Sábado. 10 de marzo
AIDA AMBOU HIDALGO
No
conozco mejor modo de viajar en el tiempo que los números atrasados de
cualquier periódico. Hoy, al azar de una aburrida tarde de sábado, tropiezo con
un ejemplar de Mundo gráfico
correspondiente al 29 de abril de 1936, En la portada, una mujer de ojos
sonrientes sostiene a un bebé de mirada triste sobre el siguiente texto:
"Esta niña, cuyos padres se conocieron en la revolución de Asturias, ha
nacido en Moscú, durante la estancia de los refugiados españoles de Octubre en
el país de los Soviets".
Acaban de volver a Madrid casi un
centenar de esos refugiados. Dos de ellos, Laureano Argüelles, maestro de
Oviedo, y Manuel Fernández Valdés, estudiante de Magisterio, cuentan su
historia. Fernández Valdés fue el primero en refugiarse en Rusia, tras un viaje
no demasiado fácil:
––Desde Oviedo pude llegar, huido,
hasta Vigo. Y allí embarqué en un buque de cabotaje. Tenía que dormir en la
carbonera. Llegué a Swansea, fui después a Londres, de donde seguí a Folkstone
para embarcar camino de Boulogne-sur-Mer. De allí a París y luego en avión a
Rusia. Tardé dos días y medio desde Francia hasta Moscú. Llegué el 7 de
diciembre. Hacía un frío terrible, doce grados bajo cero. Al día siguiente de
mi llegada tuve una dramática impresión: el entierro de Kírov. Este jefe
comunista había sido asesinado por un individuo expulsado del partido.
Presencié el fúnebre desfile, severo e imponente. Vi pasar a Stalin, en cuyo
rostro había una expresión de fuerte dolor reconcentrado. Una muchedumbre de
obreros presenciaba silenciosamente el paso del entierro. En sus caras se
reflejaban la energía y la entereza, como queriendo decir a Stalin: "Nada
altera en nosotros la fe en los destinos del proletariado; estamos aquí,
dispuestos a seguir la tarea". No olvidaré nunca aquel cuadro dramático
del entierro de Kírov.
Tampoco lo olvidarán nunca, pienso
yo, la mayor parte de los jerarcas rusos que asistieron a ese entierro: aquel
asesinato –quizá ordenado por el propio Stalin– marcó el comienzo de las
grandes purgas.
––Entre los refugiados los había de
todas las tendencias: socialistas, sindicalistas, comunistas, anarquistas.
Todos han vuelto bolchevizados. Lo que pasa es que no hay necesidad de hacer
expresión de esa –para muchos– nueva fe, ya que, como es sabido, ahora se va en
España a la unificación de la clase trabajadora. Es más, algún compañero de los
que conmigo han estado allá me manifestó su deseo de hacerse comunista. “No –le
dije--; puesto que tú eres ya un convencido, tu papel está ahora en convencer,
dentro de tu mismo partido, a los demás.
Y luego explica quién es la niña que
aparece en la portada de Mundo gráfico.
–-Ha habido también un nacimiento:
el de la nena del camarada Juan Ambou y su compañera Mercedes Hidalgo. Lucharon
los dos en Asturias. Él era ferroviario. No se conocieron hasta después de los
sucesos. Huyeron, cada uno por su lado, a los montes y allí se conocieron.
Pudieron salir de España y en París se unieron. Marcharon después a Moscú,
donde empezaron a trabajar y donde el 17 de enero nació su hija. La nena tiene
por tanto tres meses. Le pusieron el nombre de Aida, en recuerdo de Aida
Lafuente, la revolucionaria muerta en Asturias. Cuando el grupo de españoles que
trabajábamos en la fábrica de locomotoras supimos que había nacido la
chiquilla, decidimos apadrinarla. Los cincuenta y cuatro que estábamos en
Lagansk somos los padrinos de esta Aida Ambou Hidalgo, la española nacida en
Rusia.
Lunes, 12 de marzo
ELOGIO DEL TELÉFONO
¿Qué habrá sido de esa niña que en abril de 1936 interrogaba
al futuro en los brazos de una madre sonriente que no podía adivinar lo que se
avecinaba?, me pregunto echando una nueva mirada a la portada de Mundo gráfico.
Y de pronto
caigo en la cuenta de que en mi bolsillo guardo un instrumento prodigioso que
quizá me permita averiguarlo. Tecleo Aida Ambou Hidalgo, pulso en imágenes, y
como por milagro ante mí al bebé de tres meses convertida en una dulce anciana
de ochenta años. Y no hay duda de que es ella, no alguien que se llama igual,
porque a esa foto hay otra amarillenta en la que aparece, con uno o dos o años,
junto a la madre.
Su padre,
el camarada Juan Ambou del que hablaba Manuel Fernández Valdés, no es
precisamente un desconocido. Nacido en Lérida, fue uno de los fundadores del
soviet de la Argañosa durante la revolución de Asturias, junto a Aida Lafuente.
No extraña que le pusiera el nombre de Aida a su hija. Era un comunista
ortodoxo y lo siguió siendo; se apartó del partido comunista español cuando
este condenó la invasión de Checoslovaquia; el eurocomunismo de Santiago
Carrillo le pareció una traición.
Pero no es
el padre quien me interesa ahora, sino la hija, que me cuenta su vida en un
libro de Belén Menéndez Solar dedicado a la emigración asturiana a Cuba. “Nací
el mismo año que estalló la guerra civil”, comienza. Pero la fecha y el lugar
de nacimiento que da están equivocados. No nació en Oviedo el 7 de noviembre de
1936, sino en Moscú el 17 de enero de ese año. Consulto otros libros, como El exilio español en Cuba, de Jorge Domingo,
y en todos ellos encuentro la misma fecha errada. Y no tengo ninguna duda del
error porque yo la he visto en una foto de abril del 36 con tres meses.
¿Conocerá ella esa fotografía? ¿Es posible que ignore la fecha exacta y el
lugar de su nacimiento?
Veo que
está en Facebook. No puedo enviarle una solicitud de amistad porque ya tengo
cubierto el cupo de cinco mil amigos, pero le pongo un mensaje en Linkedin,
donde también la encuentro, aunque sin mucha esperanza de que me responda.
Mientras tanto la escucho resumir su vida:
––Al acabar
la guerra, gracias a la solidaridad internacional partimos en el barco La Salle
hasta Santo Domingo y al cabo de un año fuimos acogidos por el gobierno cubano,
de forma provisional, como refugiados políticos que pronto retornarían a
España. Pero la provisionalidad duró toda nuestra vida. Aquí estudié, siempre
empujada por mis padres, hasta graduarme en Arquitectura en la Universidad de
la Habana en 1962. Me casé en 1956 con el ingeniero Vicente Monzón, del cual
tuve mis dos maravillosos hijos. Siempre viví con mi madre, asturiana, en el
amplio sentido y significado de la palabra, ejemplo para mí en todo. Murió sin
poder ver de nuevo su Oviedo. Aspiré al doctorado en Ciencias Técnica, el cual
pude ver culminado después de varios años de estudios en Varsovia. Esto pude
realizarlo gracias a la ayuda y al empuje de mi madre. Mis hijos: Vicente,
graduado en Economía, se dedicó a la literatura y ha ganado varios premios
nacionales e internacionales; mi hija, Mercedes, graduada en psicología,
trabaja con niños con problemas de conducta. Mi nieto Adrián es artista
plástico con interesantes propuestas en la música llevada a la plástica a
través de luces y efectos. Los otros dos nietos aún estudian en escuelas de
nivel medio.
Por el diccionario
de Jorge Domingo me entero de que “acogió con alborozo el triunfo
revolucionario de 1959 y asumió algunas responsabilidades políticas”.
Y todo esto
solo jugueteando con el teléfono. También averiguo que su hijo, Vicente Monzón
Ambou, es autor de una novela policíaca titulada Los secretos agravios.
Vuelvo a
mirar la portada de la revista y siento una sensación extraña, como si me
hubiera convertido de pronto en el narrador omnisciente de las novelas
decimonónicas.
Los
revolucionarios de Octubre, que volvían ilusionados a España tras el triunfo
electoral de febrero, no sabían lo que les esperaban. Yo lo sé. Sé cómo
acabaron la mayoría, a dónde fueron a parar sus ilusiones. Pero este bebé de
tres meses vivió una vida larga y feliz. Supe de su existencia hace pocos días,
pero me alegro como si fuera de la familia.
Miércoles, 14 de marzo
MEMORIA DEL INFIERNO
Hay libros que cortan el aliento. Uno de ellos es este de
Vitali Shentalinski, La palabra arrestada,
que últimamente me acompaña a todas partes oscureciendo el día. José Manuel
Fernández fue testigo del entierro de Kírov. ¿Llegaría a saber alguna vez lo
que supuso el tiro que acabó con la vida de ese destacado bolchevique, del que
el propio Stalin había comenzado a tener celos?
El
pistoletazo del 1 de diciembre en Smolni causaría la muerte de miles y miles de
civiles inocentes, muchos de ellos fieles comunistas. Por orden de Stalin, se
redacta una nueva instrucción “sobre cómo instruir el caso de quiénes sean
acusados de idear o perpetrar actos terroristas”, se ordena que reciban trato prioritario,
que no se acepten solicitudes de indulto, ejecutar las sentencias sin dilación.
Al nuevo
jefe de la Cheka se le atribuye una frase que no permite albergar muchas
esperanzas a los detenidos: “Dejad en mis manos a Karl Marx y ya veréis qué
pronto canta que fue agente de Bismark”.
“No se haga
el valiente –fue lo primero que me dijeron a mí en el primero de los
interrogatorios–, aquí todos cantan, así que mejor que lo haga al principio y
no al final cuando no le va a reconocer ni la madre que le parió”.
La verdad
es que yo no me hice el valiente y habría delatado a todo el mundo al primer
envite si hubiera tenido alguien a quien delatar. En la Rusia de Stalin todo el
mundo delataba a todo el mundo y sobre todo se delataba a sí mismo, acababa
confesando los crímenes más terribles, no importa si inverosímiles. No se
buscaban pruebas, bastaba con la confesión.
Vitali
Shentaliski fue el primer investigador que entró en las oficinas de la
Lubianka, todavía en tiempos de la perestroika, cuando el comunismo quiso
cambiar de cara. Allí se encontró no solo con el registro minucioso de la
infamia, sino también con buena parte de la mejor literatura rusa: los
manuscritos secuestrados a los autores. Muchas obras inéditas se salvaron
gracias a la acción de la policía.
Leo esta
colección de infamias –el caso de Isaak Bábel, el de Marina Tsevietáieva, el de
Anna Ajmátova– y trato de consolarme pensando que son cosa de otro tiempo que
no volverá. Pero abro el periódico y leo que a una torturadora convicta y
confesa la acaban de nombrar directora de la CIA en la primera democracia del
mundo.
La barbarie
de Stalin tenía su propia justicia interna: los torturadores de hoy eran los
torturados de mañana. Eso en democracia no pasa. En democracia se les
condecora.
“Cariño –le
oí decir al teléfono, con voz meliflua, al tipo que me acababa de rugir
aquellos de “no le va a reconocer ni la madre que le parió–, no me esperes a
cenar. Tengo trabajo para toda la noche. ¿Se han acostado ya los niños?”
Tras el fracaso de Octubre del 34, mi padre salió de España en Noviembre, como fingido fogonero de una locomotora que tomó en Irún. En Bayona, un contacto le facilitó el viaje a París. Con el triunfo del Frente Popular en febrero del 36 y la subsiguiente amnistía para los revolucionarios encarcelados o en el exilio, regresaba a España en tren. En julio se produjo la rebelión fascista. En el 37, tras el derrumbe del Norte, otro tren de madera lo llevaba preso hasta un "batallón de trabajadores" que fortificaba posiciones en Guadalajara. Los modos nazis se hacían notar, que no solo los stukas y los bombardeos sobre la población civil formaban parte del experimento alemán. En otro tren de madera volvía a casa, desde Cataluña, a principios del 40.
ResponderEliminarLa RENFE siempre presente en la vida de mi padre. Yo siempre viajo por carretera.
¡Qué novela hay ahí!
ResponderEliminarMagnífico, como tantas otras veces. Ha creado Ud. en dos trazos otro Sefarad (lo digo por el libro de Muñoz Molina, en mi opinión su mejor obra). Lástima que los héroes y víctimas del relato (los revolucionarios que fueron y vinieron y muchas veces sufrieron) lo hicieran, como mínimo, engañados. ¿Acaso no fue su "gesta" un buen peldaño para Franco?
ResponderEliminarGracias, Martín, por traernos esta historia que no por trágica deja de ser muy hermosa.
ResponderEliminarYo llegue a conocer a un ingeniero ovetense que había pasado por un trance parecido y era apodado "Emilio el ruso".
Al Anónimo le diria que no se olvide de "El jinete polaco" ni de "La noche de los tiempis
Naturalmente, La noche de los tiempos, magnífica novela en el escenario de la guerra civil.
EliminarSe leen cosas bastante estupefacientes. Los revolucionarios de Asturias, 1934, actuaron "como mínimo engañados", ya que su gesta fue un buen peldaño para Franco. O sea que quizás debieron quedarse en su casa, soportando la represión, la falta de libertades y los salarios que el patrono quisiera darles para no ser el peldaño del dictador desaprensivo. Manda huevos, que decía el de los aviones. Y los historiadores sin enterarse.
ResponderEliminarSeguro que lo que tenían que hacer los revolucionarios era rezar a la Virgen de Covadonga y esperar con paciencia, para no ser un peldaño.
Lo que no se dice es que la CEDA era un calco de los movimientos fascistas emergetes en Europa, con una casposa parafernalia que incluía a las "juventudes" uniformadas, la exaltacion del JEFE (así llamaban a Gil Robles con indisimulables connotaciones) y el expreso proyecto de acabar con el modelo democrático que había traído la República.
ResponderEliminarOtra cosa es la culpa histórica que el PSOE haya contraído, por impeler a los mineros asturianos a una batalla que sabían que iban a perder.
La conspiración contra la República comenzó el mismo día que se proclamó. Desde ese momento, toda la España reaccionaria se confabuló para echarla por tierra. Su acción subversiva se plasmó en el frustrado golpe del general Sanjurjo, en agosto de 1932. Los tan proclives a buscar justificantes a la rebelión militar del 18 de julio olvidan siempre esta "sanjurjada", dos años anterior a los hechos de octubre de 1934. Se ve que la memoria es selectiva.
ResponderEliminarCiertamente la memoria no debe ser selectiva, pero la explicación de los acontecimientos, si no se quiere incurrir en la tendenciosidad partidista, tampoco debe ser ni simplificadora ni superficial. Sin ir más lejos, hoy se ha visto en TV que al final de una manifestación de pensionistas Ana Belén y Miguel Ríos, perfectos burgueses de la gauchesca divine, han tenido el valor de leer una declaración de solidaridad a los compañeros que como ellos sufren cada mes la penuria economica. Entre la demagogia de la izquierda ramplona y el egoísmo de la derecha hipócrita no me quedo con ninguna. La lluvia limpia ineditamente la ciudad y se agradece que la atmósfera se sature de olor a ozono.
Eliminar«Tristes tiempos estos en los que hay que luchar por lo que es evidente». (Friedrich Dúrrenmatt)
EliminarQuerido Cancio, antes que nada aclararte que soy Tancredi, el que derrotó al taimado Solamir en aguas de Siracusa, y no Tancredo, el que permanece impávido sobre un cajón viendo la corrida con cara de Buster Keaton.
EliminarLeo "Nosotros los Rivero" y descubro a una impensada Dolores Medio. En una nueva edición de Libros de la Letra Azul (Ángeles Caso), se ofrece por primera vez la versión que presentó D.M. al Nadal, antes de someterla a la poda de la censura franquista (año 1952), y cuyo manuscrito rescató la editora del Archivo General de Autores (Alcalá de Henares), tal y como fue presentado a la censura y antes que esta mutilara el texto.
La traigo a colación porque esta notable novela describe los dramáticos acontecimientos de octubre del 34, a partir de la vivencia de una familia pequeñoburguesa ovetense.
Gracias por la recomendación. Además le reconozco que no conocía esa obra de Dolores Medio. Intentaré encontrar el modo de leerla.
EliminarDa hoy el señor Cancio una alocución ética. Que la explicación de los hechos no debe ser ni simplificadora ni superficial. Una línea más abajo nos informa de que Ana Belén y Miguel Ríos "han tenido el valor" de solidarizarse con los depauperados pensionistas españoles. ¿Y por qué habrían de tener valor? ¿Se necesita valor para eso? Ambos cantantes han hecho dinero en su profesión porque tienen admiradores, venden muchos discos y prodigan actuaciones. Esto no les ha impedido, como a otros, estar informados de las tribulaciones de las clases desfavorecidas en España ni de la postergación de los pensionistas, que llevan años viendo congelados sus ingresos. Y han declarado su solidaridad con ellos. Criticarles por esto sí que es una crítica ramplona y demagógica. ¿Acaso conoce el autor del gratuito ataque las aportaciones de dichos cantantes a ONGs solidarias, o sus posibles donaciones caritativas? Es realmente inaudito. Y nos había dicho que la explicación de los hechos no debe ser "ni simplificadora ni superficial". Magnífica ocasión perdida de aplicárselo a sí mismo.
ResponderEliminarLe voy a contar una célebre anécdota de Napoleón con uno de sus mariscales que se pasaba las noches de farra, razón por la que solía llegaba tarde a los maitines. Y encima se permitía el lujo de disfrutar el placer de ejercer la discrepancia sistemática. Una mañana, harto Napoleón de su actitud díscola e irresponsable, le espetó de muy mal humor: "Mi general para ser revolucionario hay que madrugar. Y si no , deje las armas". Usted, Silvia, muy proclive a desvirtuar las palabras ajenas iluminándose con resplandores populares, tal vez en esta ocasión las entienda. Y, por supuesto, tiene todo el derecho a que yo le caiga fatal, como sistemáticamente evidencia. Pero que los aludidos cantantes y resto de integrantes del llamado con chufla "El equipo médico habitual" se permitan el lujo de arrogarse la facultad de convertirse en referentes sociales mediante unos destellos de solidaridad de media hora resulta tan cínico como irritante. Otros cantantes despilfarran igual que ellos, viven en espléndidas mansiones tanto urbanas como playeras, viajan sin recato y frecuentan restaurantes prohibitivos, pero en lugar de "aproximarse" al pueblo sufridor marcan abiertamente su distancia sin pudor, sin rubor y sin la mínima vergüenza. Argumentarán, supongo, como usted dice, "que para eso lo ganan honradamente".
EliminarLe contaría, pero no quiero aburrirla, la estancia de Joan Báez ("la cantante de los desheredados") en Sevilla a mediados de los ochenta. Asistió al concierto toda la progresía, ella con su habitual pocho raído. Pero al día siguiente se organizó un gran revuelo cuando se conoció que había exigido en el contrato que le suministraran queso y agua mineral franceses. Por supuesto, se había alojado en esa humilde pensión de cinco estrellas llamada hotel Alfonso XIII. Para eso me lo gano honradamente, diría ella. Lo que no recuerdo es si informó a la decepcionada turba de sus generosas aportaciones a obras benéficas, como a buen seguro hacen también Sabina y compañía, detrayendo de sus emolumentos un considerable porcentaje. Yo, Silvia, y a lo mejor usted también, me gustaría encarnarme en Serrat cuando resucite.
Mucha verborrea errática, don José.
Eliminar"el lujo de arrogarse la facultad de convertirse en referentes sociales mediante unos destellos de solidaridad de media hora". Usted inventa. ¿De donde saca que se arroguen nada? ¿Referentes sociales?, bien saben ellos que no.
Usted sidera. Inventa, supone, atribuye, ataca y se le transparenta la envidia por cada costura del discurso. Lo deja claro con la alusión a Serrat. Y además tiene el síndrome de la pureza moral. Gran peligro.
En un foro impersonal la gente no se conoce y difícilmente puede caer mal ni bien. Pueden caer mal, eso sí, las incoherencias, los agravios y las pretendidas purezas morales que se dejan por escrito. No me motiva encarnarme en Serrat. No me quitan el sueño las estrellas de los hoteles. Pero estaría bien encarnarme en alguien sin resentimiento ni envidia.
Asturias, 1934, sí, pero pocos meses antes bombardeo de los barrios obreros de Viena por orden de Engelbert Dollfuss (de ideología ¡social-cristiana!).
ResponderEliminarSanta María de Iquique, 1907.
Puerto Montt, años 60.
Vitoria, marzo de 1976.
Verano de 1909, Semana Trágica de Barcelona.
Casas Viejas, enero de 1933.
Los ejemplos se pueden poner por cientos. Es mundial.
Las clases hegemónicas siempre tuvieron a mano perros de presa (y si no, los creaban) para mantener sus privilegios e impedir los progresos sociales de los trabajadores. No por mero sadismo y mero menosprecio; es también la lógica interna del capital, maximizar beneficios a costa de lo que sea. Y siempre construyeron explicaciones, a priori o a posteriori, para justificar la acción de sus Dobermanns.
Pero aunque es mundial, España siempre fue especial, y lo sigue siendo. El Laberinto Español, de Gerald Brenan, explica muy bien la situación de España previa a la guerra, las condiciones extremas de la vida de millones. Matar de hambre al que te enriquecía era muy válido, incluso cristiano. En la actualidad la desigualdad crece y la tendencia es a volver poco a poco a aquel esclavismo.
Y qué suerte aciaga, huir de la lógica del capital, ir a la URSS y caer bajo la lógica del poder paranoico.
Cancio tiene resentimiento y envidia: de joven quería ser cantautor pero con su vozarron nicotinado no pasó de unos cuantos caraoques poco celebrados.
ResponderEliminarHoy, rumia la frustración en su apartamento con vistas a la Castellana.
El esfuerzo de imaginación puede ser insuficiente para comprender lo que fueron las purgas estalinistas. Todo trabajo que no fuera mecánico y llevara un átomo de creación, de opinión o expresión estaba sujeto a peligro. Y qué zozobra, no poder ceñirse a un modelo para salvar la piel, cuando ni siquiera se sabe lo que esperan de uno. Simplemente no les gustaste, o dejaste de agradar a los censores, o molestaste al Padrecito. Isaak Babel ayuda a entenderlo, torturado y ejecutado, con su amante suicidada y el esposo de esta torturado y ejecutado. Se dice que se permitió una ironía con Stalin. Nada menos. El caso de Akhmátova, no tan sanguinario, encierra la anécdota literaria y sublime y cruel de que la escritora destruye toda su obra con la esperanza de salvar la vida de su hijo. Supremo sacrificio. Y no hay que ir lejos, quién no recuerda acá el asesinato de Andreu Nin.
ResponderEliminarEn otras latitudes, a orillas de otros mares, los dictadores se hacen más barrocos, y usan la Escuela de Mecánica para electrocuciones bien medidas o arrojan subversivos al mar desde aviones. (Aparecerá el sempiterno y nos dirá: "es que pensamos diferente").
Hay un consuelo miserable. Estas víctimas han sido rehabilitadas, se preservó su memoria, que es ahora respetada y celebrada. No así en la dictadura del dictador Franco, donde los grandes partidos están confabulados para que nadie pague y los crímenes queden impunes. La querella más incisiva es una querella... argentina. Aspiran a que sea la única dictadura de la historia que no ajusta cuentas, y lo van consiguiendo. Con ayuda del voto ciudadano.
Y sí, claro que España es diferente.
Tiene Miguel una incómoda tendencia a las generalizaciones sin contrastar, lo que hace pensar que le importan sus prejuicios muchísimo más que la realidad. Por desgracia, las dictaduras y los dictadores impunes abundan, y su afirmación sobre "la única dictadura de la historia" es pura fantasía. Copio aquí el inicio de un informe sobre el tema: "La historia de la humanidad esta llena de genocidios, guerras y masacres encubiertos bajo el nombre de causas supuestamente justas. En su mayoría estos delitos quedan impunes...".
EliminarNo haga trampas, si es tan amable. O no las haga tan toscas. No dije "única dictadura de la historia". Dije "única que no ajusta cuentas". Y estudie el actual caso Cifuentes. Si todavía encuentra que "Spain is not different", vaya pidiendo plaza en un buen sanatorio mental.
EliminarY no intente engañar con el mantra "Es que pensamos diferente". Se engaña sólo a sí mismo.
EliminarQué lindo, no?, el verbo pensar, lo más elevado, reservado a los humanos. Pero no, no es pensar. Es actuar. Es influir y manipular la vida de las personas. Es hacer que ingresen en prisiones, o que tengan que huir, o separarlos de sus hijos, o que vayan a la ruina. Y es apoyar a los que ejecutan estos excesos, con enorme contenido de arbitrariedad.
No, no es pensar. Es ser tolerante o ser dañino. Es apostar por la sociedad abierta o por la sociedad persecutoria e inquisitorial.
Seguro que el milico que empujaba al mar al subversivo, desde el avión de los vuelos de la muerte, también le decía: "Ves, che, es que pensamos diferente".
No es lo mismo el argumento pensar diferente buenamente, aunque sea una estupidez, a que te convenzan con una pistola. El dicho del argentino está curioso, es una ironía cruel, pero en esta discusión está desproporcionado. Si le pide a su oponente que no haga trampas, no las haga usted.
EliminarEs bastante repelente que don Zoilo salga de su madriguera calefactada para "defender" la impunidad de los crímenes franquistas, porque sea moneda bastante corriente que otras dictaduras, más o menos encubiertas, queden impunes.
ResponderEliminarAhora, don Erre retomará la melopea de que él no justifica la impunidad de los crímenes franquistas.Ya, ya...
Me pregunto si Miguel y el Higgins multifacético no saben, realmente, leer, o sólo lo fingen. Copio literalmente lo que el primero decía, en su nota de las 0.37 del 22 de Marzo: afirmaba, respecto a la dictadura franquista, que algunos "aspiran a que sea la única dictadura de la historia que no ajusta cuentas". Yo le contesto con un informe sobre dictaduras que dice literalmente, vuelvo a copiar, que "la mayoría de estos delitos quedan impunes", desmintiendo por tanto su afirmación: la impunidad en las dictaduras, por desgracia, no es nada rara, todo lo contrario; y por tanto lo que él dice, falso. De donde Miguel deduce que uno es "dañino", que apuesta "por la sociedad persecutoria e inquisitorial", y que es del todo comparable a los genocidas argentinos; y Higgins, para no ser menos, encuentrqa "repugnante" mi desmentido. De verdad, de verdad, ¿son tan burros como aparentan, o sólo se lo hacen?
ResponderEliminarLo que está claro es que tanto uno como otro no toleran que se les lleve la contraria. Si uno tiene tal atrevimiento, pasa automáticamente a ser "repugnante" y "dañino". Y quienes así reaccionan se tienen no sólo por demócratas y tolerantes, sino por facultados para dar lecciones de una y otra cosa a quien se les ponga por delante. "Dime de lo que presumes, y te diré de lo que careces", dice una vieja y muy lúcida frase popular.
El anodino Zoilo/Jose Erre copipega un lugar común, una zoncera hipergeneral y evangélica sobre la injusticia en el mundo, y cree haber respondido a la singularidad española y a la pésima calidad democrática del Régimen. Son males que acarrea la estolidez. La capacidad de razonar y argumentar por sí, Erre la sustituyó hace mucho por una cosita más modesta, que es la capacidad de copipegar ristras de enlaces no muy relevantes ni pertinentes. Lo hace con oficio, esto último, intentando recabar de cerebros ajenos la capacidad de convencer y demostrar que en su persona feneció hace mucho. Ni siquiera se enteró de que hoy día se puede soterrar al adversario dialéctico bajo una tropel de enlaces en uno u otro sentido. Es copipega, pero no del subconjunto de los perspicaces. Y tramposo a modo. Mucho copipega, pero no cita la reciente recomendación de la ONU sobre respetar los derechos políticos de Jordi Sánchez. Ocultarlo revela modales de tahúr.
ResponderEliminarYa que comprende mal lo que le ocurre, nos tilda de "burros". Digámosle como en la película: burro es el que hace y dice burradas, y totalitario es el que apoya a un Estado despótico.
Pero no vale la pena darle más vueltas. El recalcitrante tedioso admitió hace ya tiempo lo que se le dice, o sea, la miseria mental, humana y ética de la política y de gran parte de la sociedad española. Lo único que viene haciendo es responder EN OTROS SITIOS TAMBIÉN. Otra zoncera muy de su estilo.
Con esto termina mi interacción en este blog con el lamentable Zoilo Erre. Ya tuve en mi vida suficiente dosis de personalidades cercanas a Videla. Es un trato que contamina y degrada.
Agradezco a Miguel el trabajo que se toma para confirmar lo que yo decía en mi última nota respecto a su intolerancia (y malos modos). No era necesario, ya había quedado muy claro, pero se lo agradezco igualmente. Un saludo.
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