lunes, 5 de septiembre de 2016

Sin trampa ni cartón: Un abrazo



Lunes, 29 de agosto
ADIÓS A TODO ESO

No es que me guste ver los toros desde la barrera. Simplemente, no me gustan. Por eso, este verano me alejé unos días del ruedo ibérico y no quise enterarme del resultado hasta tiempo después. Ahora me imagino al candidato a empujones subiendo paso a paso el camino del calvario y recibiendo las mismas humillaciones que él dedicó al candidato anterior. Los mismos sarcasmos, no; el mismo tono desdeñoso y perdonavidas, creo que tampoco: el talante humano es distinto. Lo malo es que disfrutaría con ese espectáculo, que parece escrito por un guionista vengativo, pero no me gusta fomentar mi veta sádica.
            Desde el mirador de San Pedro de Alcántara, miro ponerse el sol sobre los tejados de Alfama y pienso que uno debería poder tomarse vacaciones de sí mismo tan fácilmente como se toma vacaciones de su país. De lo que pase en el coso del Congreso, si es que pasa algo, ya me enteraré dentro de un tiempo.


Martes, 30 de agosto
ELOGIO DE LA COSTUMBRE

La mañana en Lisboa, la tarde en Nueva York. Saboreo este día como uno de esos helados que entremezclan dos de mis sabores favoritos. Ayer abusé un poco de la amabilidad de los amigos que me acompañan y los hice recorrer buena parte de los lugares que forman parte de mi memoria sentimental. Tuvieron que subir y bajar cuestas, pasear por la orilla del río desde la Plaza del Comercio hasta el Cais de Sodré, observar a Pessoa en su mesa de siempre del Martinho de Arcada y sentarse bajo el árbol inmenso, que a mí me acoge como un regazo materno, de la Plaza del Príncipe Real. Hoy prefiero dejarlos dormir en su apartamento de la Rua Augusta, muy cerca del Arco Triunfal, y pasear yo solo por las calles recién amanecidas, bajo un cielo de un azul intacto, como acabado de crear. Más de una vez he dicho que, cuando uno habla (y yo hablo siempre que tengo público, aunque sea un paciente público de amigos), la ciudad se calla. Esta mañana callé yo y dejé que ella me hablara.
            Soy una persona que recibe bastantes regalos, aunque no siempre acierte a darme cuenta y a dar las gracias. Ayer el avión, antes de aterrizar en Lisboa, se dio una vuelta por delante del estuario que me permitió contemplar por primera vez toda su integridad el Mar de Paja, como llamaban en la Enciclopedia Álvarez a la desembocadura del Tajo. Ver por primera vez completo el Acueducto de las Aguas Libres; ver a la vez el puente de Vasco de Gama, que parece casi a ras de agua, y el altivo del 25 de Abril; contemplar las colinas de Lisboa y las de Almada y Barreiro, la Torre de Belén y las playas del Atlántico, es un privilegio que me hace sentirme como un pequeño dios. La mayoría del pasaje, sin embargo, está entretenida en otras cosas. Admirarse mirando por la ventanilla parece cosa de niños.
            Luego, al aterrizar en Newarch, otro regalo: el perfil de Manhattan como no lo había visto antes; tendida a lo largo del Hudson, la ciudad me parece a la vez familiar y extraña. Como todas las cosas de esta vida cuando no se las mira con los ojos gastados de la costumbre.
            Es la primera vez que llego a Nueva York por este aeropuerto. Un tren me lleva hasta los más profundo de Penn Station y luego emerjo como Orfeo, pero sin llevar tras de mí a ninguna Eurídice. Aparezco frente al Hotel Pensilvania. al que Camba dedica un capítulo en La ciudad automática, y en el yo me alojé más de una vez (aunque ya no es lo que era) en recuerdo de esas páginas que me fascinaron en la adolescencia. Emerjo de las entrañas en la hora punta y tengo la sensación de ir a contracorriente de un río de aguas turbulentas. Toda la ciudad parece derramarse por las escaleras de la estación. Cuesta avanzar por la acera de la Séptima hasta el hotel, muy cerca de Time Square. Es como si Nueva York hubiera querido mostrarnos su rostro más tópico, toda ella ajetreo y multitud. "Esta es también una ciudad tranquila, ya lo veréis", les digo a mis acompañantes. Por primera vez no nos alojamos en el mismo hotel; yo he decidido aceptar la invitación de otro amigo, también poeta, en Brooklyn. No estoy seguro de haber hecho bien. Una persona tan egoísta que no invita a nadie a su casa, como es mi caso, no debería aceptar la invitación de nadie. Pero me pudo la curiosidad de vivir en otro barrio.
            Un paseo nocturno por los alrededores, que ya conozco, me hace sentirme bien. El otro arco triunfal, la fuente con sus elegantes desnudos de la época del jazz, la biblioteca  art deco, el Prospect Park, tan distinto de su pretencioso hermano...
            No soporto los cambios, estoy enfermizamente apegado a mis rutinas, por eso para sobrevivir he creado anticuerpos defensivos. Como no puedo vivir sin mis costumbres, en seguida me invento otras nuevas y a los dos días el territorio inexplorado, que tanto me aterraba, ya es una prolongación más del mundo conocido.


Miércoles, 31 de agosto
DONALD TRUMP Y OTROS AFORISMOS

Desde hace no sé cuántos años, en invierno o en verano, sea domingo o día laborable (para mí todos lo son y ninguno lo es), me levanto a las ocho menos cinco de la mañana, (no con total exactitud, claro, no soy una máquina: a veces es a las ocho menos siete minutos y otras a las ocho y un minuto o dos, pero son pocas veces). En esta primera mañana de Nueva York, me despierto a la hora de costumbre. Pero miro el reloj y son las dos menos cinco, una hora poco adecuada para levantarse y alborotar la casa, especialmente si uno es un invitado. ¿Y qué hacer si ya he descansado todo lo que necesito descansar, si no me apetece tratar de volver a dormir? Pues lo que siempre hago en estos casos en que no puedo hacer nada: me imagino que trabajo en un periódico y que he de redactar varios artículos: un editorial sobre la situación política, otro de crítica municipal, también el comentario de algún libro, una necrológica...
            Para la necrológica me inclino por un personaje del que se ha hablado mucho estos días en Asturias, pero del que yo no he escrito nada. Afortunadamente. Si de una muerto reciente no puedes decir nada bueno, lo mejor es que no digas nada. Pero como yo escribo para un periódico imaginario, me divierto poniendo el título: "El Donald Trump de la filosofía". Creo que es es único intelectual, o al menos catedrático, del que no se pueda recordar una declaración pública que no sea una estupidez o una barbaridad.
            Cuando me canso del periódico imaginario (afortunadamente), recurro al teléfono móvil. Pero no tengo Internet, así que me dedico a escribir en el blog de notas unos aforismos que acabaré borrando.
            Me gusta hablar mal de mí mismo, pero sólo para elogiarme mejor.
            Me gusta rectificar siempre que me equivoco, pero pocas veces puedo darme ese gusto.
            Me gusta que me quieran, pero a cierta distancia.
            No me molesta el contacto físico, siempre que no haya excesiva intimidad.
            Hacer el amor con alguien a quien uno quiere siempre resulta un poco incestuoso.
            No es lo malo dar dinero a cambio de sexo. Lo malo es no dar ni siquiera las gracias.
            Mi corazón al desnudo no es más que una víscera sanguinolenta.
            Cuando me desnudo de literatura, me quedo en nada.
            Me gusta la gente que vale más que yo, siempre que viva lejos.
            Soy tan rápido que a veces termino un amor antes de haberlo empezado.
            Me gusta mandar y me gusta obedecer. Mandar a todo el mundo, obedecer sólo a mí mismo.
            Como miento siempre, nunca engaño.
            No te fíes de lo que digo. Me gusta llevarme la contraria.
            No hacía nada bien, salvo el ridículo.
            Cuando engaño, siempre aviso antes. Pero no siempre tienen esa deferencia conmigo.


Jueves, 1 de septiembre
PERDER Y ENCONTRAR

Cuando llegué por primera vez a esta ciudad, un domingo melancólico, de esos en que estamos tan solos que ni siquiera nuestra propia sombra nos hace compañía, recibí un abrazo que me hizo volver a sentir el amor por la vida. Son cosas, como todas las verdaderamente importantes, que uno nunca cuenta. Nada importante. Seguro que a la mayoría le parecerá incluso un poco ridículo.
            Caminaba por la avenida sin gente, tan solitaria como yo, con solo algún homeless al que podría llamar como Baudelaire, "mi camarada, mi hermano", cuando entré en el atrio abierto al público de uno de los rascacielos, el Citycorp, Me sorprendió el sonido de un piano que tocaba para nadie en un inmenso espacio de mesas vacías. Vacías del todo, no. En una mesa un anciano leía; en otra, dos mujeres (luego me di cuenta de que una de ellas manejaba un pincel: estaba dando clases de caligrafía).
            Alcé los ojos: a las ventanas del primer piso: por los cuatro lados, rodeándome, se asomaban los libros. Y me sentí abrazado y me di cuenta de que, por muy solo que estuviera, nunca me faltarían, en prosa y verso, razones para vivir.
            Hoy, algunos años después, he vuelto a ese lugar, en Lexington Avenue, que es una de mis casas en Nueva York. Seguían sonando las notas del piano, en las mesas los tres o cuatro solitarios habituales. Pero de pronto sentí frío, alcé la vista. A los ventanales del piso superior no se asomaba ninguno de los miles de amigos que siempre me habían reconfortado. La librería ha cerrado. Era de la cadena Barnes & Noble, también los gigantes mueren.
            Con aprensión fui hasta Union Square. Pero allí seguía, frente al mercadillo de productos orgánicos, inmenso, abierto, acogedor, otro de mis palacios neoyorquinos. Tardé en encontrar sitio en el café de la primera planta, me senté con un libro de Juan Felipe Herrera, el poeta laureado que mezcla en sus versos el inglés y el español, y acompañado de amigos que  sorprendían a Catulo y a Horacio en una antología de poesía gay y  una nueva edición de los manuscritos de Emily Dickinson. Y se me ocurrió pensar que allá por 1990, cuando esta ciudad me abrazó por primera vez, ninguno de ellos había nacido. Qué importa perder si todavía somos capaces de encontrar, me digo. Pero ningún abrazo sustituye de verdad a otro. 



29 comentarios:

  1. Braulio Higgins Bodilón.6 de septiembre de 2016, 10:05

    De acuerdo, don Martín, con eso de que ciertos intelectuales -que han sembrado el odio en vida y que han llegado a aupar al podio de los Médici a broncos y estultos ediles dadivosos- merecen la crítica perifrástica, por lo menos, aunque ya no estén entre nosotros para seguir hiriendo nuestras meninges.
    Menos de acuerdo con que diga que tiene varias "casas" en New York, como queriendo mostrar un desparpajo de movimientos cuando visita aquella megalópolis, poco creíble en un recatado profesor provinciano. Es como cuando dice que ha comido "en palacio", adoptando una jerguilla próxima a los que frecuentan la mesa de la realeza y que no pueden ocultar cierta vanagloria..., también provinciana (Oviedo destila provincianismo por las cuatro costuras de sus chirinquitos mateínos).
    Esto anterior dicho desde la estima que sabe que le tengo.
    Salud.

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    1. Pues sí, inveterado F,tengo varias casas en Nueva York y en Venecia y en otros muchos lugares.No necesito tener el título de propiedad para que una casa sea mía: me basta con que sea accesible y en ella me encuentre a gusto. Mis casas (bibliotecas, palacios, cafeterías) están abiertas a todo el mundo, pero no por eso son menos mías.

      JLGM

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    2. Don Braulio (guarnicionero)7 de septiembre de 2016, 10:17

      Y la de Aldeanueva trancada con un aspa de San Andrés entre jambas y arquitrabe, con el renglón de la última acqua alta del Ambroz pautando la gatera. Descuidao...

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    3. Qué tontería, don F. Se ve que no conoces Aldeanueva ni el Ambroz.

      JLGM

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    4. Nomenó...,vaya si los conozco.
      Por cierto, Martín, y hablando de tierras de judíos... Este fin de semana pasado tuve ocasión de conocer Ribadavia y he quedado sorprendido gratamente. Conserva un casco histórico imponente y el rastro de la importante judería. De hecho, hay un horno que regenta una gallega dicharachera y mercantil, que ha sabido hacerse con las recetas de los dulces de aquellos sefardíes y los merca entre un torrente de comentarios muy bien venidos a cuento. Un encanto de pueblo (pese al calor intenso). Así que bien podías dejar de fabular por un tiempo con que viajas al por mayor y te dedicas a descubrir lo cercano que -como la Minessota de "Bienvenido..."- tampoco está mal.

      PS.- Ya sé que tus lares están junto a la carretera; creo que lo has comentado alguna vez. Y si preguntas en Hervás por un señor astur muy distinguido (suele llevar gemelos), guapo y simpaticón..., pues eso.

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    5. Ese,
      el pobre detector de provincianos,
      provinciano es.

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    6. Don Braulio (talabartero).8 de septiembre de 2016, 14:18

      Mira, Miranda, que te miro... Mmmmmm...

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    7. Conozco Ribadavia, don F. Y me gusta mucho (aprovecharé cualquier ocasión para volver).

      JLGM

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    8. Un lugar extraordinario, como su vino.

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    9. Don Braulio ama Galicia. Y de Galicia, Pontevedra (sobremanera, de Bayona para abajo).
      Tierra de vinos (blancos) frutales y xeitosos. Y de buenos poetas.

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  2. Apreciado poeta e inagotable viajero, me da mucha envidia (insana) esa disposición o disponibilidad suya para cambiar de escenario, y me da aún más envidia (ahora sana) su espléndido modo de contarlo, y me da envidia en su grado más elevado que usted, aparte de poeta, se erija en arquitecto y nos haga ver las ciudades por las que pasa con otros ojos, con otra arquitectura, con otras formas, otras dimensiones, con otros colores emocionales y otros sentimientos, al relacionarlas (con tanto sentido) con los escritores que las habitaron y en tantas ocasiones las sufrieron. No hace falta decir que a unos cuantos nos agradaría mucho ver reunidas en libro a tantas bellezas urbanísticas y literarias. Mientras llega, no me puedo despedir sino con un ¡Buen viaje!

    PD. En la segunda línea del jueves 1 de Septiembre ha transliterado el "nos" de "nos hace compañía" por su curiosa simetría especular "son", lo que se presta a un posible juego borgiano en el que me he estado entreteniendo.

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    1. Muchas gracias por sus palabras y por señalar la errata (ya está corregida).

      JLGM

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  3. Muy certero el paralelismo (31 de agosto) entre el atrabiliario filósofo (es un decir) asturiano y ese Trump de las acometidas. En los dos se dan, en proporción similar, la arrogancia extrema y la carencia de razones que justifiquen dicha arrogancia. Ambos están aquejados de ese esquematismo simplista y primario que recupera lo peor y más trillado de la escolástica.

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  4. Ver el Ruedo a la prudente distancia del conspirador liberal: taberna en Londres,copa de Jerez y versos de Wordsworth.Aunque las terceras puedan ser las vencidas, como reza el dicho, y hagan que Mariano , altius,citius,fortius y más achispado que nunca, bote en su balconcito genovés mientras ve cómo mareantes, federalistas,reformistas y confluentes se pierden en el horizonte dejando en el aire el eco de sus premáticas.
    Casa,como dibujan los niños,no es apartamento,loft,estudio,palacio,adosado o duplex sino un cuadrado con ojos y una puerta que sonríe y parece sacar la lengua,luego allí donde le reciban a uno a lametones tendrá la suya,sea el Hogar Español,La Iglesia Adventista o el Instituto Smithsoniano.
    En cuanto a las meninges,cuántas no habrá hecho fosfatina la lectura de Borges.Falta la obra que delate su impostura.Donde Pavese ponía el ojo-crítico-ponía la bala mientras Borges,con mirada de través, fallaba más que escopeta de feria.No le interesaba la literatura española y llenó la lengua homónima de anaqueles y visiones especulares y simétricas minuciosamente copiadas por sus alumnos,hasta cien veces, en la pizarra y con buena letra.El anglófilo traducía del inglés peor que Espe,lo que tampoco es ningún demérito.Los que lo consideran poeta o filósofo son legión,solemnes como los que dedican sus días a los estudios llullianos, disciplinados como los tertulianos de Cuarto Milenio y tan asiduos a Schopenhauer o Kierkegaard como Falete.Idolatraba el islandés-déjenme que aquí sonría y esboce la danza del auh auh- y repetía a quien quería oírle que el alemán era el idioma de mayor complejidad- el oro que expelió el moro en comparación con el intrascendente castellano-aunque tuviera los mismos problemas que un estudiante erasmus para pedir un bradwurst y dar las gracias.Pero entonces con qué quedarse de este inolvidable petulante? con una pequeña antología en que se recojan las más entretenidas ficciones sobre sus escritores favoritos, mejor cuanto más remotos, anglosajones y arcanos-perdóneseme el término borgiano- y dejando aparte el resto de su ópera a la devota masticación de sus acólitos que roerán de las elucubraciones del maestro hasta darles la una,las dos, y las tres cuando desnudos al amanecer les sorprenderá la luna-que tendrá resonancias borgianas-.La obra de Shakespeare que más admiraba ? Macbeth, allí donde el autor de Hamlet y Trabajos de Amor Perdidos deja de ser Shakespeare para volver a Séneca.De verdad alguien piensa, salvo Prada y el venerado mestre, que Chesterton merezca a estas alturas no solo ser leído sino citado? Hawthorne se tiene,evidentemente,sobre su propio pie,pero cuántos no habremos pagado el pato-juventud,divino tesoro-de correr a leer a la mayor brevedad la Religio Medici o los cuentos japoneses de Lafcadio Hearn sólo porque "Jorgi" los encarecía con sus ojos ciegos y una sonrisa extraña mientras apuraba otro sorbito de agua; libros para los que se inventó la expresión "caérsele a uno de las manos".En fin,con el mismo resuelto y malicioso sarcasmo diríamos que Borges ,más que escritor , fue un gran bibliotecario.Ysu servil y apegado Bioy, el de las cartas a sus tiítas y su invención de Morell? Pues un velocista,claro...rápido en el sarcasmo y secreto en el engaño,otro personaje borgiano, rodeado de manuscritos prestos a ser selecta y maliciosamente interpretados

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    1. Hace años me impuse la tarea -gozosa- de leer la obra completa de Jorge Luis Borges como si partiese de cero, aunque ya había leído El Aleph, Ficciones y sus libros más populares. Nunca me he arrepentido. Gracias a sus consejos me acerqué a Wilkie Collins, a Dunne, a Swedenborg, a Eça de Quiroz y a tantos otros; y gracias a su prevención evité incursiones estériles, extravíos y pérdidas de tiempo. Por su insólita erudición, por la vastedad de los ámbitos conocidos, por su escritura, por su creación lingüística, Borges es un ejemplar humano absolutamente singular en la historia. No es un filósofo, pero conoce la obra de todos los filósofos y la prolonga y explora hasta sus consecuencias más inimaginables. Su frase, siempre tersa y elegante, fluye sedosa, sobria, precisa, ni demasiado demorada ni demasiado cortante.
      ¿De donde le viene a usted, señor Anodinus, la antipatía, más bien hostilidad, hacia el argentino? ¿De que apela a la inteligencia tanto como a la emoción? ¿De que era anglófilo? No es un delito, pero sí una atribución algo excesiva, pues conocía también en profundidad, a los franceses (Valery, por ejemplo) o a los alemanes, como Thomas Mann o Schopenhauer. ¿Le viene quizás de que tenía cierto desprecio por España? ¿Y quién no, Anodinus, que conozca su historia, incluso la reciente? (Precisamente la reciente). No menosprecia la lengua española, pero sí el español hablado en España, mucho menos hilado y discursivo, ya en su tiempo, que el sudamericano, por no mencionar las catástrofes recientes, tales como "es un nuevo área" o "es un aula muy frio". No tragaba al engolado y pedante Ortega ni al beato Unamuno, ese místico malogrado que quedó en beato. No me escandaliza, tambien a mí se me caen de las manos. Dice usted que "falta la obra que delate su impostura". No sé a qué impostura se refiere, pero, ¿qué tal si la delata usted, a ser posible con algo más que inquina inmotivada?

      ¿Lo conoce como poeta? Le copio unos versos esperando que nuestro anfitrión tolere la longitud, ya algo abusiva, del comentario:
      De estas calles que ahondan el poniente
      una habrá (no sé cuál) que he recorrido
      ya por última vez, indiferente
      y sin adivinarlo, sometido
      a Quien prefija omnipotentes normas
      y una secreta y rígida medida
      a las sombras, los sueños y las formas
      que tejen y destejen esta vida.
      Si para todo hay un término y hay tasa
      y última vez y nunca más y olvido
      ¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
      sin saberlo nos hemos despedido?

      Climaco Acosta

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    2. Y es que don Anacoluto, enredado en su fárrago palabrero, no habla de una cosa: de la literatura. Pero sí de sus adherencias, confundiendo la lapa con el casco.

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    3. No le negaré, estimado siempre Climaco, que no me haya dejado arrebatar por la pasión, nunca por la inquina pues ya ve que considero a Jorge Luis inolvidable y que no le niego una más que entretenida antología de sus textos que con toda justicia puede considerarse, como poco, clásica. Queda pendiente, pues, tras los días de asueto prometidos al compañero Braulio, en los que pretendo tomar aguas y no dejarme tentar por el ajenjo, más extensa motivación.Vaya por delante, y apercibo ya que sobre gustos no hay nada escrito- cosa que tampoco es cierta pues hay abundante literatura- el poema que trae usted a colación.El problema de ese poema es que no tiene alma, nada alienta en él, y no deja de ser curioso en quien dijo que Quevedo era-sólo- un idioma, pues Quevedo no era sólo un idioma con piernas tuertas y espada al cinto, sino un tipo descompuesto, desazonado y amargado, entre otras cosas, al que del alma-no del magín ni de la lengua- le salió lo de los muros desmoronados y el polvo enamorado- y no es cosa aquí de encumbrar, no lo pretendo, al poeta más patriótica y patrioteramente halagado de nuestra lengua,a mí,plim-sino cogerle al argentino en el renuncio.Todas las palabras escogidas, tal y como Borges las dispone, desde poniente, Quien, omnipotente, sombras, sueños, formas y hasta las prestigiosas tejer y destejer carecen, en su lira, de toda emoción, de todo afecto, de cualquier pálpito, por pequeño que sea. vayamos a una línea del asombroso y visionario Rimbaud, a cualquiera del exuberante Keats u otra del solitario Hölderlin, y sé que escoger estos grandes es hacer trampa, pero pongámoles ahora sus dobles malos aunque poetas, quienes quieran que sean y a los que les basta tener algo qué decir poéticamente, comprobamos enseguida que ahí anida un poeta.En Borges sigue escribiendo el bibliotecario, el erudito, el de las palabras "infinitas" -esta palabra,infinito,cuántas posibilidades tiene en Hölderlin que como dice zweig era un poeta sin aparejos de poeta, vamos, como la copa de un pino- el de un tejer y destejer que jamás se arrimará al de las Parcas o dioses homéricos.¡Cojamos cualquier verso de Nietzsche! Alguien es capaz de encontrar un mínimo de congoja en este poema-la pregunta es retórica porque sé que al menos Climaco sí lo encuentra-? Algo sincero, y a pesar del despintante "y última vez y nunca más y olvido"? Yo no.Corroboro en él,una vez más, la frialdad del argentino, sus dotes emuladoras y librescas y su mejor capacidad para el sarcasmo.Hay en él el mismo cartón piedra que Dan Brown pone en el Código da Vinci,como si todo en la vida fuera enigmas, muy poco enigmáticos.Poeta es,como señaló Piqueras el otro día, Seifert, pero no Borges.
      En cuanto a Ortega y el español de España hay mucho que cortar.Yo me quedo con el "argentino" de Cortázar, que decían escribía con la soltura de los dioses-cosa de gustos-.

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  5. Caro Anodino, la absenta hay que rebajarla con agua; si no, pasa lo que pasa: la ves tan verdecita y anisada que apetece bebérsela a morro, pero -claro- luego pasa lo que (T) pasa. Y pasa que uno anacolutea y suelda y cose y desbarra como un condenado, solo porque unas moleculitas le hacen cosquillas en las sienes.
    ¿Has estado de vaca, compañero?

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  6. Nada como unos días de descanso, compañero, en eso lleva razón.Cuídense y salud a todos, sobre todo mucha salud!

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    1. Desde luego, si pedía un "bradwurst" no lo iba a entender nadie. Debería pedir una Bratwurst (femenino, con mayúscula por ser un sustantivo, y con una "t" de "braten".

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  7. Creo, Anodinus, que voy comprendiendo. El fragmento que copio "no tiene alma" porque es conceptual y cerebral, trata de enigmas y pensamientos, apela demasiado al entendimiento. Para que un poema "tenga alma" usted necesita, así me lo parece, desgarramiento, convulsión, sollozo, angustia y "quejío". Y resulta que Borges era muy comedido en la expresión de emociones, y no tanto en el uso del entendimiento. Que por cierto, no es menos una facultad del alma, entendamos esta como la entendamos.

    Podría inundarle de citas, pero no es el lugar, demostrativas de la alta estima en que Borges tuvo al ingeniosísimo Quevedo, poeta que se adelantó casi tres siglos justos a Juan Ramón Jiménez en ser el poeta más grande en lengua castellana, naturalmente, según mi opinión. Lo que ocurre es que Borges conoce tan bien a los clásicos, los tiene tan a mano, que no puede evitar descubrirnos algunas fuentes del genial ideador del "polvo enamorado", lo que contraría e incomoda a cierta clase de entusiastas.

    Por lo demás, el texto de Borges copiado no es sino una visión peculiar del tema recurrente de la brevedad de la vida y de la imprevisibilidad de su final, reflexión perenne entre escritores y filósofos, con ecos de Omar Keyyam y del propio Quevedo, producto natural y espontáneo de la inteligencia humana en funciones. Muy presente también, con variantes muy curiosas y personales, en la poesía de García Martín.

    Climaco Acosta

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  8. No es que el poeta haya de ser de sollozo, angustia y quejío, no le hablo de cante jondo.No lo es Lezama pero este, sin sentimentalismos, nos hace volar a horcajadas de una imagen."Porque habito un susurro como un velamen, una tierra donde el hielo es una reminiscencia" poetiza Lezama en Pensamientos en la Habana, y oiga, mire, note, experimente cómo vamos cogiendo vuelo, cómo vamos perdiéndonos con el mayor placer por el curso de su frase.No es que Borges sea conceptual, es que su conceptualismo no es poético, es, como usted indica, un erudito especular sobre otros poemas, otros autores y otros libros, pero el hecho de que yo acostumbre a guardar mi coche en un garaje no lo convierte en un Cadillac.El tema de la brevedad del tiempo y el olvido tiene un magro resultado en ese preciso poema por más que haya querido inspirarse, entre otros, en su admirado-detestado, Quevedo.Fugacidad del tiempo tratada ya en su tiempo por Jorge Manrique y al que Ferlosio le dio sus merecidos palos, con una excepción, cuando Manrique, dejando el sermoncito, las reflexiones y sus pretensiones morales, nos hace palpable, casi por descuido, esa fugacidad al evocar las justas, los paramentos, bordaduras , "qué se hizieron"...¿qué fueron sino verduras de las eras?. ahí, de manera insospechada, descabalga el rutinario y propositado moralista y aparece, voilà, el poeta.Eso no ocurre en este poema de Borges, tan reflexivo y tan trillado y eso que usa toda la caja de colores disponsibles- sombras,sueños,olvido- para evocar la brevedad no evocada, para mí que se queda en una de esas calles de poniente con el plano en la mano y algo despistado.
    En cuanto a B. con su malicia habitual descubre la pólvora sin saberlo: la literatura es, efectivamente, adherencias.Desde el principio de los tiempos, con sus arrebatos, sus filias y sus fobias, bienvenido a hablar de literatura y no de cómo se ha de escanciar la sidra,caro amigo.
    Otra, el anacoluto, el solecismo, la pérdida de conexión de las subordinadas...sólo los grandes: Rabelais, Shakespeare, Hugo, Joyce y muchos más han roto las costuras de la gramática, claro, y luego los expertos han venido detrás recogiendo del suelo, como insectos, los puntos, comas y regencias de todo tipo con interés clasificatorio.Qué carcajada no daría hoy Góngora, el de "tiorbas de cristal vuestras corrientes" ante la acusación persistente de Jáureguu: " anacolutea,don Luis, anacolutea" - ja ja ja-.
    Respecto al español de España, Jorge luis pasó por las tertulias sin reconocer la barba de don Ramón y el suave acento de Ruben Darío, su ídolo : Cansinos Assens! Si tenemos en cuenta que nuestros escritores anduvieron por tierras argentinas solicitados y admirados haciendo continuas turnés, para qué seguir contando.
    Búsquese algo similar a las andanzas por Portugal y España-paisaje,reflexión,cita,excursionismo y egotismo- en la Argentina.Ya en Portugal el gran Torga, que no se llamaba ni Torga ni Miguel, se puso así en homenaje a Unamuno.
    Si hay dos autores cuyas obras completas merecen estar en nuestros estantes-o anaqueles-pudiéndose hojear a cualquier hora, degustar, indignarse, sonreír y leer con gusto esos son pla en catalán y Ortega en castellano.Léase de este el prólogo al Collar de la Paloma o a Las Avneturas del Capitán Alonso de Contreras,o su retransmisión por radio para toda la Argentina de una voz que penetraba en los hogares furtiva como un amante y luego me cuentan.

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    1. Pero, querido, las adherencias -en literatura- hay que digerirlas, metabolizarlas.
      Una adherencia neutra, inocua (si no fuese por la sangre que me chupa), lo es esa garrapata que hizo presa en mi escroto allá por el mes de abril de una freguesía veirense, en la lejana Estremoz de Portugal. O esas lapas que se adhieren al casco de mi barca, ahora varada y carenando en el arenal de Sao Martinho (me ahorro la virgulilla). Pero desde que me muerden y me fastidian, no ha cambiado un ápice mi saber sobre ácaros o sobre moluscos gasterópodos: simplemente cargo con la penitencia y busco su perdición.
      Lo mismo debe de haberte pasado a ti, caro Anacoluto: que llevases en la fardela escolar los textos de Jorge Luis Borges no han operado la ósmosis salvadora, ni te han inoculado un gramo de flema británica que, sin duda, tanto admiras en los poetas british.
      Y entre saltarse las normas ortográficas, por vagancia o por descuido, y las innovaciones -pretendidas y a veces consumadas- de los orfebres laboriosos (no sabe uno hasta qué punto) de la lengua..., hay todo un narizón superlativo.
      Un saludo cordial, compañero.

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    2. Estremoz es un bonito lugar, incluso para ser garrapateado.Ahora, es cosa de cada cual cómo y dónde airee el escroto, me temo que ni yo ni Keats tengamos, para el caso, una opinión formada.saludos.

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    3. Un saludo amable, buen Anodinus.
      Vale(s).

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  9. A los conceptos se los ha de rellenar, proveer de imágenes, provisionar de alimentos y bebidas para el viaje porque si no quedan en hueco cascarón: calle de poniente/ quien omnipotente/sombras/ sueños y al final despedirse de alguien en esta casa.Sí, pero no salimos de las vigas, del cascarón, en ese ladrillamen no hay vida; sombra de quién, sueño sobre qué, calle que nos recuerde qué ? Y sin embargo como le decía en el comentario anterior, Jorge Manrique- tratando del mismo concepto: fugacidad, brevedad etc...- nos remite a "los infantes" - de carne y hueso- nos hace tocar sus vestidos, recordar la levedad de sus gestos, sus juegos, sus devaneos, sus olores, la música que tañían, con qué alegre paso danzaban, sus vajillas y tesoros que son ahora "rocío de los prados".Este conceptual barco poético surca espléndido hacia su objetivo, el otro, cascarón vacío, aún aguarda los implementos.

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  10. Aunque le reconozco, mi querido Climaco, que este poema contiene algo hondo, no jondo; más que toda fugacidad la necesidad o destino, el hecho de que pueda ser un saludo, un abrazo, una conversación, una compañía,algo irrepetible respecto de ese alguien - ese quien,en esta casa- que constituya al respecto una ignorada despedida.Al final el taimado Yorgi se saldrá con la suya,concediendo al lector sus privilegios y gracias a la elegante persuasión de usted ,don Climaco, usted lo hará con la suya, y bien argumentada.He aquí el justo testimonio, pues, de otro que se cae del caballo.Suyo, y algo más borgiano, Anodinus.

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  11. Aunque no tengo a mano modo de comprobarlo, diría que la Enciclopedia Álvarez hablaba del «Mar de la Paja» (y no sólo «de Paja»: Mar da Palha) para referirse al estuario que el Tajo/Tejo forma en su desembocadura. Si no fuera así, además, carecerían de sentido las bromas picantemente ingenuas que hacíamos los preadolescentes de entonces, supuestamente ya instalados en lo que solía denominarse el «uso de razón», que entre otras menudencias nos facultaba para poder comulgar por primera vez. También, aunque eso quizás tardamos en saberlo, con ruedas de molino.

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    1. Pues yo tampoco tengo manera de comprobar lo que decía la enciclopedia Álvarez. Pero seguramente tienes razón.

      JLGM

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