Sábado, 20 de marzo
UN TRIUNFADOR
“Pero ¿es que tú nunca te cansas de mirarte el ombligo?”, mi amigo Juan, al que me encuentro al comienzo de la calle Rivero, en Avilés, frente a los cines Marta, habla en broma, aunque en el fondo muy en serio.
Estudiamos juntos durante el bachillerato y siempre se esforzó en demostrar que era más listo que yo. Y lo era, si duda: sacó su cátedra, de Psicología o Sociología, prefiero no precisar, y hasta creo que fue vicerrector o vicedecano, en una Universidad más o menos manchega. De vez en cuando, en vacaciones o puentes largos, nos encontramos en Avilés. A mí me divierten sus intentos, poco disimulados, de restregarme por la cara sus triunfos. “¿Todavía sigues escribiendo en los periódicos? ¡Eso es perder el tiempo! Eso no vale nada a la hora de solicitar un sexenio o de ir a una oposición”.
Disfruto charlando con mi amigo el triunfador. Me gana en todo, hasta en los matrimonios: va por el tercero y yo aún no me animado al primero. “¡Si yo escribiera novelas!”, dice. “¡Yo sí que tendría cosas interesantes que contar!”. Y lo que me cuenta minuciosamente, sin perdonar ponencia, es el último congreso por el que anduvo, codeándose incluso con algún premio Nobel.
Me divierte escucharle sus éxitos, el recuento de batallas y sexenios. Como nunca he andado falto de autoestima (aunque trate de disimularlo), me viene bien esta cura de humildad. Lo que no sé yo es si él se divierta tanto al charlar conmigo. Al final siempre parece enfadado. “Tú, ríete, ríete, pero todo eso que escribes los domingos en el periódico -que yo no leo, claro, te conozco demasiado bien como para que puedas decirme algo nuevo- no es más que una forma de perder el tiempo”.
Me conoce demasiado bien, cierto. Tan bien que sabe de sobra que nunca conseguirá que le envidie por muchos sexenios, cátedras y matrimonios que consiga.
“A ti lo que te pasa –me dijo una vez irritado- es lo de la zorra y las uvas; dices que están verdes, que no te interesa lo que eres incapaz de conseguir”.
Será eso. Pero prefiero fracasar a mi gusto que triunfar al gusto de otros.
Domingo, 21 de marzo
CONTRA LA FELICIDAD
Cuando estoy solo procuro siempre estar bien acompañado. Esta mañana pasó por casa un librero madrileño con su furgoneta para tratar de hacerme más habitable la madriguera. Al revolver los montones de libros, aparece uno que no recordaba que tenía, una serie de entrevistas con escritores franceses publicado por la Nouvelle Revue Française en 1924. Qué placer charlar, en la tranquilidad dominical del Calatrava con Paul Morand, Alain, Max Jacob, Valery Larbaud… De pronto una frase de Alain, el maestro de André Maurois, me hace cerrar el volumen y perderme en mis pensamientos: “No conviene ser feliz durante demasiado tiempo; la felicidad nos empobrece”.
¿Nos empobrece? Yo diría más bien que nos entontece. Por eso resulta tan difícil imaginarse el paraíso de cualquier religión. El cielo cristiano, aunque se Dante quien lo describa, siempre se parecerá demasiado al limbo.
La felicidad, que yo procuro que no me falte cada día, aunque solo sean diez minutos, es como un cómodo rellano en una ardua escalera. Qué agradable resulta descansar un momento, soñar o incluso dormitar un poco. Pero hay que seguir subiendo, creciendo, enriqueciéndose...
“El universo es un libro del que uno solo ha leído la primera página cuando no conoce más que su país”, declara Paul Morand, que pasó los años veinte con la maleta en la mano. Es posible, pero también se pueden hojear muchas páginas, ir apresuradamente de un sitio a otro, y no enterarse de nada. Este domingo tranquilo ha sido un día feliz: he abandonado el lastre de unos cientos de libros, los he puesto a correr por el mundo; me he paseado por la Francia efervescente y fértil de los años veinte… Y no me he empobrecido, todo lo contrario.
Lunes, 22 de marzo
UNA POLÉMICA
Nada menos que Alberti, Altolaguirre, Bergamín, Cernuda, Lorca, Guillén, Neruda, la plana mayor de la joven literatura de entonces, firmaron un artículo contra Domenchina, a finales de marzo del 36. ¿Cuál fue su terrible delito? Acatar a Salinas. En carta a Katherine Whitmore el ofendido parece desatenderse de la iniciativa: “Salí a la una y estuve media hora con Pepe Bergamín para que él disuadiera a esos insensatos poéticos de escribir la carta contra Domenchina. Me ha prometido hacerlo, y yo creo que si hay alguien capaz de pararlos es él”. Juan Ramón Jiménez pensaba lo contrario, según le cuenta a Juan Guerrero Ruiz: “Hablamos del ataque emprendido en Heraldo de Madrid con la carta publicada por Guillén, Alberti, Lorca y compañía, que pretendiendo hacer una defensa de Salinas, han tratado de mezclar el nombre de J. R. J. Juan Ramón dice que él aconsejó a Domenchina que no insistiera, y el domingo próximo en sus notas de El Sol les dirá, entre bromas y veras, unas cuantas verdades”. Y más adelante: “Hoy he leído las notas de Juan Ramón contestando a las insidias del grupo de amigos de Salinas. En esas notas se dirige ya directamente a Salinas llamándole ‘camaleón y Judas poético y político’ por ser el autor encubierto de esta nueva campaña en que se ha mezclado injusta e injustificadamente su nombre”.
Salinas, que disimula en las cartas a su secreto amor, se despacha a gusto cuando escribe a Guillén: “Eso compensa el triste episodio ‘Domenchina el nauseabundo’. Su elegancia moral queda confirmada al alegar un telegrama particular en una polémica pública, y al mismo tiempo su estupidez y mala fe, porque la contradicción que él quería inventar no existía. Es un bicho, a quien no debes tratar ‘cordialmente’ ni en telegrama más en tu vida. También resalta su ‘elegancia’ al hacer que no publicasen en La Voz nada. Digno discípulo ético-estético de su enfangador literario. Creo que ha salido mal de la contienda porque las personas con quienes él quería codearse como poeta le han propinado el merecido puntapié. Esperemos ahora las insidias verdaderas, que no faltarán”.
Ignoraba yo cuál fue el feroz ataque de Domenchina que puso contra él a la plana mayor de la poesía. Lo encuentro ahora en el tomo de Artículos selectos que publica Amelia de Paz. Al comentar una edición de San Juan de la Cruz escribe: “Tan gustoso y presuroso florilegio es obra del profesor y poeta Pedro Salinas, autor asimismo de la apresurada y ligera nota preliminar que le sirve de atrio”. ¡Tremenda ofenda! En eso se entretenían los poetas a pocos meses de la guerra civil. Qué cosas.
Martes, 23 de marzo
COMPAÑEROS DE VIAJE
¿Quién fue Xavier Marmier? Nunca había oído ese nombre. Como esta mañana paso demasiado pronto por la redacción de Clarín, y aún no se ha recibido el correo, no encuentro ningún libro nuevo. ¿Y cómo tomar el café de la mañana en Las Salesas sin el aroma de libros recientes? Doy una vuelta por la librería Don Quijote, en el pasaje de la calle Covadonga, y allí me encuentro con A través de los trópicos, de Xavier Marmier. “Como mi avanzada edad no me permite ya viajar –leo en el prólogo-, he decidido hacerlo a través de los libros. Por medio de ellos puedo tener una visión de lejanas tierras, cuyo recuerdo me es tan grato, y por ellos puedo penetrar en países donde no tuve la suerte de llegar como visitante”.
No había oído nunca hablar de Xavier Marmier y de pronto descubro que es exactamente la persona que me habría gustado ser: “Destaca en la biografía de Marmier una constante: su tenaz resistencia a convertirse en burócrata o persistir en los cometidos que no provengan de su insaciable curiosidad; apenas recibe un nombramiento emprende o se prepara para un viaje fructífero. Aventura de aprendizaje o investigación, cualquiera que sea la dirección que tome su interés: las lenguas nórdicas o la recopilación de sus leyendas, las costumbres de un territorio inexplorado o las curiosidades étnicas o geográficas de un país. Todo ello, desde el mayor rigor. Ni siquiera el matrimonio logra anclarle a un puesto fijo, ya que la esposa muere antes del año de la boda. Así, libre de ataduras, se dedica enteramente a escribir y viajar entre cargo y cargo (fue bibliotecario de Santa Genoveva, preceptor de los hijos del rey…), dejando una extensa obra como resultado de sus numerosos viajes, del Danubio al Nilo, del Báltico a Argelia, de Islandia a Canadá”.
Pero quizá sus viajes más provechosos fueron los que hizo infinitas mañanas a lo largo de los muelles del Sena, explorando los cajones de los “bouquinistes”. Y como era un hombre agradecido en su testamento dejó mil francos para que los libreros de viejo, sus mejores compañeros de viaje, celebraran en su memoria una fastuosa cena.
Miércoles, 24 de marzo
DETESTO
Detesto todo lo que me empobrece: ahorrar, escalar, tener propiedades, ganar más dinero del que necesito, los elogios necios, estar encantado de haberme conocido.
Me gusta todo lo que me enriquece: leer (no a Pérez-Reverte ni a otros clásicos contemporáneos), charlar, viajar, quedarme en casa, escuchar el silencio, hacer la compra, no tener razón, los periódicos del día, enamorarme, perder el tiempo.
Jueves, 25 de marzo
SERÁ VERDAD
¿Será verdad que estoy siempre mirándome el ombligo, que solo sé hablar de mí? No tengo yo esa impresión, pero lo cierto es que con el tiempo he ido cogiéndole cariño a este individuo extraño y desconcertante con el que me encuentro cada vez que me miro al espejo. Hemos de convivir toda la vida, conviene que nos llevemos bien.
Como las mías propias, aunque con un poco más de dificultad, estoy aprendiendo a soportar las manías y las rarezas de los demás. Cuesta bastante, pero al final resulta divertido.
También he aprendido a reírme un poco de mí mismo, a no tomarme demasiado en serio.
Es posible que esté siempre mirándome el ombligo, pero es que soy tan megalómano que lo confundo con el universo.
Es posible que siempre me enamore de mí, pero más alto, más joven, más guapo y más inteligente.
Amigo Martín, cada vez leo más a gusto este blog, cada vez me entusiasma más. Creo que ya le tengo cogida la medida. Espero con ansiedad toda la semana a que llegue religiosamente el domingo para leer tu crónica semanal. La copio y la pego en la carpeta especial,"Café Arcadia",de mi escritorio. Disfruto y aprendo, ¿qué más se puede pedir? Gracias y un abrazo, desde esta mañana de domingo pamplonesa. Alfredo.
ResponderEliminarTodos tenemos un amigo Juan fatuo y burguesón, aunque aquí no te arriendo la ganancia, cordialmente Roberto
ResponderEliminar"Será eso. Pero prefiero fracasar a mi gusto que triunfar al gusto de otros."
ResponderEliminarPara fracasar da usted mucho de que hablar.
Aunque últimamente hecho de menos alguna tángana literaria mas.
Mas que nada, porque son graciosas y bastante divertidas. Me gustaría saber de mucha gente quien les da la bendición papal y los carnets de poeta (oiga que yo saqué el de conducir a la cuarta y el de moto no me lo vendieron)
Y eso que a usted le gusta eso de que hablen mal de uno, pero que hablen (o por lo menos esa es la sensación que me transmite).
Volveré a pasar por su tertulia el día menos pensado, soy un animal curioso y reincidente.
Con mi mas completa estupefacción se le saluda cortesmente.
Espero que se tome este comentario como puro divertimento del que esto escribe (o mas bien garabatea, que para eso soy de ciencias)
Qué emoción: Pepe y yo tenemos una foto parisina parecida, desde el puente, juntos al atardecer. La tenemos colgada en el salón, con fotos de la boda y de Roma.
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