Sábado, 26 de marzo
POR ESPAÑA Y CONTRA EL REY
Leo: “Como no tenía la seguridad completa de que
continuaría siendo rey hasta su muerte, apela a los negocios para juntar una
fortuna rápidamente. Por esto ha arriesgado muchas veces el prestigio de la
monarquía comprometiéndose, con la ligereza propia de su carácter, en todos los
negocios que se le proponen. Es esas más que cuestionables transacciones,
aportaba su influencia personal. Actuaba, en suma, como un influyente
comisionista que no hacía gala de tener demasiados escrúpulos”.
El
rey tenía intereses en los casinos de San Sebastián, Deauville y Montecarlo; estaba
“a sueldo de la casa Krupp y de todas las casas alemanas que quieran darle una
buena propina”; tenía acciones de la Compañía de Transporte Transmediterránea,
cuyos vapores transportaban las tropas y el equipamiento para la guerra de
Marruecos, de donde se deduce “el interés financiero del rey en que dure la
guerra. Mientras más se prolongue, la Compañía Transmediterránea hará negocios
mayores y él podrá cobrar mayores dividendos”.
Leo
Por España y contra el rey, el
combativo libro de Blasco Ibáñez y no sé hasta qué punto sus acusaciones contra
Alfonso XIII son verdaderas o fruto de la pasión política del momento. Pero me
gusta el reto con que concluye su alegato: “Estoy dispuesto a aceptar un
tribunal, formado por los monárquicos más irracionales y más obtusos de España;
los de más notoria brutalidad. Yo les presentaré un estado de lo que poseo (que
no es poca cosa) y casas extranjeras de una responsabilidad universal
justificarán todas las cantidades que me han dado por mis trabajos literarios,
desde el primer dólar hasta el último. Tengo la certeza de que Alfonso XIII y
la mayoría de sus partidarios no tendrán el valor de hacer esa misma prueba. El
actual rey de España no aceptará seguramente la revisión de sus cuentas por un
tribunal internacional compuesto de personajes de notoria imparcialidad.
Tendría que explicar muchos ingresos extraordinarios, y así como yo presento a
los editores que me pagan por mi trabajo, él se vería en la obligación de hacer
mención de Pedraza, de Marquet, de la Transmediterránea y de otros consocios
que no llegaron a ‘cuajar’ por culpa de la resistencia de sus gobiernos, pero
que habían preparado negocios terribles para la nación”.
¿Podría
presentar sus cuentas “el actual rey de España” ante un tribunal internacional
de notoria imparcialidad o, simplemente, ante la opinión pública de su país?
Creo que, quizá por primera vez, sí. Ya no es posible que ningún Blasco Ibáñez
le lance un reto semejante. Algo hemos avanzado.
Tampoco
sería posible escribir lo que escribe Primo de Rivera en su manifiesto de
septiembre de 1923 cuando se subleva contra la legalidad para rescatar a España
“de los profesionales de la política”, causa de su decadencia: “Este movimiento
es de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada,
que espere en un rincón, sin perturbar, los días buenos que para la Patria
preparamos”.
La
barbarie y la estupidez de ayer nos consuela de los desastres de hoy. Algo
hemos avanzado.
Miércoles, 30 de marzo
EINSTEIN, LA ROSA Y LA ESTRELLA
Román Antonio Álvarez, que fue concejal de cultura
del Ayuntamiento, presenta en el Palacio de Ferrera su libro Avilés. La huella de Sepharad, que es
algo más, bastante más, que los devaneos eruditos de un político jubilado. Más
gente de lo habitual y los mismos agradecidos tópicos de siempre, que a mí me
aburren tanto. Pero las presentaciones ya no son lo que eran desde que se han
inventado los teléfonos móviles. Una cita del libro, firmada por Einstein, me
llama la atención: “Hasta la más pequeña gota de rocío, caída del pétalo de una
rosa al suelo, repercute en la estrella más lejana”.
¿Eso
lo escribió Einstein? Lo dudo. Busco en Google y encuentro repetida la cita en
páginas sobre la teoría del caos, discursos de empresarios, manuales de autoayuda.
En ninguna parte se indica la procedencia. Y en todas aparece así, con ese
redundante “al suelo” (¿a dónde iba a caer?).
Quien
la inventó se la atribuyó a Einstein, prototipo del sabio, porque está muerto y
no podía desmentirlo, al contrario que Paolo Coelho, al que le habría venido
que ni pintada. Alguien, más cauto, señala solo “atribuida a Einstein”.
De
frases apócrifas sé un poco. He puesto a circular unas cuantas. Mi especialidad
son las paradojas de Oscar Wilde. Algunas las he visto repetida en libros muy
serios. También las citas que aparecen al frente de alguna obra mía son inventadas.
Las de Al doblar la esquina, por
ejemplo. La primera se la atribuyo a González Serrano, un olvidado ensayista
español: “El poeta habla como ventrílocuo por la boca de la persona que
representa, es todos y ninguno, hombre y mujer, anciano y niño”. Convertí así a
González Serrano en un antecesor de Pessoa. La cita que le atribuyo a Hegel
también me gusta mucho y la he visto repetida en más de una ocasión: “Los
únicos poetas que importan son los que al contar su propia historia cuentan
también, de alguna manera, la historia de la humanidad”.
De
una cita falsa, a poco hábil que uno sea, es prácticamente imposible demostrar
su falsedad. Al no citar la obra de la que procede, ni el mayor especialista
puede estar seguro de que no se encuentra en alguna página perdida del autor
citado.
Pero
lo de la gota de rocío, el pétalo de la rosa y la estrella más lejana es
difícil de tragar, aunque circule tanto por ahí, incluso para el lector más
desatento. ¿Hay alguna manera de saber si algo de lo que pasa en la tierra, no
ya la caída de una gota de rocío, sino el mayor terremoto, repercute o no en la
estrella más lejana? No. Ningún científico habría por lo tanto afirmado jamás semejante
cursilería, sugerida por la aquello de que una mariposa puede provocar un
tornado al otro lado del mundo.
En
estas cosas me entretengo mientras se suceden breves intervenciones y
minuciosos currículos de los presentadores. Y en pensar en el misterio de los
judíos, esa marca de agua que aparece casi siempre que miramos la historia del
mundo al trasluz. A mí me gusta imaginar que desciendo de criptojudíos. El
único fundamento para esa fantasía es una frase que le oí muchas veces a mí
madre cuando era niño. Siempre, a la hora de servir la mesa, cerraba las
contraventanas, que en la casa del pueblo estaban al nivel de la calle. “Que no
vean lo que comemos”, decía. A mí no me gustaba nada ese comer medio a oscuras.
¿Tenía algo que ver con ancestrales miedos de denuncias a la Inquisición? La
matanza del cerdo, en cambio, era un ritual que se hacía ante la puerta, en
medio de la calle, como queriendo demostrar que no se tenía nada de judío.
Jueves, 31 de marzo
ELEGÍA EN LOS PRADOS
Cada vez me vienen a la memoria con más frecuencia
los versos de Borges: “Si para todo hay término y hay tasa / y última vez y
nunca más y olvido, / ¿quién nos dirá de quién, en esta casa, / sin saberlo nos
hemos despedido?”
Ayer
estuve tomando café, leyendo, escribiendo, como todas las tardes desde hace
años (el centro comercial se inauguró en 2002) en el Caffè di Roma, de Los
Prados, junto a la gran cristalera, sin importarme el barullo que podían hacer
los otros clientes, casi siempre familias con niños. Soy un solitario al que le
gusta la gente.
Hoy
encuentro cerrada la cafetería y a las camareras recogiéndolo todo con cara de
funeral. Como yo, seguro que ayer no sabían nada de que iba a ser su último
día. Termina el mes, hay que renovar el alquiler, la recaudación baja. Yo
encontraré pronto oficina allí cerca (yo soy de los que pueden leer a Kant o
escribir versos en una esquina del McDonalds). Espero que ellas también
encuentren pronto otro trabajo.
Viernes, 1 de abril
NUNCA SE SABE
La semana pasada, como hago desde 1988, reseñé un
nuevo libro en el suplemento cultural del periódico. Esta vez era una biografía
de Aleixandre que causó cierto revuelo en los medios porque por primera vez
hablaba claramente de que uno de sus grandes amores fue el poeta asturiano
Carlos Bousoño. La prueba eran cartas a
él, de las que citaba amplios fragmentos, de inequívoco contendido sexual. Pero
no se citaba su procedencia. A mi reproche por esa falta de rigor, me responde
Emilio Calderón, el autor de la biografía.
“Me
sorprende tanto que me descalifique por evitar citar la procedencia de mis
fuentes como que no sepa usted mismo que es el propio matrimonio Bousoño quien
aporta un lote de cartas de amor entre don Carlos y Vicente Aleixandre como
prueba en sede judicial. Unas cartas de las que yo solo he transcrito
fragmentos, con las que el matrimonio Bousoño pretendía demostrar por qué
Vicente Aleixandre quería que fuera don Carlos, y no otra persona, quien
recibiera su archivo tras su muerte. Es, por tanto, el matrimonio Bousoño quien
elige estas cartas y no otras de contenido menos sexual, para demostrar la
relación de ‘íntima amistad’ entre su persona y el premio Nobel. Ruth Crespo,
que en la vista pública –de la que existe copia grabada a la que pude acceder
cualquier ciudadano– se declara abogada de profesión, era plenamente consciente
de que al aportar dichas cartas como prueba, una copia de las mismas iba a ser
entregada a la parte demandante, es decir, a los herederos legítimos del señor
Aleixandre, depositarios de los derechos de propiedad intelectual del Nobel.
¿De verdad que usted no sabía que Historia
del corazón está plagado de versos inspirados por Carlos Bousoño, siendo
encima el señor Bousoño asturiano? Es cuando menos preocupante.”
Pues
no, no estaba yo al tanto de esos enredos judiciales, que darían para una buena
novela. Parece que a Ruth Bousoño no le importaba airear intimidades con tal de
amarrar mejor los muchos euros que pensaba cobrar por un legado que había
acabado en sus manos de manera algo sospechosa.
Continúa
Emilio Calderón: “Me reprocha también no tener el valor de incluir fotocopias
de las cartas, que usted presume apócrifas, como demostración de que digo la
verdad. ¿Acaso desconoce que la reproducción de todo documento está sujeta a
derechos de la propiedad intelectual, y que de la misma manera que el
matrimonio Bousoño vendía por cinco millones de euros el archivo de Aleixandre,
los herederos del poeta también tienen derecho a lucrarse haciendo públicas las
cartas cuando les venga en gana? La vida es almoneda, señor, ¿acaso no se ha
enterado todavía?”
La
polémica me ha servido para confirmar mi opinión sobre Ruth Crespo (me la
presentó Bousoño cuando solo era su alumna predilecta) y para destruir ciertas
cartas que no me gustaría que un día fueran publicadas. Pero las peores, las
escritas por mí, están en manos ajenas y son difíciles de recuperar. Claro que ya he tomado la precaución
principal: no ser importante. Nadie dará jamás un euro por ellas. Pero nunca se
sabe.
La primavera ha venido: todos saben cómo ha sido. Tras la plétora del agua y del humo azul en las torres de los castillos y en los conos de las pallozas boreales, ahora nos deslumbra un sol aún ladeado pero que hace valer sus fueros en nuestra piel descuidada: guárdate, Marcia, del sol de abril.
ResponderEliminarEl despendole pituitario trae el burbujeo de la sangre como secuela deliciosa. Son tiempos para la esperanza. Olvidémonos de que en esos cielos impolutos pueda brotar el hongo nuclear. Los hay que ya les tienta la idea...
Salute.
De lo que escribe sobre Bousoño (el último párrafo), se podría deducir que también usted mantuvo relaciones amorosas con el autor de "Teoría de la expresión poética" (lo cual explicaría de paso su comportamiento extraño con los comentarios míos y suyos al artículo sobre la biografía de Aleixandre). Vista desde lejos, su reacción a dicho libro es muy misteriosa.
ResponderEliminarCuriosa deducción la de Pablo75 (y curiosa obsesión la suya con la vida erótica de los poetas). Lo que puede deducirse es que yo también, como todo el mundo, he escrito cartas de amor ridículas. Pero ya dijo Pessoa que, finalmente, solo son ridiculos los que que nunca han escrito cartas de amor.
EliminarDice JLGM que el actual rey estaría en condiciones de someterse al dictamen de una auditoria internacional que investigara la procedencia de sus caudales y que iba a salir inmaculado de la encuesta. También dice que este borbón muy probablemente sea el primero en el oficio que pudiera presumir de semejante honradez, con lo que está admitiendo sus serias reservas sobre si esto mismo pudiera decirse del progenitor. Pues bien; no tengo por qué llevar la contraria a Martín en ninguna de sus especulaciones..., pero quiero hacerle una pregunta: si sus presunciones resultaran ciertas, ¿debería el rey actual devolver -en todo o en parte- a Hacienda o a Patrimonio -o vaya usted a saber a qué más- lo que en su día haya de heredar de su padre? ¿Sí? ¿No? Porque de haber habido "comisiones" ya sabemos lo caras que las pagamos los plebeyos. A ver...
ResponderEliminarLo que le puedo asegurar a F. es que el actual Jefe del Estado no aceptará ninguna herencia cuya procedencia no sea legítima. Ni siquiera acepta los regalos que recibe, pasan todos al Patrimonio Nacional. Y eso que, en ningún caso, se trata de Ferraris o de yates.
EliminarJLGM
No es que no se pueda saber si una gota de rocío puede influir en una estrella, sino que, al igual que puede ocurrir tal fenómeno, también puede darse otro que anule el efecto de aquel.
ResponderEliminarNo, Miranda, en el estado actual de los conocimientos es imposible saber si la caída de una gota de rocío (o la erupción del Vesubio) afecta a la estrella más lejana.
EliminarJLGM
Por cierto, mis felicitaciones a la dibujante.
Eliminar¿Qué me dices de la pasta de papá -si la hubiese- que viniera de los paraísos fiscales? Pongamos que hablo de Panamá. ¿Se extenuaría nuestro flamante mandatario analizando hasta la prueba de la parafina de dónde procede tanto papel moneda, tanto pagaré, los fajos de valores bursátiles, las suntuosas participaciones en empresas, los bienes inmobiliarios en paraísos -si no fiscales sí de flora y fauna-, las vajillas zapotecas, los mantones de Manila por cientos... ¿No se arrugaría -de ser todo ello posible, repito-, desalentado, ante la ingente labor que le aguardaba si quisiera saber el árbol genealógico de tanta riqueza acumulada (si es que ella existiese, reitero)? Yo, en su caso, me confieso incapaz de semejante auditoría. Y me iba a quedar más pancho que un ocho (8).
ResponderEliminarNo acepará nada que venga de paraísos fiscales. Pasará todo a las arcas públicas. O a otros familiares. Pero no entremos en esos asuntos. Hay otros problemas más inmediatos de los que ocuparnos.
EliminarJLGM
JLGN
Abusando de tu paciencia, Martín..., ¿cómo ves el asunto de la formación de gobierno?, ¿cuál es -a tu juicio- la opción más probable?
EliminarTenemos dos escritores defensores desinteresados de los actuales monarcas. Elvira Lindo se ha manifestado en numerosas ocasiones muy simpatizante de Letizia, y ahora JLGM de su real esposo. Sinceramente, veo mucho más escaladora a la Lindo que a JLGM, incluso pretende a veces la memez de adelantar a su Antonio, situado a infinitas millas por delante.
Eliminar¿Cómo lo voy a ver, F? Mal como todo el mundo. Lo que parece claro es que el próximo jefe del Gobierno será Pedro Sánchez (tras un acuerdo en el último minuto en el que Ciudadanos vote sí y Podemos se abstenga) o Mariano Rajoy tras unas nuevas elecciones (su táctica es la misma que la de Esperanza Aguirre cuando llegó a la alcaldía de Madrid, pero esta vez para tener una segunda oportunidad no le hace falta comprar Tamayos).
EliminarJLGM
Hartos los españoles de tan pringosa corrupción, a partir de hoy tenemos la oportunidad de demostrar que los defraudadores a Hacienda son solamente un puñado minoritario de incivilizados. El día en que dejemos de llamar corruptos a los demás empezaremos a ser un país decente.
ResponderEliminarHay quienes afean el silencio de los intelectuales pero en vista de la basura que sale por la boca de algunos (qué poca cosa deben de ser en calzoncillos, con los pelos revueltos y la barba mañanera encanecida) mejor siguen callados los felisazúas de nuestras desdichas. Vergüenza de país (Blanco White in memoriam).
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