sábado, 4 de junio de 2022

Elogio de la cordura: Cómo triunfar en la vida

  

Sábado, 28 de mayo
OBVIEDAD Y PARADOJA

Todas las guerras son justas, todas son en defensa de la patria, la religión, la libertad, la democracia o lo que se lleve en cada momento. Todas las religiones son verdaderas. Nunca en la historia se ha dado ningún gobierno que dudara de la justicia de su causa, nunca ningún creyente que no creyera serlo del verdadero Dios.

            Pero en toda guerra hay dos contendientes y los dos no pueden tener razón; pero las religiones son mil y una y no todas pueden ser verdaderas.

            O quizá sí. Por eso, en un conflicto bélico, más que subirse al carro de uno o de otro, conviene escuchar las razones de uno y de otro y tratar de encontrar puntos en común, llegar a un acuerdo que beneficie a ambos, aun a costa de dolorosas concesiones. Por eso hace tiempo que se dejó de quemar a los herejes y de prohibir otros cultos que el nuestro, que es por definición el verdadero.

Domingo, 29 de mayo
YA LO DECÍA YO

Sonrío al leer las dos páginas que El País de hoy dedica al anterior jefe del Estado: “El trato benévolo de los poderes públicos libró a Juan Carlos I de ser juzgado”. Ahí se dice, como sin darle mucha importancia, una obviedad que yo llevo años repitiendo: que el Tribunal Constitucional nunca se ha pronunciado sobre el alcance de la inviolabilidad que regula el artículo 53 de la Constitución, que eso de que sirve para tapar cualquier delito privado (violación y asesinato incluidos) es solo una interpretación que dudosamente se sostiene con la lectura del texto íntegro del artículo, aunque haya catedráticos de Derecho Constitucional que la apoyan. Debería haberse pedido hace décadas (cuando el tufo delictivo comenzó a trascender) una aclaración al Constitucional. Hay catedráticos de Derecho Penal, como Luis Rodríguez Ramos, que se atreven a decir en voz alta lo que unos pocos hemos pensado siempre: que las conductas privadas del rey no entran bajo el paraguas de la inviolabilidad. Y hay otros puntos en ese esclarecedor artículo  —esclarecedor no solo por lo que dice, sino porque se atreva a decirlo y porque la empresa editora no se lo prohibiera—  que coinciden con lo que yo he repetido muchas veces sin que nadie hiciera caso, como si fueran ocurrencias de poetas, y no obviedades de ciudadano que piensa: “Sin quitarle responsabilidad a don Juan Carlos, creo que hay otros responsables: todos los presidentes de Gobierno sin excepción, desde Felipe González hasta Mariano Rajoy, y todos los jefes de la Casa del Rey, que tenían la obligación de advertirle y la necesidad moral de dimitir si el rey seguía bordeando la ley”. Yo añadiría a jueces y fiscales que miraron para otro lado. Y aún hay más. El aforamiento exprés tras la forzada abdicación (ya era imposible aguantar más el hedor), que un ministro que participó en esa decisión cuenta así: “El día que el rey abdicó había dos demandas civiles presentadas contra él por juicios de paternidad que podían ir a Plaza de Castilla y ahí podía ocurrir cualquier cosa. Deprisa y corriendo se redacta una modificación de la Ley Orgánica del Poder Judicial para poder aforarle no solo ante la sala segunda del Supremo para posibles responsabilidades penales, sino también ante la sala primera para cualquier tipo de responsabilidad civil”. Y yo me pregunto: ¿qué pasó con esas demandas de paternidad que no podían caer en manos de cualquier juez, no fuera uno de esos que se empeñan en aplicar la ley sin distinción de persona? A la sala primera del Supremo me parece que no llegaron. ¿Hubo un acuerdo privado para que se retiraran? Si fue así, ¿quién corrió con los gastos? ¿Pagó el rey abdicado la indemnización correspondiente o corrió a cargo de los contribuyentes, como en otros casos en que hubo que tapar demandas y posibles chantajes, como en el caso de Bárbara Rey?

            No sigo. Se puede engañar a algunos durante un tiempo, pero no a todos durante todo el tiempo. Hasta el más sordo —y no hay peor sordo que el que no quiere oír— tendrá que acabar escuchando que la democracia española se restauró en 1978 con una bomba fétida dentro que más pronto o más tarde tenía que estallar pringándonos a todos. Costará un tiempo que alguien decente pueda volver a estar orgulloso de ser español.

Lunes, 30 de mayo
ME DICES QUE NO TE QUIERA

Como todo el mundo, o como casi todo el mundo, yo también guardo un amor imposible escondido en las entretelas del alma. Fue hace tanto tiempo que parece que ocurrió en otra vida. Pero de vez en cuando me lo recuerda una copla que escucho cantar la fondo, muy al fondo, de la memoria: “Me dices que no te quiera / y yo quiero no quererte; / de un tirón me arranco el alma, / solo por obedecerte”.

 

Martes, 31 de mayo
NO SOY LO QUE PAREZCO

En la realidad, soy el hombre más pacífico del mundo, nunca he tenido ambición de nada, nunca he aspirado a ningún cargo, vivo feliz con mis libros, mis rutinas y mis tertulias en las que debatir de todo. Y sin embargo una vez soñé que era Fidel Castro, otra que era Mussolini tras las marcha de Roma y ayer con que encabezaba una revolución que me convertía en líder absoluto, no ya de mi país, sino de Europa y lo primero que hacía era llegar a un acuerdo muy beneficioso para ambas partescon la apestada Rusia. Menos mal que los sueños sueños son y quedan ahí escondidos dentro de uno sin que nadie se entere de ellos. Sospecho que, en el fondo, tras mi apariencia insignificante, soy un carismático dictador frustrado. Si creyera en la transmigración de las almas, pensaría que lo había sido en otra vida y que quizá lo sea en la siguiente; en esta, el poder, como el amor, lo he probado poco.

Miércoles, 1 de junio
COMIENZAN LOS FESTEJOS

Mi cumpleaños nunca lo celebro un solo día, el 17 de junio, sino todo el mes. Hay a quien le deprime cumplir años, supongo que también me ocurrirá a mí en algún momento, pero todavía no. Todavía no hay día que no me traiga una felicidad, a veces mínima, pero por pequeña que sea tengo los ojos y la memoria bien entrenados para no dejarla escapar. Hubo también tropiezos con las esquinas de la realidad, como no podía ser de otra manera, pero mi piel es dura y cicatrizan rápido. Mis rencores suelen llevar pronta fecha de caducidad. Si los amores eternos me suelen duran un fin de semana (o dos, tampoco hay que exagerar), los odios me duran menos tiempo. En fin que si vivir envilece, como dijo el moralista francés, conmigo lo hace tan poco a poco que todavía no me he dado cuenta. Comienzo el mes de mi cumpleaños con una petición: “Ámame y mímame, vida, / al menos un año más”.

Jueves, 2 de junio
NO TODO VALE

Ayer leíamos en la tertulia virtual un puñado de poemas contra la guerra que Alejandro Duque Amusco ha publicado en El Ciervo. Cuánta banalidad, cuantas vacuas buenas intenciones o cuanta bondadosa bobería, como yo prefiero decir. Aurora Luque nos ofrece una variación sobre el que ella considera “el poema pacifista más antiguo de la historia”, unos versos de Safo: “Dicen —unos— que una danza de misiles, / otros, los tanques rusos / y otros que los drones de Turquía / junto a la Negra Mar / es lo más deseable. / Mas yo digo / que la vida que cada cual adora / y quisiera salvar entre sus brazos”. ¡Qué cosas, Aurora! ¿Pero de verdad tú crees que alguien puede considerar más deseable los drones de Turquía —todavía si fueran las delicias turcas…— que la persona que ama?  Safo afirmaba algo distinto: “Dicen unos que una tropa de jinetes, otros la infantería / y otros que una escuadra de navíos, sobre la tierra / oscura es lo más bello; mas yo digo / que es lo que una ama”. El equivalente a los jinetes y a la infantería de que habla Safo sería un desfile militar, con sus himnos y banderas al viento, no una danza de misiles en busca de su objetivo; eso nadie lo considera deseable, sino inevitable en ciertos casos. En fin, que en poesía —y ni siquiera hace falta para ello estar en tiempo de guerra— parece que vale cualquier tontería.

Viernes, 3 de junio
ESTO ES LO QUE HAY

Carácter es destino, como le gustaba repetir a Cernuda. Si yo fuera un poco más adulador, si yo fuera un poco más hipócrita, si tuviera claro —lo tengo, pero no hago caso— a quien hay que apoyar en cada momento y contra quien hay que arremeter, ahora sería un triunfador. O lo que generalmente se entiende por un triunfador, que no es exactamente lo que entiendo yo.



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario