tendré que conformarme con disfrutar de este sainete. Y regodearme ya esperando al siguiente, cuando se destape el negocio de las vacunas, cómo se desprestigió la más barata, cómo se chantajeó a los sumisos ciudadanos (¡si no te vacunas, no te dejo ir al cine!), cómo caducaron cientos de miles de dosis, cómo se regalaron otras que aquí no valían, pero que quizá podrían aprovechar los pobrecitos subsaharianos… Pero Pfizer es mucha Pfizer, nada tiene que ver con la picaresca de los trapicheos en China, y sabe disimular bien sus sobornos en mecenazgos universitarios, donativos para las fundaciones de los partidos y publicidad encubierta. Confiemos en que un listillo haya metido la pata y que los del partido rival se lancen en tromba y acaben tirando piedras contra el tejado de vidrio que los cubre a todos.

Viernes, 8 de marzo
NO PUEDO NO PENSAR

(Como los contertulios habituales se retrasan --soy yo el único que está a las siete en punto, desde hace cuarenta y cuatros años, todos los viernes en la cafetería--, saco el cuaderno y escribo.)

Perdía la razón todas las noches, pero la encontraba al despertar.

Cuando tenía razón, no atendía a razones.

A la razón hay que darle vacaciones de vez en cuando.

Con el berbiquí de la razón, rara vez se hace brotar el agua de la sabiduría.

Razonar es un deporte de élite.

La razón es el motor, pero la imaginación es la gasolina.

Solo con la razón la vida no sabe a nada.

Si hasta los números pueden ser irracionales, ¿cómo no había de serlo el ser humano?

El que sabe que no sabe nada ¡cuánto sabe!

La razón humana no está hecha a medida de la realidad.

Solo al ser expulsados del paraíso, Adán y Eva tuvieron uso de razón.

Después de muertos, el ateo y el creyente descubren que los dos tienen razón o que no la tiene ninguno.

Si el azar de la cronología hubiera permitido que Sócrates y Jesucristo se encontraran, ¿habrían tenido algo que decirse?

Hay filósofos que utilizan la razón para justificar las ocurrencias más disparatadas.

A Platón le suspendieron en un examen de filosofía por demasiado fantasioso.

Los límites de la razón no son los límites del mundo.

Dios se ríe de los que desconfían de la razón. ¡Si la he inventado yo!, dice en tono de reproche.

La razón no sabe de moral, igual le da justificar una causa que la contraria.

Qué paradoja que los seres racionales solo de tarde en tarde tengan razón.

La razón tiene razones que la razón no comprende.



 

 

 

7 comentarios:

  1. La Otan tienes razones que José Luis no entiende y por eso votó sí en el referéndum del 86.

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  2. Amelia, Amelia, con la que está cayendo y sacar ahora a relucir lo que uno votó en 1986. Pues en 1972, para conseguir mi primer trabajo, como el corrupto de Abu Dabi tuve que jurar fidelidad a los Principios Fundamentales del Movimiento.

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    1. Enhorabuena. Comparar, como José Luis hace, un trámite burocrático franquista con votar en democracia es haber entendido demasiado bien la Transición y sus secuelas. España tiene razones que solo José Luis y el emérito comprenden.

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    2. Uf! Chapapote, chapapote! Está visto que no tengo enmienda y tropiezo no sé cuántas veces con el mismo comentarista.

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    3. ¿Chapapote? Creo que esta vez José Luis me confunde con Letizia... Y si no quería «tropezarse» conmigo, bastaba con no responder al primer comentario.

      Continúa eludiéndose, en cualquier caso, de manera tosca y chapapatosa («con la que está cayendo»), la cuestión allí planteada: la responsabilidad del votante respecto a las consecuencias de su voto expresado libremente.

      En cuanto a lo del referéndum de la Otan (1986) y el trámite administrativo (franquista) para poder trabajar (durante el franquismo), la comparación sigue pareciéndome poco o nada oportuna viniendo de alguien que se declara demócrata… ¿Qué opina el coro, perdón, el foro de Café Arcadia?

      ¿Continuará?

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  3. Esperemos que no continúa. Que nadie pique en tan tosco anzuelo.

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