Viernes, 23 de octubre
¿MONARQUÍA O REPÚBLICA?
Como era de esperar, nada más llegar hoy a la tertulia, tras
los fastos principescos, me enzarzo en una nueva discusión sobre monarquía o
república. Sin escuchar mis argumentos, hay quien replica “eres un vendido,
Martín, eres un vendido”. Y yo, que soy inasequible al desaliento y nunca me
canso de repetir las mismas ponderadas razones, vuelvo a tratar de poner las
cosas en su sitio.
––A igualdad
de los otros términos, la elección del Jefe del Estado por parte de los
ciudadanos (y por un periodo limitado de tiempo) resulta preferible a su
carácter vitalicio y hereditario. Si se crea un nuevo Estado, siempre será
republicano, a nadie en su sano juicio se le ocurrirá optar por la monarquía.
¿Pero cómo cambia de régimen una nación que ya lleva años o siglos funcionando
con uno determinado? O por medio de unas elecciones o mediante la acción
revolucionaria. Y en el primero de los casos solo ocurre cuando el régimen
anterior fracasa, no por el mero deseo de cambiar. La dos repúblicas que tuvo
España llegaron por medio de los votos: la primera tras la abdicación de Amadeo
de Saboya; la segunda tras el incumplimiento por parte del rey Alfonso XIII de
sus deberes constitucionales con su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera.
Las intentonas revolucionarias republicanas fracasaron siempre (no, por
desgracia, las antirrepublicanas). De la misma manera, la tercera República
llegará cuando los españoles quieran.
––¡Y cómo
vamos a saber que la quieren si no nos dejan votar! ¿Para cuándo un referéndum que
nos permita elegir entre monarquía o república?
––No fue
necesario ningún referéndum para que llegara la segunda República: bastaron
unas elecciones municipales. Bastarían unas elecciones generales, las próximas
por ejemplo, para que comenzara el principio del fin de la monarquía actual:
para ellos sería suficiente con que los partidos republicanos obtengan mayoría
en el próximo congreso de los diputados.
––¡Pero eso
no va a ocurrir!
––Pues si
no ocurre, lo democrático es que España sea una monarquía; en estos momentos, y
mientras los españoles no cambien de opinión, solo una dictadura podría cambiar
el régimen.
––¡Tú
serías de los que no dejan a la gente manifestarse por la república y contra
los premios!
––Esa es
otra cuestión. Hay quienes piensan (o la han decidido sin ponerse a pensar en
ells siguiera) que estar a favor de la república es estar en contra de los
premios Princesa de Asturias. No, es solo estar en contra del nombre que
llevan. Una hipotética tercera república española, si actúa con inteligencia,
no prescindiría de estos premios: solo les cambiaría de nombre y los
entregaría, como ahora, el Jefe del Estado, no su heredero (cargo que no existiría).
La Academia de España en Roma fue una idea de Castelar durante la primera
República a la que dio definitiva forma jurídica el rey Alfonso XII. La
Universidad Menéndez Pelayo fue un invento republicano, con el nombre de
Universidad Internacional de Santander, continuado por los regímenes
posteriores.
––O sea que
los premios son como la Semana Negra: cambian los alcaldes de Gijón, pero no
hay quien la elimine.
––Algo así.
Una buena idea al margen de connotaciones políticas. Eso no quiere decir que no
sean mejorables, como se intenta hacer cada año. Valorarlos no te convierte en
monárquico. Yo me los imagino perfectamente siendo entregados por Emilio Lledó,
presidente de la tercera República española. Pero tampoco están mal tal como
están. A mí me gusta mucho la parte didáctica de los discursos de Felipe de
Borbón. Habría sido un buen profesor. Como Fidel Castro, por otra parte, al que
no se parece en nada, pero al que me recuerda en su gusto por convertir los
discursos en didácticas explicaciones.
Sábado, 24 de octubre
ALGO HEMOS AVANZADO
Leo las cartas a su hija de Madame de Sevigné, escritas con
tanta alacridad como amor a las pequeñas cosas de la vida, y de pronto me
encuentro su referencia a la represión de
un motín popular: “Se ha prendido a sesenta; mañana comenzarán a colgarles.
Esta provincia es un buen ejemplo para las otras, y sobre todo para enseñar a
gobernadores y gobernados que no se debe injuriar, que no se deben tirar
piedras contra los jardines”.
El delito
de aquellos alborotadores: arrojar piedras al parque de uno de sus amigos, el
duque de Chulnes, que alguien le llamara “gros cochon” cuando paseaba a
caballo. A la dulce y espiritual madame de Sevigné no le importa que paguen
justos por pecadores (la mayoría de los alborotadores ha escapado) con tal de que
su amigo y ella misma puedan pasean tranquilamente por los bosques en “esos
hermosos días de cristal del otoño en que el sol ya no calienta y aún no ha
llegado el frío”.
Algo hemos
avanzado, supongo. Pero no sé yo si Madame de Sevigné no seguiría escribiendo
de la misma manera si viviera, por ejemplo, en Israel.
Domingo, 25 de octubre
MUERTE EN EL OLVIDO
Me entero de la muerte de Carlos Bousoño, que llevaba ya
muchos años fuera de escena, y trato de recuperar mi antigua admiración por su
poesía. Abro un libro y otro y otro y todos me dejan indiferente. El verbo
admirar no admite el imperativo.
Sospecho
que el tiempo ha sido tan impiadoso con su poesía como con la de su maestro
Vicente Aleixandre. La Teoría de la
expresión poética me parece que ha resistido mejor, al menos en mi recuerdo
(todavía sigo explicando ciertos poemas tal como aprendí en ella); no me atrevo,
sin embargo, a releerla.
Pero uno y
otro poeta siguen gozando oficialmente de toda consideración. Seguro que mañana
y pasado se publican artículos laudatorios en todos los periódicos (artículos
que nadie leerá, por supuesto). Luego volverá el inmisericorde olvido.
Lunes, 26 de octubre
SER FELIZ
Ser feliz es ser feliz solo de vez en cuando. Yo, que no soy
nada ambicioso, me conformo son serlo dos o tres veces al día.
Martes, 27 de octubre
ROMPO POR PRIMERA VEZ
Nunca he dejado a nadie, siempre me han dejado. De esa
forma, a la tristeza de terminar una relación, nunca se ha añadido la mala
conciencia. Ha sido así no solo en las relaciones de amor, sino también en
cualquier otro asunto. ¿La razón de ese comportamiento? Mi mayor amor ha sido siempre el amor a la
rutina.
Pero a
veces hay que tomar una decisión. La tarde de ayer, que se prometía feliz, fue
poco a poco convirtiéndose en una pesadilla. Lorenzo Oliván, un viejo amigo, un
admirado poeta, hablaba del tema “Poesía y universidad” y presentaba el libro
“Homenaje a los poetas de la Cátedra”, todo ello en el Aula Magna de la
Universidad de Oviedo. Leían luego sus versos varios de los poetas jóvenes
antologados. Comenzó Raquel Fernández Menéndez con un hermoso poema dedicado a
la profesora Amparo Pedregal, recientemente fallecida, y luego indicó su
intención de leer un poema en asturiano. Vi la cara de la directora de la
Cátedra, me temí lo peor. Y lo peor vino después con una intervención ofensiva
para la lengua asturiana y para mí que había invitado a los poetas a formar
parte de la antología y a participar en el acto.
Y como
propina la cena, una de esas cenas que se sabe cuándo empiezan, pero no cuánto
terminan. Como soy inasequible al desaliento, traté de hacer entender a la
directora de la Cátedra que cada uno puede tener los prejuicios que quiera,
pero que con dinero público no se deben hacer discriminaciones. En vano.
Llevo más
de quince años discrepando con ella en cuestiones fundamentales. Ya debería
haber dejado de contar conmigo para las actividades de la Cátedra, que yo
siempre me he esforzado en lograr que fueran lo menos patrimonialista posibles.
No se financia (como ocurre con otras fundaciones, casi ninguna española) de
manera privada, sino íntegramente con dinero público. Pero ella no ha
prescindido de mí, como debiera haber hecho hace tiempo, y yo he seguido
colaborando por este maldito apego mío a la rutina y por mi incorregible
vanidad que me lleva a pensar que, sin mí, todo habría resultado aún más
personalista.
Recibo hoy
la carta de protesta que Raquel Fernández Menéndez dirige al Ayuntamiento y la
avalo con mi firma.
Me resulta
inexplicable que alguien pueda considerar una ofensa que un poema en asturiano
se lea en la Universidad de Oviedo. No tengo ni la más mínima duda de que
Emilio Alarcos, que fue mi profesor, del que soy atento lector y editor de
buena parte de sus libros, firmaría también sin ninguna duda la carta de la
poeta, pensara lo que pensara sobre la cuestión de si el asturiano debe o no
convertirse en lengua oficial.
Miércoles, 28 de octubre
LAS DOS ORILLAS
Tiempos complejos estos. En treinta años no cambié una vez
de voto y ahora ando en continuas vacilaciones. Escucho a un simpático Pablo
Iglesias decir en El intermedio que
él aceptaría los votos de los socialistas si los necesita para ser presidente
del gobierno, pero que en ningún caso votaría por un candidato socialista. ¿La
razón? Populares y socialistas son la misma cosa, acaban uniéndose siempre para
frustrar las aspiraciones populares.
Eso me
suena. Es exactamente la teoría de las dos orillas de Julio Anguita. Me alegra
que Pablo Iglesias se haya mostrado tan clarificador. A no ser que den un
vuelco las encuestas (todo es posible, pero no parece probable), el próximo
presidente del Gobierno será Mariano Rajoy o Pedro Sánchez, y parece que
cualquiera de ellos necesitará algo más que los votos de su propio partido.
Tras las
declaraciones de Pablo Iglesias, sabemos que quienes deseen que sea presidente
el segundo, que haya un gobierno de izquierdas en España, tienen dos opciones:
votar PSOE o votar a Izquierda Unida en
sus diversas coaliciones electorales. Los que desean que continúe Mariano Rajoy
tiene en cambio tres opciones: votar PP,
votar Ciudadanos o votar Podemos.
¡Qué mal me caes! Pero sigo leyéndote domingo tras domingo. Todo por mi amor a la rutina.
ResponderEliminarO sea, que el buen Martín (que parecía que se había convencido de que PSOE solo era la izquierda "posible"..., es decir, la NO izquierda) se resigna a volver a votar a esta formación de adscripción monárquica. Y digo lo de monárquica porque acabamos de enterarnos por la prensa de que Juan Carlos tiene (vigente) su nidito de amor adúltero en Suiza (informa Outlook): un suntuoso apartamento dúplex en alquiler, que sale por 7000 euros de vellón por día. Solo por eso -aunque no deja de ser el chocolate del buitre- un partido honesto habría de renegar de su fe de converso y retomar al redil republicano, Pero, claro, es difícil plantearse estas cuestiones tangenciales si le acaban de deslumbrar a uno los focos del Campoamor. Lamentable.
ResponderEliminarPues yo no tengo claro que vaya a votar al PSOE, Proteo; yo no puedo votar a ningún partido que no permita a los catalanes decidir su futuro. Ahora entre que gobierne Rajoy de nuevo o Pedro Sánchez (las únicas posibilidades de momento), me inclino por el segundo. Así que probablemente acabe votando a Garzón (para que haya acuerdos y no se incline demasiado a la derecha). Pero ya se verá. Hay que tener cuidado y no ser tan de izquierdas tan de izquierdas que acabe uno (como en Gijón) siendo el mejor sostén de la derecha.
EliminarJLGM
Yo también prefiero a Pedro Sánchez que a Rajoy (ni que decir tiene, yo nunca dije que fuesen la misma cosa). Supongo que personalizamos en ambos los partidos que tienen detrás..., aunque -de poder escoger- preferiría al denostado Zapatero a cualquiera de los figurones del PSOE actual. ¿Escandalizo a alguien con esto? Pues siempre he sostenido que ZP es un buen hombre..., que no supo jugar bien las cartas que tenía. Y de un buen hombre se pueden esperar cosas decentes: de la nueva nomenklatura actual del partido me fío menos. Pero que quede claro que no espero salida solvente por la devaluada vía socialdemócrata. Pero -reitero- a la vista de lo que nos ha dado (más bien quitado) el PP, sí creo que hay diferencias con el paticorto PSOE. Ejemplos como el de Oviedo han venido a refrescar el ambiente, lo admito... Pero creo que te equivocas al magnificar las consecuencias de "lo" de Gijón: la izquierda (sensu lato) tiene mayoría de concejales y sin su anuencia poco puede hacer la señora Moriyón. De modo que no va a haber ninguna desastrosa deriva a la derecha. Y la moción de censura es una herramienta que se podría implementar llegado el caso. Tampoco creo justo echar la culpa de lo acontecido en Gijón a PODEMOS: estaba de la mano del PSOE "sacrificarse" (caso de Oviedo) votando a los bolivarianos, y así evitar los "enormes perjuicios" que se derivan -según ellos y parece que tú también- de la alcaldía de Foro. ¿En qué quedó, pues, el servicio al pueblo antes que a los intereses partidistas?
ResponderEliminarHola, Martín:
ResponderEliminarTan solo te escribo para agradecerte por tu apoyo. La idea de poesía y universidad no se entiende sin las antologías, los encuentros y la mano amiga que García Martín tiende a los jóvenes y a los no tan jóvenes.
Que nunca deje de perseguirte aquello que John Keats buscaba detrás de los griegos: καλὸς κἀγαθός.
Raquel Fernández Menéndez
Muchas gracias, Raquel, por tus palabras.
EliminarJLGM
"Truman": hay que verla, Martín.
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