No soy un hombre muy enamoradizo, la verdad. Amores,
verdaderos amores, de esos que acaban rompiéndote el corazón, habré tenido
apenas seis o siete en toda mi vida.
Uno de
ellos me hizo ir a Bayona con bastante frecuencia, lo que pudo haberme traído
complicaciones porque eran días –años noventa– en que aún actuaba con
virulencia cierta organización armada y mis frecuentes visitas podían hacerme
sospechoso, y no solo para la policía española, pero nunca fui molestado ni por
unos ni por otros.
Le cogí
cariño a la ciudad, ya desembarazado de aquella gustosa carga, y he vuelto más
de una vez, la más reciente el pasado mes de junio.
Mientras
tomaba café en una de las terrazas de la Rue del Port-Neuf, se me acercó un
anciano –o eso me pareció, aunque tendría mi edad– de barba blanca, a lo Walt
Whitman, que me conocía porque habíamos coincidido en la revista Zurgai e intercambiado, allá por la
época de Jugar con fuego, algunas
cartas.
Acababa de
sorprenderme la placa dedicada a Aristides de Sousa Mendes en el edificio que
había sido consulado de Portugal en los años cuarenta y le hablé de ella.
–-Creía que
Sousa Mendes fue cónsul en Burdeos, no en Bayona.
––Así es,
aquí solo estuvo dos o tres días.
–-¿Y con
solo dos días ya le dedicaran ese recuerdo? ¡Admirable personaje!
––Admirable
lo que hizo; él tenía sus luces y sus sombras, bastantes sombras. ¿De verdad
cree que su intención primera al dar visados a troche y moche durante aquella
semana de junio era salvar vidas?
––De verdad
lo creo y por salvarlas arriesgó la propia y echó a perder su carrera
diplomática.
––No estoy
yo tan seguro. Aristides de Sousa Mendes era de una familia aristocrática
venida a menos, católico, monárquico, conservador. Tuvo sus enfrentamientos con
los gobiernos republicanos hasta que llegó al poder Salazar, que había sido su
profesor en Coimbra. Siempre fue un derrochador, siempre necesitó más dinero
del que ganaba. Le expulsaron de algún puesto por intento de extorsión. Salazar
le envió en primer lugar a España y allí se dedicó a informar sobre las
actividades de los portugueses huidos de la dictadura. Más de una vez utilizaba
dineros del consulado para sus necesidades personales. Todo se le perdonaba por
su fidelidad a Salazar.
––Pero supo
desobedecerle en el momento clave, por eso ha pasado a la historia. En junio de
1940, Burdeos se convirtió en una ratonera con miles y miles de judíos, de
comunistas, de personas que trataban de huir de los nazis y él, desoyendo las
claras directrices de su gobierno, les dio los papeles necesarios para llegar a
Lisboa y allí poder embarcarse hacia América. Salvó treinta mil vidas, eso es
lo que cuenta.
–––Eso es
lo que cuenta, cierto, pero las cosas no fueron exactamente como nos las han
contado. En 1940, Sousa Mendes tenía, como era habitual en él, importantes
problemas económicos. No solo debía alimentar a su numerosa familia –tuvo
catorce hijos–, sino que además acababa de perder la cabeza como un adolescente
por una francesita, mucho más joven que él, Andrée Cibial, a la que le gustaba
vivir a lo grande. Cuando comienza la guerra, Portugal, como España, declara su
neutralidad, pero, al contrario que España, y a pesar del fascista Estado Novo,
sus simpatías van hacia los Aliados por la tradicional alianza con Inglaterra.
Por eso, los huidos del nazismo, recuerde la película Casablanca, quieren llegar a Lisboa, no a Madrid. Los primeros
cuarenta visados que expide Sousa Mendes sin pedir autorización al Ministerio
los firma el 16 de junio, un día antes del armisticio. Cobra tarifas
adicionales y entre los destinatarios se encuentra la familia Roschild. A
partir del día siguiente, se dedica a entregar visado a todo el que lo solicita.
Le ayudan sus hijos, sus sobrinos, el rabino Jacob Kruge, una auténtica
producción en cadena. Salva vidas, pero en un día las tasas superan a lo
ingresado en un año.
––Esa
interpretación me parece un poco miserable, un intento de manchar con fango al
héroe. ¿Qué pruebas hay? Se parece a las teorías que niegan el holocausto.
––Nada que
ver, son hechos probados, hasta puede usted consultarlos en la Wikipedia. Pero
el mito, una vez consolidado, resiste cualquier evidencia.
––Bien, admitamos
que cobró lo que tenía que cobrar, lo que le correspondía legalmente. En
cualquier caso, hizo un mal negocio que acabaría costándole la expulsión, como
él podía imaginarse.
––Ya
llegaremos a eso. Antes de ese 17 de junio ya había cometido alguna
irregularidad. El 20 de mayo le había proporcionado a un desertor del ejército
un pasaporte portugués falso para que pudiera huir a España. Como cónsul, era
poco escrupuloso.
––¡Un
héroe!
––-O un
pescador en aguas revueltas, como tantos entonces. Pero de esas irregularidades
suyas fue cómplice el gobierno portugués, que trataba de estar a bien con unos
y con otros. Amonestó a Sousa Mendes por los visados que otorgaba sin seguir
sus indicaciones, pero no los invalidó. Hay además un hecho curioso, la Embajada
Británica en Lisboa protestó el 20 de junio porque Sousa Mendes retrasaba el
visado a súbditos británicos para dárselo luego en horas fuera de servicio y
así cobrar tasas especiales. En fin, un héroe con muchas sombras, ya digo.
Expulsado por su gobierno de Burdeos, Sousa Mendes se vino a Bayona. Aquí
estuvo, firmando visados como un loco, del 20 al 23 de junio, firmando con una
mano y cobrando con la otra. El 23 le cesa Salazar de su cargo, pero él sigue
firmando visados de camino a Hendaya. Los firmó hasta un minuto antes de entrar
en España. Y aquí viene algo en lo que nadie ha reparado, me parece a mí. Si ya
había sido cesado como cónsul, ¿qué validez tenían esos visados? Ninguna.
Tampoco la tenían los que firmó contraviniendo las órdenes de su gobierno.
Habría bastado una circular del Ministerio para que ninguno de esos refugiados
hubiera podido pasar la frontera. Con otras palabras, Sousa Mendes hizo lo que
hizo porque contó con la complicidad de Salazar.
––¿Y
entonces por qué se le expulsó de la carrera consular?
––Pues
porque había que complacer a los dos bandos. A los Aliados, especialmente a Inglaterra
(Portugal siempre tuvo algo de protectorado inglés, sin su ayuda no habría
logrado escapar del imperialismo español), y a la Alemania nazi, hacia la que
iban todas sus simpatías ideológicas y que entonces parecía que iba a marcar
para siempre el futuro de Europa. Se le sancionó, no había otro remedio, pero
sin cargar la mano. Tenga usted en cuenta que solo por falsificar un pasaporte
le podían caer cinco años de cárcel. Parece que siguió cobrando su pensión hasta
su muerte, en 1954.
––No son
esas mis noticias. Se retiró a su casa
solariega, en Cabanas de Viriato y tuvo que ir malvendiendo todo lo que tenía
para sobrevivir y alimentar a sus hijos.
––Sus hijos
no quisieron saber nada de él desde que se casó en 1948 con su amante francesa.
Con ella había tenido una hija, de la que se desentendió pronto: se quedó en
Francia con unos parientes y no se preocupó de volver a verla. La mitificación
comenzó en 1966 cuando Israel le declaró Justo entre las Naciones. Ahora le
reivindican sus nietos, que han creado una fundación y comprado la casa
solariega de la familia, con la que se quedó el tendero del pueblo para saldar
deudas.
––Vamos a
suponer que todo eso cierto. El hecho es que su desobediencia salvó vidas,
muchas vidas. ¿Qué importa lo demás?
––Al padre
de mi mujer, que salvó del linchamiento a una mujer embarazada, no le dieron
ninguna medalla por ello. Todo lo contrario. Pudo costarle caro. Estuvieron a
punto de depurarle. Parece que el padre de la criatura era un soldado alemán. Así
andaban las cosas en el París de 1945.
Cuando me
quedé solo, mientras daba un paseo por los lugares familiares (la plaza de la catedral,
el mercado junto al Nive, el Gran Teatro, el largo puente sobre el Adour, la
neoclásica sinagoga), pensé en las ambigüedades de la historia, en lo cerca que
están el héroe y el criminal, el canalla y el santo. ¿Qué diferencia hay entre
un mártir que merece ser honrado en los libros de historia y un terrorista
suicida? Que uno da la vida por aquello en lo que nosotros creemos y el otro
por aquello en lo que creen nuestros enemigos.
Recordé,
una vez más, algo que nunca he contado a nadie. Fue en el otoño del 74. Yo
estaba en la cárcel de Carabanchel por sinrazones que no vienen al caso. En el
silencio de la noche, angustiado e insomne en la celda de la Séptima Galería, una
voz comenzaba a cantar el Gernikako Arbola. De inmediato, se oían los pasos de
los funcionarios que se dirigían hacia donde sonaba esa voz para hacerla
callar. Y callaba con el rechinar del cerrojo, pero en ese mismo instante la
canción continuaba en otra de las celdas. Y así durante un largo rato, jugando
al gato y al ratón. Eran hermosas aquellas voces que no se rendían, que ponían
un poco de luz en la negrura carcelaria.
Luego vino
lo que vino, tanto dolor y tanta injusta muerte, y todo eso es verdad y sin
disculpa alguna, pero todavía hoy se me llenan los ojos de lágrimas cuando
escucho el Gernikako Arbola, bocanada de libertad en una larga noche de piedra
que parecía que no iba a terminar nunca.
Me llamó la atención el paralelismo entre la canción que va de celda en celda y la firma que va de ciudad en ciudad. El relato de la cárcel ya lo contaste una vez. Inolvidable.
ResponderEliminarMe paso la vida contando cosas que he decidido no contar nunca. Espero que los demás lectores sean tan benévolos como tú, Jesús.
EliminarEl héroe y el traidor van en el mismo envoltorio y visten la misma máscara. Lo mismo este Arístides que el propio Oskar Schindler o el aragonés Sanz Briz, el que salvaba gente poco aria en Budapest. Salvar judios, sí, pero también juntar un poco de plata, cómo no, cuando sabemos que muchos de ellos son ricos.
ResponderEliminarPocos conceptos tan desorientadores como el YO monolítico. Casi todo paisano al cumplir los cuarenta sabe ya que tiene poco que ver con el que fue a los veinte. El Miguel entre la barra, o en el bulín, es distinto del Miguel en el laboratorio. Carlos con Marta es otro que Carlos con Julia. La actual neurociencia sólo reconoce un YO formado por instancias múltiples, con un núcleo-ejecutivo que intenta negociar conflictos, con tanto éxito como un maestro novato en un aula de díscolos.
Es muy linda la historia de la canción que rota de celda en celda, con lo que implica, oculto, de castigo, de represalias. Gernikako Arbola. El pueblo-símbolo donde comenzaron los experimentos de bombardeos a civiles. El árbol-símbolo, que levanta su tronco hacia la libertad.
Me cuenta Gumersindo, un ganadero que acaba de deshacerse de su cabaña de frisonas, que un día de hace tres semanas recibió en su casa de Bimanes a una delegación de Ayuntamiento de V, interesada en el alquiler de un prado suyo que tiene hacia San Arsenio de las Cruces. Iba a ser por un corto período de tiempo, aunque estarían dispuestos a ampliar la concesión hasta por un año si ello fuera necesario. Quedó en pensarlo Gumersindo, porque considera la oferta de un desguace de Hoyociego para hacer de aquellos prados un almacén de electrodomésticos y autos achatarrados.
ResponderEliminarCasualmente cruzo estos datos con una información confidencial que me soplan de Cultura: se planea una exposición de Botero para los meses de setiembre y octubre de este año en la plaza de la Escanciadora de aquella capital provinciana. Y reparo en que en octubre son los Premios... Más claro, agua: un pretexto para que las hordas bolivariano-etarro-iranias no dispongan del chiquero-ratonera que graciosamente se les cede cada año para que vean de cerca (?) los fastos del evento incomparable.
Pero hay más... Me entero casualmente de que una parte de los gaiteros que van a soplar este otoño en el recorrido de la comitiva cortesana serán reclutados en Bulgaria, en donde existe un tipo de cornamusa de seis roncones famosa por su timbre rasposo y altisonante, además de la proverbial brutalidad de los músicos, que aúnan su condición de gaiteros con la de guardaespaldas de la aristocracia local. Y esto viene de la edad media, no desde que gobierna la ultraderecha.
Y si tengo en cuenta el asunto de los gaiteros me descoloco un poco..., pues si las autoridades sopesaran la posibilidad de que los díscolos hayan de presenciar el alarde cortesano desde San Arsenio de las Cruces, ¿por qué habrían de ocuparse de que la bullanga gaitera fuese aún más insoportable que la de años pasados, si en las cercanías solo iban a verse los consabidos lacayos y genuflexos de siempre , además de la marujada que no cabe en sí de gozo por respirar el mismo aire que las altísimas personalidades de la nobleza, la cultura y los negocios?
Por otra parte, me acaban de llegar noticias de que ciertas formaciones políticas amigas de armar gresca están comprando una partida de drones con megafonía. Y me da en pensar que, con base en San Arsenio de la Cruces, bien podrían aparejar una escuadrilla de chismes voladores que llevaran al circuito regio consignas que no pudiesen gritar de viva voz.
Complicado, lo reconozco... Pero creo que tiene una coherencia sobrecogedora.
No estaría pero que muy bien llamarle a este espacio Café EFE? El que ahora me va a dedicar como respuesta unos elaborados minutos de acidez concentrada se va apoderando del blog como la mancha de aceite se extiende, hasta convertirlo en una sesion de terapia individual algo empalagosa.
EliminarVenga, venga, afile usted el lápiz para herirme de muerte mientras se regodea en su anacrónico culteranismo.
Cuántu tiempu llibre tien Blas Ardura Iparraguirre Bode.
EliminarDisfruté con esta frase de Blas Ardura:
ResponderEliminar"la marujada que no cabe en sí de gozo por respirar el mismo aire que las altísimas personalidades de la nobleza, la cultura y los negocios?"
Pinta bien el papanatismo español, quizás mundial, de codearse con los entronizados por la pantalla de TV. Se contagiaron incluso las guías de viajes: "En el Hotel Tal y Tal se alojó el futbolista XX, o el diputado Dupray". Más bien sonrojante.
Por cierto, me parece esperpéntico que Álvarez, conocido tuerce-esquinas de foros, se autoerija en evaluador literario. Con lo útil que le sería formarse un poco. Instruirse. Aprender, por ejemplo, lo que significa "culterano", que él toma por culto o imaginativo.
Al corregirme usted ha quedado en evidencia su ignorancia de lo que es culteranismo. Tómese un mate y un poco de calma antes de meter la pata.
EliminarTampoco anda usted mal de tendencia al recoveco superfluo que oculta a la sombra del dumiso omb'u la escasez de contenido. Muy de por allí la palabrería empachosa e inútil.
Una culterana marca la casa: "Llama puta a la mujer honesta la vil colipoterra". O sea, que quien más tiene que callar le da a la húmeda cosa fina. O sea que el profuso Pedro Álvarez -que tiene mesa reservada en el café Casa Trapiello y allí depone, y de vez en este de Martín- da lecciones de contención al mal F. a quien llama culterano, sin darse cuenta de que le hace un cumplido, dado que si de algo se precia este es de escribir (que no de hablar) con unos miles de palabras más que el común de los mortales (celtiberos).
ResponderEliminarEl señor F. admite que se prodiga puede que demasiado en esta santa casa, pero insiste en que no es porque le sobre o malgaste el tiempo sino porque quien escribe de un tirón y sin esfuerzo -además de acostarse al filo de las dos de la madrugada- tiene tiempo pa to. Y su laburo ha de quedar en el anonimato, como él mismo: que se jodan sus múltiples adoradores.
Pero lo que le importa más es que el patrón de este blog sea un intelectual -y sin embargo progresista- que le mola, quizá porque posea un estilo contrapuesto al suyo (Villanueva versus Churriguera), y porque comparte con él una ideología y una manera de ver el mundo bastante parecida.
Sin embargo don Pedro es un reaccionario y da prueba de lo que digo que se encuentre tan cómodo adulando al cafetero que regenta un negocio al pie de las Murallas de la Patria. Tenían que leerlo... Adula y se relame, esperando que el áspero escritor le pase la mano por el lomo. Lomo que ya sufrió algún zurriagazo menor en este Café Arcadia (los progrese somos gente moderada). Hasta alguno le supuso trol, porque se le veía a contrapelo en esta casa de salud democrática.
Me da F mucha importancia. primero porque me busca y rebusca en internet y segundo porque me desvirtúa cual fariseo aburrido y ocioso. Pero no dice que no le sobra el tiempo?
EliminarAún adi hay que reconocerle una contencion en las formas que el tosco pampero desconoce. Los dos culteranos pero no igual de maleducados, gana el acólito del Pelusa.
No, Miguel, creo que Pedro sabe que culterano apunta a gongorino; impensable que tenga a F. por culto o imaginativo. Los afectos de esclerosis animal (del ánima) no regalan flores ni por descuido.
ResponderEliminarBueno, F, si Tuerce-Esquinas Álvarez le reputa de gongorino, ya le regala, "par voie de conséquence" la flor de culto y la de imaginativo. Aunque él no distinga matices y haga con ellos una macedonia.
EliminarLo que deja más claro el pelota irredento es que la escritura de F lo deslumbra y lo mata de envidia; y de acuerdo al habitual pánico del mediocre a la inteligencia, intenta detenerla avisando a Martín del peligro de usurpación. Una boludez de otario consumado que perdió pie.
El día que Tuerce-Esquinas no me considere maleducado es que algo estoy haciendo mal.
Maleducado y ruin porque a la discrepancia responde con insultos tabernarios, como hacen los que carecen de argumentos cuando su ignorancia queda patente.
EliminarCuando escuché a un conocido escritor español, refiriéndose a Argentina: Qué se puede esperar de un país cuyos ídolos son Perón, Gardel y Maradona?, me pareció un exceso imperdonable. Pero no sé lo que piensa usted de si mismo, tal vez le vuelvan a declarar la guerra a la pérfida para sacudirse el complejo de inferioridad.
Y lea usted la definición de culterano, hombre de Dios, que un hispanohablante cruzado con sangre italiana debe conocer su idioma para no hacer el ridículo.
Claro que Pedro hace mención indirecta de Góngora como de alguien poco recomendable (¡cielos, Góngora!). Y claro que tildarle a uno de "gongorino" debiera suponer un elogio indiscutible... Pero don Pedro me lo arroja a la cara como si fuesen unos botines o un bastón de estoque que presumiera míos: Quédese con sus antiguallas.
EliminarNo le guardo el menor rencor, porque alguna razón tendrá cuando dice que me paso, a veces, de rosca: los "salomónicos" ya se sabe que somos algo retorcidos.
Pax romana.
A F
ResponderEliminarLe reconozco chispa literaria, no se enfade. Lo que me parece excesivo, y concretamente critiqué, es su tendencia a monopolizar está gesta tertulia. Fíjese qué pocas vueltas he necesitado para decirle lo que pienso sin necesidad de recurrir a escupitajos pegajosos ni a retoricr chiclosa.
Quise decir grata tertulia...
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