Sábado, 25 de abril
UN EXPERIMENTO
Se
había hablado en la tertulia de un cuento de Borges, "La biblioteca de
Babel", en el que se afirma que el número de combinaciones de las letras
del alfabeto, aunque vastísimo, es limitado y que por eso también el número de
libros posibles no es infinito. Resulta por lo tanto posible concebir una
biblioteca que contenga, no ya todos los libros que se han escrito, sino
también todos los que se escribirán e incluso los que, por ilegibles y absurdos
(una sola letra repetida, por ejemplo), no se escribirán nunca.
Yo dije que Borges estaba equivocado y que así
había tratado de demostrarlo en un viejo artículo. Uno de los contertulios,
Saúl Fernández, a punto de graduarse en matemáticas, me dice que Borges tiene
razón y que el equivocado soy yo. "Vamos a verlo", le respondo,
mientras me froto las manos con una sonrisa.
Discutir con un joven inteligente, sobre todo si se cree
más inteligente que yo, es mi deporte favorito. Pero de pronto se me ocurrió un
experimento curioso. En marzo de 1973, cuando publiqué "Sobre la
imposibilidad de la Biblioteca de Babel" en Cuadernos Hispanoamericanos, tenía yo veintidós años, los mismos
que ahora tiene Saúl. Antes de debatir conmigo, que se enfrente a aquel joven
de hace cuarenta años que trabajaba para pagarse los estudios y que se atrevía
sin embargo a contradecir, basándose en razonamientos matemáticos, a Jorge Luis
Borges.
“Aplacemos el combate hasta el próximo viernes --le dije--.
Para entonces espero haber encontrado el artículo, que no sé por dónde
andará". Tuve que pedir la
revista a una librería de viejo, porque no la encontré en mi casa de Avilés ni tampoco
el artículo en Internet (donde dicen que está todo), aunque sí citado en algún
libro sobre Borges. Ayer viernes lo llevé fotocopiado y pasó de mano en mano,
pero nadie fue capaz de refutarlo. Saúl prefirió llevárselo a casa para
redactar allí una respuesta –según él– demoledora. Veremos.
Yo estoy impaciente por contemplar ese combate entre dos
jóvenes de la misma edad, pero que se llevan más de cuarenta años. Será un
experimento que a Jorge Luis Borges le habría encantado, sin duda alguna.
Domingo,
26 de abril
PARA NO ODIAR LOS
ESPEJOS
Leo
un aforimso de Jean Cocteau: “Los espejos, antes de reflejar nuestra imagen,
deberían reflexionar un poco”. Y en seguida se me ocurre una idea con la que
podría hacerme rico. ¿Por qué no fabricar espejos con photoshop, de manera que
al mirarnos en ellos por la mañana nos devolvieran un rostro medianamente
presentable, los estragos de la edad convenientemente restaurados?
Lunes,
27 de abril
AVENTURAS DE PAREJA
Cuenta Aldous Huxley que,
más de una vez, se le acercó un joven que quería ser novelista a pedirle
consejo y que él siempre respondía lo mismo: “Para comprender bien a los
hombres, lo mejor que puede hacer es observar una pareja de gatos”.
Pero no una pareja de gatos cualquiera. A ser posible,
habían de ser siameses, los más humanos y también los más sorprendentes y
fantásticos. Blancos al nacer, su cuerpo se oscurece poco a poco. Parecen
llevar guantes y las patas enfundadas en medias de seda negra. Sus colas son
puntiagudas e incluso cuando están en reposo se hallan dotadas de una inquieta
vida propia. “Y qué extraordinarias son sus maneras de hablar”, continúa
Huxley: “A veces se quejan como niños de pecho; a veces balan como los
corderillos; otras tienen un ulular de almas en pena. Comparados con estas
fantásticas criaturas, los demás gatos, por muy hermosos que sean, parecen
siempre un tanto sosos”. Continúa luego describiendo las andanzas y malandanzas
eróticas de una pareja de gatos, como Lope en la Gatomaquia.
No sé yo lo provechosa que le resultaría al joven
aprendiz de novelista esa observación; de lo que estoy seguro es de que se
divertiría bastante y a lo mejor hasta se olvidaba de escribir novelas.
Martes,
28 de abril
PARECE QUE TENGO RAZÓN
Como
soy tan impaciente, no puedo esperar al viernes y le mando un mensaje a Saúl
preguntándole si tiene ya la réplica a mis elucubraciones matemáticas sobre la
imposibilidad de la biblioteca de Babel. Su respuesta: “Me han tenido ocupado
una gripe y bastante tarea de clase. ¿Me das una semanilla? Si te corre prisa,
me puedo poner las pilas, pero me conviene no atarearme demasiado”. Y yo le
respondo: “Tómate el tiempo que necesites. Me gusta que no resulte fácil
replicar al García Martín de veintidós años”. “Nunca resulta fácil replicar a
un joven, ni siquiera desde el futuro”, responde él.
Ni siquiera desde el futuro. Releo el artículo de 1973,
que curiosamente está escrito en forma de diálogo, anticipando la tertulia de
más de cuarenta años después, y me cuesta seguir los enrevesados razonamientos,
pero creo que tiene razón: no es posible, por inmensa que sea, una biblioteca
que contenga todos los libros escritos y por escribir, aunque todos ellos estén
formados por combinación de unos pocos elementos (las letras, los signos de
puntuación, los espacios en blanco entre palabras, y eso sin tener en cuenta
los diversos alfabetos, cosa que se le olvidó a Borges). Sospecho que al joven matemático
de hoy no le va a resultar fácil desmentir al joven aficionado de ayer. Y eso
halaga mi vanidad.
Miércoles,
29 de abril
FRANCISCO RICO, AUTOR
DEL QUIJOTE
Mi amigo Emilio Martínez
Mata, estudioso de Cervantes, me regala el grueso tomo que la Fundación Masaveu
ha editado con las actas del último congreso cervantino celebrado en Oviedo. Me
basta hojearlo, y conocer al organizador, para darme cuenta de que voy a
encontrar en él algo más que la habitual e ilegible basura curricular. Me lo
llevo a mi rincón de lectura favorito en la gran biblioteca en que se ha
convertido para mí el mundo, la cafetería de Los Prados, y ciertamente no me
defrauda. La conferencia inaugural, de Francisco Rico, es un prodigio de
inteligencia, audacia y minuciosa impertinencia. Llama a 1898 “el año del
Desastre” porque, además de perderse Cuba, “se perdió entonces, con la
perpetrada por Jaime Fitzmaurice-Kelly, el que debería ser el justo horizonte crítico
de cualquier edición del Quijote”. Como
consecuencia de ello, en la mayor parte de los caso las ediciones del siglo XX
son “solo un reflejo de la perezosa ignorancia de la teoría y la práctica de la
crítica textual”.
Él no solo corrige las erratas evidentes
de las ediciones aparecidas en vida de Cervantes, también descubre otras
basándose en las concordancias (si Cervantes usa en más de veinte ocasiones la
fórmula “pues en verdad”, la única aparición de “pues es verdad” debe de ser
una errata) y en las costumbres editoriales de la época, que no tenían
inconveniente en añadir palabras para cuadrar una página. Es tan minucioso que
también se ocupa de los descuidos del autor. Si ahora apareciera el manuscrito
de Cervantes y en algún punto discrepara de su última edición, no por eso la
cambiaría: Rico piensa que ha conseguido un texto del Quijote mejor que el que el entregado a la imprenta de Juan de la
Cuesta.
A pesar de ello, Rico considera que
el texto que nos ofrece del Quijote
es siempre mejorable. De ahí que cada cierto tiempo pueda ofrecer, con gran
algarada mediática, una edición que supera a la anterior. A veces, con astucia
de buen comerciante, deja sin corregir algunas de las presuntas erratas que ha
encontrado para estar seguro de que en la edición siguiente podrá ofrecer
novedades. Así, a propósito del folio 85v y siguientes de la edición de 1615,
escribe: “En la primera línea del epígrafe, niego que sea del autor el
participio extremado, tan del gusto
de Cervantes como el sustantivo originario, pero jamás aplicado a su héroe. En
la segunda, dudo en extremo que lo sea el adjetivo de profunda cueva, pues aunque en una ocasión se aluda a ella como ‘la
profunda cueva por donde has entrado’, en todas las otras menciones se la llama
lisa y llanamente ‘la cueva de Montesinos’. En el cuarto renglón del capítulo
XXIII, estoy convencido de que ‘clarísimos’ es un intruso, porque ni por ironía
iba a emplearlo el escritor para el ridículo primo humanista y el buenazo de
Sancho y porque no veo que usara nunca calificativos para unos oyentes, sino que siempre se limitaba a
mentarlos como tales. En fin, en los renglones quinto y sexto comenzó en el modo siguiente es así
mismo ajeno al novelista, gran repetidor, que para introducir un parlamento
privilegia en cambio comenzó a decir de
esta manera hasta una docena de veces en el conjunto de su producción, y comenzó a decir, un poco por encima de
esa cifra”.
Pero, a pesar de estar seguro de
esos errores, afirma que no los corrigió en sus diversas ediciones; en la próxima
enmendará dos y otros los guardará para tener algo que cambiar en la siguiente,
que solo así podrá presentarse, y venderse, como nueva y no como una simple
reimpresión.
La edición del Quijote con la que sueña Francisco Rico, y para la que lleva toda
su vida preparándose, es aquella que nos ofrezca, no el texto más cercano al
que Cervantes entregó a un copista para que lo pusiera en limpio y en letra
clara antes de llevarlo a la imprenta, sino el texto que Cervantes debería
haber escrito si no fuera, además de genial, tan descuidado y chapucero.
Jueves,
30 de abril
BORGES, LA CÓPULA Y LOS
ESPEJOS
Borges
afirmaba que “la cópula y los espejos son abominables porque multiplican el
número de los hombres”. Cuenta una historia, probablemente apócrifa, que la
cópula dejó de abominarla en cuanto María Kodama, a poco de conocerle, le
mostró un ingenioso y elástico artilugio que impedía esa multiplicación.
Viernes, 1 de mayo
INFINITOS GRANDES Y PEQUEÑOS
El azar, que siempre es
el mejor guía, me hace encontrar, en la revista de la Asociación Navarra de
Bibliotecarios, un artículo de Javier Fresán titulado “De la Biblioteca de
Babel a los números normales”, publicado en el 2007, y que también se ocupa de
la paradoja de una posible biblioteca, inmensa pero finita, que contuviera
todos los libros del mundo, los ya escritos y los que aún están por escribir.
Javier Fresán, que nació en 1987, es uno de los jóvenes matemáticos más
valiosos de hoy en día. En su artículo aprovecha para hablarnos de los
distintos tipos de infinitos: el infinito de los números naturales sería así
más pequeño que el de los números reales. Borges afirmó que toda la inmensa
biblioteca de Babel cabe en un libro “que constara de un número infinito de
hojas infinitamente delgadas”. Javier Fresán da un paso más allá y afirma que
cabría en un número al azar escogido entre cero y uno (siempre que se trate de
un número normal, esto es, aquel en que aparecen todos los dígitos en la misma
proporción). Por ejemplo, en el llamado número de Chanpernowne, el 0,123456…,
que se obtiene poniendo uno detrás de otro todos los números naturales. Para
ellos bastaría con cifrar las letras del alfabeto asignándoles un número
ordinal. “Todos los libros de la Biblioteca podrían codificarse de esta forma
como una sucesión enorme, pero finita, de ceros, unos y las demás cifras. Como
los números normales contienen en su desarrollo cualquier patrón posible, si
examinamos un número normal, llegará un punto en el que cualquier volumen
aparezca representado: habrá un momento en el que don Quijote se enfrente al
caballero de la Blanca Luna, y antes o después la cólera de Aquiles terminará
con muchos decimales”.
Muy literario, amigo Fresán, pero de tu razonamiento se
deduce (aunque tú no lo afirmas claramente) que, como yo dije en 1973, Borges
estaba equivocado, que aunque las letras sean limitadas, las combinaciones
posibles entre ellas no lo son. Y no hacen falta profundos conocimientos
matemáticos para demostrarlo. Las cifras son diez, pero con ellas podemos
representar cualquier número y los números son infinitos. El propio Borges
reconoció su error, aunque nadie reparara en ello, al afirmar que toda la
Biblioteca cabría en un libro de infinitas páginas. ¿Por qué infinitas si la
Biblioteca de Babel no es infinita? Si el número de libros posibles fuera
finito la suma de las páginas de todos ellos también lo sería.
Alguna vez he pensado que, si en un congreso sobre Cervantes presidido por Francisco Rico se presentase el propio Cervantes, los demás que asistieran guardarían silencio y gozarían del inmenso privilegio de escucharle. No así Rico, quien no toleraría que alguien pudiese robarle el protagonismo exclusivo que en su opinión sin duda merece, y se esforzaría en no dejar hablar a Cervantes, afearle sus "errores" y, en fin, demostrarle quién manda allí.
ResponderEliminarYo no entiendo nada de matemáticas, pero me pregunto: ¿cómo es posible que con un número limitado de cifras se pueda "producir" un número infinito de números? ¿Por qué razón las combinaciones de 10 cifras serían infinitas? ¿Y las de 9 no lo serían? Y para ir más lejos: ¿cómo las matemáticas, que son un sistema incompleto (como Gödel lo demostró), es decir, limitado, pueden probar que los números son infinitos? O dicho de otra manera: ¿cómo con quilo y medio de masa encefálica se puede probar que lo infinito existe?
ResponderEliminarEn realidad, las matemáticas no pueden probar ni que existen fuera del cerebro humano, como lo explica muy bien el libro "Materia de reflexión" (Tusquets, 1993), del biólogo Jean-Pierre Changeux y el matemático Alain Connes (dos profesores del célebre Collège de France). Libro que el editor resume así:
"¿Existe una Realidad en matemáticas ? ¿Existen entes matemáticos independientes del cerebro ? ¿Es el cerebro el que los descubre o son un producto de la actividad cerebral ?"
Changeux opina que las matemáticas sólo existen dentro del cerebro humano y Conne que también existen fuera. Pero reconoce que es imposible probarlo.
Extraño que JLGM no nos cuente que Fresán le ha dedicado su artículo, con una dedicatoria que prueba que para él es Borges quien tiene razón:
ResponderEliminar"Para José Luis García Martín, que sabe lo imposible de Babel."
https://jfresan.files.wordpress.com/2009/01/de-la-biblioteca-de-babel-a-los-numeros-normales.pdf
Otra cosa extraña, la "demostración" final de su texto: "El propio Borges reconoció su error, aunque nadie reparara en ello, al afirmar que toda la Biblioteca cabría en un libro de infinitas páginas. ¿Por qué infinitas si la Biblioteca de Babel no es infinita?"
JLGM olvida ingenuamente el diccionario que tanto le gusta esgrimir a veces para demostrar que tiene razón:
infinito, ta.
(Del lat. infinitus).
2. adj. Muy numeroso o enorme.
(DRAE)
Una entrevista muy interesante de Javier Fresán:
ResponderEliminar«Las metáforas están condenadas a desvirtuar teorías cuya comprensión requiere años de aprendizaje».
http://www.jotdown.es/2013/08/javier-fresan-las-metaforas-estan-condenadas-a-desvirtuar-teorias-cuya-comprension-requiere-anos-de-aprendizaje-esa-es-la-soledad-del-matematico/
Respondo a las objeciones de "El Criticón", a quien agradezco la atención que me dedica.
ResponderEliminar1/ Pensemos en un número tan alto como nos sea posible imaginar (un millón de billones) siempre será posible un número más alto con solo sumarle uno. La serie de los números naturales es, por lo tanto, infinita (no hay un número último mayor que todos que le sirva de cierre).
2/ Cualquier número, por grande que sea, se puede representarr con los diez dígitos. Pero también en cualquier otro sistema, como el binario (que sirve de base a los ordenadores) en el que solo se utilizan dos: el cero y el uno.
3/ Borges afirma en su relato que es posible una biblioteca (a la que denomina Biblioteca de Babel) que contuviera todos los libros escritos y por escribir e incluso los que nadie pensaría escribir nunca, porque el número de esos libros (aunque muy grande) es finito. Mi artículo ("Sobre la imposibilidad de la Biblioteca de Babel) trata de desmentirlo ya desde el título.La dedicatoria del artículo de Javier Fresán dice "Para JLGM, que sabe lo imposible de Babel". No me parece a mí que sea a Borges a quien da la razón.
4/ No tengo por costumbre utilizar el diccionarios para fundamentar mis argumentos (siempre me he reído de los que se basaban en el diccionario para negar que el matrimonio homosexual pudiera llamarse matrimonio). Y no me parece a mí que Borges cuando hablaba de un libro "de infinitas páginas" en el que cabrían todos los libros escritos y por escribir se refiriera simplemente a un libro de numerosas páginas o enorme. Si "infinito" quisiera simplemente decir "muy grande", como a veces en el lenguaje coloquial, toda esta discusión estaría de más.
Y muchas gracias por citar esa entrevista de Javier Fresán, a quien admiro desde que lo leí por primera vez y que no solo sabe de matemáticas (y sabe explicarlas mejor que nadie), si no también de muchas otras cosas..
JLGM
Fresán piensa que Borges tiene razón ("Todos los libros de la Biblioteca podrían codificarse de esta forma como una sucesión enorme, PERO FINITA, de ceros, unos y las demás cifras"). Su dedicatoria es, pues, irónica.
ResponderEliminarEl problema central es la relación entre el lenguaje y las matemáticas, entre el cerebro humano y la Realidad. Por mucho que a la lógica humana los números le parezcan infinitos, imposible probar que así sea. El ser humano ve muchas cosas que no existen (alucinaciones, espejismos, trompe-l'oeil). El concepto de infinito es una pura construcción mental, que bien podría ser una alucinación lógica del cerebro humano.
Hay un libro fascinante (incluso para los analfabetos de las matemáticas como yo) del matemático inglés Marcus du Sautoy sobre los números primos, "The music of the Primes", en el que se ve bien que las matemáticas son, como la pintura para Leonardo, "cosa mentale".
A partir del momento en que es imposible probar que las matemáticas existen fuera del cerebro humano, ¿cómo hablar seriamente del infinito?
Pues entonces ya no es la dedicatoria la que prueba que Borges tiene razón, sino el texto. La dedicatoria, por si sola, indica lo contrario; y el que resulta irónica (no está claro) deberá deducirse de una lectura atenta del texto.
ResponderEliminarLa cita solo indica que, como la Biblioteca de Babel es finita (la biblioteca de la que habla Borges en su cuento), todos sus libros podrán codificarse en una sucesión enorme, pero también finita, de unos y de ceros.
Pero mi tesis es que una biblioteca que contenga todos los libros escritos y por escribir no podrá ser finita (como no lo es la serie de los números naturales). Voy a dar una razón que no necesita de fórmulas matemáticas: vamos a tomar de esa biblioteca presuntamente completa la novela con mayor número de páginas (o el poema con mayor número de versos) imaginemos una novela con una página más o un poema con un verso más; esas obras no estarán en la biblioteca, que resultaría así, como yo quería demostrar, incompleta.
JLGM
No soy matemático y quizá se me escape algo de la cuestión pero creo que la solución es simple. Borges habla de libros de un formato uniforme, 410 paginas, 40 renglones por página y 40 caracteres por renglón. En esas condiciones el número de combinaciones posibles y por tanto de libros posibles es finito. Si no tuviéramos esa limitación en el tamaño de los libros y permitieramos libros indefinidamente grandes, entonces efectivamente el número de libros posibles sería infinito, pero eso no es lo que plantea Borgers en su cuento
EliminarUn saludo!
Pero una cosa es el tamaño de los volúmenes en que se publican las obras literarias y otra el tamaño de las obras literarias. Una antología puede incluir muchas obras (lo mismo que un tomo de obras completas) y una única obra literaria puede ocupar varios tomos. ¿Una novela de 411 páginas no estaría en la Biblioteca de Babel? Pues entonces no sería infinita. Se mire por donde se mire, y por muchas matemáticas que se sepan, yo creo que la Biblioteca de Babel (esto es la que contuviera todos los libros escritos y por escribir, todos los libros posibles) no sería finita, aunque esos libros se editaran todos en volúmenes de igual extensión.
EliminarJLGM
Eso es lo que yo entiendo, una obra de 411 páginas no estaría en la Biblioteca. Ese es el truco.
EliminarLo que importa no es el tamaño físico del libro, sino el número de caracteres permitido, osea para cada libro 410*40*40 caracteres. Cualquier obra que supere esa extensión en caracteres se quedaría fuera de la biblioteca de Babel, la que plantea Borges, al menos.
Osea que El Quijote no estaría en la biblioteca de Babel, pero sí podríamos encontrar una versión reducida con un prólogo explicando porque se han cortado el resto de las escenas...
Pues entonces queda claro que esa biblioteca no contiene todos los libros escritos y por escribir. No hace falta darle más vueltas al asunto.
EliminarJLGM
La biblioteca Existe en el cuento de borges
ResponderEliminarNosotros somos los ordenadores, en la gran oficina del universo.
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