sábado, 1 de diciembre de 2012

Nada personal: El mejor regalo


Domingo, 25 de noviembre
VAN A POR MÍ

“Guárdate de los Idus de Marzo”, le dicen a Julio César. “Va a por ti”, me avisan varios amigos. En una cárcel italiana, los hermanos Taviani recrean en blanco y negro la tragedia de Shakespeare. Los actores son reclusos condenados por graves delitos, algunos de ellos incluso a cadena perpetua. La conjura y el crimen que representan les traen a la memoria otras conjuras y otros crímenes verdaderos. Y las palabras de Shakespeare suenan en sus labios con una verdad inédita. En el desnudo patio de la cárcel –los reclusos asomados a las ventanas–, Antonio recita su oración fúnebre ante el cadáver de César: “Por tres veces rechazó la corona. Pero Bruto dice que le mataron porque era ambicioso. Y Bruto es un hombre honrado…”
            Salgo del cine, después de ver César debe morir, pensando en otra cárcel y en otras tragedias y en la complejidad de los seres humanos. Al llegar a casa enciendo el ordenador, abro el correo y la tragedia se convierte en farsa: “Van a por ti”, me advierte un amigo. Y otro: “Guárdate de la furia de los jubilados de oro”.
            Resulta que Xuan Bello me entrevistó en un programa de la televisión autonómica. Más que una entrevista, fue una charla distendida en su casa de Caces, rodeados de libros.  Surgieron muchos asuntos al hilo de la conversación y uno de ellos fue que, cuando cumplí sesenta años, la Universidad me envió una carta en la que me ofrecía irme a casa cobrando la jubilación íntegra y además un complemento especial con todo lo que dejaría de cobrar con la jubilación. Me daban todas las garantías de ese pago, que además estaría exento de los recortes que el gobierno comenzaba a aplicar a los sueldos de los funcionarios. Al principio creí que era una broma. Por entonces había una gran polémica debido a que el gobierno quería retrasar la edad de jubilación. Pero no, no era una broma: había tenido que firmar en la secretaría del departamento antes de recoger la carta; ningún bromista podía llegar tan lejos. Al año siguiente, cuando cumplí sesenta y uno, otra vez la propuesta y la invitación a coger el dinero e irme a casa a rascarme la barriga y escribir mis versos y mis prosas. No acepté, que es lo que habría hecho cualquier persona con dos dedos de frente. Otros muchos profesores sí lo hicieron y, como yo, en lenguaje coloquial, dije que, dada la situación económica de la Universidad, esa propuesta me parecía “casi delictiva”, parece que han entendido que les aplicaba el calificativo a ellos y andan pasándose  la entrevista de unos a otros y buscando llevarme a juicio y, si es posible, a la cárcel.

        
            Aterrado ante la perspectiva (tengo poca vocación de héroe y ninguna de mártir), aclaro que no me refería a los colegas que aceptaron la oferta de la Universidad. Mi calificativo se refería a las autoridades académicas y a los representantes sindicales que la negociaron. Y retiro lo de “casi delictivo” (una imprecisión coloquial) y lo sustituyo por el calificativo con el que 200 jueces (entre ellos del Supremo) se ha referido a una actuación, estrictamente legal, del gobierno, el indulto a varios policías condenados por tortura: “ilegítima y éticamente inasumible”.   
            La Universidad de Oviedo recorta en papel, en energía (planea cerrar centros varios días a la semana), aumenta la horas de trabajo de los profesores, el número de alumnos por aula, tiene dificultades para pagar la nómina a sus trabajadores… Y se permite el lujo de mandar a una buena parte de sus profesores a casa y pagarles todos los complementos de docencia y de investigación como si siguieran en activo.
            Respeto mucho a mis colegas que aceptaron la oferta (a algunos los conozco personalmente y doy fe de su valía), pero no puedo callar mi pasmo, mi asombro y mi estupor ante esa oferta.
            Se cuenta y no se cree. Yo la cuento siempre que puedo. Y quienes me oyen –españoles o no–  entienden un poco mejor por qué España está en esta situación.


Lunes, 26 de noviembre
DEUDAS

Hace setenta y cinco años fusilaron en Avilés a un hombre bueno. Se llamaba Luis Menéndez Alonso. Fue el fundador de la Biblioteca Popular Circulante, la primera biblioteca de Avilés que permitía a los lectores llevarse los libros a casa, y también, ya con el nombre de Bances Candamo, mi primera biblioteca, la inagotable cueva de todos los tesoros.
            Cuando los sublevados entraron en Avilés, en noviembre del 37, una de las primeras cosas que hicieron fue detener a este hombre, acusarle del delito de “rebelión” y, en cuatro días, juzgarle, condenarle a muerte y ejecutarle. El asesinato tuvo lugar el día 12 de noviembre, el mismo día en que Luis Lumen, como se le llamaba, cumplía cuarenta y cinco años. Nunca nadie tuvo un más macabro regalo de cumpleaños.
            En el palacio de Valdecarzana, a dos pasos de la biblioteca que él fundó, a dos pasos del hotel Ferrera donde fue condenado a muerte, se presenta un libro dedicado a su memoria y a la de dos de sus hijos, ya fallecidos. Sus otros hijos asisten al acto. Yo hablo de su poesía, tan cercana a la de Fernando Fortún y otros posmodernistas, leo sus versos, tan llenos de inteligencia y bondad, y pienso en cuánto le debo a este hombre bueno que murió años antes de que yo naciera.
            Cuántas deudas. Por mucho que uno viva nunca tendrá tiempo de pagarlas todas. 


Martes, 27 de noviembre
EL ORIGEN DEL MUNDO

La vida de un hombre es un círculo que se va cerrando. Nacemos en un lugar que pronto se nos queda estrecho y soñamos con ir lejos, con andar todos los caminos. Pero el mundo es redondo, como cualquier vida plena, y acabamos volviendo al punto de partida.
            Últimamente mis caminos comienzan a pasar cada vez más por Aldeanueva del Camino. Recorro sus calles esta mañana de otoño y la encuentro más hermosa que nunca, rodeada de montañas y bosques que amarillean, con el límpido rumor de las aguas de la garganta sonando como cuando yo era niño. Ahí sigue, frente a mi casa, al otro lado de la carretera el jardín de la Masides, el jardín primordial, y siguen los machadianos olmos secos en la Pista, frente a las escuelas en que aprendí a leer. Y la torre de la iglesia de la Parte de Arriba, a la que más de una vez subí a tocar las campanas. El azul del cielo, en esta transparente mañana, es exactamente el del primer día de la creación.
            No podría vivir aquí, pero nunca he dejado de vivir aquí.

  
Miércoles, 28 de noviembre
RISOTTO CON SETAS

No soy yo persona que necesite muchos reconocimientos. Y no por modestia, que es una cualidad de la que no estoy muy dotado, sino porque, como don Quijote, yo sé quién soy, lo poco o mucho que valgo. acaparar premios y honores es para gente insegura. A mí me basta con mi propio aplauso, que rara vez me concedo.  
            Que no necesite halagos no quiere decir que no me gusten. Y hoy he recibido uno que no cambiaría ni por el Nobel. Tenía que leer mis poemas en un instituto de Plasencia. Y yo pensaba que los profesores se limitarían a amontonar a los alumnos en el salón de actos y a dejarme que lidiara una hora con su desinterés. Pero no. Los alumnos del instituto Sierra de Santa Bárbara llevaban un mes preparando mi visita. Habían organizado una exposición de cuadros que ilustraban mis poemas, preparado un vídeo sobre mi vida, un voluntario se había ofrecido a presentarme, otros leyeron poemas o llevaban escritas preguntas para el coloquio.
            No he asistido nunca a recepción que hay después de la entrega de los Nobel (ni espero asistir), pero sí a algunas comidas en honor de los premiados con el Príncipe de Asturias y puedo asegurar que no las cambiaría por la que me ofrecieron en el instituto. El menú estaba elaborado por los alumnos de 2º curso de “Cocina y gastronomía” y servido por los de “Servicios en Restauración”. Era un menú literario, con platos inspirados en mis versos: había un “risotto con setas y crujiente de parmesano” que recibía el nombre de El enigma de Eros y un “solomillo ibérico en salsa de Oporto” denominado “El secreto” (un poema de Al doblar la esquina). Nunca la poesía resultó más sabrosa y nutritiva.
            Abundan los profesores, sobre todo en la enseñanza secundaria, que se pasan la vida quejándose del desinterés de los adolescentes de hoy por todo lo que tenga que ver con los libros y con la cultura. Yo nunca he estado de acuerdo con esas teorías apocalípticas, como sabe muy bien mi admirado Francisco García Pérez, que ha convertido el denuesto del alumnado casi en un género literario.
            Creo que los alumnos de hoy son tan inteligentes como los de siempre –la inteligencia es patrimonio de la infancia y de la juventud, y como el pelo, se va perdiendo con los años–, pero están recibiendo una mejor preparación que la que recibimos los españoles crecidos en los años duros del franquismo. En conjunto valen más que nosotros, aunque no todos los alumnos de ahora sean excepcionales ni todos los de entonces fuéramos un desastre.
            Si alguna vez tuviera la tentación de quejarme por el poco éxito que tengo como escritor (pero sospecho que a esa tentación soy inmune), me bastaría con recordar la velada de hoy en Plasencia para no echar en falta ningún otro reconocimiento.


Jueves, 29 de noviembre
LIBROS QUE CAMBIAN LA VIDA

Siempre he detestado las pequeñas librerías. Ya sé que no debería decir esto. Que lo elegante es hacer un elogio de las pequeñas librerías, en las que el librero conoce cada libro que vende y los gustos de los lectores, y lanzar una diatriba contra las grandes cadenas que venden libros como podrían vender zapatos. Pero yo soy de pueblo. Y las pequeñas librerías que yo conocí no eran las de París o Nueva York, sino papelerías que nunca tenían el libro que pedías o ni siquiera sabían que lo tenían a menos que les señalaras tú que estaba en el escaparate. No añoro las pequeñas librerías de cuando yo era joven, todo lo contrario. Ni me lamento de que desaparezcan las malas librerías, la mayoría, y queden solo las que pueden competir con la venta por Internet o con el libro electrónico.
            Entro por primera vez en la librería La Central de Callao y quedo fascinado. Está pensada no como un lugar donde se venden libros, sino como un lugar donde se encuentran a gusto las personas a las que les gustan los libros.
Siempre que paso por Nueva York, visito la librería Barnes & Noble, de Union Square. No voy a comprar nada (aunque siempre acabe comprando), sino solo a perderme un rato en su ordenado laberinto, a tomar un café, a contemplar desde sus ventanales el arbolado y el mercadillo de la plaza. A partir de ahora, siempre que pase por Madrid visitaré La Central de Callao, donde no hay un mínimo detalle dejado al azar.
Los libros que nos cambian la vida no se buscan, se encuentran. En La Central es más fácil encontrarlos que en cualquier otra parte.

9 comentarios:

  1. Admirable entrada. Y toda mi solidaridad frente a ésos que pretenden perseguir a alguien que se limita a decir, sencilla y claramente, lo que piensa. No sé si lo que no les gusta es que se diga (quizá echan de menos los tiempos de la censura), o más bien que se piense (y acaso los tiempos que echen de menos sean entonces aquéllos en que, según cuentan, la Universidad de Cervera proclamaba ante Fernando VII su rechazo a la "funesta manía de pensar" -o la "peligrosa novedad de discurrir", que viene a ser lo mismo y es lo que textualmente se lee, al parecer, en la "Gaceta de Madrid" del 3 de Mayo de 1827). En todo caso, mi rechazo más absoluto a estos nuevos inquisidores.

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  2. Me ha emocionado el diario de esta semana.

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  3. Vaya...Lástima lo de "no podría vivir allí". Albergaba la idea de llegar a fotografiarte en tu casa en el campo. Tal vez algún día tendrás una como la de Xuan Bello, con todas las comodidades, a un paso de la ciudad, con jardín, gatos, libros, amigos que van y vienen, tertulias...y no me digas que qué poco te conozco

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  4. Xuan Bello es un autor muy original y creíble. Ha convertido el territorio imaginario de Paniceiros en una joya delicada de lirismo estimable,narraciones, sentimientos y arraigos intemporales, donde se mezclan personajes y situaciones de realidades tangibles y de realismo cuasimágico, desde su condición aldeana y cultivadísima a la par. La lengua asturiana existe, en sus variantes, y merece un reconocimiento bastante mayor, Xuan Bello es encantador y culto hasta decir basta, sin caer nunca en la pedantería. Asturias le necesitaba ansiosamente: un territorio medio marginal durantes siglos,fantasmagórico, neblinoso y atlántico, lleno de espíritus y genios locales, muertos, desaparecidos, memorias muy ricas de la gente sencilla, todos salidos de puebles o aldeas, no lo olvidemos, etc. Recomiendo leer a Xuan Bello, magnético,
    muy sensible, misterioso, sencillo y versado en miles de mundos, con las dotes líricas y narrativas de un Cunqueiro asturiano occidental, pero muy muy asturianu.
    Es la antítesis de la palurdez pretenciosa, es nada más y menos que dar condición universal literaria de calidad, contemporánea y magnífica( que enlaza con tradiciones literarias sin fronteras planetarias) a lo aparentemente insignificante de " las personas sin historia ", pero con muchas historias que contar, a los sentimientos tipo Josep Plá del pequeño país, la verdadera patria siempre de la infancia; aunque huyendo de nacionalismos inflamados y fuera de lugar.

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  5. Pero, MJFlórez, a Martín la única ciudad que le iba a mitigar la saudade de Astúrica Transmontana sería Salamanca, y esta hermosa ciudad le queda un porrón de millas al norte.
    A JLGM, con su parsimonia de quelonio (presumo), se le iba a hacer eterno semejante periplo... Claro que merecería la pena, aunque sólo fuese por patear las viejas rúas de sillares dorados (en Salamanca siempre parece que luce el sol) que provee la eterna cantera de Villamayor, según se sale por la carretera de Vitigudino.
    Torrente (Ballester, no el otro de mayor fama y relevancia mediática) sigue sentado en una mesa del Novelty, bajo las arcadas de la Plaza Mayor, y levanta la cabeza broncínea en actitud de ciego que oye el telediario de un aparato que perora en un estante alto. Es el Novelty una buena fonda para tomar un café y leer la correspondencia.
    Hace tiempo le "afeé" a Kurtz su despego para con su tierra de nacencia, que nunca la citara en sus escritos... Me contestó que él no era nacionalista (sic). Transcurrido un tiempo, más patente la tonsura, algunas hebra de plata de más detrás de las orejas, comenzando a asumir los desastres del caballo político en que ha puesto todas sus complacencias..., parece que -por fín- ha caído en la cuenta de lo resistentes que son los cordones umbilicales.
    Si al menos quisiera a Extremadura la mitad de lo que yo la quiero...

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  6. ¿Quién se esconderá tras el pseudónimo de "Asturianu luggón"? Las malas lenguas pueden llegar a pensar que un tal Xuan Bello, pero yo no lo creo.
    Esto de utilizar pseudónimos o no firmar es muy de Internet. Pero a mí, que me perdonen mis comentaristas, me parece una tontería que desmerece lo que se escribe.

    JLGM

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  7. Martín, una sugerencia: ¿por qué no instalas debajo de cada entrada diaria botones de enlace para que sean compartidas en facebook, twitter, etc.? Seguro que hay lectores interesados en compartirlas. Yo por ejemplo me quedé con las ganas de hacerlo con tu entrada "Van a por mi", como apetece con tantas otras...Esta, en concreto, creo que es un buen autorretrato moral, común, por lo demás en su reflexión general, a cientos de funcionarios públicos conscientes de por qué les paga la Administración y honestos en su labor diaria (como lo fue en su vida civil el poeta Eugenio de Andrade, tan riguroso en la elaboración de sus expedientes disciplinarios como Inspector de Salud como en sus versos). Me hubiese gustado compartirlo para los que no siguen tu blog ni leen LNE los domingos. En estos tiempos (como en épocas más oscuras) nunca está de más difundir la noticia de actitudes ejemplares...

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  8. Muchas gracias, Pablo Antón. Pero no sé yo si las entradas de mi diario se entienden siempre bien fuera del contexto.

    JLGM

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