sábado, 2 de noviembre de 2024

Al servicio de quien me quiera: Vivir de milagro

 

Sábado, 26 de octubre
MEJOR QUE NO

---Todas las semanas abro el periódico esperando tu diatriba contra Trump, como hacen todos los demócratas decentes. ¿Es que tú no vas a advertirnos del peligro que supone para el mundo libre, para las mujeres y para los emigrantes el que vuelva a ganar las elecciones?

            ---Después de cuatro años de advertir de ese peligro me temo que no hay nadie que no se haya enterado. La verdad es que a mí, tal como van las cosas, me da igual quien gane en las próximas elecciones norteamericanas. No creo que las intenciones de Trump sobre los inmigrantes sean muy distintas de las de Ursula von der Leyen (y en lo que se refiere a la guerra en Ucrania, bastante más sensatas que las de Josep Borrell). Ahora, eso sí, preferiría que no ganaran los que proveen de dinero y afilados cuchillos de última generación al carnicero de Gaza.

Domingo, 27 de octubre
CHERIF

Hace tiempo que no uso la literatura como entretenimiento. Antes leía novelas policíacas, ahora prefiero esperar a que hagan la película. La verdad es que, al llegar a cierta edad, uno se entretiene con cualquier cosa: el brillo del sol entre las hojas de un árbol, una historia entrevista al azar de una conversación, pasear de nuevo por una calle que paseé en tiempos y ahora llena de gratos o ingratos fantasmas… Lo que sí uso para distraerme es la televisión. Nada mejor para relajarse antes de ir a la cama si uno prescinde, como hago yo, de telediarios y debates políticos. La nana que prefiero son las serie más convencionales, no de las que pretenden emular a Shakespeare, y a poder ser no españolas. Me gustan las que pueden seguirse con poca atención, pensando en otra cosa, dejando que las ideas se vayan acomodando para el trabajo del día siguiente. Últimamente ando enredado con Cherif, una serie francesa que reúne todos los tópicos: intrigantes crímenes, protagonista simpático y secundarios graciosos, pero que transcurre en Lyon.

Entre el ir y venir de los personajes, aparece de pronto la cúpula del Hôtel-Dieu, la colina de Fourviêre con su basílica bizantina y su teatro romano, la pasarela sobre el Ródano que lleva a la columnata del Palacio de Justicia, el rectángulo inmenso de Bellecour presidido por Luis XIV… Y a la memoria me vienen otros rincones y aventuras vividas por esas calles.

Caminaba una tarde por una ruidosa avenida junto al Ródano hacia el parque de Tête-d’Or y se me ocurrió bajar por una escalerita hasta la orilla misma del río. Caminé por una senda solitaria entre grandes árboles y me pareció estar en otro mundo, ajeno al estrépito de la ciudad. De pronto, me encontré con una especie de campamento nómada; había varias hogueras encendidas y sobre una de ellas hervía una gran olla. Me detengo a mirar con curiosidad y sin que yo le vea acercarse aparece junto a mí un tipo mal encarado, con pañuelo anudado a la cabeza, que me apunta con una navaja y me grita algo que no entiendo bien, pero que adivino. Cuando voy a entregarle la cartera y el teléfono, aparece otro. Se ponen a discutir y yo aprovecho para escapar, subir hasta la avenida, que estaba allí mismo pero como en otro mundo, y recuperar el aliento. Desde arriba, junto a la dorada puerta de entrada al parque, los veo pelearse a navajazos, pero sin llegar a hacerse daño, esquivando cada uno la embestida del otro, con ágiles movimientos que parecían bien ensayados. Regreso al hotel, todavía con miedo, y sin saber qué pensar. ¿Un campamento gitano? ¿Extras de alguna película?   

Por supuesto, esas cosas no aparecen en Cherif, pero me adormezco recordándolas. Y también aquella manifestación contra Macron, a la que me sumé, y en la que se gritaba “el pueblo unido jamás será vencido”. En los chorros de agua de la policía contra los manifestantes aparecía y desaparecía un prodigioso arcoíris.

Lunes, 28 de octubre
ALGO BUENO TENGO

Algunas veces, es cierto, tiré la primera piedra (muchas veces en realidad), pero nunca me sumé –y subrayo “sumar”, quien quiera entender que entienda-- a un linchamiento, nunca hice leña del árbol caído.

Martes, 29 de octubre
ME PASO UN POCO

Charlo con Xuan Bello en Kafka & Co. sobre la escritura de diarios y la literatura que aparece en los periódicos. Los diarios personales parece que están de moda y no hay escritor que no publique el suyo; la literatura, en cambio, cada vez tiene menos cabida en la prensa. Abelardo Linares se dedica a investigar en las hemerotecas y apenas hay día en que no me comunique un nuevo hallazgo. Paradójicamente, los años de posguerra, los del peor franquismo, son años de esplendor literario en los periódicos. Los articulistas no podían hablar de política y los temas culturales ofrecían una cantera inagotable.

Xuan Bello y yo somos unos privilegiados. Él, que aspira a emular el éxito de Manuel Rivas, se queja de la situación de la lengua asturiana, que dice que es la suya, aunque solo es una de las suyas. Todas las semanas nos sorprende con un relato a veces algo descacharrado en la estructura, pero siempre con el encanto eterno de Sherezade. Ningún otro escritor, hasta donde llegan mis noticias, goza hoy de una libertad semejante. Habría que retrotraerse a los tiempos de Álvaro Cunqueiro y El faro de Vigo.

Yo tampoco me puedo quejar. Desde hace exactamente veinte años, desde hace más de mil domingos, todas las semanas lleno una página en el periódico. De septiembre a junio, es un diario personal: la realidad vista por un temperamento. Durante el verano, sustituyen al diario poemas, relatos, traducciones, notas de viaje.

Tuve la suerte de encontrarme quizá con el director de prensa que más valora la literatura, Íñigo Noriega, y con el inverosímil milagro de que los que le sucedieron en El Comercio participaran de ese aprecio.

Yo soy consciente de que ser un privilegiado. Mi admirado Xuan Bello me temo que no. Otra cosa nos diferencia. Yo le leo todas las semanas y él a mí me echa una ojeada de vez en cuando. Una ventaja: así puedo referirme a lo que él escribe con conocimiento de causa.

            Termino la charla, en la que hablo más de la cuenta (según costumbre) de esto, aquello y todo lo demás, con una cierta mala conciencia. Me temo que yo sería un buen fiscal, pero un mal abogado defensor. Por mucho que admire a un escritor, siempre dedico más tiempo a señalar sus caídas que sus aciertos. Y no sé si me pasé un poco esta tarde con Xuan Bello. Y lo lamentaría porque, salvo yo, que en ese aspecto parezco hecho de titanio, los escritores suelen ser muy inseguros.

Miércoles, 30 de octubre
ELLOS SE LO PIERDEN

Un poco por broma, en la tertulia virtual de los miércoles creamos una sección con el nombre de “La trituradora”, donde sometemos a un Test de Estrés, como el de los bancos, a un poema publicado recientemente. Cada vez afinamos más. La mayoría de los poemas se deshacen entre las manos, colección de tópicos, brillantes naderías o borrosas vaguedades.

Hoy le toca el turno a una de las traducciones de Ana Blandiana, que le hace poca justicia a los méritos poéticos que seguramente tiene. Pero incluso entre los poemas que resisten, como “La luna del castor”, de José Luis Argüelles, acertamos con un toque que lo mejora: el verso “nos trae los avisos y presagios” gana eliminando el artículo y convertido en un eneasílabo: “nos trae avisos y presagios”. En otro poema de Ángel Alonso, eliminamos un verso (“tachados mensajes de arcanos dioses” por mal acentuado e innecesario) y eliminamos una disonante rima. Lástima que no estuvieran presentes los autores. Una ducha fría semejante nos viene bien a todos, aunque a partir de cierta edad y cierto reconocimiento, pocos están dispuestos a aceptarla. Ellos se lo pierden. 

Jueves, 31 de octubre
DE QUÉ PIE COJEA

¿Para estar bien informado conviene leer muchos diarios o solo uno del que sabemos de qué pie cojea? Yo me sonrío cuando mi periódico habitual cada vez que informa de una decisión del Tribunal Supremo de Venezuela añade la coletilla de “controlado por el chavismo”, pero cuando lo hace del español nunca añade “controlado por la oposición” (quizá no lo hace por innecesario: sabe que está en la mente de todos).

Viernes, 1 de noviembre
A QUIÉN PEDIRLE CUENTAS

Un día de difuntos más triste de lo habitual. Tantos prodigiosos avances, tanta inteligencia artificial, tantos ordenadores de última generación, el turismo espacial a la vuelta de la esquina, y seguimos a merced de los espasmódicos desmanes de la naturaleza como hace un siglo o hace mil años.

            El número de muertos sigue aumentando de hora en hora, de día en día. Y esta vez la catástrofe no ha sido en montañas remotas ni en lejanos desiertos. Casi sentimos el fragor implacable de la lluvia, el estruendo de los coches arrastrados, los gritos de quienes en vano piden ayuda.

 

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