sábado, 29 de noviembre de 2025

La rueda de la fortuna: Honoris causa

 

Sábado, 22 de noviembre
SANSÓN

---¡Qué susto, Majestad Caída! Al leer en la prensa que a un político español, que ocupó el más alto cargo en su país, le iban a juzgar por tener oculta en el extranjero una fortuna obtenida con medios ilícitos…

            ---Pensaste que se referían a mí, mi querida Laurence. Jo, jo… Yo lo tengo todo atado y bien atado, como aprendí de mi padre, del verdadero, no del biológico. Cuando me enteré, pensé en llamarle y en repetirle aquello de “tranquilo, Jordi, tranquilo”. Pero muy tranquilo no tiene que estar. La justicia es igual para todos, como yo dije una vez. A él le ha llegado tarde, pero le ha llegado.

            ---¿Y no teme su Serena Majestad, que algún día…?

            ---¿Se atrevan conmigo? Yo soy como Sansón y tú no eres Dalila. Si caigo, se derrumba el templo. Ya se lo dije a mi hijo: “Cuidadito, chaval, que con ciertas cosas no se juega. A ver si te vas a quedar sin trabajo y tienes que andar luego por ahí con una mano atrás y otra delante, que a ti te ha dado por ser honesto y no has tenido la precaución de guardar una fortunita en la Islas Caimán”.

Domingo, 23 de noviembre
ME GUSTARÍA SABER

Me gustaría saber quién escribe los versos que yo escribo. Yo me limito a transcribirlos. Si se publican, deberían publicarse anónimamente.

“Cuando todo está en silencio, / en la alta madrugada, / oigo pasos que se acercan, / un suspiro y luego nada”.

“Toda la tarde lloviendo / y yo en casa con un libro, / que nada más me hace falta / cuando estoy a bien conmigo”.

Lunes, 24 de noviembre
CAFÉ CON LIBROS

Estoy releyendo estos días Café con libros, un título inencontrable, publicado hace treinta años y que ahora quieren reeditar. Recopila unas cuantas tertulias escritas, que fue publicando semana a semana el diario La Voz de Asturias, en las que hablábamos de las novedades literarias de entonces y de otras cuestiones humanas y divinas.

¿Tendrán interés hoy en día? Confío en que sí. De lo que no cabe duda es de que por esas páginas ha pasado el tiempo, de que son ya historia, aunque yo no acabe de darme cuenta porque sigo llevando la misma vida y charlando todos los viernes de literatura en un café rodeado de amigos y con libros recién llegados sobre la mesa.

Procuro no prestar mucha atención a lo que leo, solo a las erratas, para resistir mejor la tentación de cambiar alguna cosa, de hacer desaparecer a algún amigo que ha dejado de serlo. Pero de pronto me llama la atención un pasaje.

---Comenzamos hablando del amor --digo yo en aquel viernes remoto de hace treinta años--, acabamos hablando de la muerte. Parece que no hay otros temas de conversación. Quizá no los haya. Quizá ni siquiera haya conversación. Solo monólogos. Quizá. A mí lo que más me sorprende de los libros es esa capacidad de decirle algo distinto a cada lector, aunque es posible que no tenga nada de misterioso. Solo oímos lo que queremos oír. Solo prestamos atención a quien habla de nosotros mismos. Ayer en Avilés, dándome una vuelta, como cada mañana de sábado, por la pequeña librería de El Atrio, abro al azar un libro de Nietzsche, ya leído y releído hace bastante tiempo. Habla de las edades de la vida y se refiere así al período que va de los cuarenta a los cincuenta: «Años llenos de misterio, como todo lo inmóvil, semejantes a una vasta meseta de altas montañas, refrescada por una suave brisa bajo un cielo puro y sin nubes que día y noche contempla a la tierra con la misma serenidad; el tiempo de la recolección y de la más cordial alegría, el otoño de la vida».

---El que no se consuela es porque no quiere, me replica Ángel, que todavía sigue fiel cada semana a la tertulia.

---Envejecer también tiene su gracia, como decía Gil de Biedma. Quizá llegue un momento en que no la tenga, pero de momento ir cumpliendo años no deja de ser apasionante. Es como un viaje, sin tiempo para la nostalgia, porque, no ya cada año, cada día trae paisajes nuevos. «Años llenos de misterio», los que van de los cuarenta a los cincuenta, es verdad, pero ¿qué época de la vida no lo está? En fin, voy a cambiar de tono porque ya está bien de ponerse estupendo. Aunque no sé si podré cambiar del todo. Últimamente no leo nada que no sea autobiográfico.

Sonrío al leer que ya me preocupaba envejecer cuando estaba a mitad de la década que va de los cuarenta a los cincuenta. Ahora sí que debería estar preocupado. Pero no lo estoy, o no lo estoy por esos asuntos, sino por otros que tienen que ver con la marcha del mundo.

La verdad es que, si he de ser sincero, la década que va de los setenta a los ochenta, hasta el momento –voy por la mitad-- está siendo la mejor de mi vida. Ya sé que no debería decirlo para no atraer la mala suerte. Pero es así. Sigo con mi trabajo gustoso –escribir para publicar, debatir de literatura, comentar libros recientes--, y disfruto con la magia de ser abuelo. Honoris causa, sí, pero no por eso tiene menos mérito, del mismo modo que un doctor honoris causa no es menos meritorio –más bien todo lo contrario-- que un “cum laude” convencional.

Martes, 25 de noviembre
ESPECTADOR

En el Gran Teatro del Mundo, yo más que actor principal o secundario prefiero ser espectador. Atender atento y luego aplaudir o silbar y patear.

Es lo que debe hacer Dios, aunque él mira –si es que no mira para otro lado-- y luego se muestra impasible. Yo, como buen español, soy más apasionado.

Miércoles, 26 de noviembre
MÁS VERSOS

Noviembre es el mes más triste, / salvo en días como este / en que me acaricia el sol / y me olvido de la muerte.

El alboroto del mundo / no deja escuchar mi voz. / Grita mundo, grita fuerte / que no me escuche ni yo.

Estar solo no es lo mismo / que no estar acompañado. / Cuando estoy solo me tengo / a mí mismo aquí a mi lado.

No me canso de mirar / la lluvia que cae sin prisa. / Como ella ha transcurrido / sin sentir toda mi vida.

Jueves, 27 de noviembre
NO HABLO DE POLÍTICA

---Tengo ganas de leer el domingo tu opinión sobre lo que está pasando, me dice un amigo.

            ---Ya hay demasiadas opiniones, yo prefiero no hablar de política.

            ---Mala señal. ¡Con lo que a ti te gusta pontificar de todo! Eso es que las cosas no están discurriendo según tus preferencias.

            ---No vendas tan pronto la piel del oso, Fran, que todavía no lo habéis cazado.

Viernes, 28 de noviembre
NADA ME GUSTARÍA MÁS

Recibo los primeros ejemplares de Entrada libre, mi nuevo libro de poemas, publicado más de medio siglo después de Marineros perdidos en los puertos, que es de 1972. Mucho tiempo ha pasado sobre mis versos y me temo que, si ahora me diera por releerlos, bastantes serían ya letra muerta, caduca hojarasca. Quizá debería hacerlo y preparar un volumen de poesías completas en el que tuviera cabida solo lo que se salva de la quema. Pero ya no estoy por la labor.

            Sigo siendo tan vanidoso como lo he sido siempre, aunque ahora lo soy de otra manera. Aparecer en los recuentos y en los suplementos, que me incorporen a la lista de este u otro equipo generacional, me importa ya más bien poco.  Yo me he dedicado a preparar esos recuentos, a clasificar a los poetas en primera, segunda o tercera división. De la promoción de mi poesía nunca me he preocupado. Si vale la pena, ya se impondrá por sí misma, pensaba ingenuamente. Creía que el tiempo jugaba a mi favor, cuando no juega a favor de nadie.

            Ahora lo que más me gustaría es que se borrara mi nombre y alguno de los poemas que he escrito circulara por ahí anónimamente. O que a algún lector le gustara tanto que se lo apropiara y lo firmara con su nombre. Ha ocurrido unas pocas veces y me ha encantado. Lo considero el mejor homenaje.

            Sigo siendo vanidoso, ya digo, pero ya no necesito –en realidad nunca lo he necesitado-- que oficiosa u oficialmente, con alguno de esos premios que tan poco valoro, se reconozca mi talento. Me bastaría con poder reconocerlo yo, que soy el crítico más exigente y dejar un puñado de obras maestras que sumar al “Romance del prisionero”, a la “Epístola moral a Fabio” o al Lazarillo y que nadie más que yo supiera que las he escrito yo. O, sin ir tan lejos, ser el autor alguna coplilla memorable que nadie sabe quién ha escrito: “La pena y lo que no es pena / todo es pena para mí. / Ayer penaba por verte, / hoy peno porque te vi”.


           

 

sábado, 22 de noviembre de 2025

La rueda de la fortuna: Camisas de once varas

 

Sábado, 15 de noviembre
ENREDOS DE FAMILIA

Imaginemos que un día Begoña Gómez entra en una de las estancias privadas de la Moncloa y se encuentra a su marido en actitud cariñosa --a lo Bill Clinton, a lo Hollande o a lo Sarkozy--, con una joven secretaria venezolana o con una actriz emergente del cine español.

Sin decir palabra, y sin que se percaten de su presencia, cierra la puerta, se dirige a sus habitaciones, mete alguna ropa y sus útiles de aseo en una maleta, llama a un taxi y se va a un hotel. Desde allí, llama a su abogado e inicia los trámites de divorcio.

La noticia se filtra a la prensa, abre todos los telediarios, ocupa las primeras páginas. Nadie se acuerda más de que está imputada desde hace dos años, primero por una cosa, luego por otra y luego por otra y después por otra, por no sé que juez. Vale más como víctima inocente contra el sanchismo que como presunta culpable. 

Qué culebrón, qué serie de Netflix se haría pronto con esta historia. Me imagino a Begoña Gómez declarando airada en el programa de Ana Rosa Quintana, o en el Hormiguero, o incluso a Jordi Évole: “¡Y lo que más me duele es que esa pelandusca se la presentó Zapatero por encargo del régimen venezolano!”

Después de esas palabras, a Begoña Gómez se le haría un homenaje nacional, en la plaza de Colón, ante cientos de miles de personas, presidido por Aznar, Abascal y Ayuso, con oradores estrella: Savater, Azúa, Trapiello…

            ---Y ahora cuéntanos otro cuento para tratar de salvar al hermanísimo, que también anda perseguido por la justicia –me dice uno de los amigos con los que tomo mi habitual café de los sábados en el Atrio avilesino.

            ---Lo del hermano de Pedro Sánchez es todavía mejor. Resulta que al parecer le dieron un puesto a dedo por ser hermano de quien era, Pedro Sánchez, por entonces un dirigente político que en esos momentos parecía más un Hernández Mancha o un Pablo Casado que otra cosa. Si algún día volvían los socialistas al gobierno, la presidenta sería Susana Díaz, la favorita de todas las eminencias del partido para ser la secretaria general. Pero, en fin, dejemos eso. Solo diré que las razones para encausarle, que no son aquellas por las que fue denunciado, resultan todavía más pintorescas que las que traen a maltraer a Begoña Gómez. Al parecer, ya se sabía, o ya se sospechaba, que el nuevo cargo creado en la Diputación de Badajoz iba a ser para él. Si esa fuera una razón para procesar a nadie, el noventa por ciento de los catedráticos de la universidad española, y los jurados de sus oposiciones, deberían ser encausados, ya que apenas hay oposición al profesorado universitario sin que se sospeche el ganador (por lo general, el candidato de la casa). Los pronósticos, por supuesto, no aciertan al cien por cien (solo al noventa y nueve por ciento). Y algunos candidatos perdedores llevan el asunto a la justicia. Pero solo se tiene en cuenta su demanda, y se hace repetir el proceso, si ha habido alguna irregularidad en los trámites.

            ---Tú, con Pedro Sánchez hasta el final.

            ---Yo, con él, solo cuando lleva a cabo las ideas políticas que yo defiendo y que creo que son las mejores para los ciudadanos de mi país. Cuando con nuestro dinero le compra armas a los Estados Unidos para regalárselas al gobierno de Ucrania, siempre me tendrá enfrente.

            ---¡Lo hace para que se puedan defender de Rusia, lo hace para salvar a Europa!

            ---Lo hace para machacar a los ucranianos que se sienten rusos, que defienden su cultura y su idioma, que quieren ser parte de la federación rusa y no esa nación cuyas fronteras fueron trazadas artificialmente por Lenin en 1921.

Martes, 18 de noviembre
CAIGO EN LA TENTACIÓN

A veces se gana cuando se pierde un amigo. Se gana tranquilidad. De Felipe Benítez Reyes comenté su primer libro, Paraíso manuscrito, allá por 1983, Desde entonces he reseñado casi todas sus publicaciones, y son bastantes. Siempre en mi estilo de caras y cruces y de ser más exigente con los escritores más valiosos.

Al principio, lo llevaba bien, pero luego fue haciéndose cada vez más sensible al menor reproche e incluso tras los elogios veía alguna segunda intención. Bastaba que yo mencionara su nombre en cualquier escrito para recibir un airado correo suyo.

Durante un tiempo, yo me explicaba y explicaba, me disculpaba, trataba de calmarle. Y a menudo lo conseguía. Pero pronto volvía, volvíamos a las andadas. Terminé bloqueando su correo y bloqueándole en las redes sociales. Y esforzándome en no leer ninguno de sus nuevos libros –es aún más prolífico que yo-- para no caer en la tentación de reseñarle.

Pero compro La gente, su última novela y también Próspero viento, de Andrés Trapiello, y no puedo dejar de leer ninguno de los dos. La mejor manera de vencer la tentación es caer en ella, decía Oscar Wilde.

Acabo comentado La gente en mi reseña de esta semana. Creo que tengo algo que decir sobre el libro y mi obligación es decirlo y si al autor le fastidia pues allá él. Cuando éramos amigos, lo sentía de veras, ahora me resulta indiferente su susceptibilidad al menor reparo, real o supuesto. Sigo considerándolo uno de los grandes escritores de su generación, no solo como poeta, también como narrador. Un narrador que, por mucho que se empeñe, no es capaz de escribir una novela convencional. Ni falta que le hace, aunque eso merme sus ingresos.

Miércoles, 19 de noviembre
NO DOY UNA

---Como profeta, no das una, Martín. Decías que Cerdán era un pobre prisionero político y ahí tienes el informe de la UCO en el que se demuestra que se dedicaba a amañar contratos públicos a cambio del dos por ciento.

            --O sea, que hacía lo que cierto exjefe del Estado, pero sin estar amparado por el manto de la sacrosanta Constitución, que al parecer permite que el rey haga de su capa un sayo y robe, mate o estupre sin que la justicia pueda decir esta boca es mía.

            ---No cambies de tema. Santos Cerdán, un gerifalte de tu partido, está en la cárcel por corrupto, no porque ciertos jueces utilicen todos los medios, incluidos los legales, para derribar al gobierno.

            ---¿Está o estaba? Mira las últimas noticias. Al parecer, el juez correspondiente le ha puesto en libertad porque ya no puede “destruir pruebas”. Y esas pruebas, según el informe de la UCO, consisten en que su mujer gastaba mucho dinero en El Corte Inglés, en que su hermana y el marido de su hermana trabajan para una de las constructoras involucradas en los presuntos amaños, en que él durante un tiempo utilizaba una tarjeta de esa empresa. Me gustaría que ese juez nos explicara cómo podía destruir semejantes pruebas (y si podía por qué no lo hizo tras la imputación de Leandro y Crispín, quiero decir Ábalos y Koldo, un año antes). No, no le encarcelaron por eso. Le hicieron porque ocupaba un cargo importante en el partido socialista, como una manera de ocupar portadas y zarandear al gobierno a ver si cae de una maldita vez. Y esto, que es evidente para todos, nadie lo dice. No sé por qué. O lo sé de sobra.

Jueves, 20 de noviembre
YA A SALVO

Día de lluvia y frío, desapaciblemente otoñal. En la Sifonería, una casa de comidas en Cangas de Onís que es también un lugar de encuentros y un espacio cultural, quieren homenajear a Xuan Bello. Y allí estoy yo, hablando de mi amigo, el ausente más presente, una vez más. Mientras hablo y mientras luego se lee una selección de poemas, creo entreverlo al fondo de la sala, con una sonrisa algo irónica ante tanto homenaje y “ya a salvo del dolor y del tiempo”, como dice uno de sus versos. 

Viernes, 21 de noviembre
QUIEN PUEDA HACE, QUE HAGA

El mejor homenaje al Caudillo, muerto, pero no desaparecido, ayer hace cincuenta años, fue el que le tributó el Tribunal Supremo. ¡Condenar al fiscal general del Estado! Tómate esa, Perro Sánchez. Si no caes ahora, no sé cuándo vas a caer.

Hubo fallo exprés, para coincidir con el cincuentenario del fin de la dictadura, pero al parecer todavía no se ha redactado la sentencia. Me gustará leerla. Seguro que es un prodigio de sutileza jurídica para justificar lo injustificable. Los votos particulares, en cambio, son fáciles de adivinar, coincidirán con el sentido común. Cierto que el fiscal general no logró probar su inocencia, pero de lo que debería tratarse es de que la acusación lograra probar su culpabilidad.

            ---No te metas en camisa de once varas, Martín. No vas a saber tú más que los miembros del Tribunal Supremo.

            ---Tienes razón. Y ahora supongo que procesarán por falso testimonio a los periodistas que declararon que tenían el famoso correo antes de que lo conociera el fiscal.

            ---No te metas en camisa de once varas, repito, que con la justicia no se juega, aunque haya jueces que parecen jugar con la justicia. Pero solo parece, que sus profundas razones jurídicas, incomprensibles para el común de los mortales, tendrán para hacer lo que hacen.




 

viernes, 14 de noviembre de 2025

La rueda de la fortuna: La sangre y el río

 

Sábado, 8 de noviembre
OTRA DESPEDIDA

No hay dos sin tres, se dice. Primero fue Xuan Bello, luego Antonio Rivero Taravillo, hoy amanezco con la noticia de que ha muerto Javier García Rodríguez.

Gran activista literario, primero en Valladolid, luego aquí en Oviedo, a su obra literaria le presté menos atención que a las de los otros dos. Comenzó, allá por los noventa del siglo pasado, publicando en Reloj de Arena y admirando a los mismos autores que yo admiraba entonces: Juan Bonilla, Carlos Marzal, Aurora Luque, por citar tres nombres.

Ya en Oviedo, cambió de rumbo y se apuntó a estéticas aparentemente más rupturistas, la de Agustín Fernández Mallo, por ejemplo, y ciertas derivas de la narrativa norteamericana. Gustaba del experimentalismo y tenía ingenio verbal, pero yo le vi siempre más como gestor, promotor y entusiasta profesor que como creador. Nos fuimos distanciando literariamente en los últimos años, aunque siempre me saludaba con una sonrisa cuando nos cruzábamos, primero en la Facultad y luego en el parque de San Julián de los Prados, que él tenía que cruzar para llegar a su casa, en la calle Miguel de Unamuno. Yo siempre le preguntaba por su hija, Claudia, que para mí seguía siendo aquella niña encantadora que llevaba en un carrito cuando nos veíamos con más frecuencia.

Todos los muertos nos duelen, pero no todos de la misma manera. El poco contacto personal, como en el caso de Rivero Taravillo, o el distanciamiento progresivo estético, amortiguan el impacto. El puñetazo más doloroso fue el primero, el de Xuan; en los otros dos casos, parece que llueve sobre mojado.

Ahora a esperar el siguiente disparo de ese francotirador caprichoso que refugiado allá en su nube entretiene la aburrida eternidad haciéndonos la puñeta, hasta que un día nos acierte a nosotros y ya no pueda volver a hacérnosla más.

Domingo, 9 de noviembre
CONSPIRANOIA

Para mí, la escena más impactante de Bugonia, la nueva película de Yorgos Lanthimos, es la final, con la que más de una vez he soñado y que no siempre he visto como una pesadilla, sino a veces como una liberación. Con solo un chasquido de dedos, Dios elimina todo el dolor del universo, aunque para eso tenga que eliminar también la vida humana.

            Me ha sorprendido el virgiliano comienzo con esas abejas que se van extinguiendo, como en el mito de Aristeo y que volverán a nacer espontáneamente de la carne de un buey putrefacto, y de ahí el título.

            Tras el giro de guion, que le da la razón al obsesivo chiflado que protagoniza la historia, la puesta en escena deja de ser realista para parecer una película de ciencia ficción, serie B. Hemos abandonado la realidad para entrar en las fantasías de Teddy, el apicultor que atribuye la muerte de sus abejas –y la enfermedad de su madre-- a una conspiración alienígena.

            Alienígena, no, pero conspiración hay. Yo, que soy un poco Teddy, pensaría más bien en la industria farmacéutica y en la industria armamentística.

Martes, 11 de noviembre
NO, GRACIAS

---Estuve esta tarde en el Book Club, del Forbes House, un sitio muy selecto, donde Andrés Trapiello presentaba su último libro. Charlé al final un poco con él, y me habló de ti. Me dijo que no lo ibas a reseñar, que ya no te enviaba sus libros porque prefería que no los reseñaras.

            ---Qué curioso, Bueres. Cuando lo presentó en Sevilla, hace unos días, comió con Abelardo e insistió en lo mismo. Que si qué suerte la suya porque yo no iba a hablar de Próspero viento, que narra su deslizamiento por la vida política desde la extrema izquierda de su inconsciente juventud hasta la extrema derecha de su irreflexiva madurez. Y no, no lo voy a reseñar, y no porque no me lo mande, que yo prefiero comprar los libros de los que hablo, ya sabes mi obsesión por la independencia.

            ---¿Has leído el libro?

            ---Ni lo he leído ni pienso leerlo.

            ---Pues yo creo que una persona como tú, que se interesa por la literatura y por la política, debería leerlo. A fin de cuentas, lo que cuenta es un proceso de maduración que no le ha ocurrido solo a él. Casi todos los intelectuales de vuestra edad, han tenido una trayectoria semejante. Creo que las únicas excepciones sois tú y García Montero. 

            ---¡No compares!

            ---Yo creo que Trapiello practica, como se hace a veces con los niños, la psicología inversa. Dice que no quiere que reseñes su libro porque quiere que lo reseñes y sabe de sobra lo que a ti te gusta llevar la contraria.

            ---No lo reseñaré, pero reconozco que me cuesta vencer la tentación. Cuando pasé por la librería y lo vi, tuve que mirar para otro lado y pasar rápido porque, si lo hojeo, enseguida encontraré un párrafo tan calamitoso que no podré evitar desmontar su falacia demagógica.

            ---Para ti son demagogos todos los que no piensan como tú.

            ---Puede ser. En cualquier caso, próspero viento y muchas ventas para mi querido enemigo íntimo. Cuando Isabel Díaz Ayuso sea presidenta del gobierno de España, él será el nuevo García Montero, pero yo no pierdo la esperanza de que eso ocurra cuando las ranas críen pelo.

Miércoles, 12 de noviembre
PESSOA Y YO

Estuvo dedicada la tertulia a hablar de Fernando Pessoa, ahora de nuevo de actualidad porque se traduce al español la ciclópea biografía de Richard Zenith, mil cuatrocientas páginas para contar la vida de un hombre que, según se dice, apenas tuvo vida. Toda una hazaña.

            ---Hubo un tiempo en que yo me identificaba mucho con Pessoa –dije--. En uno de mis primeros libros, le dediqué un epitafio pensando sobre todo en mí: “Pasé, como viento en la noche, desconocido y solo. / Una mujer me amó, o dijo que me amaba. / Yo solo amé palabras sin ventura. / Ahora estoy muerto, como siempre estuve”.

            ---En la entrevista de El Cultural, hay unas palabras que me parece que pueden aplicarse a ti. “¿Era consciente de su genio?”, le preguntan a Zenith. Y responde: “Sí, aunque también dudaba. Los grandes escritores suelen tener una mezcla de certeza y duda. Fernando Pessoa vivía para la inmortalidad literaria, confiaba en que su obra sería reconocida tras su muerte, pero también tenía que no sucediera”. La única diferencia es que tú eres solo certeza, sin ninguna duda.

Jueves, 13 de noviembre
EL DEDO SOBRE EL MAPA

Cualquier pretexto es bueno para dar un paseo de los que a mí me gustan. Me llama una amiga que ha ido a Buenos Aires a dar una conferencia sobre Rosa Arciniegas, y yo en seguida le pregunto que desde qué lugar me llama. Ella no sabe el nombre, pero Roberto Silva, que la acompaña, dice: “Puerto Madero”. Y yo en seguida me imagino el lugar. Al cruzar el puente de Calatrava, si vas hacia la izquierda, San Telmo, con su plaza Dorrego y el parque Lezama; hacia la derecha, la Casa Rosada y luego la plaza del general San Martín, con sus ficus inmensos y el comienzo de la calle Maipú, donde vivía Borges; de frente, calle Córdoba adelante, llegas a las galerías Pacífico, una de mis casas en Buenos Aires desde que la descubrí por primera vez.

Soy muy aficionado a los paseos virtuales. Nunca leo en la cama y si tarda el sueño me entretengo dando un largo paseo con los ojos cerrados por alguna de mis ciudades favoritas. Salgo de Grand Central, por ejemplo, y dudo si caminar hacia la izquierda, hasta Tudor City, con sus parquecitos tranquilos que frecuentas las ardillas antes de llegar a Naciones Unidas, o tirar hacia la derecha hasta la biblioteca de los leones, y luego detenerme un rato en Bryan Park antes de seguir hacia Time Square o subir por la Quinta hasta el parque… Sigo así hasta que me llega el sueño, y a veces sigo caminando en sueños.

            Como me gusta viajar a los mismos sitios y pasear por los mismos lugares, vuelvo siempre con un mapa de la ciudad en la cabeza. No de toda, claro, sino de la zona que escojo para moverme y que amplío un poco cada vez que vuelvo. Tengo cierta facilidad para ello, debida sin duda a que fui un niño y un adolescente solitario que solo podía viajar con el dedo sobre el mapa. 

Viernes, 14 de noviembre
QUEDA CLARO

Mientras la sangre no llegue al río, las noticias que prefiero son las de la actualidad política. España hoy es como una liga de fútbol en que todas las tardes se jugara el partido del año, entre el Madrid y el Atlético o entre el Madrid y el Barça. Y todos somos de uno de los dos equipos y aplaudimos a los nuestros y silbamos e insultamos a los contrarios.

Ahora estamos con el juicio al fiscal general del Estado. Ya hemos oído a unos y a otros. Ahora le queda decidir al Tribunal Supremo. ¿Le condenará, le absolverá por falta de pruebas, aunque dando a entender que lo considera culpable de sanchismo, o tendrá el valor de hacer justicia?

Queda claro, con esta pregunta, de qué lado estoy yo. Pero me gusta tener buenos amigos del otro bando con los que procuro no hablar nunca de política.

            Mientras la sangre no llegue al río, que siga el espectáculo.



sábado, 8 de noviembre de 2025

La rueda de la fortuna: Extraña pareja

 

Sábado, 1 de noviembre
ESTÁN EN MI CORAZÓN

Aunque trato de evitarlo, qué difícil no dejarse influir por la fecha del día. Me gusta frecuentar cementerios, pero nunca en esta fecha. Son para mí solo arte, melancolía, memoria colectiva y paisajismo. Los muertos que me importan están todos en mi corazón. Y no necesito una fecha precisa para recordarlos.

Domingo, 2 de noviembre
REENCUENTRO

Qué sorpresa encontrarme en los agradecimientos del libro de Eva Moreno-Lago que reseño esta semana (lo llevo haciendo, sin faltar una, desde 1988), con una antigua conocida: “Nuestras reuniones casi semanales en casa de Mercedes Arriaga se han convertido en un espacio nutritivo, física e intelectualmente. Gracias, Mercedes, madre casi divina de todas nosotras y madre putativa mía, por tu mesa siempre dispuesta y tu perspicacia crítica”.

            La ilustre catedrática Mercedes Arriaga es la famosa Merche que aparece más de una vez en los Cuadernos Óliver y que tuvo un papel importante en la fundación que una tertulia que todavía continúa (ella, por lo que veo, ha creado otra en Sevilla): fascinó a Víctor Botas, antes muy renuente a asistir a ese tipo de reuniones literarias. Era una mujer decidida, que en los cuatro meses primeros de la tertulia ya había cambiado otras tantas veces de novio. Que ella tomara la iniciativa en los acercamientos eróticos nos escandalizaba un poco y me temo que, en las referencias de nuestros escritos de entonces, que ahora me avergonzaría releer, asomará un nada disimulado tinte machista. Cuando trabajaba en Bari, donde estuvo casada con un periodista, nos tradujo al italiano.  Me alegra reencontrarla ahora convertida en una referencia de los estudios de género y rodeada de agradecidas discípulas.

Lunes, 3 de noviembre
LO QUE VA DE AYER A HOY

“A juzgar por lo que lees y comentas, cada vez te interesa menos la literatura”, me dice un amigo y puede que sea verdad. Incluso las novelas, cuando las leo (cada vez menos), me interesan más por lo que tienen de historia involuntaria que por lo que tienen de novela.

Torcuato Luca de Tena no es precisamente uno de mis escritores favoritos. Ayer, sin embargo, compré por un euro Mrs. Thompson, su mundo y yo y me ha apasionado desde las primeras páginas. Habla con humor de los Estados Unidos de principios de los cincuenta, donde fue corresponsal, y ningún libro mejor para conocer por contraste la España de entonces. O los Estados Unidos de hoy, que parecen la otra cara de la moneda.

            Me divierte leer su descripción de lo que es una autopista de peaje, algo por entonces completamente desconocido en España: “Una parte de los gastos de construcción la pagan aquellos mismos que se benefician de la obra, por medio de un impuesto abonable a la entrada o a la salida de la carretera. Y es el caso que los automóviles de turismo ahorran, por la nueva autopista, en gasolina, en aceite, en desgaste general del coche, una cantidad bastante superior a la que ahora tienen que pagar como impuesto para cruzarla. Los camiones y transportes comerciales pagan una cantidad más elevada, pero también es mayor el ahorro en jornales y gasolina de que se benefician las industrias transportistas”.

            Ahora parece que los asturianos, además del cachopo, la sidra y la fabada, tenemos otra devoción común: eliminar el peaje del Huerna, visto como una ofensa a la dignidad regional.

Yo ni entro ni salgo en ese ideal sobrevenido que une a izquierda y a derecha, solo me pregunto, como Josep Pla ante las luces de Nueva York encendidas toda la noche: “¿Y quién paga eso?”

Porque eliminarlo es fácil. Solo hay que hacer que el peaje no lo pague el usuario, sino todos los ciudadanos, lo utilicen o no, o rescindir el contrato con la empresa concesionaria abonándole la indemnización correspondiente, a cargo, no de los políticos que al aparecer prorrogaron la concesión irregularmente, ni de los que ahora, del partido contrario, están en el gobierno, sino de todos los ciudadanos. Convendría precisar las cifras en un caso y otro para que podamos tener una opinión razonada al respecto.

            “¿Pero tú crees que se quitará el peaje o no?”. “No se quitará, pero correrá a cargo del gobierno para evitar perder los votos que tiene en Asturias. O sea, que no lo abonarán los usuarios, sino entre todos, y con el aplauso de todos”.

Martes, 4 de noviembre
DE TUMBO EN TUMBO

De todos esos casos judiciales que andan por ahí y que tanto entretienen a los lectores de diarios y consumidores de telediarios, a mí el que más me fascina es el de Begoña Gómez, con su juez que parece salido de Alicia en el país de las maravillas o de algún relato de Kafka, siempre sacándose nuevas acusaciones de la chistera cuando la anterior no da más de sí.

¿Se acuerda alguien de qué comenzó acusándola? Parece que de ejercer de catedrática sin ser licenciada. Se le explicó que el tipo de cátedra que ella dirigía no precisaba ese requisito y, sin inmutarse, la acusó de otra cosa y luego de otra y así seguirá, de tumbo en tumbo, hasta que se jubile o hasta que tumbe a Pedro Sánchez porque ya se sabe que muerto el perro se acabó la rabia. Y media España aplaudiéndole a rabiar. Y las autoridades judiciales mirando para otro lado o dándole carta blanca. Cosas de la polarización. Se desacreditará la justicia, pero ¿y lo que nos reímos?

Jueves, 6 de noviembre
COSAS QUE PREFERIRÍA NO SABER

Detesto las presentaciones (salvo que sea yo el protagonista o el coprotagonista, claro), pero me alegra haber asistido a la del libro La cinta verde. Al comienzo, su autor, Víctor Colden, tuvo un momento de recuerdo para Xuan Bello, una de sus dos mayores admiraciones. La otra es el maestro de ambos, Álvaro Cunqueiro. Curiosamente, los relatos de La cinta verde, tan inteligentemente construidos, tan impactantes emocionalmente, no se parecen nada a las narraciones de ninguno de los dos, señal de que Colden es un buen discípulo.

En el coloquio final, se habló de la biografía que Antonio Rivero Taravillo le ha dedicado a Cunqueiro. Fue el gran empeño de sus últimos tiempos y admira que pudiera llevarla a cabo entre los zarpazos de la enfermedad. Nos cuenta todo lo que queríamos saber sobre el mágico escritor gallego y también algunas cosas que preferiríamos no saber. Y no me refiero solo a sus antecedentes penales: “En agosto de 1944 se le abrió un sumario por delito de estafa. En diciembre de 1946 y marzo de 1947 se le abrieron igualmente sendos sumarios por idéntico delito, el primero a la editorial Morata y el segundo a Gráficas Clemares, ambas radicadas en Madrid”. La lista continúa: en junio y agosto de 1947 fue acusado de sustraer impresos para cometer estafas, en septiembre de ese mismo año fue imputado por sustraer joyas y apropiarse de doce mil pesetas por la venta fraudulenta de un tiovivo perteneciente a doña Carmen Prida Casas (¡Vender un tiovivo de una romería! Esto sí que es muy Cunqueiro). En 1951, la Audiencia Provincial de Madrid mandó buscarlo por más delitos… Y todo esto lo hacía un periodista afamado y adicto al Régimen. Pero no es lo que más me apena. Como buen biógrafo, Rivero Taravillo no tenía más remedio que contarlo, y le agradecemos esas puntualizaciones. Pero hay otras que podía habernos ahorrado. Citando a Ana-Sofía Pérez-Bustamante –ni siquiera se lo contaron a él--, escribe: “Cuenta la gente del pueblo de sus borracheras nocturnas y de cómo pasaba las noches golpeando la puerta de la casa donde se había encerrado su mujer, que jamás quiso volver a estar con él, llamándola en vano”.

            Después de leer ciertas biografías (la de Miguel Dalmau sobre Gil de Biedma, la de J. Benito Fernández sobre Benet, por ejemplo), nuestro aprecio por el escritor se tambalea. Injustamente, quizá. Una cosa es la obra y otra la vida. Pero con tantos autores admirables como hay para leer, yo prefiero posponer a los que no me caen bien, por muy buenos escritores que sean.

            Una de mis pesadillas es que algún día un minucioso biógrafo rastree todas las triviales miserias de mi vida, que yo he preferido olvidar, y espante con ellas a los pocos lectores que pueda tener. Pero sospecho, y respiro aliviado, que esa pesadilla nunca va a convertirse en realidad.

No todo habrían de ser desventajas en haberse pasado la vida literaria haciéndose enemigos y en no ser un triunfador.

Viernes, 7 de noviembre
UNA RELACIÓN

Nuestra relación es un poco complicada, como la de la mayoría de las parejas. Siempre está llevándome la contraria. Me recuerda a un chistoso calambur: “Yo lo coloco y ella lo quita”. O sea: “yo loco loco y ella loquita”.

Me parece que es algo bipolar: pasa en un instante de colmarme de regalos a convertirse en un demonio.

No puedo imaginarme sin ella, pero confieso que a menudo me cuesta soportarla. Qué extraña pareja, la vida y yo.