Lunes, 17 de junio
UN GESTO DE PIEDAD
Silban las balas a mi alrededor mientras camino por un campo
minado, pero lo olvido con frecuencia, con maravillosa frecuencia.
Mientras
espero el avión, tras una mañana de engorrosos compromisos, hablo por teléfono
con un amigo que me lee por teléfono algunos poemas inéditos de José Luis
Parra. Los va a editar quien fue su compañera, Susana Benet, quien ya se
refirió a ellos el pasado viernes en la tertulia. Son conmovedores, unos en su
lúcida desolación, otros por su agradecido cántico al simple hecho de estar en
el mundo.
––Y sin
embargo, ¿quién conoce a José Luis Parra? No tiene ni doscientos lectores. ¡Si
lo sabré yo, que lo he editado y lo voy a volver a editar!
––Ya tendrá
más, no te preocupes. El tiempo juega a su favor. Irán creciendo mientras van
decreciendo los lectores de quienes ahora tienen tantos, flor de un día. Y en
última instancia, ¿importa eso? El poeta verdadero enriquece incluso a quienes
no le han leído ni le leerán.
Los poemas
de José Luis Parra que me lee mi amigo Abelardo Linares iluminan el tedio del
aeropuerto. Y de pronto, tras un rato de la habitual discusión sobre esto y
aquello (“No eres mal crítico, pero das siempre en la diana equivocada. ¿Por
qué en lugar de meterte con Felipe, al que sé que admiras, no arremetes contra
Elvira Sastre?”), la noticia:
––¿Sabes
que ha muerto Antonio Cabrera? Me acabo de enterar.
La vida a
veces gusta de gastar bromas pesadas. La que le gastó a Antonio Cabrera fue más
pesada de la cuenta. Jugueteando con una pelota en casa de Carlos Marzal se
cayó de tan mala manera que quedó parapléjico. Tras dos años encarcelado en un
cuerpo, no sé si la vida ahora ha querido encarnizarse o ha tenido con él un
tardío gesto de piedad.
Martes, 18 de junio
CALLEJEAR A SOLAS
Llegué a última hora de la noche, dejé la maleta en el hotel
y salí a dar una vuelta por la ciudad sin nadie. Solo se oye el ruido de mis
pasos y el suave golpeteo del agua en los canales.
La luna,
tan sola como yo, juega a seguirme, a esconderse y a desaparecer. Camino al
azar, me adentro en un laberinto de callejones oscuros (a veces el agua me
corta el paso y tengo que retroceder), pero no me pierdo. Aparezco de pronto en la gran plaza, que
parece ensimismada en los charcos que la reflejan. Me siento en uno de los
escalones, cerca del Florián, saco mi cuaderno y, a la luz de las farolas, escribo:
Nadie conmigo
y el susurro tranquilo
del universo.
Miércoles, 19 de junio
EN EL SUPERMERCADO
Hacer la compra es una de mis actividades favoritas. Muchas
veces había pasado, como tanta gente, por delante del Teatro Italia, en el
Campiello Anconeta, y admirado la elegancia historicista de su fachada, tan
veneciana, con un eco de Ca’ d’Oro. Hoy lo encuentro abierto y convertido en un
supermercado de la cadena Despar. Escucho lo que dice el representante de la
empresa:
––No hemos
“construido” un supermercado dentro del Teatro Italia, lo hemos “posado” con
delicadeza y respeto, como si el lugar fuera a recuperar de un momento a otro
su función original.
Su función
original era la de cine, no la de teatro, a pesar del nombre, que quería
dignificar un espectáculo que todavía conservaba algo de barraca de feria. Se
inauguró en 1916. Entro y a un lado y a otro las escaleras que llevan al piso
superior, y un friso de mármol. Dentro, restaurados, los frescos de Alessandro
Pomi (en el techo “La gloria d’Italia”) y al fondo, sobre el mostrador de la
carnicería, el marco de la pantalla. Y no disuenan las hileras de los
expositores y deslumbra, como una barroca cornucopia, la frutería. Se trata sin
duda del supermercado más hermoso del mundo.
Cuando a
partir de ahora haga de quía de mis amigos, antes de visitar templos y palacios,
los traeré aquí. Me parece el más perfecto ejemplo de que Venecia sigue viva,
que no es solo arqueología y parque temático para turistas apresurados.
Jueves, 20 de junio
ATRACCIONES Y REPULSIONES
Camino de la Biennale, me encuentro con un inmenso navío de
guerra anclado cerca de Giardini. Se puede visitar, así que no lo dudo un
momento, me uno a las dos o tres personas que esperan y a los pocos minutos un
gentil oficial nos acompaña al interior.
Lo primero
que me sorprende es el nombre, “Andrea Doria”, y no por el ilustre marino
genovés al servicio del mejor postor, sino porque coincide con el del
trasatlántico italiano, el más lujoso del mundo, con fama de insumergible como
el Titanic, que se hundió en 1956 de la más estúpida manera: chocó con un barco
de pasajeros sueco, el Stockholm, como si no fuera ancho el mar. Algo así como
dos personas que se encuentran de frente en la calle y las dos se apartan para
un mismo lado y luego cambian al mismo tiempo para el otro y finalmente acaban
chocando.
Pero la
Marina italiana no parece ser supersticiosa. Reviso la sala de máquinas, subo
al helicóptero posado en cubierta, me acerco a los cañones que parecen apuntar
a la ciudad. Qué poco tiempo tardarían en destruirla si fuera una ciudad
enemiga.
En los Giardini
(uno de esos regalos que Napoleón hizo a Venecia), el primer pabellón que
encontramos es el de España. Nunca, que yo recuerde, ha tenido el menor
interés. A pesar de su situación privilegiada, aún no estamos cansados, la
gente entra y sale sin detenerse y hace bien.
Esta vez los
autores del desaguisado son Itziar Okariz y Sergio Prego. Yo me río leyendo las
vacuas explicaciones del programa y sus interrogaciones “sull’uso delle
convenzioni di genere e la perfomance de la mascolinità”.
Queda mal
decirlo, pero no creo que nadie dude de que el llamado “arte contemporáneo” es
el mayor contenedor de tonterías del mundo, a excepción de la puesta en escena
de la mayoría de las óperas, con su obligada y chirriante “actualización”.
Para no
parecer anticuados, nadie se atreve a decir nada ante las ocurrencias de
cualquier “artista”. Algunas son graciosas: la vaca de tamaño natural que da
vueltas lentamente sobre una vías, como en un tiovivo (los niños deberían poder
subirse a ella); la verja que se despega de la pared y choca violentamente
contra la pared contraria; la manguera que reposa sobre un sillón de mármol y
que, de pronto, cuando uno menos lo espera, parece volverse loca y empieza a
agitarse y a echar agua por todas partes (afortunadamente, está protegida por
paredes de plástico); el rincón donde te invitan a ponerte unas gafas de realidad
virtual y “relajarte” con una especie de espirales de humo que al parecer terminan
en una explosión de colores (yo me aburrí antes del final); las sillas a las
que les han crecido desmesuradamente las patas; las sillas partidas por la
mitad….
Si Venecia
tiene mucho de parque temático, la Biennal lo tiene todo en sus dos sedes para
convertirse en un fatigoso parque de atracciones. De atracciones o de
repulsiones, porque desagradar, provocar, ha sido desde siempre otra de las
funciones del arte (para muchos artistas contemporáneos la única, aunque vivan
en buena medida del dinero público, o por eso mismo).
Pero si uno
no se detiene ante ningún vídeo (qué manía de poner varias mareantes pantallas
al mismo tiempo) ni se mete en ningún cuarto oscuro a tropezar con otros
visitantes despistados, se pasa bien paseando entre los pabellones de Giardini,
con el azul de la laguna asomándose entre los árboles, o recorriendo las
inmensas naves del Arsenal hasta llegar al Giardino delle Virgini, y de vez en
cuando, entre tanta barraca de feria (alguna incluso ingeniosa) descubriendo
alguna maravilla que nos ayuda a vernos mejor a nosotros mismos y a ver el mundo
de otra manera.
Viernes, 21 de junio
QUE ME SIGA QUERIENDO
Salir de casa, dejar atrás la rutina, aunque sea para ir a
una ciudad en el que uno se encuentra como en casa y rodeado de nuevas rutinas,
ayuda a reflexionar.
“Dios, ¿qué
fue de mi vida?”, me pregunto como en el poema de Pere Gimferrer. Pero la
verdad es que, aunque he llegado ya a una edad razonablemente adulta, no me
preocupa demasiado lo que fue de mi vida, sino lo que es, lo que será.
Lo que es
me gusta, lo que será me aterra. Sentado en un banco ante la antigua catedral
de San Pietro, con su inclinado campanile de mármol, lejos del ajetreo de otros
lugares, pienso en la gente que quiero y que me quiere y en cómo protegerles de
los zarpazos de la realidad.
Lejos del
mundo, pero en el centro del mundo, que es donde a mí me gusta estar, abro el
cuaderno y escribo:
Vienen y van
los recuerdos felices
y los más tristes.
De pronto, el estruendo de una escuadrilla de aviones que aparece
sobre los muros del Arsenal y deja una estela verde, blanca y roja, los colores
de la bandera de Italia y de la pizza Margarita.
Sonreímos
la vida y yo. La verdad es que hacemos buena pareja. A ver si me sigue
queriendo y no se va con otro cuando yo no sea más que un aburrido jubilado.
Cristianos, desde esta gruta excavada en la toba volcánica de la Capadocia, en la que habito, observo el paisaje cataclísmico mientras desgrano las cuentas del masbaha y tomo un té de manzana cosa buena. A mi lado, sobre una mesita de taracea, el Alcorán. En los áridos derrumbes y vaguadas no crece el tomillo, ni el brezo, ni la humilde camomila, ni cosa alguna comestible. Mas del mismo modo que las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta..., así espero de la munificencia de Allah que provea mi despensa de lo que es menester para el sostén vital de un converso anacoreta. Pues sucedió que un caso fortuito fue determinante del estado de estupor místico en que ahora me hallo. Fui testigo de cómo un iracundo imán de la Mezquita Verde de Bursa expulsaba del templo a un grupo de españoles que alborotaba mientra los fieles oraban sobre el tapiz. Me guardé bien de que se me confundiera con la piara en desbandada y, pasado el bochornoso incidente, me acerqué al cancel que separaba el espacio de los muslims del de los infieles. Y fue entonces cuando el otrora adusto imán se me acercó con rostro relajado, casi afable, y me preguntó en inglés “Where are you from? Se lo dije, tuve ese cuajo. Y entonces hizo un gesto con la mano y una joven menuda, tocada con hiyab, se me acercó con una traducción del Corán al castellano. Me lo obsequió y lo guardo como oro en paño. Y ya no soy el mismo desde aquel día. Allahu Akbar.
ResponderEliminarQue no vuelvo, no. Martín debe felicitarse por ello, pues el decibelio terso, moscacojonero, se desvanece un poco en este blog (menos mal que les queda el Entrerriano, Lázaro Cárdenas y el noble Castellano) pero la bronca inmisericorde seguirá retumbando en el mihrab. Viva el espasmo, muera la inflorescencia del diente de león, seguirán gritando los patriotas tuertos. Otra vez Allahu Akbar.
Le recuerdo que el símbolo del plomo es Pb, y el del óxido de plomo PbO.
EliminarY a ver si papá le aprueba en este sofocante junio, necesitado anda el solitarios alumno de mimo y ternura.
F a veces es un pesado, un plomo pero un plomo entrañable. No te vayas, F.
EliminarUn beso, vinagrón.
ResponderEliminarEntrar a este espacio y leer hoy la prosa de F. ha sido un deleite, inusual en estilo,en imágenes y el tema, en este caso. Hay brillantes escritores no conocidos y tantos que ostentan Editoriales, tapas y recomendaciones, verdaderamente plumbíferos, que me asombra volver al espacio y encontrar el comentario de Anónimo que desde ya se le puede respetar el gusto pero no el agravio, tirando la piedra y escondiendo la mano tras el anonimato. No me pregunto, me lo dice lo que leo, que la envidia tiene variadas máscaras.
ResponderEliminarOtra razón no le encuentro.
Yo no agravio, solo quiero que quien tanta bilis suelta y mofa ofrece, pague una penitencia proporcionada a su impertinencia sandunguera.
EliminarY si, soy muy envidioso, pero de los buenos escritores, no de los gacetilleros.
Usted, en cambio, no esconde la mano tras el anonimato, sino tras el seudónimo, que es una actitud mucho más valiente. Si lo tiene a bien, me bautizo ahora mismo como Mauro, para parecer casi tan auténtico como usted.
EliminarDon Mauro, usted me lo ha dado en bandeja y sabía que iba a mencionar lo del seudónimo. Le voy a contar algo al respecto. Aquí interesan los seudónimos porque es una manera de identificar a quien comenta más fácilmente y no para conocer su biografía. Tanto Anónimo demora en la lectura hasta que uno lo identifica por su pensamiento.Y en su estilo. Hace aproximadamente un año el señor García Martín manifestó aquí su molestia por tanto Anónimo y en un momento en que los comentarios entre unos y otros cruzaban los límites del buen gusto. Por lo tanto, aunque yo comentaba como Laura, tomé una decisión -y el señor García Martín posiblemente lo recuerde - le envié todos mis datos: Nombre. Domicilio. Teléfono - Fecha de nacimiento. Número de Documento.
EliminarAsí, si lo que yo comentaba se consideraba ultrajante, irrespetuoso, ofensivo, podía tomar las medidas que considerase oportunas para el caso.
A quien debe interesarle si es seudónimo o no es al señor García Martín. Siempre comento como Laura. Puede que haya alguna otra. Puede que usen mi seudónimo para hacerse pasar por mí. Pero seguramente habrá quien, si se ha tomado la molestia de identificarme por los conceptos y los modos, sabrá de quién se trata en cada caso.
Una opinión más: No hay mayor penitencia que la indiferencia. Porque cuando a usted le dedican tiempo y frasecitas,lo único que consiguen es demostrar que usted es importante para esa persona, que usted gravita en su vida, que tiene entidad.
Y si el otro es buen escritor o no lo dirán quienes lo leen. Porque cuando de gustos se trata ya se sabe que hay tantos como personas - casi -. Si quien escribe gusta a unos cuantos, si quien escribe no está ofendiendo, si quien escribe alegra el ánimo o el día, su misión se ha cumplido más allá de que esa no haya sido su intención.
El señor García Martín, sin saberlo, muchas veces ha obtenido mi sonrisa, ha logrado que retornen vivencias felices de mi vida, ha conseguido arrancarme de momentos dolorosos. Nunca lo supo, pero lo digo ahora.Eso es, en última instancia,lo que puede obtener quien escribe cuando lo entrega a los demás.
La envidia es un sentimiento que corroe y lamento por usted que la tenga, aunque yo no lo conozco, porque es un ser humano como yo, y adulto y me apena que a estas alturas de la vida
no deposite la energía en algo positivo que redundará en su beneficio. ¿Que me da pena? Sí, soy sensible y solidaria. Créame, se lo digo con absoluta honestidad.
Doña Laura, ahí le ha dao usté: pura envidia. Sé de buena tinta quién es el emboscado desabrido que se hace llamar don Anónimo (en la tertulia del café se fue de la mui y uno tomó nota) y le aseguro que tenía a su cargo la sección de Necrológicas del diario ABC. Usa chaleco de cincha lumbar y suele calzar zapatos de empeine blanco. Bigotillo recortado tenía, ahora no. Es de edad indefinida pero bien pudo coleccionar Flechas y Pelayos, no por precoz en la lectura sino por longevo (hay maneras de escribir que delatan). Y no le crean que solo es envidioso de los buenos escritores y que desestima a los gacetilleros... Gacetillero fuera él y la felicidad hubiese sido completa. Pero en Necrológicas se jubiló. Y eso marca.
ResponderEliminarDon F-Laura-Sagrario es incansable. Mejor dejarle solo con sus ejercicios de rebuscada prosa.
ResponderEliminarAsí que el rebuscado F. es doña Laura... Qué talento tienes, buen Martín, para identificar por el estilo.
EliminarParafraseando a Picasso, servidor no "rebusca” sino que encuentra. Porque rebuscar es ejercicio de quien tiene carencia de algo y, en lo que a mi respecta, mi despensa vocabularia es una especie de tienda de abarrotes: voy por el pasillo y topo con ristras de vocablos colgados del techo como murciélagos o roscas de chistorra, tal es la plétora en la que me desenvuelvo. Otros, como el buen Martín, se amoldan a una escritura limitada en los términos y corta de imaginación: eficientes cronistas de lo evidente, poco dados a lo fantasioso. Valle versus Baroja en nuestro caso: huelga decir quién es quién en el asunto.
Martín se auxilia de datos que recopila, de apuntes, de referencias a lo ajeno, de citas, epigramas y memorandos. Muy poco de cosecha propia, de talento imaginativo, de fresca inventiva... Una especie de mayordomo riguroso de sus amos eminentes. F. tiene más talento. Seguro.
PS.-Y el que aburre eres tú, como cuando te enzarzas con el bueno de Pepe en tediosas discusiones que nada tienen que ver con la literatura. Eso.
PbS es el símbolo del sulfuro de plomo, o sea del plomo sulfurado.
EliminarBien traído el chascarrillo del que se sulfura, vinagrón.
EliminarMe gusta la escritura de F, y así lo he dicho aquí otras veces. Yo no la calificaría de rebuscada porque no me transmite una sensación de busca y rebusca, sino de espontaneidad y de tropel. Es una prosa fluente y exuberante, y nada engolada, siempre salpicada de expresiones populares.
ResponderEliminarQue moleste al Anónimo es lo natural. El Anónimo lee y declara, taciturno, para sí mismo "yo nunca sería capaz de escribir algo así", una certeza que escuece al pretencioso. Que este llame "plomo" a quien lo desborda con tanta superioridad es pura descripción exacta: lo percibe como un lingote plúmbeo que aplana y plancha su mermada autoestima.
En todo caso, no son los mejores tiempos para la prosa fina. La semana pasada copié aquí un breve texto histórico de Ernst Samhaber, nada del otro mundo, nada complicado, simplemente no-trivial, y me parece que dejó ya algunos lesionados. Este humilde comentarista, que es "de ciencias", cae así en una considerable extrañeza. Venir del mundo de las ciencias más o menos exactas hace que se me escapen creadores nada desdeñables, como los poetas recién revelados José Luis Parra y Antonio Cabrera. Ahí es donde entran en juego Martín y su blog, que me ponen al día. Es muy de agradecer.
Disculpas, Martín: lo que escribí no se ajusta a la verdad.
ResponderEliminarEl que se mofa del universo retrocede como un niño inseguro. Lamentable,Yo que usted me retiraba de una vez.
EliminarSólo los grandes de espíritu saben pedir disculpas.
EliminarHay quienes arrastran su complejo de inferioridad atacando al otro con frasecitas hechas, intentando debilitar a quien envidian, y lo que ignoran es que cuánto más escupen al cielo, más les cae encima.
ResponderEliminarEs su meta, la única meta que tienen los que caminan sobre su piel.
Quiero seguir leyendo a quienes me brindan información, deleite, y disfrutar de su inteligencia, capacidad, razonamiento y sensibilidad.
Y todo esto, más allá de las diferencias que los haga enfrentarse con enjundia, aunque esta los lleve a desbordar. Venga, y sin herirse.
Mi respetuoso saludo, Señor García Martín.
Laura..., deje estar a Funerario Vinagrón: es inofensivo y hasta me cae.
EliminarNo me aclaro, la verdad.
ResponderEliminar¿Les parece, en serio, que Trapiello, Prada, Marias y M. Molina son mejores escritores que el autor de este blog? ¿¿??
Mal vamos. ;-)
Mejor, peor, el mejor, el peor, el segundo por la cola...
EliminarPor Dios, que la literatura no es como el ciclismo.
El escritor García Martín está a la altura de cualquiera de los citados excepto quizás en un aspecto: marketing, promoción, bombo y autobombo.
Mire usted... con todos mis respetos, entre Julian Barnes y Richard Russo no es como el ciclismo. Entre Margerite Yourcenar y Gore Vidal no es como el ciclismo. Entre José L. García Martín y cualquiera de los citados, sí es como el ciclismo. ;-)
EliminarNo sé qué será peor, si darle vueltas al asunto de Cataluña, o que los anónimos comentaristas se entretengan debatiendo el estilo del pertinaz F o, como críos, si este escritor es o no mejor que aquel. Yo, en cualquier caso, estimado bluff, me retiro de la competición.
ResponderEliminarDon Martín, no se me cele, que servidor tiene entre dedos su libro " Las voces y los Ecos". Nada es lo que parece.
ResponderEliminarQué necesidad de este foro tiene el compañero Efe, interviniendo desesperadamente desde diferentes advocaciones. Debería darse cuenta y contenerse.
EliminarYo estoy leyendo con gran interes Las armas y las letras, título curiosamente muy parecido al que usted alude. Me parece extraordinariamente recomendable y me parece muy pueril rechazar a Trapiello con disciplinado furor por su ideología política. De seguir así la memez, cualquier día al levantarnos nos estrujaremos el cerebro para determinar qué desayuno es de izquierdas y cuál ce derechas. Lamentable.
Eliminar¿Habrá Gobierno? ¿será ministro quien quiere ser ministro? ¿Habrá sentencia favorable al entendimiento? España no es sólo Cataluña, y sí, no entro en esa competición. A Prada no lo he leído, a Molina casi nada, a Trapiello una vez, Marías me suena...
ResponderEliminarDe veras nunca leyó a Juan Manuel de Prada? En el libro Lágrimas en la lluvia, explica Juan Manuel que el periodista César-González Ruano no solo prestaba atención a los escritores consagrados, sino también a los menos conocidos y a los marginados. Quiere ver cómo lo dice?
Eliminar""
Ruano desdeña ese elitismo fatuo de quienes encorsetan la literatura en el mausoleo de unos pocos nombres conspicuos y se engolfa en la vindicación de esos otros nombres esquinados o espectrales que el rigor académico arroja a las cunetas del desprestigio. Bohemios con perfil de gárgola, tarambanas que hicieron del ultraísmo una religión herética y malabar, monstruos de huidiza sombra... se concitan en la escritura mercedaria de Ruano hasta adquirir pululación y espesor de enjambre.
""
Made by Prada. Único e irrepetible. (También, lástima, en mis antípodas ideológicas. Pero lo quiero para leer, no para fundar un partido).
A las interesantes preguntas de Jesús les suceden confidencias literarias de no menos relieve. Pero los foros son así, tan crujientes y sabrosos como los aperitivos frente a una cerveza helada: ora una de patatas fritas, ora una de aceitunas.
EliminarMiguel, estoy en las antípodas de tus gustos. Si eso es una muestra de la prosa de Prada, menos lo voy a leer. Me repele. Y no por ideología. Aquí han nombrado el de Trapiello, donde viste de muñeco a Alberti, y esté yo de acuerdo con las ideas o no del autor, ese libro sí lo disfruté. El estilo es el hombre, dicen algunos, y la verdad tiene un sonido propio.
EliminarDicen otros.
Ya me lo figuraba, ya. A mí nunca me seducirá un escritor que narra como narraba mi abuela (y era hábil, prolija), con prosa plana, sin brillo, sin chispa creativa. Prada expande la semántica de los términos, los hace explotar. Y si hay veinte verbos para una acción, elegirá EL redondo. Precisión, algo muy valorado por los que calculamos y medimos.
EliminarNo sé cómo puedes decir que tu abuella era una narradora hábil y plana y sin brillo. ¿Cómo se come eso?
EliminarPero hombre, Jesús, el habla, la expresión, es una capacidad humana tan natural como caminar. Todo el mundo cuenta y narra, y eso es tan meritorio como subir una escalera. La consabida portera puede ser eficaz y hábil contando sucesos, chismorreos y hazañas académicas de sus niños. Pero eso no la convierte en una escritora. Para admirar a alguien como escritor tiene que deslumbrarme, hacerme ver que es capaz de hacer más y mejor de lo que hacen mis amigos cuando me cuentan por carta su viaje. Por eso me anestesian Baroja y Galdós. Cuentan mucho y muy ordenadito (Baroja, ni siquiera), pero lo cuentan igual que mi querida abuela.
EliminarAy, Miguel, no nos vamos a entender. Si por los lazos del demonio nos encarcelan en la misma celda, yo voy a tener que leer en voz baja a Baroja o a Galdós, y tú, también en voz baja, a... quien tú quieras. Pero tú y el comentario de Martín más abajo, me hacen recordar lo que escribió Borges de La Mil y Una Noche, que era literatura que nació en los albañales. Y si no recuerdo mal, también corre otra teoría que señala que los más grandes escritores se criaron con hábiles mujeres narradoras (orales). Una exageración, seguramente.
EliminarPara Miguel:
ResponderEliminarCon Prada he tenido desde el principio una extraña relación: leía una de sus novelas, me aburría hasta la decepción, y sin embargo estaba pendiente de la siguiente entrega, como una fan quinceañera. Y así sucesivamente, hasta que "La vida invisible" me colmó por fin las expectativas. Novela muy hermosa, con un prólogo bellísimo, de los más luminosos que han caído en mis manos. Se la recomiendo vivamente a los amantes de la buena literatura. En cambio su última obra, "Lucía en la noche", me ha vuelto a decepcionar, se pierde lamentablemente en el circunloquio vacío, apoyado en un andamiaje carcomido por los excesos con la gubia y el formón.
Como columnista, diría que ofrece una prosa impecable que para si querrían muchos envanecidos escritores.
Amo a Borges, ergo "tendría" que gustarme Prada.
ResponderEliminarY por qué no ama más a Andrés Trapiello (Manzaneda de Torio, León, 1953)?
EliminarA. Trapiello es un buen escritor; he leído su Al morir don Quijote y sería necio no reconocerlo.
ResponderEliminarSi se permite a un humilde químico, voluntarioso lector, invadir estos sagrados ámbitos y largar opiniones, sin que se sigan imputaciones de allanamiento, diría que, si ama a Borges, a Hipólito debe agradarle Prada. La gran diferencia está en la sobriedad y en la elegancia suprema, signo del argentino. Prada es tan volcánico, le mana tanto la invención, que a veces hay que detenerse, tomar aliento y recapitular de qué se está hablando. Los otros grandes latinos, para mi gusto, son Gabriel García Márquez, creador por si solo de toda una mitología, y el genial, inolvidable cubano Alejo Carpentier. Los Pasos Perdidos es una de las novelas más hermosas que he leído en toda mi vida. Para los melómanos, además, un regalo insuperable.
ResponderEliminarDe Trapiello no digo nada porque no sé casi nada. Hice dos intentos que terminaron en sendos abandonos. ¿El motivo?: sí, el de antes, el citado "abuelismo narrativo".
Creo que el estilo cervantino de Trapiello no debe descalificarse como abuelismo narrativo. Le recomiendo, por ejemplo, que lea una de sus ya muchas entregas del Salón de pasos perdidos, obra encomiable, o su desbordante poesía. Y luego debatimos.
EliminarSospecho que, si coincido plenamente con Miguel el Entrerriano en lo que se refiere a la defensa de las libertades civiles y los derechos democráticos, no lo hago tanto en lo que se refiere a la literatura.
ResponderEliminar1/ Es falso que todo el mundo sepa narrar oralmente. Hay grandes narradores orales como hay grandes narradores por escrito. Hablar bien es un arte, el primer arte, el que dio origen a los estudios retóricos.
2/ Sospecho que Miguel el Entrerriano, al contrario que el Juan de Mairena machadiano, encuentra más poética una expresión como "los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa" que el simple y llano "lo que pasa en la calle".
3/ Para mí la literatura no tiene que ver nada con el "utilizar todas las palabras del diccionario", sino con utilizar las palabras precisas, ni una más ni una menos, y mejor no sacadas del diccionario (donde todas huelen a naftalina).
4/ Juan Marsé se burlaba de "la prosa sonajero", pero a mucha gente le deslumbran los abalorios y las cuentas de colores.
5/ A Juan Manuel de Prada muchas veces la expresión le queda grande, una sintaxis con muchos meandros, un vocabulario muy exhibicionista y pocas ideas y a menudo erróneas.
Esta es mi opinión. No siento cátedra (aunque sea mi deporte favorito).
Por cierto, cuando yo era amigo de Prada (y él era muy joven) se me quejaba: "Es que a ti quien te gusta es Juan Bonilla". Y tenía razón.
Es viejo de años este debate con Martin.
ResponderEliminarNo todo el mundo es rapsoda, pero todos saben, mudos aparte, referir y contar su día, su accidente, su viaje, su denuncia. Listos estaríamos sin el don de contar y referir.
"Los eventos consuetudinarios" es la anti-poesía y la anti-creación, una frase molde que exime a los vagos de idear. Yo no admiro que se escrute y agote el diccionario, sino que estoy por huir de la expresión trillada como del diablo. Estoy por la ideación, la creación, la invención fértil, el feliz hallazgo. Marsé no creo que abundase en estas virtudes (recuerdo Últimas Tardes con Teresa), quizás por eso se burlaba. Y no se trata de "sonajeros" (qué diría de Rubén Darío) sino de originalidad, contundencia y precisión expresiva. Todos (nos) contamos historias. Para mí importa más el modo de contarlas que lo contado.
Es verdad que el alud inventivo de Prada a veces tropieza consigo mismo y produce atascos. Pero no es exhibicionismo optar por el vocablo certero, por la palabra idónea. En las novelas lo suele controlar mejor, evitando la saturación de aciertos y hallazgos brillantes.
Estos debates son seguramente obsoletos y también estériles, Martín lo sabrá mejor que yo. Cada cual disfruta con aquello que mejor encaja con su psicología.
Miguel, por lo menos estamos de acuerdo en Borges. Y creo que Martín también. Y hablando de argentinos, José Hernández y Ernesto Sábato no sé qué te parecen. Y si pasamos a México, ¿qué dices de Rulfo, ese autor que las malas lenguas dicen que dejó de escribir cuando se le murió el abuelo? Y de Kafka. No quiero abusar de tu paciencia; te lo pregunto porque, aunque diferimos en gustos --no sé si en psicología-- me interesa tu forma crítica de abordar a los autores y sus obras.
ResponderEliminarHay un libro cuya lectura recomiendo con entusiasmo a todo aquel que se interese por, recordando a Gil de Biedma, cómo se hace para hacer un buen poema (o relato, o lo que sea: escribir del mejor modo posible).
ResponderEliminarSe trata del "Cuaderno de Escritura" de Carlos Pujol, que hace unos años publicara Pre-Textos.
Allí pueden leerse cosas como éstas:
"El estilo ideal es el que parece único, originalísimo, nuevo, utilizando las palabras de toda la vida, las humildes palabras que son el fondo del idioma. Esto no es un imposible, sino el secreto de la personalidad".
"Un escritor no existe porque haya gente que hable bien de él, sino porque sabe hablar muy bien de lo que es la gente".
"La poesía es la expresión esencial de las cosas. El que se lo toma como una forma adornada de escribir va listo".
"Una prosa puede (y quizá debe) ser divertida, pero mejor que no sea un circo".
(Aquí yo añadiría que la razón de esto, que es la sensatez misma, es que en lo circense siempre hay un componente de exhibición, que es lo más contrario a la literatura. Es del lector -de cada lector-, recuérdese, no de uno mismo, de quien hay que hablar).
"La variedad es importante en el estilo, pero si ha de ser a costa de rebuscamiento es preferible repetirse cien veces".
Y muchísimas otras cosas.
Un libro, lo digo en serio, que vale, bien leído, por muchos de esos cursos o talleres de literatura (o de "escritura creativa") que tanto proliferan últimamente.
"Cuando yo no sea más que un aburrido jubilado".
ResponderEliminarJubilado, vale. Hasta "viejo gruñón", no digo que no. Pero lo de "aburrido", tendría que verlo para creerlo.
Y, aun viéndolo, no sé si lo creería.
No abusas de mi paciencia, Jesús, es un placer debatir incluso cuando se disiente, o especialmente en ese caso.
ResponderEliminarPasé mi pertinente pasión por Kafka allá en la juventud. Cuando la vida y el mundo se perciben como encerrona --casi siempre-- Kafka es un autor de referencia. Pero es mucho lo que se nos escapa de las manos al leer traducciones (yo no sé alemán). José Hernández es ya como patrimonio nacional. Pedro Páramo es una de las novelas más extrañas e inclasificables que he leído, pero no me dejó un gran poso mental, a pesar de su paternidad detectable (incluso para un profano) sobre la obra de García Márquez. Sábato me gusta por el fino trazo de la psicología de sus personajes, no por su estilo, más bien indiscernible, o que yo no capto. El estilo, esa huella digital, es muy importante para mí. Cuando uno lee, sin saber el autor, a Umbral, a Quevedo, a Montaigne, a Céline, a Prada, a Valle-Inclán, enseguida está en disposición de afirmar "Pero si es Tal!!". El autor sin estilo fracasó en construirse como personaje singular, identificable por su escritura.
(Por cierto, yo no dí con ningún "estilo cervantino" en lo poco que vi de Trapiello. Estará, imagino, en el Quijote que tradujo; sólo faltaba).
Si, desde luego de AT se nota que ha leído muy poco.
EliminarGracias, Miguel. Kafka es muchas cosas, muchas puertas que dan a la nada. Después de él, la literatura son espejismos. El cuento El artista del hambre, no leído en alemán, es el caso opuesto al de Martín. La comida y la palabra en ciertos idiomas y frases comparten significado. Martín en las palabras saborea la posteridad. El personaje de Kafka la repudia, no le sabe a nada. Bueno. Después de este cuento no se puede hablar de ningún otro, aunque se llame Pedro Páramo.
ResponderEliminarLas florituras de estilo no son ni toda la literatura ni lo mejor de la literatura, Miguel. Los estudiosos de la retórica (el primer estudio del arte literario) distinguían tres partes en un discurso: la inventio, la dispositio y la elocutio. También en la obra literaria hay tres partes: la inventio (la documentación sobre el tema, el acarreo de materiales, el conocimiento del mundo sobre el que se habla,las experiencias previas. etc), la dispositio (cómo se cuenta la historia, quién la cuenta, por dónde se empieza, etc) y la elocutio (el registro de estilo --bajo, medio o sublime-, las palabras concretas, sencillas o rebuscadas, que se utilizan). Algunos consideran que solo este último aspecto, lo que podríamos llamar superficialmente "estilo", es lo que caracteriza a una obra literaria. Por eso dicen que a Kafka hay que leerlo en alemán. Yo, por el contrario, creo que lo literario es lo que se mantiene en una buena traducción. Por eso Baroja es un gran novelista (aunque no en toda su obra: su decadencia empezó pronto, en torno a los años 20) y Gabriel Miró no lo es (aunque sea un gran escritor), por eso Marsé es uno de los novelistas más notables de su tiempo y Umbral un mediocre novelista (aunque grande en otros aspectos).
ResponderEliminarCervantes, ya lo decía Azorín, no era un estilista, escribía a la pata la llana; a los estilistas de su tiempo --como a los hermanos Argensola-- hoy no los lee nadie.
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ResponderEliminarPero nos ha dado tiempo a descubrir que escribiendo con el seudónimo de Antonio P, el pedagogo Miguel (por cierto, nada pedante) también es amante de los juegos que abomina de otros. Cosas, casos y cositas.
EliminarPues sí, señor anónimo, algo hemos descubierto, pero no es lo que usted cree, sino justo al revés. La cuenta de acceso registrada es la de "Antonio P", ¿no ve el nombre en color rojo? Ese es el acceso principal, y el seudónimo sería el de Miguel. Lo que quiere decir que desde la misma cuenta varias personas acceden a la Red.
EliminarGracias por las explicaciones, Martín. Totalmente de acuerdo en que Umbral no sabía escribir novelas y en que Miró, un escritor notable, tampoco. No tan de acuerdo en que Marsé sea un novelista notable o en que Cervantes no sea estilista. Yo creo que su ironía y el fingido engolamiento expresivo de muchas de sus frases largas lo hacen bien reconocible.
ResponderEliminarPero vuelvo a la cuestión central. La poesía es un don precioso, o un arduo aprendizaje, pero insisto en que la mera capacidad expresiva es una dotación genérica de los humanos y que el escritor, si así se le ha de considerar, EN ALGO tendrá que diferenciarse del relatador o referidor ordinario y cotidiano. Por eso la preferencia por tu parte de la "prosa llana" y la evitación de las "palabras raras" me parece grave y muy peligrosa. Sabes perfectamente que hay sinónimos semánticos, pero NO HAY sinónimos literarios. "Ardiente", "caliente", "estuoso" y "abrasador" podrán figurar como sinónimos semánticos pero NO SON literariamente sinónimos, puesto que despiertan diferentes asociaciones, sensaciones, emociones y connotaciones en el lector. Mentira parece que yo, un químico, un discípulo de Lavoisier, esté dando estas explicaciones a un magnífico poeta, García Martín, un discípulo de Quevedo, en una estuosa tarde de junio. Hasta avergonzado y petulante me siento, sin serlo un ápice.
En mi primer comentario, referido al columnista Ruano, donde yo explicaba que "Ruano prestaba atención a los escritores marginales y menos conocidos", Prada lo expresaba afirmando que "Ruano se engolfa en la vindicación de esos otros nombres esquinados o espectrales que el rigor académico arroja a las cunetas del desprestigio". Es más que evidente, o sea, el siguiente grado de lo manifiesto, que Prada y yo no estamos diciendo lo mismo, y que la riqueza de connotaciones de la expresión de Prada no tiene nada que ver con el raquitismo enclenque de mi "prosa llana". La frase de Prada va a despertar en el lector toda una ventisca de connotaciones y emociones que estarán ausentes de mi enunciado. (¿Hace falta decirlo?)
Por lo tanto, Martín, vivan las palabras raras y viva la riqueza de connotaciones que el lenguaje transporta. Y vivan los diccionarios atareados y activos.
A Prada le diría Cervantes (por boca de uno de sus personajes): "Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala". A mí la frase de Prada me parece enfática y ridícula, se ve que tenemos distintos conceptos de lo que que es la literatura. Sospecho que tú está más cerca de Fray Gerundio de Campazas que de Cervantes, que se burlaría del redicho y recargado Prada (no siempre: a veces acierta) como se burlaba y parodiaba la prosa de los libros de caballerías. Pero, en fin, para gustos se hicieron colores: hay a quienes Azorín les parece pobre y se quedan con Castelar.
EliminarNo, Miguel, o Antonio, el escritor ha de confundirse con el "relatador referidor ordinario y cotidiano". Céline lo hizo (presumía de que sus puntos suspensivos captaban el traqueteo del lenguaje de todos los días); Cervantes, más cercano a Sancho, también lo hizo con su narrador, lenguaje hablado. Otra cosa es que don Alonso hablase como escribieron los novelistas de caballería andante. La lengua, escrita o hablada, esta viva y diciendo algo o está muerta y dándose tono. Puede ser bella como un gallo o fea como un grillo, pero si está muerta, si es pura ornamentación, da igual si es fea o es bonita.
ResponderEliminar"Si algún hombre ambicioso quiere promover de un golpe una revolución en el mundo entero del pensamiento, de la opinión y del sentimiento humanos, no tiene sino que escribir y publicar un pequeño librito: MI CORAZÓN TAL COMO ES. Pero ese librito debiera cumplir lo que promete. Escribirlo, ¡he ahí la gran dificultad!; ningún hombre podría escribirlo, aunque osara. El papel se abarquillaría bajo los puntos de su pluma de fuego." Escribió Poe, otro estilista, pero qué estilista. El hombre que oyó el corazón del gato y construyó con la literatura un cuadro memorable, no conoció a nuestro autor: José Luis García Martín. Mi maestro en esto de la escritura. Sus diarios, este blog, es el de una persona que muestra su corazón tal como es, y además es inteligente, erudito y tiene buen estilo. Pero no del todo, no del todo muestra su corazón. Hay que leerlo entre líneas. Entre los tres escritores españoles actuales hay tres de mi interés, Martín (maestro al que pienso superar), Karmelo C. Iribarren y Roger Wolfe. Lo demás, como alguien escribió hace tiempo, es paisaje.
ResponderEliminarLeo dos sentencias de Martín y estoy a punto de rodar por el suelo. Una: las palabras empleadas en un escrito han de ser las precisas (!), ni una más ni una menos (primer amago de vahido). La otra: aquellas, mejor que no se extraigan del diccionario (episodio leve de lipotimia).
ResponderEliminarVa a resultar que la literatura no es un arte sino que ha de considerarse entre las ciencias exactas y, consecuentemente, una coma mal puesta pudiera suponer un desbarajuste semejante al de otra coma -esta matenática- también dislocada y dentro de una cifra con decimales. Y lo de que las palabras mejor no sacarlos del diccionario me parece un canto al neologismo rebuscado. Lo que se compadeceria mal con ciertos remilgos recientes, dirigidos a un presunto rebuscador de mucho fuste.
Tila, por favor.
Hay una anécdota, que creo haber contado ya aquí, de Juan Ramón Jiménez, que insistía a un grupo de poetas jóvenes, en una visita que éstos le hicieron en su domicilio de Madrid, en la necesidad de buscar siempre la palabra exacta para decir lo que se quisiera decir (ya antes, Flaubert había insistido una y otra vez en el "mot juste", o Rilke había hecho decir a un personaje de su "Malte Laurids Brigge", aquello de "era poeta y odiaba lo impreciso").
EliminarUno de ellos le replicó (sin duda, desde el punto de vista de cierto simbolismo más o menos francés): "pero es que nosotros no queremos encontrar la palabra exacta, sino la aproximada". A lo que JRJ replicó a su vez: "Ah, pero es que ésa también hay que encontrarla. Y exacta".
Más: en su conocido prólogo a los poemas en prosa de "El spleen de París", Baudelaire dice que "el más grande honor del poeta es hacer exactamente lo que se había propuesto hacer".
Respecto al diccionario como fuente, es tema para mucha discusión. Yo resumiré mi opinión diciendo que, para un escritor consciente de su oficio, una palabra no es sólo su escueta definición, sino un nudo en que se encuentran toda una serie de asociaciones personalmente conocidas, y aun vividas. Y que eso falta en una palabra sacada del diccionario, que carece de esas asociaciones (para nosotros), por no formar parte de nuestra experiencia de la lengua, y aun de la vida, en la medida en que una y otra cosa sean separables. No es por tanto un ser real, sino su imitación, su estatua. Y eso se nota, y no precisamente para bien.
Ahí está el detalle (Cantinflas dixit): las asociaciones ideales, el mundo de sugerencias que existe detrás de cada palabra: tantas como personas escriben o hablan. Y esos mundos son personales e intransferibles, huelgan los "ajustadores" y demás árbitros de la elegancia.
EliminarA Bretón, Tzara o Elouard les iban a ir con el rollo de la palabra ajustada, monosémica... Y qué decir en el caso de Borges, que dice "hondo fusil", aunque salte como un resorte un ajustador que le objete que ese adjetivo le cuadraba mejor a un submarino o a un batiscafo. Borges inconmovible, terne, personal, incorruptible.
Debiera resultar obvio que despojar a la literatura del glorioso ejecicio de la creatividad habría de contribuir a que el mundo fuese más hosco, más feo y mucho más aburrido. Imperdonable.
¿Quién es el guapo que está en condiciones de dictaminar sobre la palabra "justa"?
EliminarAbsurdo del todo.
"eso falta en una palabra sacada del diccionario, que carece de esas asociaciones (para nosotros)". ¿Y quienes somos "nosotros"? ¡Como si todas las palabras causasen las mismas asociaciones en todos nosotros! Ni mucho menos, amigo, ese es un error de gran bulto. El diccionario, y el lenguaje, lo usamos muchas gentes de muchos pelajes. Lo que para unos es un ladrillo muerto, para otros será como una libélula de tornasol. Siempre queriendo uniformizar o incluso uniformar deformamos el mundo real.
EliminarParece que JE no comprende demasiado bien lo que se le dice. "Nosotros", obviamente y en ese contexto, significa "cada uno de nosotros", ya que "nuestra experiencia de la lemgua, y aun de la vida" es naturalmente individual. Precisamente las palabras sacadas del diccionario son las que, a falta de esas asociaciones vitales, y por tanto personales (que la vida es cosa de personas), sólo podrán ser bienes mostrencos.
EliminarRespecto a lo que me dice F., "quién es el guapo", etcétera, ya lo he contado antes: Flaubert, Baudelaire, JRJ, gentecillas así. En la práctica, nuestro propio instinto, si lo tenemos, que nos dirá en cada momento cuál es la palabra, ésa y no otra, que dice precisamente lo que en ese punto pretendemos decir.
Quien piense que eso, ese instinto y lo que él pide, es cosa inexistente, lo que en realidad está diciendo, a mi modo de ver, es que cualquier palabra que signifique aproximadamente lo que intenta decir en ese contexto le vale; o, en otros términos, que carece de sensibilidad personal para la lengua, que escribe por receta. Y por ese camino no se va muy lejos.
Pues sí, cultureta F., el diccionario (que no lo han hecho unos gramáticos que a veces no se enteran de la misa la media), cualquier diccionario está lleno de palabras muertas. Las palabras vivas están en la boca de los hablantes y en la pluma de los buenos escritores. Todo diccionario es un diccionario de autoridades y las autoridades son los hablantes y los escritores.
ResponderEliminar"¡Esa palabra no está en el diccionario!", le decía su corrector a Unamuno. "¡Ya la pondrán!", respondía don Miguel.
Señor García Martín, lamento leerle una palabra que ofende. Después llegan respuestas de personas heridas en su dignidad, y le devuelven el cumplido. A veces se espera de alguien como usted que tenga otra altura en su lenguaje. Ocurre cuando, lamentablemente, hay quienes tienen el defecto de idealizar. Sucede en el amor como en cualquier otra área de la vida.
EliminarY usted se enoja y elimina todos los comentarios de una Entrada ( como ha sucedido no hace tanto tiempo) y es contradictorio con el aviso "su comentario será visible luego de la aprobación" Usted primero aprueba y luego elimina y sin embargo, es el dueño del tiempo necesario para decidir.
Ultimadamente (sic) compruebo estos hechos. Y me apena, sí, reconocer que de usted esperaba que no descendiera a la mediocridad. Mi idealización - reconozco que eso me sucede con frecuencia para mi desgracia - esperaba de quien tiene formación, cultura, prestigio, reconocimientos, que meditara unos cuantos minutos antes de responder y publicar.
A todo lo que aquí se ha comentado sobre lo bueno, lo malo, lo desechable, lo ileíble, lo extraordinario, le cuento como una anécdota y nada más, mi opinión sobre los críticos de cualquier rama del Arte: Uno como observador de una pintura, como lector de poesía, o novelas o lo que fuese; como escucha de una composición musical, hace, en última instancia, lo que le viene en gana y decide para sí si lo conmueve o no, si lo emociona o lo aburre...
De los críticos sólo tomo nota del Titulo, del Autor, de la Editorial.De lo recién publicado. De lo que puedan opinar sobre todo lo anterior, lo dejo de lado. Porque en los críticos pesa también lo que en todos. lo tan personal como el gusto y este tiene mucho que ver con lo que conmueve, lo que da placer, lo que aburre. El dinero puesto para la difusión en los medios harán lo suyo, como sabemos. Nosotros, con nuestras vivencias, seremos deleitados por aquellos resonadores que despiertan las palabras, los colores, los sonidos.
Si les interesa, nombro este libro de Ivonne Bordelois: "La palabra amenazada"; 3a edic ampliada, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2016
Y le dejo aquí algunas del libro mencionado :
“De la palabra nacen el espíritu crítico y la inspiración creadora; de la palabra nace el juego, el poema, el canto y el amor; de la palabra nacen la memoria y el conocimiento; de la palabra nace la libertad.”
Libertad, sí la libertad de crear, de generar los propios moldes para la creación.
No entiendo nada, Laura. "Cultureta" me parece una definición muy adecuada para F. (y no solo). Para mí "cultureta" es persona que va de culto sin serlo, alguien que dice "Bilbado", por ejemplo, alguien también que utiliza un diccionario de sinónimos (por ejemplo) para "enriquecer" su estilo.
EliminarLaura, dele recuerdos afectuosos a su progenitor, Fetrarca, y dígale que no convierta este blog en su medicina, no vaya a ser que una inopinada sobredosis lo arroje al psiquiátrico.
EliminarJajajajaja... Qué razón tienes, Msrtín, cómo me conoces. Pero tiene más el noble Castellano.
EliminarSeñor García Martín "cultureta" tiene connotación despectiva y aunque para usted sea nimia, para otros no lo será.. Y de ahí mi comentario cuando surgen respuestas del aludido y de otros que le darán su connotación y se va convirtiendo la Entrada en respuestas de idas y vueltas que a unos hiere y a otros les va de paso. Sin ninguna necesidad. Hay que respetar a cada uno que se acerca a su espacio. Y no me dé ejemplos que no los necesito porque los conozco. En cuanto al resto de lo que escribí espero lo haya entendido.
EliminarLo de Bilbado es casi una grosería, por lo bobalicono y manido del chaacarrillo. Bilbado te deba yo...
EliminarSobre el primer "no", claro: "que lo han hecho unos gramáticos"
ResponderEliminarHay un chiste reciente, que las autoridades docentes planean ya unos exámenes de selectividad exclusivamente orales, para cuando llegue la generación de chavales que no sabrán escribir. Digo yo que habrá un término medio entre los escritores que de puros cultos son cansinos y difíciles de leer y los tan llanos tan llanos que para eso te lees la página de sucesos o la necrológica o los ecos de sociedad. Siempre exagerando no vamos a ningún sitio.
ResponderEliminarVoy a ser preciso, Justo Ecenarro: ese chiste (ese temor) de que llegue una generación de chavales que tengan que hacer exámenes orales porque no sepan escribir es una tontería. Repito: una tontería: entre los chavales de hoy son muchos más que hace cincuenta años, y no digamos, cien años, los que saben escribir perfectamente (y no digamos las chavalas, a las que no hace tanto se las dejaba fuera del sistema escolar lo más pronto posible).
EliminarOtra tontería: que a hablar bien no hay que enseñar y sí a escribir bien. No necesitamos aprender el lenguaje coloquial, pero sí los otros registros. El arte de hablar en público es tan necesario hoy como en tiempos de Pericles. Y también en el lenguaje escrito hay diversos registros, y el más rebuscado no tiene por qué ser el mejor.
Si tienes que pedir socorro, a ver qué palabra empleas, si la buscas en el diccionario.
ResponderEliminarF no es un cultureta. Es un autor (o autores) culto que no sabe aprovecharlo. Eso le pasa por leer a Prada. Dime de qué te alimentas y te diré...
Y sí, palabras metidas en un sombrero y sacadas al azar por un mago pueden dar lugar a un conejo verdadero. Eso también ocurre. A veces.
Yo creo, Jesús, que sí es un cultureta (puedo equivocarme) y que no es el único.
EliminarPocas discusiones hay tan inútiles y bizantinas como las de arte (sobre todo moderno) y literatura. Sesenta comentarios después, el hilo no alcanza ninguna conclusión aceptada y las posturas se mantienen igual de tercas. Era previsible. Aquí sigue mandando el refrán "sobre gustos no hay nada escrito" (que debe ser "sobre gustos es sobre lo que más se ha escrito").
ResponderEliminarDebatir sobre temas de estética no es lo mismo que debatir sobre gustos. En esto último, allá cada uno con el suyo.
ResponderEliminarY la frase "sobre gustos no hay nada escrito" creo que habitualmente se entiende mal. Me parece que lo que quiere decir es que "no hay nada legislado", esto es, que no hay leyes que nos digan lo que debe gustarnos o lo que no.
¿Cuáles son los temas de estética? Si sobre estética hablar es lo mismo que de gustos. Vamos , Martín, qué rigidez..Pareciera que de Arte no conociera, y lo que las modas hacen. Caemos siempre en lo mismo, ¿a quién le gusta algo o no?Pero cómo es posible discutir nada menos sobre "estética". Lo maravilloso, magnífico,estupendo, hermoso, lindo, bonito, es para unos lo que no es para otros. Epocas, generaciones, determinan la estética. Hay pinturas que no las tendría en mi casa a no ser para venderlas y obtener buen dinero. Seguramente están en un Museo y hay quienes intentan robarlas ( para hacer plata)y otros escriben sobre ellas, lo que los emociona, la perfección, lo que significan, lo que quiso decir con ella...
EliminarNo hay posibilidad alguna de restringir lo que es bello o no.
Estética..¿Bajo que preceptos, leyes? ¿Escritas por quiénes?
¿Hombres? Bah, ¿Y ¿Quién les ha otorgado ese Don?
Pero el buen gusto existe, igual que el mal gusto, sobre todo en lo que a manifestaciones artísticas se refiere. Una cosa es ejercer el derecho a opinar y otra muy distinta acertar.
EliminarPara el Anónimo: Opino porque tengo esa libertad.Si acierto o no, no me interesa, no me preocupa. Acertar:"Cosa cierta". "Cierto": Conforme a la verdad. (Diccionario Ma. Moliner) ¿Y qué es la Verdad? ¿Vamos a filosofar?¿Cuántos filósofos hay a través de los tiempos, unos en contradicción con otros sobre un mismo tema? La verdad es tan infinita que se reduce a lo que es para cada uno. Especialmente en estética
ResponderEliminarNecesito que me den ejemplos concretos de lo que es de "mal gusto", sea en fotos, pinturas, esculturas o lo que sea. Es decir,en manifestaciones artísticas.
ResponderEliminarRecopilatorio de desastres martinianos de esta remesa que ahora acaba:
ResponderEliminar-¿Cómo se las arregla Martín sin acudir a las palabras colgadas en el diccionario?
-Dice él que Cervantes escribía a la pata la llana. ¿Ignorará -por lo mejor- el discurso de don Quijote a los cabreros, o -por lo peor- los engolados y truculentos sonetos que abren marcha en su novela más señera?
-Una manera de operar nuestro polígrafo: "Entérese, Celedonio, de que Fernandito Escosura es el violador de la Argañosa que, además tiene a la abuela encerrada en el desván y la alimenta a base de comida para gatos. Claro que me puedo equivocar..., pero no creo".
PS.- JLGM se parece más a Mendel el de los libros que a su inventor. Lo que va de un archivero a un artista. Pero sus temerosos aduladores no le dejan ver el panorama.
-
"Temerosos aduladores", Laura, es una prueba de mal gusto. Es confundir los términos. Aquí lo más que abunda, y en poca cantidad, somos los admiradores, y por lo que veo, no temerosos.
EliminarMilagro bLAS no nombra los relatos introducidos en el Quijote, un libro que se lee, en conjunto, como si fuese una carta. Si hablamos de comida, cosa más sólida que las palabras, se sabe cuando el alimento es pesado o está podrido. En fin, me voy arriba. Quizá comente el mal gusto de Pablo Iglesias queriendo ser ministro, aunque tiene buen sentido el que no haya pedido todavía ser Presidente en lugar del presidente.
No me refería s los presentes, don Jesús.
EliminarQué lectores tiene uno, Dios mío, o al menos que comentadores. Paciencia y barajar.
ResponderEliminarAnónimo Ardura: son los lexicógrafos que hacen los diccionarios los que acuden a las palabras que usa la gente y emplean los escritores. Ya hubo grandes escritores de la lengua castellana, y de cualquier lengua, antes de que se compilara el primer diccionario. Shakespeare no sacó sus palabras de ningún diccionario, son los diccionarios los que se nutren de Shakespeare.
Y ya Azorín se burlaba de los culturetas que confunden las parodias de Cervantes en el Quijote con ejemplos de gran estilo a imitar.
¿Cómo carajo es que porque un escritor de hoy admire el estilo -nada a la pata la llana- de Cervantes se vaya a seguir que lo pone como ejemplo a imitar? ¿Es que estamos todos locos o no alcanzamos a entendernos ni en las cosas elementales? ¿Qué tontería es esa de que se debe prescindir del diccionario, si en él estàn todas las palabras, las resobadas y hasta las novísimas, estas últimas tantas veces con dudosa oportunidad?
ResponderEliminar¿Qué especie es esa de que se tilde a alguno de cultureta porque guste de usar de un vocabulario peculiar, coherente con el estilo y la personalidad del escribiente? Un crítico literario tiene que saber discriminar los derivados de la consulta ignorante del diccionario de los que provienen del libérrimo gusto del autor, so pena de que lo tomen por caprichoso o carente de rigor. Si existen autores que tienen que recurrir al diccionario de sinónimos y antónimos para escribir algo decente, se les ha de notar de sobra por la tosquedad de lo que escriben. Y esa sacralización de "lo que habla la gente" es absurda, máxime en un país tan mal hablado como es este. No es necesariamente arte aquello que gusta a la gente ni la buena literatura la que agota edición tras edición.
Qué sería del plomo derretido sin Terapia Arcadia (se admiten meriendas)?
EliminarHola: Me permito entrar en este abigarrado blog y de profundos contenidos, tan solo para comentar mi duda, por si el señor Martín tuviera a bien aclararla.
ResponderEliminarSe trata de los dos últimos párrafos de la sección "Revelación de Secretos" publicada en el decano de la prensa gijonesa.
"El estruendo de una escuadrilla de aviones...que deja una estela verde, blanca y roja, los colores de la bandera de Italia y de la pizza Margarita" "Sonreímos la vida y yo".
Pues bien, la duda que me ha dejado intrigado es si esa felicidad deriva del recuerdo imaginario de una pizza Margarita, o del patriotismo italiano y sus estelas de humo abanderadas.
Ahí queda la duda, por si pudiera resolverse.