Sábado, 24 de agosto
PUES VA A SER ESO
Como todo el mundo, en el fondo estoy encantado de ser como
soy.
––Si no te metieras
tanto con la gente importante, ahora podría ser una de las primeras espadas de
la literatura española –me dice mi amigo
José Manuel Feito en nuestra habitual comida de los sábados.
¡Una de las
primeras espadas! Me gusta esa expresión de la tauromaquia, que yo asocio a los
torneos medievales.
––Es que a
mí me divierte más arremeter contra este y aquel que ser una de las primeras
espadas de la literatura.
Por la noche,
me llama Abelardo Linares. Hablamos del libro que acabo de reseñar.
––A mí no
me ha parecido gran cosa. No dice nada nuevo.
––¿Lo has
leído? –pregunto yo con mi impertinencia habitual.
––Lo he
hojeado.
––¿Cuánto
tiempo hace que no lees un libro completo? Por eso siempre en nuestras discusiones
literarias gano yo, que he leído y releído el libro en cuestión mientras que tú
solo lo has hojeado.
Me doy
cuenta entonces de que se trata de mi editor y que me conviene ser amable con
él.
––Bueno, yo
también hojeo muchos libros. Casi siempre basta con eso.
Intento ser
amable, incluso adulador, con todo el que me conviene (en eso soy también como
todo el mundo), pero me puede mi tendencia a tratar de demostrar que soy el más
listo. Y como a menudo lo soy, me gano un enemigo para toda la vida.
No es el
caso de Abelardo Linares, que me soporta pacientemente.
––Te voy a
regalar un título para tu próximo libro: Sin
propósito de enmienda.
––Me gusta,
pero no es cierto. Yo me esfuerzo todo lo posible por enmendarme, aunque no lo
consiga. Conozco al dedillo la teoría de las buenas prácticas necesarias para
triunfar en la literatura, pero no soy capaz de aplicarlas.
––Yo creo
que lo que pasa es que te divierte más no aplicarlas.
––Pues va a
ser eso.
Domingo, 25 de agosto
UN BUEN BANDERILLERO
Mientras paseo por un desolado Campillín –los vendedores
recogen apresuradamente su mercancía maldiciendo al mal tiempo–, recuerdo la
conversación de ayer y parafraseo a Manuel Machado:
“Antes que
un gran espada, mi deseo primero / hubiera sido ser un buen banderillero”.
Y creo que
lo soy, aunque no me dedique a poner banderillas a los pobres toros sino a los
malos poetas y donde más les duele: en su vanidad.
Lunes, 26 de agosto
CABALLO DE TROYA
––No vales para profeta, Martín, no das una. Decías que no
iba a haber gobierno, que habría nuevas elecciones porque Pablo Iglesias se
empeñaba en ser ministro y, ya ves, en un rasgo de generosidad sin precedentes
en las democracias europeas ha renunciado a serlo y, sin embargo, no tendremos gobierno.
El problema estaba en otra parte.
––¡Un rasgo
de generosidad sin precedentes! Eso ya se lo he oído decir a altos cargos del
partido. Qué cosas. También Echenique dijo algo así como que ellos habían hecho
“gratis” a Pedro Sánchez presidente. O sea que, si votaron la moción de
censura, no fue para que nos libráramos de un gobierno corrupto, sino para hacer
un “favor” que ya se cobrarían en su momento. ¿Pero dónde han aprendido
política estos renovadores? ¿En la Restauración caciquil, con el conde de
Romanones como mentor? A los ministros los nombra el presidente del Gobierno,
nadie es ministro nato o electo. Mientras no te llame el presidente para
ofrecerte el cargo, ¿cómo vas a renunciar? Es como si yo ahora, en un alarde de
modestia, renunciara al Nobel. ¡Y pensar que yo les voté una vez! Una y no más
santo Tomás.
––Tú lo que
no quieres es que haya una política a favor de los trabajadores.
––Eso se
consigue pactando un programa de gobierno.
––Pero sin
estar en el gobierno, ¿quién garantiza que se lleve a cabo?
––El
parlamento. Basta con que le retire su apoyo para que caiga el gobierno. Mira
lo que pasó con los presupuestos. No lo apoyaron los nacionalistas catalanes y
hubo que convocar elecciones. Pacta Podemos un programa progresista, no lo
cumple Sánchez, le retira su apoyo y nuevas elecciones. Lo de entrar en el
gobierno –con una vicepresidencia para él o para su señora– es por otras
razones. Es utilizar la táctica de Ulises en Troya: no podemos adelantar a los
socialitas en las urnas, pues destruyámoslo desde dentro, como trató de hacer
Salvini. Pero cometieron el error –-cómo me alegré– de no aceptar la propuesta
de un gobierno de coalición. Perdieron una oportunidad que no se volverá a
repetir.
––¿Su
señora? Querrás decir para Irene Montero. ¡Menudo machista estás tú hecho! Y ya
se ve que lo que quieres son elecciones.
––Me parece
lo más decente en una situación de bloqueo.
––¿Y si
gana la derecha?
––Cosas de
la democracia. Si es lo que quieren los electores, pues tendremos el gobierno
que nos merecemos. Pero no se alegren antes de tiempo, que no grite un eufórico
Iglesias “jódete, Sánchez”, que eso no va a ocurrir.
Martes, 27 de agosto
PERDER AMIGOS
Herimos sin puñal y ofendemos sin darnos cuenta. Al releer Gregorio y yo, de María Martínez Sierra,
me encuentro con esta frase. Antes ha escrito: “Más de una vez se ha repetido
para mí una extraña experiencia: un amigo que compartía nuestra vida con
asiduidad que casi parecía cariño, de repente dejaba de llamar a nuestra
puerta. Yo, asombraba, rebuscaba el motivo posible en dolido examen de
conciencia y no encontraba de qué acusarme”.
Le pasó con
Juan Ramón Jiménez, con Manuel de Falla. Del segundo subraya “la dureza de su
fe, la exigencia celosa de sus afectos, la violencia con que rechazaba toda
contradicción”. Y añade: “Su adhesión a los dogmas era violenta como un
puñetazo. Antisemita radical, le sacaba de quicio la idea de que Cristo pudiera
ser judio”. Se enfadó con quien tanto le había ayudado en sus comienzos por
celos: como se resistía a terminar la música de Don Juan de España (encontraba pecaminosas ciertas escenas), y
urgía el estreno, se la encargaron a Conrado del Campo. No lo soportó.
Juan Ramón
Jiménez, hasta que se casó con Zenobia, fue como un miembro más de la familia Martínez
Sierra (María incluso se preocupaba de que se alimentara adecuadamente) y un eficaz
colaborador: solía ponerle titulo a los libros que escribía ella y firmaba él.
Tras el
matrimonio, se alejó de sus vidas. Se han dado razones muy pintorescas
(Cansinos Assens cuenta que robaba libros de la editorial Renacimiento para
revenderlos y Gregorio le descubrió). Hubo motivos estéticos (comenzó a
rechazar el sentimentalismo de la literatura de Martínez Sierra y su dedicación
cada vez más absorbente al teatro, un género que detestaba) y otros, que nunca
se mencionaron: los celos de Zenobia, que pasó a ocupar en la vida de Juan
Ramón el lugar dominante que antes ocupaba María y no quería rivales.
Herimos sin
puñal y ofendemos sin darnos cuenta. También quien nos hace daño quizá lo hace
inadvertidamente, pienso mientras me lamento de recientes heridas.
Miércoles, 28 de agosto
LIBERTAD
Entre un montón de viejas fotografías, aparece una carta que
le envié hace muchos años a una amiga y que me fue devuelta. No se la volví a
enviar, no se la entregué en mano (nos vimos luego algunas veces) y la guardé
sin abrir.
La había
olvidado por completo. Miro la fecha del matasellos: 9 de abril de 1977, el
mismo día en que fue legalizado el Partido Comunista. Miro la dirección:
Apartado 7017, Madrid. Ahí recibían su correspondencia las internas de la
prisión de Yeserías. Miro la razón de que me fuera devuelta, escrita a mano en
el sobre: “libertad”. Entre el 9 y el 15 de abril, que es la fecha del
matasellos de devolución, quizá el 14, mi amiga fue puesta en libertad.
Como en los
Episodios nacionales de Galdós, la
gran historia y la pequeña historia se entremezclan inextricablemente.
Jueves, 29 de agosto
VOLVEMOS A SER AMIGOS
Como María Martínez Sierra, yo también he querido hablar
públicamente de mis “enemigos íntimos”, de aquellos amigos cercanos que
cambiaron su amistad por enemistad de un día para otro.
Hablé solo
de amigos escritores. No del amor que se transforma en odio, de los venenosos
conflictos sentimentales.
Soy muy indiscreto,
lo cuento todo. Solo me callo aquello que no me interesa contar.
También soy
algo hipócrita, como todo el mundo. Finjo lamentarme de que hayan dejado de ser
mis amigos ciertos escritores cuando en realidad no me molesta nada, en la
mayoría de los casos, que hayan dejado de serlo. Todo lo contrario.
La
excepción, Andrés Trapiello. Y como soy un hombre con suerte resulta que los
años le han ablandado y, aunque en mi última reseña le digo que se equivoca en
esto y lo otro, me ha tendido la mano y pelillos a la mar.
Podré
seguir practicando mi deporte favorito: discutir con quien tiene tanto (o casi
tanto) talento como yo. O puede que más, aunque esto nunca me ha resultado
fácil reconocerlo.
Viernes, 30 de agosto
MEJORO CON LA EDAD
Antes lo hacía todo en cinco minutos. Los años me han
enseñado a tomarme las cosas con más calma. Ahora tardo por lo menos seis.
Qué buen reinicio del diario. Me tienes intrigado con María Legárraga. Lo de Pablo Iglesias... estoy de acuerdo. Y también con lo que dices de Trapiello, que es casi tan bueno como tú. Yo leí uno de sus libros y todavía me acuerdo de bastantes episodios (nacionales); eso solo lo logra un buen narrador. Faltó el texto de la carta.
ResponderEliminarLa carta sigue sin abrir.
ResponderEliminarINVICTUS
ResponderEliminarMás allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul. -
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed. -
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.
Su apócrifo de Manuel Machado queda mejor en heptasílabos:
ResponderEliminar“Antes que un gran espada,
mi deseo primero
hubiera sido ser
un buen banderillero”.
(¿Cuándo se va a decidir a hacer un libro con todos sus falsos poemas y aforismos de autores célebres?).
Pues a mí me parece que queda mejor como lo escribió Manuel Machado, en pareados alejandrinos, tan modernistas.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Gonzalo. Como pareados, el segundo verso se queda en "paread". Como heptasílabos, el tercer verso cumple.
EliminarQué ingeniosa (lo de ingeniosa, por favor, entre comillas). ¿Qué quiere decir Benito de Soto con eso de "paread"? ¿Quizás que falta una sílaba? ¿Es que se le ha olvidado que los hemistiquios de los versos compuestos, debido a la pausa que los sigue, cuentan como versos independientes a la hora del cómputo silábico?
EliminarCorrección de erratas: falta "ocurrencia" en la primera línea.
EliminarGracias por lo de "ingenioso". En el primer verso, el hemistiquio está claro (la coma); en el segundo no lo veo, no me suena cuando lo leo. JLGM: supongo que en este blog (no en el de algún re-amigo tuyo) se puede discrepar. Por cierto, no veo que el Anónimo que cita los versos de Machado te replique. Simplemente cita al pie de la letra para quien (como es mi caso) no recordara los versos originales. Cuidado con las amistades retomadas. Todo se pega
EliminarEn este blog se puede discrepar incluso del que discrepa sin mucho fundamento. Las pausas versales (y las de los hemistiquios) no tienen por qué coincidir con las pausas que podríamos llamar sintácticas. Si no hace una pequeña pausa tras "ser" el alejandrino deja de ser tal. Pero no es problema del verso sino del lector. Ocurriría lo mismo si no se hace la pausa tras "ser" aunque se escriba en dos versos heptasílabos (muchos lectores, incluso cultos, se saltan esa pausa y leen el verso como si fuera prosa).
EliminarVeo que sigues en forma. Saludos
Eliminar¿Quienes sería a fecha de hoy las primeras espadas del panorama literario de nuestro país? No estaremos, más propiamente, hablando de cortauñas... En fin... ;-)
ResponderEliminarPara saber quiénes son las primeras espadas basta comprobar lo que cobra cada uno por actuación.
EliminarPero lo que de verdad escribió Manuel Machado es:
ResponderEliminar"Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero".
Sabio Anónimo (lo de sabio, por favor, entre comillas). ¿No se ha dado cuenta de que no dice "cito a" sino "parafraseo a"?
ResponderEliminarSabio amigo Anónimo: sepa que aquí solo existe un sabio que corte el bacalao. Además es del PSOE. Como para toserle.
ResponderEliminarLo de "además" creo que sobra. Intenta ser un argumento (?) "ad hominem". Creo que estamos hablando de literatura
EliminarQué tontería, señor "Otro" (anónimo), dicho sea con todos los respetos hacia las personas que usan su derecho constitucional a la libertad de expresión para decir tonterias.
ResponderEliminarNi el más listo ni primera espada, Martín, desengáñese. Se ve que la pausa veraniega no le ha mejorado, que sigue con sus desangeladas boutades, sus desmañados equívocos de decir veras pero queriendo dejar la duda de si serán solo farolillos japoneses. Eso sí: reservándose una puerta de escape por si queda en evidencia (Hombre..., si son bromas del señor Martín...)
ResponderEliminar“Una de las primeras espadas del país”..., dicen algunos de elogio fácil y, por tanto, despreciable. Despéjesele a usía, digo yo, del texto entrecomillado (le van a llamar “el marqués de comillas”), de las citas al material ajeno, de los “parafraseos”..., y se verá que poca es la mies que aporta al granero de las letras. Floja la narrativa, aséptico el lenguaje, escaso el interés. Aseado laburo, en todo caso. Le queda el verso, es cierto.
Modestia ante todo (no como yo), don Martín, que le hace falta. Y no se deje (ador)mecer, aquí, en un balancín hecho de ditirambos subalternos, entre el piar de grajas y canarios. Sabe que Trapiello es mejor que usted y ello duele...; que la ultramontanez del leonés no empaña las gracias que le dio el Señor. Duele, digo.
Sepa que la vanidad es la hija bastarda del orgullo y de la soberbia (más nobles ambos), y que su propio nombre alude a cierto vacío que ansía aquello de lo que carece. Hay que saber cosas tan elementales como esta para que no le detesten a uno demasiado(s).
Y si encima se pasa (¿dejaría de estar allí alguna vez?) sin ambages al coro garrulo filopesebrista, pues que el desastre es completo. Se nota que no le preocupa el futuro de sus hijos: el de los deudos de los demás, ni pizca.
Te olvidaste de los cuervos, humilde don Blas.
EliminarSe echaba de menos a don Bla Bla Blas. Sin su proteica presunción a estos comentarios es como si les faltara algo.
EliminarNaturalmente que les faltaría algo: cierta dosis de verdad incómoda. Pero desinteresadísima.
EliminarA cualquier cosa le llaman verdad y a cualquier cosa la califican de incómoda. Pero habrá que conceder que todo este Blas Blas Blas es desinteresadísimo.
Eliminar"Vanidad, hija bastarda del orgullo, / vacío que ansía lo que no tiene...". Pues a mí me parece que no hay mal poeta en ciernes en este don Blas.
EliminarYa...
EliminarMuy bonita y muy guay, muy tierna y esponjosa, la guadiánica amistad entre Martín y Trapiello, fundidos y encadenados casi en un Martiello.
ResponderEliminarPero es también una amistad enigmática, apócrifa e histérica, porque la amistad no consiste en la declaración pública:
--Eh!, que a partir del 1 de septiembre te vuelvo a ajuntar,
por mucho que la declaración se haga con énfasis y júbilo párvulos. La amistad consiste en verse y oírse y tratarse y disfrutarse, y pasear juntos, y citarse para tomar algo o para ir al cine, pero sobre todo para disfrutar de la presencia y de la inteligencia o las cualidades personales del amigo. Incluso cuando entre ellos no se dicen nada porque ya se ha dicho casi todo, o precisamente entonces, cuando no hace falta decir nada y basta con la compañía silenciosa.
Ojalá que les vaya bonito "en esta nueva singladura", no quiero ser agorero, pero no creo que sea muy disfrutable, fruible ni amigable para Martín, conociéndolo, un editor que anda en político amancebamiento con la señora Laietana Álvarez de Toletum, la más lograda encarnación a día de hoy del personaje de Doña Urraca, por más que la fisonomía de la marquesa, o princesa, resulte un poco más aviar, sección rapaces.
Dos cosas para Martín. Primera, una petición para la próxima entrega de Café Arcadia: que reproduzca el contenido de la carta. Segunda, que muestre un testimonio gráfico de la firma del Tratado de Paz de Versalles entre García Martín & Trapiello. Atentamente,
ResponderEliminarDon Blas, le sobra a usted conocimiento, experiencia, buena escritura y años para saber que "el granero de las letras" (como le llama) no es un campeonato, ni un certamen, ni un tele-concurso, en el que se pueda ir largando, a la ligera y sin matices, que tal escritor es mejor que tal otro, sin aportar razones, argumentos o cuando menos opiniones y manías. Está fuera de duda que Trapiello es un buen escritor, y a mí me encanta Las Armas y las Letras, pero no más que Sin Contemplaciones, de Martín, o cualquier otro de sus libros de crítica. Martín no es novelista, mientras que sí lo es Trapiello, pero no he leído de él ni una sola novela que se pueda considerar un hito. Las secuelas del Quijote (El Final de Sancho Panza y demás) están bien, por supuesto, pero son ejercicios de emulación más que previsibles. En cuanto a los diarios, prefiero con mucho los de Martín, directos y claros, sin incógnitas, entre los que hay páginas tan memorables como aquellas de las ciudades literarias. En poesía, le encuentro a Trapiello una melancolía machadiana más bien depresiva y autocompasiva que no me agrada mucho. Me encanta, eso sí, el soneto El Testamento, pero no creo que como poeta se pueda comparar con Martín ni de lejos. Solo que, siendo editor y manejador del vil metal, el brazo de Trapiello alcanza mucho más allá que el de Martín. Eso marca la mayor diferencia.
ResponderEliminarEn resumen, meditemos más aquello de "mejor o peor que".
No se preocupe, don Euti, que JLGM ya sabe cómo se las gasta el irritable, retórico y algo campanudo don Blas Ardura, secreto admirador del estiloso Menéndez Pelayo, pese a ser él mismo libertario de fiar. Pero le tocan a sus niños vallecanos y todo se vuelve torneo alpujarreño: que se le sube mismamente la sangre al entrecejo, digo. Y ya no hay con quién tratar por un buen rato. Es mucho pedirle que, en aquel trance, atine a trazar escalafones virtuosos. Con decirle que hasta llegó a encomiar -y solo por joder- a un autor del que tiene muñeco en un armario de su dacha de verano (que no pasa de ser un trozo de arpillera relleno de crines, del tamaño de un conejo terciado, al que pintó unos escuetos rasgos en lo que viene a ser cabeza), y que a ese monigote lo tiene acribilladito con agujas de cabeza de azabache. Cosas del tiempo en que don Blas vivía en la hoy convulsa Haití.
ResponderEliminarEl muñeco quiere ser de alguien de por acá cerca, aunque creo que vive en Madrid.
Ultramontanos
ResponderEliminara causa de la fama...
Hay que sajarla.