sábado, 6 de julio de 2013

Historias de hotel: En el Pesaro Palace



Estaba yo sentado en el hall del hotel, esperando la llegada de una amiga, cuando un taxi acuático se detuvo en el embarcadero de la entrada. El Pesaro Palace, como tantos palacios de Venecia, tiene una entrada sobre el Gran Canal y otra en una estrecha callejuela, Ca’ d’Oro, muy concurrida porque lleva a la parada del vaporetto. De la embarcación se bajó un caballero trajeado a la antigua, pajarita incluida, con la barba y el pelo blancos. Me recordó a Mauricio Wiesenthal, a quien conocí en un congreso literario en Albarracín, pero el desconocido de Venecia tenía algunos años más. El taxista bajó con él y le llevó el equipaje hasta el mostrador de recepción. Le vi luego despedirse con suntuosas zalamerías; sin duda había recibido una buena propina.
            Cuando regresé al hotel, ya bien entrada la noche, tras una jornada larga y fatigosa, al cruzar el salón del primer piso para ir a mi habitación, me sorprendió ver a alguien sentado frente a los ventanales góticos que dan al Gran Canal. Murmuré un saludo y me fue devuelto en español. “¿Sabe usted si hay algún lugar abierto donde se pueda tomar una copa?”, añadió. “Es muy tarde, no conozco bien la vida nocturna de esta ciudad”, “Yo la conocí bien en otro tiempo, pero ahora todo ha cambiado”.
            Hablaba con acento argentino y, sin duda, tenía ganas de charla. A mí me seguía recordando a Mauricio Wiesenthal, uno de los más grandes narradores que he tenido la fortuna de escuchar (el otro fue Carlos Casares, en los encuentros de Verines). Le propuse bajar al jardín y bebernos allí los botellines de whisky que guardaba el frigorífico de la habitación. Aceptó de inmediato. “No puedo dormir. Esto está lleno de fantasmas. He venido a despedirme de ellos”.


            Habían apagado las luces del jardín y eso permitía a la gran luna llena y a su cortejo de estrellas lucir en todo su esplendor. Solo se oía el susurro de las hojas agitadas por una leve brisa y el latido de las aguas en el canal. “Se está bien aquí”, dije. Se me había pasado el cansancio.
            ––Yo nací en Buenos Aires, pero mis padres aquí en Venecia. Emigraron poco después de terminar la Gran Guerra, a finales de 1918. Mi padre era gondolero, pero no tenía licencia, no le dejaban ejercer. Cuando leí Der Tod in Venedig, la novela de Thomas Mann, me acordé de una anécdota que él contaba. Una vez llevó al Lido, al Hotel des Bains, a un alemán con el que tuvo una gran discusión porque se negaba a pagarle; el alemán le denunció por amenazas. Mi padre estuvo a punto de acabar en el calabozo. Siempre he pensado que el torvo gondolero que aparece al comienzo de la novela está inspirado en él. Ya se sabe que Gustav Aschembach no es más que una contrafigura del propio Mann, siempre fascinado por los jovencitos, aunque solo se atreviera a confesárselo a su diario. Nací en Argentina, pero mi padre, admirador de Garibaldi y luego de Mussolini, me hizo sentir siempre muy italiano. Cuando la pasada guerra, me alisté como voluntario. El 25 de julio de 1943, yo acababa de cumplir veinte años y formaba parte de una escuadrilla de bombarderos de largo alcance, los P. 108. Estaba entrenándome para volar en monoplazas, en los G. 55 y Macchi 205, que eran entonces lo más moderno que tenía el ejército italiano. Uno de mis compañeros era Vittorio Mussolini, el hijo del dictador que, antes de la guerra y después, se dedicó a los asuntos cinematográficos. Cuando llegó aquel día al aeropuerto de Guidonia, las noticias eran confusas. Se sabía que algo había ocurrido en la reunión del Gran Consejo Fascista, pero ni Vittorio ni yo podíamos imaginarnos la gravedad de la situación. Me dio un gran abrazo y pidió permiso a los jefes para marchar de inmediato a villa Torlonia. Al día siguiente, muchos celebraron que la guerra había terminado. No se imaginaban que aún faltaban los tiempos más duros. No le voy a dar una lección de historia, no se preocupe usted. Ya sabe la detención de Mussolini, su liberación por los alemanes, la república de Saló, de la que yo fui partidario. Ahora mis ideas son otras, pero uno no puede renegar de su pasado. Yo creí en Mussolini, como luego en Perón. Ya no soy peronista, pero sigo enamorado de Evita. ¿Ha visto usted ya el pabellón de Argentina en la Bienal? Parece que se inspira en mis fantasías de entonces. El dormitorio de Evita, ella desnudándose… ¿Creerá que todavía, si me siento allí a mirar, que todavía…? Y eso que soy un vejestorio que casi va a cumplir un siglo. Pero ya sabe lo que decía Somerset Maugham: “Está bien que un caballero, pasados los sesenta, tenga vida sexual; pero no está bien que hable de ella”. De la de los veinte años sí se puede hablar. Yo era aviador, bien plantado, tenía fama de valiente; de más está decir que no me iba mal con las mujeres. Las he olvidado a todas, salvo a una. Era actriz, me la presentó Vittorio, no le voy a decir su nombre, porque ella estaba casada y uno sigue siendo un caballero, pero no le resultará difícil adivinarlo, me parece. Yo jugueteaba con todas, me dejaba querer, pero de ella me enamoré como un adolescente. Creí volverme loco cuando me enteré de que me compartía con otro, no con su marido, una antigualla, descendiente de no sé qué dux, que no significaba nada. Era alguien importante, no un soldadito como yo. Un día, en un permiso inesperado, vine a visitarla a este mismo lugar, porque ella vivía en este palacio antes de que lo convirtieran en hotel y me encontré a unos escoltas que me dieron el alto. Llegué a pensar incluso en el propio Mussolini, pero entonces la guerra y Clara Petacci no le dejaban tiempo para muchas aventuras. Meses después del 25 de julio, cuando ya habían liberado a Mussolini, me citó con mucho secreto. Hacía tiempo que no nos veíamos. Vine con gran riesgo, jugándome la vida. Eran tiempos en que los fascistas de toda la vida se convertían en antifascistas de toda la vida. Una criada me recibió en la puerta del jardín y me subió hasta su dormitorio. La besé, la abracé estrechamente, pero ella me apartó. “No te he llamado para eso; ahora hay cosas más importantes que hacer”. Abrió una cómoda y me mostró cinco cuadernos manuscritos; parecían un diario. “Tienes que guardarlos en lugar seguro; no pueden caer en manos de los alemanes”, dijo. “Yo daría mi vida por el Duce –respondí–; no puedo traicionarle”, “No le traicionas; estos cuadernos son de su familia, pertenecen a Edda Mussolini. Tienes que hacérselos llegar, sin leerlos. ¿Me lo prometes?”.


¿Cómo no iba a prometérselo? Si me hubiera pedido que me pegara un tiro, también lo habría hecho. No, no leí aquellos manuscritos hasta algún tiempo después, cuando se publicaron y se tradujeron a todas las lenguas. Eran los diarios del conde Galeazzo Ciano. ¿Los conoce usted? Seguro que sí. Casado con la hija mayor del Duce, fue el favorito del régimen y el favorito de la única mujer de la que de verdad he estado enamorado en mi vida. Lo traicionó aquel 25 de julio de hace setenta años y Mussolini ordenó su ejecución. Pocos días antes de que lo fusilaran, en la celda 27 de la cárcel de Verona, redactó las líneas finales. Son palabras muy conmovedoras, que absuelven a aquel pobre tarambana, y que yo me sé de memoria de tantas veces como las he leído: “Me han alejado de todos. Se me ha impedido toda relación con las personas que quiero. Y, sin embargo, me doy cuenta de que esta celda –esta tenebrosa celda veronesa que acoge los últimos días de mi vida terrena–  la llenan todos aquellos que he querido y que me quieren. Ni los muros ni los hombres pueden impedirlo. Es duro pensar que, sin haber tenido culpa, no podré nunca más mirar a los ojos de mis tres hijos o estrechar contra mi pecho a mi madre o a mi esposa. Pero es necesario inclinarse ante la voluntad de Dios; y una gran calma desciende en mí y en mi alma”.
            ¿Comprende ahora por qué no puede dormir esta noche y en este lugar? Hicimos el amor por última vez, pero por parte de ella no había amor, sino un intento de salvar a su verdadero amor, el conde Ciano. El diario, que contenía revelaciones poco gratas para Mussolini y los alemanes, se entregaría a cambio de su vida. Pero no fue posible. Ciano fue fusilado. Y el mundo siguió dando tumbos. Yo volví a Argentina. No me ha ido mal en la vida, pero a veces pienso que Ciano tuvo mejor suerte.


17 comentarios:

  1. Conociendo las maneras de los taxistas acuáticos del Véneto, seguro que el "tuyo" se despidió desparramándose en untuosas zalamerías. Lo de suntuosas -aún estrujando el fardel de los sinónimos- cuadra peor en personajes tan escurridizos. Cuida tus adjetivos, buen vate aldeanovense.

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  2. Lo de "suntuosas" es errata, pero queda bien, al menos tal como yo lo recuerdo.

    JLGM

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  3. Mussolini es un personaje apasionante: contradictorio, vitalista aguerrido, romántico, sentimental, irracional, frío,fanático, mujeriego y fascista en el pésimo sentido sanguinario de la palabra.
    Italia había perdido la guerra de manera catastrófica, era un estado sin tradición democrática liberal, sin pensamiento liberal de separación de poderes ni libertades individuales, más allá de las permitidas por una omnipresente cultura católica; siempre había estado dividida en ciudades-estado, regiones y reinos diversos, estados distintos, etc
    La industrialización era reciente, y sobre todo en el norte. El ascenso de movimientos proletarios de corte soviético y socialistas de izquierda era imparable.
    Pero Italia había sido el grandioso Imperio Romano, civilizado, triunfador y cruel, despiadado pero glorioso y dominador, para orgullo de la raza europea latina itálica, etc
    Mussolini, bufón del capitalismo monopolista y de los grandes terratenientes, gran Duce, guía del gran estado corporativo fascista italiano, murió linchado y colgado boca abajo junto a su amante Claretta Petacci, un gran líder de masas, que pasó del anarquismo, del socialismo pacifista a la extrema derecha, ultranacionalista militante y belicista. Un personaje trágico, algo entrañable, y familiar a las culturas latinas europeas todas, menos atroz que Hitler, por no haber sido nunca especialmente antisemita o racista y tal, a pesar de las cesiones históricas y plegamientos a la voluntad de los alemanes abiertamente nazis, que le despreciaban por patriota italiano y patriotero de gestos exagerados latinos, etc,....R.I.P.

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  4. " la industrialización italiana era reciente, y sobre todo se había dado en el norte "
    ( quiero decir ) corrección, fé de erratas .

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  5. Mussolini ha pasado del socialismo al fascismo, de la revolución a la reacción, por una vía sentimental, no por una vía conceptual. Todas las apostasías históricas han sido, probablemente, un fenómeno espiritual. Mussolini, extremista de la revolución, ayer, extremista de la reacción hoy, nos recuerda al Juliano de Gore Vidal. Como este Emperador, personaje del Ibsen y de Merezkovskij, Mussolini es un Ser inquieto, teatral, alucinado, supersticioso y misterioso que se ha sentido elegido por el Destino para decretar la persecución del dios nuevo y reponer en su retablo los moribundos dioses antiguos.
    Una vida de acción, de culto joven al heroísmo, de rebeldía constante y de encauzamiento de las contradicciones por el extremismo, sea de izquierda o de clara extrema derecha.

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  6. Todo dictador, también Mussolini, tiene un 50% de ogro cruel y otro 50% de payaso ridículo. Lo bueno de nuestro tiempo es que, con Internet, los tiranuelos de antaño no aguantarían dos telediarios. Las webs, blogs, foros, chats y redes sociales se volcarían en su mofa/befa, como debe ser.

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  7. Qué ingenuidad, amiga Aldonza. La mofa de las webs se la pasan los tirano de hoy por debajo del puente colgante.

    JLGM

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  8. No se crea. Internet ha acabado con el terrorismo de Eta. Ya sé que me dirán que no fue así. Pero sí: fue así.

    Si esa ralea de asesinos volviera hoy a meter en un cuchitril de 4 metros cuadrados a un ser humano durante casi dos años, y bajo amenaza de muerte (como hizo con el ser humano José Antonio Ortega Lara), Internet reventaría. Los ordenadores arderían, se incendiarían.

    Por eso tuvieron que dejar los asesinatos.

    Ahora mis replicantes dirán que no. Que fue el 11-M, o el 11-S, u Osama Bin Laden, o el súrsum corda, o la biblia en verso.

    Pero no. Fue Internet.

    Y sí, don José Luis. Con Internet no habríamos sufrido Hítleres, Musolinis ni Stálines. La prueba la tiene en que los actuales tiranuelos (como el de Cuba o el payasete de Corea del Norte) ponen todas las trabas del mundo a Internet. Le temen más que a un nublao.

    Y hacen bien en temerle, pero el culo les huele a chamusquina, porque en breve Internet les mandará a la mierda, que es su sitio.

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    1. Nada que decir ante tan fascinante manera de razonar.
      Que Santa Lucía se la conserve por muchos años. Vivirá feliz, en un mundo para siempre sin tiranos, sin secuestros, sin terroristas... gracias a Intenet.


      JLGM

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  9. ¿Piensa mi señora doña Aldonza que los tiranos de hogaño iban a aguantar impertérritos que estas invenciones del demonio que vienen a ser las gacetas cibernéticas -amén de las más prosaicas y crecientemente preteridas de papel (acaso pergamino si la ocasión lo demandara)- socabaran el buen nombre y la presión del dogal que nos ciñen al pescuezo, dizque por el mejor bien de la república?
    ¿Acaso no se le alcanza a vuesa merced que existen medios para rebobinar el hilo que teje el lienzo de las soflamas y de los improperios contra quienes así doblegan el libre albedrío y la libertad de los que ellos querrían eternamente súbditos, y que con sofisticados instrumentos y con artimañas asaz complicadas para nosotros los profanos son capaces de remontar hasta la madeja matriz y así averiguar de qué devanadera sale y cuál sea la mano que la mueve?
    ¿Acaso mi señora doña Aldonza no tiene noticia por las gacetas del obsceno espionaje a que estamos sometidos por parte de los poderes imperiales, que en su maldad desearían ahogar por mano de sayón mercenario cuanto atisbo de rebelión, protesta o simple expresión de desacuerdo comprometa sus aberrantes privilegios?
    ¿Va a pensar vuesa merced que la relativa -puesto que la censura existe y a veces bien manifiesta queda- libertad que nos confiere el uso de esos instrumentos de comunicación que acabo de mencionar es un bien incuestionable, una barrera del derecho individual y colectivo contra la que se han de estrellar las apetencias de dominio dictatorial?
    Ingenua sois en mi opinión; malicio que tiempos veredes en que las fuerzas del mal han de intentar hacer tabla rasa de estos precarios privilegios que hoy ostentamos.
    Y sobre la virtualidad de la información puntual, de la puesta en evidencia de los robos y corrupciones de los servidores (?) públicos y de sus maquinarias de propaganda y encubrimiento..., le haría notar a vuesa merced lo poco que parecen servir en esta coyuntura que vivimos pues, pese a que no amanece un día sin escándalo ni oscurece sin burda prevaricación, el adocenamiento, la abulia, el escepticismo desmovilizador, la atroz ignorancia..., dan al traste con las ilusiones y los desvelos de gente crédula y bienpensante como vos, que tienen asumido que la razón siempre se impone con recursos propios y que la capacidad de aguante del pueblo -de este pueblo- tiene un umbral más bajo del que es en realidad.
    Quede con Dios vuesa merced y yo un tanto desahogado.

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  10. No creo que la humanidad llegue (al menos en un horizonte razonablemente próximo) a vivir en una arcadia o paraíso, pero sí creo que gran parte de los males del mundo provienen de que la humanidad no ha tenido el control de sus vidas, ya que la historia siempre ha estado en manos de una minoría. (Unos hacían la historia y otros -los más- la sufrían.)

    En la medida en que Internet posibilita que la gente controle más y mejor al poder político, atisbo cierta esperanza para el futuro de la humanidad. Al menos ya no estoy tan persuadida de que acabemos en una autoextinción u holocausto bélico.

    Fíjense que Internet favorece el control, el espionaje y el "Gran Hermano" a que los servicios secretos tienen sujeto el correo electrónico y en general la actividad de la Red. Pero al mismo tiempo Internet permite denunciar ese control y poner en solfa a las agencias de seguridad, como se ha visto con

    -wikileaks,

    -los papeles secretos del Pentágono,

    -los secretos del Vaticano (gracias a la filtración de un secretario papal)

    -y últimamente con el caso Snowden.

    (Y seguirá, no lo duden.)

    La reducción al ridículo, el sarcasmo, la ironía no son buena forma de argumentar. No son argumentos, sino argucias. No son estrategias, sino estratagemas.

    No soy tan ilusa para creer que el mundo va a devenir un edén de buenas a primeras, pero confío en que, en la medida en que la humanidad tome el control de sus vidas, las cosas irán a mejor, poco a poco.

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    1. ¡Y cómo no recurrir a la ironía! El caso Snowden ha descubierto que un gran país espía no solo a los países enemigos sino también a los amigos. Y estos protestan con la boca chica... y siguen siendo espiados. Y Snowden está escondido y no encuentra dónde refugiarse. ¡Menudo triunfo de la Internet buena frente a la Internet mala! Como todos los triunfos sean así... yo seguiré, si no riéndome, al menos sonriendo ante los que piensan que gracias a Internet ya no habrá más dictaduras ni más terrorismo ni más etas o alcaedas.

      JLGM

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  11. F. a doña Aldonza Lorenzo8 de julio de 2013, 22:35

    Conocer que uno tiene un cáncer terminal, mi señora, no evita el cruel padecimiento. Bien está la información pero esta ha de caer en terreno fértil, en donde pueda germinar la planta de la respuesta pertinente. Si la semilla de la información cayera en terreno baldío, esterilizado por la sequía pertinaz de la cultura, estercoladas las conciencias con valores inducidos por la clase dominante, estragado el gusto para la excelencia, pervertidas las inclinaciones naturales, presos en los grilletes de la resignación, ahormados en la desconfianza generalizada, pagados de nuestra propia burricie..., de poco va a servir la Red, que si no se utiliza con buen criterio bien pudiera ser motivo de mayor desconcierto: ¿le parece a vuesa merced que existe pequeña información sobre quiénes roban y prevarican en este solar llamado España? ¿Le parece proporcionada la respuesta del pueblo damnificado? ¿Acaso no se sabe que la crisis que padecemos se debe a la conducta criminal del mundo de las finanzas? ¿Ve vuesa merced colas ingentes de ciudadanos lúcidos retirando sus ahorros de los bancos? ¿Le parece que no hay información suficiente para que los pueblos estafados se resistan a serlo por segunda vez? ¿Será -repito- por falta de información?
    Y que le conste, doña Aldonza, que los "malos" también saben (y cómo) utilizar Internet para propagar infundios, calumniar a personas, tergiversar datos, sesgar la realidad inocultable, sembrar ideología, infundir temores...
    Quiero decir que algo más habrá que hacer que sentarse ante la pantalla de un PC y enardecerse con las opiniones leídas de gente afín a nuestra ideología: la batalla hay que darla -sobre todo- fuera del mundo tantas veces virtual de Internet.
    Y aunque se diga que Internet no tiene dueños, yo malicio que SÍ los tiene.

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  12. Poco a poco, señores, que no se ganó Zamora en una hora.

    Los casos de corrupción que estamos conociendo (Gürtel, Bárcenas...) o los escándalos internacionales (Irak, Guantánamo...) ocurrieron antes de la eclosión de Internet. Precisamente Internet ha propiciado que salgan a la luz pública y la opinión ciudadana sea consciente de ellos. O sea, que antes pasaban pero nadie se enteraba.

    Es como si dicen que en el franquismo había menos corrupción. No señor. Había más pero, como la prensa (censurada) era la voz de su amo Franquito, no nos enterábamos. Ahora sí y podemos reaccionar.

    Cuando hace un siglo (el año que viene lo hará) estalló la primera guerra mundial (1914) la Internacional Socialista intentó evitar que los obreros (tanto franceses como prusianos -o sea, alemanes-) a ella afiliados se prestasen a ir a la guerra. Se quiso evitar la movilización y, por tanto, la guerra mediante una concertación de la clase obrera por encima de los nacionalismos criminales. Finalmente no se logró. Los mandamases de uno y otro lado impusieron la guerra, en la que murieron como chinches millones de trabajadores (reclutados como soldados) de ambos bandos, mientras los sinvergüenzas que habían decidido la guerra contemplaban las batallas desde sus ricos palacetes.

    Creo que hoy sí se habría parado la guerra. La gente, tanto en Francia como en Prusia, habría dicho "No queremos guerra", "No queremos matar a nuestros hermanos trabajadores", "¿Quién quiere guerra y para qué?"; los obreros de uno y otro país habrían contactado por las redes sociales y habrían evitado la masacre.

    (Sin primera guerra mundial, tampoco habría habido segunda...).

    Bueno, no me enrollo más. Tal vez soy muy ilusa, utópica, soñadora... No es lo peor que se puede ser en el mundo.

    Finalmente, respondo con argumentos, no con descalificaciones ("¡vaya manera de razonar!", etc) ni invocaciones a santa Lucía, muy al estilo de García Martín.

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  13. Manejamos constantemente conceptos míticos como " progreso ", " socialismo ", " cambio social ", " utopía ",... pero muy poca gente sería capaz de articular un discurso mínimamente coherente sobre ellos. La realidad es que el progreso no es tan lineal, el socialismo ahoga las libertades individuales cuando no es también un poco " liberal ", y el cambio social, ¿ hacia dónde nos lleva, en qué consiste ?, de la utopía, mejor no hablar, suelen ser totalitarias.

    Me quedo con el psicólogo social Pinker cuando habla de un mundo menos violento y más evolucionado desde el punto de vista de reducción de las violencias, con extensión de los derechos humanos, y con menos catástrofes bélicas y torturas que nunca. Para hablar de cambios sociales, hay que estudiar un poco de sociología e historia y explicar procesos sociales, desarrollos, tiempos y épocas, modernidad, postmodernidad y globalización; el evolucionismo, las teorías cíclicas y el materialismo histórico, las mentalidades y las normas y el papel de los individuos y los movimientos sociales como agentes de cambio y transformación hacia un mundo donde también se " globaliza " la ética de pose pseudocaritativa, incluso festivalera, la indiferencia frívola, la era del vacío, el narcisismo hiperindividualista del mírame y no molestes o pertubes mi mundo,...el falso bienestar consumista que aísla de los demás, y lo basa todo en comportamientos de pose, simples lubricantes para el sistema denunciado por la Escuela sociológica de Fránkfurt: Es necesario que la gente SE CREA libre, responsable de sus actos, viviendo en el mejor de los mundos posibles, satisfecha y feliz, para que funcionen todos los renovados sistemas de dominación, incluso el psicológico, el más vital e importante,... es un mundo feliz, que hace tiempo que ha arrojado al cubo de la basura la conciencia histórica, el ansia sincera de transformación social colectiva y todos esos rollos. Es un poco el sálvese quien pueda, sobremanera en España, donde somos extremosos y con una joven democracia aún, ocupada por partidos políticos de privilegiados y corrupciones, que representan una farsa representativa cada día, con apoyo masivo de los medios de comunicación del capital, las devoradoras libertades de mercado, y el sistema occidental de alianzas. " La democracia " también da miedo si te pones a pensar un poco y no en clave paranóica, lo mejor, ser sencillo, no abandonar del todo las raíces populares o tradicionales, la intrahistoria, al pueblo y su forma de ser, no solo " antiilustrada " e ignorante, sino fuente de sabiduría, vivencias y pertenencia.

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  14. En Internet (Público.es) leo hoy el artículo de Juan Tortosa "Escudo antimisiles y soberanía". Por Internet me enteraba el año pasado del último desastre del -a la postre- nefasto ZP: convertía la base naval de Rota en un enclave estratégico de la OTAN (léase los USA) para la "defensa" antimisiles en una eventual guerra nuclear. O sea: Rota, y España en definitiva, pasarían a ser objetivo prioritario en aquella apocalíptica eventualidad. Dicho de manera más gráfica: la Bahía de Cádiz estaría en riesgo de quedar convertida en un campo de ruinas radiactivas. De la gente no hablo. Del resto del sur de España, tampoco.
    Por Internet me entero de que la respuesta de las víctimas de semejante amenaza (no deja de ser algo traumático vivir bajo aquella amenaza) brilla por su ausencia (o es tan nimia que no ha llegado a mis antenas).
    Nadie puede alegar falta de INFORMACIÓN, cualquiera que lea los periódicos tiene que estar enterado del desastre: no ha existido ni existe respuesta airada ni movilización de las fuerzas sociales ni parece que vaya a haberla.
    ¿De qué sirve la información que se nos da si somos un rebaño de borregos?
    Y que no se piense que por vivir en Graná uno está a salvo de la lluvia nuclear. ¿Se habrán echado a la calle los granaínos?
    A mi no me consta.

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