domingo, 4 de febrero de 2018

Acción de gracias: Un Cristo, dos pistolas


Domingo, 28 de enero
DEBUSSY EN BICICLETA

A la salida del Campoamor, donde acabo de aburrirme con Pelléas et Mélisande, de Debussy, me encuentro a Javier Almuzara en su estado natural, o sea, rebosante de entusiasmo.
            ----Qué maravilla, qué maravilla. La orquesta lo dice todo, casi no hacen falta las palabras.
            ----Lo que no hacen falta son las bicicletas.
            ----Bueno, pero tampoco molestan.
            ----¡A qué extremo de sometimiento ha llegado el público de la ópera, que soporta cualquier majadería sobre la escena con tal de que no resulte demasiado ofensiva o agresiva!
            ----¿No me dirás que no te ha gustado? ¡No me lo puedo creer!
            ----No podía no gustarme, soy un admirador de Maeterlinck y su estética evanescente tan fin de siglo. Escuchando a Debussy me venían a la memoria los versos de Verlaine y Manuel Machado. Pero a pesar del susurro subyugante de la orquesta, me alegro de no haber renovado mi abono y de reincidir lo menos posible. No soporto la tontería gratuita y en la ópera, al menos en la de Oviedo, pero sospecho que no solo, resulta habitual. Los directores de escena tienen por costumbre no leer el libreto o tomarlo como pretexto para lucir sus ocurrencias. Pelléas et Mélisande transcurre en el país, fuera del mapa y el calendario, de los cuentos de hadas. Hay un bosque y una fuente y una mujer que huye, no sabemos de qué, y un príncipe cazador que la ve y de inmediato se enamora de ella. ¿Y qué hace el bueno de René Koering? Pues monta en bicicleta a la doncella y al príncipe. ¿A quién se le ocurre ir de caza en bicicleta? ¿Qué doncella sin fuerza y sin memoria se pierde entre la fronda de un bosque en bicicleta? Claro que peor es lo de la escopeta del final. Como ponerle a un Cristo dos pistolas. La obra de Maeterlinck es toda sugerencia, los silencios valen más que las palabras, pasa sin balidos un rebaño de corderos, símbolo del destino humano, y el pastor nos dice que no vuelven al redil (van al matadero, pero eso tenemos que imaginarlo nosotros). La obra termina sin gritos, sin aspavientos, muere Mélisande sin haber tenido en brazos a su hija, sin un grito, sin un lamento; Golaud, su celoso y duditativo marido, solloza y el rey le dice: "Ahora debemos guardar silencio. Es terrible, pero no es tu culpa. / Era un pequeño ser / misterioso como todo el mundo."
La obra termina así, con los sollozos contenidos de Golaud, con Mélisande muerta como dormida. Pero al director de escena, ese final, tan Maeterlinck, tan Debussy, le parece insulso y hace salir a Golaud en busca de una escopeta, ponérsela bajo la barbilla y... Por lo menos tiene la delicadeza de hacer bajar el telón antes de que oigamos el disparo. Y por hacer ese destrozo, por emborronar con sus brochazos la sutileza de la obra, encima le pagan. Qué cosas. Y otro detalle, amigo Almuzara, en el que tú, con tu entusiasmo acrítico, no has reparado. Pelléas et Melisande tiene cinco actos, divididos en quince cuadros. En este montaje los tres primeros se nos dieron todos juntos. Díez sutiles cuadros, más de hora y media de duración, sin un respiro. Pero eso va en contra de la intención del compositor, que quería actos breves, no las interminables tabarras wagnerianas. Entre acto y acto debería haber un intermedio, aunque solo fuera de cinco minutos: se encienden las luces, el público relaja su atención, tose si es menester, deja que la emoción repose y luego vuelve a escuchar y a atender a la escena con renovada atención. No me fío mucho de los que dicen que disfrutaron con esa primera parte. Como estaba en el palco municipal, más adecuado para contemplar la sala que el escenario, a la vez que escuchaba música y voces y procuraba no ver los disparates de la puesta en escena (Mélisande se asoma a la ventana de la torre, pero en la "modernización" de Koering se pone de rodillas sobre una mesa), me entretenía contando las pantallas de los móviles que se encendían: poco antes del final de la primera parte parecían un reguero de luciérnagas. Me acordé mucho de aquella frase de Peter Ustinov que te gusta citar: los matrimonios decentes solo duermen juntos en él palco de la ópera. ¡Qué diferencia con la Tosca del Metropolitan que vi ayer en Los Prados! Claro que en Nueva York son tan antiguos que, si el primer acto transcurre en una iglesia de Roma y en tiempos de Napoleón, no se les ocurre, como harían en Oviedo, situarlo en una peluquería o en tiempos de Mussolini, presuntamente para “actualizar” la historia. Claro que para eso, si me permites la broma, lo que debían haber hecho, cuando entra Cesare Angelotti, huido de los esbirros del poder central tras el fracaso de la fugaz República, era haberle puesto la careta de Puigdemont. Fue en quien yo pensé de inmediato.


Lunes, 29 de enero
UNA POSIBLE EXPLICACIÓN

Leo Antes del gran silencio, de Maurice Maeterlinck: “La clave de las desgracias de los pueblos es su estupidez. Todas las explicaciones políticas o económicas no son más que ornamentos literarios en torno de esa estupidez profunda, casi incurable, y que no se  ha enmendado desde los tiempos prehistóricos”.


Martes, 30 de enero
LA FUNDACIÓN

Llega un momento en la vida en que el tiempo nos alcanza, afirmaba Cernuda. A mí me ha alcanzado este año en que cumplo sesenta y ocho, una edad razonablemente adulta. El gran viaje puede tener lugar mañana mismo, como a cualquier edad, o dentro de cinco, diez o veinte años, pero en cualquier caso conviene tener listas las maletas, o mejor –para ese viaje no hacen falta maletas--, dejar la casa en orden.
No ser rico tiene sus ventajas: hay poco que repartir y sin apenas valor económico. Pero no me agrada demasiado pensar que mis libros, fotos, papeles personales van a andar por ahí en cualquier mercadillo, como los de uno de mis profesores en la Facultad, encontrados en el rastro de Gijón.
            Ya sé que yo no soy Aleixandre ni Ángel González, que dejo bien poco botín por el que disputar, pero no me gustaría que el piso en el que vivo desde hace treinta años, el único propio que he tenido, se vaciara para venderse o alquilarse y los libros que valen algo fueran a una librería anticuaria y el resto a cualquier trapero. Y menos gracia me hace que los derechos de mis libros queden al arbitrio de quien pueda utilizarlos a su capricho y para satisfacer rencillas personales.
            He pensado por eso en crear una Fundación. Quién me lo iba a decir a mí que detesto tanto todo lo que tenga que ver con el papeleo burocrático.
            Ya he leído la legislación al respecto. Sería una fundación privada que no aceptaría en ningún caso ayudas públicas. Su patrimonio: mi piso de la calle Murillo, libros, papeles y los derechos de autor que pueda devengar cualquiera de mis obras. Un patrimonio escaso, bien lo sé, pero suficiente para sus fines: preservar el legado de José Luis García Martín (qué raro resulta esto de hablar de uno mismo en tercera persona) y facilitar el trabajo a quien quiera estudiar o editar su obra. Nada más. No creo que diera mucho trabajo a los patronos, que tendrían que hacer su labor gratis.
            Como soy una persona bastante obsesiva, ando estos días aburriendo con el fúnebre tema a mis amigos.
            ---¿Pero no has donado ya cartas y libros a la Biblioteca de Asturias?
            ----Sí, ya tienen fichados más de cuatro mil documentos, que pueden ser de alguna utilidad para el estudio de la poesía española del siglo XX. La fundación sería complementaria y con material que interesa solo a quienes se interesen por mi obra.
            ----¿Crees que los habrá?
            ----Tengo mis dudas, pero me quedo más tranquilo con todo dispuesto para servir de la mejor manera posible a los lectores del futuro.
            ----¡Se van a enfadar contigo tus sobrinos!
            ----No creo. En dinero, lo que dejan de repartirse es poco; más bien les quito dolores de cabeza.
            ----Y se los das a los amigos que escojas como patronos.
            ----Del desafortunado caso de Ángel González he aprendido mucho. A mí me gustaría crear la fundación en vida para que luego todo fuera rodado, sin polémica alguna. Y poner como condición no aceptar dinero público ni homenaje con políticos de por medio. Cada uno es vanidoso a su manera. La mía, lo mismo ahora que dentro de cien años, queda plenamente satisfecha con un puñado de lectores interesados en lo que escribo. Y que quien quiera publicarlo, reproducirlo, difundirlo, incluso parodiarlo o copiarlo sin citar el nombre del autor, pueda hacerlo; la fundación serviría solo para facilitar esa labor.



Miércoles, 31 de enero
LA GRAN DECEPCIÓN

Cada día entiendo menos lo que pasa en España. Hablo poco de política; voy a hablar menos. Que esté tranquila mi amiga Rosa, que siempre me riñe cuando lo hago.
Últimamente, en todos los discursos del jefe del Estado --en Davos o ante el cuerpo diplomático--, le oigo vanagloriarse de haber evitado gracias a la constitución y la aplicación de las leyes el más grave ataque a las instituciones que ha tenido nuestro país.
¿Pero lo ha evitado? El problema sigue ahí, cada día más grave. Y no lleva trazas de solucionarse a corto plazo. Que Rajoy, un notario hábil en el día a día pero sin visión de futuro, piense que la victoria de los "constitucionalistas" consiste en lograr que Puigdemont no sea presidente de la Generalitat (como no lo fue Mas), se comprende, pero no que piense lo mismo Felipe de Borbón. Yo le creía con otra capacidad intelectual. Quizá está mal aconsejado, pero es él quien escoge a sus consejeros. Y sus discursos se los escribirán otros, pero por lo que yo sé siempre dicen lo que él quiere decir y la última palabra y cualquier delicado matiz son cosa suya.
            A mí me parece que desde el momento en que quiso sustituir la inacción del presidente del gobierno, puso en grave riesgo a la institución que representa. Puedo estar equivocado, por supuesto. Y a veces pienso (con los años se va haciendo uno cada vez más realista) que sería bueno que lo estuviera.


Jueves, 1 de febrero
NO EN VENEZUELA

Escucho al ministro de Justicia (¡de Justicia!) de un país de cuyo nombre no quiero acordarme que a un político, por su actividad política, se le puede encarcelar e inhabilitar antes de que un tribunal lo juzgue.
            Y pienso que, por muy mal que estén las cosas, nunca están tan mal que no puedan ponerse peor.


31 comentarios:

  1. ¡Hola a todos!

    Martín, después de haberle visto utilizar el "qué cosas" para alucinar con el desfase del escopetazo que Golaud se atiza en la cabeza, me parece que me voy a tener que empezar a mosquearme cuando usted utilice esa expresión para referirse a algunas de mis argumentaciones.

    Aunque me veo capaz de decir que Guinea Ecuatorial tiene la renta per capita más alta de toda Africa, le doy mi palabra de honor que jamás se me ocurriría la "genialidad" de proporcionarle a un príncipe renacentista que sale de caza, una bicicleta.

    (P.D Lo de "renacentista", lo he puesto para dejar algún resquicio a la polémica; algo que, me consta, le "pone") ;-)

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  2. Qué cosas. Alguien no se ha enterado de que la renta per cápita es 50 si unos (el presidente y su familia, por ejempo) tienen cien y el resto cero. Elogiar a la antigua colonia española, y no en broma, tiene tela. Esperemos que la antigua metrópoli no acabe pareciéndose a semejante paraíso.

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    1. Yo no elogio nada, doy una dato. Otro dato más: las fotografías del medio urbano, de hospitales, de centros culturales, escuelas...

      El pensar que, al revés que en Guinea, en el resto de los países de Africa los oligarcas no se quedan con la pasta para ellos, es de ser un "buenazo". Hoy en día ¡hasta los suecos defraudan a su país a las primeras de cambio! (ya sé que no son todos)(Vease el caso de Ikea, recientemente sacado a la luz).

      Sinceramente, visto lo visto, no creo que España lo hiciese del todo mal en Guinea, ni durante la colonización ni durante la descolonización. Perfecto... ¡pues no, claro! pero si lo comparamos con otros países, y sus respectivas colonias africanas, me parece que no somos de los que peor lo hemos hecho.

      Todo esto a cuenta, José Luis, de que, en el concierto internacional, los españoles no creo que seamos tan maulas como le parece apropiado pintarnos. Un consejo para salir de dudas.¡Drástico, radical!Tómese usted mismo de ejemplo. Busque comparaciones entre sus colegas actuales en las letras portuguesas, francesas, italianas o griegas (me ciño a los "latinos") y dígame, con sinceridad, si sale usted tan mal parado. Y... tal que así... sucede en algunas cosas más.

      ¡Un abrazo!

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    2. En fin. Tengo por aquí un lujoso libro, escrito por Miguel Ángel Asturias (premio Nobel) e ilustrado con bellas fotografías, que trata de demostrar que, allá por los años sesenta, la Rumanía de Ceaucescu era uno de los países más avanzados del mundo y donde la gente vivía más feliz. Estudié con una compañera guineana que no podía volver a su país durante la dictadura de Macías que siguió a la colonización; Obiang, que acabó con ella, no es mejor que su tío. En fin, que algo sé de Guinea, al margen de la propaganda oficial. Lea cualquier informa sobre los derechos humanos en el mundo.
      Y a mí no tiene que convencerme de nada en relación con España. Es mi país y estoy orgulloso de ello. Y sea cual sea su organización política (eso que lo decidan libremente los ciudadanos) mi España (cultural y sentimentalmente hablando) es la Hispania romana, incluye a Portugal y a Cataluña. Por eso toda ataque a Cataluña lo considero como un ataque a lo que quizá sea lo mejor de España (o de Hispania).

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  3. Uno que no ha oído hablar de la prisión preventiva...

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    1. ¿De verdad? ¿Y entonces que haces opinando sobre este asunto en lugar de dedicarte a tus traducciones'

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  4. Tu testamento me agrada, amigo José Luis García Martín. El dilema es quién cuidará tu casa cuando tú estés en la posteridad o en el olvido. Entrar en tu casa, ver lo que tienes, hojear, hallar un tesoro, verte todavía dentro en tu soledad cuando tienes gripe, en fin. Eso está muy bien. El dilema catalán es otra cosa. Creo que la a la historia la mueven dos pasiones: el amor y la guerra. La cabra bala una canción de guerra. Los catalanes independentistas, intentan aclararse y ver cómo siguen caminando. Son los razonables de esta película. Pero nada más. El instinto (de conservación de la unidad de España) también tiene su valor. Es la naturaleza.

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    1. Al primer apartado: la fundación tiene un presidente y unos patronos, que son los que se encargarán de gestionar las cuestiones de intendencia.
      Al segundo, a ver si hay suerte y la razón vence a la fuerza (pero no será de un día para otro).

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    2. Solución muy sencilla al enigma, Sr. Castellano: él no será él, ni su casa, su casa.

      En cuanto al tema catalán, una señora me señaló el otro día algo muy lógico: ¿Cuántos votantes tiene el PP en Cataluña? Por lo tanto, seguirán en sus trece porque no pierden nada. Al contrario, el discurso de la unidad de España les favorece en el resto. Al igual que la estrategia independentista, todo es electoralista. Y el problema es que, tanto los seguidores de unos como los de otros, se creen las razones de fondo. Algo no va bien en una democracia en la que se juguetea con cuestiones tan esenciales. El esqueleto está cada vez más podrido y, si no fuera por los destellos que nos llegan de una Europa algo más razonable, esto iba a terminar a golpe de golpe. Por falta de ganas no parece que sea. Por el momento, el imaginario de subvenciones y proteccionismo europeo tiene más peso en la colectividad hipanocatalana. Pero, ¿hasta cuándo? ¿Qué ocurriría si nuestros hermanos mayores europeos no nos mirasen tan de cerca? No hay cultura democrática. Somos unos analfabetos democráticos muy complacidos de nuestra minidemocracia, heredera de una larga dictadura fruto de una sangrienta guerra. Adolecemos de lo peor, como diría Sócrates: la presunción de saber. En EE. UU. hace medio siglo tenían leyes segregacionistas y ahora han tenido un presidente negro. Eso es una sociedad que avanza porque es crítica consigo misma. Pero aquí todos somos muy listos y de nuestros tótems no nos mueve naide.

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    3. (Aunque también hay que reconocer que la señora esa era muy mal pensada: la política hay que juzgarla por los hechos, no por supuestas malas intenciones. Será simpatizante de No-podemos.)

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    4. María, por mi no te calles. Es un placer oírte. Hoy un vecino estaba mandando a los catalanes a cierto sitio. Odio al catalán, qué te cae mal, pos bueno, a otros les cae mal otras cosas, pero que te caigan mal y quieras obligarlos a seguir siendo españoles...
      En cuanto a lo primero, a la fundación, habría que verlo.

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    5. Hablé de la estupidez de Pablo Iglesias, y creo que debo ilustrar por qué lo veo con ese lastre. Lo de mandar a alguien a sustituir a Errejón en un programa de la SER fue ridículo. Ahí se le vio las orejas al burro. Y resucitar a Franco, que ya es historia, y lo que queda es gente que vivió el franquismo, unos a la contra y otros a favor, fue un error político. Y en un conflicto fuerte, Cataluña, o eres frío o eres caliente, ser tibio es ponerte en tierra de nadie. En fin.

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  5. Hola!

    Aunque no venga a cuento (ni poco ni mucho) recomendarles a todos ustedes "La autobiografia de Brás Cubas" que acaba de reeditar Sexto Piso. Abracadabrante.

    Provocado este breve inciso, con la mejor de las voluntades, se lo aseguro, vuelvo a dejrles que prosigan con sus habituales elucubraciones geopolíticas sobre el "prusessss".

    Un abrazo. Y a leer a Brás. No van a arrepentirse. ;-)

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  6. Miguel el Entrerriano6 de febrero de 2018, 10:43

    Me ha agradado mucho leer su protesta contra los destrozos y disparates escénicos que se vienen haciendo en/a las óperas. Anacronismos y libertades con las que se pierde ambiente y atmósfera sin ganar realmente nada. Alegan algunos directores que es por hacer la obra "más cercana", pero resulta que a muchos nos gusta que nos la hagan lejana, allá en la Creta minoica o en la guerra de Troya, como las Ifigenias de Gluck. Ya el espectador sabe que está ante una pura convención, cómo no saberlo cuando los personajes se dirigen unos a otros cantando, nada menos.

    Circula por Youtube una versión de la Rusalka de Dvorak en que la conocida soprano chapotea en una especie de piscina somera con las piernas y las ropas mojadas; sostiene en las manos una lámpara globo eléctrica, encendida, que finalmente estrella contra el agua, haciéndola añicos. Pasmoso.

    En Cataluña el disparate escénico consiste en disfrazar de acciones legales lo que a todas luces ha sido un acto de fuerza, de violencia. Y unos cuantos, como siempre, se han dejado engañar. Jesús Castellano hila una breve frase contundente: "que te caigan mal y quieras obligarlos a seguir siendo españoles..."

    (Muy acertado el comentario de María Taibo, me ha encantado).

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  7. Nos invitó a tomar chocolate con churros y los tomaba como si no hubiera mañana. Su piel apergaminada brillaba en el salón de la cafetería como una superluna. Yo sentía vergüenza ajena. En la conversación, repetía como un loro las opiniones de su marido. "¡Gracias por la tarde!", se despidió mientras subía al taxi que se la llevó al infierno.

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  8. Tuve la desgracia de ver en Madrid la "Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny" y ahí comprendi lo que es capaz de llegar a hacer un director escénico para ser calificado de "polemico" en su siguiente astracanada. Esa lucha por alcanzar semejante honor no les impide ofender a los espectadores y, lo que es peor, denigrar a cantantes disfrazandolas de prostitutas. Lo soez da mucho que hablar, para bien de sus autores y para mal del público.

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    1. Soy de los que piensan que sobre gustos si está todo escrito: el bueno existe, y el malo también.
      Una representación debe admitir siempre una adecuada actualización, pero siempre que el responsable de su puesta en escena no caiga en la tentación de suplir su falta de talento con una burda zafiedad.

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  9. Este Cancio de apellido ilustre que alerta de "burdas zafiedades" ¿no será por ventura el mismo Cancio que desde blogs anclados en el odio, parapetado allá en la Red, sin riesgos, llamó "payaso belga" al presidente de los atribulados catalanes?

    No dejen de hacer caso a sus consejos, sabios comentaristas, compañeros, pues sin duda es experto en zafiedades el portador de tan noble apellido.

    (Y ¡Dios!, cómo se hunden los linajes).

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    1. Gracias por considerar noble mi apellido. Yo no lo considero tan ilustre, pero al menos hago uso de él para identificarme, en lugar de esconderme cobardonamente tras el anonimato.
      Por qué tanto miedo a dar la cara? Algún tipo de complejo, inseguridad, fariseísmo paletón?

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    2. Será porque mis apellidos son corrientes, pero me pregunto en qué consistirá eso de “portar” un apellido. Imagino que será como las armas, que te las porta un escudero (léase: noble con peor fortuna que uno mismo).

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  10. -Irmão.
    -Dime, Lello.
    -El martes.
    -¿El martes?
    -Sí, irmão, cerramos el martes. A primera hora vendrá el gitano de Matosinhos, y por la tarde los de Lusophón traerán un mostrador horrible: ya nos echan.
    -Si, Lello, todo es muy penoso.
    -Ambrosio, el gitano, cargará con los libros viejos del sótano. El miércoles vendrán los de “Livraria Amarante” y se llevarán el resto.
    -¿Los judíos de “Amarante”?
    -Esos mismos.
    -Lello, a veces me pregunto si no hubiésemos podido aguantar más; mira que liquidar esta librería tan hermosa y con ella el legado de nuestros muertos...
    -No podemos hacer otra cosa, irmão; aparte de un par de docenas de ejemplares del tocho de Ken Follet, algo de lo nuevo de Falcones y un poco de J.M. García Martín, no hemos vendido una rosca en estos dos meses. Y los turistas no hacen sino raernos la moqueta, arañar el barniz de la madera... y hasta hubo quien descarriló la vagoneta de la planta baja. Hacen fotos y se van sin pasar por caja, después de haber manoseado el género cuanto les apetece: españoles casi todos...
    Bajaron la persiana. Pero Lello regresó sobre sus pasos y tomó del montón un liviano ejemplar de "A la de Tres". Pensó: "A este no se lo llevan los judíos de Amarante".
    Salieron tomándose del brazo y caminaron despaciosamente Rua das Carmelitas abajo. En los Clérigos, daban las ocho de la tarde.


    (Con afecto, al maestro JL.García Martín, en su nonagésimo cuarto cumpleaños))

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    1. Bueno, en la famosa librería de Oporto todo el mundo pasa por caja: hay que pagar entrada (luego te la descuentan si compras un libro).

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  11. No, al que producen repelús la sazafiedades es al buen Martín; don José Cancio es un humanista menos tiquismiquis.
    Y le saludo con cariño. Ahora.

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  12. Dice el refrán que aquel que calla otorga, de donde se colige y se desprende que fue don Cancio el lamentable autor de las ofensas que dejé citadas.

    Me tacha don Faltón de ser paleto, pues mire usted qué bien con mi aire limpio y mis cabras, mis libros y mis eras. Más indigno es ser muy capitalino, y leído, y viajado y estudiado, para emplear tan alto privilegio en reiterar conductas filisteas.

    Y me acusa también el altanero de comentar desde el anonimato. Que eso no le preocupe, señor Cancio, pues para casi todas las audiencias ni su nombre ni el mío dicen nada. Tan anónimos son Andrea que Cancio.

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    1. No, el nombre verdadero, por poco conocido que sea, nunca es igual que un anónimo o un alias ocasional. Quien da su nombre puede responder de lo que dice, se le puede localizar fuera de estos foros; quien se oculta tras un Andrea o un Cagliostro tira la piedra y esconde la mano.

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    2. Localizar ¿para qué, don José Luis? No olvide usted que en caso de delito la policía localiza al punto, con eficacia harto conocida.

      Sume el atractivo del incógnito, mucho más literario y emotivo, imaginativo y enigmático.

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    3. Hombre, antes de llegar a la policía hay muchos estadios intermedios. Todos dejamos una huella en la red, podemos saber si quien nos discute que tal medida del gobierno es o no constitucional es catedrático de derecho o un irascible jubilado de la construcción (con todos mis respetos para los jubilados y los trabajadores de la construcción). No significan lo mismo unas palabras puestas en boca de uno o de otro. Pero, en fin, a quien duda de esto, ¿para qué decirle nada? Lo mejor sería, como pide mi amigo Piquero, no dar de paso a ningún comentario anónimo o con pseudónimo evidente (siempre corremos el riesgo de que alguien nos engañe, pero allá cada cual con el respeto que se tiene a sí mismo).

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  13. Eran cuatro euros en setiembre pasado. Y había cola.

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  14. ¿Por qué precisamente un albañil pierde objetividad cuando se cabrea? ¿El jurista no la pierde en ese caso? Y si es así, basta con esperar a que el albañil/porquero de Agamenón se calme, no hace falta indagar en su biografía en Internet con la esperanza de que el tal sujeto haya estudiado leyes para tener su opinión en cuenta de verdad- Y sobre todo en temas de gran calado sociológico como el lio en Cataluña..
    Con “permitir hablar” (con mascara o sin mascara) no basta para ser demócrata no olvidemos eso…y la opinion publica se nutre de la opinion de todo el mundo.

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    1. Yo, no sé si la objetividad, pero sí estoy perdiendo la paciencia. Creo que a este "albañil tranquilo" es al último anónimo al que voy a dar vela en este entierro. Que se larguen los enmascarados (para los que todo el año es carnaval) a opinar a otra parte. Me conozco y sé que si los dejo paso acabaré repitiéndoles una y otra vez lo mismo. Y tengo cosas más importantes que hacer.

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