sábado, 14 de enero de 2023

Kissinger y yo

 

Sábado, 7 de enero
TÚ ESTÁS LOCO, MARTÍN

—-No te pases, Martín, no te pases. Que ya te falta muy poco para acabar defendiendo públicamente a genocidas.

            —Otros son quienes los defienden.. Yo es que no puedo no pensar. ¿Cómo llamarías tú a un presidente de Serbia que, atiborrado de armas y dinero por Rusia y China —es un suponer— atacara Kosovo (cuya independencia no está reconocida por muchos países, entre ellos España) y declarara su intención de no finalizar la guerra hasta no incorporarlo de nuevo a Serbia (de la que se separó por la fuerza y ayudado por potencias extranjeras) y encarcelar, exterminar o expulsar a, todos los independentistas (él diría terroristas) que no se sienten serbios, o sea, a la mayoría de la población? Pues lo que tú llamarías a ese hipotético presidente de Serbia es lo que yo llamaría a Zelenski si me atreviera. Y no solo a él, sino muy especialmente, a quienes tiran de las cuerdas de esa marioneta y le escriben el guion tan eficazmente interpretado.

            —¡Cómo puedes pensar tales barbaridades, Martín! ¡Tú estás loco! Según tú, Putin merece el premio Nobel de la paz.

            —Tampoco hay que exagerar. De lo que estoy seguro es de que Zelenski merece un Oscar al mejor actor secundario.

Domingo, 8 de enero
EL BUEN PATRIOTA

No soy tan ingenuo como parezco. Me creo todo lo que me cuentan, pero solo mientras dura el cuento.

            Pensar es pensar por cuenta propia.

            Al profeta no le gustan que se cumplan sus profecías.

            No siempre hago lo que quiero, a menudo me conformo con hacer lo que puedo.

            Las cosas no acaban de pasar hasta que no se cuentan.

El buen patriota comprende (y perdona) los patriotismos ajenos.

Lunes, 9 de enero
UN ENCUENTRO EN LOS PORCHES

Estoy sentado, como cada mañana, en la mesa redonda de Los Porches, hojeando un libro de versos que me acaba de llegar (no parece gran cosa), cuando se me acerca un desconocido. “¿José Luis García Martín? ¿Le importa que me siente un momento? Me gustaría hablar con usted, le leo todas las semanas”. No me importa, por supuesto. Sospecho que el libro que traigo entre manos no me va a entretener más que unos pocos minutos y yo tengo que cumplir mi horario: llego a las doce y marcho poco antes de la una.

            —Me gustaban mucho sus historias de fantasmas. ¿Ya no las escribe? Yo puedo contarle una que comienza de la manera más vulgar y más triste. Me casé, tuve dos hijos; a mi mujer la fui queriendo cada vez menos; a mis hijos, cada vez más. Acabamos separándonos, yo creía que de manera amistosa, ni ella ni yo teníamos otra relación. Al principio, todo fue bien, nos llevábamos mucho mejor que cuando vivíamos juntos. Ella se quedó con la custodia de los niños, un niño y una niña. Yo procuraba verlos todos los días, vivíamos muy cerca. Eran lo que más me importaba en el mundo. Pero poco a poco noté que se iban distanciando, se enfadaban por cualquier motivo, lloraban, querían volver con la madre. Al principio no entendía lo que pasaba, luego lo fui entendiendo, pero no quería acabar de creerlo: mi exmujer, que yo pensaba que era una buena amiga, los estaba volviendo en contra mía. Y usted dirá: ¿pero quién es este hombre? ¿A qué me cuenta a mí estas cosas? Usted no me conoce, es la primera vez que me ve, pero yo le considero parte de mi familia, la única que me ha seguido siendo fiel. Perdí a mis hijos, perdí su cariño, quiero decir, su madre los manipuló contra mí con un rencor que no acierto a explicar. Nos separamos de buenas maneras, ya le dije. Nuestras discusiones, que en los últimos tiempos eran frecuentes, nunca llegaron a más. Ni siquiera levantamos tanto la voz que lo oyeran los vecinos. Sufrí mucho, sin entender la causa. Eso era lo peor, no acertar a encontrar ninguna explicación a lo que me pasaba. Lo intenté todo, pero era como darse de cabezazos contra una pared. Me fui a trabajar a otra ciudad, me enamoré de nuevo, o creí enamorarme, aquello no funcionó. Al final lo solucioné de la única manera posible, quiero decir, que me maté. No le contaré los detalles, que tampoco fueron demasiado morbosos. Lo hice a la manera de la mafia, quiero decir procurando que pareciera un accidente. Ahora es el momento en que usted piensa que estoy loco. Pues no, no lo estoy, simplemente estoy muerto. Ya sé que no es habitual que los muertos sigan leyendo el periódico, yo lo leo los domingos sobre todo por usted y por Xuan Bello. De él me gusta la neblina melancólica que convierte en poesía todo lo que toca, y de usted las estocadas. Y también las historias de fantasmas, aunque hace tiempo que no cuenta ninguna. Lo que menos me gusta es cuando se mete en política y eso que los dos somos más bien de izquierdas y más de Irene Montero o Pedro Sánchez que de Amelia Valcárcel, Felipe González y otros dinosaurios.

Martes, 10 de enero
PARA QUERER

            La meta, una vez que se alcanza, deja de ser meta.

            Sin los mediocres, nadie destacaría.

            El mejor éxito es aquel que, por elegancia, se disfraza de fracaso.

            Ser bueno no siempre es bueno.

            Sin un punto de locura, la razón resulta demasiado sosa.

            No me gustaría ser inferior a mí mismo, aunque sé que soy inferior a la idea que tengo de mí mismo.

            A los amantes solo se les conoce bien cuando dejan de serlo.

            Para querer, como para odiar, no hacen falta buenas razones, cualquier pretexto sirve.

Miércoles, 11 de enero
EL DULCE LAMENTAR

La posteridad ya no es lo que era, esa es la tesis que algunos defienden hoy en la tertulia. Pero yo sigo creyendo en la posteridad. ¿Cómo no voy a creer si buena parte de los escritores que admiro y a los que siempre vuelvo vivieron hace siglos, como Horacio y Li Po, o hace poco más de un siglo, como Galdós y Pardo Bazán, que ya es bastante tiempo tal como van de aceleradas las cosas?

De los escritores de ahora, yo puedo intuir los que están ya en la historia de la literatura para quedarse y los que solo tienen una fugaz presencia mediática. Me ha gustado siempre mucho estudiar la historia literaria y he podido comprobar que los nombres que quedan de cada época suelen ser ya nombres importantes en esa época. Hay excepciones, pero se trata o de poetas que mueren muy jóvenes o de quienes, por la razón que sea, permanecieron inéditos, como Emily Dickinson y Fernando Pessoa, aunque este ya se dio a conocer en revistas y los lectores más atentos sabían de su valía. Pero un escritor que viva más de setenta años, que publique en medio siglo cien libros o más y al que no se le haga ni puto caso —valga la expresión coloquial—, no parece que se le vaya a hacer mucho más luego.

Estoy hablando de mí, claro. Los contertulios que se reparten la pantalla del ordenador piensan que lo hago irónicamente. Pero hablo en serio. Mi futuro está cubierto de polvo en las librerías de viejo. “Tampoco es mal futuro”, me dice Benítez Ariza. “Bueno o malo, no creo que haya otro para mí”, le respondo (aunque —esto no lo digo, pero lo pienso—, yo todavía no he perdido la esperanza de ser una de las escasas  excepciones  a esa regla general).

Jueves, 12 de enero
PIENSA BIEN

Es todo un arte saber qué secretos deben callarse y cuáles airearse.

            Hay quienes sienten el agradecimiento como una humillación.

            Una buena relación no es más que un afortunado malentendido.

            Si piensas bien lo que vas a decir, a menudo no sabrás qué decir.

            Piensa con el corazón y pronto te romperán la cabeza.

Es imposible engañar a todos todo el tiempo, pero en democracia basta con engañar a la mayoría cada cuatro años.

            Abundan los esclavos felices.

Viernes, 13 de enero
OTRO KOSOVO

La verdad no tiene dos caras, sino mil y una. Y esa una que nadie quiere ver es en la que suelo fijarme yo. Putin será todo lo que dicen que es —menos un psicópata o una encarnación del diablo—, pero también es el liberador y defensor del Kosovo de Ucrania. Su papel en el Donbás es semejante al de la OTAN y la ONU en el territorio independizado ilegalmente de Serbia en 2008. Si Rusia, cuando el bombardeo de Belgrado por parte de la OTAN, hubiera adoptado la misma actitud que los Estados Unidos y sus aliados cuando el bombardeo de Kiev, la guerra en la antigua Yugoslavia todavía no habría terminado.

            Quizá más de uno lo ve así, pero solo se atreve a insinuarlo Kissinger y a decirlo yo.


2 comentarios:

  1. La afirmación "Pensar es pensar por cuenta propia", aquí contenida, me parece obvia. Claro que, tratándose de JLGM y en ciertos temas, en particular políticos o sociales, habría que completarla así: "Pensar es pensar por cuenta propia... de JLGM, claro". Quienes piensan de otra manera sólo aparentan, y seguramente hasta creen, pensar; pero, en verdad, no piensan.



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  2. ...Oscar al mejor actor secundario y seguramente que de los mejor pagados del mundo. Si a ese hipotético actor serbio le fuese tan bien en lo que respecta a los emolumentos sería explicable que no cuestionara las maldades del guión del drama que representa ni su eternización . No lo cree, Martín?.

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