Viernes, 16 de junio
VOLVER
Soy una persona con
bastantes limitaciones, pero creo que los años me han ido enseñando a sacarles
partido. La principal, mi amor a la rutina. Si por mí fuera, me pasaría la vida
haciendo las mismas cosas, las que me gustan.
El primer día en un lugar nuevo me encuentro perdido,
como en medio de la jungla; el segundo ya voy haciendo caminos; el tercero me
encuentro como en casa. Y guardo esas rutinas en la memoria, para cuando
regrese (volver es mi deporte favorito). Tengo así pequeños rincones familiares
dispersos por el mundo.
Uno de ellos es este, el Campo Santi Apostoli, una plaza
siempre animada y a la vez recoletamente provinciana. Alguna vez me alojé en el
hotel frente a la iglesia, un viejo palacio. Esta vez lo hago en un apartamento
del Campiello del Lion Bianco, escondido a la derecha de los arcos que lleva
que lleva a Rialto, uno de esos rincones típicamente venecianos que solo pisan
los que en ellos viven.
En medio del Campo, hay un colorista quiosco. Ahí compro Il Gazzetino y La Reppublica. Los hojeo mientras desayuno en el Blubar, en la
esquina de la Salizada del Pistor, frente a la iglesia luterana, con su ángel
custodio en la fachada neoclásica. Como me gusta madrugar, asisto al
desperezarse de la ciudad sin el ajetreo turístico, al saludo y a las
conversaciones de los vecinos en buen veneciano.
Acabo de llegar y ya me encuentro como en casa, hasta he
ayudado a una señora mayor a subir la compra por la empinada escalera, una de
esas escaleras que parecen multiplicar los pisos dentro de los viejos
caserones, casi todos sin ascensor.
Por eso procuro no ir a ningún lugar por primera vez. Por eso
me gusta tanto regresar. Soy la persona menos aventurera del mundo. Si por mí
fuera, no saldría nunca del barrio. Afortunadamente, poco a poco he logrado que
mi barrio, esas pocas calles en las que me estoy a gusto, se encuentre disperso
por el ancho mundo.
Sábado, 17 de junio
UN DÍA CUALQUIERA
No me disgusta cumplir
años, todo lo contrario. Lo considero un regalo más, el mejor que todos.
¡Sesenta y siete ya! Esto hay que celebrarlo.
Y lo celebro con la mejor de mis rutinas. Me levanto
pronto (pero el sol se ha levantado antes); bajo a la plaza (siempre me
sorprende el esbelto campanile que parece inclinar la cabeza para saludarme por
debajo de los arcos que bordean el canal); cruzo el puente, saludo al
quiosquero que acaba de abrir; tomo mi capuchino y mi cruasán mientras me
entero de las minucias de la ciudad y de los desastres del mundo; voy luego
hasta Ca’ d’Oro para tomar el vaporetto; desciendo en Arsenale; camino sin
prisa hasta el Campo della Tana; recorro la Biennale como un divertido,
sorprendente, algo fatigoso parque de atracciones; vuelvo al vaporetto para
comer en Casa Mia, muy cerca de la que es ahora mi casa; descanso y leo durante
un rato en el apartamento del Lion Bianco; asisto, un año más, en Ca’Foscari a
la inauguración de la Art Night Venezia, la noche en que Venecia abre
gratuitamente las puertas de la mayoría de sus museos e instalaciones; me uno a
una visita guiada a los palacios de la Universidad: admiro la antigua aula
magna reformada por Carlo Scarpa, un antecesor de Siza en la arquitectura
sabiamente sigilosa; saludo al pintor Elías Benavides; callejeo hasta la Punta
della Dogana para admirar los pecios prodigiosos que Damien Hirst ha rescatado
del naufragio de una gigantesca nave; me entretengo con el espectáculo de una
gaviota que, tras posar largo rato en uno de los postes de la laguna, frente a
San Marco, se lanza al agua, atrapa a un pez y lo sube al muelle para irlo
devorando poco a poco, rodeada de turistas que la fotografían mientras ella
alza de vez en cuando la cabeza orgullosa de la expectación que despierta… El
sol, al ponerse, copia celajes que ha admirado en Turner.
El día de mi cumpleaños nunca doy ninguna fiesta. ¿Para
qué? Cualquier día, si la salud y el buen ánimo acompañan, ya es una fiesta.
Domingo, 18 de junio
JARDÍN Y REFERENDUM
Paso la mañana en Giardini,
la otra sede de la Biennale y sigo con el mismo ánimo curioso y juguetón que un
niño en un parque de atracciones. No ser un experto, no ser un crítico, no ser
un entendido le deja a uno mucha libertad.
Al pabellón de España, el primero que me encuentro, no le
dedicó más de medio segundo. No me apetece pararme a ver sus vídeos, no me
atraen sus grises maquetas de hojalata. “¡Únete!”, me pide en grandes letras. Que
se una otro, Jordi Colomer.
En el Pabellón Central, sección “degli Artisti e dei
Libri”, se me ocurre pensar que resultaría difícil decidir quién ha destruido
más libros si Hitler o los artistas contemporáneos. El gusto por destrozar
libros o hacerlos ilegibles debe refleja un trauma infantil en mucho creadores,
seguro que tuvieron que padecer más de una lectura obligatoria. Yo prefiero la
peor edición de bolsillo al mejor libro de artista.
Algunos se toman demasiado en serio lo del parque de
atracciones. ¿Es Australia o es Austria, ahora no lo recuerdo bien, quien pone
un camión haciendo el pino frente al pabellón? Y luego dentro una caravana con
agujeros por los que los visitantes pueden sacar la cabeza o una pierna para
que les hagan fotos, como si fuera las víctimas de un accidente. A mi no me
hace ninguna gracia. Prefiero el pabellón del Canadá, destruido por una potente
fuga de agua.
No faltan los que hacen
realidad algún viejo chiste: en el pabellón del Japón, una de las instalaciones
consiste en una fregona y un trapo, de los que se usan para dar lustre al
suelo, y el frasco de cera correspondiente. “Out of disorder”, creo que se
titula. A veces lo mejor del pabellón es
el propio pabellón, como ocurre con el de Venezuela. Pero si lo que está dentro
te defrauda, nunca lo hace lo que está fuera, los sombreados jardines a los que
se asoma el azul deslumbrante de la laguna.
Hoy se celebra el “referendum popolare” para que las
grandes naves, los bulímicos cruceros, no atraviesen la laguna. La fiesta final
se celebra en el Campo de S. Margherita.
Y allí estoy yo, no faltaría más, es mi Campo favorito. Asisto al recuento, con
los voluntarios sentados en corro en el suelo abriendo las cajas de cartón y
amontando en dos grupos las papeletas, y luego a la actuación del grupo Pharmacos.
Es un referéndum sin demasiada intriga: todo el mundo está en contra, salvo los
que hacen dinero con esos hoteles flotantes que destrozan la laguna y cualquier
día un despiste como el del Costa Concordia hará lo mismo con la ciudad.
Lunes, 19 de junio
LA ÚLTIMA CENA
Hoy Il Gazettino me mancha de sangre el desayuno. Aquí al lado, en Mestre,
un profesor de inglés invita a cenar a su antigua novia –lo habían dejado hacía
un año– con su actual pareja. Tras la cena, que transcurrió de la manera más amical
posible, les puso un somnífero en la última copa y luego la estranguló a ella y
le destrozó la cabeza a golpes a él. Ella, la rusa Anastasia Shakurova, tenía
treinta años (veinte menos que el profesor), había sido alumna suya; la misma
edad tenía, Biagio Buenomo, el nuevo prometido.
El profesor era un buen profesor, muy querido de sus alumnos.
Comenzaba sus cursos de verano en el F30 Coffee Bar, a dos pasos de la estación
de Santa Lucia. “Do you spritz English?”, se titulaba la primera lección.
“Es lo mejor que me ha ocurrido en la vida”, cuentan los
amigos que decía después de conocer a Anastasia. Luego la relación se enfrió,
ella encontró a otro, un brillante ingeniero napolitano; él no pareció tomarlo
demasiado mal. Se saludaban, se veían de vez en cuando, les invitó más de una
vez a cenar a su casa y ayer domingo finalmente aceptaron.
Parece que trató de ocultar los cuerpos, de limpiar la
sangre, pero se cansó y él mismo llamó a la policía. Los vecinos avisaron a la
madre del profesor, que fue una de las primeras en llegar.
No sé por qué esta tragedia, de la que el periódico local
da todos los detalles como hacía El Caso,
me conmueve especialmente, más que el atroz incendio portugués.
El profesor ejemplar, brillante, apasionado de su trabajo
que un día se enamora de una de sus alumnas. Y ella se deja querer, pero se
cansa pronto: lo suyo es más admiración que amor.
No puedo dejar de pensar en esa cena, minuciosamente
preparada, los platos exquisitos, los mejores vinos, la cena de los condenados
a muerte.
¿Qué pasó por la cabeza del viejo profesor, juez y verdugo,
mientras sus invitados reían felices, se miraban de vez en cuando a los ojos,
le confesaron –aún no lo sabía prácticamente nadie– que ella estaba embarazada?
Somos una caja negra para los demás y para nosotros
mismos. El profesor ejemplar, el hijo ejemplar, el amigo ejemplar va regando a
escondidas la semilla del crimen. Me aterra pensar que cualquiera de nosotros
puede ser la víctima o, peor aún, el asesino.
Qué cerca están infierno y paraíso.
Martes, 20 de junio
MENTIRAS VERDADERAS
Más que una exposición la
de Damien Hirst en la Ponta della Dogana y en Palazzo Grassi es una
superproducción, un fascinante espectáculo de Hollywood. Después de visitarla,
en el Cinema Rossini vi el documental Michelangelo.
En otra de las salas, proyectaban The
mummy. Se podría pensar que Hirst tiene más que ver con Tom Cruise y su
sentido del espectáculo que con Miguel Ángel. El escultor se encerró con un
inmenso bloque de mármol y durante varios años, sin ayudantes, sin que nadie
viera lo que hacía, esculpió el David. Damien Hirst, como un gran productor,
contrata a un inmenso equipo, les explica su idea y durante varios años prepara
su exposición como quien monta una película. Le da titulo y argumento: “Los
tesoros del naufragio del Increíble”. Pero lo más increíble es que esa mentira
se hace verdad. Y que entre las doscientas obras que llenan las dos sedes hay
muchas impactantes y un puñado de obras maestras. Algunas bordean el pastiche,
pero que la mayoría escapan de él con humor y desmesura, como el Demonio con un
cuenco –más de dieciocho metros de altura– que parece enjaulado en el patio
central del Palazzo Grassi.
También la verdad se inventa parece decir Hirst
parafraseando a Machado. Y él ha inventado una deslumbrante verdad, una
superproducción que nos hace abrir los ojos asombrados como las películas de
romanos que veíamos de niños.
Miércoles, 21 de junio
DIGO LO QUE PIENSO
Como ya todo el mundo
sabe que siempre digo lo contrario de lo que pienso, ahora cuando quiero que no
se sepa lo que pienso digo lo que pienso.
Don José Luis, ese profesor de inglés se encontró con su "Ánima", según Jung.El dice en alguno de sus escritos,que así puede entenderse ver a un hombre de setenta y cinco años con una pelirroja de veinticinco como su novia.
ResponderEliminarTambién en Dante, Beatrice es su "Ánima"
Cariños
Si es así, y como puede verse por los ejemplos, eso sólo agravaría su culpa. Que si Beatrice es el "Ánima" de Dante, está visto que la otra no ha sido más que el pretexto para la anima... lada del profesorcito. Compararlas es más que absurdo: es ofensivo.
EliminarSeñor Anónimo, el " Anima", según Jung, la tiene internalizada el profesor, y "ella", en cada uno mueve emociones distintas. El " Anima" representa el ideal femenino motivador que no es igual en cada hombre. Beatrice fue para Dante su inspiradora, su " guía" espiritual. En aquel profesor de inglés, su "Anima" era quizás la "Lilith". No todos los hombres encuentran el " Anima" en sus vidas;mueren sin haberla conocido y, en muchos casos, es preferible por lo que despiertan en cada uno y las consecuencias. Como en el caso del profesor.
EliminarSaludos
Pues sea. El tema, entiendo, es traspasar al "Anima" las responsabilidades por lo que está más allá, para bien o para mal, de lo que cabría esperar de nosotros digamos que en un nivel normal. Bueno, yo prefiero cargar yo con las mías; me parece más justo, y estaría por decir que más maduro.
ResponderEliminarSeñor Anónimo, no se trata de traspasar el " Anima". Pero, bueno, hay que contemplar que si no se ha leído, al menos, leído,a Carl Jung, no hay posibilidad de dialogar.
EliminarVaya, no sabía yo que el haber leído a Jung fuese condición sine qua non del diálogo, y que quienes no lo han hecho, los pobres, no pueden hacer otra cosa que monologar. Cuánta gente (desde todos los anteriores al propio Jung, pasando por monologantes tan limitados como Kafka, Pessoa o Borges, que no sé que lo leyeran, y hasta la actualidad), está condenada (junguianamente condenada, que es peor) a carecer de la posibilidad del diálogo. No es mi caso, yo sí lo he leído, pero sin su autorización (la de usted, digo) da igual, no puedo dialogar. Mi recomendación: como Platón decía en su Academia "no entre aquí quien no sepa geometría", estaría bien que nos proporcionara una lista de sus propias limitaciones. Por ejemplo: "No intente dialogar conmigo quien no haya leído -y aceptado acríticamente, como yo- a Jung", y todas las demás. Sin conocerlas previamente, es difícil no equivocarse, ¿no cree?
EliminarSeñor Anónimo, no haber leído a Jung es evidente en sus respuestas . Digo "leído" por no pretender "estudiado" Las comparaciones "absurdas y ofensivas" así lo indican. Dialogar, intercambiar opinión, lo hago con aquellos con mente abierta, dispuestos a aceptar que la suya no es la única verdad.
EliminarPero usted y yo tenemos en esto, idiomas distintos, lo que hace que dialogar no sea posible. Ningún interés me mueve en conversar con usted sobre otro tema, al menos en este momento. Quizás algún otro sobre el que García Martín nos ofrezca y me mueva a hacerlo. Sí soy de leerlo. No abro la boca ni meto el dedo en el teclado si no tengo conocimiento formado, opinión con fundamentos. Primero intento salir de la ignorancia sobre lo que se expone y leer a los que saben. Me resultan desagradables los que se suben a pedestales intentando dar cátedra con la soberbia de los creídos dueños de la verdad.
Yo no puedo opinar sobre materias que no conozco. Y si me interesa lo que se opina lo pregunto con humildad, y no sentenciando.
Saludos
Muy sensatas palabras,Laura. Debería tenerlas todo el mundo en cuenta.
EliminarGracias, señor García Martín.
EliminarMi estima
Perdida, a lo que parece, en el ciberespacio mi respuesta a Laura, vuelvo a contestarle aquí. Decía que el paciente lector, si para tanto le da la paciencia, podrá ver por sí mismo dónde "da cátedra" uno. En su primera intervención, Laura, copio literalmente, decía que "Don José Luis, ese profesor de inglés se encontró con su "Ánima", según Jung". Véase que NO contaba que el profesor en cuestión "acaso" se encontró, etcétera, según la interpretación que Laura hace de sus ideas (y que dudo mucho que el propio Jung hubiese apoyado). No exponía pues opiniones, sino apodícticas certezas.
EliminarRespecto a lo de "sentenciar", dejémoslo a los jueces: es su trabajo. Yo no lo soy, y supongo que usted tampoco. (Aunque dudo que en este caso concreto, y cuando les toque pronunciarse, se ocupen del "Ánima"; más bien pienso que juzgarán al profesor atribuyéndole la vieja barbaridad de "la maté porque era mía", que Max Aub, con toda la razón, corrigió en "la maté porque NO era mía", justamente). Saludos.
Señor Anónimo:con esto termino el tema. Yo dije " según Jung". No según yo.
EliminarTómese la molestia de estudiarlo y verá lo que Carl Jung decía al respecto. Usted no citó a nadie para sentenciar lo de "abusivo y ofensivo". Lástima no poder saber que hubiese opinado Jung de usted pero no es difícil imaginarlo.
Me alegro de que tenga usted tanta imaginación; quizá compense con ella la falta de tolerancia (y de racionalidad). Disfrútela: es un don, la imaginación, incluso aunque se emplee tan mal como usted lo hace aquí, para (intentar, en vano) descalificar a quien no piense como usted. Y, de nuevo, los saludos que usted prefiere omitir en su última respuesta. Ay, Señor.
EliminarSeñor Anónimo, tiene usted razón, mis disculpas por omitir mis saludos como es mi costumbre. Una omisión involuntaria.
EliminarSaludos.
Aceptadas; y reciba, de nuevo, los míos.
EliminarDon José Luis, Mercurio en Tauro y Venus en Géminis hacen a mayo florido y hermoso. Gracias por compartirnos el arte y leernos el periódico. Bendiciones y lo que diga Abelando Liranes que no le afecte, usted siga en Plutón con sus acercamientos de Capricornio en la segunda casa por la derecha, según se sube.
ResponderEliminarAsombroso y enigmático Martín, le da usted una vuelta de tuerca semántica al concepto de "rutina", que lo deja como nuevo, irreconocible. Me parece que seríamos una avalancha de lectores, y otra de no lectores, los que nos apuntaríamos de buena gana a una "rutina" que incluye visitas a los rincones más secretos de Venecia, alguna que otra vuelta por Turín, paseos por la Toscana, retornos a Milán para no olvidar la Lombardía y algún dejarse caer por Sicilia, para mantener vivo el Etna y la profusión de mosaicos bizantinos. Eso son rutinas, Martín, y no lo que me enseñaba mi madre. Lástima que le pusiera la nota amarga el profe de inglés con ese "delitto di paese", en el que los italianos incurren con la misma facilidad que los ibéricos. Por suerte, el caso queda cerrado policial y judicialmente una vez que se han establecido responsabilidades: era cosa del Ánima. (Ay, cuánta ánima de cántaro).
ResponderEliminarQue siga disfrutando y nos lo cuente, procurando no matarnos de envidia.
Despistado Entrerriano..., precisamente Martín quiere presumir de eso: de cosmopolita, de hombre de mundo; de quien dice con desparpajo "cuando estoy en mi casa de la Gerbermühlstraße...", o "siempre que como en Palacio...", o "cuando atravieso el Hudson siempre tropiezo en el estribo del Staten Island Ferry". Afán de aparentar una mundanidad y un aquel desenvuelto de quien no deja de ser un profesor provinciano poco viajado y no un Lord Byron o un von Humboldt. Ilusiones.
EliminarPS.- Me dice un librero del centro comercial Los Prados, que JLGM le compra ingentes cantidades de guías de turismo marca Everest. Y que lo ve pasarse los fines de semana leyendo en ellas y garrapateando en cuartillas apaisadas color lila, encogido sobre sí mismo como lince ratonero al acecho. Buen lector de prensa este kiosquero, se sorprende algunos lunes cuando lee las reseñas de viaje de Martín en los diarios, sin que haberlo echado en falta a su cita con Mc Donald´s ni un solo finde de los últimos seis años, que son los que lleva abierto el negocio de este ponferradino. Que él recuerde. Y recuerda bien.
En el centro comercial Los Prados no hay ninguna librería (salvo la del Carrefour) y por lo tanto no hay ningún librero ni quiosquero. Cuántas tonterías escriben algunos lectores aburridos que no se atreven a decir su nombre.
EliminarEfectivamente, en el carrefús ese, ahí tiene Olegario su kiosko-librería (qué preciso ha de ser uno con estos transigentes ortográficos pero intransigentes topográficos).
EliminarMe tiene dicho el comerciante berciano que, extrañado por tanta demanda de guías turísticas por parte de una sola persona, malpensó en la reventa abusiva, pero se desengañó cuando un día subió al burger y vio a Martín en una mesa, rodeado de un himalaya de guías para viajeros y de panfletos turísticos.
Adicto al pollo estrogenado en picadillo y al párpado vacuno, Ole (así lo llamamos los que lo conocemos de antiguo; servidor porque antes de la imprenta fue portero de la finca de unos tíos, allá por la Florida), no pasa día sin que suba al Mc Donald´s y por eso estaba en condiciones de contarme lo que me contó.
PS.- ¿Ocioso? ¿Aburrido? Sabrá el buen Martín de mi plétora fabril, de mis obras, de mis rosas...
Qué tontería. Vaya lectores que tiene uno. Acepto con resignación la penitencia.
EliminarFrancisco de Quevedo no hubiera respondido así: hubiese sonreído, pedido recado de escribir y citado al tabanillo a tomar con él un cariñena en una tasca del Arco de Acuchillados. Estás a tiempo Martín, que paro en el Reconquista.
EliminarMire, Rey Blanco, si usted no ha aprendido a distinguir cuándo un escritor le está mintiendo y cuándo le dice la verdad al hablar de una ciudad, usted no llega ni a Alfil, por mucho que firme Rey.
EliminarConozco algunas de las ciudades que frecuenta Martín, no todas, qué más quisiera, y sé que sus relatos no son de ficción, sino de descripción. (La verdad: lo sabría también si no conociera las ciudades). O sea, que déjese de invenciones. ¿Ha considerado a pasarse a la Astrología?
Ay, Entrerriano..., qué inútiles regañinas hacemos a veces... Si Entrerriano no ha aprendido a distinguir cuándo alguien (¿un escritor?) embolica al personal, cuándo zahiere con mitones ribeteados de lamé en los bordes de los puños..., es que usted, amigo, es bastante lento de entendederas.
EliminarConozco casi todas las ciudades de Italia que cita Martín en sus relatos (recién me he venido del Lacio) y conozco a Martín (él cree que no, o que poco).
Un poco de imaginación y de salero no sobran en este moridero. Aunque con la venida de Miss Taibo la gráfica de la primera y el aforamiento del segundo se han disparado, es bien cierto.
PS.- Conozco bien Perugia umbría, pero mejor al Perugino, a Benedetto Bonfligi y hasta a su tía (Leporella Conti).
Tengo a Capricornio en Tauro y no me quejo.
Pues enhorabuena por ser tan viajado, Alfil Blanco, qué suerte, pero ese no era el tema de debate.
EliminarHaría mejor dejando a Capricornio desplazarse hacia Libra. Estará más fresquito.
Don José Luis, no hay mal que por bien no venga, dice el refrán.. Miré usted cómo de a poquito van aprendiendo algo de astrología, ya saben lo de Plutón en Capricornio. Pero usted no se vaya a preocupar porque eso a usted no le hace mella: no es de Capricornio.
ResponderEliminarMi estima y gracias.
Es bonito eso de ver a las personas rodeadas de estrellas y planetas, y parece que muy bienintencionado hacia todo el mundo. ¡Al final los astrólogos van a ser más racionales que los racionalistas!
Eliminar¡Qué aburrido dialogar con espejitos!
EliminarQué peligrimosos son algunos "Quijotes". Menos mal que al cielo sí se le pueden poner puertas. Con esta truculenta historia te has acercado al estilo alegórico y repetitivo del cine (basado en hechos reales).
ResponderEliminar" No me disgusta cumplir años, todo lo contrario. Lo considero un regalo más, el mejor que todos. ¡Sesenta y siete ya! "
ResponderEliminarTengo una amiga, obsesionada con la edad, que huye también de la gran ciudad en la que vive el día de su cumpleaños. Ella suele ir a las Islas Eólicas, sobre todo a Lípari, para intentar olvidar los años que cumple.
Es obvio que el “Rey” no piensa en serio que el dueño de este blog finge sus viajes, y sólo bromea con evidentes hipérboles (“Himalaya de guías”) para molestar un poco, sin inquina. Sorprende que ni el señor Martín ni su defensor hayan sabido leer eso entre líneas y se lo tomen tan a pecho.
ResponderEliminarOtra cosa es que guste su estilo. A mí suele gustarme. Y me hace gracia su ingenio, como en esta ocasión. Salvo cuando fuerza mucho la retórica (y ahí lo dejo, no sea que me linchen otra vez por criticarle eso)
Por cierto, se cumplen ahora 20 años de la publicación de Harry Potter. Es decir: de la invasión de la literatura por parte de las brujas, como en este blog (tampoco se me enfaden, ¿eh?).
Felicitaciones a las dos de aquí.
P.D. La astrología es a la astronomía (y a la ciencia) lo que el caballito de un tiovivo a un caballo real: sólo gira sobre sí misma y es una buena distracción (como hacer solitarios, que también usan "cartas") pero no va a ninguna parte.
Señor Bonifacio, yo, no me enfado. Usted da su pensamiento, su opinión, su convicción, y eso es tan valedero como lo mío. Creo que no leyó mi comentario y un texto que Don José Luis tuvo la amabilidad de publicar a mi solicitud,respecto de por qué pienso que la astrología no es una ciencia sino un arte. Desde ya le comento que hay que estudiar astronomía primero para acercarse a la astrología con seriedad.
EliminarAgradezco su respeto para dirigirse, al menos a mí. Lo de " brujitas" lo recibo con simpatía.
Gracias.
Líbrenme Zeus y Atenea de erigirme en defensor de nadie, y menos de un señor como Martín, que sabe defenderse con tanta eficacia y que es todo un maestro en reducir los ataques a la nada por la vía del desdén o de la indiferencia. Es sólo que, por lo visto (limitaciones personales), no he entendido la naturaleza de la broma. Por lo demás, es lindo que cada cuál desgaste sus tamangos visitando ciudades hermosas, siempre que no se quite de morfar (o incluso quitándose un poco).
EliminarEn cuanto a la hechicería, y a este metejón de hacer del blog una cueva de Zugarramurdi, es un alivio enterarse de que no se trata de una ciencia, sino de un arte. Así ya sabemos que tiene poco que ver con la verdad. O nada, coincidencias casuales aparte. Saludos!
Entrerriano, por la vía del desdén o de la indiferencia nunca se llega a maestro en reducir ataques a la nada: razones hacen falta, argumentos solvente. La indiferencia fingida y los mohínes están al alcance de cualquier hidalgo de esos que sostienen y no enmiendan, uno de los peores vicios de la raza.
EliminarPero no es el caso de Martín (mal le ha hecho la semeya el Entrerriano), que debate y se empecina con frecuencia.
Quise decir defensor puntual, no escudero. No iba con intención tampoco (qué sensibles andan...)
EliminarHablando de andar y de los tamangos-zapatos, me gusta el lunfardo. Y hasta canto tango en la intimidad. No digo que lo bailo en ella, porque también podría malinterpretarse (o no).
Saludos.
¿Cómo, Boni, llamar que mejor le cuadre a una pila de guías Everest que Himalaya de guías"?
ResponderEliminarPienso que sí que entienden pero que disimulan.
Saludo afectuoso, Boni.
EliminarOtro saludo. No digo "otro saludo, rey", porque también se malinterpretaría...
¡Mi vida está de vuelta! Después de 3 años de matrimonio roto, mi marido me dejó con tres hijos. Sentí que mi vida estaba a punto de terminar, casi me suicidé. Gracias al Profeta Akeem que conocí en línea mientras estaba navegando por internet, me encontré con muchos testimonios sobre él. Algunas personas testificaron que él trajo a su amante Ex de vuelta, él restaura el útero, detener los divorcios, curar el cáncer y otras enfermedades. También me encuentro con un testimonio particular de Sarah, que vive en Finlandia diciendo que él trajo de vuelta a su marido ex después de 3 años de divorcio. Después de leer todo esto, decidí darle una oportunidad. Lo contacté y le expliqué mi problema. En sólo 12 a 16 horas, mi marido volvió a mí suplicante y resolvimos nuestros problemas y estamos incluso más felices que antes. Profeta akeem es realmente dotado y no dejaré de publicar acerca de sus buenas obras. Si tiene algún problema, póngase en contacto con él ahora para que pueda ser la respuesta a sus problemas. Correo electrónico: Prophetakeem@gmail.com, para más información ver su sitio web: http: //Prophetakeem.webs.com/
ResponderEliminarQuerida Theresa, quisiera saber si este Akeem se ocupa también de hacer desaparecer a tu mujer (/marido) o a insuflarle ganas de que se vaya voluntariamente.
Eliminar¡Gracias, salvadora!
EL CEREBRO DE F.
EliminarSí, todo el mundo que me conoce me lo hace ver: "F., no te midas con esa gente tan inteligente, que pones tus limitaciones en evidencia; porque has sido uno de esos bebés que nacen azules, con poco oxígeno en la sangre y daño neuronal..., si bien les queda preservada la parte del lóbulo frontal que rige los impulsos altruístas". Lejos de conformarme con esa tara, de rumiar en el rincón de un café (de barrio, no se crean) mi desgracia congénita (Dios, que buen talento si hobiese mejor partera...), me debato y me revuelvo con mis muñones contrahechos a base de dendritas y de axones atrofiados y..., cometo la (consciente) osadía de litigar con cerebros esplendentes, generosos porque se prestan a asimétrico intercambio, pues les puede un impulso generoso, un gradiente que les inclina a compartir sus excelencias con los desheredados del cacumen.
Desde que frecuento este café, me encuentro muy mejorado (tenían que haberme conocido antes, sufridos sufridores) y agradezco infinito al buen Martín (al que estimo bastante) que haya contribuido a pulir mi ego, a aumentar mi autoestima, a apuntalar mi confort cerebelario. Pues ha hecho que ciertos complejos que arrastraba desde niño (triste niño azul, en su rincón desamparado) se vayan esfumando (estamos en ello) como nimbo de las Antillas tras el ciclón que jode pero que, al cabo, purifica. Y así me digo a veces : F., si has nacido azul y limitado y te comparas con estos doctos catedráticos y profesionales de la crítica y así resultas recrecido, tanto en la letra como en el argumentario, en la forma como en la idea, en la opinión propia (y ajena, no se crean)..., es que eres grande, noble, capaz. Y don Tonterías, algo tiene de estas cosas, pero menos que tú, dechado de gracias literarias, de sesura, de alegría.
Saludo afectuoso, Kurtz.