sábado, 20 de febrero de 2021

Después y todavía: Mi corazón al desnudo

 

Sábado, 13 de febrero
ASÍ ME VA

Sin amor, estoy convencido de ello, se vive mejor que con amor, pero yo todavía no he sido capaz de conseguirlo. Y así me va.

Domingo, 14 de febrero
PARÍS-BELGRADO

En uno de los puestos del Fontán, que tantos buenos momentos me proporcionan, encuentro un número del semanario Crónica correspondiente a 1930. Mientras tomo el café, dejo a un lado los periódicos del día y me entretengo con las noticias de entonces, quizá el momento más ilusionante de la historia de España, derribada la Dictadura, la república aún solo como una intacta ilusión. Pero lo que más atrae mi curiosidad es una novelera noticia de folletín. Apaleada en París una mendiga, al intervenir la policía, se descubre que es nada menos que la reina Natalia de Serbia, que protagonizó muchas noticias escandalosas a finales del siglo XIX y que desapareció de escena tras el asesinato de su hijo en 1903.

            Su hijo, Alejandro I, apadrinado por el zar, fue un joven desdichado y sin voluntad que se enamoró perdidamente de Draga Masin, una dama de compañía de su madre, viuda, mayor que él y con fama de haber tenido varios amantes, entre ellos quizá el propio padre del joven. Se casó con ella, a pesar de la oposición de todos, y eso le costó el trono y la vida.

            La reina Draga era una mujer inteligente y manipuladora. Al parecer no podía tener hijos, pero fingió varios embarazos. Se decía que pensaba nombrar a su hermano Nicodemo heredero al trono.

            El golpe de Estado que acabó con la pareja fue quizá el más brutal que se haya dado nunca. Los conspiradores, al frente de los cuales estaba un hermano del primer marido de Draga, asaltaron el palacio a media noche, mataron a todos los que opusieron alguna resistencia, pero no fueron capaces de encontrar a los soberanos, aunque las sábanas revueltas de su dormitorio indicaban que ya se habían acostado cuando comenzó el asalto. El ataque con armas pesadas había cortado la corriente eléctrica, y los conspiradores recorrían con velas y antorchas, una tras otra, todas las estancias del palacio. Temían que los reyes hubieran escapado y volvieran al frente de las tropas que les seguían siendo fieles. Ya pensaban haber fracasado cuando un servidor desleal, otros dicen que sometido a tortura, les reveló el escondite secreto tras un lienzo de la biblioteca: allí estaban los reyes, abrazados y desnudos. No hicieron el menor movimiento para defenderse. Un capitán, del que se decía que había sido amante de la reina cuando todavía estaba casada con su primer marido, disparó su pistola sobre ellos “y al encasquillarse –leo en el reportaje de Crónica--, tomó de una panoplia próxima una espada de fino dibujo y con ella traspasó el corazón de la reina, en tanto que un compañero de conjura deshacía de un pistoletazo el cráneo del monarca. Mutilados y ultrajados ambos cadáveres, la soldadesca los arrojó por las ventanas de palacio, siendo recibidos por el pueblo entre gritos de triunfo. Aquella noche perecieron también a golpe de fusilería los dos hermanos de la reina, el jefe del gobierno y el ministro del ejército, amén que algún que otro palaciego de menor importancia”.

            En 1930, todo aquello era ya historia antigua. Yo me entretengo rememorando aquella escabechina en este domingo soleado para no pensar en las tragicomedias del presente. ¿Pensó el efímero Eduardo VIII en la historia de Alejandro I cuando decidió renunciar al trono para poner casarse con Wallis Simpson? ¿No le habría ido mejor a Alejandro casándose con una princesa alemana o rusa, para afianzar las alianzas, y manteniendo a Draga como amante?

            Draga Masin había tenido que ganarse la vida desde muy joven. Le gustaba leer, había escrito novelas y cuentos, traducido varios libros. Era mujer inteligente y con personalidad, quizá por eso –y no por su improbable vida licenciosa—la odiaron tanto. El rey Alejandro prefirió morir junto a ella a vivir sin ella.

Lunes, 15 de febrero
AFORTUNADO EN DESAMORES
 

Desde que tenía catorce o quince años, no me recuerdo sin estar enamorado; desde que soy adulto, vivo solo. ¿Quiere eso decir que he tenido poca suerte en el amor? ¿No será más bien que he tenido mucha?

Martes, 16 de febrero
NO ES LO MISMO

Mi lema: “Tarde, pero aprendo”, que es exactamente lo contrario, aunque parezca los mismo, de “aprendo, pero tarde”.

Miércoles, 17 de febrero
LAS COSAS COMO FUERON

Todas las mañanas necesito un libro nuevo y apasionante; todas las tardes, otro. Pero ese libro nuevo puede ser un libro viejo y para encontrarlo no necesito darme una vuelta por ninguna librería (¡cómo echo de menos la de mi examigo José Manuel Valdés!), me basta con subir al altillo de casa. Hoy encuentro allí, Madrid-Moscovo, de Armando Boaventura, que seguramente leí en su momento, pero que había olvidado por completo. Se publicó en 1937 (el prólogo está fechado en febrero de ese año) y su autor, corresponsal en España del lisboeta Diário de Notícias, fue el último periodista que entrevistó a Unamuno y el primero al que Franco concedió una larga entrevista (que se incluye en el libro) tras la sublevación militar. No importa que sea un libro partidista, que le echa la culpa de todos los males de España al comunismo y a la masonería. Está lleno de pequeños detalles que luego se irían borrando de la historia, esa gran manipuladora. Si no parece que sean del todo exactas las manifestaciones de Valle-Inclán en 1930, con su incitación al magnicidio, no se puede dudar de la entrevista con el anarquista Pedro Vallina, ya que fue publicada en el Diário de Notícias en 1932. El doctor Vallina, cenetista, creador de un sanatorio antituberculoso para atender a las clases populares, “participó activamente en la defensa de la República” y luego vivió un largo exilio hasta su muerte en 1970 (así se le recuerda), pero en 1932 era el más declarado enemigo del gobierno republicano: “Los hombres que en la oposición parecían leones al ocupar el poder se transformaron en mansos corderos. Nunca nos pasó por la cabeza la idea de tal transformación, aunque sea sabido que el poder corrompe a quien lo ejerce. El poder los corrompió. Dos hombres, sobre todo, habían de ser funestos para el nuevo régimen: Miguel Maura, alma de inquisidor, y Largo Caballero, el instigador de las persecuciones de que fueron víctimas los elementos populares que no comulgaban con sus doctrinas de socialismo siempre oportunista”. Los más feroces enemigos durante el primer bienio republicano no estaban a la derecha, sino a la izquierda. Quienes después de pasaron la vida añorando la república, le hicieron el trabajo sucio a la derecha hasta que ya esta supo arreglárselas sola.

            Pequeños detalles no sabemos hasta qué punto exactos: la reina Victoria Eugenia, tras marchar al exilio, no quiso que en su presencia se volviera a hablar español. El rotundo triunfo de las derechas en 1933 se debió solo al voto de la mujer. Armando Boaventura explica otros motivos: “Entonces, las derechas enviaron delegados electorales a las agrupaciones sindicalistas para que, a cambio de unos miles de pesetas o de duros (de acuerdo con la categoría de esos medios) se abstuvieran en el proceso electoral. Esos delegados recorrían los centros sindicalistas, buscando inmediatamente ponerse en contacto con un representante de sus respectivas juntas directivas, a las cuales entregaban determinada cantidad a cambio del compromiso solemne de absoluta abstención electoral. La maniobra surtía efecto porque, recibidos los miles de pesetas o de duros, la junta directiva convocaba a los sindicalistas para recomendarles que, de acuerdo con los principios que conforman el partido, ninguno de ellos debería concurrir a las urnas, puesto que se trataba de un régimen burgués en que tan buenos eran las derechas como las izquierdas, ya que lo que todos querían era, a costas del pueblo trabajador, alcanzar el poder. Y la masa, a voz en grito, exclamaba: ¡Apoyado! Aquí nadie vota y el que vote se le expulsa”.

            Gil Robles le cuenta su reacción cuando el presidente de la República, en diciembre de 1935, le comunicó que iba a retirar la confianza al gobierno y convocar elecciones: “Salí de Palacio directamente para el Ministerio de la Guerra. Llamé a los generales Franco, Goded y Fanjul. Les informé de lo que había pasado con Alcalá Zamora  y, seguidamente, les indiqué mi deseo de que el ejército, que aquellos tres ilustres jefes militares tan dignamente representaban, se hiciera inmediatamente con el poder dando un golpe de Estado. El ejército, sin embargo, según la opinión de aquellos distinguidos generales –principalmente el general Franco—no estaba aún preparado para asumir la responsabilidad de un golpe de Estado”.

            Al final se incluye una carta –fechada el 12 de septiembre de 1936—de Alejandro Lerroux a Queipo de Llano defendiendo, en un último acto de dignidad, la bandera republicana, “por lo que esa bandera significa habíamos luchado y sufrido mucho usted y yo, entre otros”.

Jueves, 18 de febrero
CAIGO Y ME LEVANTO
 

Me acuesto derrotado y humillado muchas noches, la de ayer fue una de ellas, pero siempre me levanto con ganas, si no de comerme el mundo --voy perdiendo el apetito--, sí de dar nuevamente la cara, aunque me la vuelvan a romper.

Viernes, 19 de febrero
LA VERDAD SOBRE MÍ MISMO

Me creía un Sancho Panza lleno de sano egoísmo y buen sentido y solo soy un terco Quijote apaleado una y otra vez por aquellos a los que intento ayudar.



 

16 comentarios:

  1. “Tarde, pero aprendo”: aún hay remedio, pero no lo remediamos. “aprendo, pero tarde”: el tren ya se ha marchado; tengo que llegar antes a la estación.

    ResponderEliminar
  2. Yo lo interpreto la primera frase de otra manera: "Aunque tarde en aprender, aprendo".

    ResponderEliminar
  3. Algunos y algunas no olvidarán nunca tu ayuda y sabrán apreciarla, entre estos me encuentro, gracias de todo corazón, Martín. Un abrazo enorme y ojalá vuelvan pronto los tiempos de libertad, viajes, charlas, sueños y esperanzas.

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias, Ana. Conviene aprovechar la poca libertad que nos dejan. Cuando quieras, podemos vernos y charlar un rato.

    ResponderEliminar
  5. Martin está deseando tomar un café con alguien. No puede.
    No hay tertulia, ni vida social.
    Pues paciencia, creo que llegamos al final del túnel.
    Como ya sabes quién soy, salud, y camina.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé quién eres. Y tomo café con alguien todos los días (están abiertas las terrazas) y tenemos tertulia los viernes (como siempre desde 1980) la mitad presencial y a partir de las ocho (en que cierran las terrazas) virtual. Yo aprovecho todos los resquicios de libertad que nos dejan (guardando, por supuesto, todas las normas de seguridad: si los contagios continúan, que no me culpen a mí, si no a los sabios que dictan cierres perimetrales de quita y pon y toques de queda y otras "utilísimas" medidas).

      Eliminar
  6. Tú eres buen boxeador, no te la parten fácilmente. Bonita esa penca coloreada, aunque le faltan los picos.

    ResponderEliminar
  7. Gracias por su blog un lector de Castilla la vieja

    ResponderEliminar
  8. Pleonasmo, nuevas disculpas.
    Es que a estas horas...

    ResponderEliminar
  9. Por supuesto que no estaban preparados para el golpe de estado. Franco, Goded y Fanjul no eran los indicados.
    Emilio Mola disimulaba dudas, y no lo desencadenó hasta la muerte de Calvo Sotelo (por cierto iban por Gil Robles).
    Mucho más inteligente

    ResponderEliminar
  10. Además, aún no había logrado la adhesión de carlistas y requetes, fundamental para asegurar el "frente norte".
    Sino no hubiese pasado de una asonada africana.

    ResponderEliminar
  11. ¿Pero qué le costará a este "Unknown" poner su nombre al final de los comentarios ya que no aparece al comienzo? ¿Tanto se avergüenza de él?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amigo Martín, una vez te dije quién es Unknown. Pero ahora no te lo digo. Es el último anónimo en esta zona del blog, hasta hace pocos tan poblada. A veces se ponían pesados o faltosos, pero un blog sin comentarista anónimo es como un castillo sin fantasma.

      Eliminar
  12. Pues no, Jesús, no se puede decir una vez quién es el anónimo porque puede ser cada vez uno distinto. Yo creía que se filtraban automáticamente todos los anónimos. Como no es así, los filtraré yo. No me interesa, ni le interesa a nadie, ninguna opinión de la que nadie se hace responsable.

    ResponderEliminar
  13. Soy yo casi siempre, pero empezaba a sentirme bien como fantasma.
    Víctor Menéndez

    PD: que ojo tiene Jesús Castellano. Te mandaré, Jesús, mis obras completas.
    Un saludo

    ResponderEliminar