viernes, 24 de junio de 2022

Elogio de la cordura: En marcha

  

Sábado, 18 de junio
FANTASÍA MORAL
 

Paso por la feria del libro de Gijón y vuelvo ilusionado con El chirrión de los políticos, de Azorín, que encuentro en librería de viejo. Se trata de una sátira de los políticos de la Restauración publicada en 1923 cuando fueron barridos por Primo de Rivera con un aplauso casi general. Lo hojeé hace años en alguna biblioteca, pero nunca lo había leído por entero. Lo hago ahora —es un libro breve— y me parece que pocas veces se ha hecho un retrato tan certero de la farsa pseudo democrática en que suelen convertirse las democracias, un caciquil apaño entre partidos, ni un tan emocionante retrato del político ideal, que nada tiene del príncipe de Maquiavelo y sí mucho de un don Francisco Giner de los Ríos que confía sobre todo en la educación como medio de transformar el mundo.

            En una de las páginas interiores del volumen me encuentro un sello con el nombre de José-Víctor Carreño, un escritor avilesino al que entreví a menudo —alto, calvo, con sombrero, elegantemente trajeado—  cuando asistía como crítico a los estrenos teatrales en el Palacio Valdés. Muchos años más tarde, encontré parte de sus papeles en un puesto del Fontán. Había copias mecanografiadas de algunas de sus obras teatrales, que algo tenían de Valle-Inclán a la asturiana, y de poemas que sin duda enviaría a algún concurso. También la copia de una carta al director de un periódico falangista de Gijón, creo que se llamaba Voluntad, en la que pedía la expulsión de uno de los colaboradores por su pasado republicano. Me escandalizó esa carta y dejé de interesarme por el personaje, cuya obra literaria había comenzado a estudiar. ¿Por qué guardó copia de una carta en la que delataba a un compañero? Seguramente entonces —finales de los cuarenta— le pareció una acción elogiable tratar de limpiar a España de los que la habían llevado a la perdición.

            Pienso en ese escritor olvidado, un día entre las glorias provinciales, mientras leo la “fantasía moral” azoriniana, nacida, según él indica, de una relectura quevedesca, pero tan poco quevedesca en el estilo. Tras la sátira, minuciosamente hilarante, la serenidad del epílogo, esa prosa en voz baja que nunca nos cansamos de escuchar: “El aire es levemente fresco. Del campo llega el concierto inmenso —inmenso y suave— de los ruidos nocturnos. Los grillos cantan incansables. Y de cuando en cuando, cada dos minutos, un cuclillo misterioso lanza un grito sonoro y agudo. ¡Cómo parpadean en la inmensa bóveda las estrellas! Se oye el silbato lejano de un tren que pasa; un perro aúlla a lo lejos en la campiña. Y todos esos ruidos, acordes o aislados, dan más profunda densidad al sosiego nocturno”.

Domingo, 19 de junio
VUELVO A NÁPOLES
 

Voy a ver Un viaggio in Italia, la película de Rossellini que aquí se tituló anodinamente Te querré siempre, y desde el primer momento me desinteresan los problemas matrimoniales del matrimonio Joyce, pero me siento fascinado por ese Nápoles de principios de los cincuenta, apenas entrevisto en blanco y negro. La primera imagen es la de Fontana del Gigante, en el Lungomare, frente al Excelsior. Yo no me alojé en ese hotel, sino en el de al lado, y también tenía enfrente a la isla de Capri y el Castel dell’Ovo. Al marido, un poco simpático Georges Sanders, le aburren las visitas turísticas, pero a mí me fascina acompañar a Ingrid Bergman y servirle de guía por esos lugares que creo conocer bien: el Museo Nazionale, con su impactante colección de esculturas, el cementerio Fontanelle y sus muertos anónimos adoptados y mimados, la gruta de la sibila de Cumas, la sulfatara de Pozzuoli, las ruinas de Pompeya… Pero yo no pude asistir, como ella, al descubrimiento y reconstrucción de alguno de los cadáveres enterrados. Impactantes imágenes al golpear el suelo se adivina una cavidad, se hace un agujero y por él se vierte yeso. Cuando aparece el molde de una pareja que murió junta, con su último gesto de angustia detenido, a mí también, como a la señora Joyce, se me llenan de lágrimas los ojos.

Lunes, 20 de junio
MEMORIA DE MARILYN
 

Hace tiempo encontré, y traduje al español, un puñado de poemas, o de borradores de poemas, escritos presuntamente por Marilyn Monroe. Ahora un amigo me regala My Story, las memorias de la actriz. Al parecer fueron dictadas en 1954 a Ben Hecht, pero luego desaparecieron y, no se sabe cómo, aparecieron en manos del fotógrafo Milton Greene, quien las publicó en 1974 sin mencionar a Hecht, como si hubieran sido redactadas directamente por la actriz.

Yo las leo ahora en la versión de Marta Pessarrodona, la poeta catalana, uno de los grandes amores de Gabriel Ferrater. Apócrifas o no, se escucha su voz en estas páginas: “Tengo muchos hábitos sociales malos. La gente siempre me está dando lecciones a este propósito. Cuando debo ir a cenar a alguna parte a las ocho, me quedo tendida en la bañera durante una hora o más. Llegan las ocho y todavía sigo en la bañera. Voy echando perfumes en el agua y dejando que se vacíe y llenando de nuevo la bañera con agua limpia. Olvido que son las ocho y mi cita para cenar. Sigo pensando y sintiéndome muy lejos. A veces conozco la verdad de lo que estoy haciendo. No es Marilyn Monroe la que está en la bañera sino Norma Jeane. Estoy dándole gusto a Norma Jeane. Solía tener que bañarse en el agua que habían utilizado seis o siete personas. Ahora puede bañarse en agua tan limpia y transparente como el cristal. Y parece que Norma no tenga nunca suficiente agua limpia que huele a verdadera colonia”.

Miércoles, 22 de junio
REGALOS DEL AZAR

Cuando viajo por España, apenas visito librerías de nuevo porque las novedades que me interesan suelen estar en todas partes o los puedo conseguir fácilmente. Las sorpresas están en las librerías de viejo, y cuanto más revueltas y menos de bibliófilo son más me gustan. Esta noche, en que tarda en llegar el sueño, me entretiene una antología poética de los poemas dedicados a Riego durante el trienio liberal, ditirámbicos en un principio, cada vez más denigratorios después. La poesía era entonces un arma propagandística de primer orden. Más que cortejar a los periodistas, el prócer de entonces debía mimar a los poetas. Así comienza el “Himno de los descamisados a Riego”: “Llega, llega, adalid generoso, / de la patria esperanza y honor: / ven a ser de los pobres consuelo / y de infames afrenta y terror”. Según cuenta el antólogo, Gérard Dufour, el odio mortal de Fernando VII al coronel Riego se debía menos a sus hechos que al famoso “Trágala”, que tantas veces le habían cantado, y cuya autoría él atribuía al propio Riego: “Ya no hay vasallos, / ya no hay esclavos, / sino españoles / libres y bravos. / Al que le pese, que roa el hueso / que el liberal le dirá eso: /  Trágala, trágala, / trágala, perro, / la Constitución”. La poesía era entonces un arma cargada de presente.

Jueves, 23 de junio
MISIÓN CUMPLIDA

Por Torrelavega, rodeada de chimeneas fabriles que me recordaban al Avilés de los tiempos de Ensidesa,  había cruzado siempre sin detenerme. Era el patito feo de Cantabria, mirado siempre un poco por encima del hombro por la hidalga Santander. El azar de una feria del libro me trae a ella y me deja libre unas horas para pasear a mi aire, incluso para aburrirme un poco. Y no tarde en sentirme a gusto en la llaneza de sus calles y plazas. ¿Que no hay grandes monumentos? Cierto y no cierto del todo. Yo añado a mi colección de secretas maravillas la iglesia de San José Obrero, toda ella una inmensa cúpula que tiene la desnudez del Panteón, o de Santa Sofía, que no esconde los trampantojos de Brunelleschi o de Wren. La construyó Luis Moya, el arquitecto de la Universidad Laboral de Gijón.

            Luego, en la feria, en la que vendo poco, como es costumbre (solo venden los autores locales, a familiares y amigos, y los bestsellers de la temporada), la alegría de reencontrarse con algún lector amigo. A Luis Miguel Malo Macaya, una de esas personas para las que la poesía es sangre de su sangre, lo conocí en 1983 en un encuentro poético celebrado en San Vicente de la Barquera. No le había vuelto a ver desde entonces, aunque Facebook —no soy de los que abominan de las redes sociales— me lo tenía muy presente. Me enseña un libro mío, Principios y finales, leído, releído, anotado, con las esquinas dobladas. Se nota que le ha acompañado durante años. Yo tengo en mis manos un momento ese volumen y —que me perdone Aleixandre—  pienso que el diploma del Nobel no me haría más ilusión. No sé si contaré con más lectores así, pero basta uno solo para que pueda respirar tranquilo y afirmar: “Misión cumplida”.

Viernes, 24 de junio
CERCANÍAS

“El mundo es más hondo que extenso”, escribió Pessoa o escribía yo, ya no recuerdo bien. A los grandes viajes, con sus aeropuertos y el albur de los irracionales controles, prefiero ahora los paseos de  cercanía. Ayer andaba por Torrelavega, donde ya me siento en casa, mañana como en Chaves —con su puente romano sobre el Támega—, duermo en Braga, subo a la ermita del Bom Jesus —una promesa del tiempo de la Revolución de los Claveles— y luego me pondré a recorrer a pie el borde marino de la ría de Aveiro, uno de mis rincones del paraíso preferidos. Son 45 quilómetros. Yo quizá me conforme con diez o doce. No importa. Para ir lejos no hace falta ir muy lejos. Basta con contemplar lo que borra la costumbre como si nunca lo hubieras visto antes.



 

14 comentarios:

  1. Se oye por ahí que, conocido el ascendiente de Díaz Ayuso sobre JLGM, en la próxima edición de Tres mil años de poesía se incluirá algún poema de Julio Iglesias, poeta de España. ¿Bobada? ¿Bulo? ¿Ocasión para una rectificación pública, dada la evidente omisión, por parte del antólogo?

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  2. Alberti en una visita a J.R.Jiménez:

    "–¿Han visto ustedes el título del último libro de Azorín? "El chirrión de los políticos". ¡El chirrión! ¡Vaya palabra! Lo he recibido dedicado. Claro que yo mismo, en persona, he ido a su casa a devolvérselo. Azorín vive -prosiguió- en una de esas casas que huelen a cocido madrileño y pis de gato. Duerme en el fondo de una cama con mosquitero y colgaduras encintados de rosa, y sobre la mesilla de noche tiene, como objeto que él seguramente considera de un gusto refinado, un negrito de escayola pintada, de esos que anuncian el café torrefacto marca «La Estrella», regalo de sus electores cuando fue diputado por Alicante. A un escritor, por muy modesta que sea su vida, se le conoce por la casa."

    (La arboleda perida. Vol. 1)

    En el Epistolario II de J.R.Jiménez p. 318 y ss hay los borradores de dos cartas a Azorín. En una le devuelve el ejemplar de lujo de "El chirrión de los políticos". En la otra, le da "una lección de estética y ética estética" merecida desde hace tiempo (según JRJ), que parece haber sido motivada por dicho libro.

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  3. Los recuerdos de Alberti no parecen muy fiables. ¿Desde cuándo una visita se hace pasar al dormitorio? ¿Y cuándo fue Azorín diputado por Alicante? El único Azorín diputado por Alicante que yo conozco es Lázaro Azorín. En fin, leamos el libro y no nos fiemos de la poco fable chismografía (JRJ tenía algo del Jesús Mariñas de la época).

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    1. Alberti sí es fiable (no creo que fuera capaz de inventar los insultos geniales de JRJ), el que no lo es es el autor de "Platero y yo", que inventaba visitas, no sólo a Azorín, sino también a Ortega (del que se reía porque "descubrió que tenía sobre un piano una pequeña Venus de Milo, de yeso, de las que vendían en Madrid por veinte céntimos en la plaza de la Cibeles"), a Pérez de Ayala (en cuya casa decía haber visto "un cuarto con todo el techo colgado de chorizos y longanizas, detalle que le estremeció y no pudo perdonar nunca") o A. Machado (del que contaba que había visto en su casa una "silla sobre la cual había un huevo frito, de varios días, que estaba allí seco, pegado”), para tratarlos de paletos y criticar de paso su obra. JR tenía reacciones histéricas a ciertos libros o ciertos comportamientos de sus mejores colegas. En su "Epistolario" se publican borradores de cartas terribles, que luego, prudente, no enviaba (hay, por ejemplo, una a D'Ors en la que le trata de "gandul, perezoso farsante de la obra mal hecha" y le dice al final: "Yo soy un poeta de deleite y usted un periodista de mercado"). Y en la "Correspondencia" de J.Guillén con P.Salinas se habla de sus ataques patológicos a casi todo el mundo, fruto de una paranoia que el exilio y la edad habían considerablemente agravado.

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    2. Curiosa respuesta la suya. Le dice JLGM que Alberti no parece muy fiable, y le da como ejemplo que inventa una inexistente condición de Azorín como diputado por Alicante. Y su respuesta es que "Alberti sí es fiable" (aunque invenrte cosas como ésa)... porque lo dice usted; y, diciéndolo usted, no hay más que hablar.
      Respecto a las "invenciones" de JRJ, eso que dice de que su intención era "criticar de paso su obra" está desmentido por el propio JRJ, quien ya dedicó una reseña, sumamente favorable, al primer libro del sevillano, y nunca dejó de elogiar su poesía. Lo califica repetidamente, a todo lo largo de su vida, de "gran poeta", y deja claro que, en su opinión, la historia de la poesía española moderna comienza en Bécquer, y sigue con Unamuno y Antonio Machado, "fuentes de toda ella".

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    3. Veo que había omitido explicar que el sevillano de mi segundo párrafo es Antonio Machado, aunque supongo que se deduce fácilmente dde lo que ahí cuento. Perdón por el despiste.

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  4. A ver si te aclaras, Jose (leyendo mejor lo escrito, por ejemplo, o preguntando si no lo entiendes, lo cual te hubiera evitado esa subida a la parra tan tonta).

    Alberti escribe lo que oyó contar a JRJ. JLGM dice: "¿Desde cuándo una visita se hace pasar al dormitorio? ¿Y cuándo fue Azorín diputado por Alicante?". Esas dos preguntas se refieren a lo que dice JRJ, que inventaba muchas de las cosas que contaba. Es evidente que si JR estuvo en el piso de Azorín (cosa que habría que comprobar), el monovero no le hizo visitar su dormitorio. Como es evidente que JR sabe que Azorín fue varias veces diputado, pero ignora por qué lugares, y supone que lo fue por su provincia. Nada de ello, pues, concierne a Alberti. El "chismógrafo" muy poco fiable es JRJ.

    En cuanto al segundo párrafo de tu texto, veo que no has entendido en absoluto mi texto, porque ese "criticar de paso su obra" se refiere a Azorín, Pérez de Ayala, Ortega y Machado, y no a Alberti.

    Te confieso que me sorprende mucho que leas tan mal y que reacciones peor a lo que no has entendido. Ahora recuerdo tus discusiones con JLGM y admiro aún más su paciencia.

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    1. No emplearé su mismo tono, aunque podría; me limitaré a recordarle algo que demasiada gente olvida, y es que en una discusión civilizada se rebaten, si uno puede y sabe, los argumentos de la otra parte; no se acude al expediente, tan fácil como falto de educación, de descalificar, o intentarlo, a la persona de nuestro contradictor. Como ve, yo no lo hago con usted; y no me costaría nada.
      Respecto a lo que dice de mi segundo párrafo, es usted quien obviamente no ha entendido lo que en él se dice. De quien estoy hablando ahí es de Antonio Machado, el "sevillano" de mi texto (Alberti era de El Puerto de Santa María, es decir, gaditano). Cosa que por lo demás aclara expresamente mi siguiente texto.
      Lea, pues, mejor y con más calma, y no se deje llevar por el deseo de quedar por encima; ése, jugando con las palabras y recordando un conocido pasaje de la Divina Comedia, "es muy bajo deseo".

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  5. ¿Fue diputado Azorín? Yo creo que lo que fue es subsecretario con Juan de la Cierva.

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    1. Según la Wikipedia, Azorín, "como político, ocupó en cinco ocasiones escaño de diputado a Cortes durante la Restauración." Y precisa por qué lugares:
      Diputado a Cortes por Purchena (1907-1910)
      Diputado a Cortes por Ponteareas (1914-1916)
      Diputado a Cortes por Sorbas (1916-1918)
      Diputado a Cortes por Sorbas (1918-1919)
      Diputado a Cortes por Sorbas (1919-1920)

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    2. Pues no lo sabía, o no lo recordaba. Seguro que sería diputado cunero, de los que ni siquiera conocen el lugar por el que son elegidos. Sabía de qué hablaba al criticar a los políticos de la Restauración.

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  6. Curiosamente (o no tanto), de esa generación de escritores (la del 98 y el "novecentismo"), Azorín no fue el único en ser diputado. Casi todos lo fueron o lo intentaron ser. Entre los que lo consiguieron están Unamuno, Maeztu, Pérez de Ayala, Blasco Ibáñez, Benavente, Ortega, Marañón y Madariaga. Entre los que lo intentaron sin conseguirlo: Baroja y Valle Inclán.
    Sólo a Machado, E.d'Ors y J.R.Jiménez parece no haberles interesado el cargo.

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  7. Me agrada que cites a LMMM, buen lector y amante de la poesía. Sus ojos nos redimen. A veces nos aventa en las redes. Bien traído.

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