Sábado, 7 de septiembre
DUELO A PRIMERA
SANGRE
“A ti
lo que te gusta no es conversar, a ti lo que te gusta es que te escuchen”, me
han reprochado más de una vez. Y no diré yo que no, pero me parece que no soy
el único.
“No
dejas hablar a nadie, siempre sabes lo que uno va a decir y le replicas antes
de que termine de decirlo”, se queja Abelardo Linares, con quien llevo
debatiendo sobre cuestiones varias, especialmente la decadencia de la
literatura contemporánea, desde los años setenta. En alguna ocasión, hemos
conversado en vivo y en directo, en Oviedo o en Madrid, en Sevilla o en Nueva
York, pero la mayor parte de las veces ha sido por teléfono. Casi siempre me
llama él y las conversaciones nunca duran menos de una hora. Le interrumpo,
claro, pero pocas veces antes de los primeros tres cuartos de hora. Hay
conferencias que duran menos tiempo. Y a los conferenciantes tampoco les gusta
que les interrumpan. El coloquio, si lo hay, debe quedar para el final.
“Deberías
escribir eso que me cuentas”, le digo a menudo. “Yo no soy escritor, fui poeta
y soy editor, eso es todo”. “Pues entonces deberías crear un podcast para que
todos puedan escucharte sin interrumpirte”.
No ha grabado sus charlas, pero yo
he logrado que escriba un libro. Bueno, que lo escribamos a medias. Durante este
verano, casi cada día, él me mandaba una carta sobre los asuntos que le
obsesionan y yo le replicaba a vuelta de correo.
Al resultado, que se publicará pronto, le he
puesto el título de El juego del gato y el ratón, que no sé si
conservará. A él, por supuesto, le he reservado el papel de gato y de
protagonista; yo soy el ratón de los dibujos animados que se burla siempre del
gato que trata de darle caza. De Abelardo no me burlaba, por supuesto (en su
editorial aparecerá el libro), o lo hacía sin que se notara demasiado. Me
limitaba a ponerle el anzuelo (casi siempre picaba) y a dejarle la última
palabra. De sobra sé que el que dice la última palabra sobre un asunto no es el
que habla el último, como creen los políticos y los publicistas, sino el más
certero. En cualquier caso, aquí la última palabra la tendrán los lectores.
Ellos pronto podrán decidir quién ha ganado este duelo a primera sangre por ver
quién es el más listo.
Abelardo piensa que ha quedado claro
que es él; yo tengo otra opinión y espero que pronto los lectores la compartan.
Domingo, 8 de septiembre
FAMILIA NUMEROSA
A
partir de cierta edad, no hacemos más que repetir las mismas bromas y contar
las mismas anécdotas. ¿Cuántas veces habré dicho yo aquello de que “no
comprendo cómo hay gente que pueda vivir sola, yo llevo viviendo solo más de
cincuenta años y aún no me he acostumbrado”?
Vivo solo, pero tengo mucha familia
y quizá eso haga que no lo note. Y no me refiero únicamente a la familia legal,
sino a la otra sin papeles que yo me he ido tejiendo poco a poco. Tengo
bastantes más hermanos de los que tengo (yo siempre el hermano mayor) y también
hijos y nietos.
Mi familia la forman aquellos cuya felicidad me importa tanto como la mía, aunque la mía no le importe a ellos (pero eso pasa en las mejores familias).
Martes, 10 de septiembre
LO PRIMERO ES LO
PRIMERO
A
Arthur Miller no le dieron el premio Príncipe de Asturias el primer año en que
era el principal candidato porque no podía asistir a la entrega, y la
asistencia es condición indispensable, ya que en esa fecha tenía una audiencia
con el emperador del Japón.
Si yo hoy tuviera una audiencia, no
ya con el emperador del Japón (respetable señor que a mí me interesa poco),
sino con el rey de Inglaterra, con el que simpatizo bastante más (con él, como
le escuché decir una vez a Jacobo Siruela, se puede hablar de cualquier cosa,
del cambio climático o de la proporción áurea, de la poesía de Eliot o de la
homeopatía), la rechazaría sin duda alguna. Hoy tengo algo más importante que
hacer.
Primer día de clase. Yara, que aún
no ha cumplido tres años, espera impaciente en el parque infantil al lado del
colegio. Con su mochila y su mandilón, desdeña columpios y toboganes. Le
entusiasma la idea de ir al colegio de los mayores, al Novo Mier (se ha
aprendido el nombre), lo mismo que su hermano Martín.
Este primer día, para que los que empiezan la
escolaridad se vayan acostumbrando, entran en pequeños grupos y solo están menos
de una hora. A Yara le toca a las doce y cuarto. Nada más abrirse la puerta,
suelta la mano de su madre y entra decidida, la primera. Junto a la maestra,
que trata de consolarlos, contempla extrañada al resto de sus compañeros
–apenas media docena-- que lloran y patalean no queriendo abandonar los
confortables brazos de padres o abuelos. Mientras camina hacia la clase, se
acerca a uno de ellos para tratar de consolarlo.
“Martín también lloró; Yara es
distinta”, me dice el padre. Luego, a la salida, Yara sigue sonriendo feliz.
“Lo siento mucho, majestad –le diría
yo a Carlos III--. Nada me gustaría más que charlar un rato, en Buckingham
Palace o en Balmoral, de la sucesión de Fibonacci o de arquitectura
contemporánea, pero compréndame, por favor, hoy tenía cosas más importantes que
hacer”.
Miércoles, 11 de septiembre
PROBLEMAS DE
FAMILIA
Hay
personas que sienten la tentación del abismo. Siempre caminan al borde del
precipicio. Más de una vez me ha tocado ejercer de buen samaritano. Y como no
hay buena acción que no reciba su merecido, yo a menudo he recibido el mío.
A veces, no hay más remedio que
soltar la mano y dejar que el amigo que tratamos de salvar siga su destino. De
tarde en tarde alguien me contaba que le había visto vagando oscuro por la noche
sola. Yo, por fin, aprendí a no sentirme responsable y ojos que no ven corazón indiferente.
Ayer, tras pedir permiso, volvió a
pasar por la cafetería habitual de los martes el atormentador de sí mismo y de
todos los que tratan de ayudarle. Quien vino era el doctor Jekyll, no míster
Hyde, una víctima más de su siniestro compañero de viaje.
Sé
que la única manera de que no me vuelva a dar algún zarpazo sería seguir
evitándolo. Pero el corazón tiene razones que la razón no comprende. Estaré
alerta, sin embargo, para esquivarlo a tiempo.
Jueves, 12 de septiembre
UN RUMOR
Se
reeditan en Cátedra los dos libros de poesía de Julio Llamazares. A propósito
de su inclusión en mi antología Las voces y los ecos, allá por 1980, el
prologuista escribe: “Puesto que Llamazares era un autor bastante desconocido, con
un solo libro publicado en provincias, durante un tiempo circuló el rumor de
que ese tal Julio Alonso Llamazares era un trasunto de José Luis García
Martín”.
¡Vaya mala fama que tenía yo en aquellos años de Jugar con fuego! Parece que convertía en heterónimo todo lo que tocaba.
Viernes, 13 de septiembre
YO NO DIGO NADA
Hoy es
una fecha señalada en mi historia particular y en la más negra historia de España.
Otro viernes y trece de hace exactamente medio siglo, en la cafetería Rolando,
estalló una bomba que se llevó por delante muchas vidas y dejó casi un centenar
de heridos.
En
su momento, como no podía ser de otra manera, ocupó muchas primeras páginas en
los periódicos y acaparó el debate público. Pero pronto se olvidó a las
víctimas, se dejó a los asesinos libres y nadie quiso ocuparse más de un asunto
en el que ni la justicia militar, que primero llevó el caso, ni la policía
política, que usó de sus malas artes habituales, estuvo a la altura de las
circunstancias.
Yo
fui una víctima más, pero no de la metralla, sino de una oscura estrategia que
aún no se ha aclarado, que a nadie le interesa aclarar. Salvo ese asunto que me
toca tan de cerca, el libro de Xuan Cándano Operación Caperucita deja
pocos puntos oscuros. Es el único, de los varios que se han publicado sobre el
atentado, que habla de mí.
Yo
fui el oculto peón de una jugada maestra que se le ocurrió a alguna mente
retorcida para hacer rápida justicia y escarmiento, sin importarle que las
víctimas escogidas para el sacrificio fueran inocentes.
Por el libro de Xuan Cándano, me entero de que “a García Martín ni le pegaron
ni torturaron”. Si él lo afirma tan rotundamente, habrá que creerle. Yo no digo
nada.
alguien me contaba que le había [visto] vagando oscuro por la noche sola.
ResponderEliminar*
Sobre la poesía de Julio Llamazares, ¿cómo es posible que Cátedra, en su célebre colección "Letras Hispánicas", publique versos tan mediocres como los del autor de "En Babia"?
Un solo ejemplo: "En algún zarzal lejano anida un pájaro de aceite que nace con el día [...] Su lentitud no está desposeída de costumbre"
José Luis, debieras escribir novelas. La exacta frase que me atribuyes: “Yo no soy escritor, fui poeta y soy editor, eso es todo” es tuya, exactamente. Has rehecho, para la ocasión, una frase de Calderón que te gusta mucho y has citado más de una vez: "Tuve amor y tengo honor. Esto es cuanto se de mí". Te la sabes porque tiene que ver con el título de un verso de José Hierro.
ResponderEliminarTodo lo demás resulta más aproximado, aunque no debieras presumir de que me has dejado hablar, porque no tengo duda de que deberías haberme llevado más, mucho más la contraria.De eso se trataba.
No sé si será muy acertado eso de ponerme el “anzuelo” cuando quizás yo no esté “pez” del todo en las cosas de que hemos hablado. Yo, sin embargo, lo tengo más fácil, porque, siendo tú un ratón, te las puedo “dar con queso”.
En cuanto al título, querido Jerry, ya te he avisado que eso de “El juego del gato y el ratón” es algo que empieza como un juego y termina con el gato comiéndose al ratón.
Por lo demás, y vistos los comentarios, nuestras conversaciones, seguramente, no van a interesar a nadie más que a nosotros dos
El viejo gato Tom
Abelardo, no me seas vanguardista, no rompas la cuarta pared. Esa entrada de mi diario no era para que tú la leyeras, sino para comenzar a despertar el interés del público por el combate verbal, estocada va, estocada viene, que hemos perpetrado. Es como uno de los "apartes" del antiguo teatro: un personaje desvelaba sus ocultos pensamientos para que se enteraran los espectadores, pero el personaje que tenía al lado no se enteraba de nada (o hacía como que no se enteraba).
ResponderEliminarPor cierto, y hablando de otra cosa, me ha llegado el rumor de que piensas organizar una encuesta entre los lectores de "El juego del gato y el ratón": deben decidir quién resulta vencedor del debate, si Harris o Trump, quiero decir, si tú o yo. Y que entre los participantes se sorteará un primer premio y un segundo premio. El primer premio consiste en un libro mío editado por Renacimiento; el segundo premio, en media docena de libros míos. ¿Hay algo de cierto en eso?
Ea, un juego marca de la casa para niños y niñas de cualquier edad. Pues eso. Como lector, me estoy frotando ya las manos. A ver si se anima —miau, miau— nuestro felino editor. Un saludo.
ResponderEliminarYo tengo un vecino con el que también puedes hablar de todo, de homeopatía, del cambio climático y hasta de Eliot, al que no ha leído, pero da igual. De todo tiene una opinión extravagante, como el rey de Inglaterra.
ResponderEliminarPero no es rey de Inglaterra, esa es la diferencia.
EliminarJosé Luis a la hora de discutir nos complementamos. Eso, si puede verse, se verá bien en el libro: a mí lo que me gusta es discutir no que me consideren el mejor. Sin embargo, a ti, si te consideran el mejor no quieres discutir.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de la encuesta con premio, me parece estupendo. Pero tendrías que organizarlo tú porque eres más sociable y tienes tertulia, blog y facebook. Muy justo lo de que el ganador reciba un libro tuyo, editado en Renacimiento, a elegir. El segundo debiera recibir dos. Es lo justo. Cinco sería una crueldad.
Sí, Abelardo, yo quiero ser el mejor. Como Nadal, quiero ganar el campeonato. Para eso juego. Pero tú me lo pones difícil. Hay que sudar la camiseta.
EliminarPues yo tengo ganas de leer qué dice la crítica de la poesía de Karmelo C. Iribarren, poeta o parapoeta según quien, pero editado en Renacimiento. Hombre de la noche y hostelero, ajeno a los circuitos literarios convencionales, hasta donde yo sé.
ResponderEliminarSin comparar, Vicente Gallego también se dedicó a esos menesteres, sin embargo está sobradamente recogido en antologías, criticado y reconocido.
Ya que ningún libro de los publicados sobre el atentado de la cafetería Rolando habla de su caso, lo más fácil sería que tratara usted del tema y aclarara por qué se vio envuelto en este horrible atentado, siendo inocente.
ResponderEliminarEl libro de Xuan Cándano, publicado en Akal, sí habla de mi caso.
ResponderEliminarSí, pero creo entender, por lo que usted dice("Yo no digo nada"), que la versión de Cándamo y la suya no coinciden totalmente.
ResponderEliminarNo es que no coincidan, es que yo prefiero no entrar en detalles sobre el trato recibido en los interrogatorios policiales. No fueron demasiado amables, como cualquiera se puede imaginar. Eso es todo lo que hay que decir. Lo que importa es otra cosa: no se hizo justicia a las víctimas de la masacre.
ResponderEliminarEntendido. Leeré el libro de Cándamo. Muchas gracias.
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