viernes, 9 de febrero de 2024

Coraje y alegría: Menos mal

 

 

Sábado, 3 de febrero
ELLOS SE LO PIERDEN

Abelardo Linares, que de vez en cuando me llama para contarme con todo detalle los artículos que piensa escribir, y que no escribirá nunca, me dice de pronto:

            ---Nosotros no pasaremos a la historia de la literatura.

            ---Por culpa de Juan José Lanz y Araceli Iravedra, seguro.

            ---No te burles, aunque algo de culpa tienen con sus recuentos en los que todo vale. A mí no me importa. Más que poeta, soy editor y librero de viejo.

            ---Pues a mí me quita el sueño, como te podrás imaginar. Sé que no soy precisamente un triunfador. No he hecho dinero, me jubilé en el último puesto del escalafón, me he pasado la vida hablando de otros, pero nadie ha hablado de mí…

            ---Eso no es cierto. De ti se habrá escrito poco, pero hablar se ha hablado mucho… y mal. Y se seguirá hablando. Los poetas que te odian tardarán en olvidarte.

            ---O sea, que tengo un cierto futuro garantizado. Algo es algo. Objetivamente seré un fracasado, un mindundi, no me conocen ni los concejales del ayuntamiento de mi pueblo, pero yo no me siento así, qué le vamos a hacer, de algo debe servir ser tan vanidoso. Soy más o menos lo que siempre quise ser: alguien que dice lo que piensa (después de pensarlo bien, claro), que nunca se ha visto en la necesidad de adular a nadie, que escribe lo que le da la gana, pero jamás ha escrito ni una línea por dinero, y que además publica todo lo que escribe.

            ---Pero no vendes ni te lee nadie.

            ---Casi nadie, que no es lo mismo. Y como no estoy de moda no pasaré de moda y, al igual que ahora, siempre habrá unos pocos que me seguirán leyendo por toda la eternidad. Y si no, ellos se lo pierden.

Domingo, 4 de febrero
UNA EXCURSIÓN

Recientemente se reeditó una novela corta de Francisco Umbral, Días sin escuela, con ilustraciones de Avelino Fierro, el fiscal leonés que escribe un diario lleno de amigos, libros y asombros.

Hoy encuentro el número de la revista Tierras de León en que apareció por primera vez. Umbral había ganado el premio Provincia de León de literatura; Juan Antonio Villacañas el de poesía, ambos dotados con diez mil pesetas (al de poesía se añadía una Flor Natural). La entrega tuvo lugar el 12 de septiembre de 1965 en Villablino. La minuciosa crónica de los actos está llena de mayúsculas y encanto antiguo: “Las Jornadas del V Día Provincial terminaron con una cena, seguida de baile, en los salones del Casino, que tan destacada colaboración prestó al mayor relieve de las fiestas, en homenaje a la encantadora Reina María García Valcárcel y de sus bellas Damas. Bien, maravillosamente bien, habían sabido representar a la mujer de aquellas Comarcas, cumpliendo incomparablemente el delicado papel que se les había encomendado y poniendo siempre, en los diversos actos celebrados, las mejores notas de belleza y distinción”.

En una de las fotografías se ve al “Sr. Umbral”, con aspecto de oscuro funcionario, recibiendo el premio de mano de una de las bellas damas ataviadas.

La novela corta se lee con gusto, muestra ya su característico ingenio y lirismo, no ha envejecido, como tampoco las sugerentes ilustraciones de Llamas Gil. Pero no es lo único de interés. Mientras tomo el café de la mañana del domingo en el lugar de siempre, hago una excursión al León de mediados de los sesenta y juego a encontrar las huellas de un tiempo perdido.

Lunes. 5 de febrero
PERDER Y GANAR

Ya no cruzo el parque de Santullano cada mañana. Han derribado el puente que cruzaba la autovía. Ahora para llegar a la cafetería Noor he de dar un rodeo. Al principio me fastidiaba un poco, pero ya he encontrado una nueva rutina: tienen su encanto los viejos chalets de la antigua fábrica de armas, llenos de maleza y de fantasmas, y los locales de la Tenderina Alta en los que no me había fijado antes: el Candil, el Bar Madrid, con sus escasos clientes matinales que parecen estar allí desde toda la eternidad.

            Como su concha al crustáceo, la costumbre me protege de las esquirlas de la realidad. Si pierdo una, puedo segregar otra y seguir tirando. Tengo la suerte, como los niños, de que cualquier cosa me distrae y entretiene.

Martes, 6 de febrero
QUE NO LO SEPA NADIE

De vez en cuando me relaja acudir al psicoanalista y contarle lo que no soy capaz de contarle a nadie. Me tiendo en el sofá, entrecierro los ojos, y comienzo a hablar.

            ---Siempre me he creído inteligente, generoso, buena persona, pero comienzo a pensar que quizá mis enemigos literarios –fuera de la literatura, he tenido pocos— tienen razón y ni soy tan inteligente como me creo ni tan generoso ni tan buena persona. A veces pienso que nunca he querido de verdad a nadie, salvo a mí mismo. Y que mi rechazo visceral a premios y reconocimientos es solo una muestra de vanidosa soberbia: si no puedo tener todos los importantes, mejor no tener ninguno. Y de amor ¿qué le voy a contar que no le haya dicho ya? Me enamoré muchas veces y nunca fui correspondido, al menos esa es la historia oficial. Pero ahora me atrevo a confesar que no es cierta. Lo fui una vez, o quizá dos o tres, pero escapé tan pronto como me di cuenta. Me lamento de vivir solo. ¿Pero me lamento de verdad? No estoy muy seguro. Solo cuando tengo un poco de fiebre y no me apetece levantarme, raras veces, echo de menos a alguien junto a mí. Cuando estoy bien, nada me gusta más que, después de andar por esos mundos, volver a casa y encontrármela toda entera para mí solo. En el fondo, sospecho que nunca he querido a nadie salvo a mí mismo. A mí si me han querido y yo he salido corriendo. Comienzo a arrepentirme.

            El psicoanalista toma notas sin decir nada. Nunca dice nada, escucha en silencio. Me gusta hablar mal de mí mismo, pero no que nadie sepa esos momentos de debilidad. Por eso se lo cuento todo a mi psicoanalista, que es tan discreto que ni siquiera existe.   

Miércoles, 7 de febrero
LA MÁQUINA DE TROVAR

Animada tertulia, como de costumbre. Yo contra todos (que no es lo mismo que todos contra mí), como me gusta. Se debatía la peregrina idea de que Antonio Machado fue uno de los precursores de la Inteligencia Artificial con la “Máquina de trovar” que atribuye a Jorge Meneses y que este explica así: “Mi artificio no registra en cifras, no traduce a lenguaje cuantitativo la lírica ambiente, sino que nos da su expresión objetiva, completamente desindividualizada, en un soneto, madrigal, jácara o letrilla que el aparato compone y recita con asombro y aplauso de la concurrencia”. Hasta aquí todo muy bien. Lo malo es que no explica su mecanismo (“es mi secreto”, dice) y que cuando nos muestra su funcionamiento resulta un tanto ridículo. La concurrencia ha de escoger, por votación, un nombre que considera esencial, luego se busca su contrario, luego se le introduce en el aparato que solo tiene el verbo “ser”, en sus tres formas: ser, no ser, poder ser. El resultado es una copla bien conocida: “Dicen que el hombre no es hombre / mientras que no oye su nombre / en labios de una mujer. / Puede ser”. 

            Pero esas ocurrencias de Machado, que inventaba un poeta (Juan de Mairena) que inventaba otro (Jorge Meneses) que inventaba una máquina de trovar que parece uno de los inventos del TBO no están en el origen de la Inteligencia Artificial, sino en el de “la otra sentimentalidad”, el grupo poético granadino que aspiraba acabar de una vez por todas con la lírica burguesa y que acabó siendo otro invento del TBO.

Jueves, 8 de febrero
EL POETA CANTA POR TODOS

Sueño que le doy a la manivela de la máquina de Jorge Meneses y cuando me despierto traigo en la memoria estas coplillas:

“Me engañaba / cuando dije quererte /más que a mi vida”.

“Nunca me miento, / pero me engaño a veces /  más de la cuenta”.

            “El amor no salva / del desastre del mundo, / pero entretiene”.

            ---Me gustan –dijo Juan de Mairena--, la máquina le ha dado la vuelta al decir convencional. “Me engañaba” en lugar de “te engañaba” y “no salva” en lugar de “nos salva”.

            Ya despierto, escribo unos versos que podría haber escrito cualquiera, que expresan un sentimiento común: “Patio de casa. / Después de tanta ausencia, / rincón del cielo”.

            Hay una poesía impersonal. Esa es la que me gustaría saber escribir a mí.

Viernes, 9 de febrero
QUÉ PAÍS

“¿Te has enterado –me dice un amigo tras leer lo que dice no sé qué juez-- que los catalanes fueron a votar en el referéndum ilegal porque se lo mandó Putin?”

            No me había enterado. Qué país. Menos mal que nos queda Pedro Sánchez.




 

 

 

1 comentario:

  1. "Más que poeta, soy editor y librero de viejo."
    (Abelardo Linares)

    Pues a mí me parece que A.L. es mucho más poeta que el 99% de los que circulan por ahí exhibiendo cómicamente su mediocridad:

    Anatomía de la melancolía

    Alegra el corazón haber vivido,
    y no importa del todo que el pasado
    no sea ya otra cosa que pasado.
    Si nos quemó la llama del vivir,
    su huella es una herida hecha de orgullo
    y de melancolía. Pues vivimos
    una vez como nadie (ni siquiera
    nosotros mismos) vivirá de nuevo.
    Ese desvalimiento, esa tristeza
    que da sentir pasado lo pasado,
    es nuestra condición, la misteriosa
    ley que, a nuestro pesar, ha de cumplirse
    como si fuera el precio de la vida.
    ¿y cuál si no es el precio de la vida
    sino seguir viviendo aunque sepamos
    que la parte mejor ya nos fue dada?
    Pero si hay dignidad en la memoria
    y admitimos que no fue un precio injusto
    el que debió pagar nuestro deseo,
    se alegra el corazón de haber vivido
    al conocerse brasa de esa llama
    por la que ardió en el tiempo. Y ahora sabe,
    al fin, aunque lo tema, que le aguarda.

    *

    Noche del sentido

    Como cuchillos fueron nuestros besos
    en tanta sombra hiriéndonos callados.
    Vida o muerte nos dimos muchas veces,
    tan ebrios de aquel vino con ceniza
    que la luna vertía en nuestro pecho.
    ¿De qué nos escondía nuestra carne?
    La luz llegó desnuda, devolviéndonos
    lo robado a la noche, su mentira.
    y el recelo acampó sus negros potros
    en el desierto campo de batalla.

    *

    Mágico vivir

    Arde aún y es espléndida la llama
    de aquel fuego. ¿Recuerdas esas tardes,
    el canto de los pájaros; la tenue
    veladura de un mar casi tan negro
    como tus ojos? Súbita, la vida
    nos quemaba por vez primera entonces.
    Nosotros, qué podíamos hacer
    sino aceptar ese secreto incendio,
    su agonía y su éxtasis, fundidos
    en un mismo sentir inexpresable.
    Hiere aún ese mágico vivir:
    ya sólo quiero envejecer contigo.

    Abelardo Linares

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