Sábado,
21 de mayo
ENSEÑANZAS DE LA EDAD
Envejecer, si uno anda bien de salud, también tiene su gracia. Es como ir adentrándose en un territorio del que has oído hablar mucho y que es y no es como te han contado. No sé si te haces más sabio, pero aprendes a encogerte más a menudo de hombros. Y a reírte un poco de ti mismo, algo que yo no siempre he practicado tanto como debiera.
Domingo,
22 de mayo
PEGASUS REAL
—Qué nochecita he pasado, Letizia, qué nochecita!
Soñé que Napoleón se escapaba de la isla de Elba, desembarcaba en Sansenxo, era
aclamado por la multitud y a los gritos de “Viva el rey”, “Viva el rey” llegaba
hasta Paris, recuperaba la corona de emperador y nos mandaba a Pedro Sánchez y
a mí al exilio. Ya le dije yo a Rubalcaba que eso de aceptar su exigencia de
conservar el título de rey no era buena idea, que podía traernos problemas.
¿Qué crees tú que va a pasar mañana en la comida familiar? ¿Acabaremos tirándonos
los platos a la cabeza? ¡Y amenaza además con volver y con volver a armarla cada
dos por tres! Hasta los catalanes me tienen más respeto.
—No te preocupes, cariño, que a todo cerdo le llega su san Martín y a todo Napoleón su santa Elena.
Lunes,
23 de mayo
SIEMPRE GUILLERMO
No hay que regresar a donde se fue feliz ni releer aquellos libros que nos hicieron felices durante la infancia. Abro con cierto temor Guillermo el suertudo, un volumen inédito en español de las aventuras de Guillermo Brown que acaba de publicar el infatigable Abelardo Linares. Ya la portada de Thomas Henry, tan similar a las clásicas de editorial Molino, me lleva a tiempos remotos y dichosos en la memoria, pero comienzo a leer dando por sentada la desilusión. Es además una novela, no la habitual colección de relatos independientes, y yo le tengo prevención a ese género abusivo que desplaza a todos los demás. Los recelos, sin embargo, desaparecen pronto. Vuelvo a tener diez años y vuelvo a querer ser como Guillermo, capaz del mayor disparate con la mejor intención, y al que todo acaba saliéndole bien. Eran relatos que se pretendían costumbristas, pero en la España en que yo los leía tenían mucho de literatura fantástica, con sus clérigos casados, sus estrellas de cine que alquilaban una casa en la cercanía, los hermanos mayores y sus amoríos, las solteronas entrometidas, las escuelas dominicales… Y todo contado con una ironía muy británica, a lo Wodehouse. Admiraba a Guillermo Brown, que era todo lo contrario de lo que yo era, y lo sigo admirando. Una de las pocas veces en que volver a donde fui feliz no me llena de melancolía.
Martes,
24 de mayo
EL RUEDO IBÉRICO
Como cronista político necesitaríamos estos días a otro Valle-Inclán que escribiera una nueva Farsa y licencia del rey castizo. Solo él nos podría contar esa comida íntima en palacio, con la familia rodeando al abuelo, que ha vuelto para que quede claro quien manda en este país de traca y pandereta. La reina madre, que tiene covid, a debida distancia, junto a la ventana abierta, con la boquita y la nariz tapadas, como ha estado siempre para mantener el tipo y no decir nada ni oler nada de lo que olía a podrido en alcoba real y en la democrática España.
Miércoles,
25 de mayo
MI CASA
—No me explico tu apoyo a Felipe de Borbón, Martín,
no me lo explico. Metió la pata cuando lo de los catalanes, bordeando
torpemente su papel constitucional, y ahora ha dejado que su padre se burle
impunemente de él, y de todos los españoles decentes, en sus propias narices.
¿Cómo va a poner orden en el país quien no es capaz de ponerlo en su propia
casa?
—La verdad es que lo tiene complicado. Empapelar
bien empapelado al bribón no es cosa suya. Es cosa del gobierno y del fiscal
general del Estado. Fuera de España, la justicia ha hecho lo que ha podido.
Dentro, ni ha podido ni querido. Basta con que la ministra de Justicia le diga
al fiscal general que eso de que la inviolabilidad ampare los delitos privados
es una interpretación muy discutible y que, en cualquier caso, como se hizo con
los delitos fiscales, hay que investigar y que luego ya se verá si se juzgan o
no, basta con eso, para que los trapos sucios del rey de Sanxenxo salgan a la
luz y le dé vergüenza defenderlo a cualquier persona decente, aunque sea
votante del PP. Pero los políticos tienen miedo de que se sepa que los
presuntos delitos del anterior jefe del Estado, en la mayor parte de los casos,
no podrían haberse cometido sin la complicidad, por acción u omisión, de muy
diversas instancias oficiales. De su mugre está pringada mucha gente —de la cuenta en Suiza, Mariano Rajoy, vía Dolores
de Cospedal, vía Villarejo, se enteró antes que nadie— y él lo sabe y en eso basa su fuerza y por eso
sigue siendo el rey.
—¿Por qué le mantendrían ese título, que evoca el
tiempo de las guerras carlistas, cuando en España había dos reyes, y que es
claramente inconstitucional?
—Porque él se empeñó para aceptar que le abdicaran.
—¿Tú crees entonces que abdicar no fue una decisión
suya?
—No y más de una vez se ha arrepentido. “Me engañaron”, le ha confesado a sus testaferros. “Yo debía saber mejor que nadie que en estos asuntos no se puede dejar nada atado y bien atado. Ganas me dieron, después de la comida, un mal trago (¡con lo que bien que yo habría estado pasando el día con mis amigotes!), de subir a mis habitaciones de siempre, atrancar la puerta y a ver si alguien se atrevía a sacarme de mi casa por la fuerza. Porque esa casa que me regaló Franco cuando me casé es mi casa, diga lo que diga Pedro Sánchez.
Jueves,
26 de mayo
SU ALTEZA REAL
“En esa familia el
único que tiene una conversación es Charles”, le oí decir a Jacobo Siruela en
una de las sobremesas de los premios Príncipe de Asturias. Tardé en darme
cuenta de que “esa familia” era la de la reina de Inglaterra. Encuentro hoy, en
mi paseo matinal por Cervantes, el libro Armonía, que firma nada menos que S. A. R. el Príncipe de
Gales. Comienzo a leerlo en Los Porches y enseguida me doy cuenta de que
Charles tiene efectivamente una conversación, de que es algo más que el eterno
aspirante al trono y el consorte de la mediática Diana y la maltratada (por los
medios de comunicación) Camila. Ha tenido suerte de que la corona le llegue (si
le llega) tarde. La reina habla siempre por boca de ganso, lee lo que escribe
el gobierno, no puede tener una opinión personal. El Charles de Jacobo Siruela
tiene muchas, una idea del mundo que se opone a la de las grandes corporaciones
y los que buscan el lucro inmediato, y la defiende con contundencia. Ha contado
con la ayuda de Tony Juniper e Ian Skelly para escribir este libro repleto de
datos e ideas, pero habla en primera persona y eso lo hace más atractivo. “No
me importa que me llamen ingenuo o metomentodo”, dice en algún pasaje. No, la
vida de S. A. R. el príncipe de Gales no ha sido la de un condecorado monigote
a la espera de que le llegue el momento —que se retrasa—
de ocupar el trono. Ha sido una vida plena dedicada con fervor
militante a causas que al principio parecían un tanto extravagantes y cada vez son
más compartidas.
Vive uno lleno de prejuicios. ¿Quién
me iba a decir a mí que admiraría, aunque discrepe en mucho puntos de su
filosofía de la historia, a un sabio agricultor que lleva el título de Alteza
Real? Pero ahora que lo pienso no es el primero. Su Alteza Real el Duque de los
Abruzos, el hijo de Amadeo de Saboya que por breve tiempo fue heredero a la
corona de España, el explorador del Polo Norte, el escalador del Himalaya, es uno
de mis héroes.
Viernes,
27 de mayo
CONTINUARÁ
Yo escribo y la
realidad me dicta, como don Ramón de la Cruz. Cada día me interesa menos lo que
a mí me pasa y más lo que pasa en el mundo. “Es difícil envejecer sin un poco
de gloria o un poco de amor” afirmó Gil-Albert. Bueno, no es tan difícil si uno
se entretiene con el apasionante culebrón que es la historia de cada día. La intriga,
las carcajadas y el llanto están garantizados.
Mucha conversación, pero es un defensor a ultranza de la homeopatía y usó su cargo para presionar al gobierno británico al respecto de esa pseudoterapia. Incluso movió los hilos para que echaran de su cátedra a Edzard Ernst por oponerse a la estafa. O sea, que de lo que tú dices, nanay. Apoya al menos a varias grandes corporaciones que buscan el lucro inmediato y encima mediante el engaño.
ResponderEliminarBuenas días, José Luis, cuánto tiempo. Interesante reflexión, que suscribo, sobre la “necesidad” de otro Valle-Inclán que escribiera una nueva Farsa y licencia del rey chorizo… A poder ser con ilustraciones de los hermanos Bécquer o cualquiera de sus avatares… Superventas garantizado en la próxima feria del libro, ¿no te parece?
ResponderEliminarConfirme edad antes de entrar. Puede herir la sensibilidad (moral) de señoros chupacirios, eméritas cornudas y aficionados al manga:
https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/32/48/_ebook.pdf