Sábado, 22 de enero
FUNCIÓN DE GALA
Gran función de
gala en el teatro Campoamor. Llegan los reyes de las Españas, Isabel y
Fernando, a imponer una condecoración al Virrey de las Asturias. Ricas vestiduras.
Mascarillas de armiño y bordadas de oro con el yugo y las flechas. Las espadas
han de dejarse en el vestíbulo y hay algún inicio de altercado cuando cierto
bravo caballero, el Cid Campeador, se niega a entregarla. “¡Mi Tizona va
conmigo donde yo vaya!”. Se resuelve el conflicto dejándole entrar con ella en
el palco municipal. Aplausos, más aplausos, interminables aplausos cuando la
reina coloca sobre el pecho del Virrey la gran condecoración de Chantajista
Mayor del Reino. “Yo, reina de las Españas, tuve que promulgar el Decreto de
Expulsión para los que se negaban a aceptar la salvífica vacuna del bautismo;
Adriano Celentano, virrey de las Asturias, ha conseguido lo mismo con una
medida menos traumática. Prohibiendo a los herejes entrar en saunas, gimnasios,
cines y cafeterías ha conseguido que cinco mil asturianos, nada menos que cinco
mil, se decidan a recibir en su cuerpo la buena nueva del ARN-Mensajero. ¡Honor y gloria a vuestro virrey
que con su gran ingenio logra vencer a los rebeldes más recalcitrantes! Termino
con un anuncio que os llenará, como ha llenado mi augusto pecho, de esperanza.
El papa Francisco me ha anunciado la inmediata proclamación de una bula por la
que se prohíbe rigurosamente la entrada al cielo de las almas que no estén
vacunadas con la dosis completa”. Aplausos, más aplausos, interminables
aplausos, el teatro parece venirse abajo. El virrey de las Asturias, rompiendo
el protocolo, da un gran abrazo a la reina Isabel ante la mirada airada del rey
Fernando.
(Últimamente tengo sueños muy
extraños. El de esta noche, que anoto al despertar antes de que se me olvide,
no tiene ni pies ni cabeza. Freud lo relacionaría con mis represiones sexuales.
Yo no le encuentro ningún sentido.)
Domingo, 23 de enero
LO QUE YO PIENSO DE TI
—¡Hay que ver
cuánto cuento tienes, Martín! Cómo te quejas por no poder ir al cine. ¿Es que
no tienes Netflix? Mírame a mí. Hace veinte años que no piso una sala de cine y
tan contento.
—Pero de vez en cuando tomarás una cervecita, ¿no?
—Hombre, eso sí, una cervecita y algo más. Sin un buen vino, no hay
comida que valga la pena y un whisky de vez en cuando y un gin tonic…
—¿Y qué te parecería que se prohibiera el alcohol, como durante la ley
seca, con la justificada razón de los daños que causa a la salud física y
mental?
—Rediós. Si se atreven con algo así, me lanzo a la calle y no sé lo que
haría.
—¿Y qué te parecería si yo te dijera que no es para tanto? ¿Que yo
llevo 71 años sin probar el alcohol y sin echarlo de menos y tan feliz? Pues lo
que tú pensarías entonces de mí es lo que yo pienso ahora de ti.
Lunes, 24 de enero
YA ABURRES
“Siempre con lo
mismo, siempre las mismas quejas. Ya aburres, tío. ¿No tienes otras cosas de
qué hablar?”, le reprocha el verdugo a la víctima mientras le aplica otra tanda
de latigazos.
Martes, 25 de enero
UN PRESUNTO DELITO
Después de escuchar
las declaraciones de Adrián Barbón en la Ser jactándose de que con el pasaporte
Covid ha conseguido que cinco mil asturianos más se vacunen, un amigo me envía
la definición del delito de coacciones: “El que, sin estar legítimamente
autorizado, impidiere a otro con violencia hacer lo que la ley no prohíbe, o le
compeliere a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto, será castigado con
la pena de prisión de seis meses a tres años o con multa de 12 a 24 meses,
según la gravedad de la coacción o de los medios empleados. Cuando la coacción
ejercida tuviera como objeto impedir el ejercicio de un derecho fundamental, se
le impondrán las penas en su mitad superior, salvo que el hecho tuviera
señalada mayor pena en otro precepto del Código”.
¿Estaba legítimamente autorizado
para hacer lo que hizo? Parece que no. El Auto del Tribunal Superior de
Justicia de Asturias del 23 de diciembre de 2021 autorizó la medida para hacer
frente “a la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19”, pero no para
coaccionar a quienes, en uso de su derecho, habían optado por no vacunarse. Las
declaraciones del presidente contradicen lo que afirma el decreto, que es para
lo que fue autorizado. Luego tiene diez días para mandar un informe sobre su
incidencia en los derechos fundamentales. A ver lo que dice, a ver cómo se
defiende. Claro que, como en las circunstancias actuales basta apelar a la
salud para promulgar cualquier disparate, lo tendrá fácil. Y por otra parte, si
hay responsabilidades penales, dispone de una cabeza de turco: el consejero de
Salud que firmó la resolución.
Miércoles, 26 de enero
TERTULIA
La tertulia de este miércoles tenía como lema
unas palabras de Azorín: “La vida es ilusión. Y la poesía no sería nada si no
fuera ilusión. Tan apegados estamos a la ilusión que muchas veces, leyendo un
poema, ponemos en él mucho más de lo que en ese poema existe. Poemas que
admiramos no los admiraríamos si los consideráramos de un poeta mediocre.
Poemas que desdeñamos los admiraríamos si los creyéramos de un poeta
predilecto”.
Nos
pasamos más de tres horas analizando, elogiando y, sobre todo, destrozando
poemas cuyo autor solo descubrimos al final. Por primera vez participa Jon Juaristi,
que da mucho juego con su erudición y su humor bilbaíno. Como yo comienzo
quejándome de mi situación actual (¡soy un paria al que le tienen vetada la
entrada en casi todas partes!), me invita a su tertulia de Madrid: “Te quedas
en mi casa y nos acompañas. Aquí puedes entrar en cualquier sitio, que para eso
ganó Ayuso. Los habituales suelen ser Félix de Azúa, Cayetana Álvarez de
Toledo, Savater…”
No
le digo nada, pero prefiero morirme de frío en una terraza antes de tomar café
en tan selecta compañía. ¡Solo faltaría que apareciera la Preysler del brazo de
no Nóbel!
Uno de los poemas que yo llevo para comentar es de Inmaculada Lergo, que asiste a la tertulia. Interpela a Santo Tomás a propósito de la inexistencia de Dios. Me recuerda aquella vez que, en el instituto Carreño Miranda, nos preguntaron en el examen de Religión por las pruebas de la existencia de Dios según Santo Tomás. Yo —tendría once o doce años— contesté rebatiéndolas una tras otra. El profesor, muy irritado, me llevó al despacho del director. Era un mal ejemplo para los otros niños.
Jueves, 27 de enero
VÍSPERAS DEL GOZO
Tenía el pentagrama
de mi vida muy bien pautado. Me levanto a las siete y media, escribo —lo que
corresponda: poema, reseña, diario— hasta algo antes de las diez (en mi vida he
escrito más de una hora seguida, soy un poco vago para esos menesteres). Luego
me voy con el libro que corresponda hasta la cafetería Noor; allí, en la mesa
del fondo, leo durante una hora. Paso después por el despacho del Milán, contesto
a algunos correos. Voy —iba— hasta en torno a las doce hasta Los Porches, donde
hojeo libros recién llegados y charlo con algún amigo que se acerca a
saludarme. Después de comer, leo con atención —antes he hojeado otros— el
diario de siempre; ahora me interesan especialmente las noticias de la guerra
interminable, con sus mentirosos titulares. Leo algún libro (los de la mañana
nunca son los de la tarde), acompaño a Martín a clase de inglés o al parque,
luego subo hasta otra cafetería, más lectura, salvo que sea viernes y entonces
hay tertulia. Hago la compra en el Mercadona de la Plaza de la Poesía y vuelvo
al despacho a trabajar un poco hasta las diez, en que termina mi jornada
laboral —lo de laboral es un decir: ya se sabe que yo no trabajo, solo juego a
que trabajo— y vuelvo a casa a cenar y ver un rato la televisión —Asia o Europa
desde el aire, viajes en tren,
arqueologías varias, cosas así— mientras me llega el sueño.
Esta era mi vida —un sitio para cada libro y cada cosa a su hora— hasta que una imprevista coz la desbarató hace exactamente un mes. Hoy termina el último capricho de quien una vez (cuando inconstitucionalmente el gobierno central le permitió hacer de su capa un sayo durante seis meses, los de cierres perimetrales y otras martingalas) comparé con Calígula, pero que no pasa de un servicial y bienintencionado monaguillo. Hoy, a las doce en punto de la noche, se levanta el interdicto. No hay mal que por bien no venga. Soy como un niño a la espera de los Reyes Magos. Pocas veces me he sentido tan feliz.
Viernes, 28 de enero
POR LA PUERTA GRANDE
Primer día en el
que recupero todos mis derechos de ciudadano libre en un país libre. Respiro
hondo, orgulloso de no haber bajado la cabeza y alzado el brazo. Entro de
nuevo, después de tanto tiempo, en Noor. Como soy un mitómano, me imaginaba un
recibimiento triunfal: todos los clientes puestos de pie, aplaudiendo y
gritando “campeón, campeón”. Pero todo se reduce a un “buenos días, ¿lo de
siempre?”, como el “decíamos ayer” de Fray Luis. Y esta tarde vuelve la
tertulia al Savanna y mañana podré escuchar la ópera del Metropolitan desde Los
Yelmos y el domingo podré por fin admirar a Cate Blanchett en El callejón de las almas perdidas. Un regreso a la normalidad por la puerta
grande tras haber resistido al chantaje.
Si yo fuera tan mal hablado como el presidente de Francia, le haría un corte de mangas a cierto personajillo de cuyo nombre no quiero acordarme y le gritaría “jódete, mamón”. Pero como soy una persona educada, y procuro respetar incluso a quienes no me respetan, me limito a sonreír satisfecho.
Los sueños vividos no son sueños, sino pesadillas.
ResponderEliminarAnoche tuve un sueño. Trabajaba de profesor en un centro inmenso, situado en, más o menos, Llano Ponte. Pumarin.
Era de secundaria, ya mayores. Mi director era Luis Mañeru (dtor. que yo tuve en Navarra, muy bueno). Me advertía que aquellos chavales, con los que yo jugaba al fútbol, podían meterme una paliza, al final de clase. Se interesaba por dónde salía del centro, y yo salía por un callejón que daba a la plaza Primo de Rivera, lo que le tranquilizó.
El profesor de ciencias sociales era Novak Djokovic, en serio.
Qué cosas. A ver si me sale el p
Enhorabuena, me alegro de tu libertad recobrada. Por aquí no tenemos tanta suerte.
ResponderEliminarValencia, siempre dando la nota. Se están luciendo en esta cuestión.
EliminarJoaquín, Joaquín. Tú crees que vacunarte de "estas" vacunas que ponen en duda los mismos que las aplican es bueno para la salud, pues te vacunas y santas pascuas. Pero, haz el favor, de dejar en paz a los que toman una decisión contraria porque la consideran más apropiada. Te respetan, respeta. Y no defiendas a quienes los castigan por defender su derecho (aunque pueda estar equivocado). Está feo ponerse del lado del verdugo.
ResponderEliminarEs usted un crack. Don José luis... Todo volverá a la normalidad en Asturias... Podria poo favor decirme su último libro de los diarios.. Donde vivo en la profunda castilla la vieja fallan las comunicaciones.. Muchas gracias.. Mayor Thompson
ResponderEliminarMi último tomo de los diarios publicado se titula "Sin propósito de enmienda" (Renacimiento).
EliminarMil gracias don José Luis.
ResponderEliminarMayor Thompson
Nuevos artículos suyos muy agradables, llenos de ilusión pura. Me fastidia expresarlo así, pues otros van a pensar que pueda ser miembro de una clandestina clac manejada por Vd. (¡Campeón, campeón...!). Lo cierto es que así lo expreso porque mi mujer y yo coincidimos con lo que dicen su excelente y sencilla prosa (¡qué sana envidia!) de tan buen oficio.
ResponderEliminarAhora a esperar una nueva encerrona, que seguro la habrá. Pero..., ¡Vivan las caenas!
La "resiliencia" es una palabreja que nos han impuesto. Para cambiar la realidad nada mejor que cambiar la gramática...lo saben las autoridades.
ResponderEliminarPalabra desarraigada, no proviene del latín. Significa soportar las adversidades, sin protestar. En "Román paladino", si te joden te jodes y callas.
Así, Martín, resignate y se "resiliente".
Salud. Victor Menéndez
O sea. "Cómo hacer cosas con palabras" a cómo hacer esclavos con palabras, parafraseando a los filósofos del lenguaje.
ResponderEliminarVictor Menéndez
Mayor Thompson, no hay mayor felicidad que leer, y releer, el libro de la naturaleza.
ResponderEliminarSu aislamiento, en Castilla la Vieja, a mi me provoca envidia.
Por lo demás aquí tiene amigos para discutir novedades literarias, cinematográficas, etc.
Un saludo. Victor Menéndez
Con el permiso de JLGM, claro.
ResponderEliminarSin comentarios apreciables.
ResponderEliminar¿Eso es un comentario, Enrique B?
EliminarBueno Enrique, para estar tirando pedradas, pues tampoco. Unos a otros me refiero.
ResponderEliminarQue escriba otro u otra.
Sin ánimo de levantar polémica, espero que esta sexta ola sea la última, nos olvidemos de mascarillas y restricciones.
Pero, ojo, 35000 ancianos muertos, abandonados en las residencias.
Ahora se exigirán responsabilidades.
Salud. Víctor Menéndez
El de Enrique B. sí que es un comentario poco apreciable.
ResponderEliminarGracias a todos por sus comentarios. Mayor Thompson
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