viernes, 12 de abril de 2024

Coraje y alegría: Deslumbrante misterio

 

Sábado, 6 de abril
FALSA ALARMA

Las enfermedades imaginarias también son enfermedades porque las molestias que causan no son imaginarias.

Algo de eso sé yo. Esta mañana, al levantarme a las siete y media, como hago siempre (bueno, ahora soy menos rígido y a veces me levanto unos minutos antes o después), me sentí un poco mareado, tuve miedo de caerme en la ducha y me volví a acostar. No me levanté hasta casi las diez, cosa que no sé si había ocurrido alguna otra vez en mi vida.

No volví a dormir, pero tuve las peores pesadillas. Estaba muy enfermo, no tenía a quien llamar, me iba a morir solo. O peor, iba a pasar largos años rodeado de muertos vivientes en una cochambrosa residencia. Ahora lo cuento y soy yo el primero en reírme. ¡Todo por estar un poco mareado y no tener ganas de levantarse! ¿Pues que pasará cuando esté enfermo de verdad? No quiero ni pensarlo. Y vivo solo, cierto, pero tampoco estoy tan solo. Puerta con puerta, como si durmieran en la habitación de al lado, tengo vecinos que son como de la familia. Y poco más lejos, gente que me quiere bien (aunque yo no lo merezca). Pero esas cosas tan evidentes, yo no las veía.

¿Una crisis de angustia? ¿Problemas de salud mental? Tengo que consultarlo con mi psicoanalista, que, por cierto, también es imaginario.

            Tras una eternidad, me levanté con cautela, recuperé mis costumbres habituales y poco a poco todo fue colocándose en su sitio. El mundo, mi mundo al menos, volvía a estar bien hecho.

            Bien está lo que bien acaba. Y ahora a esperar el próximo tropiezo, hasta que llegue uno –llegará, llegará, nadie escapa-- que no acabe bien.

Domingo, 7 de abril
ENTREVISTA

En una entrevista con el filósofo Javier Gomá, siempre un poco demasiado brillante, con algo de mago al que no acertamos a descubrirle el truco, subrayo dos aforismos.

 “El inteligente conoce bien los medios para conseguir un fin; el sabio conoce los fines que merecen la pena”. O sea, que no se puede ser sabio sin ser inteligente, pero sí lo contrario.

“Lo humano es un castillo de naipes sobre arenas movedizas”. Hombre, Javier, tampoco hay que pasarse. O es un castillo de naipes que puede echar abajo una ligera brisa o se eleva sobre arenas movedizas en las que nos vamos hundiendo a mayor o menor velocidad. Ya me dirás tú qué castillo de naipes se sostiene sobre arenas movedizas.

Lunes, 8 de abril
UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO

La poesía es emoción recordada en la tranquilidad. La emoción poética, la que se transmite al lector, no es el directo dolor de una muerte, un desamor, un desgarrón afectivo. Es el sinsentido hecho sentido y convertido en razón vital.

Llevo hoy al Noor, para la primera lectura de la mañana, Los nombres que te he dado, las poesías completas de José Mateos. Abundan las leves canciones que se nos quedan en la memoria: “Te doy las gracias, jilguero. / Al cantar tú, conseguiste / hacer callar al silencio”.

            Comienzo a leer este libro de libros por el último, inédito, un extenso poema, escrito entre 2021 y 2023. Es la crónica de una larga estancia en el infierno, contada sin literatura, pero con excelente literatura: “Trato de que el miedo no salpique a nadie. / El miedo nos rebaja y, de repente, / nos convierte en un pobre / animal desvalido en una madriguera”.

Qué tentación de cerrar el libro, apartar la vista, pensar en otra cosa. Pero sigo leyendo, aunque parece que me falta el aliento: “Maldito / Padre Cáncer, Señor de las desdichas, / me has extirpado un ala, una vejiga, un ganglio, / unas cuantas canciones… / Me matas a pedazos. ¿Y acaso no es bastante? / Entonces para el último / momento y para el último / sorbo de esta agua turbia ¿qué me dejas? / ¿Por qué me disminuyes, Padre Cáncer? / Nací con brazos, manos, pelo, dientes; / nací con mis pulmones y mi próstata, / con dos ojos que han visto el mar y los colores, / los pinos y el acorde casual de unos delfines. / Nací con el amor entre las piernas. / ¿Y dónde están ahora las nieves de otro tiempo?”

            Pero el poema que habla del infierno –pienso como consuelo-- no se escribe en el infierno, sino tras haber logrado escapar de él. Recobro algo el aliento al llegar a los versos finales: “Deslumbrante misterio es estar vivo: / un vaso de agua clara; / un trozo de materia que respira; / una luz que me engendra a cada paso; / una noche anegada de Dios por todas partes…”

Martes, 9 de abril
COLOR SEVILLA

Me gustan las amistades para siempre, las que saben superar los inevitables encontronazos que surgen a lo largo de los años, sobre todo si se trata de amistades entre escritores, cada uno con su ego en su armario y sus certezas ideológicas en ristre.

Le cuento a Andrés Trapiello que la próxima semana voy a visitar, por gentileza de otro amigo, las tumbas de Azaña y Machado, y él, con el que mucho he discutido del primero, me hace un encargo a propósito del segundo. Yo improviso unos versos, que le envío: “Me dice el amigo Andrés / que en mi periplo francés / ponga una rosa amarilla / --él dice: color sevilla— / en la tumba de Machado. / La encomienda es bien sencilla / y la acepto de buen grado, / aunque una duda he callado: / si no sería mejor / una rosa tricolor”.

            Le envío los ripios y él me responde: “Por suerte, no hay rosas tricolores; lo más, jaspeadas (como bien sabes, ahora que eres jardinero de balcón). De cualquier modo, será bonita. Ya sabes lo que decía su madre a JRJ: Hijo, la rosa nunca cansa”.

Miércoles, 10 de abril
BREVE ENCUENTRO

El azar nos da una de cal y otra de arena. Hoy estuvimos comentando en la tertulia virtual la incómoda presencia en la semana pasada de una poeta recién llegada que, como no le gustaron mis comentarios a uno de sus poemas, se fue muy alterada y tratando de ofenderme: “Los demás, por miedo, no se atreven a decírtelo, pero eres un viejo. ¡Un viejo!”. Mucho me hizo reír su diatriba.

 “No creo que vuelva”, dijo el culpable de haberla invitado. “Pobrecita, espero que no”, dije yo. Qué gente hay por esos mundos.

            Como para compensar el mal sabor de boca, me llega un correo: “Soy el chico con quien conversó usted el otro día en la estación. Agradezco mucho la amabilidad que tuvo conmigo. Como le comentaba, Tres mil años de poesía es un libro que me leo cada poco, por lo que me resultó muy reconfortante haber podido hablar con usted, además de esa forma tan inesperada. Este fin de semana podré comentarle más detalladamente lo que me gusta del libro. El viernes me toca renovar los libros de las bibliotecas y como son cuatro a las que acudo, dos en Avilés y dos en Oviedo, me lleva gran parte de la tarde. Suelo leer de diez en diez, ya que es lo máximo que permiten sacar al mismo tiempo. Como la mayoría suelen ser libros de poesía, puedo combinarlos. Algunos de ellos, como el suyo, suelo leerlos muy a menudo. Cuando tenga su libro a mano, creo que podré explicar mejor por qué me gusta tanto”.

            Recordé el cuento de Borges en que el narrador, a sus setenta años, recostado en un banco junto al río Charles, al norte de Boston, se encuentra con el joven que fue a orillas del Ródano, en Ginebra. Yo me encontré conmigo mismo en la estación de Oviedo. Con el que era en 1968 o 1970, cuando venía de Avilés a estudiar y sacaba libros de todas las bibliotecas a mi alcance (y nunca eran suficientes, y no abrían los días de fiesta ni los domingos ni las largas vacaciones).

            La verdad es que había olvidado el breve encuentro, que se parecía mucho a uno de esos que yo suelo inventar en mis historias. Hoy la carta me lo recuerda. Y me cambia el humor, tras el feo recuerdo de la irascible poetisa. Y no porque elogie un libro mío, ya que ese libro es una antología de la poesía universal, sino por la alegría de encontrarme rediviva mi misma pasión por la poesía.

Jueves, 11 de abril
UN HOMENAJE

Al perro viejo todo se le vuelven pulgas. Hoy me dice Martín Caicoya que el próximo encuentro de poesía en Valdediós, que ahora no es en Valdediós por decisión inquisitorial y episcopal, sino en un jardín en las Caldas, sirva como homenaje por mi jubilación. Lo acepto porque habría más vanidad en rechazarlo (y en mí ya hay bastante vanidad), pero ya me encargaré yo de que apenas se note, que a falsa humildad no me gana nadie.

Viernes, 12 de abril
UNA ALEGRÍA

“Hoy, a las ocho y media, nació Bruno. Parto limpio y hermoso”, me informa el afortunado padre.

            ---¡Bienvenido al mundo, Bruno López-Vega Brezim!  

            Y yo me siento tan alegre y emocionado como si tuviera un nieto más.



 

 

9 comentarios:

  1. ¿Brillante aforismo “Lo humano es un castillo de naipes sobre arenas movedizas”...? Ni magia ni truco, José Luis. Lo que pasa es que el señor Gomá ve mucha serie de Netflix, sin subtítulos por supuesto, pero se lía con los títulos. El aforismo original rezaba lo siguiente: Human resources is House of Cards over Störst av allt.

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  2. Para una mejor comprensión de las oraculares palabras del filosofo Gomá, se adjunta pregunta del entrevistador a la pretendía dar respuesta:

    - ¿Cómo ve el escenario europeo ante una posible rendición de Ucrania (solicitada por el Papa) y la ausencia de respuesta diplomática (y militar) frente el genocidio del pueblo palestino?
    - Human resources is House of Cards over Störst av allt.

    Hmmm, astuto este Gomá...

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    1. Errata corrige:

      «...a la QUE pretendía dar respuesta», «frente AL...», y la diéresis en filösofo que decía el genial Rabinovich...

      https://www.youtube.com/watch?v=wvy6lDiG7oY

      Feliz día y bienvenido Bruno.

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  3. No he leído nada de José Mateos pero ese emocionante poema que nos muestras aquí justifica una vida de poeta. Gracias

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  4. Un comentario sobre Valdedios, para ser más exacto el monasterio cisterciense de Valdedios, y subrayo lo de cisterciense, fieles seguidores de la regla de San Benito, donde el silencio sólo se rompe por el canto.
    Que si encuentros literarios, jornadas sobre la pesca de la trucha, encuentros políticos (a los socialistas les encantan los monasterios, tanto que los saquean), talleres municipales de carpintería albañilería, etc.
    Yo estuve hace 25 años. No recuerdo el nombre del abad, un catalán...A expuertas los monjes sí hablan, con gran razón y soltura. Pues estaban hasta la coronilla de tanto ajetreo, por eso se fueron.

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  5. Es decir, se fueron por propia voluntad. Luego vinieron unas monjas que también se fueron.
    El arzobispo se pondría del lado de los monjes y contra la administración regional, supongo.

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    1. Me temo que no das una con tus hipótesis sobre Valdediós, Víctor.

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    2. Pues tú sabrás. Yo lo deduzco de las conversaciones que tuve con el abad catalán, el monje hospitalario italiano y el organista escocés. Para un cisterciense ha de haber mejor destino. Además hay una fosa común por allí.
      Salud

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  6. [Por indicación de Andrés Trapiello]

    Hola jluis

    Intento poner un comentario en tu entrega de hoy, pero me pide que me haga de Google, lo intento y no me deja.
    Puedes hacerlo tú en mi nombre?
    “Solo por tratarse de JRJ, la cita exacta es: “Hijo, la rosa no cansa”. El ‘nunca’ no añade, más bien le quita. No te olvides de la rosa, del color que sea. Un abrazo”.
    Lo dicho
    Y bienvenido al club de los hipocondríacos. Me alegro que no fuese nada.
    A.

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