Sábado, 19 de noviembre
EN COLOMBRES
En la escalera de la Quinta
Guadalupe, en Colombres, me sorprende un cuadro con el aviso de “Se prohíbe
hablar de política”.
––Cuando
los reyes vinieron por lo del Premio al Pueblo Ejemplar –me cuenta el guía–,
también les hizo mucha gracia. Comenzaron a reírse los dos nada más verlo.
Ayer
fui a Colombres, ya en la linde de Cantabria, para hablar de Rubén Darío. Era
una tarde gris, muy asturiana, con los fantasiosas casonas de indianos como
ancianos aburridos dispuestos a contar su historia al primero que se les
acercara.
Comimos,
muy bien, en La Barata, y durante la comida el joven encargado de la Casa de
Cultura nos habló del grupo de teatro que dirige. Participa medio pueblo y su
problema, al contrario que el habitual, es encontrar obras con muchos
personajes para que todos tengan su papel. Ahora están ensayando El inspector, de Gógol, que cuenta cómo
un aventurero llega a un remoto pueblo ruso y todos los corruptos del lugar
–desde el alcalde hasta el último funcionario– le adulan e intentan sobornarle
porque le confunden con un enviado del zar que viene a inspeccionar su labor.
––No
queremos obras extranjeras, me dicen. Para ellos la cumbre del teatro está en Después de vieyos, gaiteros, de Eloy
Fernández Caravera, y cosas así. Las obras las adaptamos una profesora jubilada
que vivió en Colombia y yo. Muchas no conseguimos que las acepten, como La asamblea de las mujeres, de
Aristófanes, que a mí me parece muy actual. Y luego hay que pelear con unos y
con otros: “A mí cámbiame mi papel, que no quiero ser tan antipático”, “¿Y yo por qué hablo tan poco?”. Resulta
difícil mantener la autoridad cuando entre los actores está mi madre y también la
que fue mi maestra en la escuela. A veces me tratan como más como a un niño que
como al director. Pero lo pasamos bien.
Mientras
él habla, yo me imagino una serie de televisión en la que cada episodio de una
hora gira en torno al estreno de una obra. Teatro dentro del teatro, algo que
siempre funciona, unos pocos personajes bien caracterizados y otros que van
cambiando en cada episodio, costumbrismo y magia: de pronto la entrañable
carnicera se convierte en la feroz Medea o el tímido estudiante de Magisterio,
que enrojece cuando le dirige la palabra una chica, en un fanfarrón seductor
recitando los versos del Tenorio.
Para
el papel de director habría que buscar un actor que se pareciera a Javier
Sampedro, con su barbuda apariencia, entre tierna y feroz, de nihilista ruso.
Mientras comemos, se me ocurre el argumento de dos o tres guiones y sigo dándole
vueltas al asunto durante el paseo por el pueblo y los jardines de la Quinta.
Me
olvido luego del asunto para imaginarme a los reyes riéndose ante el cartel que
prohibe hablar de política. “¡A quien se lo van a decir!”, debieron pensar.
“Nosotros solo hablamos de política en el dormitorio y eso después de mirar
bien que no haya ningún micrófono oculto”.
Yo
he decidido seguir su ejemplo y hasta que no se acerquen nuevas elecciones no
pienso hablar más en público de política. ¿Para qué? Prefiero hablar de Rubén
Darío, “corazón asombrado de la música astral”, como le llamó Machado, y
fantasear obras que no escribiré, vidas que no he vivido. De la serie sobre el
teatro de aficionados, paso a otra sobre los diálogos de Felipe y Letizia
acerca de la situación política cuando se quedan solos. En la ficción, ninguno
de los dos muestra la menor simpatía ni por Rajoy ni por el descabezado PSOE; él es más de Ciudadanos,
una derecha moderna sin alforjas de corrupción; a ella se le nota más próxima a
Podemos, pero al Podemos de Tania Sánchez y Errejón. ¿Algún día podremos ver en
la televisón una serie así? Quizá en la BBC. O en El Intermedio.
Domingo, 20 de noviembre
DESMONTAR EL POEMA
“¿De qué eres profesor?”, le
pregunta al protagonista de Traidor como
los nuestros (Ewan McGreogor) la
joven a la que se encuentra en una fiesta.
––De
algo muy aburrido. De poesía.
––¡La
poesía no es aburrida!
––Lo
es si se la analiza en sus mínimos elementos como si se hiciera la autopsia.
Pero
desmontar el poema como si se tratara de un reloj y luego volverlo a montar y
que siga dando la hora es una de las ocupaciones más divertidas que existen.
En
otra escena de la película, asistimos a una de las clases del profesor.
“Ciudad irreal, / bajo la niebla oscura de un
amanecer de invierno, / la multitud fluía por el puente de Londres, tantos, /
jamás pensé que la muerte hubiera deshecho a tantos…”
Recita
los versos de Eliot ante los alumnos distraídos y luego los de Dante que están
tras ellos; “tan larga fila / de gente que no hubiese creído yo / que la muerte
hubiese deshecho a tanta”.
No,
no es aburrido comentar poemas en clase. No es necesario que un mafioso ruso
arrepentido nos pida ayuda mientras viajamos por Marruecos, como la profesor
dela película, para que la vida resulte apasionante. Basta con desmontar
minuciosamente el reloj del poema y luego volverlo a montar y escuchar que da
la hora exacta en los ojos emocionados de algún alumno (casi siempre, alumna).
La
literatura abre puertas por las que se cuela en nuestra casa el aire del mundo;
el poema es una ventana por la que asomarnos al espacio infinito o al interior
de nosotros mismos.
Lunes, 21 de noviembre
MUY RESERVADO
“Muy reservado” se lee al frente
de estos amarillentos folios que un amigo encontró en el Rastro. Se trata de un
Boletín de información política,
mecanografiado, que el Ministerio de Asuntos Exteriores publicaba en los
primeros años del franquismo. Sin duda llegaría a muy pocas manos. El boletín
correspondiente al 15 de enero de 1941 da cuenta del discurso pronunciado por
Mr. Cooks, del Partido Laborista, en el parlamento inglés tras la incorporación
de Tánger al protectorado español: “Aprovechó la ocasión para hacer alusiones
de mal gusto a los últimos acontecimientos, a la actividad diplomática europea
y a S. E. el Caudillo, de quien dijo que ‘gobierna en España por los métodos
del pelotón de fusilamiento y la partida de ejecución’. Dando pruebas de cuáles
son los verdaderos móviles de quienes como Mr. Cooks se preocupan tanto de
Tánger, el diputado laborista se extendió en consideraciones sobre el intento
del gobierno inglés de expulsar de Inglaterra a Negrín. Según Mr. Cooks la
presencia en Inglaterra del ex cabecilla rojo ‘podría servir de indirecta para
el General Franco de que, si piensa unirse al Eje, nosotros tenemos aquí otro
Presidente del Consejo, que contaría con el apoyo de la mayoría del pueblo de
España”.
Leo
estas páginas reservadas, muy reservadas, que quizá llegaban solo a media
docena de personas (¿también al propio general Franco?), como quien tiene la
oportunidad de observar la historia entre bambalinas. Alemania y la URSS eran
todavía aliados; en Inglaterra se cree “que el Fuhrer desea llegar cuanto antes
a un arreglo, siempre sobre la base de consolidar las ganancias recibidas,
prefieriendo esto aunque suponga la subsistencia del Imperio Británico, a una
victoria final a largo plazo”.
“Dícese
–informa el duque de Alba– que en Alemania hay una fuerte mayoría favorable a
la paz, entre los hombres de cierta edad, incluso entre las personas del
círculo íntimo de Hítler, citándose al Mariscal Goering. Se asegura en Londres
que fuerzas de ocupación a fuerza de gozar de buena vida en los países ocupados,
prefieren esto a nuevas aventuras. Se habla de posibles desacuerdos entre
Alemania e Italia que pudieran surgir, de extenderse y prolongarse el
conflicto. Se subraya que, si bien está en el interés del Japón y la URSS
seguir colaborando con Alemania, es sobre la base de un rápido triunfo de esta
que traiga consigo el reconocimiento de las regiones anexionadas por uno y otro
país y, por último, se llega incluso a sostener que tanto Alemania como Italia
temen las consecuencias de una derrota total de Inglaterra por la
desorganización consiguiente a esta, que se produciría en extensas regiones de
Asia y África”.
Si
Churchil se resistía al acuerdo, estaba previsto colocar al frente del gobierno
a un premier más propenso a la paz,
en la línea de Chamberlain. “Cuesta trabajo comprender –añade el embajador en
Londres– como no se apreciaron, en su justo valor, los esfuerzos que hizo para
evitar a su patria un conflicto que, en su clara visión, preveía había de ser
catastrófico para la Gran Bretaña”.
Miércoles, 23 de noviembre
LUGARES PROPICIOS A LA FELICIDAD
Esta tarde, a las cinco en punto,
al llegar a mi oficina de Los Prados (un rincón del McDonald’s casi sin nadie a
esa hora), y pedir el habitual café, el empleado me dijo: “Hoy quiero invitarle
yo, hay que cuidar a los clientes habituales”. Sonreí agradecido y pensé que,
si todos los clientes fueran como yo (que no gasto más que el euro del café),
pronto se quedaría en la calle.
Mis
amigos jóvenes, tan refinados gastrónomos, desprecian la comida rápida y, si
viajo con ellos, tengo a veces que caminar kilómetros para dar con un
restaurante que han visto recomendado en Internet. Pero de mis viajes en
solitario guardo una grata colección de McDonald’s: aquel de París, frente al
jardín del Luxemburgo; el de Ginebra, en Rue du Mont Blanch; el de Pekín, en
una inmensa calle comercial tras la Ciudad Prohibida de la que no recuerdo
ahora el nombre; el de Roma, muy cerca de la escalinata de Santa Trinitá dei
Monti; el de Venecia, en la Strada Nuova, al lado de Ca’ d’Oro ; el de Nueva
York, frente a la Hearst Tower, el rascacielos que Foster construyó sobre otro
de los años veinte; en Burdeos, junto a la plaza de la Victoria… Los restaurantes
de comida rápida (recuerdo ahora también el Burger King de Palermo frente a la
librería Feltrineli) son los únicos en los que no me deprime cenar solo cuando estoy fuera de casa.
Acostarme solo, en cambio, no me ha deprimido nunca.
Jueves, 24 de noviembre
SÁLVAME
Ayer Carolina López, viuda de
Roberto Bolaño, publicó un artículo en el que afirma que “es falso que Roberto
compartiera su vida y los últimos seis años antes de su fallecimiento con
Carmen Pérez”. Hoy, Ignacio Echevarría replica: “Como amigo que fui de Bolaño
podría decir muchas cosas de su relación con Carolina. Me las callo de
momento”. Pero no deja de aludir a una foto del último cumpleaños del escritor
en que aparece abrazado a Carmen Pérez de Vega, “la mujer que pocas semanas
después le llevaría al hospital en que murió”.
gracias por el articulo superinte nos vemos pronto abrazo
ResponderEliminar¿De qué CIELO se usted ha escapado?
EliminarRecuerdo una compañera de la facultad que se escandalizaba al ver familias en el Macdónals. "Yo nunca llevaría a mis hijos a un Macdónals", decía.
ResponderEliminarQué cosas.
EliminarJLGM
(La verdad es que yo tampoco.)
EliminarLos McDonald's, como los restaurantes de comida mexicana o japonesa, como cualquier otro restaurante, no son obligatorios.
EliminarJLGM
Muchos norteamericanos piensan que, donde no hay McDonald's, no hay civilización. Y hacen muy bien. Nada mejor para desencostrar la roña localista que una buena implantación de internacionales franquicias.
EliminarMientras en China y Rusia haya Mac's, vamos por buen camino. Ahora quedan otros lugares más agrestes: Afganistán, Cuba, Palestina, África Subsahariana...
EliminarTonterías. ¿Todavía hay quien piensa que un restaurante donde venden hamburguesas, patatas fritas y ensaladas, a un precio moderado, es un arma secreta del capitalismo internacional para hacer desaparecer las culturas locales, por ejemplo el bocata de calamares? Pues aunque parezca increíble todavía hay gente que se las da de izquierdista con esa simploneria de viejo panfleto.
EliminarJLGM
Mi amiga rusa Natasha, casada con un alemán, tenía puesto en su casa de Berlín un cuadro de Coca-Cola.
Eliminar¡Lo que darían en muchas de esas regiones por poder tomar a diario lo que aquí llamamos "comida basura"! ¡Ese término si que es basura! Cuánto más respetuoso es el verdadero término que utiliza la industria: comida rápida. Pero muchos estómagos sibaritas europeos están demasiado llenos para apreciar esos matices.
Eliminar"Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
ResponderEliminary más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente". RUBÉN DARÍO
Yo creo que la sonoridad rotunda de Rubén Darío no ha sido igualada, y explica que el poeta agrade a las personas menos inclinadas a la poesía. Leí una vez la Sonatina "La princesa está triste.." a un prosaico adolescente, estudiante de Ciencias, y recuerdo que quedó prendado. Rubén Darío es efectista. Recuerdo ahora el verso prodigioso que Francisco Umbral repetía y solía usar como epígrafe: "Peregrinó mi corazón y trajo de la sagrada selva la armonía". No menos prodigioso es "... y la carne que tienta con sus frescos racimos", que forma parte del poema LO FATAL, citado al principio. Me habría encantado asistir a esa conferencia en Colombres.
La interdicción de la Quinta Guadalupe (no hablar de política) es toda una muestra de voluntad de convivencia cordial, así como de buen y experimentado criterio para unas relaciones civilizadas. Un escritor (¿francés?) olvidado sostenía que, del mismo modo que nos recluimos en excusados para nuestros intercambios más viles con el exterior, debería haber excusados para uso de quienes deseen tratar de política, llevando a cabo esos otros intercambios, no menos viles, en los que personas sensatas y decentes en lo privado propugnan desatinos públicos que reducirán a miles al hambre o desencadenarán persecuciones.
La política es propia de los seres humanos. Es un rasgo de civilización. No hay que confundir la crítica al abuso, o al mal uso, con el menosprecio de una noble actividad.
EliminarJLGM
Claro, Martín, la política es propia de los humanos. También la guerra, la tortura, la violación y los espectáculos de gladiadores en el Coliseo. Hace mucho que el adjetivo "humano" dejó de ser laudatorio.
EliminarYo considero, en efecto, una noble actividad la discusión racional, filosófica y "taxonómica" de las distintas (pretendidas) soluciones a la convivencia de las personas. Pero de la praxis política tengo, como el autor francés que menciono, una opinión mucho menos elevada, y cada día me da nuevos motivos para ello. Pese a lo cual voto, debato y me organizo. Todavía.
Los sofismas siempre están al alcance de la mano. También yo podría decir que estoy en contra de las relaciones de pareja porque es dentro de ella donde se comete la mayor parte del maltrato contra la mujer. Pero no lo digo. Estar en contra de la mala cocina no estar en contra de la cocina. En fin...
EliminarJLGM
Aquí entra el matiz entre hablar bien del mal (de la política, del conflicto) y hablar mal del bien (de la concordia a la que dicha política también puede llegar)
EliminarSólo lo segundo es siempre erróneo (hablar mal del bien), y lo sería también en este caso.
Más que al excusado (también conocido como váter) yo mandaría la política precisamente a la cocina mencionada. Donde se limpian vísceras sin duda, pero también se hacen buenos guisos.
Y ya se sabe el dicho: quien no aguante el calor, que no entre allí.
Lo siento, Martín, pero el sofisma no se acredita mediante la comparación con las parejas y las cocinas. Porque entre las parejas hay muchas buenas parejas, y entre las cocinas, muchas buenas cocinas. Pero ¿hay buenas políticas en España? Yo paso revista a todas las políticas españolas, en mi dilatada vida, y no encuentro una sola decente. Claro que quizás sea problema de mi agudeza visual.
EliminarExacto: problema de agudeza visual. O de pedir peras al olmo. En España ha habido muchos buenos políticos, como en cualquier otro país. Y otros no tan buenos. La política la hacen los hombres y las mujeres, no los ángeles. Los políticos suelen ser un poco mejores que la media de sus votantes (esta ley incluso me parece que es válida para Mr. Trump).
EliminarJLGM
Carteles llamativos como el mencionado hay muchos. Uno que me encanta y que no es nada político (o tal vez lo es demasiado), es el que figuraba en la puerta de una sastrería: “Se busca empleada inútil, pero que obedezca”.
ResponderEliminar----------------
“Todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende”, decía Calderón.
Creo que los de ese grupo de teatro aficionado lo entendían tan bien que, en el fondo, se idealizaban a sí mismos. Así que en realidad "soñaban" lo que querían ser, y no lo que de veras era cada uno.
Por eso no les gustaba nada su papel en el teatro (en la ficción real), porque no estaba a la altura de sus sueños.
Y en una tasca de Grado se anunciaba hasta hace poco: "Pollo con pata tines"
EliminarSi Martín entrara en la rebotica de un Macdonald´s y viera; si Martín se agazapara en la alcoba de Leticia y de Felipe y escuchara...: ni volvía a un Macdonald´s a leer ni votaba a quienes sostienen a Felipe y a Leticia.
ResponderEliminarEn el MacDonald's de Los Prados solo tomo café, y es excelente. La rebotica es visible, cosa que no ocurre en todos los restaurantes.
EliminarY no tengo ninguna intención de entrar en la alcoba de nadie, faltaría más.
JLGM
Si Martín entrara en la rebotica de un Macdonald´s... vería que los empleados se apresuran en guardar la carne que llega para que no se descongele, que las patatas las fríen con grasa, en la rebotica de algún Foster's Hollywood vería cucarachas y ratones... ¡Oh, terrorismo bacteriológico! De joven trabajé de camarera y mi jefa, July, era cubana. Una vez nos contó que en el colegio un niño preguntó que porqué Fidel sí tomaba carne. Y la profesora, con muchos aspavientos (según nos contaba), le contestó que él era la cabeza pensante de la Revolución y que tenía que alimentarse bien. Eso deben de temer en el fondo muchos culturetas antiburguer: que haya más competencia y su altar epistemológico peligre.
EliminarLo que es pensar por estereotipos ideologizados, don Braulio. Qué sorpresa se va a llevar cuando, antes de opinar sobre algo, tenga la curiosidad de observarlo previamente sin prejuicios.
EliminarJLGM
Miranda, lo que viste que guardaban apresuradamente los empleados de Macdonald's no era una resma de carne congelada, era el carnet del sindicato.
EliminarA don Martín: don Braulio conoce el género de la amburguesa, desde que tomó las primeras en un burguer (avant la lettre) de la calle Mayor de Salamanca (Aleko, me parece que se llamaba. A veces lo rico, caca.
Don Bonifacio, conozco a un ferretero que vacía herramienta de filo por lo kosher cosa fina.Tengo señas.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarPues a mí me la quitan las pizzias ajenas. Por ejemplo las que hornea don Javier.
Eliminar¡Donde esté el Burger King que se quite todo!
ResponderEliminarYa que lo cita, precisamente son votantes de mister Trump (Macdonald's es uno de los más distinguidos) los que nos ofrecen el sospechoso amasijo de vísceras y piltrafilla cárnica a la cloromicetina.
ResponderEliminarCon semejantes avales, ¿nos fiamos de ellos, don Martín?
Con lo fácil que resulta, ir al MacDonalds más cercano, preguntar por el encargo, pedir que nos deje visitar la cocina (que suele estar en estado de revista: aunque son miles y cada uno de un dueño distinto), comprar un menú, llevarlo a analizar a donde creamos conveniente. Pero, eso sería que la realidad desmintiera nuestros prejuicios. Vade retro, racionalidad. Mejor sustituirla por trasnochadas gracietas.
EliminarJLGM