Lunes, 1 de junio
CUMPLIR AÑOS
Tengo la suerte de que
cumplir años sea todavía para mí una fiesta. Una fiesta que no celebro un día,
sino todo un mes, el más hermoso del año. Hay un libro de Pablo García Baena
titulado Junio que lleva al frente
una cita de Gabriel Miró: “Es la felicidad la que tiene su olor, olor de mes de
junio”. Estoy de acuerdo.
El año pasado los regalos comenzaron con la abdicación de
un rey que se había convertido en símbolo de la España peor; esta año con el
intento de limpieza general en los Ayuntamientos.
No solo cumplo años yo este mes, sino también uno de mis
más queridos amigos, Fernando Pessoa. Para recordármelo me llega hoy el libro Pessoa y España, de Antonio Sáez Delgado,
erudito y minucioso, pero no tanto que no se le escape una de las escasas
menciones críticas que se publicaron en España en vida del poeta. Aparece en el
Almanaque literario 1935, Osorio de
Oliveira se refiere a las nuevas publicaciones de la generación modernista
portuguesa, agrupada en torno a la revista Presença,
de Coimbra, y luego añade: “El maestro de aquella generación, Fernando Pessoa,
ha reunido ahora, por vez primera, parte de sus versos en un libro titulado Mensagem. Este libro contiene solo los
versos de inspiración nacionalista, versos admirables, pero que hacen pensar en
la obra de sentido universal que pueden constituir, recogidos en volumen, los
demás poemas de Fernando Pessoa”. ¿Cuántos lectores españoles se fijarían
entonces en ese nombre?
Martes, 2 de junio
POR FIN
Presento Rosa rosae, la novela de Víctor Botas
que tantos quebraderos le dio, con la sensación de que por fin se ha roto un
maleficio. Fui leyéndola capítulo a capítulo mientras se escribía. “Este Cayo
Dannatus, que al principio era tan buen chico, se me está convirtiendo en un
hijo de puta”, me decía Botas. Para solucionarlo se le ocurrió la idea de que
las memorias de aquel contemporáneo de Augusto y de Tiberio hubieran sido
dictadas en dos momentos de su vida: cuando aún tenía esperanza de hacer
carrera política y se esforzaba en presentarse como un romano ejemplar, y cuando,
fracasado y desengañado, no debía disimular ante sí mismo ni ante nadie.
La novela se comenzó en 1983, y se escribió casi toda
ella ese año, pero no se terminó hasta 1985. ¿La razón? A finales de 1983, llegaron
los protagonistas del poema “Cástor y Pólux” y desapareció la tranquilidad:
“¿Habráse visto jeta semejante, / peor educación: venir así, sin previo /
aviso, sin ni siquiera el clásico ¿podríamos
/ pasar? Nada / de nada: cogen, / se te plantan en casa, en plena /
noche (a pares / para mayor escarnio), y ya está: se acabó / la paz. / Berrean,
mil veces / se te cagan, rompen / las porcelanas, te / adjudican un mote
(valiente / urbanidad la de estos mamarrachos / repelentes, monstruos): papi, papón, papilla, / papitita, pataco.
/ Y tú / enfebrecido, muerto / de sueño, con dolores / de espalda, demacrado, /
terminas /–¡oh eterno masoquista!-- / tan jodido / y feliz / como furcia de
hotel en noche de congreso”.
A mi lado en la librería Cervantes, está uno de esos
inesperados intrusos que interrumpieron la tranquilidad del poeta. Otro Víctor
Botas, artista gráfico, que ilustrará cada ejemplar de la novela de su padre
que se adquiera con un dibujo original e inédito.
Cuando los desvelos paternales de Víctor Botas le
permitieron concluir Rosa rosae, era
consciente de que había escrito una obra maestras y los contertulios de aquel
Óliver de hace treinta años, los primeros en leerla, también. No quería que
pasara sin pena ni gloria, como Mis
turbaciones, la primera incursión en la narrativa, y gracias a Paulina
Cervero, su mujer, con quien tanto quería y de quien tanto dependía, logró que
la aceptara la mejor agente del momento, Carmen Balcells. Recuerdo bien lo
contento que se sentía cuando nos dio la noticia. Ya se veía un nuevo autor de
éxito, un García Márquez como poco.
Pero aquella suerte fue la peor desdicha para la novela.
Carmen Balcells se mostraba tan exigente que ningún editor se atrevía con
aquella novela de un poeta. Al fin, tras varios intentos frustrados, aparecería
en una nueva editorial zaragozana junto a una obra inédita de Cortázar. Pero los
socios de aquella editorial (políticos y creo recordar que Ibercaja) entraron
de inmediato en conflicto y sus activos quedaron inmovilizados por orden
judicial.
Si viviera Víctor Botas, dentro de unos meses, el 24 de
agosto, cumpliría setenta años. Se sentiría feliz, pero no habría sido capaz de
sentarse en la mesa durante la presentación: su timidez se lo impediría.
Mientras dialogo con el público, me lo imagino escuchando escondido al fondo,
disimulando con un libro en las manos. Por un momento, al terminar, siento el
deseo de buscarle y preguntarle qué le ha parecido, como tantas otras veces en
que yo hablaba de él o presentaba algún libro suyo y él se disimulaba entre el
público. No le veo, quizá se ha marchado antes de terminar para evitar los
saludos, pero le adivino contento y feliz. “¡Por fin se ha hecho justicia con
mi novela! Ahora solo me queda esperar que esos ladrones del gobierno no se
lleven todo lo que voy a ganar con sus impuestos”, diría o dice, ya no sé bien.
Miércoles, 3 de junio
CUESTIÓN DE ACENTO
Ayer presentaba la novela
de un buen amigo, hoy el libro de poemas de Ángeles Carbajal, una mujer sabia
que a la vez que escribe versos gusta de cuidar de su huerta y cultivar su
jardín. Vive sola en un destartalado e inmenso caserón y tiene toda la
tranquilidad y la paciencia que a mí me faltan (y que no echo de menos, para
qué nos vamos a engañar). “Cámara de maravilles” titula uno de sus poemas. Maravillas
simples y cotidianas en un mundo desaparecido para siempre: “Les tierres de
maíz. / La vida secreta del regatu / ente sombres y helechos. / El mundu vistu
dende lo alto / d’un remolque yerba…”
Escucho admirado, pero no puedo olvidar al crítico que
soy, y el último verso no me suena bien: “nuna tarde eterna de primavera”. En
el coloquio, leo yo el poema y la música del verso me lleva, sin darme cuenta,
a un pequeño cambio: “nuna tarde de eterna primavera”. Siguen siendo once
sílabas, pero solo ahora es un endecasílabo con los acentos en su sitio.
“Suena mejor –me dice Ángeles–, pero no me vale. No dice
lo que yo quería decir. La eterna era la tarde, no la primavera”. No estoy yo
tan seguro: en poesía, lo que no está bien dicho nunca es lo que uno quiere
decir, aunque lo parezca.
Jueves, 4 de junio
UNA CHARLA EN LOS PORCHES
Pasa Iñaki Uriarte por la mesa redonda de los Porches, mi
rincón habitual de media mañana desde 1982 (aunque entonces no era redonda), y
yo disfruto con su charla sosegada que tanto contrasta con mi vehemencia
habitual.
El éxito
de sus diarios, que tanto fastidia a algún otro diarista, no se le ha subido a
la cabeza. Me pregunta por la situación política. "España cambia de piel",
le digo. No comparte mi optimismo. Es más de ver los mismos perros con
distintos collares.
"Así que ahora votas a Podemos...",
"En las municipales los voté; en las generales ya veremos. No me gusta su
comportamiento en Andalucía. Hay que dejar gobernar o formar una mayoría
alternativa, no hacer como el perro del hortelano", "O sea que
todavía puedes volver con los socialistas en las generales", "Si no
cambian en un asunto para mí fundamental, no. Yo también tengo mis líneas
rojas", "¿Y cuál es ese asunto, si puede saberse?", "Permitir
que los catalanes digan si desean o no seguir formando parte del Estado
español", "Pero eso es inconstitucional". "Sí, tan
inconstitucional como juzgar al Jefe del Estado si delinque en su vida privada,
cobrando, por ejemplo, comisiones ilegales o utilizando su influencia para
hacer negocios", "Ni siquiera se le puede investigar", "Eso
es lo que nos han hecho creer, ya veremos si se puede o no se puede con otra
correlación de fuerzas en el Parlamento y sin tocar una coma del texto
constitucional", "Pero la independencia de Cataluña sí está claro que
no es posible, la soberanía reside en el conjunto del pueblo español",
"Completamente de acuerdo. Pero una cosa es declarar la independencia y
otra distinta una consulta sobre si desean o no la independencia. Esa consulta,
para ser legal, solo necesita la autorización del gobierno. Lo que venga a
continuación dependerá del resultado. Si una mayoría está a favor, los pasos
siguientes irán encaminados a la reforma del texto constitucional (algo
perfectamente constitucional), y si no está a favor, pues se acabó el problema
por una larga temporada". "Tú lo ves muy fácil. Un proceso semejante desencadenaría
pulsiones violentas. No todo el mundo es tan racional como tú", "Lo
sé de sobra; también hay gente tan poco racional como Félix de Azúa",
"Creo que representa mejor que tú el sentir común de los españolitos de a
pie", "Yo tengo mejor opinión de mis paisanos. Y también mejor
opinión de mis país, España, que esos patriotas que creen que formar parte del
Estado español es una condena que debe hacerse cumplir por la fuerza, incluso
contra la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, y no un honor".
"Muy patriota te veo", "La verdad es que yo me considero un
nacionalista español y precisamente por eso respeto a todos los nacionalismos como
quiero que se respete el mío".
Viernes, 6 de junio
AZÚA, NISMAN Y LA PERDIZ
Mi amigo argentino Pablo
Anadón, acérrimo adversario de los Kirchner no tiene ninguna duda de que la muerte
del fiscal Alberto Nisman fue un crimen
de Estado. Cada día aparece una nueva noticia que se lo confirma: los policías
habrían limpiado la sangre del arma utilizada “con papel higiénico”; según el
informe preliminar de los peritos; tras la muerte del fiscal, se habría entrado
hasta sesenta veces en su ordenador. O sea, que los presuntos asesinos eran tan
torpes que dejaron la pistola llena de huellas (no utilizaban guantes) y tuvieron
que sobornar a algunos policías para que las limpiaran; y luego, al parecer, se
entretuvieron consultando en el ordenador del muerto las páginas de los diarios
La Nación y Clarín y consultando el correo. A esos impacientes o aburridos
asesinos solo les faltó entrar en Facebook.
Me temo que a mi amigo Pablo Anadón, tan admirable poeta,
la pasión política le ha convertido en
un Félix de Azúa.
¿Nuna de primavera tarde eterna?
ResponderEliminarRecién llegado de un viaje a la Alcarria, paso por este café y lo primero que se me ocurre es poner de manifiesto la gratísima sorpresa que supuso para servidor haber descubierto -en el ocio de estas cortas vacaciones torridenciales- a un escritor peruano ignorado por mi (no tengo empacho en quedar por un ignorante si lo digo ante gente tan impuesta en el tema como los aquí habitulales, anónimos o de infantería), de nombre Julio Ramón Ribeyro, que ha escrito (1959) uno de los más gustosos relatos que haya leído en mi vida: "Al pie del acantilado". Si alguien de los pasantes del blog (ni qué decir el santo patrón) así lo hubiese estimado, me agradaría infinito compartir verme acompañado en tal deslumbramiento. Humilde deslumbramiento, pero sí que lo hubo.
ResponderEliminarSalute.
"Feliz como furcia de hotel en noche de congreso", versos en boca de Víctor Botas, quien seguro que nunca leyó (y probablemente nunca leería el libro de Lydia Cacho "Esclavas del poder"), pero que debería ser lectura obligatoria. Yolanda.
ResponderEliminar¿No te parece, Martín, que eres cicatero a la hora de marcarle líneas rojas al PSOE? ¿Por qué ahorras pintura de ese color para delimitarles el campo de la vergüenza? ¿Lo que decidan los "socialistas" sobre que los catalanes expresen libremente su postura ante el independentismo es para ti más importante que renieguen de la modificación del artículo 135 de la Constitución, o de que afronten con claridad el asunto de la corrupción que corroe por dentro ese partido, o que dejen de tener como un referente primordial a ese personaje nauseabundo que ha venido a ser Felipe González, por no citar un montón de indignidades que viene cometiendo el antiguo partido de Pablo Iglesias (?)? ¿Qué importancia tiene lo que decidan sobre el independentismo catalán si lo comparas con esos otros desastres? Y esos parece que te dejan tibio...
ResponderEliminarEn el partido socialista actual, el de Susana Díaz y Pedro Sánchez, no hay ninguna tolerancia hacia la corrupción, amigo F. Y a Felipe González en sus andanzas venezolanas le jalean más fueran que dentro del partido.
ResponderEliminarJLGM
Ansío ese momento -que tal vez no vea nunca - en el que los anónimos escriban en sus propios blogs y dejen éste para comunicarnos los descubrimientos, las sorpresas e incluso las desilusiones literarias, musicales, cinematográficas...
ResponderEliminarEste anónimo (que tal vez por serlo no se vea publicado) hace notar su extrañeza por la última nota. ¿Acaso el anonimato impide descubrir, sorprenderse, etcétera? No pensaba yo eso, la verdad .
ResponderEliminarNo, querido Nónimo, me refería a los infinitos - o menos - anónimos que son incapaces de salir de la opinión política (desaforada y hasta chulesca en algunos casos, como teniendo la posesión inefable de la verdad, sin pararse a pensar que los demás también pueden tener su parte, y grande, de razón). Si cree que exagero, le remito a las docenas de entradas de este blog, pongo por caso, desde hace un año para acá.
ResponderEliminarNo había leído hasta ahora la respuesta, que agradezco. Me parece muy bien que se refiriese a quienes ahora dice, pero su primera nota no lo hacía. Con todo, gracias.
EliminarBueno, don Pasacalle, no le falta parte de razón (ya sabe: parte, pero no "inefable", que es bien fable la posesión de esa parte que le toca; seguro que quería decir usted "infalible"). Y la parte de razón que le toca es que, efectivamente, aquí se trae demasiado a cuento la dichosa política. Y no porque esta no sea algo importante y digno de que uno se ocupe de ella, sino que tratándose del blog de un literato de fuste que cuenta con habituales muy impuestos en las sagradas escrituras, pues que habrá desmesura, no lo niego, en los mandados de algunos (mea culpa por mi cuota parte de fable contumacia). Pero el desafuero y la chulería son cosas opinables y estando uno de rondalla, entre panderetas y bandurrias, puede pasar que le incomoden las sesudas (aunque pelmas) elucubraciones de quienes sienten que viven momentos decisivos en eso del gobierno de la polis y que, dejándose dominar por la indignación ante contradictores maliciosos y/o ignorantes, pues que eso, que responden con acritud (la mía será muy guapamente desaforada, porque no soy de FORO), como procede cuando se pelea por las cosas importantes. Y mal que le pese a don Pasacalle, la política ejercida y pensada con honradez es una de las actividades más nobles y más generosa en las que un hombre (de bien) pueda emplearse.
ResponderEliminarQue le conste a don Pasacalle que la coyuntura actual que afecta a los ayuntamientos de Gijón y de Oviedo tiene calidades épicas tales que un literato sagaz sabría dar buena cuenta y fin de ella.
Salud, amigo.
Me apresuro a puntualizar que lo que no es inefable ha de ser efable. Uno es cultísimo pero tiene sus fisuras, apreciado Pasacalle.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEra raro que don F. no interviniera, como uno de los más notables anónimos del lugar, a quien le digo que sé muy bien lo que significa " inefable" y por eso lo usé líneas arriba. ¿No fue Baroja el que dijo que no le gustaban aquellas personas que emplean la lengua para quedar siempre por encima de los demás.
ResponderEliminarPues don Pasacalle, sabrá usted los que significa inefable pero en su escrito no entra bien ni con calzador. Martín hubiese aceptado que era un desliz suyo, ya ve..., con lo que le jode aceptar fallos propios: se disculparía diciendo que eso carecía de importancia pero asumiría el error. Usted no, y eso que debe de ser un tipo fetén (¿llamará Pasacalle chulería a esta manera de platicar que ahora muestro?).
ResponderEliminarLo diga Baroja o el gran Borges, se ha de emplear el lenguaje con la mayor corrección posible (cosa que confieso que yo no alcanzo); nunca un bien es igual que un pequeño mal. Otra cosa es enfurecerse y ser acusica de las pifias del prójimo. Pero a una persona que vive de las palabras se le debe exigir que las use con destreza (yo soy de ciencias).
Tampoco estoy de acuerdo con que usar las iniciales o un seudónimo sea acogerse al anonimato. Lo anónimo es lo que carece de nombre y una inicial o un mote no son esa especia. Martín llegó a llamarme "la más proteica letra del alfabeto", pero anónimo creo que no.
En fin, apreciado (de veras) don Pasacalle, dejemos correr la bola y no seamos demasiado parcos y formalistas, que los tiempos están para que se rompan moldes.
Un saludo muy cordial.
Acabo de escribir "especia" y don Pasacalle pudiera darse el caso (de) que me achuchara (dolidísimo como debe de estar él con mis chulescas maneras) porque, en su opinión, debiera haber escrito "especie". Craso error iba a ser el suyo: a diferencia de su infumable "inefable" (consciente cacofonía), mi "especia" tiene cabida en este jardín de la retórica (de pacotilla, claro). Porque si bien es cierto que era mi voluntad escribir "especie", puedo dejar "especia" tal como está y quedarme tan pancho, y simular que significaba que no es lo mismo el clavo o la pimienta que el tomillo o la albahaca. Pero justificar su "inefable" lo tiene chungo.
ResponderEliminarA mayor laconismo F. esperará acechante. Otra lección más de amor a sí mismo.
ResponderEliminarPienso que una tarde de eterna primavera es igual que una tarde eterna de primavera.
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