La acción transcurre la mañana del pasado domingo en una
terraza del Fontán. En la mesa de al lado, un conocido –me saluda cuando nos
cruzamos, pero no recuerdo su nombre si alguna vez lo supe-- alza la cabeza del
periódico y me interpela sin mediar saludo.
----¿Así que esta es la última
entrega de su diario? ¿No se va a despedir ni a hacer un resumen del año?
----No tengo esa costumbre. El
próximo domingo –si al director de El Comercio le parece bien—comenzaré
otra serie. Llevo haciendo ese cambio desde hace algunos años, exactamente
desde 2005. Y no creo haber fallado ningún domingo.
----Pero el diario lo comenzó a
publicar antes. Yo he leído algún tomito muy anterior.
----Comenzó con Días de 1989 que
lleva en el colofón la fecha del 17 de octubre de ese año. Las anotaciones
abarcan desde el 30 de abril hasta el 13 de agosto. Me gustaba la idea de
publicar unos pocos días que valieran como muestra de un conjunto más amplio.
Esos diarios de una vida, con miles de páginas, no se leen, solo se hojean. Yo
no quería ser autor de un tocho de esos. Tampoco me hacía gracia escribir
borradores para la manipulación póstuma o por mí mismo años después de
escritos. Y no tenía intención de continuarlo. Pero luego, un poco
azarosamente, fueron apareciendo otras entregas, siempre –complicidad de los
editores mediante-- en el mismo año de la escritura. Ahora la inmediatez, al ir
apareciendo en la prensa, es absoluta.
----Pero luego aparecen en libro,
¿no?
----Sí, con un cierto retraso. El
diario que concluye hoy es la entrega número 24. Llevo publicados 20 tomos y
para el otoño estamos preparando otro, el que lleva el título de Sin propósito
de enmienda. Pero lo importante es que, aunque no reunidos en volumen, mis
diarios ya están publicados en vivo y en directo.
----Y también aparece en su blog,
¿no es cierto? Yo lo leo a veces y me divierte mucho cómo trata a algunos
comentaristas.
----Soy un poco impulsivo, lo
reconozco. Y cuando alguien escribe alguna tontería, cosa bastante frecuente,
no dejo de decirle “eso es una tontería”. La verdad es que por uno o dos
comentaristas que diceb alguna cosa interesante, hay un montón de gente que no
se entera de nada. Pero eso es lo que hay. Lo que más agradezco es que me
señalen erratas, ya que uno es un poco descuidado y a veces no hay tiempo para
revisar. Claro que hay algunos que se limitan a decir que hay muchas erratas,
sin decir cuáles, y otros que las señalan, pero no indican en qué lugar están,
con lo que dan más trabajo que quitan. Y no faltan los que hacen aspavientos
como si una errata fuera un grave pecado moral. Y no digamos si tiene que ver
con las llamadas faltas de ortografía (un “echo” al que el corrector automático
le pone la hache o se la quita cuando no debe), entonces la indignación de
algunos supera a la de los buenos alemanes cuando el holocausto.
----¿Y va a seguir publicando
diarios? ¿No teme aburrir contando lo mismo año tras año?
-----Mientras haya quien los
quiera publicar, yo seguiré escribiendo y publicando.
----Y seguro que guarda para
publicar póstumamente las páginas más jugosas.
----En absoluto. Lo que de mí no
quiero que se sepa ahora, me gustaría que no se supiera nunca. Pero en realidad
hablo menos de mí de lo que parece, hablo más de los alrededores.
----¿Y nunca ha tenido problemas
por ser tan indiscreto?
----Bueno, yo creo que soy
bastante discreto. A ciertas intimidades, mías o ajenas, no me refiero nunca.
Mis indiscreciones, si las hay, son puramente literarias. Si en este concurso o
en aquel otro, de los que fui jurado, hubo tales o cuales chanchullos. Cosas
así. Si no quieren que cuente yo esas cosas, que no las hagan, o que no me
llamen más para participar. No creo que sea una indiscreción cuando un
Gimferrer publica un bodrio decir en voz alta lo que todos dicen en voz baja,
que es un bodrio. Para decir que es una maravilla ya está Luis María Anson en El
Cultural o Prieto de Paula en Babelia.
----¿Y de
qué va la serie que comienza a publicar el próximo domingo si se puede saber?
----Solo
puedo decir el título: Mil y un fantasmas.
----Pues
no sé si me va a interesar, porque esas historias de fantasmas que publicaba
antes en el diario, mujeres misteriosas que se presentaban de noche en su casa, es lo que menos me interesaba del diario. Yo prefiero cuando le da sartenazos
al anterior jefe del Estado, como usted llama a nuestro entrañable Al Capone.
----Una
ocasión excelente entonces para dejar de leerme durante el verano. Escribo
tanto, o más bien soy tan regular escribiendo, que corro el riesgo de fatigar a
mis lectores habituales. Yo les aconsejo que se tomen un descanso de vez en
cuando. Y que entre un tomo y otro del diario, si les da por leerlo, dejen
pasar un tiempo prudencial. Y que no se les ocurra tratar de leerlos todos.
¡Hay tantas maravillosas lecturas en el mundo!
----Una
sabia recomendación, aunque sospecho que innecesaria. No se preocupe, que pocos
dejarán de seguirla.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTanta polémica cansa, Jesús, excepto a uno.
ResponderEliminarVíctor Menéndez
Me ha salido la frase ambigua.
ResponderEliminarPues ahí va. Yo estoy a favor del indulto. Que anden por ahí.
Dicen lo mismo dentro que fuera, así que a qué tenerlos presos.
Otra cosa son los que tienen encima malversación, pues que los inhabilitan.
Sino hay otros en su lugar, no hay problema, osea, sí hay problema.
Víctor Menéndez
¿A qué vendrán estos comentarios? Lo bueno es que el comentarista no parece que se cuente entre mis lectores.
ResponderEliminarVíctor es un escritor con varias fases, como la luna. En esta tiene la ebriedad que a ti de falta, o mejor dicho, aporta esa ebriedad. Quizá lo comprendas bien cuando te decidas a leer el Ulises. Entero.
ResponderEliminarSospecho que la serie de fantasmas que va a venir, va a ser importante.