Domingo, 23 de diciembre
RECUERDOS OLVIDADOS
Salgo de ver El cuerpo,
la película de Oriol Paulo, con su intrigante comienzo, como de novela de
William Irish, y su frustrante y rebuscado desenlace (raro es el enigma que no
fracasa en la solución), y al cruzar el parque de Los Prados, solitario a estas
horas, me encuentro de pronto con una mujer que me saluda.
Me asusto bastante porque no sé
de dónde ha salido. “¿No te acuerdas de mí? ¿No me reconoces?”. No, no la
reconozco, pero su cara me resulta familiar, me inspira confianza. “Si me puede
dar alguna pista, o decirme directamente su nombre, la verdad es que tengo un
poco de prisa”. Y ella: “Mi nombre no te lo puedo decir, tendrás que
adivinarlo”. Aceleré el paso: “Disculpe…”
Cuando llegué a casa, pocos minutos
después, allí estaba sentada en el sofá. “Tengo las llaves, no creas que soy un
fantasma”, dijo mostrándomelas.
“Deberías recordarme, estuvimos a
punto de casarnos, y esa no es una experiencia que hayas tenido muchas veces”.
“Pues ahora sí que no recuerdo nada”, dije firmemente. Soy de esas personas que
jamás recuerdan nada que no les interesa recordar. “Entonces me destrozaste el
corazón, pero ahora me alegro de que no te casaras conmigo. Yo no habría podido
vivir en esta leonera, con libros por todas partes. ¿Cómo eres capaz de
encontrar lo que buscas? ¿No te ahogas entre tantos montones de papel?”.
Yo seguía sin recordar nada,
estaba firmemente decidido a ello, pero sentía cierta mala conciencia por mi
comportamiento de otro tiempo y quise ser amable. “En unos minutos preparo la
cena. ¿Quieres cenar conmigo?”, “No me fío demasiado de tus habilidades en la
cocina”, “Solo tengo que meterla en el microondas. La ha preparado la
asistenta”.
“¿Por qué despareciste tres días
antes cuando ya estaba todo preparado? ¿Por qué no diste ninguna explicación ni
entonces ni en todos estos años?”, “No sé de qué me habla”, “¿Ahora vuelves a
tratarme de usted?”, “Quizá tenga prisa. Si no puede quedarse a cenar conmigo,
lo comprendo perfectamente”. “Ahora quieres echarme. No te preocupes, no estaré
mucho tiempo. ¿Sabes que estuve en tratamiento psiquiátrico durante varios
años? Pero no te preocupes, ya estoy curada, me casé, soy feliz, tengo tres
hijos, nunca me acuerdo de ti, aquello fue una pesadilla hace tiempo
desvanecida”, “¿Y qué haces aquí entonces?”, “Aquí, ¿dónde? ¿En tu casa o en tu
cabeza?”, “¿No pretenderás hacerme creer que eres una alucinación mía?”, “¿Y
qué otra cosa voy a ser? Crees que me has olvidado, nunca piensas en mí, nunca
le has hablado a nadie de mí, encerraste mi cadáver en el sótano más profundo y
atrancaste bien la puerta, pero los cadáveres se pudren y su hedor atraviesa
cualquier rendija. Yo he superado el daño que me hiciste; tú, no; tú no lo
superarás nunca. Seguirá ahí, agazapado en un rincón, como una alimaña que no
perdona ni olvida dispuesta a saltar sobre ti cuando menos lo esperas. Pero te
dejo, no te preocupes. Yo te quise de verdad, pero hace tiempo que no me
importas nada; tú no me querías o tuviste miedo de quererme, pero nunca podrás
librarte de mí. ¿Tienes a mano un papel? Apunta mi teléfono. Me alegrará que me
llames, no te guardo ningún rencor. Te presentaré a mi hijo más pequeño; las
dos hermanas mayores viven fuera. Ya le conoces en realidad. Estudia en el
Milán. Es alumno tuyo”.
Lunes, 24 de diciembre
PESADILLLA ANTES DE NAVIDAD
Soñé que todos mis amigos dejaban de quererme. Y al
despertarme, cuando los necesitaba, ninguno estaba allí.
Martes, 25 de
diciembre
MITOS
Me gustan las mañanas que son como la primera mañana del
mundo. Salgo del hotel por la escalera secreta, junto a la capilla, y paseo por
el parque solitario. Ha llovido por la noche, los árboles y el césped brillan
ahora como recién lavados, como recién creados. Voy saludando a viejos
conocidos que abren sus brazos desnudos o todavía llenos de hojas en el azul,
escucho el rumor de las sigilosas fuentes machadianas, visito la mansión del
ciervo volante… Salgo luego a las calles, también todavía solitarias, tan familiares
y tan desconocidas.
Antes de la
comida familiar, se me ocurre, no sé por qué, visitar el Fondo de Valliniello,
mi primera residencia en Avilés, allá por 1960. Ahora ha recuperado su
condición rural. No logro reconocer el lugar en que estaban la escuela, el
lavadero, el cine, la casa en que viví. Todo pegado a los muros de la antigua
Ensidesa, todo siempre cubierto de polvo y tóxicos desechos, todo temblando
cuando el monstruo siderúrgico rugía (y lo hacía con frecuencia, especialmente
a altas horas de la noche).
Han arrasado, maquillado,
falseado el lugar. Han plantado árboles, borrado cualquier huella de cuando
allí se hacinaron los emigrantes y sus familias. Solo los antiguos muros siguen
presentes, y tras ellos el envejecido y achacoso monstruo de cien cabezas. Yo
he hecho lo mismo con buena parte de mi vida.
Termina la
mañana en el Faro de Avilés, en San Juan de Nieva, que tantas veces he visto
desde la otra orilla, o desde la ría, y al que nunca me había acercado. Como
cualquier faro es una invitación a la ensoñación y al viaje, o a lo mejor del
viaje, el regreso.
Mañana de
Navidad, un solsticio de invierno que es casi de verano. El pasado se borra, se
reescribe, regresa, no se va nunca. O no ha existido nunca.
El niño que
fui renace cada Navidad. La mentira de los mitos es más verdadera que cualquier
verdad.
Miércoles, 26 de
diciembre
RICO, RICO
“Estuve con Francisco Rico en la presentación del libro de
Trapiello”, me cuenta mi amigo Enrique Bueres, que aprovecha estas breves
vacaciones para pasar por la tertulia como en los viejos tiempos. “Me contó una
historia confusa que tenía que ver contigo. Al parecer has publicado una reseña
sobre su edición del Lazarillo que no
has escrito tú sino una antigua alumna suya, medio loca (eso dio a entender),
que se llama Rosa Navarro Durán”.
Y yo
sonrío. Qué raros somos los seres humanos. De cuántas piezas estamos hechos.
Francisco Rico es un sabio, quién lo duda, pero pasará a la pequeña historia de
la estupidez contemporánea por un furibundo artículo de opinión publicado en El País contra la ley del tabaco, en el
que afirmaba –entre otras lindezas– que era “un golpe bajo a la libertad, una
muestra de estolidez y vileza”. Y respaldaba la objetividad de sus argumentos
con “en mi vida he probado un solo cigarrillo”. Luego resulta que era una
broma, porque se trata de un pertinaz fumador. Una broma que a nadie hizo gracia.
Una broma
constituye quizá también su afirmación de que el Lazarillo no es una obra anónima, sino apócrifa. Se pretendería
hacer creer que su autor, no solo su protagonista, era Lázaro de Tormes, el
pregonero analfabeto de Toledo. Y así lo indica la portada de su edición:
“Lázaro de Tormes” (entre comillas para indicar que es un apócrifo). Basta
comenzar a leer la obra para darse cuenta de que esa interpretación no se
sostiene: quien habla es un escritor que cita a Plinio y parafrasea a Horacio y
Cicerón (como señalan las notas), no el pregonero que jamás ha tenido un libro
en las manos.
Pero
Francisco Rico, en el ámbito de la filología, tiene algo de señor feudal de
horca y cuchillo; es un catedrático a la antigua, de los que procuran no dejar
crecer la hierba fuera de sus dominios. Por eso nadie se atrevió a decir que esa
ocurrencia de última hora era una tontería insostenible. Lo dije yo en mi
reseña, y la infantil manera que se le ocurre de refutarme es que esa reseña no
puedo haberla escrito yo (que no soy especialista en el Siglo de Oro), sino una
antigua alumna suya que sí es catedrática de la especialidad y a la que valora
tan poco que ni siquiera se ocupa de rebatirla.
Y luego
dicen que la erudición no es divertida. Francisco Rico es un sabio, el mejor
editor de los clásicos que hayamos tenido nunca, pero además es un disparatado
personaje que parece sacado de uno de esos novelones anacolúticos de su amigo
Marías. A mí, quizá porque no lo frecuento nada y nunca he tenido que
padecerle, me hacen mucha gracia sus ocurrencias. Me imagino que a Rosa Navarro
Durán le harán menos.
Jueves, 27 de
diciembre
Me gusta utilizar la televisión como cortinilla que separa
la realidad y el sueño. Todos los días la enciendo media hora o una hora antes
de irme a la cama. Durante un tiempo prefería las series cómicas, como Big Bang (tengo grabados todos los
episodios), ahora me fascina Ladrón de
guante blanco. Me identifico bastante con la maniática genialidad de
Sheldon Cooper, pero todavía más con la inteligencia sofisticada de Neal
Caffrey, un elegante estafador y falsificador obligado a colaborar con el FBI (aunque nunca está claro si colabora de
verdad o no). La acción transcurre en una Nueva York que muestra su mejor cara
y no hay cadáveres ni descuartizamientos ni crímenes rituales, solo robos en
museos y complicadas estafas y tesoros escondidos en un submarino nazi. Veo
cada episodio como quien escucha un cuento de hadas y voy a la cama, olvidado
por un rato de los desastres del mundo, a soñar con los angelitos y con Matt
Bomer, el actor protagonista, mi héroe favorito, la persona que me gustaría ser
de mayor.
Viernes, 28 de
diciembre
PASO LISTA
Como todos los que me conocen saben, nada me gusta más que
hacer listas. De las cosas más pintorescas. De la gente que me quiere, por
ejemplo. O de la que me odia. En este día melancólico me ha dado por revisar
esta última, y me sorprende su brevedad. Solo hay diecisiete nombres. ¿Tan poco
importante soy que solo me odian diecisiete personas? Pero no, no hay motivo
para deprimirse: he dejado fuera todo lo que tiene que ver con motivos
literarios. Quiero decir que no apunto los nombres de los poetas a los que he
maltratado reiteradamente en mis reseñas, a la mayoría de los cuales no conozco
personalmente. Supongo que también me odiarán, pero ellos no cuentan.
Separo luego en la lista los que
me odian sin razón, porque sí (como hacemos todos a veces), de aquellos otros
que tienen razón para odiarme, de aquellos a los que he hecho daño. Quedan
diez. Diez que yo sé que no me han perdonado, porque –queriendo o sin querer–
sin duda habré maltratado a bastantes más personas.
De lo que no
guardo lista es de los que me han hecho daño a mí. ¿Para qué? Si ya no pueden
volver a hacérmelo, los borro de la memoria. La venganza es propia de gañanes,
no de caballeros.
Sábado, 29 de
diciembre
UN SECRETO INCONFESABLE
Soñé que era feliz. Y al despertarme lo seguía siendo.
Los amigos van y vienen, incluso los que siempre permanecen; a veces nos rompen el corazón y otras, nos dan alas y nos hacen los mejores del mundo. Son como el mar; como uno mismo, como las certezas, que nunca permanecen demasiado tiempo. Nos movemos con el universo, no sólo bajo la influencia de la Luna. Somos agua, poesía y anhelo. Y música, y esperanza, miedo, duda. Y todo ello, en las horas de un mismo día. Y Ud., sigue enredado con la Belleza, esa diosa.
ResponderEliminara.r.
No ha manifestado usted ninguna opinión acerca de la entrevista que le hicieron en la Nueva España. ¿Le gustó? Yo creo que dio la medida de lo que usted quería que se supiera. Un punto de humilad, el niño que salió del arroyo gracias al esfuerzo familiar, algunas historias novelescas, el desapego económico, etc. Interesante. Y hablando de entrevistas, me pareció un poco desaprovechada la que le hicieron sobre Víctor Botas en El Cuaderno. ¿Le gustó el resto del monográfico?
ResponderEliminarFeliz año nuevo
Yo habría preferido hablar de otras cosas.
EliminarJLGM
Mira qué cabeza loca, literatura, enamorarte de mí. Yo que siempre ando de paso no podré hacerte feliz. Ayer leí en el mundo, sin máyuscula por el exceso sensacionalista, pero hay peores, algo de Trapiello que no me disgustó sobre la conquista de Méjico con 18 caballos, unas arquebusas o ballestas y poco más, escrito por un amateur y esto es lo esencial y fresco. A los que nos han dormido todos los cuentos, sabemos algo de las historias tantas; singularizar aunque ampliando, a historia, de la mano de un no profesional del relato, que no buscara literar u ornar; no esa escritura de rondas y para ellas; que las rondas no son buenas, que hacen mal testimonio, que dan pena; que se acaba por falsificar ; no nos desagrada. Ni que dado que en realidad esta última supera no pocas veces a la ficción, se hable de la primera sin el temor de aburrir o de faltar a la imaginación. Al hipócrita lector anclado al artificio o a la desmesura triste; olvídame te lo ruego, pues soy como el Paraná, que sin detener su marcha besa la playa y se va. La literatura debiera volver a ocupar algún lugar útil, florero Baudelaire denostado en medio de su hexágono hablando ya de lo que es y se hace, menos aislado en esta Tierra o grácilmente de su istmo Darío asentando de ese deje hispano tornado en ligereza real, no falsa ni tampoco fea ni a la contra, poblado de princesas, de elegancia y porqué no de algo de amor y de cariño y fresas.
ResponderEliminarBorges decía en cierta forma que el que escribe es el que retorna simpre a decir lo ya dicho puesto que el número de palabras, unas dos veces siete al cuadrado más uno - mil, es menor con mucho que el número finito de átomos que nos harían an algún tiempo limitado exactamente e idénticamente repetibles; el capitán y marinero, que no le digan en su casa inocente ni bambalero, Bernal Díaz del Castillo por declamar la hazaña improbable de un descubrimiento mútuo, pudo librarse de esa repetición; sólo los solitarios saben porqué uno llora aunque intente luchar; only the lonely. ¿ Quién después de el capitán Del Castillo puede contar algo nuevo, decir lo nunca dicho, hablar con novedades, cómo se pueden querer dos mujeres , el concepto y el lenguaje a la vez ; enseñar, edificar historiando; y no ser viejo ?
(Sigue)
(Continuación)
ResponderEliminarUna mañana cualquiera Samsa se despierta transformado en beatle, y no es un sueño, nadie sabe como ha sido -algunos lo saben bien; pero el amable Kafka ha dado demasiadas pistas al cómodo lector, al perezoso que se distrae con el prêt à porter de un libro a su medida, destinatario al fin de los desvelos, mas semejante. Mas hermano, más hermano que semejante. Porque Samsa, que es mi persona, que no es un ser ajeno o extraño o improbable, no sabe en qué ha sido transformado, no nota nada ni sabe nada ni se imagina siquiera su degradación que otros probablemente tampoco podrán ver; lo terrible es que llega a la oficina a tiempo o con retraso escaso, como los demás días, que sus allegados o no ven o no le dicen su desgracia. Y a los pocos que le intenten decir que ahora él es lo que le han transformado, que antes de la degradación fue otro que él ya no recuerda para nada, no les podrá creer, porque él no sabe nada; porque lo que está vivo es estable, un equilibrio, no tiene contradicciones fuertes; lo que está vivo, en lo que ha sido transformado, es sin necesidad de interrogante.
La música no es sólo una vibración del aire que agradar puede y suele; es una domesticación del tiempo en favor de quien la acoge y la cobija, una amistad. A diferencia del acto de leer en que la palabra no tiene tiempo propio, ni prestado; cada partícula musical es un tiempo-universo en sí misma, que en ello y por ello configura y distingue y arma la melodía; qué músico ha de ser Samsa que cuando se dé cuenta de lo transformado e incauto de sí mismo que le habían hecho, encuentre la tonalidad, la música que le permita expresarlo sin aleccionar al semejante lector mirón y a veces primo ni a la excrecencia catalana destructora de sí misma también, insolidaria y corta y sediciosa. Attendre avec un petit bouquet d´églantines, telle est l´angoisse. No fue él, no fue Samsa, él es el inocente.
Samsa soy yo. Y soy el transformado, y soy el inocente.
ResponderEliminarVeo que lo fantástico, lo imaginario y levemente fantasmagórico, el realismo mágico, impregna su arte. Todos somos una invención, somos producto de nuestras fantasías personales y si me apuran, hasta de nuestro inconsciente colectivo. ¿ Dónde termina el personaje y comienza la persona, o al revés, donde empieza el personaje y termina la persona común, del montón, de roles rutinarios y adscripciones masificadas?
ResponderEliminar" Persona ", sin ir más lejos, viene del griego clásico, donde hacía alusión, primigeniamente, a la careta que utilizaban los actores en el escenario teatral para amplificar la voz impostada.
No creo que usted tenga enemigo alguno, salvo los productos de su fantasía o de otras fantasías distorsionadoras de la realidad, es usted un liberal artista de formación abierta y talante comprensivo, así como de talento enorme.
Todo el mundo tiene enemigos. Y algunos con razón para serlo. No siempre se porta uno de la mejor manera posible.
ResponderEliminarJLGM
Deje de insistir con el tema del tabaco. Francisco Rico tenía razón. Lástima que usted, tan irónico e inteligente en todo, no haya sabido leer entre líneas. Lo que Rico dijo para el común de los lectotes fue: qué estúpida ley es esta que nos prohíbe fumar en bares y restaurantes y nos permite hacerlo en casa delante de un niño. La ley antitabaco fue muestra de intolerancia porque nos impide fumar en restaurantes que tenían preparado espacio adecuado para ello. Lo del Lazarillo es tema de mucho hablar...
ResponderEliminarZ. R.
Pues el señor Rico -y usted con él, Z.R.- tienen una peregrina manera de discurrir en lo tocante a la represiva ley antitabaco, pues no contentos con que los adictos al estúpido (por lo menos siempre es estúpida la manera de adquirirlo) vicio de las hojas secas hechas migas, quemadas a fuego lento y conducido el humo venenoso resultante hacia los pulmones -que al principio protestan entre toses y espasmos bronquiales: por eso digo que es el más estúpido de los vicios-, no contentos -digo- con inmolar la salud propia en la pira maloliente -desde luego que lo es para aquellos que no somos fumadores-, quieren comprometer la salud de los demás (clientela, camareros, amigos indulgentes...) con tal de que su ridículo vicio (¿lo habrá más desatinado y menos acorde con las apetencias naturales?) pueda ser disfrutado sin cortapisa alguna.
ResponderEliminarEn cuanto a su razonable condena (¿lo es?) porque exista el derecho de los mayores a llenar de humo de tabaco los tiernos pulmones de los niños, si ello se perpetra en el domicilio familiar..., he de decirle que ello es tan abusivo (y quizá pernicioso) como que la ley ampare el derecho de unos padres que sean fanáticos religiosos a lavar el cerebro de los pequeños, tanto en casa como en los colegios sectarios a donde los conducen para su adoctrinamiento, cuyos santones se aplican con denuedo en troquelar las supersticiones y embelecos en la mente infantil.
Son cosas que no se suelen decir pero que constituyen un abuso de autoridad que, a no dudar, en años venideros, superada la barbarie actual en que vivimos, habrán de ser tenidas en cuenta. La patria potestad no ha de entenderse como carta blanca para obligar a un hijo a convivir con nuestros peores sesgos y vicios de comportamiento. Llenar de humo nocivo los pulmones del prójimo es un abuso; si se hace con un hijo, un crimen.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy completamente de acuerdo con F.
ResponderEliminarQué curioso Z.R. que no haya ningún partido político, ni de izquierda ni de derechas, que quiera eliminar esa estúpida ley. Quizá no se tan estúpida. Y los padres no llenan de humo la habitación de su hijos; salen a fumar fuera. ¿A qué padres conocerán usted y el señor Rico? Tiemblo de pensarlo.
JLGM
Glosas.
ResponderEliminarLeo epitafios conmovedores tomados por helechos.
Juego alrededor de los castillos de arena, que construímos en los días sanos de salitre.
Los personajes del Carnaval de Venecia, lanzan serpentinas en un Rialto a punto de claudicar.
Canto a todos los cantos que a la vida se han compuesto - también tarantellas , paseando mis tebeos de infancia y juventud, camino del oráculo.
He entretenido esta tarde desapacible del primer día del año con el visionado de un DVD muy interesante: "Centochiodi" (Cien clavos), de Ermanno Olmi, "León de Oro especial" en el Festival de Venecia de 2008.
ResponderEliminarLa traigo aquí a colación por su temática: este es un café literario,¿no?
Un joven profesor de la universidad de Bolonia sufre una profunda crisis de la que sale con una convicción: todo cuanto ha aprendido con la lectura de cientos de libros no vale absolutamente para nada. Y un mal día compra una caja de hermosos clavos de forja, de esos prismáticos con la cabeza facetada, que tanto hemos visto en la iconografía de las crucifixiones.
En un descuido del conserje se hace con la llave de la biblioteca histórica. Y una noche penetra en ella y se dedica a clavar en la tarima un centenar de libros valiosísimos, plenos de miniaturas y de primorosas letras capitulares. Huye al campo y se refugia en una ruinosa cabaña a orillas del Po. Allí conoce a unos rústicos ribereños cuasi analfabetos, con los que comparte el vino y la pizza (de cipolla). Existe un deliberado paralelismo entre esta vivencia y la estética "evangélica" de la vida de Cristo que todos los que tenemos más de treinta tenemos asumida.
"Vale más un café con un amigo que todos los libros del mundo", llega a decir el profesor iluminado.
Independientemente de lo extremoso de esta posición, creo que no le falta alguna razón cuando denuncia la querencia de muchos intelectuales a refugiarse en su concha, sobre todo cuando afuera arrecia el temporal. Como en la actualidad que nos toca vivir, en la que es llamativa la dimisión de tantos que no se comprometen con las causas reivindicativas de la gente, entendiendo que sus afanes son ajenos, por su naturaleza, a lo anecdótico y coyuntural. Y así, se quieren justificar ante la sociedad..., aunque sospecho que la mala conciencia les ha de pasar factura algunas noches.
Se podría objetar a los que piensan como el catártico profesor de Bolonia que, renegando del saber libresco, por quimérico y virtual, se cae en otro universo (el que ellos llamarían "real") tan virtual y poco fiable como aquel del que han decidido desertar.
No se, lo cierto es que la película da que pensar. Y además, independientemente del mensaje, es una bella película. Y en cine es lo que más cuenta.
No hay que escoger entre los libros y la vida, o el compromiso con los problemas de la gente. Los libros no lo son todo, pero son una parte de la vida y además ayudan a entenderla mejor. No todos los libros, claro.
ResponderEliminarJLGM
Lo que somos muchos de nosotros es "letraheridos", " lletraferits", como dicen los catalanes. Algunos buscamos en los libros lo que nos falta en la vida cotidiana real y prosaica, otros, simplemente, como digo, han caído literalmente subyugados, fascinados, " heridos " por la palabra libresca, en cualquiera de su formatos hoy en día, pero sin olvidar nunca al libro clásico.
ResponderEliminarTodo está en los libros, cierto es. Pero también podemos aprender de anónimos rústicos,
de las rutinas de la vida familiar, de la tradición oral de coplillas y sabidurías,
de paseantes solitarios,de los mercadillos, de tenderos hacendosos y no muy de libros salvo los de contabilidad, de las hablas y jergas no muy letradas, de la vida tal como es, inabarcable biblioteca.
"USED BOOKS AND GUNS".
ResponderEliminarAsí reza en el escaparate de una tienda de mi barrio.
Prefiero el bando de los que compran libros y pistolas a la camada de los que discurren con los puños y con las pistolas.
Me temo que el año que viene va a haber mucha dialéctica pistolera...
No me acaba de convencer esta calma chicha tan poco natural. Me sobrecoge el presagio de que estamos en vísperas de un tornado que va a decapitar nuestros techos de tallos de centeno. El hedor de esa masa purulenta que emboza los sumideros suburbiales, se cuela por el ventano de la buhardilla y envenena mis sueños. Sacrifico palomas negras y no hago más que leer hígados deformes. Dicen que anoche, en un pueblo de aquí cerca, cayó del cielo una tortuga que llevaba prendida de las garras un águila culebrera, y que mató a un ciego que vendía cupones a la puerta de un puticlú de carretera. Una vieja que recogía cartón resbaló en una vomitada de calimocho y se partió la espina vertebral. La ambulancia tardó cincuenta minutos en llegar y el enfermero negro se demoró un cuarto de hora echando serrín en el potaje. La vieja murió antes de llegar a Urgencias. Leo que apuñalan a una niña para quitarle la bola de algodón de azúcar; en Coney Island fue. Un cura de las Alpujarras se atrinchera en casa con su mujer y sus cuatro hijos; empuña un kalashnikof y hace unos disparos sobre los guardias que manda el Obispado con la orden de desahucio. Hubo que demoler la casa con un bazooca; creo que uno de los niños sobrevivió. Un alto ejecutivo del FMI es detenido en un hotel de Tirana por sodomizar (a la fuerza) a la mucama que le limpiaba la suite.
Y así, noticias y más noticias desquiciantes... Ya digo, esto huele a Apocalipsis.
Que el año que comienza nos sea, si no propicio, siquiera leve. Como la buena tierra.
Salud, alegría, poesía y buena música.