Sábado, 3 de junio
UNA CURA DE HUMILDAD
Hace algún tiempo
colaboraba, invitado por Luis María Anson, en el ABC verdadero, como diría él. Por entonces aún no
existía, o no se había generalizado, la prensa digital, solo leían mis
artículos quienes compraban el periódico. Ninguno de mis conocidos lo hacía,
así que nadie me los comentaba.
Un día me equivoqué y atribuí a Horacio unas palabras de
Virgilio: “tempus irreparabile fugit”. De inmediato me llamó un amigo para
señalarme el error
––¿Pero tú lees ese periódico?
––Lo hojeo todos los días, lo compran en casa. A ti te
leo siempre.
Me leía siempre, pero había esperado para decírmelo a que
metiera la pata.
Me ha venido ahora a la memoria esta anécdota porque
desde hace algunos años (desde 1999, creo), he sido Jurado del Premio Príncipe
de Asturias de las Letras. Este año he quedado fuera porque al parecer, según
las nuevas normas, no se puede repetir más de cuatro veces seguidas.
Nunca he pintado mucho, la verdad. Mi candidato caía
siempre derrotado en las primeras votaciones (solo hubo una excepción: Muñoz
Molina) y la reunión con la prensa antes de que comenzaran las deliberaciones
constituía una reiterada lección de modestia: jamás ningún periodista quiso
saber mi opinión. A veces veía acercárseme a uno sonriente, seguido del cámara.
Pero la sonrisa no era para mí, sino para Sánchez Dragó o Rosa Navarro Durán o
Víctor de la Concha, que se encontraban detrás. Y eso que yo, inasequible al
desaliento, siempre llevaba preparaba alguna frasecita que podría servir de
titular. “¿Cree que este año obtendrá el premio por fin Antonio Gamoneda?”, le
preguntaban por ejemplo a unos y a otros (por entonces el poeta astur-leonés
tenía ya todos los galardones oficiales de algún relumbrón). Pero no a mí, que
me quedé sin poder utilizar la respuesta: “Ni está ni se le espera”. (No
figuraba siquiera entre los candidatos.)
No pintaba yo nada como jurado, ni nadie se acordaba de
que lo era, pero ahora que no lo soy la mayoría de mis amigos y conocidos se
han apresurado a llamarme para darme una especie de pésame. “Lo siento mucho,
qué pena”, se limitan a decir la mayoría. Pero hay algunos otros con peor intención:
“He oído a la directora de la Fundación que están echando fuera a los de
siempre para darle otro aire a los premios, que se iban quedando obsoletos por
el envejecimiento del jurado”, “Muy bien esa idea de traer caras nuevas, no
está bien que los mismos premien siempre a los mismos”, “O te jubilas o te
jubilan, es ley de vida”.
Y yo, que no pensaba en ello, tengo que repetir una y
otra vez que no tiene importancia y que dudo que Teresa Sanjurjo, tan gentil
siempre, haya dicho eso que le atribuyen para fastidiarme.
Domingo, 4 de junio
QUIEN MANDA MANDA
Sabía de sobra que La promesa, la película que Terry George
ha dedicado al genocidio armenio, no era precisamente una obra maestra, pero
quería ver cómo contaba esa masacre que todavía Turquía se niega a aceptar. No
es que niegue que murieran más de un millón de armenios en tiempos de la Gran
Guerra, algo que ni siquiera se pudo ocultar cuando ocurría, solo que habrían
sido “efectos colaterales” del conflicto, no el resultado de la decisión de
exterminar a todo un pueblo.
Un pueblo de traidores según el gobierno turco, de
potenciales o reales aliados de otros países en conflicto, especialmente Rusia.
La película, que quizá debería llamarse El compromiso (es un compromiso
matrimonial con dote anticipada lo que sirve de punto de partida) vale tan poco
como me esperaba. Pasa sin transición de un idílico Estambul muy belle époque, con los comerciantes y los
profesionales armenios perfectamente integrados en la alta sociedad, a una
especie de “noche de los cuchillos largos” en que toda la furia popular se
desencadena contra ellos sin que se nos ofrezca justificación alguna. "Los imperios caen, el amor sobrevive", leemos en el cartel: del intento de solución final para los armenios, ni palabra.
Qué consolador pensar que los genocidas –los nazis, los
turcos de entonces– son unos monstruos que nada tienen que ver con nosotros.
Pero tienen que ver, somos nosotros o podemos serlo en
cualquier momento.
La Turquía de 1915 estaba en guerra, luchaba por su
supervivencia como Imperio al lado de Alemania. Dentro de su territorio tenia a
quienes pedían ayuda al enemigo e incluso, en algunos casos aislados, tomaban
las armas para luchar junto a él.
El enemigo del tambaleante imperio democrático es hoy el
Estado Islámico, simpatizantes suyos cometen atentados estúpidamente crueles en
París o Londres (y en países árabes, pero ahí no cuentan). Esos terroristas son
de religión islámica. Al presidente de los Estados Unidos se le ocurre que la
mejor defensa es prohibir la entrada a quienes proceden de países musulmanes,
aunque los terroristas no vienen de esos países: ya estaban aquí en la mayor
parte de los casos.
¿Cuál sería el siguiente paso, encarcelar a todos los
musulmanes que viven en Europa o en Estados Unidos? Theresa May, tras ahorrar
en policías, dice que hay que dar más poderes a la policía y respetar un poco
menos los derechos humanos. ¿Solucionaría el problema disparar a matar a cualquier
sospechoso, torturar para obtener información?
Los turcos del imperio se nos parecen demasiado: también
hoy sería posible un genocidio, si no aplaudido, sí justificado por la buena
gente a la que se le ha hecho creer que el Islam es el mal absoluto. Y también
impediríamos, con la ley en la mano, que fuera considerado como genocidio.
A la vez que la muerte de una treintena de inocentes al
salir de un concierto llena todas las primeras páginas de los periódicos y despierta
la indignación mundial (con toda razón), unas pocas líneas escondidas informan
de que en no sé qué ciudad siria, al parecer controlada por el Estado Islámico,
han muerto ochenta personas, la mayoría mujeres y niños, a consecuencia de una
bomba de los países aliados. Lamentable, si, pero la noticia ni siquiera
aparece en todos los periódicos y cuando lo hace es en letra pequeña: son solo
daños colaterales.
Pienso en estas cosas mientras veo el convencional
melodrama de La promesa. Me distrae
reconocer a Albarracín en la supuesta Anatolia. Y al ver la escena del tren,
tan peliculera y falsa, recuerdo la
fotografía que sirvió de pretexto para esas imágenes a lo Indiana Jones. Las
fotografías, tomadas clandestinamente, exponiendo su vida los fotógrafos,
permitieron visibilizar la catástrofe. Pero sirvieron de bien poco.
Turquía sigue negando un genocidio que no
fue capaz de ocultar cuando ocurría. Si Alemania hubiera ganado la guerra,
tampoco el holocausto habría sido un holocausto: habrían muerto muchos judíos,
quizá millones, pero eso no sería sino una más de las inevitables consecuencias
del conflicto.
Los hechos, los desnudos hechos, son cosa de los
historiadores. Pero la calificación de los hechos –terrorismo, crimen contra la
humanidad o simples daños colaterales– la decide el que manda.
Lunes, 5 de junio
NON OLET
Le pregunto a una amiga
si fue a la presentación del libro España
en mí y otros poemas, editado por Renacimiento y prologado por Luis Alberto
de Cuenca, el pasado miércoles en el hotel Reconquista y ella me dice que no,
aunque estaba invitada.
––¿Y por qué no? Pocas veces la poesía se promociona tan
suntuosamente. Me cuentan que parecía una fiesta organizada por el Hola. Estaba el todo Vetusta, no faltó
ni nuestra Isabel Preysler.
Por toda respuesta me alarga la fotocopia de un artículo
de Rosa Montero (“Consumidores engañados y cautivos”), en el que ha subrayado
unas líneas: “los laboratorios farmacéuticos dedican el 90 % de su presupuesto
a enfermedades que solo padece el 10 % de la población mundial, inventan
dolencias para medicalizar a la gente (convertir a los tímidos en fóbicos
sociales); crean alarma para forrarse (el Tamiflú y la gripe A); tienen más
beneficios que los bancos; ponen precios salvajes a los fármacos (el tratamiento
contra la hepatitis C); dicen que esos precios son para costear la
investigación, cuando Gobiernos y consumidores les pagamos el 84 % de la misma y los laboratorios dedican el 13
% de su presupuesto a la investigación y un 30-35 % a marketing (fuente:
Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública)”.
–-¿Y qué importa cuál sea el origen de la fortuna del
poeta que se promociona de tan generosa manera? Recuerda la frase del emperador
Vespasiano cuando le reprocharon que pusiera un impuesto sobre las cloacas y el
acercó un puñado de las monedas así obtenidas a las narices de los críticos:
“Non olet”. El dinero, venga de donde venga, no huele. Algunos de nuestros
próceres más destacados del siglo XIX, todavía con estatuas de bronce plazas y
jardines, hicieron su fortuna con el comercio de esclavos.
Martes, 6 de junio
SOY UN HIPÓCRITA
La verdad es que soy más
falso que Judas, me gusta inventarme defectos muy humanos, como la vanidad,
para tratar de caer mejor a la gente, mientras disimulo cuanto puedo los verdaderos,
tan antipáticos como la mayoría de las virtudes.
Jueves, 8 de junio
ABOGADO DEL DIABLO
El año pasado, en los
premiso Príncesa de Asturias, el poeta polaco Adam Zagayewski, al que yo
apoyaba, se quedó a unos pocos votos del premio; este año, que yo no estoy en
el jurado, lo gana. Está visto que como abogado defensor valgo poco. A mí me va
más el papel de fiscal. O el de abogado del diablo.
Viernes, 9 de junio
LO QUE A MÍ ME GUSTA
“¿Y si tú fueras heredero
de una inmensa fortuna, como el poeta argentino que vino con Abelardo, a qué la
dedicarías?”, me preguntan en la tertulia.
––A cumplir algunos de mis deseos frustrados. Por
ejemplo, ser guía. Nada me gustaría más que invitar de vez en cuando a unos
cuantos amigos –más que las gracias, pero menos que las musas, como quería Eugenio
d’Ors– y enseñarles mi Perugia o mi Plovdiv o mi París o mi Palermo. Les
pagaría el viaje, les buscaría un buen hotel y, temprano en la mañana, estaría en
el hall para comenzar a mostrarles la
ciudad. Tendrían que ser jóvenes, o estar en muy buena forma, para poder seguir
mi ritmo, molto accelerato.
––¡Qué tontería! Puedes hacer lo mismo, pero cobrando.
Debe ser "darleS otro aire a los premios". (Siento intervenir yo también sólo para rectificarle, en verdad no es justo.)
ResponderEliminarESTE COMENTARIO NO ES PARA PUBLICAR
Todas las rectificaciones son bien venidas, Sandra. Muchas gracias. Pero lo dejo como lo escribí para que tengan ejemplos literarios los gramáticos cuando hablen de la tendencia del español actual a que la falta de concordancia del suplemento (o del complemento indirecto) en el género se extienda también al número.
ResponderEliminar¿Verá Martín con más claridad -ahora que está fuera del jurado- cuánto de farsa y oropel oculta esa vanity fair difrazada de elogio a la cordura, al buen hacer, a las ciencias y a las artes, de ayuda a los talentos penumbrosos necesitados de un empujón de notoriedad?
ResponderEliminarPues estos Premios disimulan una buena dosis de afán por codearse con la crema (como si la cercanía de la crema, fuera de pringar, transfundiera esencias y sabores, la pericia del chef o del repostero), cayendo frecuentemente en el vicio de los galardones redundantes, con medalla en la solapa de algún multipremiado que poco necesita de un plus de que lo quieran o de que le metan un cheque en el bolsillo. Y si no vienes, no te doy. Y en la calle, un esperpento de gaiteros y geos confundidos.
Lo que mal empieza, mal termina. Y si ya la advocación rechina en sus contradicciones (qué sabrá de talentos esta niñina, o su padre o el inculto de su abuelo...), ligada aquella al devenir de lo coyuntural...
No te extrañe, pues, Martín, que en los saraos colaterales (que son el oculto anhelo de los organizadores), hayan pasado de ti y que los reporteros enfocaran los objetivos hacia personajes tan poco agraciados como Sánchez Dragó, porque viva de las teles del movimiento perpetuo. Como tampoco debiera extrañarte que algún orondo doctor en bonhomía -a falta de otros títulos de mayor sustancia- crea en la ósmosis del talento, de la esencia de la grácil poesía y..., en un rapto de irrisoria fatuidad alquile un teatro y muestre al mundo (a su pequeño mundo provinciano) lo que la proximidad de los astros otorga en luz a los torpes meteoritos orbitales. Y hasta reúna en torno a sí a algunos notables que ponen cara de... Bueno, ese es el paradigma.
No siempre lo nuevo es mejor; eso es lo que Jiménez Lozano llama, si recuerdo bien, la superstición del calendario. En este caso concreto, tengo la plena seguridad de que el cambio (quitarle a usted para poner a otro) será inevitablemente para peor..., si de lo que se trata es de escoger al candidato que tenga más méritos literarios. Pero quizá se trata de otra cosa.
ResponderEliminarGran entrada, como siempre; pero quisiera destacar especialmente la del domingo. Hay mucha, y muy significativa, verdad en ella. Gracias.
Estupendo, como siempre. La idea que desarrolla en los primeros párrafos (las malas noticias siempre nos llegan puntualmente a través de un amigo) no puede ser más certera.
ResponderEliminarEn Radio María (una emisora del Opus Dei) sí que dan esas noticias, pero sin el matiz de los daños colaterales. Para ellos, todos son yihadistas. Esa gente sí que está frustrada: no entienden que el mundo de los adultos no se puede dividir en buenos y malos. Pero, ¿qué se puede esperar de los retoños mimados del franquismo?
ResponderEliminarP.D: ¿Y sabéis por qué tienen tantos hijos? Para tener de reserva por si se les muere alguno. Nadie les quitará su sonrisa.
Me acuerdo de una, Purita, que se quedó viuda poco después de casarse. En el velorio, todos se admiraban porque ¡era la que más sonreía!
EliminarTonterías, Higgins. Que yo esté o no esté en un jurado no tiene ninguna importancia. Mucha gente puede hacerlo igual o mejor que yo, todo consiste en saber elegir bien.
ResponderEliminar¿Quién hablaba de eso?
ResponderEliminarDe eso y de otras cosas poco pertinentes. En la concesión de los premios no intervienen más que los jurados, las opiniones sobre la cultura de quienes llevan el título que les da nombre está fuera de lugar. Y lo de que los periodistas pregunten a los personajes más mediáticos es su razón de ser. Yo lo cuento cómo algo divertido, no como una queja. A mí me vienen muy bien las lecciones de humildad (¿y a quién no?).
ResponderEliminar¿Cómo que está fuera de lugar? ¿Pondríamos al frente de un banco de sangre al conde Drácula?¿A Esperanza Aguirre al del patronato de los Premios Gil de Biedma? ¿A Rodrigo Rato de reflotador del Banco Popular?
EliminarY si este detalle es neutro..., ¿a qué tanto tiralevitas y tanto besaculos (o besamanos, o como lo llame?
¿Apuesta Martín por perpetuar ciertos atavismos poco saludables? ¿Encontraría adecuado él un recibimiento así a un premier o jefe de república que ostentara la titularidad de premios parecidos? ¿No creé que aquella parafernalia se compadece mal con lo que se dice celebrar?
Haría un millar de preguntas retóricas como estas, pero creo que Martín se iba a salir por la tangente, como acaba de hacer con sus respuestas (?) recientes.
Na, aquí no pasa na. Vajpaña!
¿Y qué parafernalia hay en que un grupo de expertos en determinada materia se reúnan y debatan durante bastantes horas para decidir cuál es la mejor a su juicio de las candidaturas presentadas a un galardón? ¡Qué ganas de hablar por hablar!
EliminarHablo del circo que se arma en torno los borbones, coño.
EliminarLástima que "La promesa" frustre una buena oportunidad de divulgar aquel extenso exterminio de armenios, mucho menos conocido de lo que debiera. No he visto la película y ya no iré a verla, naturalmente. Utilidades de un blog fiable.
ResponderEliminarEs posible, Martín, es posible que no tenga ninguna importancia su presencia en un jurado. Pero eso es fácilmente generalizable. La presencia de casi ninguna persona concreta en un jurado tiene la menor importancia. Todas son sustituibles y recambiables. Usted, al menos, como recopilador de antologías y crítico, tiene un conocimiento de la poesía y la literatura actual muy privilegiado.
Los premios seguirán sirviendo al marketing y engordando las cuentas corrientes de algunos editores. Más la inevitable vanity fair. A los cuarenta o cincuenta años, casi todo el mundo ha visto ya la muerte de algunos amigos, más un par de ictus, otro par de infartos, algún que otro cáncer y varios cólicos nefríticos. El que no se haya curado con esto, seguramente no tiene solución. Bendito sea.
Yo nunca me presentaría a un premio.
EliminarEl artículo de Rosa Montero (a la que admiro por otros conceptos) era desinformado, tendencioso y lleno de errores. Afortunadamente se le respondió como era menester (defensora del lector incluida). Hasta el más listo puede decir tonterías sin parar.
ResponderEliminarPues en la edición impresa no apareció esa intervención de la defensora del lector (o yo no la he visto este domingo, que es cuando suele publicarse). Quizá apareció solo en la edición digital. No me parece que en la parte que se cita haya muchos errores.
EliminarEs preciso informarse bien. El artículo era demencial. Aquí tienes la respuesta de la defensora del lector, que cita opiniones realmente autorizadas.
Eliminarhttp://elpais.com/elpais/2017/06/06/defensor_del_lector/1496749694_143122.html
Respuesta a H.
ResponderEliminarEl circo que se arma en torno a los Borbones, si se arma, a mí me interesa tan poco como el que se arma en torno a Vargas Llosa y su actual pareja. Yo hablo de un premio que no tiene nada de circense (y lo sé por experiencia). Eso es todo.
He de decirle que el oficio de guía usted lo haría de primera. Yo he visitado varias ciudades gracias a sus retratos literarios de ciudades publicados en este blog, y aún me falta Turín, Torino, lugar al que tengo ya proyectado mi viaje. Por cierto, su foto de la interminable escalinata de Perugia es una preciosidad.
ResponderEliminarGracias, buen hombre.
De nada.
EliminarRéplica a José Luis Piquero: La respuesta de la defensora del lector apareció en su blog, no en el diario impreso, por eso yo no la había leído (el artículo de Rosa Montero se publicó, en cambio, en el suplemento semanal). Al error que ella ha cometido (confundir semillas transgénicas con híbridas, o algo así) yo no me refiero para nada, es algo en lo que no entro ni salgo. En la entrada de mi diario me limito a copiar sus referencias a la industria farmacéutica y el lugar de dónde las toma. No me parece que nadie haya refutado eso.
ResponderEliminarEs preciso informarse bien, desde luego.
Y yo desde el principio me referí al artículo de Rosa Montero en su conjunto, no a esa parte. Y sí, las cifras pueden ser ciertas, pero el sesgo argumentativo es falaz, tendencioso y atrabiliario. Y sí la refutan, aquí:
Eliminarhttp://charlatanes.blogspot.com.es/2017/06/gluten-homeopatia-y-embustes.html?spref=fb
El artículo de Montero, en general, es falaz e irresponsable. No es sólo que haya confundido una palabrita con otra.
Cada uno a lo suyo, como siempre. Lo que yo citaba del artículo de Rosa Montero no lo ha refutado nadie. Del resto, no es este el lugar para hablar. La cita venía a cuento de la industria farmacéutica. De lo demás, no hablo. No es mi tema.
ResponderEliminarY es inútil que no pongas el enlace en el comentario porque no se puede hacer click y copiarlo toda esa retahila es una empresa que está fuera de la paciencia humana. Mejor dar dos o tres términos que nos permitan encontrar el artículo en Google (si a alguien le interesa, a mí no)
Preciso, Piquero: estos comentarios son para precisar algún asunto tratado en el blog, no para debatir de todo lo humano o divino (la homeopatía, la monarquía o el sexo de los ángeles).
EliminarCuando un link no funciona pinchándolo, basta con copiarlo y pegarlo en el navegador. Yo no llamaría a eso "una empresa que está fuera de la paciencia humana". Pero vale.
EliminarVaya, pensaba estar tratando un tema que, siquiera lateralmente, se había tratado en el blog, y estar replicando a tus réplicas. En el futuro haré lo que hacen casi todos los demás: entrar anónimamente y decir todas las tonterías que se me ocurran. O mejor ni lo uno ni lo otro.
Eliminar¡Qué harían los tontos sin la protección de la manada! Inventar la vacuna contra el cáncer, no.
Eliminar(Perdón por el exabrupto. No iba por ninguno de lo contertulios, naturalmente...)
EliminarNo, Piquero, en los comentarios (cosa de Blooger) tampoco se puede seleccionar y copiar (o yo no puedo por más que lo intento). Por eso es inútil incorporar enlaces. Trata tú de entrar en los que pone algún comentarista a ver qué pasa.
ResponderEliminarY no, no tenía que ver porque solo se citaba un pasaje del artículo de Rosa Montero (en el que ella citaba a otros) sobre la industria farmacéutica, a propósito de un poeta argentino, dueño de unos laboratorios, que da un cóctel en el Reconquista para presentar su libro y se trae a los que intervienen en su avión privado. De eso se trataba, no de defender o atacar la homeopatía.
"en los comentarios (cosa de Blooger) tampoco se puede seleccionar y copiar".
EliminarSi su sistema es Windows, nada más fácil que seleccionar el texto (con el ratón) y copiarlo (botón derecho del ratón y "copiar" o CTRL + C). Para pegar, misma operación: selección, botón derecho del ratón y "pegar" o CTRL + V.
Para los enlaces, basta seleccionarlos, darle al botón derecho del ratón y escoger "Abrir el enlace".
Pues tiene toda la razón. Esta vez me ha funcionado. No sé qué hacía antes.
Eliminar"Nunca he pintado mucho, la verdad".
ResponderEliminarBueno, si a usted le temen tanto como crítico, y le respetan, se diría que algo pinta, ¿no le parece?
En la época que nos ha tocado, donde tan importante es la marca, el logo, el slogan, el rótulo y la fachada, a usted le ha perjudicado el regalo inaugural e inocente que le hicieron sus padres, el patronímico, sencillo y común, extendido, que suena a campesino, a trabajadores manuales o gremiales. García Martín. ¿Se imagina que usted fuese Lope Montauban Sauceda? No tengo la menor duda de que su poesía sería conocidísima, llenaría anaqueles en las librerías y ocuparía a críticos y colegas. Y en los jurados sería el centro de atención y referencia. (Y usted sería peor poeta y peor persona, casi seguro, también hay que decirlo). Pero tal como son las cosas, rodeado de gente que se llama Dragón, Dragó, Gamoneda, de la Concha (tan sonoro para un chileno), qué esperaba usted que sucediera? Le falla el logo. La marca. Que sea buena o mala marca es casi secundario. Fíjese: algunos cretinos, sedicentes patriotas, hablan de la "marca España", reduciendo su patriotismo a marketing y gancho, aunque la realidad les ponga luego boca abajo la idiotez y termine identificando la "marca" con corrupción, salarios de hambre y desempleo masivo. El logo, Martín. Debería haberse puesto un pseudónimo cuando empezó, como Marylin Monroe. Algunos patronímicos le dan a uno hecha la mitad de la faena. ¿Cómo podría pasar desapercibido, digamos, el apellido "Trapiello"? Bueno, también es verdad que escribió el Quijote. Pero eso es lo de menos. Con ese apellido, le habría bastado con unas cuantas novelas más o menos ejemplares.
No estoy yo muy de acuerdo. De sonoros nombres están los cementerios del olvido llenos. García Martín no suena peor que García Márquez o que García Lorca (si uno son más conocidos que otros no es precisamente por la sonoridad del nombre).
ResponderEliminarCada uno tiene el nombre que tiene (o que se pone, tanto monta) y es de uno mismo de quien depende hacerlo inolvidable.
Claro, claro, Martín, estoy presuponiendo unos mínimos de calidad. Si uno solo produce bodrios, indudablemente acabará en un justo olvido. FEDERICO García Lorca (el nombre clama) a mí me parece muy cantarín. Más razón tiene usted con García Márquez, solo ligeramente más raro que Martín. Pero es que García Márquez inventó él solo una mitología. Lo que llevó siglos de creación a los griegos clásicos, largos y oscuros periodos de trasmisión oral y depuración colectiva, García Márquez lo hace él solo, en unos meses. Toda una mitología, como la bíblica o la helénica. Inaudito. Aunque se hubiese llamado Juan Pérez Pérez estaría donde está, en lo más alto como creador. Saludos.
ResponderEliminar¿Recuerda usted a Federico García Sanchiz? Fue muy famoso en su tiempo. ¿Y a Federico Muelas? Nombre sonoro donde los haya (famoso poeta de Cuenca).
ResponderEliminarEn fin, que los nombres los hace inolvidables la obra (y la vida).
Yo sí recuerdo al charlista Federico García Sánchez y al poeta Federico Muelas; es una cuestión de información y de memoria. G. Sanchiz era un franquista logorreico y chisgarabís y Muelas un mediocre versificador. Pero Umbral se hubiera quedado en Valladolid si hubiera firmado como Francisco Pérez
EliminarReconozco que no los recuerdo, Martín. Quizás ligeramente a Muelas. Ignoro la calidad como poetas de los dos. Voy a buscar algo de ellos en la Internet. Gracias, y por cierto, qué dominio. Vaya si usted "pinta"!
ResponderEliminarVaya nivelazo de comentarios, Diego, digo H. ¿Por qué no te creas tu propio blog, en vez de parasitar los de los demás? Tus miasmas ya molestan. Quédate con tus consignas y tus novelas en clave, que otros preferimos la literatura.
ResponderEliminarMenudo lapsus, ¿en qué estaría yo pensando? Puede que en Diego Valverde Villena, del que hace un tiempo compré un libro mini de poemas.
EliminarEra un libro tan minúsculo... que solo contenía notas al pie.
EliminarAy, así que la Chati es Miss Taibo... Por cierto: nada sé del buen vate de la familia que, ese sí, pese a los rifirrafes, merece respeto intelectual por sus depurados versos. Pero el apellido Taibo (salvo el recuerdo de un buen periodista que se llamaba Paco Ignacio y el de un novelista negro que veremos por estos pagos en pocas fechas y con el que igual hablo) me deja frío bajo esta maldición de los treinta y nueve de la Baixa lisboeta. Tan frío que no me mueve siquiera a mostrar colmillo. Y si lo hiciese, no para amagar una dentellada sino para esbozar una sonrisa displicente, casi caritativa. Porque como decía más arriba-más abajo, algunos piensan que vivir en la proximidad de la excelencia les transfunde algo de esta. Pero ocurre como con el vino de los viernes, que atraviesa la membrana de los vasos capilares y nos embriaga la vida con esencias alcoholadas que tienen quizás su origen en los Arribes del Douro, (tan bellos como yo los veía esta semana, a través de los cristales de una guagua) pero que no son esencias nuestras sino prestadas y que, idos los efluvios, nos quedamos tan lerdos como solíamos.
ResponderEliminarDe modo que dejar volar la pluma con desparpajo insensato, en la ilusa creencia de que los genes paternos siempre son operativos, es desconocer las leyes que Mendel nos dejó claras hace muchos años. Así que de padres bien dotados puede que florezcan frutos contrahechos, tal que la mandrágora: sin más luces, con más sombras.
Chatí, a Martín lo frecuento por su talento y mi afinidad con muchas cosas que piensa y que no dice siempre (por cierto, en estos viajes releo su ¨Línea Roja"; ayer, en un bareto de Sintra, por nombre la Taberna de Byron, me recreaba con la lectura de unos párrafos de su estancia en el monasterio -ahora hospedería- de San Estebo, en la Ribera Sacra del Sil), cosa que, ten por bien seguro, jamás iba a hacer en una estafeta abierta que tu persona hubiese tenido la ocurrencia de ofrecer al público parasitario.
A aprender, reina.
Bla, bla, bla... D./H.
EliminarLa elocuencia que a ti te falta, querida. Pero podemos ser amigos...
ResponderEliminarPerdona H., te confundí con F. Sí, yo prefiero copiar, pero me fallan los ejemplos.
EliminarSus libros me gustan pero es un poco monotemático. Coincidimos en Bolivia cuando yo estudiaba allí un máster y me pareció un poco elusivo, como si le persiguieran las personajes de sus poemas, pero puede ser una impresión subjetiva.
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