sábado, 21 de mayo de 2022

Elogio de la cordura: Choque de reyes

 

Sábado, 14 de mayo
SOY UN CONSERVADOR

Al salir de Las Salesas me encuentro con una mesa de la “Consulta Popular Estatal Monarquía o República”. Voto con alegría en ese referéndum no vinculante. ¿Preferiría que lo hubiera sido? Por supuesto, pero no estoy muy seguro de que ese caso hubiera votado a la república. Los cambios de régimen, siempre ilusionantes para una parte de la población y traumáticos para otra, solo se producen con una quiebra clara del régimen precedente. Y si eso no ocurrió con el anterior jefe del Estado —el regalito que nos dejó Franco y que aceptamos como mal menor—, menos parece que vaya a ocurrir en fecha próxima con el actual, honesto y capaz. Si hubiera hoy un referéndum para decidir la forma del Estado, creo que ganaría por mayoría abrumadora la monarquía. Los votos republicanos no pasarían del treinta por ciento.

—¡Y entonces por qué tanto miedo a un referéndum? ¿Por qué la prensa no habla de este en el que has votado? ¿Por qué en muchos lugares se ha tratado de impedir la colocación de las mesas?

—Hay “demócratas” a los que les aterra dejar decidir a los ciudadanos. Mira lo que pasó en Cataluña. Si yo fuera miembro del Consejo de Estado…

—¡Eres un megalómano, Martín!

—Es una manera de hablar, Marcos. Quiero decir que si me pidieran consejo sobre cómo dar mayor legitimidad a la monarquía de Felipe VI, como marcar una ruptura clara con la de su padre, propondría una reforma de la Constitución para el final de esta legislatura. Una reforma de solo el punto en que ningún partido puede estar en desacuerdo: la desaparición de la preferencia del hombre sobre la mujer en la sucesión a la jefatura del Estado. Luego habría que someter esa reforma a referéndum y disolver las cortes. Los españoles tendrían una nueva ocasión de votar la Constitución y, por tanto, la forma monárquica del Estado.

—¿Y si no la aprueban?

—Ese el es miedo de algunos. La aprobarían, tenlo por seguro. Yo votaría sí. Podría salir el no, pero ese es un riesgo consustancial con la democracia.

—¡Estás hecho todo un hombre del sistema, Martín!

—La verdad es que soy poco aventurero, más bien un conservador. Pero conservador solo de lo que merece ser conservado.

Domingo, 15 de mayo
AMÉRICA CHÁVEZ

Mientras veo Doctor Strange en el metaverso de la locura recuerdo unos versos de Ángel González: “Yo mismo me encontré frente a mí mismo / en una encrucijada”.

Como a la mayoría de los adolescentes, me gustan las películas de superhéroes, que me parecen la versión contemporánea de las enredadas historias de dioses y semidioses en la antigüedad clásica. No siempre recuerdo quién es quién entre tantos personajes como se entrecruzan en estas sagas y a cada paso estoy a punto de tropezar con alguna inconsistencia, pero me dejo llevar por esa otro lógica, la de los sueños y los mitos.

América Chávez, qué bonito nombre, es una adolescente que pasa, no sabe cómo ni por qué, de un universo a otro. ¿Habrá alguno en el que yo, sin dejar de ser yo, lleve la vida que me gustaría vivir? Aunque en realidad, ya la llevo en un ochenta por ciento y para el veinte restante, en lugar de andar dando vueltas por el metaverso, prefiero el ensueño y la fantasía.

Lunes, 16 de mayo
LA MADRE O EL PADRE

Encuentro de pronto, en el revuelto batiburrillo de libros nuevos y viejos en que vivo, los tres tomos de la Revista Española de Ambos Mundos, que se publicó entre 1853 y 1855. Más que la parte literaria, me interesa la crónica política y el minucioso relato —se publica en tres partes— del “Alzamiento popular de 1854, desde la cuestión de ferrocarriles hasta la entrada del duque de la Victoria en Madrid, y disposiciones posteriores”, la famosa Vicalvarada o Revolución de Julio. Y me llama la atención especialmente todo lo que tiene que ver con la reina emérita de entonces. Un escrito enviado por los sublevados a Isabel II decía así: “Desoiga vuestra majestad los consejos artificiosos y parciales de la reina madre. Esa señora parece que llevó a vuestra majestad en su seno y la dio a luz para complacerse luego en inmolarla a su capricho. Poco severa ella misma en los principios de sana moral, ni supo inculcarlos en el ánimo de vuestra majestad cuando fue niña, ni se cuidó más que de acumular oro y de preparar desde temprano un peculio crecido a su futura prole. Llegada la época del matrimonio, vuestra majestad sabe muy bien las sugestiones que empleó la reina madre para que aceptase un esposo que no tenía otro mérito, a sus ojos, que el de no creerlo hábil para menoscabar la influencia que ella quería ejercer en los negocios del Estado. Jamás madre alguna obró con menos solicitud para asegurar la felicidad doméstica de su hija. Por este medio continuó siendo el alma del gobierno, dando siempre consejos encaminados a su propio beneficio. Apenas ha habido contratas lustrosas de buena o mala ley, especulaciones onerosas, privilegios monopolizadores a que no se haya visto asociado el nombre de la reina madre. El resorte para que un ministro o un hombre público hayan obtenido la protección y apoyo de esa señora, o provocado su animadversión, ha sido pactar o no con ella el servicio de sus intereses”.

            La condición primera de los revolucionarios para seguir aceptando como reina a Isabel II fue que desterrara a su madre, María Cristina de Borbón, a pesar de lo que había hecho por el liberalismo. Se marchó de España en 1854 y solo volvió, fugazmente, cuando su nieto, Alfonso XII, fue rey. En París siguió con sus sucios negocios, el más lucrativo de los cuales fue el de la esclavitud.

            ¡Que diferentes y qué semejantes la España de ayer a la de hoy!

Martes, 17 de mayo
EL DAÑO QUE TÚ ME HICISTE

En alguna parte del metaverso soy otro sin dejar de ser yo; de vez en cuando, en el sueño o en la vigilia, me llegan ráfagas de esas distintas vidas. Entrecierro los ojos y me oigo cantar con voz ronca: “El daño que tú me hiciste / lo tengo bien olvidado, / el que sin querer te hice / todavía me hace daño”.

Miércoles, 18 de mayo
ESPAÑA, ESPAÑA

En la tertulia virtual, Jon Juaristi, que es una caja de sorpresas, canta “La República en España”, del mexicano Guty Gutiérrez: “A contarles vengo la última noticia / que en el mundo entero la atención merece: / hoy la vieja España es republicana / y ya no es monarca don Alfonso XIII”. Yo ni había oído hablar de ese corrido. Me gusta el estribillo: ”España, España, tu valentía / la monarquía ya destruyó; / España, España, tu vieja historia / tiene otra gloria por tu valor”.

            A Guty Gutiérrez lo asesinaron poco después en una cantina de ciudad de México. El asesino fue un comerciante español, ferviente monárquico, Ángel Peláez Villa, natural de Posada de Llanes.

Jueves, 19 de mayo
HABÉIS DE JURAR, SEÑOR

Asisto, en Santa Gadea de Burgos, “do juran los fijosdalgos”, a la solemne proclamación del rey. De pronto, me levanto, me acerco al estrado y, nuevo Cid Campeador (hasta en los sueños soy un poco megalómano), con voz solemne me dirijo al todavía príncipe, ante el silencio pasmado de la concurrencia: “Que arte ni parte tuvisteis / habéis de jurar, Señor, / en turbios tejemanejes / de vuestro progenitor. / Y si juráis os prometo / que como buen español / honrado me sentiré /de ser vuestro servidor. / Si no juráis o mentís, / que os empapele Garzón / y que os expulsen de España / a Beijing  o a Waterloo  /  y que vuelva la República /  que reluce más que el sol”.

Viernes, 20 de mayo
QUE NO QUIERO VERLE

“Señor presidente, señor presidente, ¿no podría prepararme usted un improrrogable viaje de Estado para esta semana? Ir a Kiev, por ejemplo, para mostrarle a Zelenski el inquebrantable apoyo del pueblo español al ucraniano en su heroica lucha contra los invasores”, “Imposible en tan corto plazo, Majestad; esas cosas requieren su tiempo”, “Es que no quiero verle, no quiero verle. Qué bien ha hecho mi madre en largarse a Miami. ¿Puedo hablar claro, presidente? ¿Ha desinfectado bien de Pegasus su teléfono? No quiero verle, capaz es de abroncarme delante de todos. Fuera de casa parece muy campechano y simpático, pero no quiera saber usted el mal genio que se gasta dentro. Retemblaban los muros de la Zarzuela cuando perdía los nervios porque alguien se atrevía a llevarle la contraria. ¿No podríamos evitar a los medios de comunicación, con el pretexto de que es una visita privada, y hacerle entrar por una puerta y salir por la otra sin que yo ni siquiera tenga que saludarle?”, “Se hará lo posible, Majestad. Pero son asuntos de familia en los que el gobierno ni entra ni sale. Y en cuanto al Pegasus ese, ¿pues qué quiere que le diga? Uno lo compra para espiar a los catalanes y luego hasta me espía a mí, el regador regado. A lo mejor nos encontramos un día con esta conversación en un periódico, pero no se preocupe, nadie va a creérsela”.



1 comentario:

  1. Siempre he envidiado a los que son capaces de gobernar sus sueños. ¡Enhorabuena!

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