Sábado, 5 de febrero
EL PERFECTO ESCUDERO
No hay escritor que
no diga despreciar la vida literaria, aunque luego no haya ninguno que deteste
participar en cualquier evento más o menos literario en el que tenga algún
protagonismo.
Pasa por Oviedo Alejandro Duque
Amusco y yo recuerdo los días en que le miraba con envidia porque él
participaba en la vida literaria y yo no, yo había tenido que inventármela en
una revista llamada Jugar con fuego. Una de las primeras veces que coincidí con
él en Madrid, estábamos charlando tranquilamente en una terraza cuando de
pronto miró el reloj y dijo sobresaltado: “Perdona, pero tengo que dejarte. He
quedado con Vicente y ya sabes cómo es Vicente. O estás allí a la hora en punto
de la cita o pasa el siguiente”.
Ese Vicente no era, por supuesto,
ningún dentista, sino Vicente Aleixandre, al que yo entonces admiraba y tenía
por el patriarca de la poesía española. Cuando no quedaba con Vicente,
Alejandro Amusco (como firmaba entonces) estaba citado con Paco o con
Carlos. Cuarenta años después, sigue
fiel a esas devociones. Yo hace tiempo que valoro poco a mis maestros de
entonces.
—El miércoles pasado —le cuento— comentamos en la tertulia un poema
verdaderamente deplorable, “Para una ciudad resistente”. Luego supimos que era
de Aleixandre.
—-Sí, es un poemilla en pareados con rimas no muy felices. Pertenece al
libro En un vasto dominio, que Aleixandre escribió a toda prisa para
poder presentarlo al premio Etna-Taormina, que le habían dicho que se lo iban a
dar. Lo tenía Guillén. Era la segunda vez que se lo prometían. Luego resulta
que se lo dieron a Ana Akhmatova. Y más tarde a Alberti, con quien siempre tuvo
una gran rivalidad, cosa que tampoco le hizo mucha gracia. Ese premio entonces
era muy importante como reconocimiento internacional. Anda por ahí un vídeo en
el que se ve a Quasimodo, que parece vestido de enterrador recibiéndolo
mientras se celebra un desfile de alta costura. También se lo dieron a Jorge de
Sena.
Aleixandre, me parece ahora, más que
un gran poeta fue un gran empresario de sí mismo. La caída del pedestal de
Carlos, Carlos Bousoño, no fue menos estrepitosa. En los años setenta, aprendí
mucho de él a la hora de leer la poesía contemporánea. E incluso admiraba su
poesía, que contaba con pocos valedores. Luego no solo se dedicó a escribir cada
vez peores poemas, sino a estropear los anteriores. El crítico no benefició al
poeta.
Alejandro Duque Amusco siguió siendo hasta el final amigo de todos y sigue siendo su principal estudioso. Educado, cortés, es el secretario perfecto, el heredero de José Luis Cano. No hay poeta que no quisiera tener un estudioso como él. Yo soy un iconoclasta, mi deporte favorito es derribar ídolos, sobre todo aquellos de los que fui devoto.
Domingo, 6 de febrero
AL MAL TIEMPO
Tener un gran amor imposible y muchos pequeños amores
posibles. Esa es la clave de la felicidad.
No sacrifiques la pequeña
felicidad de hoy por la gran felicidad de mañana.
Crees estar a punto de llegar a
la cumbre y hace tiempo que has comenzado el descenso.
Era tan sobrio que no abusaba ni
siquiera de la alegría.
Basta cambiar la explicación de
la realidad para que cambie la realidad.
Al mal tiempo, buena cara. Hasta que te la partan.
Lunes, 7 de febrero
LA MALETA LISTA
La lección del
estoico: “Prepárate para vivir cien años, pero ten la maleta lista por si
tuvieras que partir esta misma tarde”.
(Yo la tengo casi lista, solo me
quedan dos o tres asuntillos que resolver.)
Martes, 8 de febrero
ENCUENTRO EN FLORENCIA
Andan por Italia, en
viaje cultural, los poetas del régimen —Leopoldo Panero, Luis Rosales, José
María Souvirón—, todos ellos muy piadosamente católicos, muy seguros de su
talento, muy desdeñosos de los españoles que andan por esos mundos sin ser
capaces de acogerse a los brazos generosos y amantísimos del Caudillo. Al pasar
por Florencia, aquel selecto grupo de patriotas coincide con un ilustre
compatriota. Así lo refleja Souvirón en su diario: “En el hotel nos hemos
encontrado a D. Maremágnum Guillén del Pío, poeta español algo momificado por dentro y por fuera. Ha
comido a las mismas horas, nos ha visto, pero se ha hecho el longui. ¿Por qué? Cualquiera sabía. De pronto en la calle encontronazo con
don Facilísimo del Pío, que va con su amorcito, una patizamba retaca y
culibaja. Tampoco nos saluda, claro está”. Se adivina el deseo de los tres
buenos españoles, sobre todo si iban algo subidos de copas, de apedrear al
réprobo, Jorge Guillén, que en Maremágnum
había cometido el delito de
arremeter en algún poema contra Franco, él, tan poeta puro.
Miércoles, 9 de febrero
CREÍ QUE ERAS JOSÉ AGUSTÍN
La vida literaria
es uno de los más divertidos temas literarios. Por eso no nos cansamos nunca de
leer La novela de un literato de Cansinos, las memorias de González Ruano
o las biografías y caricaturas que Gómez de la Serna dedica a sus
contemporáneos. La vida literaria siempre tuvo mucho de novela picaresca. Nos
interesa más la de otra época que la nuestra, salvo cuando somos jóvenes.
Entonces recibimos con avidez cualquier noticia de los escritores que
admiramos. Recuerdo la vez que fui a Madrid, allá por 1979, a presentar Jugar con Fuego. Lo presentaba Luis Antonio de Villena, que entonces era para mí como
el embajador de la nueva literatura. Entre el público, estaban Brines, Rosa
Pereda, Marcos Ricardo Barnatán, Jaime Siles, Jesús Munárriz, no sé si también
Carlos Bousoño. Para mí era encontrarme con la plana mayor de los escritores
que admiraba. Luego fueron perdiendo su aura y en la mayor parte de los casos
dejaron de ser amigos míos no sin que yo hiciera todo lo posible para
conseguirlo. A Jaime Siles, cuyo Canon tanto admiraba entonces, le dediqué una
reseña feroz. Hay quien todavía se sabe párrafos de memoria. Dionisia García me
contó que, muchos años después, Siles le confesó “quiero olvidarla, pero la
tengo clavada aquí” y se señaló la frente. Con Villena creo que fui
especialmente injusto. Le admiraba como erudito y como poeta. Una vez le dije —acertando
sin saberlo-- que su caso podría
asimilarse al de António Botto, el amigo de Pessoa, célebre en los años veinte
por la libertad erótica de sus versos y luego publicando cada vez más versos
con menos interés hasta el final trágico en el Brasil. Villena representaba el
aire de libertad de los años ochenta. No supo crecer, o eso me parece a mí.
Siguió siendo el perpetuo Peter Pan con un sintaxis cada vez más embarullada.
Pasé de admirarle mucho a tratarle casi como Souvirón a Guillén. Recuerdo que
lo primero que conté en mi diario fue un encuentro de poetas jóvenes que él
organizó en Tenerife y en el que tenía como se secretario a Leopoldo Alas, a
quien luego me lo volví a encontrar homenajeado en Arnedo. Ahora los congresos de
escritores me parecen el tema menos literario que existe. Pero el paso del tiempo
los vuelve a mitificar. Dos anécdotas con José Agustín Goytisolo en los
encuentros de poetas del cincuenta celebrados en Oviedo. “Cuidado con criticar
a ese chico —me avisó una vez, en que me oyó poner reparos a un joven poeta—,
llegará lejos. Conviene llevarse bien con él.” Ese chico era Luis García
Montero. Otra vez, en la cena, me pidió
que le cambiara el sitio porque tenía que decirle algo a Ángel González. Yo se
lo cambié, por supuesto (ya estábamos esperando el café) y de pronto sentí una
mano posada sobre mi rodilla. Miré, primero intrigado, y luego asustado, porque
la mano comenzó a avanzar. Reconocí a una profesora (me había dado clase) que
hablaba con la persona del otro lado. Me rebullí en la silla y entonces ella se
volvió para mirarme. “Ah, perdona, creí que eras José Agustín”.
Jueves, 10 de febrero
¿ESTUVISTE MALO?
—-¿Pero de verdad
no vas a volver a tu mesa redonda en Las Salesas? Creo que eres un poco
rencoroso. Qué culpa tienen ellos de que las autoridades, por probar todas las maneras
de hacer el ridículo, impusieran lo del pasaporte. Ya viste que lo quitaron en
seguida y que ni siquiera vigilaron su cumplimiento. No volviendo a tu sitio
favorito solo te perjudicas tú. Ahí es donde te encuentra la gente sin
necesidad de quedar citado contigo. Ayer entré yo y pregunté por ti. “¿No ha
venido el poeta?”, “Hace unos días que no viene, debe de estar de viaje”, me
dijeron. Deberías ser menos sensiblemente vanidoso. Me recuerdas a Marino Gómez
Santos, que a los veinte años escribió un libro sobre Clarín y se fue con él a
Madrid y consiguió que se lo prologara Gregorio Marañón. Pronto comenzó a
escribir en los mejores periódicos. Después de unos meses de ausencia, volvió a
Oviedo y se presentó en su tertulia habitual esperando recibir las felicitaciones
de todos. Pero nadie le hizo caso. Ya en el momento de la despedida, el que
llevaba la voz cantante se volvió hacia él y le dijo: “Hace tiempo que no
venías por aquí, Marinín, ¿estuviste malo?”
Viernes, 11 de febrero
VENECIA EXPRESS
Soñé que moría acuchillado en un tren y que Poirot descubría que todos los pasajeros, antes de avisar a la policía, dieron una gran fiesta en el vagón restaurante. Los pasajeros eran escritores que iban a Venecia para participar en un homenaje a Antonio Gamoneda organizado por el Ministerio de Cultura. “¡Ya se murió ese perro!”, cantaban cuando llegó el detective.
Cuanto se agradece este blog semanal en las tierras de castilla la vieja. Gracias don José Luis... Por cierto nadie me ha comentado nada del ultimo libro de franzen.. Saludos a todos... Mayor Thompson
ResponderEliminarQuizá nadie lo haya leído. Yo al menos. Sin embargo sí parece un escritor interesante.
EliminarSe molestará JLGM sí nos salimos del tema.
Víctor Menéndez
El caso de Luis Antonio de Villena es preocupante. Ha desaparecido de la vida pública hace ya años.
ResponderEliminarIgnoro si sigue escribiendo poesía, antologías y artículos.
Es una pena, a mi entender, que sólo se entiende por una gran depresión.
Victor Menéndez
Díez negritos.
ResponderEliminarHay algunos escritores a los que la muerte les llega prematuramente. ¿Qué ha sido de Marcos Ricardo Barnatan? ¿Qué podemos esperar de Jaime Siles? ¿Dónde está Villena?
Una daga negra e impecable les ha segado la "vida literaria", el tiempo.
Como en la "dolce vita" hoy nadie los lee. Quizás sigan bailando la vieja balada, como los Panero.
Como una diva ajada. Qué triste
Víctor Menéndez
Daga implacable e impecable.
ResponderEliminarNo publiques esto, así lo públicas. Qué crueldad, desde "Jugar con fuego".
ResponderEliminarPero donde las dan las toman. Recuerdo a un tal Juio Llamazares, escritor de éxito, porque es bueno. Te mandó a freír espárragos a las primeras de cambio.
Algo te pasó con Antonio Gamoneda, al que eres tú el único que citas, obsesivamente.
Lo mismo con otros, poco tiempo después, como Trapiello.
No te ofendas.
Victor Menéndez
Joaquín, si quieres boxeo, hay sitios mejores, porque retiro mi comentario sobre JLGM y sus relaciones con otros escritores. No es asunto mío.
ResponderEliminarBoxeo hay en la política, nuestro ring favorito. Ya ves Casado, García Egea y Martínez Almeida intentando linchar a Diaz Ayuso. Con agentes secretos y todo.
Se suicidan. ¿Quién gana?. Vox.
Victor Menéndez
Gracias por los comentarios. Mayor Thompson
ResponderEliminarQué razón Joaquín.... Aqui en España todo el mundo mete la mano en la caja..... Publica.. O
ResponderEliminarMayor Thompson